17 feb 2013

El papa controlará su sucesión...FA


Cálculo celestial
Aunque Benedicto XVI renunció por la falta de fuerza, los analistas estiman que mantiene el poder y la sagacidad suficientes para controlar hasta su sucesión.
Revista "Cambio" 17 de febrero de 2013.
CÉSAR AGUILAR GARCÍA, reportero.

 A pesar de sortear tempestades, traiciones, “hipocresías” y estar en medio de la lucha de la curia romana por el poder del Vaticano, el Papa Benedicto XVI se retira como jefe de la Iglesia universal con tal lucidez y poder, que podría tener la capacidad de controlar su sucesión. Para millones de seguidores de la Iglesia de Jesucristo, la abdicación del Pontífice fue tan sorpresiva que los llena de estupor y de orfandad, sobre todo porque deja a esta milenaria institución en medio de intrigas y “mala cara”, mismas que el cardenal alemán no dejó de denunciar en sus últimas actividades públicas en la Santa Sede.

  Joseph Ratzinger mantiene contra viento y marea su argumento de que se retira del trono de Pedro a consecuencia de su escasa fuerza física y anímica, además de que, tras su renuncia, practicará un retiro; es decir, permanecerá dedicado a la oración, casi escondido del mundo. Pero los dichos de Su Santidad no tienen el poder para detener las tramas que giran alrededor de su renuncia, como aquella que insiste que los escándalos del Vaticano y de algunas de sus congregaciones jugaron un papel vital en su decisión de dejar de ser el pastor de la Iglesia católica. Pese a todas las circunstancias, analistas de la Iglesia de Roma consideran que Benedicto XVI, al igual que su predecesor Juan Pablo II, deja huella en la historia por un pontificado “pleno”, aunque con muchos pendientes para esta religión, misma que debe dar un golpe de timón para adecuarse a las necesidades del siglo XXI.
  Quien está llamado a dar ese giro será el sucesor de Joseph Ratzinger, mismo que será elegido en un cónclave de 117 cardenales electores, que en su mayoría son europeos, lo que vaticina que el nuevo Papa podría ser de nueva cuenta italiano, y en esta coyuntura los purparados mexicanos no tendrían la mínima posibilidad de alcanzar el papado.
 PURPURADO PROSPECTIVO
 Al inicio de sus casi ocho años de pontificado a Benedicto XVI se le llamó un Papa de transición o “breve” por su avanzada edad. Pero al final su renuncia descansa en el argumento de que le faltan fuerzas para llevar adelante su labor, decisión que para Roberto O’Farril, analista de temas eclesiásticos, “sí fue una sorpresa”. Atento al devenir del Vaticano, el teólogo Juan José Tamayo, de enorme reputación en España y férreo crítico de la formación de Benedicto XVI, también reaccionó con sorpresa frente al anuncio de la abdicación. Convencido de que Ratzinger no ha sabido dar respuesta a las inquietudes de los más de mil 200 millones de católicos que se calcula profesan en el mundo, el especialista admite que es atípica la dimisión del Pontífice, pero reconoce que su salud, su capacidad y responsabilidad, se han visto deterioradas en los últimos tiempos.
 Empero, Fred Álvarez Palafox, especialista en temas religiosos y política, sostiene que la renuncia de Benedicto XVI no es nada sorpresiva ante los antecedentes de Joseph Ratzinger. Si bien reconoce que un marcapasos, la artritis y problemas en su presión arterial mantienen enfermo al Sumo Pontífice, sostiene que el cardenal alemán es un personaje “muy inteligente” y “lúcido”, que se distingue por planificar su futuro, lo que incluye su propia abdicación, que ya había planteado al periodista alemán Peter Seewald. En su vida está documentado que en unas vacaciones por España, Joseph Ratzinger, entonces Prefecto de la congregación de la Doctrina de la Fe en el Vaticano, hizo amistad con Alfredo Álvarez, dueño de un hostal de Molinaseca, comunidad de Castilla. Días después, el hostelero recibió –desde Francia– una postal de aquel peregrino donde le agradeció sus atenciones, la cual firmó con lo siguiente: “Louis Joseph, futuro Papa Benedicto XVI”.
 Para muchos pareció increíble que el cardenal alemán predijera cinco años antes que iba a suceder a Juan Pablo II, y además que se llamaría Benedicto XVI.
 “Benedicto XVI es un personaje que planea y prospecta su futuro. Antes de que muriera Juan Pablo II ya tenía pensado que podía ser Papa; esto significa que planeó muy bien su retiro, hizo cinco consistorios, por lo tanto tiene controlada la sucesión papal”, afirma en entrevista Fred Álvarez Palafox. En ello coincide Juan José Tamayo, debido a que vaticina que el próximo Papa dará continuidad a la labor de Benedicto XVI por dos motivos: “primero, porque el Colegio Cardenalicio ha sido elegido por él, y segundo, porque influirá directamente en la elección de su sucesor”.
  LO QUE VIENE
 Con una reforma hecha en 1996 por Juan Pablo II en su escrito Universi Domini Gregis, la elección de un Papa se pactó por mayoría simple, pero en junio de 2007 Benedicto XVI suprimió ese principio y ahora su sucesor será elegido por mayoría de dos tercios en todas las votaciones. “Benedicto no va a meter mano en su sucesión, absolutamente de ninguna manera, su renuncia así la quiere. Él se va a ir el 28 de febrero al palacio apostólico de San Castengandolfo después de que firme su renuncia a las 20 horas”. Tras afirmar lo anterior, en entrevista, Roberto O’Farril sostiene que al no ser el Vaticano una institución monárquica en la que un rey determina quien lo va a suceder, insiste que “no hay la mínima posibilidad de que maneje o señale a su sucesor. Subraya que al Papa lo elige el Colegio Cardenalicio en cónclave con varias rondas de votaciones, hasta que se obtenga la mayoría de dos tercios de los electores más uno. Pero para llegar a ese paso muchos se preguntan en qué calidad va a quedar Benedicto XVI tras su renuncia del 28 de febrero próximo, y a pesar de que no existe una ruta bien definida en las leyes vaticanas para una situación como esta –sólo la hay en caso de muerte–, el cardenal alemán tendrá su espacio.
  Al dejar el papado, Joseph Ratzinger no tendrá ningún cargo de gobierno en la Iglesia romana, pero va a mantener sus prerrogativas como Papa emérito, con lo que podrá administrar sacramentos en cualquier parte de mundo sin pedir permiso a nadie, aunque recién manifestó su voluntad de orar y apartarse del mundo. Hasta que haga efectiva su renuncia, Benedicto XVI seguirá siendo la máxima autoridad de la Iglesia universal, y una vez ausente del cargo de Pontífice sus funciones no podrán ser asumidas por nadie de la curia vaticana, sino que la administración ordinaria será desarrollada por un colegio de tres cardenales. Será en la Capilla Sixtina del Vaticano cuando entre el 15 y 20 de marzo próximos iniciará el cónclave para elegir al sucesor papal, por lo que todos los cardenales del mundo tendrán que desplazarse a Italia.
 Roberto O´Farril precisa que en ese cónclave participarán 117 cardenales que, en rigor, pueden votar o ser votados, pero un requisito es que los príncipes de la Iglesia sean menores de 80 años. El proceso habitual marca que a la hora del cónclave no haya ningún candidato ni mucho menos una campaña de respaldo o electoral. Así, cada cardenal escribe en una papeleta el nombre del que considere debe de ser elegido, por lo que votación tras votación se va perfilando el favorito. Por ello, la elección del sucesor de Benedicto XVI puede durar horas, días o semanas, lo que incluye pausas de reflexión. 
Fred Álvarez Palafox subraya que la mayoría de los cardenales electores en el cónclave por venir fueron nombrados por Joseph Ratzinger, pues según sus cuentas, son 66 de 117 purpurados electores, por lo que insiste que tiene controlada la sucesión papal.
 “Ese es Benedicto XVI, no es ninguna sorpresa su renuncia. Se retira como campeón, se retira con todo el poder del mundo, no me lo imagino en un monasterio enclaustrado; conoció a la curia de lobos, convivió con lobos y aprendió a aullar”, asevera el analista de la Iglesia de Roma. 
De los cardenales con derecho a estar en el cónclave, serán 61 de Europa, 19 de América Latina, 14 de América del Norte, 11 del continente africano, 11 de Asia y uno de Oceanía; dentro de todos ellos, Italia es el país que más purpurados tendrá presente con 21, por lo que se especula que el próximo Papa será de nuevo italiano, siendo el más señalado el arzobispo de Milán, Angelo Scola. 
Norberto Rivera Carrera, Francisco Robles Ortega y Juan Sandoval Íñiguez podrán estar presentes en el cónclave de la Capilla Sixtina, pero este último estará en el límite pues el 28 de marzo próximo cumplirá 80 años.
 “Descarto a los 14 norteamericanos porque es el único poder que le falta a Estados Unidos, no creo que los cardenales se lo den (el pontificado al arzobispo de Nueva York, Timothy Dolan), al canadiense tampoco; de los latinos descartó por completo a los mexicanos, no les veo la mínima posibilidad, ni a los africanos ni al asiático”, considera Roberto O´Farril de los “papables”.
 Con las circunstancias actuales de la Iglesia católica y del Vaticano, el especialista prevé que sucederá a Benedicto XVI un cardenal italiano, aunque no deja de ver una posibilidad en el cardenal de origen argentino Leonardo Sandri. 
A su vez, Álvarez Palafox coincide que regresará la tradición de tener Papas italianos, por lo que no ve en la lista de ungidos a los cardenales brasileños, ni al ganés, mucho menos a los mexicanos. Una vez que transcurra la elección del nuevo Papa, subraya el especialista, la Iglesia católica está llamada a revolucionar su actuar ante la crisis y las intrigas en que se desarrolla. “La Iglesia necesita modernizarse porque cada día pierde más fieles, necesita renovarse porque hay una crisis de vocación”, considera el analista, opinión que comparte Roberto O´Farril.

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