Revista
Proceso # 2069, 25 de junio de 2016
Luz verde de la PGR para
nuevas indagatorias en el caso Ayotzinapa/
GLORIA LETICIA DÍAZ
Los padres de los 43
normalistas de Ayotzinapa y sus abogados consideran que el nuevo titular de la
Oficina de Investigación del Caso Iguala, Alfredo Higuera Bernal, deberá
comenzar a desahogar las 140 comparecencias que ellos solicitaron por escrito a
la PGR hace cuatro meses. Sería un gran avance que la investigación se abordara
desde la perspectiva de la macrocriminalidad, para dilucidar el funcionamiento
del sistema delictivo en Guerrero, sostiene el abogado Vidulfo Rosales Sierra.
La Procuraduría General de la
República (PGR) está obligada a llamar a comparecer a miembros de la clase
política de Guerrero, presidentes municipales, altos mandos del Ejército y
otros funcionarios, así como a delincuentes procesados, para conocer la verdad
sobre la desaparición forzada de los 43 normalistas de Ayotzinapa.
En febrero pasado, los padres
de los desaparecidos y sus abogados, integrantes del Centro de Derechos Humanos
Agustín Pro Juárez y Centro de Derechos Humanos de la Montaña-Tlachinollan,
entregaron a la procuradora Arely Gómez un escrito en el que advierten que en
el curso de la indagatoria PGR/SDHPDSC/OI/001/2015 “no sólo no se ha terminado
de esclarecer el acto criminal; ni siquiera han comenzado a dilucidarse las
relaciones que se dieron tanto en el grupo criminal como con actores
políticos”.
Cuatro meses después, el nuevo
responsable de la Oficina de Investigación del Caso Iguala, Alfredo Higuera
Bernal –nombrado a principios de junio–, dio el visto bueno para llevar a cabo
dichas actuaciones, que implican el desahogo de al menos 140 diligencias, que
incluirán interrogatorios a militares, para indagar los vínculos entre el poder
público y la delincuencia organizada en ese caso ocurrido hace 21 meses en
Iguala, Guerrero.
Según el documento consultado
por la reportera, hasta ahora la indagatoria se ha circunscrito a procesar a
exservidores públicos de Iguala y Cocula, pero se han omitido “los posibles
vínculos que dicho grupo podría tener con servidores públicos dentro de otros
municipios, e incluso de los ámbitos estatal y federal” (Proceso 2063).
El acuerdo de desahogo de
diligencias “ocurrió dos días antes de la entrega del “Informe del Caso Iguala”
de la PGR. Eso significa que la oficina que encabeza Higuera Bernal debería
hacer esas diligencias, llamar a las personas enlistadas y efectuar las
inspecciones que se incluyen en el escrito, comenta el abogado de Tlachinollan,
Vidulfo Rosales Sierra.
“Buena parte de la clase
política de la Zona Norte de Guerrero puede estar siendo objeto de una
investigación, porque los hechos de Ayotzinapa no se explican sin el concurso
de estos otros actores, antes y después de los hechos de los días 26 y 27 de
septiembre de 2014”, dice en entrevista.
En el documento, los
coadyuvantes recuerdan que la desaparición de los 43 jóvenes “y el posterior
hallazgo de más de 100 cadáveres en fosas clandestinas localizadas en las
inmediaciones de Iguala” son secuelas de la macrocriminalidad en la región.
Es indispensable esclarecer
“cómo se fueron gestando las alianzas y las condiciones (para las
desapariciones), en las que tienen una participación importante la clase
política, las autoridades, los funcionarios de esa región”, insiste Rosales
Sierra.
Y agrega: “El día de los
hechos se da la concurrencia de ellos en los operativos, en el silencio, en las
omisiones en que todos y cada uno de ellos incurrieron”.
Además de la solicitud de ocho
comparecencias a mandos militares y de enviar oficios informativos a la
Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), descritos en un reportaje publicado
en la edición 2063 de Proceso, los padres de los 43 normalistas y sus abogados
pidieron a la PGR esclarecer la posible colusión de algunos políticos
guerrerenses con Guerreros Unidos, grupo al que se le atribuye la desaparición
de los estudiantes de Ayotzinapa.
La lista de probables
comparecientes incluye al exgobernador Rubén Figueroa Alcocer y su hijo Rubén
Figueroa Smutny; Ángel Aguirre Rivero y su sobrino Ernesto Aguirre; el
exsenador Héctor Vicario Castrejón; el exalcalde de Teloloapan, Pedro Pablo
Urióstegui Salgado; Lázaro Mazón Alonso, expresidente municipal de Iguala,
exsenador y funcionario del gabinete durante la gestión de Aguirre Rivero.
Los solicitantes arguyen que
los incluyeron porque recibieron llamadas anónimas según consta en el
expediente, de las cuales 25 son consideradas relevantes para las indagatorias.
A esas llamadas se les debería
dar el mismo trato que “a la llamada anónima que orientó a la PGR hacia la
línea del basurero de Cocula, donde – sostiene Rosales Sierra– fue el destino
de los estudiantes” (Proceso 2060).
Y abunda: “Algunas de esas
llamadas son importantes, pueden aportar algún elemento de interés en la
investigación y resultar de especial trascendencia en la búsqueda de los
estudiantes desaparecidos. Por eso, hoy en día deben dilucidarse todas esas
llamadas, buscarse el origen, quién las hizo, dónde se hicieron, esclarecer lo
que están señalando y seguir las pesquisas para ver a dónde nos lleva esta
información”.
Nuevas líneas de investigación
Las relaciones de los
políticos, presidentes municipales, funcionarios de seguridad pública y
militares presuntamente vinculados con miembros del crimen organizado y con los
procesados –como el exalcalde de Iguala José Luis Abarca Velázquez y su esposa,
María de los Ángeles Pineda Villa– aparecen también en testimoniales integradas
en el expediente de 202 tomos, así como en averiguaciones previas abiertas por
la Subprocuraduría Especializada en Investigación de Delincuencia Organizada
(SEIDO).
Ante las sospechas del
involucramiento con el crimen organizado, los coadyuvantes piden a la Oficina
para el Caso Iguala girar oficios a la Comisión Nacional Bancaria y de Valores
para que proporcione los estados de cuenta del exgobernador Aguirre Rivero, el
exprocurador Iñaky Blanco Cabrera y el exsubprocurador Ricardo Martínez Chávez,
así como del exsecretario de Seguridad Pública estatal, Leonardo Vázquez Pérez.
La petición de investigación
financiera se extiende al excomandante del 27 Batallón de Infantería, José
Rodríguez Pérez, y al capitán José Martínez Crespo, así como al policía federal
Luis Dorantes Macías, quien habría declarado que durante los hechos ocurridos
en septiembre de 2014 se le impidió el acceso al C-4.
La coadyuvancia pide también
que se investiguen las cuentas de los “expresidentes municipales de Taxco de
Alarcón (Salvador Majul González, actual diputado federal del II distrito),
Huitzuco (Norberto Figueroa Almazo), Tepecoacuilco (Antonio Galarza Zavaleta),
Apaxtla (Efraín Peña Damasio) y Teloloapan (Ignacio de Jesús Valladares
Salgado); de los directores de Seguridad Pública de Taxco de Alarcón (Roberto
Hinojosa Salinas), Huitzuco (José Guadalupe Salas Cruz), Apaxtla y Teloloapan (Jorge
García Reducindo)”.
Respecto al exsenador Mazón
Alonso, se pide su comparecencia para que explique su intervención en el Centro
Comercial Galerías Tamarindos y en la empresa Yozis, propiedad del exalcalde
igualteco Abarca Velázquez, así como las gestiones que realizó ante la Sedena
“para que fuera cedido el predio o parte de éste en el que se construyó dicho
centro comercial”.
Por lo que atañe a Humberto
Velázquez Delgado, quien formó o forma parte de la Policía Ministerial de
Guerrero, los promoventes del documento piden a la PGR girar una “orden de
presentación y localización”, pues fue identificado por un testigo dentro de
una averiguación previa de la procuraduría como vinculado a la esposa del
exalcalde de Iguala, María de los Ángeles Pineda Villa. Ella presuntamente “le
ordenaba” al comandante “cobrar las extorsiones”.
Asimismo, consideran necesario
solicitar la colaboración de la embajada de Estados Unidos, ya que la Unidad de
Inteligencia Financiera de la Dirección de Procesos Legales de la Secretaría de
Hacienda y Crédito Público detectó que Abarca viajó en 2014 a Chicago en dos
ocasiones.
En tanto, la Dirección de
Resoluciones Migratorias de la Dirección General de Control y Verificación
Migratoria reportó “diversas entradas y salidas” del matrimonio Abarca Pineda
“entre los años 2013 y 2014, de los que resultan varios vuelos a Chicago”.
Esa información resulta
relevante toda vez que, en sus informes, el Grupo Interdisciplinario de
Expertos Independientes –creado por la Comisión Interamericana de Derechos
Humanos para esclarecer el caso Ayotzinapa– refiere la ruta del tráfico de
cocaína y heroína entre Iguala y Chicago, por lo que “los viajes del exalcalde
y su esposa a dicha ciudad podrían tener algún vínculo con la estructura de
trasiego trasnacional de droga, línea de investigación que hasta ahora no ha
sido suficientemente investigada”.
Los pendientes
Para los padres de los 43
normalistas y sus representantes tampoco está suficientemente clara la
estructura de los grupos criminales que operan en la región, en particular la
de Guerreros Unidos, a cuyos integrantes se atribuye la desaparición de los
estudiantes.
Por lo anterior, piden la
declaración ministerial de la madre de Pineda Villa, Leonor Nava o María Leonor
Villa Ortuño. De acuerdo con constancias de la SEIDO, ella presuntamente
involucró al exgobernador Aguirre con el grupo criminal, así como al chofer de
la familia, Francisco Ramírez Trejo.
En el escrito, los padres
solicitan que la oficina que dirige Higuera Bernal pida a la SEIDO el contenido
de averiguaciones previas relacionadas con la desaparición de los 43 jóvenes,
que no están integradas a los 202 tomos del expediente, como ocurre con las
declaraciones de Gildardo López Astudillo, de quien solicitan además la
inspección de su teléfono celular.
La Oficina del Caso Iguala
tendría que pedir a la SEIDO que le ponga a disposición las declaraciones
ministeriales, con sus respectivos certificados médicos, y las averiguaciones
previas derivadas de las detenciones de Sidronio Casarrubias Salgado, Felipe
Rodríguez Salgado, Óscar Rodríguez Salgado, Reynaldo Palacios Benítez o Reynaldo
Benítez Palacios, Mateo Benítez Palacios o Mateo Palacios Benítez, José Javier
Brito Catalán y Francisco Salgado Valladares.
Insisten en que los hermanos
Mario, Sidronio y Adán Casarrubias Salgado, quienes se encuentran procesados,
deben comparecer para que aclaren si su hermano José Ángel o José Alfredo
pertenece al Ejército.
A los Casarrubias Salgado se
les tendría que interrogar además por la declaración de Gregorio Abeja Linares,
procesado en una averiguación previa integrada en 2011 por la PGR, según la
cual a Mario Casarrubias “lo mueve la Marina”.
Tras solicitar que se giren
oficios a la Sedena y a la Secretaría de Marina para que informen si en sus
filas está registrado un hermano de los acusados, los coadyuvantes puntualizan
que “el esclarecimiento de dicha cuestión resulta fundamental para la
investigación y para determinar si los hermanos Casarrubias contaban con algún
vínculo dentro de las Fuerzas Armadas”.
Para los familiares de los
desaparecidos y sus abogados, resulta necesario que la PGR llame a comparecer a
funcionarios para que “les interrogue sobre sus acciones y omisiones como parte
del Grupo de Coordinación Guerrero en relación con su incumplido deber de
prevenir los hechos del 26 de septiembre de 2014, derivado del conocimiento que
tuvieron sobre la corrupción del ayuntamiento de Iguala”.
Según se deprende de las
declaraciones ministeriales integradas en el expediente, “se discutió en varias
ocasiones la situación de Iguala, y en particular de su entonces alcalde, José
Luis Abarca Velázquez, sin que se hayan adoptado las medidas que la ley faculta
a funcionarios con tal nivel de responsabilidad, omisión que incluso podría
derivar en responsabilidades penales y administrativas a la luz de los hechos”.
Entre los asuntos que tienen
que ser explicados, para los coadyuvantes, se incluyen las certificaciones de
control y confianza que otorgaron a 27 policías municipales de Iguala y 22 de
Cocula implicados en el caso, por lo que solicitan a la oficina de Higuera
Bernal girar oficios para que entreguen documentación relacionada con esos
elementos –ahora procesados– al Centro de Evaluación y Control de la Secretaría
de Seguridad Pública del Estado de Guerrero, a la Comisión Nacional de
Seguridad, al Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública
y al Centro Nacional de Certificación y Acreditación.
El escrito incluye los nombres
de funcionarios de diversas corporaciones que tuvieron algún tipo de actuación
la noche del ataque a los normalistas, así como personal de la Marina y de la
Policía Federal que participó en las detenciones.
Asimismo, piden la
comparecencia de los agentes del Ministerio Público Federal que iniciaron la
línea de investigación relacionada con el basurero de Cocula, así como del
personal de la Marina y de la Policía Federal que intervino en el rescate de
restos en el río San Juan.
Con respecto al destino de los
normalistas, entre las diligencias solicitadas resaltan las relacionadas con la
atención a versiones, obtenidas por algunos de los padres, sobre los posibles
sitios donde habrían estado sus hijos (en Coacoyula, Tepecoacuilco y la sierra
de Tlacotepec), así como la solicitud a los representantes de los Servicios
Funerarios El Ángel, de Iguala, de un informe de actividades de septiembre a
octubre de 2014, ya que en una manta aparecida en diciembre de 2015 se señala
que los responsables de la funeraria “quemaron a los 43 normalistas”.
Tras señalar que la Oficina
para el Caso Iguala estaría en proceso de girar oficios para solicitar las
comparecencias, el abogado Rosales Sierra sostiene que, más allá del desahogo
de las 140 diligencias, la dependencia debe aclarar cuál fue el destino de los
estudiantes.
Y concluye: “Sería un gran
avance que la investigación se abordara desde la perspectiva de la
macrocriminalidad, sobre todo porque hay elementos de gran trascendencia
contenidos en el expediente que no se deben soslayar; nos ayudarían a dilucidar
el funcionamiento del sistema criminal en Guerrero, la connivencia o colusión
de las instituciones públicas con el crimen organizado, que posibilitó que en
una sola noche desaparecieran 43 estudiantes, de los que hasta ahora no
conocemos su destino”.
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