8 oct 2012

El asesinato de Nick Ivie

Frontera caliente/J. Jesús Esquivel
Revista Proceso # 1875, 7 de octubre de 2012

El asesinato de un agente de la Patrulla Fronteriza en Arizona por uno de sus compañeros, en un incidente aún no aclarado del todo, reveló varias cosas: primero que la frontera norte de Sonora es una puerta abierta para las drogas y las armas; segundo, el alto nivel de desconfianza de Washington hacia México; tercero, la bochornosa sumisión de las autoridades mexicanas. Y una más, que apenas se menciona, es la impreparación de las fuerzas encargadas de salvaguardar la frontera sur de Estados Unidos.
BISBEE, ARIZONA.- El asesinato de Nick Ivie, agente de la Patrulla Fronteriza (PF), exhibe el alto nivel de desconfianza que permea la relación México-Estados Unidos y vuelve a poner a la luz el hecho de que la frontera entre Sonora y Arizona es el corredor más importante para el trasiego de drogas.
El martes 2 Ivie fue asesinado cerca de este pueblo, a unos 8 kilómetros de la frontera. Inmediatamente y sin tener pruebas el gobierno estadunidense señaló como posibles responsables a ciudadanos mexicanos. Sin embargo el viernes 5 el Buró Federal de Investigaciones (FBI) rectificó la versión: Ivie fue asesinado por uno de sus compañeros.
“No hay nada claro. No sabemos qué pasó y nadie está diciendo algo muy importante: sólo que el gobierno de Estados Unidos tiene a tres personas detenidas por su posible participación en el asesinato”, dice al corresponsal un funcionario estadunidense, quien por temor a represalias pidió que se le identificara como “autoridad local del corredor Douglas-Naco”.
Otros funcionarios dieron a Proceso la versión oficial con la que el FBI determinó que Ivie no fue víctima de mexicanos sino de las balas de sus compañeros.
La madrugada del martes 2 Ivie y dos de sus compañeros asignados a la estación Brian Terry de la PF en Naco, Arizona, fueron enviados a revisar un sensor –capaz de detectar hasta las vibraciones de las pisadas–unos 12 kilómetros al este de Bisbee, en la zona más transitada por los traficantes de droga. El aparato se había apagado.
Cuando Ivie llegó al lugar donde estaba el sensor, comenzaron los disparos.
La fuente explica a Proceso que la investigación del FBI sostiene que cuando Ivie llegó al lugar donde estaba el sensor, fue encañonado por dos individuos y que a unos 20 metros había otras personas armadas con rifles AK-47 y AR-15.
Cuando los hombres que tenían encañonado a Ivie se dieron cuenta de que había más agentes comenzó un forcejeo. Con el afán de liberar a su compañero, otro de los integrantes de la PF –cuyo nombre no se ha revelado– disparó y fue él quien mató a Ivie. Al caer éste, sus captores huyeron, sin disparar, y se internaron en México.
Entre el caos y la desesperación –y con la intención de ocultar la verdad– el agente que mató a Ivie se disparó en una pierna y una nalga, según las fuentes que proporcionaron la versión, para hacer creer que la PF había sido atacada por quienes presuntamente desactivaron el sensor.
Antes de que el FBI aclarara que Ivie fue asesinado por un compañero, la versión del gobierno sostenía que al agente lo habían matado“pasadores de droga” (personas que trabajan para un cártel mexicano y se encargan de sacar la mercancía del desierto para llevarla a las bodegas de Tucson o Phoenix).
También se decía que Ivie podía haber sido víctima de“bajadores de droga” (los que se dedican a robar cargamentos que entran a Arizona y quienes van bien armados para intimidar y doblegar a los“pasadores”).
Sólo supuestos
Antes de que el FBI llegara a una conclusión, el gobierno de Felipe Calderón se doblegó ante las autoridades estadunidenses. El jueves 4, luego de que algunos medios en Estados Unidos y Joaquín López Dóriga en su noticiario televisivo del miércoles 3 revelaran que el gobierno federal había detenido cerca de Agua Prieta, Sonora, a dos personas por su posible participación en el asesinato, la embajada mexicana en Washington, sin ningún sustento, confirmó estos rumores.
“Ayer arrestamos a dos individuos sospechosos de haber estado involucrados en el ataque a los agentes de la Patrulla Fronteriza.Tomando en cuenta que la investigación está en curso no podemos hacer más comentarios excepto decir que el gobierno de México continuará trabajando hombro a hombro con las autoridades de Estados Unidos para llevar a los responsables ante la justicia”, dijo una vocera de la legación.
“Para mí está claro: El gobierno de Estados Unidos no tiene confianza en el de México. Si esto no fuera así, por qué entonces el FBI no revela que tenemos en Estados Unidos a tres personas detenidas”, añade el funcionario estadunidense.
Los tres detenidos en Estados Unidos por su posible participación en el incidente en el que fue asesinado Ivie podrían ser estadunidenses de origen mexicano. Proceso averiguó el nombre de dos de ellos: Francisco Gutiérrez y Hugo Vázquez.
“El caso del agente Ivie tiene que ver con el tráfico de drogas, eso es lo único que puedo decirte”, remata el funcionario consultado por este semanario, quien participa directamente en la investigación.
Desde que se dio a conocer la muerte de Ivie sorprendió que Washington no hiciera un gran escándalo. Esta cautela hizo que aumentaran las especulaciones respecto a lo que realmente ocurrió.
Después del asesinato de Ivie las autoridades se negaron a dar detalles de la investigación y sólo acotaron que el FBI estaba a cargo de todo. Agentes de la PF se negaron a hablar con este reportero.
El jueves 4 Rod Rothrock, alguacil interino del condado de Cochise, adelantó a los medios que Ivie o el otro agente herido pudieron haber sido “víctimas de fuego amigo” y que el FBI tendría la última palabra al concluir las pruebas de balística.
Después de las revelaciones de Rothrock comenzaron a circular versiones de funcionarios estadunidenses de que Ivie podría haber estado implicado con los pasadores de droga o con los narcotraficantes de Estados Unidos. “El caso está muy raro. ¿Por qué a Ivie no lo han hecho mártir de la narcoviolencia de México como hicieron con Brian Terry? El caso huele muy mal”, acotó el funcionario estadunidense que habló con este corresponsal horas antes de que el FBI aclarara las causas de la muerte del agente.
En el terreno
El miércoles 3, un día después del asesinato de Ivie, el reportero y el fotógrafo de Proceso fueron llevados por la PF a un recorrido por las inmediaciones de Nogales, Arizona.
Desde este punto fronterizo hasta Douglas era evidente el enorme despliegue de vigilancia sobre la zona limítrofe con Sonora. La PF peina palmo a palmo el desierto, sus cámaras y radares apuntan hacia México y desde el cielo sus aviones reportan a los cuarteles de Tucson cada movimiento sospechoso.
La muerte de Ivie activó los sistemas de alerta de los 4 mil 400 agentes de la PF que se encargan de vigilar esta parte de la frontera, ahora delimitada por un muro de acero de siete metros de alto.
Pese a toda la tecnología, los aviones con radares especiales, los 4 mil 400 agentes y la cerca de acero, el corredor Nogales-Douglas sigue siendo la puerta principal para la entrada de mariguana, metanfetaminas y heroína. Es una plaza dominada por el Cártel de Sinaloa.
“Estamos haciendo decomisos importantes todos los días a lo largo del corredor de Tucson”, admite la agente Crystal Amarillas, quien guió el recorrido de Proceso.
“Bajó mucho el flujo de indocumentados, creemos que debido a que ahora tenemos mejor tecnología para detectarlos, pero la droga sigue pasando, aunque hacemos todo lo posible por pararla”, agrega.
Pese a que la PF hace un despliegue de poder y control a lo largo de la frontera con Sonora, del lado mexicano, en Nogales, era evidente que los “halcones” seguían paso a paso los movimientos del lado estadunidense. Desde las azoteas y ventanas de los segundos y terceros pisos de las casas pegadas al cerco se les veía tomar notas y comunicarse por Nextel.
“Ya estamos acostumbrados. Algunas veces hasta nos saludan o nos hacen señas obscenas”, admite Amarillas. En el recorrido Proceso fue testigo de cuando desde el lado mexicano –a unos 10 kilómetros de las últimas casas de ese punto fronterizo– cuatro muchachos amontonaban bultos (posiblemente de mariguana) a sólo 10 metros del cerco estadunidense. Los jóvenes ni se escondieron cuando desde lejos vieron al auto de la Patrulla Fronteriza.
“Es la zona más peligrosa de esta parte de la frontera de Nogales y donde se mueve más droga”, reconoce Amarillas y añade que ella no puede hacer nada más que reportar el incidente a su central. “Por si en la noche deciden pasar los bultos por este mismo lado, porque lo que regularmente hacen es moverla de aquí a otro lugar o dejan estos bultos aquí para distraernos y que no podamos ubicar el punto exacto donde en realidad pasan la droga”, informa.
Aunque a raíz del asesinato de Ivie el corredor de la frontera entre Arizona y Sonora se puso “muy caliente”, la PF admite que el trasiego de drogas posiblemente baje unos días, pero que recuperará su nivel en pocas semanas.
Pese a todo, la mañana del miércoles 3 en un retén en la ruta 19, que va de Nogales a Tucson, la PF decomisó 3.6 kilos de heroína y un arma larga que eran transportados en un automóvil. Encontraron también 120 kilos de mariguana en la cabina de un tráiler. Los conductores de ambos vehículos eran estadunidenses.
En lo que va de este año y según cifras extraoficiales, la PF ha decomisado tres toneladas 309 kilos de mariguana en el corredor de Tucson. De armas que viajan de Estados Unidos a México, las autoridades estadunidenses sólo han incautado tres pistolas.
“El asesinato del agente de la Patrulla Fronteriza debería servir como punto de partida para que el gobierno de Estados Unidos de verdad demuestre su determinación de hacer algo para detener el tráfico de armas y dinero a México”, dice a Proceso Óscar Antonio de la Torre Amezcua, cónsul mexicano en Douglas.
“En lugar de dedicarse a hacer señalamientos infundados se deberían concentrar más en parar el consumo de drogas y en trabajar en legislaciones que pudieran contener o por lo menos controlar la venta indiscriminada de armas, ya que éstas son precisamente una de las fuentes de poder más importante de los narcotraficantes de los dos países”, concluye

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