9 feb 2007

La amenaza de Ahmanideyab



  • ¿Bombardear o no?/Walter Laqueur

Tomado de La Vanguardia, 09/02/2007);

A lo largo de las últimas semanas han ido llegando noticias tranquilizadoras de Teherán. De acuerdo con ciertos informes, los artífices del arma nuclear iraní están topando con serios obstáculos y dificultades que pueden demorar más de lo esperado el proceso de fabricación de la bomba en cuestión. En otras palabras, es posible que el peligro que arrostran los países vecinos de Irán y otros países esté desprovisto de las connotaciones de inmediatez con que se revistió en un principio. Por otra parte, últimamente se apunta que el presidente Ahmadineyad ha desatado las iras de algunos de los líderes espirituales del país; se han publicado artículos y pronunciado discursos de tono crítico hacia su figura. Por lo demás, los candidatos de su grupo político tampoco han obtenido buenos resultados en las últimas elecciones municipales celebradas en el país.
Los líderes en cuestión persiguen un Irán nuclear en la misma medida que Ahmadineyad, y también aspiran a que su país se convierta en una potencia dominante en el golfo Pérsico y en Oriente Medio en general, pero consideran que su política exterior ha sido imprudente y temeraria en exceso, sin efectuar concesión alguna al resto de la comunidad internacional. Dicho de otro modo, aunque Ahmadineyad ha sostenido una y otra vez que Irán, haga lo que haga, no corre riesgo de ser atacado, sus críticos no están tan seguros.
Saben que Irán es un país vulnerable, con su capital, Teherán, y su área circundante de 14 millones de habitantes, e Ispahan y su área de cinco millones, por no hablar de los yacimientos e instalaciones petrolíferos del país.
Lo cierto es que Washington, así como las principales capitales de Oriente Medio, ha seguido las noticias en cuestión con el máximo interés. Y aunque es menester reconocer que la perspectiva que han evocado podría responder a la realidad, no es menos cierto que podría tratarse de informaciones erróneas o, simplemente, de desinformación. Tras haber sobrevalorado el potencial militar de Sadam Husein, es muy posible que los servicios de inteligencia estadounidenses no quieran incurrir en el mismo error por segunda vez y que, en consecuencia, en estos momentos infravaloren el potencial y las agresivas intenciones de Iraq.
No constituye ningún secreto que la viabilidad de un ataque contra las instalaciones nucleares de Irán ha sido objeto de debate e intercambio de puntos de vista en Washington. Ciertos comentaristas han pormenorizado en sus análisis los detalles de un posible ataque contra Irán: las armas que se emplearían, etcétera. Sin embargo, todo ello no son más que suposiciones. Por otra parte, los riesgos políticos y militares son enormes aun en caso de éxito, aparte de que no cabe en absoluto augurar un éxito garantizado en el curso de esta operación (a menos que se emplearan armas nucleares de una u otra clase). Y, dado que la Administración Bush se halla tan debilitada desde el punto de vista político, ¿querrá agravar más aún sus dificultades en tanto prosigue la guerra de Iraq?
No parece demasiado probable. Sin embargo, si de lo que se trata es de referirse a las cuestiones en liza, habrá que convenir en que no se han debatido únicamente los enormes riesgos de una operación militar, sino también los peligros inherentes a la inacción. Porque, desgraciadamente, y aun en el caso de que Washington se abstenga de lanzar un ataque militar preventivo, no cabe descartar ni mucho menos la probabilidad de una guerra nuclear en Oriente Medio (con efectos destructivos a gran escala)…, sólo que Teherán llevaría en tal caso la voz cantante. Aun en el caso de que Estados Unidos decidiera aguardar algunos años, no puede garantizarse que Israel hiciera lo propio. Después de verse amenazados con “ser borrados del mapa” por Ahmadineyad y sus compañeros de viaje, los israelíes - que no pierden de vista la reciente historia judía en Europa- se sienten presa del nerviosismo (para decirlo mesuradamente) en lo concerniente a las intenciones de Irán. Es verdad - puede añadirse- que, como argumentan las voces críticas contra un ataque israelí tanto en Occidente como en Israel, las desastrosas consecuencias de un ataque de tales características no se limitarían únicamente a Irán… El país quedaría excluido de las Naciones Unidas, se le aplicarían duras sanciones y la mayoría de los países de la comunidad internacional rompería relaciones con él. Además, Irán se haría en cualquier caso, más tarde o más temprano, con armamento nuclear mediante su compra o fabricación. En todo caso, lo único que lograría Israel sería ganar unos años.
En fin, todo ello no deja de ser cierto. Y, sin embargo, como razonan los partidarios de una guerra preventiva, Israel seguiría existiendo y los israelíes seguirían vivos. Además, quienes piensan como Ahmadineyad y propugnan una política similar no han caído realmente en la cuenta de lo que significa una guerra nuclear y, en este sentido, una demostración - por dolorosa que sea- podría hacerles cambiar de política. Por último, es razonable afirmar que los especialistas en tecnología militar están a punto de fabricar nuevos dispositivos defensivos mucho más eficaces contra ataques aéreos y balísticos, circunstancia que proporcionaría un mayor nivel de seguridad del que se dispone en la actualidad. Tal vez este factor propiciaría una situación caracterizada por el mismo poder recíproco de disuasión que evitó el desencadenamiento de una horrible contienda en el curso de la guerra fría. En cualquier caso, no existen certezas, tan sólo interrogantes.
La situación aún se ha complicado en mayor medida como consecuencia del conflicto entre chiíes y suníes; los países suníes como Arabia Saudí, Jordania y Egipto no quieren convertirse en satélites de Irán y, dado que no confían en que Estados Unidos los defienda, intentarán hacerse con armas de destrucción masiva por sus propios medios.
Se argumenta a veces que, dadas las creencias religiosas radicales que profesan muchos individuos como Ahmadineyad, en realidad les trae sin cuidado que cientos de miles de musulmanes puedan morir eventualmente en un ataque contra Israel o que millones de iraníes puedan perecer en un contraataque israelí. Al creer como creen en el apocalipsis y la redención a través del sacrificio de sus vidas entendido como deber religioso, temen menos a la muerte que los occidentales y se muestran mucho más dispuestos a tal sacrificio - el propio Jomeiny se expresó en este sentido- o incluso al sacrificio de Irán por el islam… Claro que, llegados a este punto, se requiere cierta dosis de escepticismo, porque, aun cuando ciertos líderes religiosos y el propio Ahmadineyad puedan pensar de este modo, la gran mayoría de los iraníes son primera y principalmente nacionalistas y patriotas, y, en este sentido, siempre preferirían luchar por el último miembro de Hizbulah a sacrificar a su propio país; si me apuran, cabe pensar incluso que tal es probablemente la estrategia de Ahmadineyad y de sus consejeros.
¿Cuáles son las posibilidades respectivas de la guerra y de la paz? Los enterados dirán que se hallan al cincuenta por ciento. Pero, como cualquier agente experimentado de los servicios de inteligencia diría también, ese cincuenta por ciento significa no lo sabemos.

¡Lealtad total al presidente! Galvan


Único orador en la ceremonia Conmemorativa del XCIV Aniversario de la Marcha de la Lealtad, celebrada en el Castillo de Chapultepec, el General Secretario de la Defensa Nacional enfatizó su lealtad absoluta al Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas.
Dijo que "quienes desearían ver a un Presidente distanciado de sus Fuerzas Armadas no miden los alcances de su esquema, este vínculo institucional es y debe ser indisoluble para la salud de la República".
Antes, el Presidente Calderón pasó lista a los Niños Héroes y a la Infantería que protegió al entonces Presidente Francisco I. Madero en 1913.
A la ceremonia asistieron una parte de su gabinete legal y ampliado.
Este es su discurso completo del General Secretario Guillermo Galván Galván:
Ciudadano licenciado Felipe Calderón Hinojosa, Presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos y Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas; ciudadano Ministro Guillermo Ortiz Mayagoitia, Presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación; ciudadana diputada Lilia Merodio Reza, representante de la Cámara de Diputados; ciudadano senador Francisco Arroyo Vieyra, representante de la Cámara de Senadores; honorables miembros del presídium; señoras y señores; compañeros de armas.
Para la memoria colectiva de la sociedad, la historia es el código con que se hablan entre sí las generaciones de todos los tiempos, nuestra historia es forja de ideales y aspiraciones donde ha concurrido la Nación en busca de hacer realidad el sueño de quienes construyeron esta Patria.
En una de sus gestas, el día de hoy, nos dice y explica lo que en 1913 soldados jóvenes y comandantes íntegros dejaron como huella y ruta para que las Fuerzas Armadas de hoy y siempre tuviéramos guía, orientación y paradigma.
Y es que siempre ante la historia la sociedad entera se examina a sí misma y sólo aprueba las conductas que le dan porvenir, dignidad y grandeza.
La Marcha de la Lealtad que hoy recordamos con orgullo fue un emblemático examen que exaltó a la sociedad mexicana y a sus Fuerzas Armadas.
El Presidente de la República Francisco I. Madero fue escoltado por cadetes del Heroico Colegio Militar y miembros de las Fuerzas Armadas que desde este sitio, Chapultepec, mostraron con gallardía y verticalidad su lealtad a la institución presidencial y a la Nación.
La lealtad no es una página solitaria, sino el compendio que distingue la virtud de las Fuerzas Armadas; así debe ser para que la República sea ley, justicia, armonía y prosperidad.
Los soldados de México hemos sido forjados en la cultura de la lealtad, de esa lealtad nos nutrimos en los planteles militares y se fomenta y alienta en todas las unidades y con nuestros hermanos de la Fuerza Aérea y la Armada.
La historia nos la dicta, nuestro espíritu la recomienda y las leyes la exigen.
Es esa fidelidad de los soldados de la República la constante que vertebra los esfuerzos que cada mujer y cada hombre de la Patria realizan en el campo y en las urbes.
Es un valor de la familia, de la amistad, del trabajo, del compañerismo, viene en el ser de cada mexicano y se cultiva con la educación, la palabra, la emoción y el ejemplo.
El 9 de febrero de 1913, que hoy rememoramos, es una cívica ceremonia arraigada en el centro mismo de nuestra esencia y demuestra que la lealtad hace la fuerza, y la fuerza del pueblo es la base de la justicia para el progreso.
Sin Madero hoy no estaríamos aquí, no hubiéramos llegado a este momento, hay que decirlo, el México de hoy no se explica sin Francisco I. Madero.
Para el Apóstol de la Democracia la Marcha de la Lealtad fue un momento luminoso de confirmación a su Gobierno y seguridad a su alta investidura y, para el Ejército, un excelso honor.
Ella le ha dado sentido y destino tanto a la vida política, como a la vida militar.
Sin la lealtad de las Fuerzas Armadas la lucha para mantener las libertades, la democracia, la justicia, el orden jurídico y la paz, sería errática e intransitable.
Entendemos claramente que la Nación demanda a sus Fuerzas Armadas lealtad absoluta al Comandante Supremo, a las leyes que lo facultan, a los valores que encarna y a los retos que adquiere.
Usted, señor Presidente de la República, es nuestro Comandante Supremo las 24 horas del día y todos los días del año.
Cumplimos sin cortapisas sus órdenes que provienen de su legitimidad constitucional y no cuestionamos ni titubeamos para servir a las instituciones en cualquier misión o tarea que se nos asigna.
La legalidad del Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas reside esencialmente en el fallo de las instituciones y éstas han sido contundentes.
La legitimidad del Presidente Constitucional permanece cimentada en la aprobación popular a su esfuerzo para conducir al país con unidad y prosperidad.
El Ejército no es quien avala la razón de la voluntad popular, somos una más de las instituciones que operan para que los derechos de todos los mexicanos sean una realidad creativa y permanente.
No somos algo aparte del ciudadano Presidente de la República, él es parte de nuestras Fuerzas Armadas en su condición constitucional de Comandante Supremo y nosotros somos parte del poder que encarna y representa, así lo establece nuestra Carta Magna en su Artículo 89.
Quienes desearían ver a un Presidente distanciado de sus Fuerzas Armadas no miden los alcances de su esquema, este vínculo institucional es y debe ser indisoluble para la salud de la República.
Las Fuerzas Armadas robustecen al Congreso de la Unión, a la Suprema Corte de Justicia de la Nación y al Poder Judicial en su conjunto, hacen sólida a la sociedad y a sus esmeros y fortalecen al Poder Ejecutivo.
No es difícil suponer la gravedad del riesgo en que el país caería si las Fuerzas Armadas no ponen todo de sí para respaldar al Jefe del Ejecutivo Federal, apoyo que es también indispensable de las demás trabes fundamentales de la vida institucional.
Nuestra organización ha servido también para garantizar la libertad de expresión, de reunión y de tránsito de todos los mexicanos sin distinción.
Comprendemos que en una sociedad democrática abierta y plural estamos sometidos al escrutinio permanente de los ciudadanos más sencillos o de las inteligencias más agudas.
El Ejército está abierto para todos quienes quieran conocer nuestra realidad.
Qué bueno que la sociedad en cualquier punto del territorio nacional se interese, observe y sienta del cumplimiento de nuestros deberes.
Entre más nos conozcan, más seguirán confiando en sus Fuerzas Armadas, en su doctrina y en sus valores.
La gran mayoría de los mexicanos ya hemos aprendido que la Marcha de la Lealtad debe ser firme y permanente.
México hace su Marcha de la Lealtad todos los días, hacia el trabajo, hacia la escuela, en el hogar o hacia su empresa.
Dentro y fuera del territorio los mexicanos hacen de su ardua entrega diaria una fértil y bonificante Marcha de la Lealtad.
Ese es el México que imaginó Francisco I. Madero, ese fue su sacrificio.
Los soldados de la República somos herederos de aquellos cadetes del 9 de febrero de 1913, y por eso estamos hoy aquí, con ustedes y de cara a la Nación toda, con la frente en alto y la emocionada convicción de que juntos y unidos estamos construyendo una Nación mejor, una Patria más justa y armoniosa.
El Ejército tiene como principio y fin el pueblo de México, esa es la razón y el corazón de nuestra Marcha de la Lealtad.
No les podemos fallar, siempre a las órdenes de México, siempre a las órdenes de usted, señor Presidente. Muchas gracias.

Jugando con fuego en Israel


La oración de los viernes en la Explanada de las Mezquitas de Jerusalén degeneró en violentas protestas contra las controvertidas obras que Israel lleva a cabo en la zona. En los enfrentamientos entre policías y manifestantes varias personas resultaron heridas -afortunadamente no de gravedad-, entre ellas al menos 15 eran policías y 19 manifestantes.
Una vez que musulmanes lanzaran piedras y bombas molotov contra los agentes israelíes; éstos, respondieron con balas de goma, gases lacrimógenos y granadas de estruendo.
Las obras que están provocando la revuelta, son vistas por los palestinos como un intento encubierto de destruir poco a poco las mezquitas, aunque los arqueólogos israelíes afirman que los trabajos se llevan a cabo conforme a las normas internacionales y que no hay intenciones ocultas.
En concreto, se está construyendo una rampa que conduce a la denominada 'Puerta de los Mugrabís', aledaña a la mezquita de Al Aqsa -tercer lugar más sagrado del Islam, después de la Meca y Medina-, por la que se entra en la Explanada.
Entre quienes han condenado las obras está el presidente palestino, Abu Mazen; el rey Abdalá II de Jordania, el presidente de Irán, Mahmud Ahmadinejad, y el Ministerio de Exteriores de Siria.
Este sábado 10 de febrero se podría repetir la misma situación. El líder del Movimiento Islámico en Israel, el jeque Raed Salah, exhortó a manifestantes musulmanes a desplazarse a Jerusalén para protestar por las polémicas obras de construcción junto a la mezquita de Al Aqsa.
En un acto de protesta, Salah se dirigió al primer ministro israelí, Ehud Olmert, a quien dijo: "Estás jugando con fuego, y todo el que juega con fuego acaba quemándose". También agregó: "Tu construcción acabará dañando Al Aqsa, y a quien destruya Al Aqsa le destruiremos su casa".
Los ánimos están muy caldeados debido a las excavaciones.
La situación, al final de la tarde, había vuelto en gran parte a la calma, aunque de tanto en tanto se seguían oyendo estallidos. Fuera de la explanada, principalmente en torno a la Puerta de los Leones, la más cercana a las mezquitas de las que hay en la muralla de la Ciudad Vieja, se organizaron otras protestas.
Las manifestación de Jerusalén no ha sido la única en el día: en la ciudad de Nazaret, de población mayoritariamente árabe-israelí, se manifestaron miles de personas contra las obras de la Ciudad Vieja y también hubo protestas en la ciudad cisjordana de Jenín.
Comunicado de Ehud Olmert
La oficina del primer ministro israelí, Ehud Olmert, emitió el 7 de febrero un comunicado en el que se afirma que "la restauración de la rampa [...] se ha llevado a cabo de acuerdo con todas las partes, incluso países extranjeros, autoridades musulmanas relevantes y organizaciones internacionales".
"Hemos explicado que las obras están fuera del Monte del Templo (como llaman los judíos a la Explanada de las Mezquitas) y no constituyen ningún peligro para los lugares sagrados musulmanes. Las realizan profesionales, con total transparencia y no hay verdad alguna en lo que se alega".
Olmert aún no ha respondido aún a una petición del propio titular de Defensa, Amir Peretz
, y de un general de la oficina políticomilitar de su Ministerio, Amos Gilad, que han pedido la suspensión de los trabajos por la reacción que pueda causar en los países árabes.
Posición de Amir Peretz
Por cierto, en una entrevista digital con los lectores del periódico El Mundo en su visita a Madrid, el Ministro Amir Peretz, responde a la siguiente pregunta:
-Usted ha pedido a Ehud Olmert la paralización de las obras en el acceso a la Mezquita de Al Aqsa por la reación que pueden causar en los países árabes. A raíz de los sucesos acaecidos en las últimas horas, ¿sigue usted siendo partidario de esta medida? ¿Qué les diría a los musulmanes?
R: Israel ha considerado siempre y considera los lugares santos como lugares muy sensibles. Israel no tiene ningún interés en que la situación empeore. Todo esto se debe a la necesidad de trabajos de renovación para los lugares religiosos. Hay que hacerlo en armonía con las organizaciones que gestionan los lugares santos, como se ha hecho y estoy seguro que la calma volverá rápidamente y haremos todo lo posible para el bienestar y la armonía de todas las religiones. Nosotros respetamos la libertad religiosa de todas las religiones.
Ojala -que significa quiera Dios-, los ánimos no se desborden mas.