Yihadismo
individual, un conflicto sin salida/ Antonio Elorza
El
País, 5 de junio de 2013:
En
un ensayo publicado por el Instituto Elcano en 2005, a raíz del atentado de
Londres, planteé de modo provocativo que nos encontrábamos ante una guerra
mundial de nuevo tipo, declarada por el terrorismo de Al Qaeda. A diferencia de
los conflictos anteriores, se trataba de una contienda sin frentes, armas
convencionales ni batallas en campo abierto. Ni siquiera las acciones bélicas
se desarrollaban con una cierta continuidad. Sin embargo, era una guerra en la
medida que uno de los contendientes estaba dispuesto a mantener la lucha armada
hasta la victoria total sobre el adversario, por encima de cuantas derrotas
parciales pudiera sufrir. Su fuerza no residía en la acumulación de medios ni
en la presencia de importantes intereses económicos, sino en la fe
inquebrantable en una doctrina religiosa que, según los promotores del
yihadismo, marcaba para los creyentes el deber de incorporarse a la lucha “en
la vía de Alá”. Ciertamente muchos no seguirían esa senda, pero con más de
1.000 millones de musulmanes dispersos por el mundo y gracias a la
globalización de las comunicaciones, estaba garantizada la posibilidad de
contar con buen número de potenciales combatientes.