Sonora impiden la circulación de Proceso
Patricia Dávila, reportera.
Revista Proceso, No. 1644, 4 de mayo de 2008;
HERMOSILLO, SON.- Los mil 420 ejemplares del semanario Proceso todavía no llegaban al estado, pero ya se habían vendido. Entre esa cantidad, que se envía normalmente, más los nuevos pedidos solicitados, la semana pasada miembros del gobierno de Eduardo Bours acabaron por adquirir 3 mil 530 ejemplares de la edición 1643 de esta revista para impedir su venta directa.En la página 10 de su edición correspondiente al 27 de abril, Proceso publicó el reportaje titulado El sospechoso gobernador multimillonario, en el cual el reportero Ricardo Ravelo describe cómo “desde el poder estatal, a la cabeza de su clan familiar, el gobernador Eduardo Bours ha amasado sin pudor en Sonora una fortuna incalculable al amparo del poder político (…) a pesar de que la PGR investiga la relación de sus empresas con el narcotráfico y el lavado de dinero”.
Habitualmente, el semanario llega al aeropuerto de Hermosillo los domingos por la tarde y su distribución se inicia el lunes por la mañana. Mil 30 ejemplares se le entregan a voceadores de Nogales, Guaymas, Navojoa, Hermosillo, Ciudad Obregón y San Luis Río Colorado, y 390 se envían a locales cerrados de estas tres últimas ciudades.
Mauricio Ramírez, jefe de circulación de Proceso, relata que la noche del domingo 27 de abril Luis Lomelí, gerente de la zona norte-occidente de Publicaciones Citem –distribuidora nacional del semanario–, le notificó que su agente en Hermosillo, Luis Lugo, fue visitado por un grupo de personas que dijeron ser empleados del gobierno sonorense y le ordenaron que cuando llegaran los paquetes de la revista les avisara. “Las compramos todas”, aclararon.Como en otros casos de decomiso masivo de Proceso, Mauricio Ramírez le pidió al agente que intentara distribuir los ejemplares y que sólo si esto implicaba un riesgo para él vendiera las revistas al comprador del gobierno. Explica Ramírez: “Por experiencia sabemos que los agentes prefieren venderla, para evitar riesgos y tener una venta del 100% con pago inmediato”.
El lunes 28 por la mañana, Citem confirmó a la gerente de Ventas y Mercadotecnia de Proceso, Margarita Carreón, que en cuanto llegó la revista el gobierno de Sonora compró los ejemplares destinados a los voceadores, y que los compradores de Sanborns y Cuencas (tiendas del aeropuerto) solicitaban más ejemplares.Esa tarde Citem corroboró que se realizaron compras masivas en Sanborns, Cuencas y Wal-Mart, entre otros locales cerrados, por lo que, a solicitud de los distribuidores, se realizó un segundo envío de 460 ejemplares, que se distribuyó entre el miércoles y el jueves. Tanto en las oficinas administrativas como en la redacción de la revista se recibieron llamadas telefónicas de lectores que denunciaron el decomiso de ejemplares. Por el tono imperioso de las voces, se deduce que algunos telefonemas fueron realizados por empleados del gobierno sonorense para sondear cuándo se realizaría un siguiente envío. El miércoles 30 de abril salió un tercer embarque de mil 650 revistas para Hermosillo y Nogales; sin embargo, nuevamente fue adquirido en su totalidad por los mismos trabajadores del gobierno sonorense. Sólo que en esta ocasión los enviados del gobernador Eduardo Bours le exigieron al agente de Citem, Luis Lugo: “Detén el asunto, porque ya compramos muchas”. l
Para su conocimiento…
Sergio Loya, reportero.
El martes 29 de abril llegó un extraño mensaje a la Redacción de Proceso.
Se trataba de un fax remitido por el gobernador de Sonora, Eduardo Bours Castelo, acerca del reportaje que, en la edición número 1643 del 27 de abril, fue anunciado en portada con la imagen del mandatario y la leyenda: Eduardo Bours / narcopoder en Sonora.
Rubricado por el gobernador, y con el título La revista Proceso miente una vez más, el texto de Eduardo Bours niega todo –o casi todo– el contenido de la investigación que realizó el reportero Ricardo Ravelo con base en documentos de la PGR y otras fuentes (El sospechoso gobernador multimillonario, fue el título de interiores).
Según Eduardo Bours, su familia no es dueña de algunas empresas cuya propiedad se le atribuye, ni invirtió grandes sumas de dólares en el ramo de la hotelería, ni posee siete minas, ni la firma Bachoco –en cuyos camiones se han encontrado cargamentos de droga– tiene relación alguna con el trasiego de estupefacientes ni dispone de licencia para importar efedrina…
Aunque la lista de supuestos “desmentidos” es enorme –incluyendo su participación en la industria de la acuacultura y los presuntos vínculos de su jefe de escoltas con el narcotráfico–, Eduardo Bours no rechazó que pretenda dejar en la gubernatura a un incondicional ni, mucho menos, que pese a las investigaciones de la PGR –cuyos números de averiguación fueron consignados por el reportero– buscará postularse como candidato a la Presidencia de la República
Hasta allí todo parecía normal. No era nada raro que el gobernador Bours, envuelto en diversos escándalos por sus palabras y sus hechos durante una gestión que está a punto de terminar –le queda año y medio en la gubernatura–, negara lo innegable y ocultara lo evidente magnificando algunos errores menores que, en efecto, se cometieron en el reportaje.
Tampoco era insólito que, después de enumerar una serie de “logros” en su lucha contra el narcotráfico, como si estuviera en precampaña, incluyera una frase críptica como esta:
“Entiendo que tantas imprecisiones y ‘errores periodísticos’ obedecen a un móvil de ataque a mi persona, al nombre de mi familia y a los sonorenses y con un origen político, por políticos corruptos que están acostumbrados a amedrentar a aquellas gentes que se atreven a participar en sus tradicionales espacios de poder ahora compartidos con intereses del narcotráfico.”
Autoacusaciones involuntarias como ésta –ocasionadas por las anfibologías del inconsciente– tampoco mueven a sorpresa.
Lo que sí resultaba extraño es que el fax recibido en Proceso y el desplegado que el mismo día se publicó en varios diarios de la Ciudad de México coincidían en todo, punto por punto, excepto porque el fax contiene dos párrafos que no aparecen en el desplegado.
Los dos párrafos que Eduardo Bours quiso reservar en exclusiva para Proceso –y que el semanario prefiere compartir con sus lectores– son los siguientes:
“Teniendo claro todo lo anterior, no quisiera ni pensar que su ‘artículo’ fuese producto de la presión que hayan ejercido grupos o personas que tengan como propósito afectar la imagen de un gobernador que por actuar en contra del crimen organizado les resulte incómodo.
“No quisiera ni pensar que se trate de alguna campaña orquestada de la cual su medio de comunicación esté sirviendo como instrumento para golpear al viejo estilo de los políticos que ponen por encima de cualquier cosa su ambición de poder.”
“Que no se publique”
Recibido en las oficinas de este semanario a las 16:42 horas del 29 de abril, el fax fue turnado, como se hace con todas las réplicas, a la sección Palabra de Lector de la revista.
Al recibirlo, el editor de la sección se percató de que el texto, además de ser muy extenso, no cumplía con los demás requisitos de estructura, destinatario e identificación a que deben someterse todas las misivas.
Puesto que el escrito tenía forma de desplegado –y como tal se había publicado en dos periódicos nacionales–, el editor llamó alrededor de las 19:20 horas al conmutador del gobierno de Sonora buscando al coordinador de Comunicación Social, Daniel Durán Puente.
Una voz femenina preguntó:
–¿De dónde llama usted?
–De la revista Proceso.
–¿En qué podemos servirle?
–Necesito hablar con el coordinador de Comunicación Social.
–¿Es urgente?
–Sí.
–Mire, el licenciado Durán está ocupado en un evento muy importante y no se le puede interrumpir. Le voy a dar el teléfono celular de su asistente particular, el señor Mario Wolf. ¿Tiene con qué anotar?
–Sí, adelante…
Aproximadamente a las 19:45 horas, el editor marcó el número proporcionado. Sonó ocupado. Lo hizo otras dos veces con la misma suerte y, cerca de las 20:00 horas, Mario Wolf se reportó.
–Mi teléfono registró varias llamadas de usted. ¿Qué se le ofrece? –preguntó.
–Mire, licenciado, soy editor de la revista Proceso y quiero hablar con el licenciado Durán para preguntarle en qué condición el gobernador Eduardo Bours mandó hoy a nuestra Redacción un fax.
–¿A qué se refiere?
–No sabemos si se trata de una réplica para publicar en la sección Palabra de Lector o de un desplegado…
–Espéreme un momento. Voy a consultarlo con el licenciado Durán y de inmediato nos comunicamos con usted.
Tres o cuatro minutos después, Mario Wolf llamó de nuevo y señaló:
–Me dice el licenciado Durán que el documento del fax sólo es para conocimiento del director de Proceso.
–¿Qué quiere usted decir? ¿Que no es para publicarse en la revista?
–No. Sólo es para conocimiento del director.
–Pero si el director ya lo conoce… Se ha publicado como desplegado en por lo menos dos periódicos nacionales.
–Pues así nomás…
–¿Me confirma entonces que no desean su publicación en las páginas de Proceso?
–Sí, no queremos que lo publiquen, es sólo para que lo tenga el director…
Sergio Loya, reportero.
El martes 29 de abril llegó un extraño mensaje a la Redacción de Proceso.
Se trataba de un fax remitido por el gobernador de Sonora, Eduardo Bours Castelo, acerca del reportaje que, en la edición número 1643 del 27 de abril, fue anunciado en portada con la imagen del mandatario y la leyenda: Eduardo Bours / narcopoder en Sonora.
Rubricado por el gobernador, y con el título La revista Proceso miente una vez más, el texto de Eduardo Bours niega todo –o casi todo– el contenido de la investigación que realizó el reportero Ricardo Ravelo con base en documentos de la PGR y otras fuentes (El sospechoso gobernador multimillonario, fue el título de interiores).
Según Eduardo Bours, su familia no es dueña de algunas empresas cuya propiedad se le atribuye, ni invirtió grandes sumas de dólares en el ramo de la hotelería, ni posee siete minas, ni la firma Bachoco –en cuyos camiones se han encontrado cargamentos de droga– tiene relación alguna con el trasiego de estupefacientes ni dispone de licencia para importar efedrina…
Aunque la lista de supuestos “desmentidos” es enorme –incluyendo su participación en la industria de la acuacultura y los presuntos vínculos de su jefe de escoltas con el narcotráfico–, Eduardo Bours no rechazó que pretenda dejar en la gubernatura a un incondicional ni, mucho menos, que pese a las investigaciones de la PGR –cuyos números de averiguación fueron consignados por el reportero– buscará postularse como candidato a la Presidencia de la República
Hasta allí todo parecía normal. No era nada raro que el gobernador Bours, envuelto en diversos escándalos por sus palabras y sus hechos durante una gestión que está a punto de terminar –le queda año y medio en la gubernatura–, negara lo innegable y ocultara lo evidente magnificando algunos errores menores que, en efecto, se cometieron en el reportaje.
Tampoco era insólito que, después de enumerar una serie de “logros” en su lucha contra el narcotráfico, como si estuviera en precampaña, incluyera una frase críptica como esta:
“Entiendo que tantas imprecisiones y ‘errores periodísticos’ obedecen a un móvil de ataque a mi persona, al nombre de mi familia y a los sonorenses y con un origen político, por políticos corruptos que están acostumbrados a amedrentar a aquellas gentes que se atreven a participar en sus tradicionales espacios de poder ahora compartidos con intereses del narcotráfico.”
Autoacusaciones involuntarias como ésta –ocasionadas por las anfibologías del inconsciente– tampoco mueven a sorpresa.
Lo que sí resultaba extraño es que el fax recibido en Proceso y el desplegado que el mismo día se publicó en varios diarios de la Ciudad de México coincidían en todo, punto por punto, excepto porque el fax contiene dos párrafos que no aparecen en el desplegado.
Los dos párrafos que Eduardo Bours quiso reservar en exclusiva para Proceso –y que el semanario prefiere compartir con sus lectores– son los siguientes:
“Teniendo claro todo lo anterior, no quisiera ni pensar que su ‘artículo’ fuese producto de la presión que hayan ejercido grupos o personas que tengan como propósito afectar la imagen de un gobernador que por actuar en contra del crimen organizado les resulte incómodo.
“No quisiera ni pensar que se trate de alguna campaña orquestada de la cual su medio de comunicación esté sirviendo como instrumento para golpear al viejo estilo de los políticos que ponen por encima de cualquier cosa su ambición de poder.”
“Que no se publique”
Recibido en las oficinas de este semanario a las 16:42 horas del 29 de abril, el fax fue turnado, como se hace con todas las réplicas, a la sección Palabra de Lector de la revista.
Al recibirlo, el editor de la sección se percató de que el texto, además de ser muy extenso, no cumplía con los demás requisitos de estructura, destinatario e identificación a que deben someterse todas las misivas.
Puesto que el escrito tenía forma de desplegado –y como tal se había publicado en dos periódicos nacionales–, el editor llamó alrededor de las 19:20 horas al conmutador del gobierno de Sonora buscando al coordinador de Comunicación Social, Daniel Durán Puente.
Una voz femenina preguntó:
–¿De dónde llama usted?
–De la revista Proceso.
–¿En qué podemos servirle?
–Necesito hablar con el coordinador de Comunicación Social.
–¿Es urgente?
–Sí.
–Mire, el licenciado Durán está ocupado en un evento muy importante y no se le puede interrumpir. Le voy a dar el teléfono celular de su asistente particular, el señor Mario Wolf. ¿Tiene con qué anotar?
–Sí, adelante…
Aproximadamente a las 19:45 horas, el editor marcó el número proporcionado. Sonó ocupado. Lo hizo otras dos veces con la misma suerte y, cerca de las 20:00 horas, Mario Wolf se reportó.
–Mi teléfono registró varias llamadas de usted. ¿Qué se le ofrece? –preguntó.
–Mire, licenciado, soy editor de la revista Proceso y quiero hablar con el licenciado Durán para preguntarle en qué condición el gobernador Eduardo Bours mandó hoy a nuestra Redacción un fax.
–¿A qué se refiere?
–No sabemos si se trata de una réplica para publicar en la sección Palabra de Lector o de un desplegado…
–Espéreme un momento. Voy a consultarlo con el licenciado Durán y de inmediato nos comunicamos con usted.
Tres o cuatro minutos después, Mario Wolf llamó de nuevo y señaló:
–Me dice el licenciado Durán que el documento del fax sólo es para conocimiento del director de Proceso.
–¿Qué quiere usted decir? ¿Que no es para publicarse en la revista?
–No. Sólo es para conocimiento del director.
–Pero si el director ya lo conoce… Se ha publicado como desplegado en por lo menos dos periódicos nacionales.
–Pues así nomás…
–¿Me confirma entonces que no desean su publicación en las páginas de Proceso?
–Sí, no queremos que lo publiquen, es sólo para que lo tenga el director…