EL ASALTO A LA RAZÓN/ CARLOS MARÍN
Milenio, 03 DE AGOSTO DE 2020
Porque los narcoinfundios no alcanzan contra García Luna, ansían los de ex colaboradores.
Cuando los fiscales no encuentran evidencias irrebatibles para sostener acusaciones, atiborran de paja los procesos con la esperanza de que los jueces les concedan la razón. Por esto, sin más “carnita” que las convenencieras imputaciones de criminales confesos contra Genaro García Luna, la fiscalía de Nueva York en Brooklyn ha salido a la caza de ex colaboradores de quien fuera secretario federal de Seguridad Pública para presionarlos y se presten a incriminar a su antiguo jefe: Luis Cárdenas Palomino y Ramón Pequeño.
Se les acusa de lo mismo que a la presa mayor: tres delitos de “conspiración para el tráfico de cocaína” a cambio de sobornos multimillonarios de la banda de Joaquín, El Chapo Guzmán.
Ex director de Investigación Policial de la extinta Agencia Federal de Investigación que fundó y dirigió García Luna, Cárdenas Palomino carga la mala fama de haber facilitado el célebre montaje televisivo de la captura de la banda Los Zodiaco, que en tribunales quedó probado que formaba parte la secuestradora Florence Cassez. En 2007 fue director de Seguridad Privada de la SSP; en 2008 encabezó la Coordinación de Inteligencia para la Prevención del Delito de la Policía Federal y en 2010 a la División de Seguridad Regional de la misma corporación. El 2009, Felipe Calderón le entregó la Orden del Mérito Policial del gobierno español y la medalla mexicana al Valor (ese año se otorgó por primera vez).
Pequeño jefaturó la División Antinarcóticos de la PF y en el gobierno peñanietista la División de Inteligencia, de la que fue destituido tras la fuga de El Chapo del Altiplano en 2015.
A García Luna lo detuvieron el 9 de diciembre de 2019 bajo tres cargos (vaya coincidencia con sus ex subordinados) de conspiración para importar cocaína y uno más porque en su solicitud para obtener la nacionalidad estadunidense negó estar relacionado con delincuentes (lo que no se ha demostrado). El gobierno mexicano reaccionó bloqueándole sus cuentas, con lo que le impide ejercer su derecho a una defensa que pudiera pagar y le volvió difícil hallar quién de sus confianzas venza el miedo de apoyarlo sin quedar bajo sospecha.
La inconsistencia de las imputaciones se refleja en que la fiscalía neoyorquina sigue sin informarle de las pruebas con que cuenta y que soporten los dichos de Jesús Reynaldo, El Rey Zambada (hermano de Ismael, apodado El Mayo), en el sentido de que García Luna recibió de la pandilla de Sinaloa entre tres y cinco millones de dólares “en un maletín” o portafolios (ni uno solo cabría en la más grande maleta).
Como se sabe, el ex secretario niega su culpabilidad y se atiene al juicio en que la fiscalía intentará comprobar que es delincuente.
Además de Cárdenas y Pequeño, la fiscalía busca en la DEA gente dispuesta a incriminar a García Luna con tacos de lengua. Torpe, desdeña el testimonio del ex director regional de la agencia, Mikel Vigil, quien afirma que en 12 años nunca trabajó mejor con las autoridades mexicanas que con el ex secretario…
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