24 dic 2007

¡Feliz navidad!


El nacimiento de Jesús es sin duda la fiesta más celebrada en el mundo cristiano.
Se celebra desde principios del siglo IV como cristianización de la fiesta pagana del natalicio del Sol.
Es imposible demostrar que la celebración del nacimiento de Jesús se dio la noche del 24 de diciembre. Para ser preciso, en ninguna parte de textos bíblicos aparece la fecha. Pero los motivos de la Navidad, proceden de los evangelios apócrifos del siglo II, -que por cierto la Iglesia Católica nunca admitió- y de los relatos de la infancia de Jesús, recogidos en los evangelios de Mateo y Lucas.
Y es éste último, el que más se aproxima a nuestro concepto de historiador. Desde el mismo prologo revela una gran preocupación por referir con detalle "la historia de las cosas que entre nosotros han sido ciertísimas". Y aún cuando él, no había vivido personalmente los acontecimientos, trata de proclamarlos tal y como: "nos las enseñaron los que desde el principio las vieron".
Claro que Lucas se preocupó por narrar de manera inteligente y ordenada lo que sabía acerca de Jesús, sin embargo, en sentido estricto, nunca pretendió escribir una biografía, sino simplemente: ¡un evangelio!
Por lo que, poco importa si los relatos bíblicos son fiel reflejo de la realidad histórica, lo importante es el significado que nos trasmiten.
Dice Lucas en una narración -¡que, subrayó, no es histórica propiamente dicha!-, empero, si ofrece datos confiables de que el nacimiento de Jesús data del año 4 antes de Cristo. (versión Reina Valera 1995).
Aconteció en aquellos días que se promulgó un edicto de parte de Augusto César que todo mundo fuera empadronado. Este primer censo se hizo siendo Cirenio gobernador de Siria. E iban todos para ser empadronados, cada uno a su ciudad.
También José subió de Galilea, de la ciudad de Nazaret, a Judea a la ciudad de David, que se llama Belén, por cuanto era de la casa y familia de David, para ser empadronado con María su mujer, desposada con él, la cual estaba encinta.
Aconteció que estando ellos allí se le cumplieron los días de su alumbramiento. Y dio a luz a su hijo primogénito, y lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el mesón.
Había pastores en la misma región, que vivían en los campos y cuidaban sus rebaños durante la noche.
Y se les presentó un ángel del Señor y la gloria del Señor los rodeo de resplandor y tuvieron gran temor: Pero el ángel los dijo: No teman; porque yo os doy nuevas de gran gozo que será para todo el pueblo: porque os ha nacido hoy, en la Ciudad de David, un Salvador, que es Cristo el Señor.
Esto os servirá de señal: hallaréis al niño envuelto en pañales, acostado en un pesebre.
Repentinamente apareció con el ángel una multitud de las huestes celestiales, que alababan y decían:
Gloria a Dios en las alturas
y en la tierra paz,
Buena voluntad para con los hombres...
Hoy, como se celebra el nacimiento de Jesús, deseo que sea tiempo de nacer no de morir, tiempo de curar no de matar, tiempo de edificar no de destruir, tiempo de reír no de llorar, tiempo de amar no de aborrecer, tiempo de paz no de guerra.... (Eclesiastés)
¡Feliz Navidad, y sinceramente buen año 2008!
PD: Por cierto, algunos medios nos dicen que esta noche será la navidad más tranquila en Belém desde el año 2000. Y es que, tras la intifada de septiembre de ese año, Belém se convirtió en víctima de la lucha entre israelíes y palestinos.

El Jesús histórico

El Jesús histórico y la Navidad mitológica/Borja Vivanco Díaz
Publicado en EL CORREO DIGITAL, 24/12/2007;
En los últimos 20 ó 25 años, la publicación de estudios históricos sobre la figura de Jesús de Nazareth y las primeras comunidades cristianas se ha multiplicado. Un amplio y heterogéneo grupo de historiadores, biblistas y teólogos han sido sus autores. Muchas de estas investigaciones, desde la crítica histórica, han identificado y desmontado sin complejos los elementos ‘míticos’ del Nuevo Testamento y de la tradición cristiana. No me estoy refiriendo, desde luego, a trabajos pseudocientíficos y sensacionalistas, a veces en formato de novela, al estilo de ‘El Código Da Vinci’.
En ocasiones, algunos de los descubrimientos o de las conclusiones de las investigaciones históricas serias sobre Jesús de Nazareth -al que han desnudado de teología- han suscitado controversias y también han sido objeto hasta de denuncias, por parte sobre todo de sectores eclesiales inmovilistas, que todavía insisten en contemplar las narraciones bíblicas desde una dimensión estrictamente literal o cuasi historicista. Sin embargo, el conjunto de textos centrados en la búsqueda del ‘Jesús histórico’ están proporcionando a los ojos y a la mente del hombre y la mujer de hoy -racionalistas por esencia, educación o vocación- , una visión más real y así también más atractiva o aceptada del cristianismo.
La investigación del ‘Jesús histórico’ se remonta a los siglos XVIII y XIX, al hilo de las corrientes racionalistas. Hoy en día, nos encontramos en la conocida como ‘tercera búsqueda del Jesús histórico’, en la que se han introducido, con decisión, disciplinas tan variadas como la sociología o la arqueología.
El trabajo de investigación ‘Jesús de Nazaret’, publicado este pasado verano por el Papa Benedicto XVI, más como teólogo reputado que como pontífice, comprende una de las últimas obras editadas en las coordenadas del ‘Jesús histórico’. Aunque el carácter intelectual y la calidad de la obra han sido unánimemente reconocidos, sí se han vertido críticas asociadas a no tener en cuenta aportaciones innovadoras y bien conocidas de otros autores de prestigio en su retrato de quién fue Jesús de Nazareth y cómo era el contexto en el que vivió. Benedicto XVI mostraba, asimismo, en el prólogo de su libro, su preocupación por la «grieta» abierta, en muchos de estos estudios, entre el Jesús histórico y el Cristo de la Fe, pues este último es el que fundamenta el dogma de la Iglesia católica: «¿Qué puede significar la fe en Jesús el Cristo, en Jesús Hijo del Dios vivo, si resulta que el hombre Jesús era tan diferente de como lo presentan los evangelios y como ( ) lo anuncia la Iglesia?», se llega a preguntar.
Pero la Navidad es uno de los aspectos más míticos y con menos carácter histórico del Nuevo Testamento. En primer lugar, hemos de anotar que los pasajes que rodean el nacimiento, la infancia o la adolescencia de Jesús de Nazareth ocupan un lugar muy reducido en los evangelios. De hecho, sólo los evangelios de Lucas y Mateo se interesan por ellos. El grueso de los evangelios gira en torno a la ‘vida pública’ de Jesús de Nazareth que a lo sumo duró tres años; desde su bautizo en las aguas del río Jordán hasta su crucifixión.
La anunciación del ángel, el nacimiento en la ciudad Belén y en un pesebre, la visita de los pastores y los magos, la estrella de Oriente, la matanza de inocentes o la huida a Egipto son aceptados, por gran número de exégetas de hoy como narraciones no históricas. Cada uno de estos relatos, eso sí, pretende transmitir -casi siempre entre líneas-, un contenido teológico de gran envergadura y que no siempre es sencillo interpretar. De hecho, ante la falta de datos sobre los primeros años de vida de Jesús de Nazareth, los evangelistas tuvieron, digamos, más ‘vía libre’ para redactar en función de las inquietudes teológicas de las comunidades cristianas a las que pertenecían.
Pero el cristianismo primitivo no quedó conforme con los pocos capítulos que el Nuevo Testamento dedicó a la primera parte de la vida de Jesús de Nazareth. A partir del siglo II, algunos evangelios ‘apócrifos’, que la Iglesia católica nunca admitió en su canon, se centraron en relatos navideños. Por ejemplo, el nombre de los magos de Oriente, el que sean tres y elevarlos a la categoría de reyes no viene recogido en el Nuevo Testamento, sino en literatura cristiana muy posterior.
Lo más admitido, hoy en día, es que los evangelios sinópticos (Marcos, Mateo y Lucas) se redactaron entre la segunda y la tercera generación cristiana. El evangelio más antiguo, el de Marcos, se data no antes de 35 o 40 años después de los hechos pascuales. La hipótesis de que algún papiro descubierto en el Mar Muerto y fechado años antes -concretamente el catalogado como 7Q5 por el jesuita español José O’Callaghan- perteneciese a un fragmento del evangelio de Marcos, tiene muy poca aceptación en la actualidad; a desgracia de quienes siguen defendiendo la lectura literal del Nuevo Testamento, apoyada por la creencia de haber sido escrito por testigos oculares. El cuarto evangelio, que la tradición ha atribuido a Juan, es común datarlo entre 60 y 90 años más tarde de la muerte de Jesús de Nazareth. Precisamente Benedicto XVI, en su libro ‘Jesús de Nazaret’, desenmaraña, con gran sutileza, las circunstancias en las que este último evangelio fue elaborado.
Lo importante no consiste en reconocer si los relatos bíblicos fueron o no fiel reflejo de la realidad histórica, sino qué significado nos quieren seguir transmitiendo. Esta era también la pretensión de los evangelistas. En mi opinión, es tan válido entender, por ejemplo, la virginidad de María desde una óptica historicista y biológica como hacerlo, más bien, desde un sentido literario o metafórico. Lo más trascendental consistiría, en cualquier caso, en interpretar en la virginidad de María la filiación divina de Jesús de Nazareth; lo cual sí es un pilar fundamental de la fe cristiana.
El futuro del cristianismo en nuestro mundo laico y racionalista implica seguir trabajando por dar a conocer a Jesús de Nazareth y a su entorno, tal y como eran realmente, alejados de todo mito. Si no es así, la misión evangelizadora seguirá teniendo escaso éxito en el presente. Rechazar la cultura racionalista, como la Iglesia católica lo ha hecho durante casi tres siglos y como en ocasiones lo sigue haciendo ahora mismo, tiende a condenar cualquier intento de catequización al fracaso. Por lo tanto desmitificar, por ejemplo, el origen y el nacimiento de Jesús de Nazareth es un primer y necesario punto de partida para que la Navidad recobre su significado cristiano para las gentes del siglo XXI.

Belén quiere renacer; editorial.
Periódico El Tiempo, 24 de Diciembre de 2007. Redactor de EL TIEMPO.
A nuestros lectores, una Navidad tranquila y en paz y unas fiestas de aguinaldo muy felices.
Cuenta el evangelio de San Lucas que "por aquel tiempo" el emperador César Augusto dispuso un censo general de los territorios dominados por el imperio romano. La orden provocó revuelo en todos ellos, pues obligaba a las cabezas de familia a regresar y empadronarse en la patria de sus mayores. Palestina era entonces parte de las colonias romanas y José, el carpintero, y María, su mujer, tuvieron que abandonar Nazaret, donde vivían, y dirigirse a Belén, la ciudad que había conocido tiempos mejores con el rey David. Pero Belén estaba saturada de gentes que habían hecho el camino de regreso con el mismo propósito, y el carpintero y su mujer, que estaba a punto de dar a luz, solo encontraron posada en un modesto pesebre en las afueras de la villa.
Allí nació, en la madrugada del 25 de diciembre, el hijo de Dios.
Han transcurrido desde entonces algo más de dos mil años y Belén ha pasado por toda suerte de vicisitudes. El poblado, que surgió como campamento de guerra de los filisteos, se convirtió, tras la muerte de Cristo, en santuario religioso. Por esta razón, el emperador Adriano ordenó destruirlo en el año 132, y Belén permaneció olvidada y en ruinas hasta el siglo IV, cuando el primer emperador cristiano, Constantino I, le confirió todos los honores como tierra natal de Jesús y elevó allí una basílica. Esta iglesia, reformada y reparada dos siglos más tarde por Justiniano, se convirtió en la actual iglesia de la Natividad, que abarca la gruta donde se dice que nació Jesucristo. El mismo Justiniano dispuso levantar una muralla alrededor de Belén, que la protegió durante los siglos siguientes.
Que fueron, y siguen siendo, siglos de guerras y confrontaciones. Los persas se tomaron la región en el 614 y los árabes, en el 636. En 1099, la primera Cruzada recuperó la importancia de Belén, hasta cuando los cruzados fueron obligados a abandonar la ciudad en 1187. Desde 1571, el imperio otomano se hizo fuerte en la región y fue sustituido por los británicos al terminar la Primera Guerra Mundial. Al retirarse estos de Palestina, Belén se convirtió en ciudad jordana y en 1967 fue invadida por Israel. Hoy está en poder de la Autoridad Palestina, pero ha sufrido en sus propias carnes -es decir, en la industria del turismo religioso- los conflictos recientes. Tras la intifada de septiembre del 2000, Belén se convirtió en víctima de la lucha entre israelíes y palestinos. El acceso a la ciudad y la salida de ella se hicieron casi imposibles, pues el ejército israelí tiene sitiada la zona y Belén terminó sobreviviendo precariamente dentro de esta nueva y más estricta muralla militar.
Las Navidades concurridas, tranquilas y fervorosas pasaron a ser asunto del pasado. Belén, sin embargo, quiere renacer. Las recientes conversaciones de paz de Anápolis han abierto una nueva esperanza a la ciudad y sus habitantes. Los ministerios de turismo de Israel y Palestina intentan ampliar el primer paso que se dio en el 2004 para crear unas "vías de peregrinación" que permitan a los visitantes circular entre Nazaret, Jerusalén y Belén. La medida ha permitido que este último reciba de nuevo decenas de buses de turistas al día. Y aunque ninguno de los visitantes pernocta, como lo hicieron María y José, su llegada ha vuelto a llevar algún dinero a las menguadas arcas de los artesanos de rosarios, pesebres, tallas y otros recuerdos.
Hace 2007 años se cumplió la profecía según la cual "Tú, Belén, en ningún modo eres la menor entre las ciudades de Judá, pues de ti saldrá el pastor del pueblo de Israel". Confiamos en que este diciembre sea el comienzo de una vida nueva para Belén y que para sus habitantes y los del planeta entero brille esta noche la estrella de paz que desde hace siglos anhelamos todos.

En defensa del MP

En defensa del Ministerio Público/Bernardo Bátiz V.
Publicado en La Jornada, 24/12/2007;
La reforma a la Constitución en materia penal ha sido justamente criticada por muchos comentaristas, abogados y políticos, porque en varios aspectos abre las puertas a un sistema de arbitrariedades y atropellos que parecía haber quedado atrás; sin embargo, hay un punto dentro de la lista de reformas respecto del cual no se han hecho muchos comentarios, pero que es de suma importancia.
La reforma, como se sabe, fue aprobada por la Cámara de Diputados y luego devuelta por la de Senadores a la primera, con algunas observaciones; esto significa que no está todavía definitivamente aprobada y que sería posible detener su entrada en vigor, si se hace suficiente conciencia entre los legisladores, locales y federales de los diversos puntos que constituyen violaciones a garantías individuales o riesgos para los gobernados. Acorde con este criterio es que destaco el punto no discutido con la amplitud requerida y que constituye un verdadero atentado a la institución del Ministerio Público, mediante la reforma a los artículos 21 y 123 de la Constitución.
La reforma al artículo 21 consiste en abrir la posibilidad de que la investigación de los delitos pueda ser llevada a cabo por la policía, por cualquier policía y no sólo por la llamada ministerial o judicial, dependiente todavía del Ministerio Público. El texto aún vigente de la Constitución es el siguiente: “La investigación y persecución de los delitos incumbe al Ministerio Público, el cual se auxiliará con una policía que estará bajo su autoridad y mando inmediato”; el texto que se pretende imponer es el siguiente: “La investigación de los delitos corresponde al Ministerio Público y a las policías, las cuales actuarán bajo la conducción y mando de aquél en el ejercicio de esta función”.
Lo grave del cambio radica en primer lugar en que el nuevo texto, aunque se matice con la ilusoria función de conducción y mando a cargo del Ministerio Público, en realidad pone a ambas instituciones –Ministerio Público y policía– en el mismo plano de igualdad; según el texto que está en curso de aprobación, “les corresponde” la investigación de los delitos a ambas instituciones, lo que constituye el inicio de un proceso en el que, sin distinguir policías preventivas de policías ministeriales o judiciales, municipales, estatales o federales, la Constitución abre la puerta a que sean agentes de estas corporaciones quienes por su propia cuenta, como en épocas del Barapem, de la DIPD o del Servicio Secreto, sean quienes lleven a cabo persecuciones de conductas que a su juicio, o a juicio de quienes los mandan, sean delictivas.
Si recordamos además que la Policía Federal Preventiva se creó con ánimo de tener una fuerza armada lista para reprimir movimientos sociales y que está integrada en buena medida por militares habilitados y uniformados como policías, veremos la magnitud del riesgo para la población –militares investigando delitos–, pero también que se deja adivinar la verdadera intención de toda la reforma, que no es otra que preparar, desde los preceptos constitucionales, bases para una política represiva y autoritaria.
La otra reforma, la del artículo 123, candado de la anterior, debe también hacernos pensar; desde hace tiempo a los integrantes de las fuerzas armadas y del servicio exterior se les hizo sujetos de una excepción según la cual, por regirse por sus propias leyes, podrían ser separados o removidos de sus cargos sin que una resolución jurisdiccional que determine que la acción fue injustificada obligara a reincorporarlos al servicio. Durante la 57 Legislatura dicha medida se amplió a los miembros de las fuerzas policiacas; lo increíble es que ahora se pretende meter en el mismo saco a peritos y agentes del Ministerio Público, que no están sujetos ni a disciplina militar ni a las exigencias especiales del servicio exterior.
Estos servidores requieren de libertad y de plena autonomía técnica en el ejercicio de sus funciones, lo que se pone en tela de juicio si pueden ser despedidos sin más y sin que los tribunales laborales los restituyan en sus cargos, aun cuando el despido haya sido arbitrario o injustificado. Dado el creciente desempleo, poner en riesgo el trabajo de peritos y agentes del Ministerio Público los hará (más) vulnerables a ser presionados o a recibir consignas de sus superiores, lo cual, si bien sucede, se agravaría, poniéndolos en una situación de mayor desventaja para oponerse al abuso, como parece que se pretende si se aprueban las reformas en discusión.
La institución del Ministerio Público tiene larga raigambre en nuestro sistema de procuración de justicia y ciertamente adolece de vicios, pero no derivan del estatuto legal al que está sujeta, sino más bien de fallas humanas agravadas por tantos años de impunidad y corrupción, así como del mal ejemplo de los funcionarios de alto nivel que, como vemos todos los días, se enriquecen en forma escandalosa y a la luz del día.
Me permito por ello romper una lanza en defensa del Ministerio Público y de sus agentes, que con estas reformas a punto de entrar en vigor, si es que no se detienen en el último momento, serán víctimas de la inseguridad social, de un indebido control sobre su autonomía para resolver los asuntos a su cargo y sometidos al riesgo de convertirse, como sucede en otros países, en tan sólo abogados de la acusación en los procesos, pero con cada vez menos atribuciones en la investigación, que quedará, lógicamente, cada vez más en manos de policías y de sus mandos.

Muere el cardenal Lorscheider

Fallece a los 83 años el cardenal brasileño Aloísio Lorscheider, uno de los prelados más influyentes de América Latina.
Su deceso se dio este domingo 23 de diciembre en la ciudad de Puerto Alegre (Río Grande del Sur, Brasil).
Lorscheider se desempeñó dos veces como presidente de la Conferencia Nacional de Obispos Brasileños, desde 1971 hasta 1978. Presidió también el Consejo Episcopal Latinoamericano, conocido como CELAM, en 1976.
El arzobispo de Sao Paulo, Odilo Pedro Scherer, dijo que Lorscheider fue un gran defensor de los derechos humanos y era conocido por sus trabajos humanitarios en todo Brasil. Fue además un enérgico defensor de la reforma agraria en esta nación de más de 180 millones de personas.
''El fue responsable de servicios preciosos a la iglesia'', dijo Scherer en una declaración. "La iglesia brasileña le debe mucho''.
Cezar Britto, presidente de la Asociación Brasileña de Abogados, dijo en una declaración que Lorscheider fue una importante figura durante la dictadura militar en Brasil de 1964 a 1985, jugando ''un papel decisivo'' para la democratización del país.
Lorscheider desempeñó también un papel influyente en el primer cónclave de 1978, tras la muerte del papa Pablo VI. Dice Tales Azzoni de la agencia AP que "de acuerdo con fuentes fiables, autorizó reunir los votos de los cardenales del Tercer Mundo para el por entonces patriarca de Venecia, que se convirtió en el papa Juan Pablo I."
El 3 de febrero de 1962 Juan XXIII le nombró obispo de la joven diócesis de Santo Ângelo, en el sur de Brasil.
El 4 de abril de 1973 Pablo VI le nombró arzobispo de Fortaleza, en Brasil, y el 24 de abril de 1976 el mismo Papa le creó cardenal.
Juan Pablo II aceptó su renuncia el 28 de enero de 2004 por razones de edad, siendo sustituido por monseñor Raymundo Damasceno Assis.
Con su fallecimiento, el Colegio cardenalicio queda compuesto ahora de 199 purpurados de los cuales 120 son electores y 79 no electores.