- El tiempo se acaba para Siria/Kristalina Georgieva, comisaria europea de Ayuda humanitaria.
El País | 25 DE ABRIL DE 2013
La guerra civil siria está
provocando una crisis humanitaria como no la recuerdan ni los trabajadores
humanitarios más experimentados del mundo. Los dirigentes de las Naciones
Unidas están diciendo que ya basta y reclamando una intervención urgente de la
comunidad internacional. Espero que sean escuchados, pero me temo que estamos
caminando como sonámbulos hacia un desastre no solo para el propio pueblo
sirio, sino también para el Oriente Medio y el mundo entero.
Hemos alcanzado el punto en
que la situación de emergencia humanitaria supera la capacidad de enfrentarse a
ella. La comunidad internacional está paralizada por el bloqueo político. En
lugar de verse las pruebas de la catástrofe como un imperativo para actuar
políticamente, parece ser que sobre nosotros, la comunidad humanitaria, está
recayendo el peso de «gestionar el conflicto» lo mejor que podamos.
En la actualidad, Siria se ve
desgarrada por un combate entre facciones que se ha cobrado las vidas de más de
70 000 hombres, mujeres y niños. El mes pasado fue el más sangriento,
habiéndose registrado 6 000 víctimas mortales.
El conflicto ha dejado un
mínimo de seis millones de personas necesitadas de ayuda urgente. El número de
personas que buscan refugio en Turquía, Irak, Líbano y Jordania está aumentando
hasta alcanzar niveles imposibles de gestionar: hay 200 000 nuevos refugiados
cada mes o 7 000 cada día. Esto tendrá unas consecuencias de gran alcance para
la estabilidad de la región.
Hemos superado la marca del
millón de refugiados mucho antes de lo previsto. Cuando visité en diciembre a
los refugiados en Líbano y Jordania con António Guterres, Alto Comisionado de
la ACNUR, no se preveía alcanzar este hito escalofriante hasta finales de año y
existía desde luego la esperanza de que se conseguiría evitar mediante una
solución política.
Sin embargo, los refugiados
huyen de Siria a un ritmo que prácticamente se ha triplicado desde entonces. De
mantenerse los niveles de incremento actuales, se podría alcanzar la cifra de
dos millones de refugiados dentro de unos meses.
Europa ya ha aportado más de
460 millones de euros en financiación humanitaria y confío en que este importe
se incremente hasta 600 millones de euros una vez cumplidos todos los
compromisos suscritos en la conferencia de donantes celebrada en enero en
Kuwait. La Comisión Europea ha cumplido sus compromisos en su totalidad, pero
es lamentable que, de los 1 500 millones de dólares prometidos en Kuwait, solo
se hayan entregado la mitad a los organismos de ayuda.
El problema al que nos
enfrentamos no es solo de financiación. Nuestros principios humanitarios más
básicos de acceso y protección a las víctimas se pisotean y vulneran
diariamente. Los hospitales, las panaderías, los convoyes de ayuda y el
personal médico son blanco de ataques. Las violaciones son cada vez más
comunes, habiéndose convertido en una nueva arma de guerra.
En el año en que celebramos el
150º aniversario de la Cruz Roja, sus valores se están quedando en un mero
punto de referencia en el horizonte. La política está contaminando nuestra
ayuda. El objetivo de la ayuda humanitaria no es dar ventajas a una parte
frente a otra; no estamos a favor o en contra de nadie. De lo que se trata es
de prestar asistencia a las víctimas civiles de forma no discriminatoria. La
ayuda humanitaria es un salvavidas y no la definen las líneas del frente.
Lo que necesitamos con
urgencia es una respuesta financiera mucho más enérgica por parte de la
comunidad internacional. Hace falta un enorme paquete global de ayuda para
apoyar a la población civil afectada en Siria y a los países vecinos que están
acogiendo generosamente a los refugiados.
Por nuestra parte, en la Unión
Europea, intensificaremos nuestra asistencia considerablemente. Instamos a
otros donantes a financiar a las Naciones Unidas, la Cruz Roja/Media Luna Roja
y las ONG internacionales y a que cumplan sus promesas de aportar fondos
sustanciales.
Necesitamos recuperar la
independencia de la ayuda humanitaria, librándola de cualquier tendencia
política o tentativa de manipulación y velar por el respeto del Derecho
internacional humanitario.
Necesitamos un compromiso por
parte de todas las partes envueltas en el conflicto de permitir a los
trabajadores humanitarios operar en cada zona de intervención y a no
obstaculizar o impedir la entrega de ayuda, comprometiéndose también a proteger
a la población civil, especialmente a las mujeres y los niños, así como a los
servicios médicos y su personal.
El hecho de no alcanzar un
acuerdo no solo redundaría en un descrédito moral, sino que sería también un
terrible error político. Cuánto más sufra la población civil, más difícil será
la tarea de reconstruir una Siria en paz.
Existe una expresión según la
cual se puede evitar la realidad, pero no se pueden evitar las consecuencias de
evitar la realidad. El tiempo apremia.
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