27 abr 2007

Boris Yeltsin, RIP

Yeltsin, ese desastre/Francesc de Carreras, catedrático de Derecho Constitucional de la UAB
Tomado de LA VANGUARDIA, 26/04/2007;
El fallecimiento de Boris Yeltsin nos lleva a recordar el desgraciado final de la Unión Soviética en 1991, de la que fue responsable principal.
Efectivamente, tras el gris inmovilismo de la era Brezhnev, Mijail Gorbachov, un antiguo admirador de Jruschov, emprendió unas profundas reformas que debían conducir a la URSS a una transición no traumática hacia un régimen democrático. Yeltsin lo impidió con su conducta demagógica, con sus modos autoritarios de actuación y con una privatización de los bienes estatales que dio lugar a una deliberada corrupción de la que él y su familia se han beneficiado largamente. Así pues, de las esperanzas que suscitó Gorbachov se pasó al desastre de Yeltsin.
En los primeros años ochenta, todavía en vida de Brezhnev, tuve ocasión de hacer una corta visita a Moscú. De los diversos encuentros y entrevistas saqué algunas impresiones que me hicieron comprender los cambios que poco después empezarían a producirse. En efecto, pude comprobar que el descontento era general en sectores que, aparentemente, eran beneficiarios de aquel régimen.
Además, me sorprendió otra cosa: sin tener ninguna confianza personal previa conmigo, mis interlocutores se mostraban abiertamente discrepantes con el sistema político y económico. El miedo, tan necesario para mantener una dictadura, ya no existía: ello significaba que el régimen se estaba resquebrajando y no se privaban de las críticas porque la inmensa mayoría deseaba un cambio. Me recordó los diez últimos años del franquismo, cuando hasta los mismos franquistas hablaban mal del franquismo.
Por otro lado, que el sistema no funcionaba era evidente: bastaba pasear por las calles de Moscú - el Moscú caluroso de aquel mes de junio, con la ribera del ancho río que lo atraviesa siempre atestada de ciudadanos tomando el sol en traje de baño- para comprobar la escasez de bienes de consumo, la indolencia de la gente para cumplir con su trabajo, el abismo tecnológico que los separaba de Occidente. Los rusos trabajaban muy poco, producían todavía menos y con muy baja calidad. Hasta las personas bien situadas en el sistema - funcionarios con un sueldo alto, con vivienda, coche y dacha- se quejaban de la situación existente: de la escasez, de un igualitarismo desestimulante, de la falta de libertad, de la censura, de la insuficiencia de horizontes vitales.
La necesidad de cambio se palpaba, pues, en el ambiente, aunque nadie sabía por dónde podía cambiar. Que las reformas tuvieran su origen en el poderoso KGB - el gran aparato de control político- no fue extraño: las personas de las que sospechabas podían pertenecer a este organismo eran las más abiertas, las más viajadas, las intelectualmente mejor formadas, buenas conocedoras de los problemas de la sociedad rusa. Además, eran más pragmáticos que fanáticos. En efecto, el gran avalista político de Gorbachov fue Yuri Andropov, el jefe del KGB en aquellos años, viejo colaborador de Brezhnev. Desde este punto de vista, también había semejanzas con la transición española: Adolfo Suárez y Torcuato Fernández Miranda también fueron personajes que provenían del interior del franquismo.
Gorbachov comenzó a mediados de los años ochenta a intentar desmantelar el sistema soviético mediante reformas profundas bajo dos palabras clave: perestroika (reestructuración) y glasnost y sigue siendo- una persona seria, honesta y sinceramente demócrata. Podía haber hecho una buena pareja con Yeltsin, un populista nato, si éste hubiera tenido también estas mismas condiciones.
Pero Yeltsin era lo contrario: un payaso borrachín, corrupto y autoritario, con una enorme ambición de poder y de gloria. Pronto se rodeó, además, de familiares y amigos con una desmedida ambición de riquezas. Tras un Gorbachov derrotado y humillado, Yeltsin acordó la independencia de Ucrania y Bielorrusia, privatizó de la noche a la mañana, sin orden ni concierto, toda la inmensa cantidad de bienes estatales que fueron asignados inmediatamente a las distintas mafias que lógicamente se fueron formando al tiempo que se hacía el reparto; finalmente, disolvió a cañonazos el Parlamento democráticamente elegido cuando éste, haciendo uso de sus prerrogativas constitucionales, intentó controlar su poder. Todo ello bajo la mirada complaciente de un Occidente que toleró sin chistar ante tales desmanes y le ayudó generosamente mediante subvenciones y créditos, tanto públicos como privados.
Recuerdo que, a principios de los años noventa, los dueños del más lujoso hotel de la Costa Brava me dijeron que sus mejores clientes de aquellos años, los que más gastaban, los que daban propinas más cuantiosas, eran los rusos, los nuevos ricos de los años de Yeltsin. Rusia pasó de ser un país de pobres pero iguales a un país de una elite enormemente rica y una inmensa mayoría de gente miserable.
Se hubiera podido remediar tan mal paso, la vía Gorbachov fue esperanzadora en este sentido. La vía de Yeltsin, en cambio, fue un desastre sin paliativos: una vuelta al Estado de naturaleza hobbesiano, a la lucha de todos contra todos en la que siempre gana el más fuerte que, en esta situación, siempre es el listo más sinvergüenza. Hoy la familia Yeltsin es rica y poderosa.
Descanse, de una vez, en paz.
Boris the Liberator, RIP/By Charles Krauthammer
THE WASHINGTON POST, 27/04/2007;
Credit for the fall of communism usually is given to two sets of actors. On the one side, Ronald Reagan, Margaret Thatcher and John Paul II, whose relentless pressure caused a hollowed-out system to collapse. On the other side, conventional mythology credits Mikhail Gorbachev.
This is quite wrong. True, Gorbachev inadvertently caused the collapse of communism. But his intention was always to save it. To the very end, Gorbachev believed in it. His mission was to reform communism in order to make it work. To do that, the Soviet system had to become more human — i.e., more in tune with real human nature — and thus more humane. Gorbachev’s problem was that humane communism is an oxymoron.
The man who brought down the Soviet Union from the inside was Boris Yeltsin. In the mid-1980s, he turned decisively against communism and, fully intending its destruction, performed one of history’s great acts of liberation.
Yeltsin, who died
this week, did this without turning to the guillotine. “For the first time in Russian history,” notes Russian opposition leader Garry Kasparov, “the new ruler did not eliminate the losers to consolidate control.” What distinguished Yeltsin “was something that he did not do when he took power” — “wipe out the other side.”
Yeltsin had indeed been converted to democracy, free markets and a decent civil society, but he had no idea how to bring these about amid the wreckage of the Soviet Union. With no history of democracy, and only distant memories of a free economy, Russia was at sea.
As was Yeltsin. For all his good intentions, he could not find his way. Moreover, his final act, bequeathing a former KGB colonel to the country as his successor, has proved disastrous for the democratic enterprise. As Kasparov pointed out during a recent Washington visit, today’s Russian state is unique. The world’s other dictatorships are monarchical, clerical or military. Russia’s is government of and by the secret police.
Yeltsin’s mixed legacy could be seen at his funeral. On the one hand, he lay in state in a rebuilt Cathedral of Christ the Savior, reminding the world that he abolished not only communism but state-imposed atheism — another remarkable achievement. On the other hand, everything about the funeral — including the pulling of all entertainment programming on television — was decreed by Yeltsin’s chosen successor, Vladimir Putin. These days, Putin decrees everything. The parliament, from whose free elections Yeltsin sprang to become president of Russia and its liberator, is now a rubber stamp. The press is overwhelmingly a mouthpiece of the state. Power of all kinds — even corruption — has been recentralized in the Kremlin.
Twenty years ago, Yeltsin made a strategic choice for democracy. Putin and his KGB regime have made a different strategic choice: the Chinese model. They watched two great powers take their exits from communism — Maoist China and Soviet Russia — and decided the Chinese got it right.
They saw Deng Xiaoping liberalize the economy while maintaining centralized power — and achieve astonishing economic success. Then they saw Gorbachev do precisely the opposite — loosening the political system while keeping an absurdly inefficient communist economy — and cause the collapse of the regime and the state.
Yeltsin’s uncertain, undisciplined and corruption-ridden attempt to deregulate both the economy and the political system caused such chaos that during his tenure gross domestic product fell by half. So Putin decided to become Deng. And while Deng destroyed democratic hopes in one fell swoop at Tiananmen Square, Putin did so methodically and gradually. By the time his goons beat up opposition demonstrators in Moscow
and St. Peterburg earlier this month, so little was left of Russian democracy that the world merely yawned.
Yeltsin is not the first great revolutionary to have failed at building something new. Nonetheless, it is worth remembering what he did achieve. He brought down not just a party, a regime and an empire, but an idea. Communism today survives only in the lunatic kingdom of North Korea, in Fidel Castro’s personal satrapy and in the minds of such political imbeciles as Venezuela’s Hugo Chávez, who can sustain his socialist airs only as long as he sits on $65 oil.
Outside of college English departments, no sane person takes Marxism seriously. Certainly not Putin and his KGB cronies. In the end, Yeltsin succeeded only in midwifing Russia’s transition from totalitarianism to authoritarianism with the briefest of stops for democracy — a far more modest advance than he (and we) had hoped, but still significant. And for which the Russian people — and the rest of the world spared the depredations of a malevolent empire — should forever be grateful.

Cuál es la batalla

Cuál es la batalla/Felipe González, ex presidente del Gobierno español
Tomado de EL PAÍS, 26/04/2007;
Las elecciones presidenciales de 2002 fueron una anomalía, en su desarrollo y en sus resultados. La eliminación de Jospin en la primera vuelta, a manos de Le Pen, produjo la conmoción que llevó a Chirac a la presidencia con un inusitado 82% de los votos. La izquierda, sorprendida y frustrada en la primera vuelta, volcó su apoyo en Chirac, quebrando la tradición histórica izquierda-derecha característica de Francia. La derecha creyó en la mayoría como algo propio y no anómalo.
Sin embargo, la división clásica de la sociedad francesa verticalmente, oculta otra, cada vez más relevante, entre modernizadores y bonapartistas, que la separa horizontalmente. Aunque en la votación del domingo se interprete la subida de Bayrou como el ascenso de posiciones centristas, tengo la impresión de que es una respuesta a la derecha y a la izquierda desde preocupaciones modernizadoras.
La gente que está descontenta con las propuestas de la derecha, aun siendo de derechas, o las que lo están con las de izquierda, aun siendo de izquierdas, representan el desasosiego como enfermedad difusa de los franceses. Saben que Francia no es lo que fue, saben que no lo volverá a ser en la nueva situación mundial, pero no saben cómo será su futuro.
Francia es un país con una historia exitosa en la era contemporánea. Rico, cohesionado e influyente, durante mucho tiempo ha tenido una pulsión mayoritaria conservadora. Sólo la habilidad de Mitterrand hizo cambiar ese ciclo histórico y colocó al Partido Socialista como alternativa creíble, a costa del hundimiento del Partido Comunista, en aquella famosa unidad de la izquierda de la segunda mitad de los 70 y primera de los 80.
La tendencia histórica conservadora no impedía que Francia fuera un laboratorio de ideas progresistas y el campo en el que se anticipaban agitaciones callejeras que después se extendían a otros lugares del mundo. En medio de un debate muy vivo durante décadas, últimamente en declive, la mayoría de los franceses mantenían un poder tradicional en las urnas. Una derecha peculiar, en un Estado fuerte y centralizado como ningún otro, con políticas públicas muy presentes en casi todos los sectores y un cierto populismo social, mantuvo durante décadas su hegemonía política.
A partir del triunfo de Mitterrand en el 81, los franceses han cambiado de mayoría parlamentaria en cada elección. Parecen estar a la búsqueda de una respuesta para ese malestar difuso que los aqueja, a la incertidumbre que nace de la convicción de que las cosas no pueden seguir como están, aunque tengan miedo a los cambios.
De esta forma, en cada nuevo gobierno de mayorías alternativas, con o sin cohabitación con la presidencia de la República, las reformas se han ido aplazando porque el triunfo de esas mayorías ha sido siempre a la defensiva como consecuencia del miedo al cambio de rumbo de la República. Las campañas electorales del último cuarto de siglo se han basado en unos discursos clásicos de izquierda y derecha, con propuestas de mantenimiento del statu quo más que transformadoras para enfrentar los desafíos de la globalización. Tal vez Francia haya sido el país desarrollado más renuente a la aceptación de la nueva realidad derivada de la revolución tecnológica, el más contrario a la globalización.
Pero en todo el espectro político representativo de la izquierda y la derecha, salvo los fenómenos cada vez más marginales de las utopías regresivas, ha habido y hay modernizadores y bonapartistas. Se mantienen separados por la fractura histórica vertical entre la derecha y la izquierda, que les impide la aproximación en los temas centrales de la modernización y las reformas necesarias. Gentes que podríamos considerar de centro derecha o de centro izquierda, por emplear la terminología al uso, que dentro de sus tribus ideológicas se ven sistemáticamente arrastrados por las posiciones más tradicionales.
Y el desafío de Francia sigue vivo tras el resultado de la primera vuelta de las presidenciales que llevará a Sarkozy y a Ségolène al duelo definitivo o tal vez a un nuevo episodio de esta división vertical de la sociedad francesa que no permite que aflore la fractura horizontal de la que depende su futuro. Por eso, más que la batalla por el centro, se trata de la batalla por la modernización frente al continuismo.
Ambos candidatos representan un cambio generacional, lo cual es importante. Pero queda por saber si representan un cambio real ante los cambios estructurales que esperan al país para adaptarlo a los requerimientos de la nueva realidad mundial.
Sarkozy ha querido avanzar proyectos de reformas que se parecen demasiado a los neocon americanos para ser aceptables por los franceses. Además, ha polarizado en exceso a la sociedad con gestos de dureza difícilmente compatibles con el carácter un tanto patriarcal y unitario de la presidencia. Tal vez su mayor dificultad se derive de la combinación de estos factores. Neoliberalismo en sus propuestas reformistas y posiciones de derecha dura en temas identitarios. En su caso pesará más el voto anti-Sarkozy como limitante para llegar a la mayoría.
Ségolène es una novedad histórica que ha ido dando sorpresas desde el comienzo de las primarias. Es difícil imaginar un voto de rechazo, por su propia personalidad, pero también lo es imaginar que pueda movilizar el voto modernizador con su estilo un tanto “mitterrandista” y su apelación a los ciudadanos como responsables últimos de las reformas que el país necesita. Se puede comprender la dificultad, desde su posición de izquierdas, para convencer a los franceses de que es necesario emprender la modernización institucional del Estado y las reformas estructurales de una economía corporativizada que pierde capacidad de crecer y competir y, por eso, hace difícil mantener el grado de cohesión social al que están acostumbrados.
En ambos casos es difícil entrever la política europea que proponen, en un momento histórico en el que el papel de Francia tiene pleno sentido incardinada en la construcción de la Unión Europea, con su dimensión política, para pesar en el concierto internacional. Sola, la República seguirá chapoteando en la malaise.
El campo de batalla se sitúa entre modernizadores y bonapartistas, más aún que entre izquierda y derecha. Ésa sería la oportunidad de Ségolène si atrae los votos de Bayrou.

Comparecencia del General Secretario

El General Secretario de la Defensa Nacional Guillermo Galván Galván acudió este jueves 26 de abril ante una reunión - la primera en la historia modera- ante la Comisión legislativa en La Cámara de Diputados.
De entrada afirmó que las pérdidas para el narcotráfico por las operaciones del gobierno federal contra la delincuencia organizada durante este gobierno ascienden a más de cuatro mil 699 millones de dólares.
Dijo que las acciones contra el narcotráfico, de diciembre de 2006 a abril de 2007 arrojan los siguientes resultados: se han decomisado 10 mil 527 toneladas de marihuana, mil 477 kilos de cocaína, seis mil 837 pastillas psicotrópicas, dos aeronaves, seis mil 837 unidades terrestres y se han destruido nueve mil 877 hectáreas de marihuana y seis mil 491 de amapola.
Asimismo, dijo que los bienes que asegura el personal militar son puestos a disposición del Ministerio Público Federal competente quien les da el destino correspondiente; los enervantes y armas de fuego los pone a custodia de la autoridad militar más cercana.
Con relación al caso de Ernestina Ascencio Rosario, expresó que la Procuraduría General de Justicia Militar aún se encuentra integrando la indagatoria correspondiente para determinar si se infringió o no la disciplina militar, y que la dependencia ha proporcionado facilidades y apoyos necesarios a las autoridades civiles para la práctica de sus investigaciones.
Asimismo, indicó que la Sedena es respetuosa de la independencia de los órganos de procuración de justicia de los fueros común y de guerra y que se mantendrá pendiente del resultado de las investigaciones para que sean las autoridades correspondientes las que determinen lo que en derecho proceda. “En ninguna situación o circunstancia se encubrirán acciones delictuosas del personal militar, pero si los órganos jurisdiccionales resuelven que no se incurrió en ilícitos, se exigirá respetar tal determinación”, afirmó categórico.
Deserciones de militares:
En cuanto a la deserción de personal militar, explicó que de 2000 a 2006 incurrieron en este delito 107 mil 128 elementos y que de diciembre de 2006 a la fecha otros 5 mil 116 militares han dejado la institución castrense. “Tenemos limitaciones de recursos humanos, por eso la deserción sólo se persigue únicamente cuando se relaciona con otros delitos considerados como graves; además, cuando el personal deserta, la secretaría ya no tiene facultad para conocer ni sancionar su conducta”.
Sin embargo, aseguró, la dependencia está revisando, junto con la Secretaría de Marina, el Código de Justicia Militar para presentar un proyecto de ley donde se considere que “comete el delito de traición a las fuerzas armadas el militar, incluido el desertor, que utilice sus conocimientos castrenses para llevar a cabo actividades relacionadas con la delincuencia organizada”.
En efecto, las fuerzas armadas de México actualmente sólo pueden castigar a un desertor con ese delito ya estipulado, pero no por otras conductas consideradas ilegales.
El Código de Justicia Militar establece penas de 30 a 60 años de prisión a quien incurra en el delito de traición.
Galván dijo que el proyecto busca "que se considere delito de traición a las fuerzas armadas al militar, inclusive desertor, que utilice sus conocimientos castrenses para llevar a cabo actividades relacionadas con la delincuencia organizada".
Deserciones en EE UU comparadas con México
Una nota reciente del The New York Times, señala que los procesamientos por deserción en EE UU "han aumentado sustancialmente en los últimos cuatro años" desde el comienzo de la guerra en Irak. Pero nada que ver con los datos de México. Por ejemplo, en el período fiscal 2006, que concluyó en septiembre pasado, 3 mil 196 soldados desertaron del Ejército de EE UU, comparado con 2 mil 357 desertores en el período fiscal 2004.
Y en el primer trimestre del período fiscal en curso desertaron 1,871 soldados. Si se mantiene esa tasa de deserción -dice el Times-, habrá un total de 3 mil 484 desertores del Ejército en el año fiscal 2007.
Nada que ver con México que este año de seguir las tendencias habrá más de 20 mil deserciones.
Esperemos que el General Secretario no se tarde en presentar las reformas comentatadas con los legisladores.

Ley Contra el Terrorismo

La iniciativa fue presentada por el Presidente Fox el 11 de septiembre del 2003, justo a dos años de los atentados del 11-S.
Por fin, y después de casi cuatro años se aprobó en lo general y en lo particular el Proyecto de Decreto que reforma diversas disposiciones del Código Penal Federal; del Código Federal de Procedimientos Penales; de la Ley Federal contra la Delincuencia Organizada; de la Ley de Instituciones de Crédito; de la Ley de Ahorro y Crédito Popular; de la Ley de los Sistemas de Ahorro para el Retiro; de la Ley de Sociedades de Inversión; de la Ley del Mercado de Valores; de la Ley Federal de Instituciones de Fianzas; de la Ley General de Instituciones y Sociedades Mutualistas de Seguros, y de la Ley General de Organizaciones y Actividades Auxiliares del Crédito.
Vale la pena señalar que la Ley (realmente son modificaciones a 9 leyes y a dos códigos) que endurece sanciones a quienes comentan o financien actos terroristas fue aprobada en lo general por todos los partidos políticos por 85 votos; y en lo particular, por 67 votos en pro, 24 en contra (del PRD) y una abstención.
La diferencia con el PRD fue únicamente la redacción del artículo 139 del Código Penal Federal.
Las reformas aprobadas ayer, fueron remitidas de inmediato al Ejecutivo Federal para sus efectos constitucionales.
Ahora si, una vez que el Presidente Calderón lo publique en el Diario Oficial de la Federación, quienes utilicen armas químicas o de fuego, sustancias tóxicas o cualquier medio violento para producir alarma o atentar contra la seguridad nacional, serán castigados hasta con 40 años de prisión. La misma pena se aplicará para quien directa o indirectamente financie, aporte o recaude fondos económicos o de cualquier naturaleza para que sean empleados en actos terroristas en el País.
Para los que financien o planeen dichos eventos en el extranjero, la sanción se incrementa de 15 a 40 años de cárcel. Esa pena también será para quien actúe con actos de extrema violencia contra cualquier organismo internacional asentado en México.
A los que encubran a un terrorista tendrán una multa de 1 a 9 años de prisión, y de 5 a 15 años para quien amenace con efectuar un acto terrorista.
Los funcionarios o empleados de cualquier nivel de Gobierno y a quienes inviten a militares a acciones terroristas, tendrán sanciones de 5 a 40 años de prisión.
También serán castigados quienes difundan o transmitan información falsa que perjudique la seguridad de una aeronave, buque o vehículos del servicio público federal.
El PRD intentó cambiar el artículo 139 del Código Penal Federal, para suprimir la sanción en caso de que se use la violencia para presionar a la autoridad para que tome una determinación, con la justificación de que cualquier movimiento social podría ser considerado como terrorismo. Sin embargo, Alejandro González (PAN) le aclaró que esa indicación se refiere a actos netamente terroristas, no a una toma de un Palacio Municipal o a una manifestación para ejercer presión por algún servicio o acción gubernamental.
Incluso se comprometió a revisar la redacción. Dijo al Senado Alejandro González: "pido que se vote como está (...) y que nos comprometamos, señor senador Tomás Torres, a modificar técnicamente esto, pero una vez aprobado, porque esto ya viene de la Cámara de Diputados, hay consenso amplio en casi todo, y esta cuestión técnica del 139 Bis y 139 Ter no creo yo que tenga una trascendencia tan importante como para detenerla."
El apoyo de la bancada priista, en voz de Fernando Castro Trenti, fue clave: "es una Minuta de la Cámara que, al no aprobarla hoy, efectivamente, trae como consecuencia que se regrese a la Colegisladora."
Y es que la minuta había sido remitida de una Cámara a otra, y sino se aprobaba ayer, se iría, como otros proyectos legislativos, al próximo periodo ordinario de sesiones que inicia en septiembre.
Y el Terrorismo no puede esperar.
Dice el libro Segundo, Titulo Primero. Delitos contra la Seguridad de la Nación. Capitulo VI. Terrorismo, del Código Penal Federal:
Artículo 139. Se impondrá pena de prisión de dos a cuarenta años y multa hasta de cincuenta mil pesos, sin perjuicio de las penas que correspondan por los delitos que resulten, al que utilizando explosivos, sustancias tóxicas, armas de fuego o por incendio, inundación, o por cualquier otro medio violento, realice actos en contra de las personas, las cosas o servicios al público, que produzcan alarma, temor, terror en la población o en un grupo o sector de ella, para perturbar la paz pública, o tratar de menoscabar la autoridad del Estado, o presionar a la autoridad para que tome una determinación.
Se aplicará pena de uno a nueve años de prisión y multa hasta de diez mil pesos, al que teniendo conocimiento de las actividades de un terrorista y de su identidad, no lo haga saber a las autoridades
Con los cambio de ayer, quedará:
Artículo 139.- Se impondrá pena de prisión de seis a cuarenta años y hasta mil doscientos días multa, sin perjuicio de las penas que correspondan por los delitos que resulten, al que utilizando sustancias tóxicas, armas químicas, biológicas o similares, material radioactivo o instrumentos que emitan radiaciones, explosivos o armas de fuego, o por incendio, inundación o por cualquier otro medio violento, realice actos en contra de las personas, las cosas o servicios públicos, que produzcan alarma, temor o terror en la población o en un grupo o sector de ella, para atentar contra la seguridad nacional o presionar a la autoridad para que tome una determinación.
La misma sanción se impondrá al que directa o indirectamente financie, aporte o recaude fondos económicos o recursos de cualquier naturaleza, con conocimiento de que serán utilizados, en todo o en parte, en apoyo de personas u organizaciones que operen o cometan actos terroristas en el territorio nacional.
Artículo 139 Bis.- Se aplicará pena de uno a nueve años de prisión y de cien a trescientos días multa, a quien encubra a un terrorista, teniendo conocimiento de sus actividades o de su identidad.
Artículo 139 Ter.- Se aplicará pena de cinco a quince años de prisión y de doscientos a seiscientos días multa al que amenace con cometer el delito de terrorismo a que se refiere el párrafo primero del artículo 139.

La redacción propuesta por el PRD era cambiar el texto para suprimir la sanción en caso de que se use la violencia para presionar a la autoridad para que tome una determinación, con la justificación de que cualquier movimiento social podría ser considerado como terrorismo.
Recomiendo leer el debate yel dictamen completo.

Frontera Norte

El gobierno de EE UU prevé controlar, a mas tardar en septiembre del 2008, el 95% de la frontera que tiene con México; y lo pretende hacer con muros virtuales de alta tecnología (luces, sensores terrestres y cámaras potentes) dijo el jefe de la Patrulla Fronteriza (la Border Patrol), David Aguilar, en una videoconferencia desde Washington DC, con la prensa en la capital mexicana, Monterrey y Guadalajara.
Actualmente, existen en la frontera muros en 112 kilómetros por lo que en los dos próximos años se prevén construir 402 kilómetros más.
Aguilar señaló que las detenciones a lo largo de la frontera disminuyeron en un 30% entre octubre del 2006 y el 23 de abril del 2007, en comparación con el mismo período del año pasado. Atribuyó la reducción al emplazamiento de 6,000 efectivos de la Guardia Nacional, la adición de más de 700 agentes fronterizos en este año fiscal, y estrategias para secciones específicas.
Aseguró que del 1 octubre del 2006 al 23 de abril del 2007, en la franja fronteriza han muerto 153 migrantes indocumentados, principalmente en el área de San Luis Río Colorado, Sonora; informo también que en el 2006, se de detuvieron un millón 100 mil migrantes ilegales, quienes fueron remitidos a su país de origen, de estos el 90 por ciento eran mexicanos, dijo.
Informó que desde febrero del 2005 se han registrado mil 800 agresiones entre agentes de la Patrulla Fronteriza y migrantes, y sólo en 122 situaciones se ha usado un arma de fuego, que dejó 12 muertos y 16 heridos, todos ellos migrantes.
Sin embargo, dijo desconocer el número de agentes que han sido procesados por estos enfrentamientos.
Aguilar indicó que el 95 por ciento de los polleros son de origen mexicano, lo cual calificó de grave y lamentable. "Es una falta de escrúpulos. No entiendo cómo un mexicano le puede hacer eso a otro mexicano, cómo los trata, cómo los abandona a su suerte, cómo los asaltan y violan a las mujeres", dijo.
Aseguró que los dos programas con los que cuenta la institución, el de Frontera Segura, que tiene que ver el muro y la tecnología instalada, y el de Seguridad Fronteriza, enfocado al rescate personas en riesgo, han sido muy exitosos, por lo que se prevé que este año disminuya el número de cruces.
Reconoció que uno de los factores en la disminución de cruces se debe a algunas medidas tomadas por México en la frontera sur y otras como imponer visas a países latinoamericanos, como Brasil.
Debido a que se han reforzado las medidas de seguridad en la frontera, los polleros incrementaron su costo; en 1996 cobraban 800 dólares actualmente el costo es superior a los 2 mil dólares.
Por cierto, este jueves 26 de abril, la Cámara de Diputados de México aprobado en lo general y en lo particular por 396 votos - 0 en contra y 1 abstención-, el decreto que expide la Ley para prevenir y sancionar la Trata de Personas; que reforma y adiciona la Ley Federal contra la Delincuencia Organizada; que reforma y adiciona el Código Federal de Procedimientos Penales, y que reforma, adiciona y deroga el Código Penal Federal.
Empero, para que sea ley, todavía falta. El Presidente de la Cámara instruyó devolverlo al Senado para los efectos del inciso E) del artículo 72 constitucional, que dice:
ARTICULO 72. "TODO PROYECTO DE LEY O DECRETO, CUYA RESOLUCIÓN NO SEA EXCLUSIVA DE ALGUNA DE LAS CÁMARAS, SE DISCUTIRÁ SUCESIVAMENTE EN AMBAS, OBSERVÁNDOSE EL REGLAMENTO DE DEBATES SOBRE LA FORMA, INTERVALOS Y MODO DE PROCEDER EN LAS DISCUSIONES Y VOTACIONES."
E).- "SI UN PROYECTO DE LEY O DECRETO FUESE DESECHADO EN PARTE, O MODIFICADO, O ADICIONADO POR LA CÁMARA REVISORA, LA NUEVA DISCUSIÓN DE LA CÁMARA DE SU ORIGEN VERSARA ÚNICAMENTE SOBRE LO DESECHADO O SOBRE LAS REFORMAS O ADICIONES, SIN PODER ALTERARSE EN MANERA ALGUNA LOS ARTÍCULOS APROBADOS. SI LAS ADICIONES O REFORMAS HECHAS POR LA CÁMARA REVISORA FUESEN APROBADAS POR LA MAYORÍA ABSOLUTA DE LOS VOTOS PRESENTES EN LA CÁMARA DE SU ORIGEN, SE PASARA TODO EL PROYECTO AL EJECUTIVO, PARA LOS EFECTOS DE LA FRACCIÓN A...."
A).- APROBADO UN PROYECTO EN LA CÁMARA DE SU ORIGEN, PASARA PARA SU DISCUSIÓN A LA OTRA. SI ESTA LO APROBARE, SE REMITIRÁ AL EJECUTIVO, QUIEN, SI NO TUVIERE OBSERVACIONES QUE HACER, LO PUBLICARA INMEDIATAMENTE."

Intolerancia ¡otra vez!

Mi solidaridad con Jorge Fernández Menéndez por los actos de anteayer.
¡No se vale!
Reproduzco su columna Razones publicado en Excelsior.
¿Hasta cuándo los solapará el perredismo?/Jorge Fernández Menéndez
Columna Razones, en Excelsior, 27 de Abril de 2007.
Estábamos presentando mi libro Calderón Presidente, la lucha por el poder, el miércoles en la noche en el hotel Camino Real. Raymundo Riva Palacio acababa de decir que no estaba de acuerdo con alguno de los criterios centrales del libro, particularmente con la concepción de que el lopezobradorismo tenía ambiciones golpistas, o que había en él elementos fascistoides. Marcela Gómez Zalce había hecho un análisis del presidente Calderón a partir de las entrevistas que se publican en ese libro y cuando comenzaba a hablar Federico Reyes Heroles, un grupito de diez personas, de alguna manera hay que llamarlos, comenzó con gritos y provocaciones, insultos de todo tipo y calibre, diciendo, entre otras cosas que ni ese “pinche gachupín”, ni ese “pinche exiliado” (se supone que se referían a Federico y a un servidor) teníamos derecho a hablar. Los insultos, subieron más de tono y los intentos de agresión también. Como no tuvieron respuesta, el tipejo que los dirigía, que ya había participado activamente en reventar la presentación del libro de Carlos Tello Díaz, 2 de julio y que se negaba a identificarse, decidió retirarse y llevarse consigo a sus idiotas a sueldo. La presentación continuó luego de casi media hora de agresiones e insultos que hubo que aguantar sin responder, porque eso, precisamente, es lo que esperan los provocadores a sueldo.
Le dije a Raymundo que esa era una muestra de lo que él negaba, de las intenciones fascistoides que pervivían en el lopezobradorismo y en otros grupos, como algunos cercanos a la APPO, financiados por personajes oscuros, como José Murat. Imaginémonos a esos personajes que han hecho suya la tarea de reventar cualquier acto, cualquier participación (lo han hecho en la UNAM, en la presentación de los libros de Salvador Camarena y Jorge Zepeda, de Carlos Tello y lo volvieron a hacer el miércoles y son siempre el mismo grupito de patanes pagados) que no sea del supuesto agrado del “líder” del “movimiento” (así se identificaron) desde el poder. No es muy diferente a la decisión del gobierno de Hugo Chávez de quitar la concesión al canal de televisión más antiguo de su país argumentando que lo critica, o la legislación cubana que permite detener y aplicar altas penas de prisión a periodistas que se presume “van a cometer un delito”, que puede ser algo tan terrible como criticar a Fidel. Tampoco se diferencian de los grupos de choque que, impulsados desde el gobierno, durante años, reventaron cualquier expresión opositora a las dictaduras de Centro y Sudamérica. Y es que el autoritarismo y la utilización de provocadores van de la mano.
En Calderón Presidente contamos, entre otras cosas, que miembros del primer equipo de López Obrador estuvieron en los días finales de la campaña recorriendo medios, indicando qué periodistas podrían seguir trabajando después del triunfo de su candidato. Ahora están en la calle, pero sus grupos de choque, fascistoides, siguen cumpliendo esa labor. Quieren impedir que se presenten opiniones críticas para el “líder”, seleccionan quiénes pueden o no hablar, quiénes son aceptables o no. A todo eso lo sazonan con otros ingredientes típicos del fascismo: el fanatismo, la violencia y la xenofobia, para colmo mal informada.
Se alegará que ése no es el PRD, que en el perredismo hay hombres y mujeres serios, talentosos, comprometidos, con los que se puede o no estar de acuerdo pero que son inteligentes, tolerantes y disfrutan de un buen debate de ideas. Es verdad, conozco y soy amigo de muchos de esos perredistas. Esos provocadores no son, ni remotamente, la esencia del PRD. Pero mientras los perredistas no se deslinden de estos patanes, de estos provocadores a sueldo, mientras no establezcan con claridad que esos personajes no son parte de su movimiento, todos ellos se convierten en cómplices de esas corrientes fascistoides que se incuban en su movimiento. Y ese deslinde tiene que ser público: muchos de esos amigos y amigas del perredismo se dicen, en privado, espantados, asqueados, de estos personajes. Pero ninguno lo expresa en público. Se asegura que por miedo a la excomunión del “líder”, sin comprender que precisamente ese silencio engendra el huevo de la serpiente de un poder autoritario y antidemocrático. Debería ser el propio López Obrador el que comenzara por establecer ese deslinde, el rechazo a esos grupos y esos métodos. Lamentablemente, por lo menos hasta hoy, para el ex candidato presidencial esas son expresiones de “resistencia civil”.
Del proceso electoral del 2006, salimos, como sociedad, divididos y lastimados. Hubo demasiadas palabras e intenciones envenenadas, se dio una ruptura real. En esa presentación del miércoles recordaba un texto de Bob Dylan, publicado en el primer tomo de sus crónicas. “Uno se pregunta, dice Dylan, cómo personas unidas por la geografía y los ideales religiosos podían convertirse en enemigos acérrimos. Al final, sólo queda una cultura del sentimiento, de días negros, del cisma, del ojo por ojo, del destino común de la humanidad descarriada. Todo se reduce a una larga canción fúnebre, con cierta imperfección en los temas, una ideología de elevadas abstracciones, de hombres exaltados no necesariamente buenos...Todo está envuelto en un manto de irrealidad, grandeza y mojigatería... Por aquel entonces el país fue crucificado, murió y resucitó”. Habla Dylan de las épocas más oscuras de la Unión Americana, luego de la guerra civil. Pero ése es el sentimiento que me quedó después del proceso electoral del año pasado. Creo que nuestro país, también, “fue crucificado, murió y resucitó”. Nuestros principales actores políticos deben asumir su responsabilidad.
En este caso el perredismo está obligado, públicamente, a deslindarse de los fascistas y provocadores que se han cobijado en el seno del “movimiento” y que se escudan en ese silencio para recurrir a la violencia.