Los
intrigantes del Vaticano/EMILIO GODOY
Revista
“Proceso” No. 1894, 17 de febrero de
2013
“En ocasiones la Iglesia se desfigura por las
divisiones de su cuerpo eclesial”, dijo el Papa Benedicto XVI el miércoles 13
en la que fue su última homilía. La frase apuntaló la hipótesis que lanzaron
los vaticanistas: que las intrigas palaciegas y los juegos de poder en la Curia
Romana influyeron en la renuncia del sumo pontífice. Al menos tres grupos
habrían protagonizado las pugnas intestinas: los liderados por los cardenales
Tarcisio Bertone, secretario de Estado, Ángelo Sodano, decano del Colegio
Cardenalicio, y Ángelo Bagnasco, presidente de la Conferencia Episcopal
Italiana. Y los tres se aprestan para una nueva batalla: influir en la elección
del nuevo Papa.
Presionado.
Acorralado. A veces decidido, a veces titubeante.
Esa
es la imagen del Papa Benedicto XVI que transmiten los llamados Vatileaks, los
documentos internos del Vaticano revelados en 2012 por el periodista italiano
Gianluigi Nuzzi en su programa televisivo Los intocables.
El
alemán Joseph Ratzinger, de 85 años y quien asumió en abril de 2005 tras de la muerte
del polaco Karol Wojtyla, Juan Pablo II, ha lidiado con asuntos como la
reestructura financiera de la Santa Sede, las intrigas palaciegas entre grupos
de poder, los escándalos de pederastia clerical y la crisis global del
catolicismo.
n
su libro Las cartas secretas de Benedicto XVI (2012), Nuzzi afirma que
Ratzinger “está dolido por las rupturas que se están consumando en la curia
romana, en la comunidad de purpurados que sale cada vez más lastimada de los
últimos consistorios”.
El
germano es “víctima de los compromisos y de una ‘razón de Estado’ que hipoteca
cualquier cambio”.
Los
Vatileaks, bautizados así por el vocero papal Federico Lombardi por su
similitud con los Wikileaks –el conjunto de cables secretos de Estados Unidos
difundidos por el australiano Julian Assange–, son los informes privados que
Benedicto XVI y sus secretarios, el teutón Georg Gänswein y el maltés Alfred
Xuereb, han recibido en los años más turbulentos del papado que concluirá el 28
de febrero, procedentes de la Secretaría de Estado, de las nunciaturas, de los
distintos cardenales y de todos los rincones del planeta.
Los
documentos, dice Nuzzi, “revelan la cotidiana precariedad de la Iglesia, entre
verdades sumergidas, emergencias resueltas, dificultades permanentes y secretos
celosamente guardados”.
Los
papeles permiten dimensionar “los secretos sobre el dinero, los negocios y las
conjuras reveladas” que llegan al despacho de la jerarquía vaticana”.
En
los documentos se hallan “historias dolorosas, escándalos del Vaticano,
intereses, camarillas, juegos de poder y de corrupción, intentos de injerencia
de este Estado e intervenciones en la política y en la economía” de naciones
como España, Italia y Alemania”.
En
su edición del jueves 14, la revista italiana Panorama reveló que el informe
sobre los Vatileaks elaborado por una comisión de tres cardenales y entregado
al pontífice en diciembre de 2012 motivó la decisión de renuncia anunciada el
lunes 11.
Para
la estructuración del expediente, los cardenales Julián Herranz, Salvatore de
Giorgi y Josef Tomko se entrevistaron con prelados, laicos y religiosos para
esclarecer la filtración masiva de documentos, atribuida al exmayordomo papal
Paolo Gabriele, el ingeniero en sistemas Claudio Sciarpelletti y a una fuente
colectiva apodada María por Nuzzi.
“Las
denuncias recíprocas, los ataques, los episodios que permanecieron cubiertos
por años y nunca develados son una chocante y dramática revelación” para
Ratzinger, indicó la publicación.
El
Papa “sale duramente probado del coloquio con la comisión investigadora.
Encuentra la fuerza de hablar sólo con el hermano Georg. Se confiesa
admitiendo, quizás, haber descubierto un rostro de la curia vaticana que no
había jamás imaginado”, prosigue el reportaje de la revista.
Roberto
Velázquez Nieto, investigador del Archivo Secreto del Vaticano, identifica tres
bandos, liderados por los cardenales Tarcisio Bertone, secretario de Estado
desde 2005; su predecesor y decano del Colegio Cardenalicio, Ángelo Sodano –muy
cercano a Juan Pablo II–, y Ángelo Bagnasco, presidente de la Conferencia
Episcopal Italiana (CEI).
“Bertone
es cercano a Benedicto XVI, es más abierto y menos conservador en algunos
temas, Sodano encabeza un grupo conservador, tradicionalista, cercano a Juan
Pablo II, y Bagnasco representa al ala italiana”, muy poderosa, explica el
también investigador huésped del Centro de Estudios Mexicanos.
A
su modo las tres facciones buscan incidir en los destinos del Vaticano,
mediante el ordenamiento de cardenales, nombramiento de funcionarios y derecho
de picaporte en el despacho papal.
En
una carta dirigida al pontífice el miércoles 13, el arzobispo Norberto Rivera
señala que “deja a la Iglesia de Jesucristo en paz, después de sortear
tempestades, incomprensiones y hasta traiciones”.
En
su última homilía de ese mismo día, Benedicto XVI manifestó que “en ocasiones
la Iglesia se desfigura por las divisiones dentro del cuerpo eclesiástico” y
pidió superar “el individualismo y las rivalidades”.
“Hay
muchos intereses en pugna. Pero Benedicto XVI no se vio limitado por las
divisiones. Quiso renovar la Santa Sede y quiso quitar el velo hacia el
interior”, señala Velázquez.
El
portugués José Saraiva Martins, prefecto emérito de la Congregación para las
Causas de los Santos, reconoció ante el vaticanista Andrea Tornielli, en una
entrevista publicada el miércoles 13 en el diario italiano La Stampa, que las
fugas de información “creo que habrán tenido alguna influencia”.
Pulsos
de poder
Bertone
es una de las figuras más poderosas del Vaticano, cuya influencia ha generado
incordias en los pasillos eclesiales.
Ratzinger
lo conoce desde hace tiempo, pues fue secretario de la Congregación para la
Doctrina de la Fe entre 1995 y 2003, que el teutón presidió de 1981 a 2005.
“A
diferencia de sus predecesores, Bertone no proviene de la carrera diplomática:
un riesgo que Ratzinger debe haber ponderado bien, previendo que la elección
suscitara desconfianzas y reacciones”, escribe Nuzzi.
Poco
después de su llegada, Bertone trata de imponer sus preferencias en la elección
de la cúpula de la CEI, para impedir que Bagnasco suceda al presidente
saliente, Camillo Ruini. Pero su gestión no tuvo éxito, pues Benedicto XVI
confirmó al actual jerarca italiano.
Por
eso, el secretario de Estado ha abierto una confrontación con la CEI, que
resguarda el peso de los clérigos italianos en el Vaticano.
El
5 de febrero de 2009 el cardenal italiano Paolo Sardi, patrono de la Soberana
Orden de Malta, dirige una misiva a Ratzinger, en la cual imputa a Bertone “la
desorganización en la curia romana”, un sentimiento de malestar entre los
prelados diplomáticos.
La
temperatura en los corrillos vaticanos sube al grado de que los cardenales
Bagnasco, Camillo Ruini, Ángelo Scola y el austriaco Christoph Schönborn se
reúnen en abril de 2009 con el Papa en su residencia de descanso de Castel
Gandolfo para pedirle el despido de Bertone. Pero Ratzinger no cede, Bertone
permanece.
“El
juego de poder se desarrolla en un clima de creciente tensión. Hay miedo a
criticar a los superiores y a expresar la propia discrepancia. El riesgo es
sufrir represalias o traslados. En el pequeño Estado se consuman luchas sin
exclusión de golpes: celos, envidias, arribismo e intereses personales”,
escribe Nuzzi.
Los
juegos del dinero
Uno
de los asuntos que Ratzinger debió enfrentar ha sido el de las finanzas
vaticanas, sacudidas por escándalos en años recientes que han dejado marcadas
huellas en la contabilidad.
En
julio de 2009 Benedicto XVI nombró a Carlo María Vigano secretario general de
la Gubernatura, el ente responsable de todas las adquisiciones, las
contrataciones y las remodelaciones de los inmuebles vaticanos, para un periodo
que concluye en 2014.
Vigano
reorganizó la concesión de obras, recortó costos e intereses en la
administración y pintó las cifras de la Santa Sede de rojas a azules, con lo
cual se ganó enemigos poderosos que “al perder negocios y beneficios se han
acercado entre sí para vengarse”, según Nuzzi.
El
22 de marzo de 2011, Bertone le comunica su remoción por “tensiones que se
viven en el interior de la institución”.
Sacudido,
Vigano, de 72 años, redacta una carta para Bertone y le pide que le aclare las
razones de su remoción y otra para Ratzinger, para informarle de la situación.
Además, se reúne con el Papa en una audiencia del 4 de abril.
En
su escrito a Bertone, Vigano concluye que “los motivos que han inducido a su
eminencia a cambiar tan radicalmente de juicio sobre mi persona son fruto de
graves calumnias contra mí y mi actuación, no sólo gravemente lesivas de mi derecho
a la buena fama, sino que representan, en el contexto estatal en que ejercito
mi responsabilidad, un verdadero atentado contra el gobierno del Estado”.
Vigano
redobla su apuesta y se dirige a Ratzinger en una carta fechada el 27 de marzo
de 2011 y en la cual asegura: “Mi traslado de la Gubernatura en este momento
provocaría un profundo desconcierto y desaliento en cuantos han creído que era
posible sanear muchas situaciones de corrupción y prevaricación desde hace
tiempo arraigadas en la gestión de las diversas direcciones”.
En
su entrevista le entrega una nota que le alerta del significado de su salida de
la Secretaría General: “Para la parte sana, que ama al santo padre, mi eventual
destitución (…) sería considerada una derrota difícil de aceptar, que
resquebrajaría la confianza en la misma persona del santo padre, a quien tanto
interesa que se ponga orden y se haga limpieza en la Iglesia y en su casa en el
Vaticano”.
Pero
Ratzinger respalda a Bertone y nombra, el 2 de julio, nuncio apostólico en Estados
Unidos a Vigano, traslado interpretado en el Vaticano como un castigo.
Uno
de los dolores de cabeza del prelado alemán ha sido el Instituto para las Obras
de Religión (IOR), una de las tres instituciones financieras del Vaticano y el
cual ha tratado de limpiarlo de máculas, infructuosamente.
En
2009, Ettore Gotti Tedeschi fue nombrado presidente del Banco Vaticano y apenas
un año después la justicia italiana inició una pesquisa en contra suya y del
vicepresidente Paolo Cipriani, acusados de lavar dinero. En septiembre de 2010
la policía italiana incautó 30 millones de dólares del IOR.
El
escándalo gira en torno a la transferencia de ese monto de una cuenta del IOR
en el banco Crédito Artigiano a otras en la filial en Frankfurt del J.P. Morgan
y en el Banco del Fucino en septiembre de 2010, considerados sospechosos por la
Oficina de Cambios del Banco de Italia (central) y la fiscalía de la península.
En
una nota a Gänswein, secretario privado de Ratzinger, Gotti Tedeschi denuncia
“un ataque vehemente a la credibilidad de la Iglesia iniciado apenas seis meses
después de la aparición de la encíclica Caritas en veritate, con los ataques a
la persona del Papa, los hechos ligados a la pedofilia y que continúa ahora con
los hechos en que me veo envuelto”.
El
banquero se convirtió en un importante consejero económico del Papa, sea sobre
cuestiones impositivas en Italia, sobre los activos vaticanos o sobre las
inversiones realizadas por el pequeño Estado europeo.
Pero
Gotti Tedeschi no pudo evitar la fuerza de gravedad de sus actos, pues en mayo
de 2012 fue destituido de la presidencia del IOR.
Posiblemente
el nuevo Papa, electo en el cónclave que ocurrirá en marzo, nombre al mandamás
del IOR, como lo adelanta Tornielli.
El
viernes 15 Federico Lombardi, vocero del Vaticano, informó que el abogado
alemán Ernesto Von Freyberg, de 58 años, es el nuevo presidente del IOR. Von
Freyberg pertenece a la Orden de Malta y preside a la naviera Blohm+Voss, que
fabrica embarcaciones militares. Esta empresa paga todavía compensaciones por
haber usado mano de obra esclava durante la Segunda Guerra Mundial.
Las
divisiones marcarán la sucesión, según Velázquez. “Se viene una disputa muy
encarnizada, muy politizada por los escándalos recientes. La lucha por la
sucesión papal se verá reflejada de una u otra forma como nunca se vio en otro
pontificado”, prevé el experto.
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