11 ene 2015

La noche es como un mar en calma,

 Oh, magnífico canto de la noche!
“...Amo la noche, sombrero de todos los días. 
La noche, la noche del día, del día al día siguiente….“Huidobro.
La flor nocturna
 La noche es como un mar en calma,
Dicha y pena y lamentos de amor
Se acercan de manera tan confusa
En la suave oleada.
 Los deseos son como las nubes,
Navegan por los espacios silenciosos,
¿Quién reconoce en el ligero viento
Si son sueños o pensamientos? -
 Aunque cierre boca y corazón,
Que tan gustosos a las estrellas se lamentan:
Callada en el fondo del alma
Queda la suave oleada.
 Versión de Alfonsina Janés
∞∞
De noche
 Camino en la noche silenciosa,
Deslizase la luna cautelosa
A veces de entre las oscuras nubes
Y a un lado y otro del valle
Despierta el ruiseñor,

Europa vive/EDITORIAL,

Europa vive/EDITORIAL, El País, 12 de enero de 2015
Millones de ciudadanos protagonizan la reacción democrática contra la amenaza yihadista
Los millones de personas que ayer salieron a las calles europeas repudiando los asesinatos de los humoristas de Charlie Hebdo,los policías y los clientes de un supermercado judío protagonizaron un hecho histórico que representa un punto de inflexión decisivo en la actitud de la sociedad europea frente a la amenaza yihadista.

La masiva demostración de París, la mayor desde la liberación de la capital francesa de la ocupación nazi en la II Guerra Mundial, envía el claro mensaje de que los ciudadanos de las democracias no están dispuestos a cruzarse de brazos mientras sobre ellos se ejecuta una condena a muerte ordenada por organizaciones que consideran la libertad de expresión y los derechos humanos como aberraciones contra las cuales cualquier crueldad está justificada. París fue ayer una afirmación inequívoca de que Europa, lejos del estereotipo que la dibuja como una sociedad decadente, acobardada e inane frente al supuesto dinamismo yihadista, está viva y representa un muro formidable que se levanta frente al terrorismo y su proyecto totalitario. Como en los grandes momentos, ha demostrado que sabe reaccionar cuando sus valores supremos, los que definen nuestro modo de vida, están amenazados.
Es innegable que Europa ha sido protagonista de horrores a lo largo de la historia; pero eso no es argumento para justificar cualquier cosa que se presente como alternativa, ni contradictorio con el hecho de que en este espacio ha florecido la civilización más luminosa y democrática que la humanidad ha conocido. Hoy hay que recordar esto frente a los fanáticos salvajes que pretenden nuestra destrucción y a los demagogos necios que disfrazan de buenismo su pusilanimidad.
Desde París se envió ayer un mensaje con varios destinatarios. En primer lugar, los propios yihadistas. Los manifestantes que desbordaron el centro de París lo hicieron a la francesa: lejos de cualquier uniformidad, la manifestación se convirtió en una amalgama de participantes de todo el mundo. Cada uno acudió con la bandera, la indumentaria y los símbolos —religiosos o no— que quiso, y gritó lo que mejor le pareció. Y lo hizo en un ambiente pacífico, sin amenazas ni agresividad. La condena de unos asesinatos se convirtió en una afirmación de gentes de toda raza y religión que conciben la convivencia como ejercicio de libertad y muestra de pluralidad.
Pero el mensaje también va dirigido a los gobernantes de esos manifestantes. Más allá del gesto histórico de la presencia de jefes de Estado y Gobierno de numerosos países, la demostración cívica es una instrucción clara a esos líderes, especialmente los europeos, de que cuentan con el respaldo popular para adoptar normas que eviten, por ejemplo, que dibujar en una revista o comprar en una tienda judía pueda costar la vida. La imagen de la multitud pidiendo a los francotiradores de la policía francesa que se pusieran en pie sobre los tejados para vitorearlos y aplaudirlos plasma muy bien el respaldo ciudadano a las iniciativas que protejan de una manera eficaz a las democracias europeas.
Los ministros de Interior europeos aprobaron medidas —como acelerar la creación de un registro europeo de pasajeros aéreos y reforzar el control de fronteras ante yihadistas europeos— cuyos detalles y puesta en vigor se someten a debates y plazos propios de los sistemas democráticos; pero que cuentan con el marchamo de haber sido acordadas literalmente con los ciudadanos apoyándolas en las calles.
Es responsabilidad de los políticos estar ahora a la altura de las circunstancias, ir más allá de las imágenes, importantes y significativas, sin duda —como la cadena humana que, cogidos del brazo, protagonizaron ayer los Hollande, Merkel, Cameron, Rajoy, Renzi, Juncker, Tusk y Samaras, entre otros—, y construir la Europa de la que queremos seguir sintiéndonos orgullosos.

El nombramiento del cardenal mexicano “Es una travesura de Francisco”.

El pacificador del Papa en México
Francisco I (Sic)  nombra cardenal al arzobispo de la capital de Michoacán, uno de los Estados más violentos, para tratar de atemperar el conflicto armado
Nota de PABLO DE LLANO Morelia (México) El Pais, 11 ENE 2015
En 2013, Alberto Suárez Inda solicitó al Vaticano su jubilación. La respuesta fue que se la concederían cuando tuviese sucesor como arzobispo de Morelia, capital de Michoacán. En mayo de 2014 acudió a Roma en una visita de su diócesis y Francisco le dijo: “Aguante por ahora. No quiero que se me escape”. Volvió a casa y al cabo de un tiempo recibió una notificación en la que se establecía que de momento iba a tener que seguir de arzobispo: Donec aliter provideatur —hasta que se disponga otra cosa—.
El 4 de enero pasado a las cinco de la mañana estaba durmiendo en su pueblito de retiro cuando lo llamó un sacerdote amigo. “El Papa te ha nombrado cardenal”. Suárez Inda, 75 años a cuestas, le dijo que estaba soñando, o que tal vez estuviera teniendo visiones. Pero al rato recibió la llamada oficial que le confirmó que no se iba a jubilar, sino todo lo contrario. “No tienes la oportunidad de decir sí o no”, explicaba el jueves en su despacho en Morelia. “Simplemente, cae como una losa sobre ti”.

Lecciones de un ataque a la esencia de nuestros valores

Lecciones de un ataque a la esencia de nuestros valores/Casimiro García-Abadillo, director de El Mundo.
El Mundo | 11 de enero de 2015
El pasado verano, Ahmed Rashid, escritor y periodista pakistaní experto en los asuntos relacionados con el terrorismo yihadista, estuvo en Madrid y tuve la ocasión de conversar con él en mi despacho «¿Por qué el IS (Estado Islámico) le está comiendo el terreno a Al Qaeda?», le pregunté. «Porque sus acciones son mucho más sangrientas, más bestiales y eso les hace más populares entre los radicales musulmanes», me contestó. El asesinato en París de 12 personas a manos de un comando ligado a Al Qaeda, en concreto al movimiento Khorasán, pone de manifiesto que la competencia entre esos dos grupos no sólo se va dirimir en Siria o en Irak, sino en EEUU y, fundamentalmente, en Europa.
El éxito de los hermanos Kouachi no sólo ha consistido en asesinar a sangre fría a gran parte de la redacción de la revista Charlie Hebdo, sino en la difusión en todo el planeta de la imagen del disparo de gracia sobre el policía herido tendido en el suelo pidiendo clemencia.
Es decir, los Kouachi han logrado el mismo efecto que cuando los encapuchados del IS difunden los vídeos degollando a los occidentales secuestrados en Siria.

Un nuevo sistema de terror/Loretta Napoleoni

Un nuevo sistema de terror/Loretta Napoleoni es economista. 
Traducción de Carlos Gumpert.
El País | 11 de enero de 2015
Lo primero que llama la atención del atentado parisino es la profesionalidad con la que se ha llevado a cabo, haciendo gala de una frialdad y organización propias de organizaciones mafiosas; en definitiva, nos hallamos a miles de kilómetros de distancia de los fallidos ataques de los terroristas diletantes de la primera década del siglo o del ejército de desharrapados talibanes. También estamos muy lejos de las bombas suicidas de la estación de Atocha en Madrid, así que es posible que la alta profesionalidad adquirida por los yihadistas de hoy les permita sobrevivir y, por tanto, repetir sus acciones. Al igual que ha cambiado mucho el modelo financiero del terrorismo islámico —hemos podido darnos cuenta de ello con el auge del Estado Islámico, la primera organización armada transmutada en Estado—, lo mismo ha ocurrido con la mecánica de los atentados en Occidente. Ambos fenómenos van de la mano.
Nos enfrentamos a un nuevo sistema de terror que ha perfeccionado algunos rasgos del pasado, como la compartimentación, tan apreciada por las Brigadas Rojas y ETA, y ha desarrollado otros nuevos, como los llamados “miniataques”, intervenciones armadas de precisión quirúrgica, a menudo cargadas de simbolismo, como la perpetrada contra la revista satírica Charlie Hebdo, que los transeúntes filman con sus teléfonos móviles y se difunden en Internet. Y ese es el vínculo que une el asalto de Ottawa y los atentados de Australia con los de Francia de diciembre y con este último, tan trágico, ocurrido en París.

«Papa Francisco. Esta economía mata»

Vatican Insider 01/11/2015
 La Iglesia está lejos de cualquier interés político y de cualquier ideología: movida únicamente por las palabras de Jesús, quiere ofrecer su aporte a la construcción de un mundo en donde se custodien los unos a los otros y en donde se cuiden los unos a los otros.»  Francisco
El Papa: preocuparse por los pobres no es comunismo, es Evangelio

La entrevista con Francisco en un libro sobre su magisterio social: "El Nuevo Testamento no condena a los ricos, sino la idolatría de la riqueza. Nuestro sistema se mantiene con la cultura del descarte, así aumentan la desigualdad y la pobreza. Hoy los mercados cuentan más que las personas: es una economía enferma"
Nota de ANDREA TORNIELLI - GIACOMO GALEAZZI
«Papa Francisco. Esta economía mata» es el libro sobre el magisterio social de Bergoglio escrito por Andrea Tornielli, coordinador de Vatican Insider, y Giacomo Galeazzi, vaticanista de La Stampa. El volumen, editado por Piemme (228 pp., 16.90 euros), en librerías desde el martes 13 de enero, reúne y analiza los discursos, los documentos y las intervenciones de Francisco sobre la pobreza, la migración, la justicia social, la salvaguardia de la creación, además de comparar las opiniones de expertos en economía, finanzas y doctrina social de la Iglesia -como las del profesor Stefano Zamagni y del banquero Ettore Gotti Tedeschi-, narrando también las reacciones que algunas posturas del Pontífice han suscitado. El libro concluye con una entrevista que Francisco concedió a los autores a principios de octubre de 2014. Reproducimos un amplio fragmento, publicado esta mañana por el periódico italiano La Stampa.

Incautan armamento en Tlatlaya

Incautan armamento en Tlatlaya
REFORMA/Redacción
Toluca, México (11 enero 2015).- Dos tambos enterrados con más de tres mil 500 cartuchos útiles de alto calibre, 30 armas largas, dos armas cortas y tres aditamentos para lanzagranadas, fueron localizados en Tlatlaya, Estado de México, por elementos de la Base de Operación Mixta al sur de la entidad.
El Gobernador Eruviel Ávila informó que los hechos ocurrieron en la madrugada de este domingo en el paraje conocido como San Mateo, del Municipio de Tlatlaya.
Integrantes de la Base se percataron de la presencia de dos personas armadas, quienes al verlos se internaron en la zona boscosa y lograron darse a la fuga.
La Base de Operación Mixta está formada por personal del Ejército, la Marina, la Procuraduría estatal, la Comisión Estatal de Seguridad Ciudadana y las corporaciones municipales de seguridad.

(Scherer) El profesor de periodismo/Fatima Fernández C.

(Scherer) El profesor de periodismo/Fatima Fernández C.
Pºroceso 1993, 10 de enero de 2015
El ángulo que me tocó vivir de don Julio fue el de profesor de periodismo. Casi lo miro entrar a ese salón de la planta baja de aquella Universidad Iberoamericana que después se derrumbó. Era el año de 1972, pocos alumnos y demasiadas máquinas de escribir. El entonces director de Excélsior venía a dar un taller. La primera hora sería teórica y en la segunda escribiríamos.
 En esa época Julio tomaba clases particulares de filosofía, en el periódico, con uno de los articulistas que también era maestro nuestro, Francisco Carmona Nenclares, un filósofo del exilio español que había militado en el PSOE y llegó a México en los cuarenta. En nuestra clase teórica Scherer comentaba lo que aprendía con Carmona: a veces era Heidegger, otras Ortega y Gasset, y siempre surgía el detalle sobre la coyuntura mexicana y las vicisitudes del periodismo en nuestro país.

Televisa, “arma de la manipulación”

 Televisa, “arma de la manipulación”/JENARO VILLAMIL
Revista Proceso 1993, 10 de enero de 2015

El lunes 25 de octubre de 2005, por la mañana, recibí una llamada de Ángeles Morales, nuestro ángel de la guarda en Proceso. En la edición del domingo acabábamos de publicar las revelaciones del convenio recién firmado entre Televisa, vía su filial TV Promo, y el gobierno de Enrique Peña Nieto, por 742 millones de pesos en el primer año de su administración en el Estado de México. Ambas partes asumían abiertamente que los espacios informativos en Canal 2 y Canal 4 se compran, junto con entrevistas, reportajes especiales y hasta “menciones” en programas de espectáculos, con dinero público. La llamada era de don Julio. Sentí un escalofrío. Pensé que algo estaba mal o incompleto en el reportaje.
 –Señor Villamil, le reitero que es un lujo tenerlo como reportero de la revista –escuché del otro lado del auricular.
 Don Julio estaba exaltado. Me animó a seguir “hasta donde lleguemos, don Jenaro”. Las revelaciones confirmaban la larga batalla de Scherer en contra de esa prensa que confunde propaganda con información y engaña a los lectores y audiencias de manera descarada. No sólo eso. Le daban la razón para desconfiar de esa nueva generación de ejecutivos de Televisa que llegaron en 1997 de la mano del junior Emilio Azcárraga Jean.

Encuentros con Julio/Enrique Krauze

Encuentros con Julio/Enrique Krauze
Proceso No. 1993, 10 de enero de 2015

Su abrazo era como el abrazo del mundo. Tenía una cierta manera lateral de mirar, entrecerrando los ojos, escudriñando al interlocutor, penetrando su alma. Ladeaba el rostro, se tocaba la frente –la mente– y estallaba: de júbilo por una concordancia, de indignación por cualquier diferencia, de asombro ante un dato nuevo, curioso o secreto. Siempre llevaba un libro bajo el brazo. Si llegaba antes que yo –cosa frecuente– lo veía de lejos, clavado en la lectura, los dedos acariciando su gran melena gris. Era pródigo –recuerdo sus propinas, mayores que las cuentas–, era ceremonioso –amaba el “Don”, nos costó mucho hablarnos de tú–, pero al mismo tiempo era pendenciero y soltaba palabrotas a diestra y siniestra.
 Desayunábamos en la YMCA, donde ambos solíamos nadar. O en sitios que han desaparecido, por el rumbo de San Ángel. Comíamos en este restaurante o aquel, le daba igual. Falso epicúreo, lo que le importaba era conversar. Haciendo cuentas, creo que repetimos el ritual por casi cuarenta años. Por extraño que parezca, nuestro tema primordial no fue la política. Desde distintas trincheras (y a veces desde Proceso, que también fue la mía) compartimos, es verdad, buenas batallas democráticas. Y también tiempos terribles –como la atmósfera ominosa que precedió al asesinato de Colosio. Pero nos importaba sobre todo hablar de la vida que pasa. Éramos biógrafos, uno del otro. Creo comprender algo de su vida compleja y apasionada. Creo que comprendía, seguramente mejor que yo, la mía.

La obra editorial de Julio Scherer*/

La obra editorial de Julio Scherer*/Miguel Angel Granados Chapa
Revista Proceso 1993, 10 de enero de 2014
Reacio a ser el centro de la atención pública, Julio Scherer García aceptó en buena hora el doctorado Honoris Causa que le otorgó la Universidad de Guadalajara, y el homenaje a su obra editorial realizado en la XIX Feria Internacional del Libro, auspiciada por la propia casa universitaria. En este último acto hablamos, además del propio Julio Scherer, Elena Poniatowska, Vicente Leñero, Enrique Maza, Carlos Monsiváis y yo mismo. Preparé estas notas que resumen lo que allí dije:
La Fundación Nuevo Periodismo, presidida por dos espíritus tan distantes entre sí como Gabriel García Márquez y Lorenzo Zambrano, el magnate mexicano (y mundial) del cemento, ha creado dos premios, uno al triunfador de un concurso anual, y otro, en la categoría de homenaje, a una carrera cumplida. Lo otorgó en esta modalidad a Julio Scherer García, en 2003. Pero lo mismo hubiera podido reconocer su tarea como periodista en activo, pues entonces se hallaba, como se encuentra ahora, en plena creatividad.
La ha ejercido y mostrado en tres etapas, de tres modos diferentes. La primera corre de 1947 (cuando a los 21 años de edad ingresa en Excélsior como aprendiz de reportero) a 1968, cuando es elegido director de ese periódico. Aunque en la segunda etapa pervivió la semilla de la primera, como responsable de aquel diario y luego del semanario que tiene usted en sus manos, lector, la tarea de Scherer consistió en abonar el trabajo de otros, en cultivarlo y en ofrecer su cosecha a los lectores. Además, y sin proponérselo, porque cree en el periodismo en sí y lo practica, convirtió esas publicaciones en instrumento para que la sociedad mexicana se conociera a sí misma y promoviera su propia transformación.

Retirado por voluntad propia de la dirección de Proceso en 1996, Scherer no se jubiló del periodismo. No podría hacerlo porque está en su naturaleza. Es su segunda naturaleza. Su primera naturaleza, se diría. Lo abordó ahora en forma de amplio reportaje combinado con ensayo, editado como libro. En realidad, Scherer resumió en esta tercera etapa el talante con que desde sus comienzos se identificó con el periodismo: es un indagador penetrante que asedia los hechos y a las personas, cavila sobre unos y otros y escribe, al mismo tiempo con la prisa del diarista y con la hondura del creador literario.

Como reportero que cumplía órdenes de trabajo diverso, pronto fue dedicado a la política. No se ocupaba del chismerío, de la banalidad. De haber sido tuerto, hubiera sido rey en tierra de ciegos. Pero tenía los ojos bien abiertos, como tenía los oídos igualmente receptivos. En un ambiente profesional donde predominaban la rutina y la venalidad, escapar de esas lacras singularizó a Scherer, que también estaba llamado a encabezar grupos, a animar iniciativas. Estaba ya al frente de una corriente cuando, con la muerte casi simultánea del gerente Gilberto Figueroa y el director Rodrigo de Llano, en 1963, Excélsior inició el camino de su modernización.

Lo primero era salir del conservadurismo autoritario que se alababa hacia fuera y se practicaba hacia adentro, y del que Scherer mismo fue víctima. Como pensaba con su propia cabeza, había firmado con muchas personas (y sus compañeros Eduardo Deschamps y Miguel López Azuara) un desplegado de protesta contra la brutalidad policiaca al reprimir a sindicalistas que demandaban respeto a sus derechos y libertad para sus presos. Se les siguió un procedimiento porque ese modo de asociarse a comunistas revoltosos no era propio del decoro del periódico de la vida nacional.

Elegido director de la cooperativa, Scherer no sólo estimuló y practicó las libertades de información y de expresión, el derecho a averiguar qué pasa y a examinar y calificar, sino que creó nuevas publicaciones y nuevos modos de hacer periodismo. Fundó la revista Plural, dirigida por Octavio Paz, que combinaba la calidad de una publicación dedicada a las artes y el pensamiento con los instrumentos del periodismo mercantil: impresión de calidad y amplia circulación. Renovó Revista de Revistas, cuya existencia precedió a la del diario mismo, y que mostraba los acusados rasgos de la vetustez. Dio un espacio cotidiano a la información sobre cultura, como contaban con él la política, la economía o los deportes. Y difundió el estilo noticioso del diario a través de una agencia de noticias, la primera en nuestro país en que un periódico servía a periódicos. Al mismo tiempo, tiró lastre: eliminó las notas de sociales, información banal y ofensiva sobre fiestas de ricos, y suprimió publicaciones como el Magazine de Policía, semanario de nota roja que escondía su estimulación del morbo tras el lema “denunciar las lacras de la sociedad es servirla”.

Por sobre todo, Scherer buscó la independencia de la cooperativa frente al poder. En su trato con políticos había llegado a conocer cuán peligrosos son los de esa especie cuando sienten lastimados sus intereses. Tuvo que contemporizar con ellos, aprender, según la fórmula de Jesús Reyes Heroles, a lavarse las manos con agua sucia. Y mientras más se afanaba en separarse de los objetivos de los mandones de la política, más endeble fue su posición. Hasta que Echeverría, que había propiciado un boicot de anunciantes para asfixiar al diario y con ello someterlo, sin conseguirlo, dio el golpe de garra que destruyó Excélsior (pues eso fue lo que ocurrió en 1976, y lo que siguió fue una prolongada agonía).

De inmediato Scherer reinició el camino. Antes de que se cumpliera un mes desde el día de su expulsión, estaba ya en marcha CISA, la empresa que edita este semanario, cuya primera tarea fue la agencia de noticias hoy conocida como Apro. El 6 de noviembre de 1976, sólo cuatro meses después de la tentativa de hacerlo callar, Scherer alzaba de nuevo la voz. Bajo su conducción se inició entonces la revista Proceso, que hace un mes cumplió 29 años de vida, durante 20 de los cuales Scherer estuvo directamente al timón. Después ha continuado su tarea como presidente del Consejo de Administración.

Ni durante sus años de director de Excélsior ni en los de Proceso Scherer rehusó continuar su ejercicio como reportero, mediante entrevistas y reportajes de gran alcance, que aparecieron en las páginas de esas publicaciones. A partir de 1986, el periodista reanudó lo que constituye la fase actual de su trabajo editorial, la de autor de libros. El primero que salió de su pluma, La piel y la entraña (Siqueiros), resultó de largas conversaciones con el pintor mientras se hallaba preso en Lecumberri. Apareció en ediciones Era en 1965 (y luego fue reeditado en 1974 por Pepsa, en 1996 por el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, y en 2003 por el Fondo de Cultura Económica. Dije en su momento que esa cuarta edición “corresponde, por su dignidad y elegancia, a la plena madurez de Scherer. Aparecida sólo pocos meses después de que aceptó el Premio Nacional de Periodismo, esa edición forma parte de un homenaje que el país debía y está pagando al autor”.

Los presidentes ha sido la obra más difundida de Scherer: sólo en sus primeros 10 años, de 1986 a 1996, Grijalbo hizo 17 ediciones. Con honradez que le impide ocultar sus propias debilidades, el periodista narra momentos significativos de su relación con Gustavo Díaz Ordaz, Luis Echeverría, José López Portillo y Miguel de la Madrid. Beneficiado por el éxito de esa obra, en 1990 apareció El poder. Historias de familia, que en pocos meses vendió 25 mil ejemplares y se refiere al caso de Everardo Espino, alto funcionario con López Portillo, caído en desgracia en el siguiente sexenio.

En 1995 reemprendió Scherer esa suerte de memoria política inaugurada con Los presidentes. Su primer volumen fue Estos años, y gira sobre la relación del periodista con Carlos Salinas, antes y durante su presidencia. Prolongó dos años después el relato de esa relación en Salinas y su imperio. A esa obra siguió en 1998 Cárceles, una visión del sistema penitenciario mexicano a través de entrevistas con el doctor Carlos Tornero. El tema del cautiverio sería recuperado por Scherer en Máxima seguridad, aparecido en 2001 e integrado con conversaciones con presos en penales que tienen aquella característica.

En Parte de guerra, publicado en 1999, se inició la colaboración de Scherer y Carlos Monsiváis. El reportero hizo pública documentación que el general Marcelino García Barragán, secretario de Defensa Nacional bajo Díaz Ordaz, había previsto entregarle y que comprueba la participación del Estado Mayor Presidencial en la matanza de Tlatelolco. En 2002 se publicó una segunda edición de la obra: Parte de guerra II está precedida por un prólogo del rector de la UNAM, Juan Ramón de la Fuente, y enriquecida con un catálogo fotográfico sobre esa jornada macabra entregado en España a la corresponsal de Proceso Sanjuana Martínez.

En 2000 Scherer reunió sus vivencias sobre Chile (adonde en 1974 entró clandestinamente para dar fe de las atrocidades del régimen) y entrevistas al dictador bajo el título Pinochet, vivir matando. La misma obra fue reeditada en este 2005 por el Fondo de Cultura Económica bajo el título El perdón imposible. No sólo Pinochet. También en colaboración con Monsiváis, Scherer publicó en 2003 Tiempo de saber. Prensa y poder en México. Su texto en ese libro es una primera aportación del autor a sus percepciones sobre el golpe a Excélsior, que necesita ser profundizada. También con Monsiváis presentó al año siguiente Los patriotas. De Tlatelolco a la guerra sucia. Y en 2005 el Fondo de Cultura Económica recuperó la entrevista que hizo Scherer en 1961 al general Roberto Cruz, inspector general de policía del callismo, con el título El indio que mató al padre Pro.

Con su incesante tarea, y a pesar de su aceptación de homenajes, Scherer rechaza que se le embalsame en vida. En su obra más reciente, La pareja, aparecida apenas este noviembre, se muestra militante como siempre, ahora de su propia causa. A instancia de Carmen Aristegui, que reseñó en Reforma la porción de este libro que narra la infundada y por lo mismo infame persecución de la Procuraduría Fiscal de la Federación a Julio Scherer Ibarra (modo oblicuo y obvio de hostigar a su padre), solapada desde Los Pinos, estas notas concluyen pidiendo, con la fórmula por ella sugerida:

Señor presidente, es tiempo de detener la mezquindad.


*Artículo publicado en la edición 1518 de Proceso (4 de diciembre de 2005).

Sobre la muerte

Sobre la muerte/ALEJANDRO PÉREZ UTRERA
Proceso 1993, 10 de enero de 2015
–¿En qué piensa, don Alejandro?
–En que yo sí pude despedirme de mi hermano, de mi papá. Y en que Javier (Sicilia) no pudo despedirse de su hijo…

Asistíamos a la velación de Juanelo, el asesinado hijo de nuestro queridísimo Javier, en Cuernavaca… Y don Julio no dejaba de mirarme con su mirada persistente, incómoda. No me dejaba estar conmigo.
–¿Qué piensa de la muerte?
Lo miré, tranquilo:
–Pues… Ocurre… Y ya.
–¿Y ya?
–Eso creo. ¿De qué sirve especular sobre ella?…
Don Julio observó el desgarrador entorno de dolor y lágrimas. Su mirada durísima se tornó, de súbito, infinitamente triste…
–Vea esto, don Alejandro… La muerte ocurre… ¿y ya?


Las pisadas del escritor/VERÓNICA ESPINOSA

Las pisadas del escritor/VERÓNICA ESPINOSA
Proceso 1993, 10 de enero de 2015
“Quiero que escriba lo que usted vio, señora”, me dijo don Julio desde el otro lado del teléfono ese diciembre de 2010.

A Diego Fernández de Cevallos lo habían secuestrado siete meses antes, un 14 de mayo. En ese lapso yo había regresado una y otra vez a Querétaro, a los ranchos del excandidato, a ver a sus amigos, a sus vecinos, a sus empleados.
Me senté muchas tardes con sus hermanas Beatriz, Helena y María afuera de la casona de la exhacienda de San Germán, en San Juan del Río.
Intentaba descifrar un secuestro que terminó como inició: inmerso en rumores, dudoso en el móvil y los autores, los tiempos y lugares donde Fernández de Cevallos desapareció y reapareció. El gobierno del panista Felipe Calderón, hermético y omiso en esto como en tanto más, alimentó la falta de certezas.

Puedo salir adelante sin Dios..

Puedo salir adelante sin Dios.../SANTIAGO IGARTÚA
Proceso No 1993, 10 de enero de 2015
El séptimo día del abril de 2014, su cumpleaños 88, le preguntaron a don Julio por qué este país había soportado tanto. Nadie como él había desentrañado los abusos perpetrados desde el poder y, en la última entrada de su vida, seguía siendo testigo de la corrupción como sistema de gobierno en México.
–Por la Virgen de Guadalupe –respondió sin dejo de duda.
El periodista argumentó que la fe era utilizada por los de arriba como un mecanismo de control. En nombre de Dios y de la Virgen se somete a los más desprotegidos en el mundo de las desgracias, esperanzados en oraciones dirigidas lejos de los despachos de gobierno.
La cúpula de la Iglesia, enviciada, siempre cómplice, tenía la cualidad de hacer que la gente actuara por miedo a un infierno que el Scherer reportero describió en la tierra.
“Si Cristo volviera a la tierra, el Papa tendría que matarlo.”

Biblioteca inagotable/J. JESÚS ESQUIVEL

Biblioteca inagotable/J. JESÚS ESQUIVEL
Revista Proceso 1993, 10 de enero de 2015
Washington.- En la redacción escuchaba la plática sobre Vicente Fox entre Álvaro Delgado y Pepe Gil Olmos, cuando de pronto apareció don Julio: “Don Álvaro, don Pepe, señor Esquivel. ¿Qué dice de nuevo el poder en Washington?”, me cuestionó a manera de saludo el fundador de Proceso… y me quedé helado.
Tenía apenas unos meses como corresponsal de la revista en la capital de Estados Unidos y me sorprendió que alguien tan grande como don Julio Scherer, a quien veía en persona por primera vez, supiera mi apellido y quisiera conocer mi opinión.
Después de saludar a Álvaro y a Pepe, me tomó del brazo en espera de mi respuesta.
–No mucho, don Julio. Washington está muy metido en su guerra contra el terrorismo y con Saddam Hussein –fue lo que se me ocurrió responder y al instante me soltó del brazo para seguir saludando a los demás colegas que estaban en la redacción.
Me sentí un idiota. Ignorante de la personalidad de un gran coloso del periodismo como don Julio, pensé que mi respuesta apuntalaba mi temor de que nunca sería parte de la revista que desde adolescente más he admirado.

El más creyente/José Gil Olmos

El más creyente/José Gil Olmos
Proceso No. 1993, 10 de enero de 2015
Ignacio Solares tiene dificultades para escribir los pasajes que vivió con Julio Scherer y Vicente Leñero desde que comenzó a colaborar con ellos en la década de los setenta, en el periódico Excélsior, y luego en Proceso. “No me sale, no puedo escribir”, insiste. Prefiere hablar. “Julio era como mi segundo padre, y Vicente Leñero, mi hermano mayor”.
 Solares mantuvo con Scherer una amistad entrañable desde que contaba con apenas 25 años y el entonces director de Excélsior lo invitó a dirigir el suplemento cultural de ese diario, que se llamaba Diorama, y luego también la sección cultural del mismo periódico, El Olimpo.
 Lo primero que Solares quiere hacer es dar una imagen de lo que el fundador de Proceso significa para el periodismo nacional.
 “Literalmente, la libertad de expresión de que gozamos ahora en nuestro periodismo nacional en buena medida se la debemos a él. Scherer abrió un camino que antes no existía, en un tiempo en el que todavía tuvo que luchar con la censura de una manera brutal, y prueba de ello es que tuvimos que salir de Excélsior. Siempre fue un periodista incómodo para el poder”, sostiene el director de la Revista de la Universidad.­

Como sacarse la lotería/FERNANDO DEL PASO

Como sacarse la lotería/FERNANDO DEL PASO 
Proceso No. 1993, 10 de enero de 2015
Julio Scherer era tan gran periodista como gran amigo. Y ser amigo de Julio era como sacarse la lotería. ¡Julio Scherer! ¡Yo lo tengo! Siempre lo tuve y lo disfruté porque sobre todo sabía escuchar a sus amigos. Scherer sabía escuchar como ninguno el ruido de la corrupción, los gritos de la injusticia, el escándalo de las masacres. Se nos ha ido un gran mexicano. Uno de los orgullos más grandes que tuve en la vida fue tenerlo como jefe en la revista Proceso, y como amigo en toda oportunidad. 

Condolencias de la Conferencia del Episcopado

De la Conferencia del Episcopado
Proceso No 1993, 10 de enero de 2015
Señor director:
La Secretaría General de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) expresa su más sentido pésame a don Rafael Rodríguez Castañeda y a todo su equipo de trabajo por el sensible fallecimiento de don Julio Scherer García.
Consolados por la fe que nos da la certeza de que en Cristo resucitado tenemos la esperanza de alcanzar la vida eterna, elevamos súplicas al Creador por su eterno descanso y pedimos que fortalezca a sus familiares y amigos llenándolos de esperanza.
Atentamente
S.E. Mons. Eugenio Lira Rugarcía, obispo auxiliar de Puebla y secretario general de la CEM; y Lic. Ana María Enríquez Gómez, directora  de Comunicación y Prensa.

Esa letra menuda.../Rafael Cardona

Esa letra menuda.../RAFAEL CARDONA 
Proceso No. 1993, 10 de enero de 2015
“Don Rafaele” –me decía en voz baja–. “¿Cómo se hace cuando el poder legal choca contra el poder impuesto?”
–Pues lo legal pierde el poder, don Julio.
Era la madrugada del 8 de julio de 1976. Los golpistas de Excélsior habían retirado la página de respaldo de colaboradores y articu­listas quienes manifestaban su compromiso con la autoridad editorial y administrativa de la cooperativa ante la inminente asonada traidora cuya culminación llegaría horas más tarde. La “indiada” al fin votó.
Julio Scherer se mordía las uñas. Ser descarnaba la punta de los dedos. Tenía el pelo revuelto con el descuido de sus 50 años.
A partir de ese día todo fue distinto.
Como fuera, la dirección de Excélsior era una posición dentro del concierto nacional. Cuando hicimos CISA y luego Proceso, Scherer comenzó a ser parte del desconcierto.­
Su postura crítica quiso ser interpretada como una revancha rencorosa contra todo y contra todos. Sus audacias en la denuncia, la exhibición de pecados públicos, la intransigencia contra Echeverría, su censura ante la ruindad, su arrojo durante el salinato, su capacidad de sostener una posición insobornable durante años y años desconcertaban al poder.

La entrevista que sí fue/

La entrevista que sí fue/RODRIGO VERA
Proceso 1993, 10 de enero de 2015
“¡Ya váyase, don Rodrigo, ya váyase! ¿Qué sigue haciendo aquí?”, me presionaba, en agosto de 1992, don Julio Scherer para viajar a Brasil y entrevistar al escritor brasileño Jorge Amado con motivo del homenaje nacional que se le hacía por sus 80 años.
–Estoy juntando información, don Julio. Y trato de agendar la entrevista desde México para ir a lo seguro –me defendía, balbuciente.
–¡Déjese de tonterías, don Rodrigo! ¡Eso lo hace allá! ¡Váyase! ¡Láncese al ruedo!
 Impaciente, don Julio estaba sentado en la pequeña terraza de su oficina que da a la calle de Fresas. Daba sorbos a un vaso de agua que tenía sobre la mesa de jardín. Se le había metido en la cabeza hacerle una larga entrevista al entonces principal exponente de las letras brasileñas, autor de novelas tan exitosas como Doña Flor y sus dos maridos, Tieta de Agreste y Gabriela, clavo y canela.
 Estaba entusiasmadísimo el director de Proceso con esa entrevista. Me apretaba el brazo y, obsesivo como siempre, me recomendaba una y otra vez:
 “No deje de preguntarle a Jorge Amado sobre sus aspiraciones al Nobel de Literatura. Pregúntele sobre su militancia de izquierda, sobre su amistad con Jean Paul Sartre y Fidel Castro, sobre la gran difusión de su obra en América Latina. Aborde el homenaje nacional que le están haciendo. Acuérdese: es una entrevista para la sección de Cultura”.

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