Homilía de la Misa de Inicio de Ministerio Episcopal como Arzobispo Primado de México
Pronunciada este 5 de febrero en la Insigne y Nacional Basílica de Guadalupe.
Llevamos este tesoro en vasijas de barro.
Al celebrar al primer Santo y Mártir mexicano, San Felipe de Jesús, Patrono de esta Arquidiócesis de México, la liturgia presenta tres textos para fundamentar que la entrega generosa al servicio del Evangelio está destinada a trascender. Por ello la muerte, sea en cualquier edad, temprana, madura o anciana, para el discípulo de Cristo, es siempre el paso a la vida eterna.
Esta convicción fundamentada en la experiencia de la vida de Jesús, da a todas las situaciones humanas un sentido de plenitud en la trascendencia, como en efecto expresa el libro de la Sabiduría: Los insensatos pensaban que los justos habían muerto, que su salida de este mundo era una desgracia y su salida de entre nosotros una completa destrucción.
La comunidad de los discípulos de Cristo está llamada a entregar su vida y a ir muriendo para generar en los demás vida, como dice San Pablo: la muerte actúa en nosotros, y en ustedes la vida. Así una generación desaparece, entregando la vida a la siguiente generación.