Retrospectiva
Publicado en la revista Proceso # 1324, a 17 de mazro del 2002
La PGR , relegada por el ejército en la lucha antinarco/Alejandro Gutiérrez
La Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) desplazó a la Procuraduría General de la República (PGR) en la lucha contra el narcotráfico, a pesar de que constitucionalmente a ésta le corresponde el combate de ese delito.
De ser coadyuvantes en esta tarea, las Fuerzas Armadas han sido protagonistas en las aprehensiones relevantes, como las de Benjamín Arellano Félix, jefe del cártel de Tijuana; Gilberto García Mena, El June, lugarteniente del cártel del Golfo, y Alcides Ramón Magaña, El Metro, lugarteniente del cártel de Juárez, entre otros.
La nueva Agencia Federal de Investigación de la PGR prácticamente no apareció en estas operaciones.
Según el secretario de la Defensa Nacional, general Ricardo Clemente Vega García, la Unidad Especializada contra la Delincuencia Organizada (UEDO) de la PGR entró en operación como Ministerio Público Federal, encabezada por el director José Luis Santiago Vasconcelos, hasta las 3:00 horas del sábado 9 de marzo, fecha en que Arellano Félix fue capturado en Cholula, Puebla.
Es decir, la PGR entró en acción una vez concluida la operación militar.
Este sabor a marginación se dejó sentir en especial durante la rueda de prensa que el mismo día ofreció el general Vega García, en compañía del procurador Rafael Macedo de la Concha, ya que los reflectores estaban dirigidos al secretario de la Defensa.
Cabe destacar en esta operación el invaluable apoyo de la Procuraduría General de la República, que por ley es la responsable de la persecución de los delitos federales relacionados con el narcotráfico, por lo que en cumplimiento a las correspondientes órdenes de aprehensión y a la colaboración con la citada Procuraduría, en estos momentos se está haciendo entrega de dicho narcotraficante y de su lugarteniente al Ministerio Público Federal, a fin de que éste continúe con las diligencias correspondientes, dice el comunicado de prensa número 26 de la Sedena.
El domingo 10, en entrevista con el periodista José Cárdenas, Vega García fue claro: También deseo manifestarle que esto no es posible sin la gran ayuda de la PGR. ¿Cuál es la ayuda? Nos dan la misión, pero nos dan las órdenes de aprehensión, nos dan las órdenes de presentación sobre la gente que hay que ir siguiendo. No lo podríamos hacer al margen de la ley.
Cuatro días después, el jueves 14, la Defensa anunció que sus grupos especiales habían logrado capturar al lugarteniente de los Arellano, Manuel Herrera Barraza, El Tarzán, señalado como importante transportador de la droga en la frontera.
Los pormenores
Durante una explicación pormenorizada sobre la captura de Benjamín Arellano en el noticiario de Joaquín López Dóriga, Vega García dijo que se había hecho una labor de inteligencia de cuando menos tres meses para ubicar al capo del cártel de Tijuana.
—¿Cómo le agarraron la pista a Benjamín Arellano? —preguntó el periodista.
—Para explicar esto es un trabajo de gabinete, de análisis y de computadoras, que es un seguimiento importante de quien se tenga que obtener información. Eso se transforma en inteligencia y se van haciendo coincidir datos, fechas, lugares, eventos de diferente índole, y una vez que sabemos que las rutinas para ellos se han convertido en confianza, es cuando se actúa.
—¿En qué momento ubicaron a Arellano Félix?
—Puedo decirle que hace tres meses y días.
-¿Sabían dónde estaba?
—Sabíamos por dónde andaban las cosas.
—¿Se ubicó en Puebla?
—No, esa gente se mueve por todo el territorio nacional.
También explicó que había muchos datos de inteligencia que concluían que por donde estuvieran las hijas de Arellano —una de las cuales tiene una protuberancia en el rostro—, por ahí debía andar su padre. Ese elemento fue un 30%.
Agregó que dio la orden a las 23:00 horas del viernes 8, cuando comenzó la operación ejecutiva de las Fuerzas Especiales, con mucha cobertura, con amplitud importante de seguridad, es una operación en tandem.
Señaló que todo el tiempo estuvo en comunicación con el mando del operativo. A la 1:00 del sábado 9 le notificaron que lo tenían en su poder. Luego fue llevado a una instalación militar por tierra, mientras simulaban la salida de un helicóptero hacia otro sitio.
La inteligencia militar
Aparte de las tradicionales labores de erradicación de plantíos ilícitos y de intercepción de aeronaves sospechosas, las Fuerzas Armadas cuentan con el Centro de Inteligencia Antinarcóticos (Cian), que depende del alto mando y cuya labor consiste en realizar labor de inteligencia y analizar la información obtenida —con la ayuda de tecnología de punta— para conocer el comportamiento de las organizaciones del narcotráfico en el país.
Los elementos de inteligencia del Cian son los guías en las operaciones que emprenden con el respaldo de comandos del Grupo Aeromóvil de Fuerzas Especiales (GAFE) del Alto Mando, es decir, equipos altamente capacitados que han recibido entrenamiento en México, Estados Unidos, Francia, Chile y España para reacción rápida.
Para Javier Ibarrola, periodista especializado en las Fuerzas Armadas, el Cian es el mejor organismo de su tipo para combatir al narcotráfico, según señaló en su columna periodística Acentos, del diario Milenio del 27 de febrero.
El general Augusto Moisés García Ochoa fue el director del Cian durante el sexenio de Ernesto Zedillo y hoy es el secretario particular del general Vega García.
Este equipo se conduce con absoluta autonomía respecto de la estructura piramidal militar y depende directamente del secretario de la Defensa, y además utiliza un mecanismo de información compartimentalizada, con el fin de que haya un absoluto control de las investigaciones por su alto grado de confidencialidad.
Las Fuerzas Especiales no se enteran de cuál será la acción que van a desarrollar, sino hasta el momento de ejecutarla.
Utilizan armamento sofisticado, que es distinto al de uso oficial de las Fuerzas Armadas, lo que les proporciona una alta capacidad de fuego. Incluso, tienen armamento de material plástico, el cual no es localizable mediante detectores.
Frecuentemente, el equipo de inteligencia actúa con tanto sigilo que sus intervenciones son muy rápidas y abandonan el lugar de la acción sin dejar huella.
En el sitio de Internet de la Sedena se da a conocer que este tipo de grupos se iniciaron en el Ejército Mexicano en 1986 como Fuerzas de Intervención Rápida. En 1990, cambiaron su denominación a Grupo Aeromóvil de Fuerzas Especiales del Alto Mando.
Agrega: El 1 de junio de 1995 se inicia el desarrollo de las Fuerzas Especiales con fundamento en el artículo 17 de la Ley Orgánica del Ejército y Fuerza Aérea Mexicanos, y artículos 29 fracciones primera y decimocuarta de la Ley Orgánica de la Administración Pública Federal.
En la actualidad, el Primer Cuerpo de Fuerzas Especiales —con sede en el Campo Militar Número 1— lo integran 109 unidades —73 grupos aeromóviles y 36 grupos anfibios de Fuerzas Especiales— distribuidas en todo el país e incluidos los GAFE de Alto Mando, Escuela de Fuerzas Especiales y cuatro centros de Adiestramiento de Operaciones Especiales en desierto (Laguna Salada, Baja California), en montaña (El Salto Pueblo Nuevo, Durango), en selva y anfibias (Xtomoc, Quintana Roo) y urbanas (Temantla, México).
Jorge Luis Sierra, periodista e investigador de temas militares, asegura en una investigación denominada Procesos de militarización en México que, después de la aparición del EZLN en Chiapas, el Ejército Mexicano realizó una inversión fuerte en la compra de armamento y equipo, la mayor parte dirigido al fortalecimiento de la capacidad de los Grupos Aeromóviles de Fuerzas Especiales.
La compra de material ligero para sus Fuerzas Especiales correspondía con las transformaciones profundas que ocurrían en la estructura de las Fuerzas Armadas. Implicó también un enorme incremento del poder de fuego de los GAFE.
En el Reporte de política internacional que en 1999 elaboraron en forma conjunta el Centro para la Política Internacional y el Grupo de Trabajo para Latinoamérica, ambos organismos no gubernamentales, que dan seguimiento a la ayuda militar que brinda Estados Unidos a Latinoamérica, consideran que el cuadro se ha vuelto más complejo en los años recientes, a raíz de que ese país desplazó su enfoque en asuntos de seguridad en el hemisferio hacia los antinarcóticos.
Las Fuerzas Armadas de México ocupan un lugar importante en el apoyo estadunidense. Por ejemplo, la denominada beca Educación y Capacitación Militar Internacional (IMET, en inglés) ubicó al Ejército nacional como el principal receptor de fondos de esta institución en 1997 y 1998, con alrededor de 2 millones de dólares en apoyos.
Así mismo, el Departamento de Estado apoyó al Ejército Mexicano mediante el programa Control Internacional de Narcóticos (INC, en inglés), con alrededor de 10 millones de dólares en ambos años, sólo por debajo de Colombia, Bolivia y Perú.
El documento, elaborado por Adam Isacson y Joy Olson, incluye la información de la Escuela de las Américas —hoy Instituto para la Cooperación de Seguridad del Hemisferio Occidental—, que tiene su sede en Fort Benning, Georgia, institución criticada por el pobre registro en derechos humanos de muchos de sus egresados y por el descubrimiento de manuales de entrenamiento usados en la escuela que incluyen instrucción para tortura y otras técnicas abusivas.
En 1996, según el reporte, México envió a esa institución a 149 oficiales —segundo lugar—, y en 1997 envió a 305 a capacitarse, con lo cual obtuvo el primer sitio.
El exfiscal antidrogas Francisco Molina Ruiz advirtió que después de la salida de Antonio Lozano de la PGR —con quien colaboró—, las Fuerzas Armadas ocuparon las instancias de combate a las drogas (Proceso 1083).
Criticó que el presidente (Ernesto) Zedillo cometió un gravísimo error al aceptar que el Ejército Mexicano tomara por asalto el control de las instancias responsables del combate al narco, porque ellos también enfrentan el problema de estar infiltrados y corrompidos por el narcotráfico.