30 sept 2008

Ausencia




AUSENCIA/Pablo Neruda, poeta chileno
/
Apenas te he dejado,
vas en mí, cristalina
o temblorosa,
o inquieta, herida por mí mismo
o colmada de amor, como cuando tus ojos
se cierran sobre el don de la vida
que sin cesar te entrego.
/
Amor mío
nos hemos encontrado
sedientos y nos hemos
bebido toda el agua y la sangre,
nos encontramos
con hambre
y nos mordimos
como el fuego muerde,
dejándonos heridas.
/
Pero espérame,
guárdame tu dulzura.
Yo te daré también
una rosa....

Calderón cumple al enviar iniciativas de Ley

30 de septiembre erá la fecha límite
Tal y como estaba previsto el Presidente Felipe Calderón envió al Congreso (Cámara de Diputados) propuestas relativas al Sistema Nacional de Seguridad Pública.
Las iniciativas serán turnada hasta la sesión del próximo jueves 2 de octubre a las comisiones de Seguridad Pública y Justicia.
Y es que en la XXIII Sesión Ordinaria del Consejo Nacional de Seguridad Pública, celebrada en Palacio Nacional el día 21 de agosto de 2008, se hicieron varios compromisios, uno de ellos fue en el artículo 3 "el Poder Legislativo Federal se compromete a alcanzar los siguientes objetivos:
XXIX. Dar trámite legislativo a las iniciativas que en materia de justicia y seguridad pública sean presentadas antes del día primero de octubre ( o sea hoy) en cualquiera de las dos Cámaras del Congreso de la Unión.
El Congreso de la Unión se compromete a dictaminar y votar todas las iniciativas presentadas.
• Tiempo de Ejecución: Primer Periodo Ordinario del Tercer Año de la LX Legislatura Federal."
***
El Presidente dio un mensaje en Los Pinos acompañado de los titulares de Segob, Sedena, Marina y SSP; ahí anunció el envío de diversas iniciativas en materia de seguridad pública, en cumplimiento con los plazos del Acuerdo Nacional por la Seguridad y la Legalidad.
Este es el mensaje:
Muy buenas tardes amigas y amigos de los medios de comunicación.
Nuestra generación ha asumido el reto histórico de convertir a México en un país de leyes. Un país libre de la violencia y de la acción impune del crimen y la delincuencia.
Para lograrlo es indispensable que sigamos avanzando en la transformación de nuestras instituciones de seguridad y justicia, así como en la adecuación del marco legal que las rige.
Es por eso que les comunico a ustedes que el día de hoy, en la fecha señalada por el Acuerdo por la Seguridad, la Justicia y la Legalidad, como compromiso del Poder Ejecutivo, enviaré al Congreso de la Unión diversas iniciativas.
Una. La iniciativa de Ley General del Sistema Nacional de Seguridad Pública, así como una serie de reformas a la Ley General de Salud, al Código Penal Federal y al Código de Procedimientos Penales.
Se trata de iniciativas legislativas, acordes con los grandes retos que hoy enfrenta México en materia de seguridad pública, y que permitirán a los tres órdenes de Gobierno avanzar de manera conjunta en la lucha frontal contra la delincuencia.
Como he dicho, con estas iniciativas, además, damos cabal cumplimiento al compromiso asumido por el Ejecutivo, a mi cargo, en el marco del Acuerdo Nacional por la Seguridad, la Justicia y la Legalidad.
La situación en materia de seguridad pública que hoy enfrentamos no puede entenderse sin el cobijo que por años le ha brindado la impunidad a la delincuencia.
En particular, entre otros factores, hay dos que propician este problema.
Primero. Una malentendida división de competencias entre autoridades de los tres órdenes de Gobierno, que genera una falta de coordinación entre las policías y autoridades de procuración y administración de justicia en todo el país.
Segundo. El contubernio de criminales con algunas autoridades que por coacción o cooptación han permitido el crecimiento de las actividades delictivas, e incluso han llegado a participar directamente en ellas.
De esta manera, delitos como la venta de pequeñas cantidades de droga, no sólo cancelan el futuro de nuestra juventud, sino que propician la degradación social de las comunidades, abriendo las puertas a actividades ilícitas cada vez más graves.
También, el hecho de la indefinición aparente de competencias entre la Federación y las autoridades locales, propicia que la criminalidad realice sus actividades con total impunidad, aprovechando, precisamente, la falta de coordinación entre las diversas instancias de Gobierno.
Es momento, señoras y señores, de cerrar espacios de operación a la delincuencia y acabar con la impunidad que cobija al crimen y a la violencia.
Es por eso que la principal iniciativa que presentaré esta tarde, será la Iniciativa de Ley General del Sistema Nacional de Seguridad Pública, que tiene entre sus principales objetivos los siguientes.
En primer lugar, establecer las bases e instancias de coordinación entre la Federación, los estados y los municipios, para que todos nos integremos al Sistema Nacional de Seguridad Pública.
Para ello, se reconoce al Consejo Nacional de Seguridad Pública como la instancia superior, encargada de establecer los lineamientos para la formulación de políticas generales en materia de seguridad pública.
Con voluntad firme uniremos los esfuerzos de los tres órdenes de Gobierno para devolver la seguridad y la tranquilidad a las familias mexicanas.
Asimismo, se establecen diversos lineamientos para asegurar la coordinación eficaz entre el Ministerio Público de la Federación y los Ministerios Públicos de los estados y, a su vez, de éstos con las policías de todo el país.
La iniciativa busca también fortalecer la capacidad de la policía para investigar los delitos, siempre bajo la conducción y el mando del Ministerio Público, lo que contribuirá, sin menoscabo de la investigación preventiva para la seguridad, a dar respuesta efectiva al reclamo urgente de los ciudadanos de terminar con la impunidad.
En segundo lugar. Se adopta un sistema integral de desarrollo policial, ministerial y pericial. Con ello se podrán desarrollar al máximo las competencias y capacidades de los servidores públicos de las instituciones de seguridad pública.
El objetivo es poner al servicio de los ciudadanos servidores y policías profesionales para proteger a las familias y las comunidades del país.
En tercer lugar. La ley crea el Sistema Nacional de Evaluación y Control de Confianza, que se encargará de evaluar y certificar a todos los integrantes de las instituciones de seguridad pública y establecerá para los tres órdenes de Gobierno los criterios mínimos de confiabilidad con los que deben cumplir.
Así, se propone la creación de un Certificado Único Policial que garantizará que quienes porten el uniforme de policía reúnan los requisitos de confianza exigidos para cumplir esta delicada tarea.
Queremos que la sociedad tenga la certeza de que los elementos que integran los cuerpos policiacos en el país sirven a los ciudadanos y no a los delincuentes.
En cuarto lugar. Se establece el Sistema Único de Información Criminal que contendrá una base de datos compartida entre la Federación, los estados y los municipios.
Se trata de concentrar y armonizar toda la información con que cuenta el Estado sobre la delincuencia para generar estrategias eficaces a fin de derrotarla.
Con la iniciativa también estamos fortaleciendo Plataforma México, con diversas bases de datos que nos permitirán tener más eficacia en términos de inteligencia e información contra la acción de los criminales.
En Quinto lugar. La iniciativa contempla mecanismos de participación social y ciudadana para la planeación y supervisión de las instituciones de seguridad pública.
Para ganar la batalla contra la delincuencia es fundamental que la sociedad se comprometa en esta lucha y que cuente con instrumentos legales para hacerlo, como los que propone la iniciativa que presento.
En sexto lugar. Se establecen procedimientos policiales para regular el uso de la fuerza pública, con el fin de que la actuación de la policía garantice la vigencia de la legalidad y el respeto a los derechos humanos.
Además de esta importante iniciativa, hoy enviaré al Legislativo una propuesta de modificaciones al Código Penal Federal. Destacan:
En primer lugar. La prohibición de usar indebidamente la información contenida en Plataforma México.
En segundo. Se prohíbe la falsificación y uso indebido de uniformes, credenciales, insignias, vehículos o equipamiento de las fuerzas del orden.
Tercero. Se establece como delito el mal uso de las aportaciones federales destinadas para garantizar y fortalecer la seguridad pública.
Con ello, ponemos un alto a la corrupción de las fuerzas del orden, cuando su labor debe honrarse mediante el servicio honesto a los ciudadanos.
Además de atender los compromisos establecidos en el Acuerdo Nacional, damos cumplimiento a la Reforma Constitucional en Materia de Justicia Penal con estas iniciativas.
Por otra parte, sabemos que resulta indispensable dotar a las autoridades de mayores atribuciones para combatir de manera coordinada y erradicar la droga que pretende ser distribuida en los hogares de los mexicanos.
Por ello, también enviaré al Congreso un paquete de reformas: a la Ley General de Salud, al Código Penal Federal y al Código Federal de Procedimientos Penales, en materia de narcomenudeo, con las que buscamos concretar los consensos que se han venido logrando en varios años de discusión en el Congreso y dar un impulso renovador a esta iniciativa, a fin de que pueda ser concretada en breve por el Congreso de la Unión.
Buscamos, además, en segundo lugar, hacer efectivo el principio de concurrencia y corresponsabilidad de las autoridades locales y la federal en el combate al narcomenudeo, así las policías locales y las autoridades ministeriales de los estados, también podrán, en el ámbito de su competencia, cuidadosamente delimitado, investigar y perseguir delitos de manera concurrente con la Federación, con la posesión, venta y distribución de narcóticos en pequeña escala.
En tercer lugar. Establecer como graves los delitos de comercialización y suministro de narcóticos en su modalidad de narcomenudeo y aumentar las penas para quien distribuya droga a menores de edad o en centros educativos y sus alrededores.
En cuarto lugar. La iniciativa propone un sistema de tratamiento terapéutico obligatorio sustitutivo, de sanciones a quienes, y aún cuando le sean encontradas drogas en dosis individuales, justifiquen su dependencia directa a éste o su uso para tratamiento médico; o bien, se trate, precisamente, de un uso por primera vez.
Se trata no sólo de reforzar el sistema penal de manera más coordinada en materia Federal, sino también establecer en ley mecanismos que propicien el acercamiento de los farmacodependientes o de los jóvenes que están cayendo en el uso de las drogas, al tratamiento y a la prevención de los mismos.
Sólo con leyes más fuertes podremos ganar espacios de acción a los delincuentes que amenazan la seguridad de nuestras comunidades y que intentan envenenar a los hijos de los mexicanos con la droga.
Señoras y señores:
México vive un momento histórico, de ahí la importancia de la convocatoria a la unidad que he venido expresando en las últimas semanas.
Hoy la unidad no significa otra cosa que la obligación que tenemos todos los mexicanos de hacer a un lado cualquier interés personal o de grupo, y sumarnos sin reserva a la causa de construir un México de paz, legalidad, orden y libertades.
Unidos, hoy significa que todas las autoridades de los niveles y poderes de Gobierno en el país, asumamos con integridad y sin cortapisa la responsabilidad elemental del Estado, de proteger a la sociedad de quienes buscan dañarla.
Unidad, significa actuar con la convicción y firmeza del Presidente Juárez, quien ante los retos de su generación expresó: Todavía habrá necesidad de luchar, porque hay dificultades que vencer, pero las dificultades no harán más que aumentar la gloria del triunfo, porque es indudable que acabará por triunfar la causa del derecho.
Por ello, hoy damos un paso importante para reforzar las leyes que nos permitirán combatir con mayor eficacia el flagelo de la delincuencia.
Hoy también, en esta ocasión, refrendo mi llamado a la unidad y a la corresponsabilidad, llamo respetuosamente al Congreso a analizar, a debatir, a enriquecer y, en su caso, aprobar estas iniciativas legislativas.
Por parte del Gobierno Federal, reitero la convicción y la voluntad de seguir trabajando con todas las autoridades y todos los poderes sin distingos, con el fin de derrotar a la delincuencia y devolverle a nuestro México la esperanza de un futuro de seguridad y de paz, un futuro donde todos, sin excepción, podamos vivir mejor. Muchísimas gracias.
***
INICIATIVA DEL EJECUTIVO FEDERAL, CON PROYECTO DE DECRETO POR EL QUE SE EXPIDE LA LEY GENERAL DEL SISTEMA NACIONAL DE SEGURIDAD PÚBLICA
México, DF, a 30 de septiembre de 2008.
Secretarios de la Cámara de Diputados del Honorable Congreso de la Unión Presentes
Por instrucciones del Presidente de la República y en ejercicio de la facultad que le confiere el artículo 71, fracción I, de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, me permito remitir la iniciativa de Decreto por el que se expide la Ley General del Sistema Nacional de Seguridad Pública, documento que el Titular del Ejecutivo Federal propone por el digno conducto de ese Órgano Legislativo.
Sin otro particular, reciban un cordial saludo.
Atentamente Cuauhtémoc Cardona Benavides (rúbrica) Subsecretario de Enlace Legislativo
Publicado en la Gaceta Parlamentaria, número 2604-I, jueves 2 de octubre de 2008.

Gomorra

La cara oculta de la luna/Gregorio Morán
Publicado en LA VANGUARDIA, 30/06/07;
No sé si ustedes conocen Miranda de Ebro. Es una pequeña ciudad que en general se contempla, en la distancia, entre las vaharadas del humo que desprenden unas grandes chimeneas; a la derecha o a la izquierda, según se vaya desde Bilbao hacia Barcelona o hacia Madrid. La gente no suele parar en Miranda de Ebro, y hace mal, porque tiene su encanto; un barrio viejo muy deteriorado pero con casas interesantes, unos paseos junto al río dignos, un hotel singularísimo en un viejo convento franciscano, donde no se sabe si admirar más lo que queda del antiguo claustro, las exposiciones polvorientas de animales disecados o el aire tranquilo de este rincón de la ciudad. También hay un restaurante magnífico cuya cocinera vasca no sabe donde está Kassel ni qué significa Documenta, pero cuando usted se sienta nadie le va a vender motos sino que le ofrecerán de comer sin esa variante posmoderna de la estafa, que consiste en hacerle vivir una experiencia.
En La Vasca de Miranda lo que pida se lo traen y además sabe, y muy bien, a lo que ha pedido y no a otra cosa. También tiene unos barrios nuevos trazados a cordel, y muchos niños; en pocos sitios he visto tantos niños como en Miranda de Ebro, es decir, que hay mucha gente joven, trabajadora y con posibles.
En Miranda se nota que corre mucho dinero; basta ver las tiendas. Me reconozco voyeur y flâneur de escaparates. Gracias a eso descubrí en Miranda la única librería que he conocido en mi vida donde la mitad de la tienda está dedicada a libros, y en abundancia, (aquí encontré un muy documentado trabajo sobre el campo de concentración para presos políticos de Miranda de Ebro, que duró hasta 1947), pero en la otra parte sólo venden bolsos de lujo para señoras. No creo que haya otra igual y es posible que eso diga mucho de esa ciudad que todo el mundo ve desde la autopista y apenas si se paran a conocerla.
La ignota intención de un grupo de investigadores de la ONU ha llevado a escoger Miranda de Ebro como una de las tres ciudades españolas donde hacer un estudio sobre el consumo de cocaína. Las otras dos son Aranda de Duero y Madrid, por razones que se me escapan. Según estos expertos, Nueva York sigue siendo el centro mundial del consumo de cocaína.
Pero lo que ha dejado perplejos a los pocos ciudadanos que aún pueden quedarse perplejos por algo, es que Miranda de Ebro ocupe el segundo lugar del mundo, proporcionalmente, en el consumo de coca. Y lo que aún llama más la atención, España es el principal consumidor de cocaína del planeta, lo que desde luego llevará a todos los que viven de negar la evidencia a protestar airados, empezando por el alcalde de Miranda de Ebro y siguiendo por la ministra española del ramo, quien después de llevar una campaña demencial contra el tabaquismo guardará un silencio de rigor sobre la cocaína: ¡eso son palabras mayores! No es igual de fácil joder a los fumadores de a pie que afectar a la multinacional de la coca o reducir los beneficios de los gigantes del automóvil, que contaminan más que un cartón de cigarrillos.
Confieso que a mí las razones por las que la gente consume cocaína me interesan poquísimo, o para ser sincero, lo mismo que admitir que hay quien consume alcohol, fútbol patriótico - una patología que afecta a las meninges y con consecuencias irreversibles de idiocia-, culturismo, pornografía, hachís, fundamentalismo religioso, coleccionismo de miniaturas, y un largo etcétera que alcanza hasta los consumidores de revistas del corazón y programas basura televisivos, auténticos inadaptados sociales, de difícil recuperación. Lo que de verdad me inquieta, y de una manera que tiene que ver con nuestra propia vida y el funcionamiento de una sociedad abierta y democrática, es todo lo que rodea
a la cocaína. La industria y comercialización clandestina de la droga, es decir, la mafia. Si tenemos en cuenta que no sólo por el consumo sino por el tráfico de drogas España representa un lugar privilegiado para las organizaciones mafiosas, lo que debemos preguntarnos es cómo esto impregna nuestra sociedad. Aunque no nos atrevamos a explicarlo negro sobre blanco es indudable que la gran burbuja inmobiliaria está vinculada al éxito económico mafioso; necesidad de blanquear dinero, inversiones a muy corto plazo y alta rentabilidad.
Las costas españolas son un vivero de mafiosos; las del Mediterráneo alcanzan cotas insospechadas. (Ya sé que es difícil que alguien lo haga, pero yo propondría un reportaje, una serie de artículos sobre todos y cada uno de los pueblos con alcalde corrupto, sometido a la justicia y en algunos casos en vísperas de entrar en prisión, que han sido revalidados en las recientes elecciones por sus propios pueblos, incluso con mayores apoyos en votos de los que habían tenido nunca. Esto sí tiene una explicación y es muy simple: ¡A mí qué me importa dónde roba el dinero, si también me beneficio!)
La historia de Miranda de Ebro y de la cocaína es reciente, y si la pongo aquí es para incorporarla a la intención de ensalzar un libro de lectura obligada y audaz en todo - redacción, concepción y hasta ideas-. Si algo cabe reprocharle es tan sólo una palabra, la que hace el título. Gomorra, de Roberto Saviano (Debate, 2007). A mí, la evocación de la bíblica Gomorra no me dice nada respecto a la Camorra napolitana, pero fuera de eso estamos ante un trabajo excepcional, escrito con el corazón y con la cabeza, cosa nada fácil, que se lee de un tirón sin salir de esa mezcla de cotidianidad y perplejidad que provoca el mundo de la delincuencia organizada y de altos vuelos. Esa aleación de la alta tecnología en la búsqueda del máximo beneficio, sumada a la brutalidad sangrienta de la criminalidad mafiosa, llamémosla así, para entendernos, aunque aquí tratemos de los camorristas de la Campania y no de Sicilia. Porque lo más valioso del relato fascinante, desoladoramente fascinante, de Saviano es que no hay reparto de papeles; eso de que unos caballeros impolutos vestidos de Armani y una chicas con diseños de Prada viven en un mundo mafioso elegante, mientras que otros ejecutan, abren en canal, despedazan, ahogan, estrangulan, vuelan a sus adversarios con bombas de mano… No, nada de eso. Son los mismos. El tipo con Armani y la chica de Prada, ni se cambian de ropa para hacer su trabajo de casquería humana, porque el trabajo es la parte más importante de su vida. Es el negocio.
El tráfico de droga es el negocio más rentable del mundo. No hay nada parecido, ni siquiera la venta de armas. Roberto Saviano escribe muy bien y es capaz de hacer capítulos tan insólitos como el titulado Kalashnikov que es un prodigio de sarcasmo y de conocimiento del mundo camorrista. Y es muy instructivo, porque nos explica a los españoles cómo se reparte la península en familias de la Camorra, y cómo pueden vivir en Barcelona sin que les molesten, por más que tengan un centón de cadáveres sobre sus espaldas, y por qué las grandes superficies son la fórmula de blanqueo de capitales más eficaz, lo cual podría ser una explicación a por qué Asturias tiene la concentración de grandes superficies más alta de Europa, aseguran, lo que me permite sugerir, ahora que se da mucho el hermanamiento de ciudades por curiosas afinidades, que Miranda de Ebro y Avilés, por ejemplo, se hermanaran. ¿Cuánto dinero negro se produce en Miranda de Ebro… y en Avilés, y en la ex-cuenca minera asturiana, para destinarlo a invertir en las lavadoras financieras del blanqueo?
Es una traumática gozada el leer esta Gomorra de Roberto Saviano. Suculenta en historias patéticas e hilarantes. La del jefe de la camorra, el boss multiasesino Francesco Schiavone, alias Sandokán, que reconviene desde la cárcel a un periódico “le ruego que no incurra en el error de convertir su diario informativo en un periódico sensacionalista, que inevitablemente perdería credibilidad”.
Ni el más audaz escritor podría imaginar una escena igual. Y qué decir del famoso Nuncio De Falco, detenido en el Intercity Valencia-Madrid, a la altura de Albacete, gran asesino con negocios en medio planeta. ¿A que no saben ustedes a quién contrató como abogado? Pues a Gaetano Pecorilla, presidente en el Parlamento italiano de la Comisión de Justicia. ¿Y que me dicen del caso de Nino Manfredi? ¿Se acuerdan de ese actor que nos emocionó tanto? Pues muy sencillo, un día la cúpula de la Camorra decidió que la mansión de Manfredi en la costa era ideal para ellos y sus tráficos, y se la quisieron comprar. Y él no vendía. Y cuando estaban a punto de hacerle esa proposición que le iba a costar la vida, el hábil Manfredi salió en la televisión y lo contó todo. Entonces todos sonrieron y dijeron aquello tan propio: exagera y se hace autopropaganda. Porque el cine está presente en el mundo de la delincuencia organizada, son auténticos cinéfilos. Imitan a Robert de Niro, a Marlon Brando, y ahora, como los gustos han bajado mucho, el ídolo es Tarantino. Genial el comentario de un experto en balística de la policía italiana cuando explica que ahora las balaceras mafiosas han perdido eficacia porque disparan imitando a los actores de Tarantino, es decir, hacia abajo, y eso les hace perder potencia de fuego.
¿Por qué nosotros no tenemos ni un solo libro que echarnos a los ojos sobre nuestras mafias nacionales? Ni uno, que se dice pronto. Me imagino la respuesta del editor, muy comprometido él con todos los negocios del mundo. “Porque nosotros, amigo, no tenemos mafias locales; todo viene de Italia. Nosotros nos limitamos a invertir su dinero”. Por cierto, nadie va a osar preguntarse qué significa ser el primer país del mundo en consumo de cocaína. Alguien, después de tomarse la segunda raya del día, tendrá que decírnoslo.

La Camorra napolitana

La Camorra Napolitana; cuyo nombre es sinónimo de violencia..
Nació a principios del siglo XX en Nápoles y desde entonces da qué hablar por la cantidad de asesinatos que la rodean; se trata de una amalgama de bandas (familias) sujetas a constantes cambios derivados de la lucha de los camorristas por el control de sus propios grupos.
Únicamente cuando, de tanto en tanto, surge algún camorrista con madera de líder, logran una unidad de criterio que la convierte en una organización tan potente y poderosa como La Cosa Nostra. Sin embargo, la tradición indica que estos cabecillas logran mantenerse vivos poco tiempo, de modo que ahí radica la debilidad de la Camorra y su constante baño de sangre.
Dice Vargas Llosa que La Camorra "es un nombre genérico para sinnúmero de familias que, a veces, trabajan unidas en alianzas para negocios específicos, o que dominan territorios o actividades concretas y diferenciadas -inmigración clandestina, prostitución, falsificación de productos de lujo, drogas, casinos, escorias tóxicas, etcétera- y que, de tanto en tanto, entran en conflicto y se aniquilan en guerras de una ferocidad indescriptible (...) Nadie ha utilizado mejor que la Camorra los horizontes que abre a la economía la globalización ni ha aprovechado mejor las nuevas tecnologías."¨
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Detenidos 30 integrantes de la camorra italiana
Entre los arrestados se encuentran cuatro jefes de la organización, dos de ellos responsables del asesinato de seis inmigrantes africanos
AGENCIAS - Nápoles -
Publicado en el portal de EL PAIS (www.elpais.com) 30/09/2008;
La policía italiana ha llevado a cabo dos operaciones en contra del poderoso clan Casalesi de la camorra napolitana, en las que logró detener a 30 mafiosos, entre ellos cuatro importantes jefes de la organización delictiva, y ha emitido medidas cautelares contra 70 delincuentes ya encarcelados o esperando juicio, han informado fuentes de la Dirección Central contra la Criminalidad. Entre los arrestados se encuentran los importantes estrategas de la organización, Alessandro Cirillo, Oreste Spagnuolo y John Letizia, los dos últimos considerados responsables del tiroteo registrado el pasado 18 de septiembre en Baia Verde, donde seis inmigrantes africanos fueron asesinados.
En la operación policial, en la que intervinieron cerca de 600 agentes entre policías e integrantes de la Guardia di Finanza (policía fiscal), se han confiscado inmuebles y otros bienes en la provincia de Caserta, en las regiones de Lazio (cuya capital es Roma) y Toscana por valor de cien millones de euros. Las medidas cautelares incluyen acusaciones de asociación delictiva, extorsión y homicidio, ha confirmado el oficial de policía Rodolfo Rupert.
Golpe a Sandokán
Las autoridades han detenido también a Giuseppina Nappa, de 48 años, esposa de Francesco Schiavone, conocido como Sandokán, y que sigue siendo considerado el jefe del clan a pesar de estar encarcelado desde 1998. Nappa está acusada de chantaje y encubrimiento, y de cobrar el dinero que la organización criminal asegura todos los meses a los familiares de los miembros encarcelados del clan.
Cirillo, Spagnuolo y Letizia fueron detenidos en un chalé de la localidad de Licola, cercano a Castelvorturno, a 43 kilómetros de donde se registró el tiroteo en el que murieron los seis inmigrantes ganeses y el dueño de un local de videojuegos. Los jefes detenidos son considerados miembros del ala dura y los agentes se han incautado de varias pistolas de gran calibre y metralletas.
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La Camorra mata a seis africanos y desata una rebelión de inmigrantes
Un ajuste de cuentas por el narcotráfico causa disturbios en la región de Nápoles
MIGUEL MORA - Nápoles -
Publicado en el portal de El Pais( www.elpais.com) 20/09/2008,
Jueves por la noche, Nápoles y toda la región de la Campania están pendientes del retorno a la UEFA del Napoli después de 10 años de sequía. A los pocos minutos de comenzar el partido, en Baia Verde, un pueblo cercano a Caserta, Antonio Celentio, de 53 años, propietario de una sala de juegos, muere a consecuencia de 60 disparos, muchos de ellos en la cara.
Veinte minutos más tarde, "en el segundo gol del Nápoles", según algunos testigos, seis o siete sicarios armados con dos metralletas y varias pistolas disparan más de 130 proyectiles contra inmigrantes africanos, que, en ese momento, estaban dentro de una pequeña sastrería. Dos de ellos, Samuel Kwaku, de 26 años, y Adam Cristhofer, de 28, son alcanzados mientras intentan huir hacia un coche. Otro más, aún no identificado, muere al volante del vehículo. Un cuarto, Julius Francis Antwi, de 31 años, cae mientras trata de abrir la puerta del Alfa 145. Erik Asserem Ieboa, de 25 años, que estaba fuera del local, y Alex Jenes, de 28 años mueren también, el primero en el acto, el segundo ayer por la mañana en el hospital. También resulta herido de gravedad Joseph Ain Bora, de 24 años. Los inmigrantes, originarios de Ghana, Liberia y Togo eran vendedores de droga. La refriega de tiros atrae inmediatamente al lugar, un barrio de extracomunitarios, a un grupo de africanos que comienza a increpar a la policía según aparece. Patadas, puñetazos, empujones, vuelco de contenedores de basura, insultos y gritos de "italianos bastardos".
Ayer, desde primera hora de la mañana, la comunidad africana de la localidad de Castelvolturno se lanzó de nuevo a la calle para protestar y pedir justicia. La manifestación derivó en una auténtica guerrilla urbana, con barricadas, numerosos coches volcados y lanzamiento de piedras. Unos 300 inmigrantes armados con palos rompieron los cristales de algunas tiendas, tiraron piedras contra las ventanas de varios inmuebles y la emprendieron contra semáforos, señales y todo lo que encontraban a su paso.
Las tiendas estuvieron cerradas todo el día, y los vecinos metidos en sus casas, mientras la lluvia caía sin cesar. La tensión se palpaba incluso en el cercano pueblo de Lago Patria. Un gran despliegue de policía intentaba evitar que lleguen más africanos al lugar y estalle la guerra de los pobres entre africanos y casertanos.
El escenario de la masacre es el territorio del clan de los Casalesi, el más poderoso y sanguinario de la Camorra, la mafia globalizada que domina Nápoles y su región. La primera hipótesis de la policía es que se trata de "un feroz" castigo porque los africanos querían vender droga sin pagar la "tangente", sin respetar las reglas impuestas por la Camorra.
Esta vez, a diferencia de otros crímenes mafiosos locales, hay varios testigos. Unos africanos afirman que vieron a los asesinos llegar en un coche con luces de policía en el que iban cuatro hombres. Otros aseguran que los sicarios portaban chalecos de los carabineros.
"Sois unos racistas. Nosotros no tenemos nada que ver con la Camorra, trabajamos de la mañana a la noche", gritaban ayer los amigos de las víctimas. Delante de la sastrería, el tío de una de ellas se desesperaba ante las cámaras de televisión: "Mi sobrino nunca ha hecho nada malo. Nosotros no somos camorristas".
Ante el local de la matanza, situado en una carretera nacional, la vía Domiziana, que une Roma con Nápoles desde los tiempos de los romanos, se levantaba una barricada con contenedores de basura, colchones y muebles viejos.
El alcalde, Francesco Nuzzo, trató de calmar a los inmigrantes, sin éxito. "Están descontrolados, temo alguna cosa grave", dijo por teléfono al jefe de la policía de Caserta, Carmelo Casabona. Unos cuantos inmigrantes intentaban poner fin a los desmanes. "Algunos han bebido, por eso se comportan así", explicaba una mujer.
El Comité provincial para la Seguridad, reunido con carácter urgente, definió la situación como "alarmante". El delegado del Gobierno, Ezio Monaco, no descartó la intervención del Ejército. "Lo que ha sucedido es el máximo. Nos enfrentamos a una emergencia criminal", señaló.
Recomiendo:
http://fredalvarez.blogspot.com/2008/09/gomorra.html

El general y el abogado

El general y el abogado/Jorge Sánchez Cordero, activista en el 68, abogado de profesión, notario público.
A Heberto Castillo Martínez,
Ingeniero Cívico
In memoriam
Los sueños son hipótesis que únicamente
conocemos a través del recuerdo.
Paul Valéry
(Traducción libre del autor)
El movimiento del 68 continúa siendo enigmático y durante estos últimos tiempos se le ha ido atribuyendo toda clase de desventuras: haber propiciado en las prácticas públicas y privadas
un relativismo intelectual y moral, o bien haber postulado un laxismo nihilista en las costumbres y destruido simultáneamente el principio de autoridad, los valores colectivos y las jerarquías que se estiman tanto naturales como necesarias. Resulta por lo tanto imperativo liquidar por aberrantes y peligrosas las secuelas del movimiento del 68 y pugnar por la restauración de la "sacrosanta autoridad" (Gobille, Mai 68, Éditions La Découverte).
Ello nos obliga a una reflexión y a repasar algunos de los sucesos del movimiento del 68. Resulta propicia la oportunidad que nos ofrece el aniversario de los 40 años del movimiento para dar cuenta de algunos de sus sucesos, no con un propósito político, sino dentro del desarrollo de un análisis histórico, que lo amerita, dada la relevancia que tuvieron estos eventos en el ámbito universal en la última mitad del siglo XX (Dominique Damamme, Fédréque Matonti y Bernard Pudal, Mai Juin 68, Les Éditions de l'Atelier, 2008).
El movimiento del 68 trascendió a todas las esferas sociales y alteró sustancialmente el poder político, y México no fue la excepción. En la época, dominados por la confusión natural suscitada por un fenómeno colectivo tan imprevisto como profundo, los pronunciamientos sibilinos no se escatimaron: "crisis de la civilización" (Malraux y Pompidou), preludio de una "revolución" social y política, "crisis o revuelta de la juventud", "advenimiento del individualismo hedonista y narcisista contemporáneo", "conflicto de generaciones", "conflicto de clases con una tipología específica" o bien "conflicto de clases tradicional".
El movimiento del 68 empero fue una crisis histórica y una ruptura herética en contra del orden establecido, que puso en predicamento la arbitrariedad de un orden social enquistado en los hábitos mentales, en las prácticas cotidianas y en las ideologías. Lo fue porque individuos y grupos sociales se convirtieron en actores de las transformaciones sociales que silenciosamente se gestaban. Esta generación, con frecuencia llamada generación del 68, cristalizó esta evolución y se convirtió en la vocera del cambio.
El común denominador en el ámbito universal del movimiento del 68 fue la insubordinación, imbuida de racionalidades y de lógicas, de ideas lúcidas e ilusiones, de intereses y de pasiones, de creencias y de razones (Jean-Pierre Le Goff, Mai 68, l'heritage imposible. Éditions La Decouverte).
Mis experiencias en este movimiento continúan provocándome un torbellino de sentimientos, que imaginaba totalmente sepultados, muchos de ellos confusos, quizá porque se encuentren ya desdibujados por el paso del tiempo.
Imposible que mi ánimo permanezca en un contexto objetivo; no puedo, pero tampoco lo deseo. He defendido y seguiré defendiendo mis utopías; he profesado y seguiré profesando la fe en mis ideales; he compartido y seguiré compartiendo mis sueños de libertad.
Las turbulencias del movimiento estudiantil del 68 me tomaron por sorpresa en la preparatoria del Colegio Alemán, en esa época imbuida fuertemente por la socialdemocracia alemana, encabezada por Willy Brandt. Irremediablemente me involucré en el movimiento estudiantil. Fue mi primer encuentro con una realidad que me rodeaba, pero cuyas entrañas desconocía completamente.
El movimiento estudiantil del 68, de vocación universal, tuvo en sus entornos específicos características propias, más aún el mexicano. Las protestas y los disturbios se expandían en forma inquietante para el establishment. Praga, Chicago, París, Tokio, Belgrado, Roma, Santiago de Chile, figuraban en la lista conspicua de ciudades por cuyas calles deambulaba incesantemente el espectro de conjuras. Las utopías gobernaban nuestras ilusiones como estudiantes.
Quizás el movimiento mexicano del 68, como lo afirmara Octavio Paz, se acercaba más a los movimientos estudiantiles en los países que se denominaban en la época como los Estados del Este europeo, con una especificidad fundamental: controvirtió a otra burocracia, la burocracia corporativista mexicana congregada en torno al Partido Revolucionario Institucional, y combatió la política exterior estadunidense, sepultada en el fango del río Mekong en Vietnam. En ese sentido el movimiento del 68 mexicano puede ser calificado de esencialmente nacionalista.
Todos sufrimos la represión del 68, unos y otros en forma diversa; todos, sin embargo, experimentamos la fractura de la sociedad mexicana, con la misma intensidad. La sociedad mexicana se vio obligada a pregonar dogmas como pocas veces en su historia. La claudicación de las ideas era la premisa del diálogo; su afirmación tuvo como respuesta las bayonetas; el apotegma del movimiento estudiantil francés del 68: il est interdit, d'interdire (está prohibido prohibir) fue considerado como elemento de convicción de disolución social; la juventud era per se síntoma de sospecha; la falta de reverencia al presidente de la República fue considerada prueba concluyente de subversión; la búsqueda de democracia y la defensa de la libertad de expresión eran los componentes de los disolventes de las estructuras del Estado mexicano. Al libre albedrío se le antepuso el dogma del Estado como el mejor y único guardián de las conciencias mexicanas. A la demanda estudiantil de democratización el Estado mexicano, como lo expresara Paz, contestó con la retórica "revolucionario-institucional" y con la violencia física, muy recurrida y altamente preciada en la época por la burocracia mexicana.
El contexto era claro: la aversión que provocaba en una sociedad como la nuestra cualquier atisbo de crítica. La expresión de disidencia intelectual, por menor que fuera, se convertía en forma instantánea e irremediable en una querella personal.
Ante la ausencia de propuestas democráticas, el Estado mexicano abdicó de ellas y recurrió a su lenguaje totalitario usual: La represión como forma de inhibición de toda forma de expresión y la prisión como lugar idóneo para silenciar las ideas, síntoma inequívoco de ausencia de legitimidad democrática y de gran debilidad moral.
El 2 de octubre se terminó el movimiento estudiantil y ese día culminó una época de la historia de México. Una simple reunión estudiantil, y no una manifestación como se argumentó, en Tlatelolco, que es una plaza pública, era la oportunidad para castigar ejemplarmente la insubordinación. La ferocidad del autoritarismo mexicano, anteriormente soterrado, lucía orgullo con todo su esplendor. La crónica de Elena Poniatowska La Noche de Tlatelolco, escrito siguiendo el criterio de la propia autora como un collage de testimonios de historia oral, da puntual cuenta de este evento. Este libro, enormemente pasional, no podía ser diferente, muestra con gran elocuencia una ruta de utopía que distinguió al movimiento del 68.
Heberto Castillo Martínez, uno de los grandes líderes morales del movimiento, no fue menos elocuente; sus palabras resultaron ser premonitorias: "... se trata de convencer a una sociedad de que hay caminos y de que, si éstos no existen, se hacen al andar. Que lo más peligroso es el inmovilismo o la intentona de echar para atrás el andar del tiempo, agitado y nervioso, de la República. Que esa es la manera más fácil de provocar la violencia en una sociedad autoritaria en sus costumbres políticas, rígida y en sus malos momentos, desvertebrada..."
La ironía de la vida me hizo asistir, como amanuense, a la redacción de la última voluntad del general Hernández Toledo, que tuvo a su cargo los eventos de Tlatelolco en el 68, en el Hospital Militar de la Ciudad de México. Mi padre, en la época titular del despacho de una notaría pública, convocó a quienes servíamos como amanuenses para acompañarlo en la diligencia; al hacerlo nos garantizó el respeto al ejercicio del derecho de conciencia, que merecíamos. La confrontación de nuestros principios era correlativa; cómo conciliar los principios rectores de la asistencia jurídica obligada, inherente al ejercicio profesional, a la que todos tienen derecho y a la que los abogados estamos obligados, con la condena moral a quienes habían encabezado contra mi generación, la represión. Opté por el cumplimiento de mi deber como abogado. Pero más aún, era una oportunidad para reconciliarme y poder sepultar los fantasmas que se negaban a abandonarme. Haberlo hecho diferente era darle la razón a las ortodoxias que empezaban a enraizarse en los espíritus mexicanos, contra las que precisamente habíamos combatido con determinación y las que hoy han atrapado a la sociedad mexicana. Estas ortodoxias, repulsivas por sus postulados de verdades únicas e incontrovertibles, se han apoderado de nuestros espacios, para dirimir sus disputas y los han convertido en el escenario de sus campos de batalla.
Lo relevante de la anécdota, el resto se encuentra sujeto al secreto profesional al que me encuentro obligado, es la catarsis en la que nos encontramos inmersos un general del Ejército mexicano, que estaba próximo a enfrentar la muerte, y un joven estudiante de leyes, que él sabía pertenecía a la generación de mexicanos cuyas utopías habían quedado sepultadas en los eventos trágicos del 2 de octubre. Terminé de manuscribir su última voluntad. Al término de su dictado, le di lectura pausadamente y en voz alta como lo ordena la ley. Se dio cumplimiento a la solemnidad del acto; concluido éste no reparé en identificarme como militante del movimiento del 68 y hacer profesión de fe de mis utopías.
Fueron momentos de mucha intensidad; escasos en palabras; su gesto adusto y su mirada fueron lo suficientemente elocuentes; la vida se le escapaba frente a uno de esos estudiantes ilusos, quien hacía poco tiempo deambulaba entre pupitres desordenados, que él había confundido con barricadas. El general Hernández Toledo, siempre con su aura marcial, imperturbable me tendió su mano y con la candidez de la juventud le correspondí con la mía.
El notariado era un santuario, en contra de los amagos y acechos del Estado. Quizá por ello hice de esta profesión un entorno natural. Coadyuvé, con otros muchos colegas de todos los orígenes, provenientes de nombres tan ilustres como Manuel Borja Martínez, en la creación de partidos políticos, especialmente los de la izquierda. En la época estaba en vigor la Ley Federal de Organizaciones Políticas y Procesos Electorales (LOPPE). Los partidos políticos debían fundarse mediante asambleas en las que la función notarial tenía una participación relevante. El secretariado de la antigua Comisión Federal Electoral por disposición de la ley le estaba atribuido al notariado.
La lucha democrática se insertaba en lo sucesivo en un contexto diferente. Una vez liberado el voto ciudadano o para expresarlo mejor, cuando el voto mexicano resultó eficiente, el resultado era por demás previsible. Las primeras elecciones en este nuevo contexto no dejaron lugar a dudas: fueron las elecciones más controvertidas en la época posmoderna de nuestro país.
El movimiento del 68 proviene de una racionalidad diferente a la prevista por los cánones existentes en la época: la incertidumbre que infundió en las prácticas ordinarias, la fractura herética de las verdades vigentes, provocadas por la contravención del conjunto de regulaciones sociales y políticas y de las formas permitidas en las que había que conducir las protestas.
Es justo hacer una precisión que anima estas líneas. La crítica coyuntural y las ciencias sociales están regidas por lenguajes diferentes. La primera es esencialmente política, intenta transformar la realidad y su método es la influencia en la movilización colectiva. El lenguaje de las ciencias sociales es científico, trata de analizar los fenómenos sociales y participa de la paciente reconstitución y análisis riguroso de los hechos. Pero, como bien lo expresa Gobille, ambas perspectivas, diferentes como son, proponen simultáneamente una perspectiva fresca y nueva, desnaturalizan lo que parece natural, cuestionan lo que parece dado, muestran que las evidencias más tenaces no resultan ser en realidad más que construcciones sociales y sedimentos históricos en las que las normas aparecen como "normadas" y no como "normales". En suma, ambas, crítica coyuntural y ciencias sociales, son formas de desfatalizar el mundo.
El movimiento del 68 hizo posible la construcción de comunidades de utopías, del retorno a la naturaleza, de rehacer la relación pedagógica, de liberar las costumbres y de precipitar la emancipación femenina. La incorporación de estos hábitos heterodoxos en nuestras prácticas cotidianas, constituyen las herencias insospechadas y nunca escuchadas del movimiento del 68 y forman la historia desconocida de la verdadera posteridad del movimiento.

LEA

El criminal sobreviviente/Miguel Angel Granados Chapa
Publicado en Proceso (www.proceso.com.mx); No. 1665, 28/09/2008;
Gustavo Díaz Ordaz murió el 15 de julio de 1979, Marcelino García Barragán el 3 de septiembre siguiente, Alfonso Corona del Rosal el 7 de enero de 2001. Luis Echeverría, subordinado del primero, compañero de gabinete de los dos restantes, los ha sobrevivido. Es el único miembro del gobierno que asesinó a cientos de jóvenes el 2 de octubre de 1968, hace 40 años, que vive aún.
Con gran sentido escenográfico, Echeverría se preparó una coartada que le permitiera aparecer ajeno a lo que después llamaríamos la matanza de Tlatelolco. Por supuesto que no sólo estaba al tanto de lo que haría el equipo de Díaz Ordaz para descabezar al movimiento estudiantil y popular sino que por interpósita persona participaba en la planeación y puesta en práctica de la estrategia presidencial.
El capitán Fernando Gutiérrez Barrios, director federal de Seguridad y enlace de Gobernación con el Ejército, entregó directamente al secretario de la Defensa, general Marcelino García Barragán, las llaves de los departamentos del edificio Chihuahua, en la Unidad Nonoalco Tlatelolco en que militares vestidos de civil se ocultarían para aprehender a los miembros del Consejo Nacional de Huelga (ver Parte de guerra, de Julio Scherer García y Carlos Monsiváis).
En presencia de Gutiérrez Barrios, en la mañana de aquel miércoles funesto García Barragán dijo a los generales de su plana mayor que el secretario de Gobernación le había informado que el Comité de Huelga "tiene convocado para hoy un mitin en la plaza de Tlatelolco y que al terminar éste se dirigirán a las instalaciones del Politécnico para tomarlas, quitándoselas a los soldados que las custodian... para hacer abortar esta acción se ha decidido, por el mando del ejército, disolver el mitin de Tlatelolco, capturando al Comité de Huelga..."
O sea que Echeverría no sólo estaba al tanto de los acontecimientos, sino que él mismo ofrecía información a la Defensa, y la DFS, bajo su dependencia, aportaba los elementos materiales para aplicar la estrategia militar. Y sin embargo, montó una escenografía para mostrarse ignorante de la tragedia que estaba ocurriendo no lejos de su despacho en Bucareli, en la Plaza de las Tres Culturas. Invitó a tomar café, y a conversar tranquilamente al pintor David Alfaro Siqueiros y a su esposa Angélica. Era una pareja conspicua en todas partes, sobre todo en Gobernación. El muralista había salido recientemente de la cárcel, a que lo condujo una represalia política del presidente Adolfo López Mateos, instrumentada por su secretario Díaz Ordaz, para castigar el activismo del artista que precedió a López Mateos durante su viaje a Sudamérica en una campaña de denuncia que desdoró la imagen que el mandatario mexicano buscaba proyectar.
Echeverría era un funcionario extremadamente cauteloso. No hubiera dado un paso como recibir a Siqueiros en su oficina sin notificarlo a Díaz Ordaz. Lo contrario hubiera significado una deslealtad, pecado supremo en deificación presidencial que el secretario de Gobernación no se hubiera atrevido a cometer. Tampoco se hubiera permitido dar la apariencia de frivolidad -hacer vida social, relaciones públicas- mientras una porción de los habitantes de la capital vivía en vilo por las movilizaciones juveniles, que generaron una represión cuyo tono iba en aumento hasta llegar a la ocupación militar de los predios del Politécnico y la Universidad Nacional.
En todo ello participaba Echeverría, cuidadoso siempre de mostrar fidelidad a su jefe, intuyendo o averiguando hacia dónde quería éste dirigirse para coincidir con él, para hacerle saber que en su reemplazante en Bucareli el presidente no sólo tenía un eficaz colaborador sino también, y sobre todo, un sucesor que continuaría su política de firmeza frente a la agitación comunista y quien le evitaría cualquier intento futuro de revisar sus actos. En esa identificación plena con Díaz Ordaz fincó Echeverría el trabajo político que lo condujo a sucederlo. Por eso puede decirse que su triunfo al ser ungido candidato presidencial se erigió sobre las tumbas de las víctimas de Tlatelolco.
En Los presidentes, el propio Julio Scherer ofreció otra prueba de la participación central de Echeverría en la noche de Tlatelolco. Cuando el estruendo de las balas no había cesado aún, el secretario de Gobernación se aseguraba de que la información sobre el suceso funesto correspondería a los intereses del gobierno y los suyos propios. En un "telefonema urgente", mintió al flamante director de Excélsior (elegido apenas un mes atrás) al informarle que había una batalla entre militares y estudiantes, en la que "caían sobre todo soldados, y a punto de colgar el teléfono había dejado al aire la frase amenazante: ¿Queda claro, no?".
A pesar de que en el otoño de 1968 faltaba un año entero para que Díaz Ordaz resolviera su sucesión, es seguro que el presidente la tuviera en la cabeza al encarar la crisis que su paranoia achacaba a la conspiración comunista destinada a desprestigiar a México en las vísperas de su debut internacional como nación potente, capaz de organizar unos juegos olímpicos. Ganó el premio quien supo sintonizarse con el temperamento presidencial. Lo intentaban todos, cada uno a su modo. Emilio Martínez Manautou, secretario de la Presidencia, simulando que creía en las ofertas de diálogo que Díaz Ordaz formulaba de dientes para afuera y mostrándose por ello conciliador y cercano a intelectuales que hubieran podido bendecir al gobernante feroz una vez concluido su sexenio. Alfonso Corona del Rosal, por su parte, suponía acaso que su doble vertiente de militar y político podía servir como bisagra, que asegurara el acercamiento con los universitarios basado en la intransigencia que era grata al Presidente, consustancial a él mismo.
El escogido fue Echeverría. Corona del Rosal quedó retirado de la política concluida su gestión en el gobierno de la ciudad de México. Después de ser senador y gobernador de su estado, ocupante de dos carteras en el gabinete presidencial, su jubilación llegó a tiempo. No así la de Martínez Manautou, que había saltado casi de la nada (un puesto en la política provinciana) a la Secretaría de la Presidencia. Alejado de la vida pública mientras gobernó Echeverría, resucitó para ocupar, impulsado por el José López Portillo que había sido su colaborador, la secretaría de Salubridad y el gobierno de Tamaulipas.
A su vez, Echeverría trocó su mutismo en verborrea y la sumisión en altanería, que desafió a un cada vez más perplejo Díaz Ordaz, a quien resultó difícil entender que se había equivocado y escogido para sucederlo a quien fingió ser lo que no era. Se sabe que por lo menos una vez, en noviembre de 1969, cuando el candidato que él había ungido le formuló un reproche no por indirecto menos corrosivo (el minuto de silencio en Morelia por la muerte de estudiantes y soldados en Tlatelolco), Díaz Ordaz pensó en revisar su decisión y desposeerlo de la candidatura. Lo que son las cosas: el hombre que ordenó la matanza del 2 de octubre no tuvo ánimos para disponer de la vida de quien sería su sucesor, como ocurriría años más tarde.
Muertos cada uno de los otros protagonistas del crimen de Tlatelolco, sólo sobrevive Echeverría. Resiste aún los afanes, que le resultan inconcebibles, de juzgarlo por el genocidio que cometió entonces y prolongó en los años de su propia presidencia. No irá nunca a la cárcel, pero la historia no lo ha absuelto, no lo absolverá.

Incomoda a diputados vigilancia del CISEN

¿Entonces, lo que dijeron los demás legisladores?
Recomiendo columna de Ricardo Alemán: Itinerario Político (abajo)
Incomoda a diputados vigilancia externa
Nota de Juan Arvizu
El Universal (www.eluniversal.com.mx) 30 de septiembre de 2008;
PAN, PRI y PRD en la Cámara de Diputados se declararon a favor de verificar con sus métodos de control internos la honestidad de sus candidatos para 2009, a fin de no postular aspirantes financiados por el narco, con lo que rechazaron la propuesta de que sea el Cisen el órgano que analice la vida y finanzas de sus políticos.
El tema resultó incómodo para el coordinador del PAN, Héctor Larios, quien dijo que “los partidos tienen que tener las válvulas de control para poder detectar cualquier cosa de este tipo (el dinero de los narcos en campañas electorales)”.
En cambio, el priísta Luis Enrique Benítez Ojeda, de la comisión de Justicia, señaló que ante todo al Cisen hay que fortalecerlo, ver cuál será el nuevo Centro que investigue y prevenga acontecimientos como los de Morelia.
“No creo que sea la responsabilidad del Cisen, vigilar que los partidos no se involucren con el narco o que no haya dinero de los cárteles en las campañas o actividades de políticos”.
En tanto, Gerardo Villanueva, presidente de la Comisión del DF, dijo que el narcotráfico en México maneja miles de millones de pesos en el sistema financiero, con el cobijo del aparato gubernamental.
El perredista se pronunció por que el Cisen cumpla su trabajo en esa instancia, en el ataque a la actividad delictiva. “El Cisen tiene mucha chamba y la debería de hacer antes de estar acusando a la clase política (de colusión con el narco), y de por sí está bastante podridita”.
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Columna Itinerario Político/Ricardo Alemán
Publicado en El Universal, 30 de septiembre de 2008;
El narco “palomea” a PRI, PAN y PRD
Ayer pedían desaparecer al Cisen; hoy, que los blinde contra el narcotráficoTodos los partidos saben qué gobiernos y congresos ha penetrado el narco
Ahora resulta que ante la posibilidad de que el narcotráfico se meta en las elecciones federales de 2009, todos o casi todos los partidos políticos reclaman la intervención del Cisen, para que impida que sean vulnerados por las mafias. ¿Ante qué estamos?
Son muchas las lecturas, pero en el fondo todo indica que vivimos los estragos de un ataque generalizado de esquizofrenia política, que afecta a todos los partidos con registro, ya que ayer esos mismos partidos políticos reclamaban en coro la desaparición del Cisen, y hoy —también en coro— piden ser blindados por el Cisen.
Una historia que debe ser explicada a partir del 14 de julio de 2008, cuando el prestigiado Financial Times reveló declaraciones de Guillermo Valdés, director del Centro de Inteligencia y Seguridad Nacional —el Cisen mexicano—, según las cuales “el Congreso no está exento de la posibilidad de que el dinero de las drogas se haya infiltrado en las campañas”.
La declaración es verídica. Sin embargo, su publicación parece harto cuestionable ya que si bien Guillermo Valdés convocó a una plática off the record sobre el trabajo del Cisen, las reglas de la plática no habrían sido respetadas por el corresponsal del Times. En todo caso, lo importante parece haber sido el tono de las repercusiones que motivó en la clase política mexicana lo publicado por el diario londinense.
Diputados y senadores de todos los partidos parecieron atacados por un potente virus de celo extremo por la división de poderes. Se desgarraron las vestiduras, se dijeron vulnerados como Poder Legislativo y, ya en el extremo de la esquizofrenia, reclamaron que el director del Cisen dejara su cargo, sin pasar por alto que lo acusaron de su estrecha relación con el presidente Calderón. Ya en el delirio de la esquizofrenia acusaron al director del Cisen de pretender meterse por la puerta trasera en el Poder Legislativo. Y por ello reclamaron su cabeza. “Que sea despedido”, votaron por mayoría en la Comisión Permanente.
Con el tiempo quedó claro que diputados y senadores de casi todos los partidos usaron la información del Times para cobrar facturas y para elevar el costo de las negociaciones políticas del momento —más allá de los pocos resultados del Cisen— y muy pronto todos se olvidaron del asunto.
Pero vino el ataque terrorista del 15 de septiembre pasado, cuando sicarios lanzaron dos granadas a la multitud que festejaba el grito. Ocho muertos, decenas de heridos y un fuerte impacto en la conciencia colectiva que vio rebasadas a todas las instituciones del Estado, debido a la violencia desatada por el crimen organizado y el narcotráfico.
En medio de la revisión colectiva sobre el ataque terrorista apareció la responsabilidad de los partidos políticos en el crecimiento desmedido del flagelo. Aquí preguntamos, en el Itinerario Político del 22 de septiembre: “¿Y la culpa de los partidos en el narco?”. Y dijimos que los dirigentes de PRI, PAN y PRD “saben con pelos y señales quién, dónde y desde cuándo, tal o cual alcalde, diputado local, federal y uno que otro gobernador están metidos en el narco”.
La magia de la esquizofrenia atacó de amnesia a los partidos que de pronto olvidaron el intervencionismo del Cisen, y ante la posibilidad real de que el narco se meta a los partidos en las elecciones federales de 2009 —como lo advirtió Valdés al Times—, todos los partidos reclamaron que el Cisen los ayude para investigar a sus candidatos a puestos de elección popular. ¿Qué tal? Pero esa no es más que una respuesta para lavar manos y rostro ante una realidad que aplasta a todos. Si existe duda, un ejemplo. El 3 de enero de 2007, bajo la firma de Pablo César Carrillo, Excélsior publicó el reportaje —fechado en Turicato, Michoacán— “Edil propone… y el narco dispone”, del que reproducimos las primeras líneas.
“El presidente municipal de Turicato, José Vázquez Piedra, contestó el teléfono y reconoció la voz. Era el presunto narcotraficante Ramiro Castañeda, lugarteniente del cártel del Milenio.
“—Si no puedes pagar el ‘peaje’, hijo de la chingada, renuncia…
“—Yo de plano no puedo. No puedo darles todo el presupuesto…
“—Bueno, vas a entender o te partimos la madre, cabrón…
“Los narcotraficantes habían comenzado a cobrar “peaje” a los funcionarios de primer nivel del municipio, para enfrentar una crisis de dólares. A cada uno le quitaban 10 mil pesos de su sueldo y ahora les exigían 2 millones de un jalón… De hecho, cuando José Vázquez Piedra ganó la candidatura por el PRD tuvo que ir con ellos a pedirles el aval… Todos los candidatos tienen que ir con ellos, sean de PRI, PAN o PRD, aseguró José. Los narcos palomean a todos los aspirantes”. ¿Y qué dicen PRI, PAN y PRD a nivel nacional? Prefieren echarle la bolita al Cisen.

El fracaso de la AFI

Es como si de repente con un cambio de gobierno -en EE UU, claro- cerraran el FBI!
Columna Serpientes y Escaleras/Salvador García Soto
Publicado en El Universal (www.eluniversal.com.mx) el 30 de septiembre de 2008;
AFI: rotundo fracaso
El mismo “genio” que la creó y dirigió cinco de sus siete años de existencia decide desaparecerla. García Luna acepta así su propio fallo y deja muchas interrogantes
En sólo siete años, la Agencia Federal de Investigación (AFI) pasó de ser la “policía moderna y científica” que el país esperaba, a un cuerpo “indeseable, corrompido e ineficiente” que será disuelto. Sus agentes, muchos formados en el extranjero y en cuya preparación el país invirtió millones del presupuesto, serán fusionados y reintegrados a la PFP.
El fracaso de la AFI, uno más en la larga lista de proyectos gubernamentales fallidos, confirma que improvisación y ocurrencias dominan hace tiempo las acciones y políticas en materia de
seguridad. Y explican, en parte, por qué estamos sumidos en la peor crisis de inseguridad y violencia de los últimos tiempos y por qué los delincuentes —narcos, secuestradores, asaltantes, traficantes de personas— se enseñorean por toda la República y sienten que son ellos los que mandan.
Justo cuando el gobierno se ufana de capturar a tres presuntos responsables de arrojar las granadas terroristas de Morelia —sin explicar aún claramente los móviles tras los atentados o si hubo autores intelectuales, quiénes fueron y qué los llevó a atacar a la población civil—, las instituciones de seguridad federales se cimbran con la desaparición de la AFI y agentes federales acusan públicamente a sus jefes, el procurador Eduardo Medina Mora y el secretario de Seguridad, Genaro García Luna.
Creada en 2001 para sustituir a la extinta Policía Judicial Federal, la AFI se presentó en el sexenio de Fox como la “gran solución” a la corrupción, ineficacia e infiltración del crimen en la policía investigadora federal. En cambio de sexenio o de secretario, se entendería que nuevos funcionarios llegaran a “reinventar” con sus geniales ideas —como ha ocurrido históricamente— las políticas, organismos e instituciones públicas.
Pero aquí el mismo “genio” que creó la AFI, y que la dirigió cinco de sus siete años de existencia, hoy decide desaparecerla. Genaro García Luna acepta así su propio fracaso y deja muchas interrogantes. ¿Cómo explica, por ejemplo, que en tan poco tiempo un cuerpo supuestamente con los más estrictos controles en sus integrantes hoy tenga que desaparecer por desprestigio y corruptelas documentadas de algunos de sus integrantes?
Si la AFI no cumplió sus objetivos y se corrompió en el camino, junto con el proyecto de disolverla y fusionarla tendría que estar la renuncia y la lista de responsabilidades del funcionario que se gastó cientos de millones de pesos en crear una agencia que fracasó de manera tan estrepitosa. ¿O sólo son responsables los agentes de la AFI y no quien los dirigió tanto tiempo?
NOTAS INDISCRETAS… A propósito de seguridad, el jueves pasado, Germán Martínez recibió en la sede del PAN a los dirigentes ciudadanos que organizaron la marcha “Iluminemos México”. El dirigente panista, oficioso, sacó datos y estadísticas para convencer a los representantes de que el gobierno de Calderón va mejor en seguridad que sus antecesores, Fox y Zedillo. Enumeró cifras de detenciones, decomisos, aseguramientos para convencerlos de que la violencia que se vive todos los días en el país no es como la pintan. Cuando uno de los dirigentes cívicos preguntó por las pugnas en el gabinete, Germán aceptó que es “un problema interno que vamos a resolver”. Pero también fue realista al decirles que hoy todos tenemos miedo, hoy todos podemos ser víctimas de la delincuencia. ¿Por fin?... Y hablando de esos pleitos, la apaciguada pero no resuelta confrontación Medina Mora-García Luna ha hecho que en el gabinete algunos tomen partido. La semana pasada, Josefina Vázquez Mota invitó al procurador a la inauguración del programa Escuela Segura, y lo sentó a su lado, mientras que Genaro no fue requerido. Pero, además, al directivo de México Unido, Félix Gavito, del grupo de María Elena Morera, ligados a García Luna, no lo invitó al presidium. Vázquez Mota dio una palmadita en la espalda a Medina Mora al decir que estaba orgullosa de que este gobierno no negociaba con el crimen. Cada quien sus cuates… Si el IFE aprobó ayer la multa al PAN por los excesos y dislates verbales del ex presidente Fox en la campaña de 2006, lo de menos serán los millones que costará a los panistas, que pagarán con nuestros impuestos. Lo interesante será ver qué hacen en el Congreso, porque tras aprobarla, el IFE enviará la sanción a las Cámaras de Diputados y de Senadores “para dar vista” a los legisladores de la sanción y que éstos decidan si aplican algún correctivo al ex presidente de la República. O sea que Fox volverá a ser noticia… Mal tiro de los dados. Tocó serpiente.

El desplome financiero ruso

El desplome fianciero ruso/Anders Aslund, Instituto Peterson de Economía Internacional, autor de La revolución capitalista de Rusia
Publicado en LA VANGUARDIA, 28/09/08;
El mundo entero se ve afectado por una tremenda crisis financiera, pero Rusia afronta una tormenta descomunal. El mercado ruso de valores está en caída libre, pues ha bajado en picado el 60% desde el 19 de mayo, una pérdida de 900.000 millones de dólares, y el desplome se va acelerando. Por ello es probable que el crecimiento económico de Rusia se reduzca repentina y pronunciadamente.
Tras un largo periodo de prudencia fiscal, Moscú ha dado muestras de extraordinaria ineptitud. Rusia ha disfrutado de un crecimiento económico anual del 7%, por término medio, desde 1999. Gracias a sus enormes superávits presupuestario y por cuenta corriente, en julio había acumulado reservas internacionales de 600.000 millones de dólares. Su deuda pública quedó casi eliminada, pero la economía abierta que ha engendrado el éxito económico de Rusia requiere el mantenimiento de políticas sensatas para dar resultado.
La crisis financiera estadounidense inicial apenas afectó a Rusia, pero la desaceleración económica mundial ha provocado una bajada de los precios del petróleo y otras materias primas en más de una tercera parte desde julio, lo que ha sido un golpe terrible. Pero todos los demás golpes han sido autoinfligidos. La crisis financiera rusa es muy dramática, y su mejor calificativo sería el de tragedia en cinco actos.
El 24 de julio, Putin inició el primer acto atacando ferozmente, sin pruebas, al tímido propietario de la gigantesca compañía de carbón y acero Mechel por manipular precios y evasión fiscal. En tres días, las acciones de Mechel perdieron la mitad de su valor, lo que desencadenó la reducción del mercado ruso de valores.
El 8 de agosto, Putin lanzó el segundo acto de esa tragedia rusa: su ataque, planeado desde tiempo atrás, a Georgia. Escandalosamente, Rusia sostuvo que tenía derecho a atacar a un país que albergaba a personas a las que acababa de extender pasaportes, con lo que provocó el terror en todos los países que tienen minorías rusas. Los dirigentes de Rusia se han granjeado la fama de ser informales, quijotescos e imprevisibles, pero lo que gusta a los mercados es la fiabilidad, la estabilidad y la previsibilidad. No es de extrañar que los inversores extranjeros hayan dejado de acudir a la Rusia de Putin.
Una semana después de su ataque a Georgia, Rusia registró una salida de capital de 16.000 millones de dólares, que desde entonces ha aumentado a 30.000 millones. Putin sigue negando que los problemas financieros de Rusia fueran causados por su guerra en Georgia, y el Banco Central tardó más de un mes en proporcionar importantes inyecciones de liquidez, pero ya era demasiado tarde, pues el problema de liquidez era ya una cuestión de solidez. Es evidente que las valoraciones de las acciones rusas resultan atractivas, pero, al despotricar contra los extranjeros, Putin los ha ahuyentado.
Como es habitual, muchos empresarios rusos pignoraron sus acciones para tomar dinero prestado con vistas a comprar valores del mercado. Cuando el mercado de valores baja en picado, deben atender a las exigencias de reposición del margen de garantía y se ven obligados a vender sus acciones a precios cada vez más bajos, con lo que contribuyen a que se acelere la espiral bajista del mercado. Al modo soviético, las bolsas de valores de Moscú cerraron durante cuatro días seguidos en la semana del 15 de septiembre, porque los valores se desplomaron demasiado rápidamente.
Al negar el problema, las autoridades han agravado la falta de confianza.
Rusia está a punto de entrar en el tercer acto de esa tragedia, una crisis bancaria. Numerosos bancos de tamaño mediano y algunos grandes están destinados a venirse abajo en la agitación de los mercados de valores. Muchos grandes inversores no pueden atender las exigencias de reposición de sus márgenes de garantía, mientras los costos de los préstamos han subido abruptamente.
En el cuarto acto, la burbuja inmobiliaria estallará. Una conjetura razonable es la de que los astronómicos precios inmobiliarios de Moscú se reducirán en al menos dos terceras partes, lo que exacerbará la crisis bancaria.
En el quinto acto, la inversión se paralizará. ¿Por qué construir edificios si no se puede financiar la inversión propia ni vender propiedad inmobiliaria? Los consumidores rusos están ya asustados y reducirán su consumo.
Al final, el crecimiento económico real se detendrá, tal vez tan pronto como el año próximo. Otros factores probablemente agravarán la situación. La corrupción en las alturas es tan galopante que Rusia no parece capaz de construir importantes infraestructuras públicas. Es probable que los precios del petróleo y las materias primas bajen aún más, y la producción de gas y petróleo ya se ha estancado. Putin ha dado la espalda a la OMC y está fomentando el proteccionismo, que también perjudicará al crecimiento.
Resulta extraño que las partes más sólidas del sistema financiero ruso sean el presupuesto estatal y las reservas de divisas, pero es demasiado tarde para que impidan esa tragedia. Ni una intervención estatal arbitraria ni la brutalidad restablecerán la confianza de los inversores.
El malo de ese drama es Putin, que se ha beneficiado con ocho años de crecimiento rápido producido por las reformas de los mercados de su predecesor, Boris Yeltsin. Rusia tuvo una buena oportunidad de escapar de esta crisis financiera internacional, pero, con su crueldad e ineptitud, Putin ha convertido a su pobre país en una víctima principal. ¿Cuánto tiempo puede Rusia permitirse el lujo de tener un primer ministro tan caro?

La muerte de Wall Street

Los magnates desaparecidos/Ron Chernow, escritor y analista de The New York Times
Publicado en EL MUNDO (www.elmundo.es), 29/09/08:
El mundo de los grandes bancos de inversión de Wall Street ha desaparecido a una velocidad vertiginosa. Empresas legendarias, algunas con más de un siglo de antigüedad, se han fusionado y dejado de existir (Bear Stearns, Merrill Lynch), han ido a la quiebra (Lehman Brothers) o han buscado una salida como empresas matrices de bancos comerciales (Goldman Sachs, Morgan Stanley). ¿Por qué demonios ha ocurrido esto?
La muerte de Wall Street ha sido una crisis a cámara lenta, agónica, apenas perceptible para unos protagonistas que todavía registraban enormes beneficios en los años más recientes. Por debajo del alboroto de las mesas de contratación y del toque mágico de las finanzas esotéricas bullía el dato ineludible de que estas empresas habían olvidado su razón de ser: canalizar capitales hacia las empresas norteamericanas.
El poder dinástico ejercido por los magnates de Wall Street a finales del siglo XIX y principios del XX estaba basado en la escasez de capitales. Sólo un puñado de países europeos y sus banqueros privados tenían excedentes de capital para financiar el desarrollo de ultramar. En un mundo escaso de efectivo, J. Pierpont Morgan y otros grandes de las finanzas ejercieron un poder divino sobre los ferrocarriles y los fabricantes norteamericanos porque hicieron de puente de los indispensables flujos de capitales desde Europa. Con sus sombreros de copa, sus gruesos habanos y sus modales bruscos, resultaba difícil calificar de altruistas a estos corpulentos magnates. Como a Morgan le gustaba recordar a los espíritus más sentimentales, «no estoy en Wall Street por razones de salud». No obstante, él y los de su clase prestaron a los Estados Unidos un servicio valiosísimo al garantizar a los inversores europeos que recibirían unas rentas adecuadas por sus inversiones y al asegurar un flujo ininterrumpido de capitales.
Para salvaguardar estos rendimientos, los banqueros de inversión al estilo tradicional se convirtieron en los todopoderosos jefes supremos de sus exclusivos clientes. Cuando ponían en circulación acciones de las empresas, se guardaban para ellos una buena tajada. Algunos clientes no estaban conformes con estos grilletes de oro mientras que otros estaban encantados de esta servidumbre. Como contaba ufano el dueño del ferrocarril de New Haven, cliente de Morgan, a unos periodistas, «llevo puesto el collar de Morgan, pero estoy orgulloso. Si el señor Morgan me ordenara mañana que me marchara a China o Siberia para defender sus intereses, haría las maletas y me iría». En el laberinto sin sol del Bajo Manhattan, las viejas casas de Wall Street eran templos de las finanzas en miniatura. La clase dirigente, todos ellos hombres y blancos como la leche, andaba sobrada de esnobismo e intolerancia y no se molestaba siquiera en abrir oficinas; el mensaje tácito a los peatones estaba claro: pasen de largo. De ese modo se traducía la fórmula patentada por estos bancos de servir exclusivamente a clientes solventes: naciones industrializadas, empresas de primera fila e individuos manifiestamente ricos.
En Londres, estas pequeñas sociedades eran conocidas como «casas de emisión» porque emitían acciones y bonos, pero ni comerciaban con ellas ni las colocaban. Dentro de su cultura de aversión al riesgo, J. P. Morgan y los de su camada consideraban la bolsa un lugar ligeramente vulgar que era mejor dejar en manos de los judíos y de otros grupos raciales variados que estaban al margen de la categoría superior de las casas de inversión. Semejantes prejuicios proporcionaron tiempo después a firmas predominantemente judías como Lehman Brothers y Goldman Sachs una notable ventaja competitiva. Incluso en los años 20, las firmas de más alcurnia de Wall Street se mantuvieron más o menos al margen del frenesí bolsístico.
La legislación sobre títulos financieros durante el New Deal [la nueva política económica de los Estados Unidos aplicada por Roosevelt entre 1933 y 1940], que exigía un conocimiento más exhaustivo de la contabilidad de las empresas, erosionó el poder de los caciques de Wall Street. Esta transparencia sin precedentes redujo la necesidad de muchas empresas de contar con el imprimatur de un banquero para certificar su solidez. La Ley Glass-Steagall, de 1933, que obligó a los bancos que prestaban servicios plenos a escoger entre banca de inversión y banca comercial, redujo aún más la influencia de las casas de inversión.
Tras la Segunda Guerra Mundial, cuando los mercados de capitales se recuperaron, los bancos de inversión de Wall Street siguieron siendo sociedades minúsculas con un poder desmesurado sobre la Norteamérica empresarial. Morgan Stanley exigía relaciones bancarias exclusivas con la flor y nata de las empresas norteamericanas, como AT&T, General Motors, U. S. Steel, General Electric, DuPont, IBM y Standard Oil of New Jersey. La esencia de su negocio seguía siendo la colocación tradicional de acciones y bonos. El emblema de la época eran las lápidas, aquellos anuncios rectangulares en los periódicos en los que se anunciaban ofertas de títulos con el correspondiente listado de las firmas participantes, encabezados por los mandamases de Wall Street en el tercio superior del anuncio.
La colocación de acciones alimentaba una cultura de grupo social, basada en una banca de «relaciones personales» en la que un buen swing en el golf, unas referencias de la Ivy League [las ocho universidades de mayor prestigio académico y social en los Estados Unidos], la facilidad de charlar de cosas intrascendentes alrededor de un martini y unas buenas relaciones familiares contaban más que la auténtica situación financiera. Las empresas no hacían publicidad e incluso pagaban a relaciones públicas para no salir en la prensa. Mostraban su disgusto por las adquisiciones, los movimientos accionariales y las demás actividades que tuvieran un carácter hostil porque podían amenazar su codiciado negocio como intermediarios. Por si fuera poco, imponían más reglas de etiqueta que en un baile de debutantes. Se consideraba de mal estilo fichar a un empleado de la competencia o tentar a un cliente de otra firma. A pesar de todos sus defectos, estas firmas de primera fila seguían jugando un papel crucial en la economía y sacaban a cotización acciones y bonos para que se pusieran en marcha nuevas fábricas y nuevas empresas.
El Wall Street de toda la vida empezó a morir en 1979, cuando IBM advirtió a Morgan Stanley de que quería que Salomon Brothers codirigiera una emisión de deuda por importe de mil millones de dólares. Temiéndose que su establo de clientes cautivos se alzara en rebeldía de forma parecida, los socios de Morgan insistieron en ser los únicos que colocaran la emisión. Se quedaron atónitos cuando IBM les hizo llegar como respuesta que Salomon Brothers sería el gestor principal de la emisión.
¿Cuál era la explicación de este giro inesperado? Por primera vez desde los tiempos de gloria de J. P. Morgan, los clientes empresariales tradicionales se habían vuelto más poderosos que sus banqueros. Con Europa y Japón asoladas por la Segunda Guerra Mundial, las empresas norteamericanas habían disfrutado de una supremacía incontestable en los mercados mundiales. Se habían hecho lo suficientemente grandes para financiar su expansión con los beneficios que habían obtenido y contaban con más alternativas que antes en los mercados de créditos. Muchas de ellas habían desarrollado sus propias filiales financieras con calificaciones crediticias de triple A y prácticamente no necesitaban para nada que los banqueros de Wall Street certificaran su solvencia. Firmas de intermediación como Salomon Brothers y Goldman Sachs estaban aprovechando su capacidad de cultivar relaciones con inversores institucionales poderosos, como fondos de pensiones y compañías de seguros, con lo que estaban mordiendo los beneficios de las casas de guante blanco. La colocación de capitales sufrió un deterioro y se convirtió en un negocio de escasos márgenes en cuanto los intermediarios de la bolsa enredaron a los banqueros de sangre azul en una batalla darwiniana.
La desaparición de su actividad tradicional crearía en las décadas siguientes un vacío que fue ocupado por una miríada de negocios volátiles y de mucho riesgo. El confortable mundillo de la banca de relaciones personales dejó paso al mundo brutal de la banca transaccional. La intermediación de acciones, materias primas y derivados, las adquisiciones hostiles, las compras apalancadas y la prima de corretaje por los fondos de cobertura de riesgos requerían balances siempre más detallados, lo que obligó a las casas de inversiones a transformarse en empresas enormes que cotizaban en bolsa. Aquellas firmas que en tiempos se mantenían a prudente distancia de los mercados de valores estaban ahora a merced de fuerzas que no controlaban mientras los inversores exigían cada vez beneficios más altos en medio de una competencia encarnizada, lo que llevó a los banqueros a asumir riesgos que habrían puesto los pelos de punta a sus antecesores en Wall Street.
Mientras el Wall Street de antes se mantuvo siempre fiel a sus clientes más prestigiosos, el Wall Street de ahora se había lanzado a una carrera muy poco elegante hacia lo más bajo de la escala. Las casas de inversión que en tiempos sólo trabajaban con bonos de la máxima calificación se vieron arrastradas por la fiebre de los bonos basura en los años 80. Firmas que tiempo atrás no hacían ni caso a empresas que no figuraran en la lista de las 500 más grandes de la revista Fortune acudían en tropel a Silicon Valley en los años 90, ansiosas por sacar a bolsa empresas poco fiables. Por si faltara poco, en una final reductio ad absurdum, durante la última década Wall Street se dio un auténtico atracón de títulos respaldados por hipotecas, con lo que uncía su destino al de los deudores menos solventes de los Estados Unidos. Adictos a montañas colosales de apalancamiento, los en otros tiempos árbitros de un capital escaso se habían convertido en los prestamistas menos escrupulosos.
Los grandes bancos de inversión que en tiempos canalizaban unos capitales preciosos siguen existiendo ahora en un mundo inundado de dinero, surcado de flujos de capital procedentes de todos los continentes, con unos mercados financieros de una profundidad y una liquidez como no se habían visto nunca. Una vez que la crisis actual se haya superado, los servicios de banca de inversión volverán de nuevo a florecer en el seno de conglomerados financieros diversificados. Liberados de su excesivo apalancamiento y supervisados más estrictamente por los reguladores, es posible que los banqueros de inversión lleguen incluso a redescubrir otra vez las virtudes tradicionales de las finanzas corporativas. Pequeñas firmas especializadas seguirán prestando su asesoramiento fiable, como antaño. Sin embargo, las casas de inversión de Wall Street que hemos conocido, con su glorioso pasado a cuestas, se han ganado ahora unos anuncios tipo lápida de un estilo muy diferente.