Activismo estudiantil: las verdades, los mitos...
Patricia Dávila, reportera,
Patricia Dávila, reportera,
Publicado en la revista Proceso, 1636, 16/03/2008;
Atraídos por temas sociales y de derechos humanos, decenas de “colectivos estudiantiles” que realizan actividades en la Universidad Nacional Autónoma de México se asumen como “radicales” y “contestatarios”. Y no obstante que muestran distintos grados de interés por los movimientos armados, como el académico, se desmarcan de éstos. De hecho, la institución tiene registradas 669 tesis de licenciatura y maestría sobre el tema de las organizaciones revolucionarias.
Se asumen como grupos “radicales”, pero rechazan ser guerrilleros. Su activismo, afirman, es pacífico, pero enfocado a las causas sociales o en defensa de los “oprimidos”.
Así, luchan por la liberación de “presos políticos y de conciencia”, apoyan a los afectados por la represión en Atenco, forman brigadas médicas y de alfabetización en zonas “desprotegidas”.
Son los autonombrados “colectivos” estudiantiles de la UNAM.
Tres están establecidos en la Facultad de Derecho, cinco en Economía, cinco en Trabajo Social, ocho en Ciencias Políticas y Sociales y al menos 12 en la Facultad de Filosofía y Letras.
En esta última, 10 de estos colectivos ocupan cubículos o “espacios liberados”.
Otros grupos, como Cátedra Simón Bolívar y Cine Club Benkos Bioho, no tienen espacios fijos, pero ello no les impide realizar sus actividades: proyectan películas y documentales, y organizan mesas redondas y conferencias. Por ejemplo, en enero pasado, la Cátedra Simón Bolívar invitó al embajador de Venezuela en México, Roy Chaderton, a dictar una conferencia.
Todos los colectivos emiten boletines, tienen páginas electrónicas o blogs, y algunos incluso publican de manera regular sus propias revistas, como Revuelta, que cada dos meses edita el Comité Cerezo. En estas publicaciones abundan artículos sobre violaciones a los derechos humanos y aparecen análisis sobre organizaciones “revolucionarias” como el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).
El interés por “organizaciones revolucionarias” también lo comparten otros estudiantes de la UNAM que no necesariamente militan en esos grupos. Un dato lo refleja: en los archivos de la Biblioteca Central de la UNAM están registradas 669 tesis de licenciatura y maestría sobre temas relacionados con movimientos armados en Colombia, Venezuela, Ecuador, Nicaragua, El Salvador y México.
Algunos títulos son específicos: Problemáticas latinoamericanas: el desplazado por la violencia y el conflicto armado y su representación social en la población receptora; EPR: guerrilla o terrorismo; Cultura política y autoritarismo en Bolivia, Colombia y México: una perspectiva comparada, y Las dificultades que enfrenta el Estado colombiano en el proceso de pacificación (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-Ejército del Pueblo, FARC-EP), entre otros.
En la tesis titulada La vigencia del ideario bolivariano en nuestra América: los procesos de Colombia y Venezuela, destaca un párrafo: “la política que ha venido realizando el gobierno (colombiano) se ha encaminado a posicionar cada vez más el proyecto de la ultraderecha (…), busca salir de la recesión económica en que se encuentra Colombia a costa de lo que sea, destruir las bases de resistencia militar y derrotar militarmente a la insurgencia”.
Esta tesis fue registrada en la UNAM el 2 de mayo de 2005. Fue escrita por Mariana López de la Vega, quien junto con Dagoberto Díaz y Juan González –quien murió en el campamento de las FARC en Ecuador– es señalada en un documento de inteligencia del gobierno colombiano como dirigente del Núcleo Mexicano de Apoyo a las FARC.
Proceso realizó un recorrido por la Facultad de Filosofía y Letras. Constató que los colectivos Comité Cerezo, Carlos Marx, Tina Modotti, Niucame, video-ludoteca Víctor Jara, Los Pingüinos, el Smaliyel y Galería Autónoma –estos tres últimos dedicados a apoyar al EZLN– tienen cubículos propios.
Un par de colectivos de esta facultad adoptaron incluso el nombre del espacio que ocupan: Cubículo 201 y Cubículo 301.
El punto principal de reunión en esta facultad es un área abierta, ubicada en el acceso al edificio. Se le conoce como el “aeropuerto”, pues, dicen, es “el lugar donde aterrizan las ideas”. En una de sus paredes hay un periódico mural con tres mensajes: “(Álvaro) Uribe (presidente de Colombia) es un asesino”; “Por siempre Fidel” y “¿Quién es Lucía Andrea Morett? Alumna de excelencia (…) interesada en la investigación de movimientos sociales en América Latina (…) Se estaba documentando para empezar a redactar su proyecto de tesis: El teatro de creación colectiva en América Latina: dos casos, Cuba y Colombia”.
A un lado del “aeropuerto”, la Cooperativa Smaliyel ocupa un cubículo “liberado”. Dentro, cuelga del techo una manta roja con el letrero “Ejército Zapatista de Liberación Nacional”. Tres estudiantes venden dulces, galletas y café producido en Chiapas. En un estante están acomodados libros y revistas. Saltan a la vista un libro de cubierta rosa titulado Comandante Zero, varios ejemplares de la revista Rebeldía y folletos con la leyenda “Hasta siempre comandante Ramona”.
Los colectivos
Un documento titulado Grupos radicales colectivos universitarios –que se encuentra en el sitio del Comité Cerezo en internet– ofrece una radiografía de esos colectivos, en la que aparecen además los nombres y fotografías de sus dirigentes.
En la Facultad de Filosofía y Letras aparece la Asamblea del CGH Che Guevara, cuyos principales dirigentes son Emilia Cerezo Contreras, Francisco Cerezo y Mayra Valenzuela Rojas, también conocida como La Mamá Toronja. Este grupo también se hace llamar Colectivo Estudiantil Rebeldía y Conciencia.
Según el documento, “su activismo político se ha enarbolado en diferentes banderas de lucha, dirigidas a la realización de un Congreso Universitario Democrático y Representativo que cuente con la mayoría representada por el sector estudiantil; la libertad de presos políticos, de manera específica la de los hermanos Cerezo Contreras; el cumplimiento a los acuerdos de San Andrés Larráinzar; apoyo del EZLN; así como los identificados con la lucha de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-Ejército del Pueblo (FARC-EP)”.
El Colectivo Manantial, de la misma facultad, es encabezado por René Hernández González, Libertad Argüello, Alejandro Franco Flores y Miguel Ángel Cruz Cervantes. “Tiene vínculos con el perredista Martí Batres Guadarrama”, se anota en el documento.
Y en “el aeropuerto” de Filosofía y Letras se ubica a la Fracción de la Corriente en Lucha del CGH, con 10 activistas encabezados por Armando Gómez Martí, Alfredo Martínez Ramírez y Gabriel Ramos Carrasco.
En la misma fuente se establece que la Facultad de Derecho alberga a cuatro grupos, pero sólo se mencionan los nombres de tres: Contracorriente, Colectivo Estudiantil y Fracción del Frente Zapatista de Liberación Nacional.
Su perfil: “Radicales que orientan su activismo a la realización de acciones contestatarias a las políticas reformistas del Estado, particularmente en materia educativa, indígena y económica. Su estrategia de operación es la instalación de mesas de discusión, foros, conferencias, elaboración de periódicos murales, abarcando principalmente conflictos coyunturales”.
El colectivo Contracorriente está integrado por 35 estudiantes. Sus dirigentes son Érick Argüello Mothelet, Andrés Paulino Arlet, Omar García Contreras y Aura Martínez. Su base de operaciones, el cubículo D-301.
Otros 30 estudiantes integran el Colectivo Estudiantil, dirigido por Laura Violeta Chávez Guadarrama, Humberto Rosas Vargas, Marco Macías Iglesias y Édgar Sánchez González. Ellos acondicionaron su sede, el cubículo D-201, con servicio de café internet y papelería a bajo costo, “que han utilizado para ganar adeptos entre la comunidad estudiantil”. También cuentan con el local comercial 15 de Plaza Copilco, donde venden cerveza, dulces y cigarros.
Según el documento, cinco colectivos realizan actividades en la Facultad de Economía. Comparten objetivos como “manifestarse en contra de las reformas de la privatización de la industria eléctrica y del área de comercio de América-Plan Puebla Panamá”. Además, rechazan “la guerra de Estados Unidos contra Irak”.
Estos colectivos utilizan el auditorio Ho Chi Minh, aunque también ocupan otras instalaciones de la facultad, como el salón 104.
Otros grupos son: la Corriente en Lucha, dirigida por Mario Flavio Benítez, El Gato; Salvador Ferrer Ramírez (profesor de Ciencias); Gilberto Ramírez Lazcano; José Alfredo Domínguez Chávez, y Rebeca Peralta Mariñelarena; y la Unión Juventud Revolucionaria de México, dirigido por Alberto Pacheco Guízar, El Diablo; José Eduardo Amador; Agustín Ávila Romero, y David Ángel Lozano Tovar (los dos últimos profesores de esta facultad). Los integrantes de este núcleo actúan también en Ciencias Políticas y Sociales, donde venden libros.
Enraizados en esta última facultad, destacan los siguientes colectivos:
–Conciencia y Libertad, dirigido por Alejandro Echevarría, Consuelo Soria Arenas, Lázaro Minero Arellano y Aldo Reyes Rivera. “Su poder de convocatoria es de 15 a 20 personas”, apunta el documento. Y agrega: “En este colectivo confluyen los narcopunks del Centro Libre de Experimentación Teatral y Artística (CLETA) y la Corriente en Lucha. Impulsan el trabajo comunitario en distintas zonas indígenas del país a través de la Brigada Universitaria Interdisciplinaria de Trabajo (BUIT)”.
–Frente de Lucha Estudiantil Julio Antonio Mella (FLE-JAM), dirigido por Gerardo González Altamirano, Jorge Alberto Martínez Valero, Rubí Yepes y Jorge Ortiz Sánchez. “Es de ideología radical y tendencia marxista-leninista (…) Mantienen simpatía por los movimientos revolucionarios que fueron encabezados por Lucio Cabañas y Genaro Vázquez”.
–Comité Estudiantil Universitario, cuyos principales representantes son Carlos Chávez Bécker y el profesor Arturo Chávez López. El documento señala que, “como consecuencia de su vinculación con el PRD, su popularidad en la facultad se ha reducido”.
–Rebeldía, integrado por ocho personas y dirigido por Juan García Pérez. “Sus demandas están enfocadas a esclarecer el asesinato de las mujeres en Ciudad Juárez, Chihuahua. Tienen vínculos con estudiantes de la Facultad de Medicina, con quienes impulsan un proyecto de salud para atender a la comunidad indígena loxicha de Oaxaca. Se ubican en los salones A-110 y 109”, apunta el documento.
“Criminalización”
En el ataque del ejército colombiano al campamento de las FARC en Ecuador murieron tres estudiantes de la Facultad de Filosofía y Letras: Verónica Natalia Velásquez Ramírez, Fernando Franco Delgado y Juan González del Castillo. Ellos eran integrantes de los colectivos Cátedra Simón Bolívar y Cine Club Benkos Bioho, ambos coordinados por Lucía Andrea Morett Álvarez, quien resultó herida.
Entrevistado por Proceso, Francisco Cerezo Contreras, dirigente del Comité Cerezo, rechaza que el activismo de estos grupos estudiantiles tenga por objeto favorecer a grupos armados como el Ejército Popular Revolucionario (EPR), el Ejército Revolucionario Popular Insurgente (ERPI), el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) o las FARC de Colombia.
Pone como ejemplo a su propia organización, la cual nació en 2001, a raíz de la detención de sus hermanos Alejandro, Héctor y Antonio –estudiantes de la UNAM–, acusados por el gobierno de Vicente Fox de estar involucrados en la detonación de petardos en tres sucursales de Banamex de la Ciudad de México.
Comenta que una vez que el caso de sus hermanos se “agotó jurídicamente”, el comité mantuvo sus actividades, pero como organización de derechos humanos especializada en documentar casos de “presos políticos y de conciencia” en el país.
“Tenemos alrededor de 500 presos de este tipo, de los cuales unos 300 siguen recluidos. Han sido liberados más de 500, sobre todo después de las represiones masivas en Oaxaca y en Atenco (2006) y contra los altermundistas en Guadalajara (2003). Hasta la fecha hay algunos que aún no son sentenciados.”
–¿Todos estos casos han sido relacionados con la guerrilla?
–No. En realidad en México sólo se reconocen cuatro presos políticos, es decir, que han intentado cambiar el sistema mediante el uso de la violencia. Son Jacobo Silva Nogales, Gloria Arenas –quienes se asumen como miembros de ERPI–, José Luis Durán Mata y Sergio Bautista Martínez, miembros del EPR.
Señala que desde 1968 el gobierno mexicano ha utilizado la estrategia de “criminalizar la lucha social”. Así, señala, “trata de vincular con grupos insurgentes a las organizaciones sociales, a los colectivos estudiantiles y recientemente a las organizaciones de derechos humanos”.
Se asumen como grupos “radicales”, pero rechazan ser guerrilleros. Su activismo, afirman, es pacífico, pero enfocado a las causas sociales o en defensa de los “oprimidos”.
Así, luchan por la liberación de “presos políticos y de conciencia”, apoyan a los afectados por la represión en Atenco, forman brigadas médicas y de alfabetización en zonas “desprotegidas”.
Son los autonombrados “colectivos” estudiantiles de la UNAM.
Tres están establecidos en la Facultad de Derecho, cinco en Economía, cinco en Trabajo Social, ocho en Ciencias Políticas y Sociales y al menos 12 en la Facultad de Filosofía y Letras.
En esta última, 10 de estos colectivos ocupan cubículos o “espacios liberados”.
Otros grupos, como Cátedra Simón Bolívar y Cine Club Benkos Bioho, no tienen espacios fijos, pero ello no les impide realizar sus actividades: proyectan películas y documentales, y organizan mesas redondas y conferencias. Por ejemplo, en enero pasado, la Cátedra Simón Bolívar invitó al embajador de Venezuela en México, Roy Chaderton, a dictar una conferencia.
Todos los colectivos emiten boletines, tienen páginas electrónicas o blogs, y algunos incluso publican de manera regular sus propias revistas, como Revuelta, que cada dos meses edita el Comité Cerezo. En estas publicaciones abundan artículos sobre violaciones a los derechos humanos y aparecen análisis sobre organizaciones “revolucionarias” como el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).
El interés por “organizaciones revolucionarias” también lo comparten otros estudiantes de la UNAM que no necesariamente militan en esos grupos. Un dato lo refleja: en los archivos de la Biblioteca Central de la UNAM están registradas 669 tesis de licenciatura y maestría sobre temas relacionados con movimientos armados en Colombia, Venezuela, Ecuador, Nicaragua, El Salvador y México.
Algunos títulos son específicos: Problemáticas latinoamericanas: el desplazado por la violencia y el conflicto armado y su representación social en la población receptora; EPR: guerrilla o terrorismo; Cultura política y autoritarismo en Bolivia, Colombia y México: una perspectiva comparada, y Las dificultades que enfrenta el Estado colombiano en el proceso de pacificación (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-Ejército del Pueblo, FARC-EP), entre otros.
En la tesis titulada La vigencia del ideario bolivariano en nuestra América: los procesos de Colombia y Venezuela, destaca un párrafo: “la política que ha venido realizando el gobierno (colombiano) se ha encaminado a posicionar cada vez más el proyecto de la ultraderecha (…), busca salir de la recesión económica en que se encuentra Colombia a costa de lo que sea, destruir las bases de resistencia militar y derrotar militarmente a la insurgencia”.
Esta tesis fue registrada en la UNAM el 2 de mayo de 2005. Fue escrita por Mariana López de la Vega, quien junto con Dagoberto Díaz y Juan González –quien murió en el campamento de las FARC en Ecuador– es señalada en un documento de inteligencia del gobierno colombiano como dirigente del Núcleo Mexicano de Apoyo a las FARC.
Proceso realizó un recorrido por la Facultad de Filosofía y Letras. Constató que los colectivos Comité Cerezo, Carlos Marx, Tina Modotti, Niucame, video-ludoteca Víctor Jara, Los Pingüinos, el Smaliyel y Galería Autónoma –estos tres últimos dedicados a apoyar al EZLN– tienen cubículos propios.
Un par de colectivos de esta facultad adoptaron incluso el nombre del espacio que ocupan: Cubículo 201 y Cubículo 301.
El punto principal de reunión en esta facultad es un área abierta, ubicada en el acceso al edificio. Se le conoce como el “aeropuerto”, pues, dicen, es “el lugar donde aterrizan las ideas”. En una de sus paredes hay un periódico mural con tres mensajes: “(Álvaro) Uribe (presidente de Colombia) es un asesino”; “Por siempre Fidel” y “¿Quién es Lucía Andrea Morett? Alumna de excelencia (…) interesada en la investigación de movimientos sociales en América Latina (…) Se estaba documentando para empezar a redactar su proyecto de tesis: El teatro de creación colectiva en América Latina: dos casos, Cuba y Colombia”.
A un lado del “aeropuerto”, la Cooperativa Smaliyel ocupa un cubículo “liberado”. Dentro, cuelga del techo una manta roja con el letrero “Ejército Zapatista de Liberación Nacional”. Tres estudiantes venden dulces, galletas y café producido en Chiapas. En un estante están acomodados libros y revistas. Saltan a la vista un libro de cubierta rosa titulado Comandante Zero, varios ejemplares de la revista Rebeldía y folletos con la leyenda “Hasta siempre comandante Ramona”.
Los colectivos
Un documento titulado Grupos radicales colectivos universitarios –que se encuentra en el sitio del Comité Cerezo en internet– ofrece una radiografía de esos colectivos, en la que aparecen además los nombres y fotografías de sus dirigentes.
En la Facultad de Filosofía y Letras aparece la Asamblea del CGH Che Guevara, cuyos principales dirigentes son Emilia Cerezo Contreras, Francisco Cerezo y Mayra Valenzuela Rojas, también conocida como La Mamá Toronja. Este grupo también se hace llamar Colectivo Estudiantil Rebeldía y Conciencia.
Según el documento, “su activismo político se ha enarbolado en diferentes banderas de lucha, dirigidas a la realización de un Congreso Universitario Democrático y Representativo que cuente con la mayoría representada por el sector estudiantil; la libertad de presos políticos, de manera específica la de los hermanos Cerezo Contreras; el cumplimiento a los acuerdos de San Andrés Larráinzar; apoyo del EZLN; así como los identificados con la lucha de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-Ejército del Pueblo (FARC-EP)”.
El Colectivo Manantial, de la misma facultad, es encabezado por René Hernández González, Libertad Argüello, Alejandro Franco Flores y Miguel Ángel Cruz Cervantes. “Tiene vínculos con el perredista Martí Batres Guadarrama”, se anota en el documento.
Y en “el aeropuerto” de Filosofía y Letras se ubica a la Fracción de la Corriente en Lucha del CGH, con 10 activistas encabezados por Armando Gómez Martí, Alfredo Martínez Ramírez y Gabriel Ramos Carrasco.
En la misma fuente se establece que la Facultad de Derecho alberga a cuatro grupos, pero sólo se mencionan los nombres de tres: Contracorriente, Colectivo Estudiantil y Fracción del Frente Zapatista de Liberación Nacional.
Su perfil: “Radicales que orientan su activismo a la realización de acciones contestatarias a las políticas reformistas del Estado, particularmente en materia educativa, indígena y económica. Su estrategia de operación es la instalación de mesas de discusión, foros, conferencias, elaboración de periódicos murales, abarcando principalmente conflictos coyunturales”.
El colectivo Contracorriente está integrado por 35 estudiantes. Sus dirigentes son Érick Argüello Mothelet, Andrés Paulino Arlet, Omar García Contreras y Aura Martínez. Su base de operaciones, el cubículo D-301.
Otros 30 estudiantes integran el Colectivo Estudiantil, dirigido por Laura Violeta Chávez Guadarrama, Humberto Rosas Vargas, Marco Macías Iglesias y Édgar Sánchez González. Ellos acondicionaron su sede, el cubículo D-201, con servicio de café internet y papelería a bajo costo, “que han utilizado para ganar adeptos entre la comunidad estudiantil”. También cuentan con el local comercial 15 de Plaza Copilco, donde venden cerveza, dulces y cigarros.
Según el documento, cinco colectivos realizan actividades en la Facultad de Economía. Comparten objetivos como “manifestarse en contra de las reformas de la privatización de la industria eléctrica y del área de comercio de América-Plan Puebla Panamá”. Además, rechazan “la guerra de Estados Unidos contra Irak”.
Estos colectivos utilizan el auditorio Ho Chi Minh, aunque también ocupan otras instalaciones de la facultad, como el salón 104.
Otros grupos son: la Corriente en Lucha, dirigida por Mario Flavio Benítez, El Gato; Salvador Ferrer Ramírez (profesor de Ciencias); Gilberto Ramírez Lazcano; José Alfredo Domínguez Chávez, y Rebeca Peralta Mariñelarena; y la Unión Juventud Revolucionaria de México, dirigido por Alberto Pacheco Guízar, El Diablo; José Eduardo Amador; Agustín Ávila Romero, y David Ángel Lozano Tovar (los dos últimos profesores de esta facultad). Los integrantes de este núcleo actúan también en Ciencias Políticas y Sociales, donde venden libros.
Enraizados en esta última facultad, destacan los siguientes colectivos:
–Conciencia y Libertad, dirigido por Alejandro Echevarría, Consuelo Soria Arenas, Lázaro Minero Arellano y Aldo Reyes Rivera. “Su poder de convocatoria es de 15 a 20 personas”, apunta el documento. Y agrega: “En este colectivo confluyen los narcopunks del Centro Libre de Experimentación Teatral y Artística (CLETA) y la Corriente en Lucha. Impulsan el trabajo comunitario en distintas zonas indígenas del país a través de la Brigada Universitaria Interdisciplinaria de Trabajo (BUIT)”.
–Frente de Lucha Estudiantil Julio Antonio Mella (FLE-JAM), dirigido por Gerardo González Altamirano, Jorge Alberto Martínez Valero, Rubí Yepes y Jorge Ortiz Sánchez. “Es de ideología radical y tendencia marxista-leninista (…) Mantienen simpatía por los movimientos revolucionarios que fueron encabezados por Lucio Cabañas y Genaro Vázquez”.
–Comité Estudiantil Universitario, cuyos principales representantes son Carlos Chávez Bécker y el profesor Arturo Chávez López. El documento señala que, “como consecuencia de su vinculación con el PRD, su popularidad en la facultad se ha reducido”.
–Rebeldía, integrado por ocho personas y dirigido por Juan García Pérez. “Sus demandas están enfocadas a esclarecer el asesinato de las mujeres en Ciudad Juárez, Chihuahua. Tienen vínculos con estudiantes de la Facultad de Medicina, con quienes impulsan un proyecto de salud para atender a la comunidad indígena loxicha de Oaxaca. Se ubican en los salones A-110 y 109”, apunta el documento.
“Criminalización”
En el ataque del ejército colombiano al campamento de las FARC en Ecuador murieron tres estudiantes de la Facultad de Filosofía y Letras: Verónica Natalia Velásquez Ramírez, Fernando Franco Delgado y Juan González del Castillo. Ellos eran integrantes de los colectivos Cátedra Simón Bolívar y Cine Club Benkos Bioho, ambos coordinados por Lucía Andrea Morett Álvarez, quien resultó herida.
Entrevistado por Proceso, Francisco Cerezo Contreras, dirigente del Comité Cerezo, rechaza que el activismo de estos grupos estudiantiles tenga por objeto favorecer a grupos armados como el Ejército Popular Revolucionario (EPR), el Ejército Revolucionario Popular Insurgente (ERPI), el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) o las FARC de Colombia.
Pone como ejemplo a su propia organización, la cual nació en 2001, a raíz de la detención de sus hermanos Alejandro, Héctor y Antonio –estudiantes de la UNAM–, acusados por el gobierno de Vicente Fox de estar involucrados en la detonación de petardos en tres sucursales de Banamex de la Ciudad de México.
Comenta que una vez que el caso de sus hermanos se “agotó jurídicamente”, el comité mantuvo sus actividades, pero como organización de derechos humanos especializada en documentar casos de “presos políticos y de conciencia” en el país.
“Tenemos alrededor de 500 presos de este tipo, de los cuales unos 300 siguen recluidos. Han sido liberados más de 500, sobre todo después de las represiones masivas en Oaxaca y en Atenco (2006) y contra los altermundistas en Guadalajara (2003). Hasta la fecha hay algunos que aún no son sentenciados.”
–¿Todos estos casos han sido relacionados con la guerrilla?
–No. En realidad en México sólo se reconocen cuatro presos políticos, es decir, que han intentado cambiar el sistema mediante el uso de la violencia. Son Jacobo Silva Nogales, Gloria Arenas –quienes se asumen como miembros de ERPI–, José Luis Durán Mata y Sergio Bautista Martínez, miembros del EPR.
Señala que desde 1968 el gobierno mexicano ha utilizado la estrategia de “criminalizar la lucha social”. Así, señala, “trata de vincular con grupos insurgentes a las organizaciones sociales, a los colectivos estudiantiles y recientemente a las organizaciones de derechos humanos”.
De nuevo, la intolerancia
José Gil Olmos, reportero
José Gil Olmos, reportero
Revista Proceso, 1636
Araíz de la muerte de los estudiantes y egresados de la UNAM en el campamento de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) que fue atacado por el ejército colombiano en Ecuador, se ha desatado una campaña “llena de tonterías” contra la máxima casa de estudios, como la califica el rector José Narro.
El doctor Narro atribuye dicha campaña a grupos intolerantes que no están de acuerdo en que la educación superior sea pública y aprovechan la coyuntura para tratar de hacerle daño a la Universidad.
Desde el 1 de marzo, fecha del ataque al campamento de las FARC, se han publicado artículos, cartones, columnas, reportajes y notas informativas en las que se trata de “criminales” y guerrilleros a los mexicanos que se encontraban ahí.
En entrevista, el rector Narro rechaza que la Universidad sea un “semillero de guerrilleros”, como se ha afirmado en dichas publicaciones.
–¿Cómo calificaría esta campaña que se está desplegando contra la UNAM por lo ocurrido en Ecuador?
–Creo, con todo respeto, que se trata de una campaña de una gran ligereza, llena de falsedades, de tonterías, a través de la cual se pretende descalificar a una institución que es fundamental en la vida del país. Hasta donde yo veo, leo e interpreto, se trata de señalamientos que pretenden debilitar a una institución orgullosamente pública y comprometida con las necesidades del país. Tratan de agraviar con sus argumentos y discursos a una institución comprometida con la sociedad mexicana, con sus problemas, con sus intereses.
El rector recuerda que, en 2003, el entonces embajador de Colombia en México, Luis Ignacio Guzmán, afirmó que la UNAM era un “semillero de guerrilleros”, y como “pruebas” mostró fotos de cubículos estudiantiles donde se veían banderas y pancartas de apoyo a las FARC.
“No es la primera vez que hay una campaña en contra de la Universidad, pero no van a conseguir sus objetivos. La Universidad tiene una enorme fortaleza y está mucho más allá de los argumentos, de los dichos y de las falsedades que algunas personas han tratado de permear en la opinión pública”, sostiene Narro.
En esta ocasión, ya confirmada la presencia de estudiantes y egresados de la UNAM en el campamento de las FARC, se acusa a la institución educativa de estar infiltrada por las guerrillas colombiana y mexicana.
Para el rector, esas “son expresiones de gente que no está de acuerdo con una institución de educación superior pública que tiene una jerarquía muy importante, no sólo en nuestro país, sino en el contexto internacional en toda nuestra región latinoamericana y en hispanoamérica”.
Más aún, enfatiza, “son muestras de un gran desconocimiento de lo que es y hace la Universidad, de lo que representa su fortaleza. Parte de esa fortaleza está en la pluralidad. En la UNAM coincide una gran cantidad de puntos de vista, de opiniones, de expresiones ideológicas y políticas. Es obvio, a los totalitarios, a los intolerantes, a los que creen que poseen la verdad, les molesta y les preocupa que exista una institución como la nuestra, que a lo largo de la historia ha tenido esta posición de respeto a la diferencia y de profunda tolerancia”.
Ni semillas ni semillero
En la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM no causa asombro ver cubículos de estudiantes que apoyan las causas del EZLN y de otros grupos armados, como las FARC. Pero en otras facultades existen grupos que simpatizan con la ultraderecha y otras agrupaciones políticas, señala el doctor Narro.
No obstante, aclara: “No creo que porque existan grupos que simpatizan con alguna idea, por ese hecho se les deba penalizar. No creo que porque alguien simpatice con alguna causa determinada, se pueda decir que toda la institución tiene esa misma causa. No puedo creer que alguien en su sano juicio pueda juzgar, por la opinión de algunos miembros de la comunidad, al total de la comunidad universitaria, que tiene más de 350 mil individuos. No puedo creer que por el punto de vista de unos se quiera calificar la historia, la trayectoria, la trascendencia de una institución”.
Narro no defiende a ciegas a Fernando Franco, Verónica Velázquez y Juan González, quienes murieron, ni a Lucía Morett, que resultó herida en el campamento de las FARC. “Si tuvieron alguna responsabilidad, eso les corresponde a ellos”, dice.
No obstante, reitera que “la Universidad seguirá defendiendo el punto de vista de que, en el ejercicio de sus libertades y capacidades, los estudiantes tienen todas las posibilidades, sin lastimar el derecho de los demás, de expresarse, de pensar, de hablar y decir en la forma en que ellos consideren que es pertinente”.
–¿Como sale la UNAM de todos estos embates?
–La Universidad está más allá de esta campaña, es una institución multicentenaria que le ha dado a México, durante muchos años, aportaciones fundamentales. Si a alguien le lastima y le molesta que las preocupaciones de la sociedad mexicana sean las de la Universidad, pues lo lamento mucho, porque así va a segur siendo esta comunidad: comprometida, entregada a las mejores causas nacionales.
Ambrosio Velasco Gómez, director de la Facultad de Filosofía y Letras, en entrevista señala que en esos cubículos “no se esconde absolutamente nada... los comparten diversos grupos de estudiantes para actividades muy diversas, todas legales y legítimas... Las actividades que realizan son complementarias, extracurriculares, no son organizadas institucionalmente por la facultad, pero son absolutamente normales”.
–¿Hay riesgo de cerrar esos cubículos?
–Nosotros nos opondríamos a un cambio drástico en la política que hemos seguido en la facultad, de respetar la pluralidad de expresiones y la organización de grupos estudiantiles que realizan diversas actividades legítimas, vinculadas al ámbito de las humanidades y ciencias sociales.
La defensa de Gómez Morín
El doctor Velasco advierte que calificar de guerrilleros a los estudiantes de la UNAM por el solo hecho de que se encontraban en el campamento de las FARC es un intento de “criminalizarlos”, ya que no hay pruebas de que formaran parte del grupo guerrillero o se dedicaran a actividades similares.
“Me parece que esta criminalización es un paso hacia posiciones totalitarias y lo que se cuestiona no es sólo la libertad de cátedra, de expresión, de pensamiento y de investigación, que son principios fundamentales de nuestra vida universitaria, sino también las libertades fundamentales de una democracia.”
Por eso, añade, es tan preocupante que a partir de “estas terribles confusiones y equivocadas inferencias” digan que los universitarios son guerrilleros.
Hasta ahora, dice, la evidencia que se tiene de las actividades de los estudiantes que fueron heridos o fallecieron en el ataque del ejército colombiano en Ecuador, es que buscaban conocer más a fondo la realidad latinoamericana.
–¿Cree que existe una campaña de estigmatización hacia los estudiantes de la UNAM?
–Sí, creo que en varios medios ha habido esa engañosa, no sólo falsa inferencia de que esos estudiantes, por el solo hecho de encontrarse en un campamento de las FARC, eran miembros de este grupo. Esto me parece muy ligero, infundado, y contrasta con la información de que disponemos. Lucía Morett era estudiante de teatro, terminó en el tiempo reglamentario con excelente promedio. Ella afirma que estaba realizando una investigación y yo le doy crédito a su palabra.
–¿De alguna manera se quiere criminalizar a los estudiantes?
–Pensar que es un acto criminal dedicarse a las humanidades, a las ciencias sociales, que tienen por su propia naturaleza una reflexión crítica sobre la realidad social, cultural y política, es un ataque a la vida universitaria y también a la vida democrática del país.
–¿No siente que el gobierno de Felipe Calderón no le ha entrado al asunto, que ha evadido su responsabilidad?
–Ese es el sentir de los padres, sobre todo de Lucía Morett: que el gobierno no se ha involucrado en defensa de los ciudadanos mexicanos que fueron víctimas de un ataque de Colombia. Ellos han reclamado que debería de haber una acción más decidida a favor de sus derechos, tal y como lo ha solicitado la Universidad, de que haya acciones efectivas para salvaguardar sus derechos y su integridad.
–¿Cómo sale la Universidad de esta campaña?
–Sale fortalecida, porque al defender la libertad de expresión y la pluralidad, rechazando al mismo tiempo la censura porque es un paso previo a los regímenes autoritarios, no sólo se defiende a sí misma, sino a los derechos básicos de una sociedad y a la democracia.
Velasco evoca la defensa de la Universidad que hizo Manuel Gómez Morín.
–Manuel Gómez Morín, el fundador del PAN, cuando fue rector defendió con toda su capacidad y sus recursos, exitosamente, la libertad de expresión y la libertad de cátedra. Él es uno de los paladines de los principios que estamos defendiendo. En contra de visiones ideológicas como la de Plutarco Elías Calles, que quería imponer una educación socialista, defendió la pluralidad y las libertades de expresión, de cátedra, que es la que le da fuerza a la Universidad.
Vale la pena recordarlo en estos momentos, sobre todo para recordárselo al gobierno panista de Felipe Calderón, que seguramente conoce el ideario y la trayectoria de Manuel Gómez Morín, agrega el director de la Facultad de Filosofía y Letras,
“Esto que ahora hacemos, defender a la UNAM de los grandes embates de la intolerancia, fue lo que hizo don Manuel Gómez Morín en su momento, defender la pluralidad y la libertad universitaria”, concluye.
Araíz de la muerte de los estudiantes y egresados de la UNAM en el campamento de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) que fue atacado por el ejército colombiano en Ecuador, se ha desatado una campaña “llena de tonterías” contra la máxima casa de estudios, como la califica el rector José Narro.
El doctor Narro atribuye dicha campaña a grupos intolerantes que no están de acuerdo en que la educación superior sea pública y aprovechan la coyuntura para tratar de hacerle daño a la Universidad.
Desde el 1 de marzo, fecha del ataque al campamento de las FARC, se han publicado artículos, cartones, columnas, reportajes y notas informativas en las que se trata de “criminales” y guerrilleros a los mexicanos que se encontraban ahí.
En entrevista, el rector Narro rechaza que la Universidad sea un “semillero de guerrilleros”, como se ha afirmado en dichas publicaciones.
–¿Cómo calificaría esta campaña que se está desplegando contra la UNAM por lo ocurrido en Ecuador?
–Creo, con todo respeto, que se trata de una campaña de una gran ligereza, llena de falsedades, de tonterías, a través de la cual se pretende descalificar a una institución que es fundamental en la vida del país. Hasta donde yo veo, leo e interpreto, se trata de señalamientos que pretenden debilitar a una institución orgullosamente pública y comprometida con las necesidades del país. Tratan de agraviar con sus argumentos y discursos a una institución comprometida con la sociedad mexicana, con sus problemas, con sus intereses.
El rector recuerda que, en 2003, el entonces embajador de Colombia en México, Luis Ignacio Guzmán, afirmó que la UNAM era un “semillero de guerrilleros”, y como “pruebas” mostró fotos de cubículos estudiantiles donde se veían banderas y pancartas de apoyo a las FARC.
“No es la primera vez que hay una campaña en contra de la Universidad, pero no van a conseguir sus objetivos. La Universidad tiene una enorme fortaleza y está mucho más allá de los argumentos, de los dichos y de las falsedades que algunas personas han tratado de permear en la opinión pública”, sostiene Narro.
En esta ocasión, ya confirmada la presencia de estudiantes y egresados de la UNAM en el campamento de las FARC, se acusa a la institución educativa de estar infiltrada por las guerrillas colombiana y mexicana.
Para el rector, esas “son expresiones de gente que no está de acuerdo con una institución de educación superior pública que tiene una jerarquía muy importante, no sólo en nuestro país, sino en el contexto internacional en toda nuestra región latinoamericana y en hispanoamérica”.
Más aún, enfatiza, “son muestras de un gran desconocimiento de lo que es y hace la Universidad, de lo que representa su fortaleza. Parte de esa fortaleza está en la pluralidad. En la UNAM coincide una gran cantidad de puntos de vista, de opiniones, de expresiones ideológicas y políticas. Es obvio, a los totalitarios, a los intolerantes, a los que creen que poseen la verdad, les molesta y les preocupa que exista una institución como la nuestra, que a lo largo de la historia ha tenido esta posición de respeto a la diferencia y de profunda tolerancia”.
Ni semillas ni semillero
En la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM no causa asombro ver cubículos de estudiantes que apoyan las causas del EZLN y de otros grupos armados, como las FARC. Pero en otras facultades existen grupos que simpatizan con la ultraderecha y otras agrupaciones políticas, señala el doctor Narro.
No obstante, aclara: “No creo que porque existan grupos que simpatizan con alguna idea, por ese hecho se les deba penalizar. No creo que porque alguien simpatice con alguna causa determinada, se pueda decir que toda la institución tiene esa misma causa. No puedo creer que alguien en su sano juicio pueda juzgar, por la opinión de algunos miembros de la comunidad, al total de la comunidad universitaria, que tiene más de 350 mil individuos. No puedo creer que por el punto de vista de unos se quiera calificar la historia, la trayectoria, la trascendencia de una institución”.
Narro no defiende a ciegas a Fernando Franco, Verónica Velázquez y Juan González, quienes murieron, ni a Lucía Morett, que resultó herida en el campamento de las FARC. “Si tuvieron alguna responsabilidad, eso les corresponde a ellos”, dice.
No obstante, reitera que “la Universidad seguirá defendiendo el punto de vista de que, en el ejercicio de sus libertades y capacidades, los estudiantes tienen todas las posibilidades, sin lastimar el derecho de los demás, de expresarse, de pensar, de hablar y decir en la forma en que ellos consideren que es pertinente”.
–¿Como sale la UNAM de todos estos embates?
–La Universidad está más allá de esta campaña, es una institución multicentenaria que le ha dado a México, durante muchos años, aportaciones fundamentales. Si a alguien le lastima y le molesta que las preocupaciones de la sociedad mexicana sean las de la Universidad, pues lo lamento mucho, porque así va a segur siendo esta comunidad: comprometida, entregada a las mejores causas nacionales.
Ambrosio Velasco Gómez, director de la Facultad de Filosofía y Letras, en entrevista señala que en esos cubículos “no se esconde absolutamente nada... los comparten diversos grupos de estudiantes para actividades muy diversas, todas legales y legítimas... Las actividades que realizan son complementarias, extracurriculares, no son organizadas institucionalmente por la facultad, pero son absolutamente normales”.
–¿Hay riesgo de cerrar esos cubículos?
–Nosotros nos opondríamos a un cambio drástico en la política que hemos seguido en la facultad, de respetar la pluralidad de expresiones y la organización de grupos estudiantiles que realizan diversas actividades legítimas, vinculadas al ámbito de las humanidades y ciencias sociales.
La defensa de Gómez Morín
El doctor Velasco advierte que calificar de guerrilleros a los estudiantes de la UNAM por el solo hecho de que se encontraban en el campamento de las FARC es un intento de “criminalizarlos”, ya que no hay pruebas de que formaran parte del grupo guerrillero o se dedicaran a actividades similares.
“Me parece que esta criminalización es un paso hacia posiciones totalitarias y lo que se cuestiona no es sólo la libertad de cátedra, de expresión, de pensamiento y de investigación, que son principios fundamentales de nuestra vida universitaria, sino también las libertades fundamentales de una democracia.”
Por eso, añade, es tan preocupante que a partir de “estas terribles confusiones y equivocadas inferencias” digan que los universitarios son guerrilleros.
Hasta ahora, dice, la evidencia que se tiene de las actividades de los estudiantes que fueron heridos o fallecieron en el ataque del ejército colombiano en Ecuador, es que buscaban conocer más a fondo la realidad latinoamericana.
–¿Cree que existe una campaña de estigmatización hacia los estudiantes de la UNAM?
–Sí, creo que en varios medios ha habido esa engañosa, no sólo falsa inferencia de que esos estudiantes, por el solo hecho de encontrarse en un campamento de las FARC, eran miembros de este grupo. Esto me parece muy ligero, infundado, y contrasta con la información de que disponemos. Lucía Morett era estudiante de teatro, terminó en el tiempo reglamentario con excelente promedio. Ella afirma que estaba realizando una investigación y yo le doy crédito a su palabra.
–¿De alguna manera se quiere criminalizar a los estudiantes?
–Pensar que es un acto criminal dedicarse a las humanidades, a las ciencias sociales, que tienen por su propia naturaleza una reflexión crítica sobre la realidad social, cultural y política, es un ataque a la vida universitaria y también a la vida democrática del país.
–¿No siente que el gobierno de Felipe Calderón no le ha entrado al asunto, que ha evadido su responsabilidad?
–Ese es el sentir de los padres, sobre todo de Lucía Morett: que el gobierno no se ha involucrado en defensa de los ciudadanos mexicanos que fueron víctimas de un ataque de Colombia. Ellos han reclamado que debería de haber una acción más decidida a favor de sus derechos, tal y como lo ha solicitado la Universidad, de que haya acciones efectivas para salvaguardar sus derechos y su integridad.
–¿Cómo sale la Universidad de esta campaña?
–Sale fortalecida, porque al defender la libertad de expresión y la pluralidad, rechazando al mismo tiempo la censura porque es un paso previo a los regímenes autoritarios, no sólo se defiende a sí misma, sino a los derechos básicos de una sociedad y a la democracia.
Velasco evoca la defensa de la Universidad que hizo Manuel Gómez Morín.
–Manuel Gómez Morín, el fundador del PAN, cuando fue rector defendió con toda su capacidad y sus recursos, exitosamente, la libertad de expresión y la libertad de cátedra. Él es uno de los paladines de los principios que estamos defendiendo. En contra de visiones ideológicas como la de Plutarco Elías Calles, que quería imponer una educación socialista, defendió la pluralidad y las libertades de expresión, de cátedra, que es la que le da fuerza a la Universidad.
Vale la pena recordarlo en estos momentos, sobre todo para recordárselo al gobierno panista de Felipe Calderón, que seguramente conoce el ideario y la trayectoria de Manuel Gómez Morín, agrega el director de la Facultad de Filosofía y Letras,
“Esto que ahora hacemos, defender a la UNAM de los grandes embates de la intolerancia, fue lo que hizo don Manuel Gómez Morín en su momento, defender la pluralidad y la libertad universitaria”, concluye.