19 mar 2007

"La lucha por el poder" de Jorge Fernández M.


Venía la anulación... /Jorge Fernández Menéndez
De uno y de otro lado van surgiendo testimonios bibliográficos sobre la jornada electoral de 2006. Al controvertido 2 de julio, de Carlos Tello, le pisa los talones Calderón presidente. La lucha por el poder, de Jorge Fernández Menéndez, de próxima publicación bajo el sello de Grijalbo. En una entrevista con el autor, el ya presidente Felipe Calderón se confiesa respecto de sus vivencias del 2 de julio y de los días
poselectorales. Habla sobradamente de su certeza del triunfo desde días antes del domingo de elecciones, pero reconoce que había la posibilidad de que éstas fueran anuladas... Con autorización de la editorial Random House Mondadori, adelantamos aquí el capítulo con la entrevista. (Revista Proceso 1585, 18/03/2007);

18 de enero del 2007.
Residencia Oficial de Los Pinos, doce del día.
Señor presidente, gracias por esta plática (...) Coloquémonos en el día 2 de julio en la noche. ¿Cuándo supo que ganaría la elección?
–Específicamente ese día en general había un elemento de tranquilidad en el equipo, que eran las encuestas que habíamos seguido periódicamente y que aparte se respaldaban con un tracking diario que operó en el Comité de Campaña y que nos daba una ventaja más o menos de dos puntos, adicionalmente a que la última semana, particularmente desde el cierre de campaña en el estadio Azteca, que tuvo mucha visibilidad y que se combinó a mi juicio con un error de estrategia de Andrés Manuel, que fue posponer su cierre, en lugar del domingo como lo había planeado en el Zócalo, razón por cierto por la cual nosotros tuvimos que cambiarnos al estadio Azteca. Pero él lo deja en el Zócalo hasta el miércoles, cuando ya no tenía ninguna visibilidad mediática y ya no había necesidad de hacer propaganda y aprovechar la vistosidad del acto del jueves, que además no había sido tan concurrido como ellos esperaban. Esos últimos tres días de campaña nos dieron una ventaja que se cerró a dos puntos hacia el final, hacia la víspera del 2 de julio. Entonces, teníamos encuestas de salida y sabíamos en el equipo que las encuestas de salida relevantes deberían estar aflorando a la una de la tarde, porque como empezaba a votar el sureste del país, donde teníamos una clara desventaja, y la Ciudad de México antes que los estados del noroeste entrarían a votar, una o dos horas después, el momento en que tendríamos un reflejo real de lo que estaba pasando era más o menos a la una de la tarde. El corte de la una de la tarde nos daba ciertamente una elección muy cerrada, pero a las cuatro de la tarde ya teníamos cifras que nos daban una ventaja más o menos de un punto y medio y que se estaba consolidando con otros monitoreos. En ese momento, que confirmaba la tendencia que teníamos en las encuestas previas, supe que habíamos ganado. Honestamente no pensaba, nunca pensé en ese momento, que los resultados finales fueran a cerrarse como finalmente se cerraron. Yo a esas horas de la tarde, a las cuatro de la tarde, sabía que habíamos ganado con una ventaja importante y ciertamente estrecha, pero mucho mayor de la que finalmente resultó.
–Cuando el IFE a las once de la noche dice que no puede dar resultados y poco antes López Obrador dice que él ganó por 500 mil votos, aunque ahora sabemos que no tenía esa información, que la presentó sin una base documental, ¿qué es lo que ocurre en el equipo de campaña?
–Sabíamos que en el conteo rápido del IFE estábamos arriba y que el IFE iba a salir a dar los resultados, pero a final de cuentas el IFE se queda sin dar resultados, lo cual me pareció en ese momento algo verdaderamente trágico, porque abrió una noche de incertidumbre que quién sabe en qué momento se cerró. Habíamos convenido, hablado de respaldar al IFE en todo, dejar a que el IFE diera sus resultados porque era finalmente el compromiso de los partidos. Sin embargo, cuando sale López Obrador provoca un… es una irresponsabilidad enorme hablar de cifras alegres que no tenían ningún respaldo. Nosotros salimos esa noche a dar las cifras que teníamos, que eran de varias fuentes, el tracking mismo que veníamos ejerciendo, y además teníamos diversas fuentes de encuestas rápidas de ese día. Damos los datos del tracking, los datos de dos o tres encuestas de salida que se habían hecho ese día. Damos los datos iniciales de nuestro conteo rápido, que aunque se demoró en la noche, nos daba ya una muestra elemental que nos fue de mucha utilidad y que nos refrendaba en la idea de que habíamos ganado, y para neutralizar esa información totalmente falsa de López Obrador con cifras y fuentes fidedignas que habían realizado esas encuestas… eso es lo que pasa.
–Finalmente coincidieron el conteo rápido, el PREP y el resultado final, fueron prácticamente los mismos resultados…
–Así fue, pero aquella noche seguimos viendo el PREP y lo primero que hicimos con el PREP fue cotejar las cifras que estaban saliendo en algunos distritos y veíamos que coincidían con las nuestras. Estábamos tratando de intuir por qué estaba tan… por qué se había cerrado el margen de diferencia hacia la media noche, y empezamos a clasificar rápidamente los estados y los distritos que faltaban, muy intuitivamente la verdad, y finalmente ahí entre Ernesto Cordero, que estaba tratando de hacer un modelo de estimación estadístico, y el propio Juan Molinar, los que estábamos ahí coincidimos en que la tendencia del PREP iba a abrirse, como ocurrió de hecho en la madrugada. Yo terminé a eso de las cinco de la mañana, cinco y media me fui a dormir a la casa con la idea de descansar un poco, pero me hablaron de que López Obrador estaría en el programa de Loret de Mola y entonces fui al programa de Loret de Mola. Para esa hora ya el PREP había terminado o por lo menos ya era muy claro el resultado. Llevé las cifras del PREP, llevé las cifras de los distritos que todavía faltaban y los datos eran realmente contundentes; era absurdo el planteamiento que había hecho él de que ganaría. Y bueno eso fue aquellos días, ¿no? Ya luego, el miércoles nos fuimos al conteo. Hubo una discusión que tuvimos en una reunión que, si mal no recuerdo, fue en la parte baja del restaurante Pajares, en la que yo pedí que exploráramos entonces la idea, que entonces ya sugería el PRD, de abrir los paquetes, y la opinión rotunda de prácticamente todo el equipo, César Nava sobre todo y Germán, Molinar, que estaban encargados de la parte jurídica, era que el precedente del Tribunal colocaba la elección en un enorme riesgo de que si se abrían los paquetes fuera de los cauces previstos por la ley, podrían entonces sí encontrar una causa de nulidad de la elección.
–Que era lo que había ocurrido años atrás en Tabasco.
–Precisamente el antecedente de Tabasco… entonces ahí se tomó la decisión de jugar con las reglas, es decir, de ir a los cómputos, que se contaran, se reabrieran los paquetes en los casos que preveía la ley, que hubiera la total disponibilidad de hacerlo en los casos que preveía la ley, pero que evitaran que casos que no tenían impugnación, o que no tenían ninguna disputa se reabrieran, porque eso era, probablemente, con objeto de convocar una nulidad. Fuimos al cómputo. En la mañana del miércoles nos empezaron a reportar que el PRD estaba haciendo tácticas dilatorias en todas las casillas que habíamos ganado y la pregunta era si nosotros objetábamos también las casillas donde el PRD había ganado, la respuesta es no. Vamos contando en donde el PRD gana para poder avanzar en los cómputos, pero eso lo que provocó es una estrategia muy evidente del PRD de que al dejar de computar las casillas donde habíamos ganado, el cómputo distrital comenzó a arrojar cifras en favor de López Obrador…
–Que se mantuvieron prácticamente durante todo el día…
–Sí. Claro que llegó un momento en que ya era insostenible. Presionamos más para que se empezaran a contar nuestras actas y la tendencia obviamente se revirtió de manera muy consistente, muy dramática, fue una noche que no sé la audiencia televisiva, pero nunca tuvo a esas horas tanto rating… Finalmente ¿qué sería…?, como a las cuatro de la mañana se revirtió la tendencia, y aunque sabíamos que los resultados coincidían con nuestras cifras y era lo previsto, entonces yo creo que ahí fue el momento donde saboreamos la victoria.
–En ese momento comienza a saborear la victoria pero también… un proceso muy difícil… ¿Cómo se vivieron esos meses?...
–Fueron semanas muy, muy difíciles. Yo había intentado hablar con López Obrador la semana previa a la elección. De hecho alguna vez, abiertamente, yo personalmente marqué a su comité de campaña. Probablemente quien me contestó habría pensado que era una broma…
–O sea que no le creyeron…
–Luego mandé a varias personas, una de ellas fue Florencio Salazar, que hizo contacto con Ricardo Monreal, según me informó, y habíamos hablado de la posibilidad de un encuentro, a lo que en principio yo había manifestado desacuerdo, de que podíamos habernos reunido la víspera de las elecciones…
–O sea antes de las elecciones…
–El sábado primero de julio o el propio dos, ellos me iban a avisar. Luego a final de cuentas no hubo ya ningún contacto. Tratamos insistentemente de tener contacto con ellos, incluso para ponernos de acuerdo acerca de la metodología. Hubo mucho diálogo incluso a nivel de los representantes del IFE, pero nada más. La prioridad, desde el momento que habíamos previsto el escenario de que nunca iba a reconocer la elección, eso lo teníamos por cierto, de hecho en alguna filtración que recoge La Jornada, en una comida de despedida con el equipo de campaña ya en los días previos a la elección, yo dije que tendríamos que estar preparados para un proceso postelectoral muy largo y muy combativo, y efectivamente así fue. Pero la prioridad, primero, fue defender el caso legal, esa fue la premisa y la condición a la cual debía someterse toda estrategia. Fue complicado y creo que se complicó innecesariamente. Por ejemplo, la decisión de parte del gobierno federal de prácticamente no hablarme hasta que se decidiera todo el proceso, era verdaderamente absurda. No podía yo preparar bien la transición de gobierno porque no tenía contacto formal y no había operatividad de enlace con el gobierno saliente, ni podía tampoco estar activamente en los medios… anuncié un recorrido por el país, se me dijo que era imprudente, tomé nota de eso, quise cuidar perfectamente las cosas, bajamos totalmente el perfil de la gira, entonces fueron días muy, muy difíciles.
–Estuvo la tentación en algún momento, en esos días, de también demostrar el poder de movilización del PAN… o del calderonismo…
–De hecho yo me quedé con esa idea… yo estaba con la idea de que hiciéramos una concentración en el Zócalo y de hecho lo pregunté, lo consulté, de movilizar a la gente, y creo que a final de cuentas la decisión obviamente fue que no, pero a final de cuentas tuvimos una buena decisión: no podíamos ponernos en el mismo plan; el riesgo de violencia era extremadamente alto. Preferimos jugar con mayor cautela (…) Y la segunda premisa, yo nunca la olvidé, siempre la tuve bien presente, es que en un movimiento de resistencia civil hay dos bandos contrapuestos, pero que gana el movimiento que logra capturar al tercero en discordia, que es el ciudadano, el gran público…
–El que no participa en ninguno de los dos bandos…
–Y por eso lo importante, según lo habíamos aprendido en aquel tiempo con Corella, era no dañar las preocupaciones y los intereses y los derechos de terceros ¿no?, había que ganar su confianza, y Andrés Manuel lo que estaba haciendo en cada momento era finalmente fastidiar al tercero, hasta que decidió finalmente el plantón en Reforma y yo ahí entendí que eso iba a ser el fracaso de su movimiento, como de hecho finalmente lo fue; fue erosionando su base de apoyo en el Distrito Federal, fue perdiendo total credibilidad. Hubo también una estrategia muy intensa para revertir el posicionamiento que él estaba logrando a través de operadores muy hábiles en el plano internacional. Hablamos, yo personalmente hablé con varios actores, con el expresidente Felipe González; hablé con gente de los diarios más importantes en Estados Unidos, New York Times, Wall Street Journal, del Washington Post, hablé con la gente de El País, hablé con Los Angeles Times, con gente de Miami Herald, hablé con gente desde Madeleine Albrigth hasta el expresidente Clinton, hablé con… en fin… con el presidente Lagos de Chile, busqué entrevistas con personajes muy respetados en México, hablé con Carlos Fuentes, le expliqué mi versión, en fin, pues hicimos una operación muy intensa, muy compleja pero poco a fuimos marcando las cosas.
–¿Y qué sucedió con los actores internos?... Estoy pensando en los priistas, hasta la gente del PRD… como Cuauhtémoc Cárdenas.
–Hablamos con ellos. De hecho yo personalmente hablé con Roberto Madrazo por teléfono. No lo hicimos en persona, pero hablé al día siguiente de la elección…
–Pero en medio de todo ese proceso viene un momento que quizás es el más difícil o de los más difíciles, que es el último informe del presidente Fox, cuando no puede dar el informe de gobierno.
–Hay dos momentos cruciales antes…
–¿Cuáles?
–Uno es el conteo de las 11 mil casillas que ordena el tribunal, que eran muchas más de las que habíamos calculado de acuerdo a lo que preveía la ley, pero finalmente que fue bueno que se hiciera y afortunadamente despejó las dudas que quedaban. La verdad es que los paquetes coincidían con lo que estaban diciendo las actas. Y el otro momento que yo creo que fue clave para toda la etapa postelectoral fue mi comparecencia, mi concurrencia al tribunal para defender mi caso, que fue una situación muy polémica, porque había opiniones divididas, pero yo lo que percibí es efectivamente un cambio de opinión en algunos magistrados del Trife…
–Ya la calificación de la elección había concluido.
–Todo… ya cuando volvimos otra vez… cuando recogí la constancia, cuando había pasado todo eso, entonces volvimos a plantearnos el primero de diciembre; entonces hicimos reuniones periódicas casi diarias, y diarias por lo menos los dos últimos meses, para revisar el escenario del primero de diciembre.
–¿Qué se revisaba (en esas reuniones)?
–Era una reunión que tenía yo en la casa de transición donde estaba Juan Camilo Mouriño, estaba Max (Cortázar), estaba la gente del equipo digamos, estaba también algún funcionario de Seguridad Pública, la gente del Estado Mayor, estaban los coordinadores o algún representante. Se revisaba primero cómo iban las discusiones en el Congreso respecto del primero de diciembre; en principio yo diría que en los meses de octubre y primera quincena de noviembre había la idea de que no había problema y de que el PRD ya estaba más o menos asintiendo la posibilidad de que se diera lo del día primero; bueno, revisamos cómo iba el diálogo político respecto de ese tema. Revisamos también los escenarios que nos hicimos para el día primero. El primer escenario era un escenario de tersura y de seriedad política, el día que tomaría protesta; otro escenario era de protestas, como ocurrió en otras ocasiones, y así sucesivamente eran cinco o seis escenarios los que revisábamos, y uno de ellos era ciertamente llegar a la tribuna por el pasillo central con defensa de los diputados, otro llegar a la tribuna por un pasillo lateral o llegar a la tribuna por un pasillo… por cualquiera de las dos entradas tras banderas, una abierta y otra oculta, que quienes hemos estado en la Cámara, por lo menos en la mesa directiva, o en funciones de responsabilidad en la Cámara, sabemos que existe ¿no?…
–¿Nunca estuvo vigente la opción de no rendir protesta en San Lázaro?
–Se planteó… honestamente se planteó varias veces, pero a medida que iba avanzando el escenario… primero, déjame reconocerte que esa opción nunca la iban a aceptar. La primera… pues iba a ser un escenario el propio Auditorio Nacional con gente nuestra… pero luego se evidenció que la estrategia del PRD era marcarme con una duda de ilegitimidad durante seis años, el hecho de no tomar protesta en el Congreso, en primer lugar según la disposición constitucional, el no presentarse ante el Congreso es una causal para llamar a un presidente sustituto. No había oportunidad de jugar con eso y luego seis años de ser presidente impedido de asistir al congreso, un presidente, como fue la idea que se quiso formular también como una estrategia del PRD, según supimos, un presidente a salto de mata, un presidente en fuga, un presidente pues ilegítimo como lo han planteado, que se reforzaría nuevamente con un presidente que ni siquiera pudo tomar posesión donde debiera hacerlo. Entonces, el PRD elevó significativamente la apuesta y nosotros categóricamente tomamos la decisión de preparar el escenario para que se diera en San Lázaro como finalmente ocurrió ¿no?
–¿Qué se siente al rendir protesta en ese escenario, en esas condiciones, en ese momento? ¿Qué sintió el presidente Calderón?
–Bueno, fueron varias fases. Siempre supimos que para que cualquier estrategia de defensa de la tribuna tuviera éxito, deberíamos llegar al primero de diciembre sin que el PRD tomara la tribuna. Siempre se estuvo planteando diversos escenarios. Cuando se toma la tribuna desde el martes, yo pensé que era muy anticipado. Mi duda era que aguantáramos, ¿no? Entonces yo en las noches les hablaba a los diputados que estaban en tribuna para alentarlos, para reforzarlos, para estar ahí con ellos, en fin, y finalmente pudieron aguantar hasta el viernes. Cuando llegó el momento, yo había hablado con Jorge Zermeño todavía la víspera dos días antes y revisamos el orden del día y le dije: “Mira, lo de la lectura del bando solemne quítalo, lo de los honores al presidente Fox quítalo porque quién sabe si vaya a poder y, segundo, ahí se va a hacer el caos y vamos a tomar protesta que es a lo que vamos; no voy a poder dar un mensaje, sería absurdo”… Todavía esa mañana hablé con él y le digo: “Estoy listo, Jorge”. “Mira, yo a las nueve y media arranco la sesión”, me dijo… ¿nueve y media, no?…
–Bueno, pasaban mil cosas… lo único que no había era tranquilidad…
–Pero finalmente pude protestar y había una enorme satisfacción. Creo que el júbilo que se sentía en ese momento y que externaron además los diputados fue realmente indescriptible, extraordinario.
–Otro presidente, antecesor suyo, me dijo en una oportunidad que en el momento que sintió que ya había tomado el poder, que era ya el presidente de México, fue en el Campo Marte…
–Así es…
–¿Realmente es así?
–Así es, efectivamente; la responsabilidad de dirigir a las fuerzas armadas es probablemente la más delicada, la más compleja y donde efectivamente se comprende a cabalidad la dimensión de esa responsabilidad.


"Subestimaron a Calderón antes y después del 2 de julio"
Jorge Fernández
analiza en el libro Calderón Presidente, a los principales actores de la contienda electoral de 2006 y señala limitaciones de los medios para interpretar los hechos a mediano plazo
Ivonne Melgar, entrevista al autor de La lucha por el Poder; Excelsior, 19/03/2007?;
IM: -Fuimos capaces como medios de comunicación de leer los puntos clave de la disputa por el poder en los 150 días que tu libro reconstruye, o hubo déficit en la comprensión de lo ocurrido?
JFM: -Creo que no vimos bien en general. Nos pasó algo que nos sucede muy seguido: quedarnos en las declaraciones, en las tomas de posición de los candidatos y no confrontar lo que está pasando con la sociedad. Por ejemplo: la encuesta en la que Andrés Manuel López Obrador decía que iba diez puntos arriba. Tomamos por cierta la popularidad sin comprender cómo venía todo el proceso.
Quizás eso ocurría en el imaginario de algunos medios. Pero cuando uno veía las encuestas nos estaban mostrando otra cosa. Y esa de los diez puntos nunca la pudimos ver. No vimos con perspectiva de mediano y largo plazo; tampoco vimos con mayor profundidad los sentimientos de la sociedad en el resto del país. Nos faltó rigurosidad. Y a eso le agrego una premisa en la que se basa el libro, y es que sus adversarios, pero también nosotros en la prensa, subestimamos a Felipe Calderón como precandidato, como candidato en lucha franca y como ganador que aún no tenía la calificación.
Tanto se le subestimó que la pregunta a finales de noviembre era si iba o no a tomar posesión. Y quien lo conociera, sabía que iba a hacerlo.
IM: -En tu libro queda evidente que Calderón define su estrategia de que tiene que tomar posesión justo cuando al ex presidente Fox no lo dejan dar su último Informe.
JF:-La diferencia es esa: saber leer la coyuntura con mucho pragmatismo y claridad. Y tener un foco para gobernar. Ese fue uno de los méritos de Calderón y de su equipo, que estuvieron enfocados, que supieron corregir cuando las cosas empezaron a salir mal; cuando el ex presidente Fox decide no presentar su Informe, Calderón decide establecer un equipo que a partir de ese día hasta el primero de diciembre se reúne dos horas diarias para ir previendo todos los escenarios, porque él sí llegaría a la toma de posesión.
Si no lo hacía, pensó, su gestión sería un infierno. Y creo que en López Obrador nunca hubo esto de saber leer las cosas correctamente y tomar medidas para rectificarlas.
IM: -¿Qué tanto como medios de comunicación sucumbimos a esto que tu documentas en el libro sobre López Obrador, que es su capacidad de tergiversar la realidad y hacer creer que ésta evolucionará como él lo indica?


JM: -Quien diga que puede hacer un libro objetivo está mintiendo. Y yo hago esta crítica profunda porque estoy convencido de que habría sido un Presidente muy dañino para el país. Es un hombre que no es de izquierda, sino muy conservador y autoritario. Y me baso en el planteamiento de Harry Frankfurt, en su texto On Bullshit, que habla de la diferencia entre el hombre que miente y el que inventa una realidad. Y lo que vimos fue el invento de una realidad que nosotros en los medios le compramos. Fue el que tuvo más seguimiento mediático, llegó a dar entrevistas hasta de dos horas.
IM: -Documentas que a AMLO le acaba pasando lo mismo que a Marcos. ¿Esta suerte común es porque ya no hay espacio para estas visiones de purificación, de revolución, o tiene el presidente Calderón el riesgo de contender con un nuevo intento de refundación?
JF: -El riesgo ahí está, tanto que la diferencia entre López Obrador y Calderón fueron 250 mil votos. Aunque cada vez está menos presente, porque son personajes que tienen un pico, crecen y desaparecen o se pierden en la masa de los distintos actores. Es muy importante comprender que la política mexicana está para cosas mucho más de largo plazo. No hicieron la lectura de los personajes, francamente muy primarios, que estaban detrás de Andrés Manuel. Y eso se refleja, y lo deberíamos asumir en forma crítica, en la cobertura de las elecciones.
Los periodistas que dijimos que había posibilidades de que ganara Felipe Calderón, no por simpatía sino porque así lo percibíamos, la verdad fuimos muy pocos. Hubo errores en la evaluación, tanto en analistas como en encuestadores y en los medios. También fueron más los que se fueron con la idea de que la presión en las calles terminaría por anular los comicios
Hay una razón de fondo que lleva a esas percepciones: durante los seis años anteriores la movilización le ganó a las instituciones. Atenco fue el principio. A partir de ahí, la administración Fox decide no poner límites. Se recupera al final, con Oaxaca, como un control más de Calderón que de Fox.
El factor del error está en desconocer a los personajes. Calderón no es lo mismo que Fox. Como Cuauhtémoc Cárdenas no es Andrés Manuel y Beatriz Paredes no es Madrazo. Esperaban que Calderón actuara como Fox. Y en los últimos seis años, uno nunca supo dónde estuvo la Presidencia. Pero hubo un grado de deterioro tan alto que había que restablecer un nuevo modo de gobernar.
Desgraciadamente lo que nos ocurrió con el presidente Fox es que su nivel de incultura política era tan alto, que todo lo planteado por sus asesores estaba fuera de la realidad. Su principal asesor, Ramón Muñoz, quería solucionar todos los problemas basándose en mapas mentales. No tengo nada en contra de esto, pero evidentemente lo que faltó esos seis años fue política, y el único político que hizo algo fue López Obrador.
El momento del desafuero es clave. Se catapulta Andrés Manuel López Obrador como candidato, pero también queda claro que eso está tan mal operado que cualquier candidatura que le apareciera a Marta Sahagún y a Santiago Creel les iba a ganar.
IM:-¿Qué tanto contó el factor del crimen organizado, un asunto que Fox envía al terreno policiaco, y que Calderón considera fundamental para asumirse al frente del poder?
El punto fundamental en esto es que se debe comprender que el crimen organizado es un factor de poder, como la empresa, la Iglesia, a tomar en cuenta. El poder del crimen lucha por adueñarse del Estado. Llama la atención que este tema se dejara crecer. Ahora esta política se inscribe en una política de Estado; la otra, la del sexenio anterior, era una visión policial. Por eso la primera recomendación que Calderón recibió fue "no te metas, es muy riesgoso, y los réditos se van a dar al largo plazo, porque ahora es imposible".
Este año hay elecciones en más de diez estados y hay una conexión entre el hecho de que el narcotráfico está comprando policías locales; este año se renovarán mil 490 legisladores y cerca de 800 presidentes municipales, y con el hecho de que un tercio de todos estos tuvieran influencia en el narco en 2009, nos veríamos en una circunstancia catastrófica, independientemente de quién gobierna.
IM: -¿Jugó algún papel el pico de violencia de 2006 en la coyuntura electoral?
A pesar de que no fue leído correctamente, se viene presentando el fenómeno del crimen organizado en coyunturas electorales desde 1994. No quiero decir que la candidatura de López Obrador estuviera sustentada en el crimen organizado, pero sí tenemos una lectura donde vemos un candidato que dice "Voy a llevar una guerra contra el narcotráfico", y otro candidato que dice "Este es un tema policial donde debemos atacar la pobreza y sólo después el narco". Oye, si yo soy narcotraficante voy a apoyar al de la visión policial. Lo importante es que hay un momento en que el presidente Calderón se da cuenta de que la violencia por delincuencia es un asunto desestabilizador más grave que el plantón en Reforma o el movimiento del lopezobradorismo, que se había suicidado políticamente.
IM: -En tu libro enfatizas la importancia de los detalles locales y pones el caso de la elección de gobernador en Chiapas, ¿eso también es un signo del cambio?
JF: -Creo que la política se transforma en la combinación de grandes momentos nacionales con coyunturas locales que van determinando las cosas; determina mucho todo el accionar personal de cada político.
IM: -¿Qué pasa con el pragmatismo de coalición?
JF: -En realidad, si vemos, hay un gobierno de coalición con algunos sectores que salieron del priismo, como Javier Lozano (secretario del Trabajo); hay un acuerdo evidente con Elba Esther Gordillo, pensada como una fuerza política más allá del nivel sindical… Y por el momento, el PRI no entra a un gobierno de coalición porque percibe que ante el derrumbe de López Obrador, se abre para ellos una posibilidad muy buena como aliados del gobierno federal y también de convertirse en parte de una oposición constructiva. Calderón cambia mucho con su estancia en Estados Unidos.
Él se va, después de ser dirigente del PAN, porque no avalaba ni tragaba, para decirlo gráficamente, al candidato Fox. Ese Calderón, y esa Margarita Zavala, se van y es muy sano para ambos ese tiempo de distancia. Llega tarde al gabinete, pero el tiempo es suficiente como para darse cuenta de por qué no estaban funcionando… Y eso le permite tener una salida rápida del gobierno de Fox.
IM: -Llama la atención que le des tanto juego a la carta de Cárdenas a Elena Poniatowska, ¿por qué?
JF: -Porque ahí se establecen las líneas de ruptura interna en el PRD. Me asombró entonces que no se le diera mayor difusión. Pero lo cierto es que el fundador del partido estaba marcando sus diferencias. En el comité de campaña de López Obrador no había un solo cardenista. Y la carta se da en un momento en el que Andrés Manuel buscaba imponer sus condiciones descalificando cualquier oposición interna que afectara su credibilidad.
Por eso le gritan traidor y nadie dice nada. En aquel momento se le prohíbe la entrada al plantón a Carlos Monsiváis y nadie dice nada. Porque la idea era no decir nada, y creo que Cuauhtémoc rompe con eso.
IM: -¿Qué no debemos perder en el registro de Felipe Calderón Presidente?
JF: -Yo creo que lo primero que no debemos perder de vista es, como en la época de Salinas, que hay que aprender que es una persona que engaña con la verdad. Y yo creo que engaña con la verdad en algunas cosas. Dice que llegará a ciertos acuerdos y que no va a presentar una iniciativa, hasta que no lleguen esos acuerdos, y efectivamente lo hace así. Entonces hay todavía algunos actores políticos, algunos analistas que están buscándole la trampa al tema de los operativos, porque creen que lo que busca es mostrar la mano dura… Y realmente, la verdad, es que el Presidente está actuando con base en lo que está diciendo. La verdad es que es bastante coherente, y eso me recuerda que es como una mezcla de operar de Carlos Salinas con ciertos aspectos de formas de ser de Ernesto Zedillo. La operación personalizada, controlada personalmente.
IM: -¿Hay una nueva relación prensa-poder?
HF: -Fox hablaba porque se le ocurrían ideas que lo entusiasmaban. Y por eso necesitábamos un vocero que dijera: "el Presidente quiso decir…" Pero con Calderón no me imagino tener un vocero. Ahora, aún no está establecido el nuevo estilo de relación entre el gobierno y los medios… No me imagino una relación en la que se repitan hechos como el anuncio con bombo y platillos de 12.5 por ciento de publicidad oficial, y tampoco me imagino un estilo donde, como hemos visto, se le pueda decir "¡puto!" al Presidente en una entrevista de prensa sin que pase absolutamente nada.
IM: -¿Cuál fue el tema por el que Calderón gana?
JF: -La coherencia. Eso fue determinante. Y volvemos al tema de las lecturas. Una lectura equivocada, por parte de Andrés Manuel, de que la gente podría asumir como en el pasado el discurso del fraude electoral y que el camino era la violencia, y que eso era mejor que los acuerdos.
Y él señala que hubo un momento clave, el de su presentación al Tribunal Electoral para defender su caso. Porque ahí estaba diciendo, le apuesto a las instituciones hasta el final, con el peligro de que éstas anularan las elecciones. Hubo quienes le recomendaron sacar al panismo a la calle. Y no lo hizo. Porque decidió apostarle todo a una sola carta.

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