15 mar 2008

Chiara Lubich

Es considerada una de las figuras femeninas más importantes del cristianismo en el siglo XX.
El Movimiento surgió cuando era maestra de primaria en Trento (Italia). Tiempo después el 7 de diciembre de 1943, en soledad y en una capilla de su ciudad, se consagra a El para toda la vida. Esta fecha marca oficialmente el inicio del Movimiento de los Focolares.
En el año la maestra se encuentra en el Parlamento italiano por primera vez con Igino Giordani, un prestigioso diputado, que fue quien la ayudó a encarnar en la sociedad la espiritualidad de la "unidad", por lo que es considerado coofundador del Movimiento. Pionero del ecumenismo la Iglesia católica ha iniciado recientemente su causa de beatificación.
En el año 1949 conce a Pasquale Foresi, un joven seminarista deseoso de conjugar evangelio y vida en la Iglesia. Ordenado presbítero en 1954, Don Foresi es el primer focolarino sacerdote.
En 1956 hace surgir a los «Voluntarios», nueva rama de su movimiento, constituido por personas adultas comprometidas en los más diversos campos sociales: política, economía, justicia, salud, docencia, arte, industria, etc.
En 1966 propone a los jóvenes la radicalidad del Evangelio y así surge el «Movimiento Gen» (Generación Nueva).
En el 1977 recibe en Londres el premio Templeton por el Progreso de la Religión.
En el 1991 en Brasil, se siente impactada por el contraste social y la miseria de las «favelas», y pone en marcha la Economía de Comunión, entonces un proyecto y hoy una realidad en creciente desarrollo de esta novedosa teoría y praxis económica. Sobre ella se están publicando tésis y trabajos de investigación en las universidades de todo el mundo, y existen centenares de empresas aplicándola en vivo en todas las latitudes.
En el 1996 en París la UNESCO le confiere el Premio por la Educación para la Paz 1996.
Entre 1997 y 1998 abre nuevas perspectivas de diálogo interreligioso: es invitada a hablar de su experiencia interior en Tailandia a 800 monjes y monjas budistas; en Nueva York de EEUU, a 3.000 musulmanes negros en la mezquita de Harlem, y en Argentina a la comunidad hebrea de Buenos Aires. Es así la primera vez en la historia que esto sucede en tales religiones y que lo hace una mujer católica.
En septiembre de 1998 en Estrasburgo recibe del Consejo Europeo el Premio Derechos Humanos 1998.
El Movimiento de los Focolares se encuentra hoy difundido en 182 países, con más de dos millones de adherentes y una irradiación entre varios millones de personas.
Mensaje de Benedicto XVI
"En esta hora de separación dolorosa estoy cercano espiritualmente y con afecto a los familiares y a toda la Obra de María --Movimiento de los Focolares--, que ella fundó, como a todos los que han apreciado su compromiso constante por la comunión en la Iglesia, el diálogo ecuménico y la hermandad entre todos los pueblos"

10-0 a favor de AMLO

Mal, va mal/Jaime Sánchez Susarrey
Publicado en Reforma, 15/03/2008;
El gobierno de Felipe Calderón va perdiendo el debate sobre la reforma energética. La coyuntura era y es complicada. Nada podía hacerse antes de la elección interna del PRD el próximo 16 de marzo. López Obrador ha utilizado su "campaña para defender el petróleo" a favor de la candidatura de Alejandro Encinas. Por razones parecidas era lógico esperar la celebración del 18 de marzo. Pasadas estas fechas habrá que echarle toda la carne al asador. Porque conforme se acerque la elección del 2009 más complicadas se tornarán las negociaciones. La ventana de oportunidad es, en realidad, muy pequeña. Pero no sólo eso. La especie de impasse que se vivió en estos meses fue muy bien aprovechada por el "presidente legítimo".
1. AMLO logró fijar los términos del debate: el fantasma de la privatización de Pemex recorre el país. La tesis de que hay que defender el petróleo de un complot permeó en amplios sectores de la población. De poco o nada sirvió el compromiso público y explícito del gobierno de la República en el sentido de que no tiene un proyecto privatizador. De poco o nada sirvió la advertencia del senador Beltrones de que no se modificaría el artículo 27 constitucional. López logró fijar, como dicen los abogados, la litis: no a la privatización de Pemex. De un lado los patriotas (López y los que piensan como él) y del otro los traidores, los vendepatrias. La polarización es total. No admite grises ni medias tintas. Es todo o nada.
2. AMLO logró jalar al PRD a sus posiciones. Jesús Ortega, en aras de no perder la iniciativa, está enarbolando la misma bandera: la defensa del petróleo frente al complot privatizador. La reacción se entiende. En medio de la contienda interna, Nueva Izquierda no podía dejar esa consigna en manos de su principal contrincante. El problema está en que la elección del 16 de marzo no cambiará radicalmente el contexto. Si gana Alejandro Encinas no hay nada que puntualizar: la hegemonía del Peje sobre la dirección nacional perredista será total. Pero si gana Jesús Ortega, contra lo que se podría esperar, las cosas no serán muy distintas; no, al menos, en materia energética. López denunciará cualquier cambio o negociación como una traición al PRD y a la patria. Los márgenes de Nueva Izquierda serán, consecuentemente, muy reducidos.
3. El torpedo contra Juan Camilo Mouriño pegó por debajo de la línea de flotación del gobierno de la República. La encomienda del novel secretario era justamente sacar adelante la reforma energética. Pero ahora él se ha convertido en el problema. Su reacción frente a las acusaciones fue muy desafortunada. Le faltó la malicia y la astucia que sólo se adquieren con la experiencia. Felipe Calderón ya está empleando más recursos y tiempo en salvarlo que en atender la tareas de la reforma. La advertencia de Ruth Zavaleta debería ser tomada en cuenta: ya no es ni podrá ser interlocutor con el Partido de la Revolución Democrática. Pero no sólo eso. Su permanencia en el gabinete deja un flanco abierto que López aprovechará tanto como pueda. Su demanda de debatir lo confirma. Dicho de manera simple, la permanencia de Mouriño en Gobernación complica aún más el escenario de las negociaciones de la reforma energética.
4. El impacto mediático que esto ha tenido entre la población ha sido muy negativo para el gobierno de la República. Una encuesta reciente de Demotecnia arroja los siguientes resultados: el 85 por ciento condena los actos de Juan Camilo Mouriño; el 68 por ciento pide su renuncia. Y lo más grave: el 53 por ciento considera que el presidente Felipe Calderón sí tenía conocimiento de los hechos. Todo ocurre en medio de la campaña de López contra la privatización de Pemex. Los documentos que exhibió le cayeron como agua de mayo. Porque más allá de la sustancia, lo que cuenta es la impresión que dejan en la población. Y esa impresión es muy clara: quienes impulsan la reforma energética tienen negocios e intereses directamente ligados con la paraestatal...
5. El hecho de que no haya consenso en el PRI complica el contexto aún más. Los priistas están enfrentados. Los más radicales sostienen tesis semejantes a las de López Obrador y no tendrían empacho en participar en marchas y movimientos por la defensa del petróleo. Son los que afirman que no se debe compartir la renta petrolera, que Pemex sí cuenta con recursos para exploración y explotación, que los mantos en tierra y en aguas someras son suficientes para los próximos años. En suma, se oponen a cualquier forma de alianza estratégica con otras empresas para explotar el petróleo en aguas profundas. Del otro lado están los que advierten el riesgo de una crisis de grandes proporciones si no se opera una reforma de Pemex. Esta división complica las cosas y encarece enormemente el costo político de apoyar cualquier proyecto.
6. El debate se ha polarizado de manera irracional. Y no es extraño que así sea. La información que se genera es confusa y contradictoria. Preguntas elementales que deberían ser parte de un diagnóstico objetivo y científico reciben respuestas radicalmente diferentes. Ejemplifico: ¿existe el efecto popote en las aguas profundas que colindan con Estados Unidos? Respuesta de Francisco Rojas, ex director de Pemex: no, eso es una vacilada. Respuesta de Francisco Labastida, senador del PRI y miembro de la Comisión de Energía: sí, y por eso es indispensable buscar alianzas estratégicas con otras empresas. ¿Existe en el mercado la tecnología para realizar explotación en aguas profundas? Respuesta de Francisco Rojas: sí, por supuesto. Respuesta de Juan José Rodríguez Prats, diputado panista: es una tecnología tan compleja como la de poner un hombre en la luna; no hay tiempo que perder, urge asociarse. Ante semejante torre de Babel no debe sorprender que predomine la diatriba.
7. Los malos entendidos, las confusiones y las acusaciones van de la mano. La estrategia del gobierno ha sido desastrosa. Primero salió la secretaria de Energía, Georgina Kessel, y luego la retiraron para cederle el paso a Juan Camilo Mouriño. Después vino la andanada contra el secretario de Gobernación y el desconcierto. El director de Pemex ha brillado por su ausencia. Su estrategia se limita a editar una serie de spots que antes de salir al aire han causado gran revuelo. El paso del tiempo, vale repetirlo, corre contra el gobierno de la República.
El saldo hasta ahora es 10 a 0 a favor del Peje. ¿Se perdió en definitiva la batalla? Tal vez no. Pero el escenario no es para nada favorable. Si las cosas siguen como van no habrá reforma o será pírrica.

Annapolis

Rescatemos Annapolis/Shlomo Ben-Ami, ex ministro de Exteriores de Israel y vicepresidente del Centro Internacional de Toledo para la Paz.
Publicado en El País, 14/03/2008;
Traducción de María Luisa Rodríguez Tapia
Las conversaciones de paz entre israelíes y palestinos que comenzaron hace tres meses en Annapolis no sufren por falta de ideas sobre cómo abordar las cuestiones fundamentales del conflicto. Tras años de intentos frustrados de llegar a un acuerdo, y con docenas de planes de paz, tanto oficiales como extraoficiales, a disposición de los negociadores, queda poco margen para la creatividad.
El problema fundamental reside en otros factores: en la pobreza de los dirigentes y la fragmentación de la política palestina. El único hombre que habría podido lograr un acuerdo de paz basado en una solución de dos Estados que los palestinos pudieran considerar legítimo, Yasir Arafat, se llevó la legitimidad consigo a la tumba.
El presidente Mahmud Abbas nunca ha sido una figura que inspire a los palestinos. Al perder Gaza en beneficio de Hamás, su peso político ha disminuido todavía más. Es más, Abbas no controla ni siquiera a las milicias de su propio partido, Al Fatah, que son incluso más activas que Hamás a la hora de llevar a cabo atentados terroristas contra Israel. El Gobierno de la Autoridad Palestina en Cisjordania habría caído hace tiempo si no fuera por las incursiones israelíes diarias contra Hamás y Al Fatah en zonas controladas por Abbas.
A lo largo de la historia, los movimientos nacionalistas, formados casi siempre por alas radicales y alas pragmáticas, han tenido que escindirse para alcanzar la Tierra Prometida. El consenso es la negación del liderazgo y, con frecuencia, una receta para la parálisis política.
El sionismo es un buen ejemplo. Si en 1947 el partido ultranacionalista Irgún, de Menahem Begin, se hubiera unido con el pragmático Mapai, de Ben Gurion, los sionistas habrían rechazado la partición de Palestina y Ben Gurion no habría podido proclamar el Estado judío en mayo de 1948.
Por supuesto, ésta no es una lección que haya que elevar a la categoría de dogma. En el caso palestino, con la falta de una dirección como la que representaba Arafat, el ala radical, Hamás, no puede quedar al margen del proceso para crear el Estado palestino. Además, a diferencia del caso de Israel, en Palestina el ala radical representa a la mayoría democrática, porque salió victoriosa de las elecciones celebradas hace dos años.
El resultado es que la cuestión que domina el discurso israelí hoy en día es si hay que invadir o no el territorio de Gaza, que controla Hamás. Israel, encerrado en una parálisis conceptual que él mismo se ha creado y que no deja margen para una solución que no sea militar, se niega a comprender que los lanzamientos de cohetes de Hamás contra el territorio israelí no pretenden arrastrar a Israel a una invasión, sino que quieren establecer un nuevo elemento disuasorio que obligue a Israel a aceptar un alto el fuego (tahdiye).
Es iluso pensar que los representantes del lado palestino que participaron en todo el desacreditado proceso de Oslo siguen contando con la legitimidad popular necesaria para obtener el apoyo a un compromiso con Israel que exigiría dolorosas concesiones sobre aspectos cruciales para el espíritu nacional palestino.
Tampoco está claro, en absoluto, que una gran invasión de Gaza pueda acabar con los ataques contra Israel. Hamás, con ayuda de Irán, está llevando a cabo un proceso de hezbolización. Sus unidades ya no son meras células terroristas; son unidades de combate muy bien entrenadas y equipadas, que lanzan sus cohetes, como los del sur de Líbano, mediante temporizadores y desde una especie de silos subterráneos.
La traumática experiencia de la guerra de Líbano en 2006 ha hecho que los dirigentes israelíes desconfíen de otra guerra asimétrica en la que nunca sea posible declarar una victoria clara y la aritmética de la sangre tenga necesariamente que convertir las víctimas de la fuerza superior, Israel, en una crisis interna.
Israel debe cambiar su objetivo estratégico en Gaza, dejar de centrarse en derrocar a Hamás y, en cambio, tratar de rescatar el proceso de Annapolis y la última oportunidad de lograr una solución de dos Estados. Para ello es preciso no sólo un alto el fuego con Hamás, sino también la vuelta a un gobierno palestino de unidad nacional, que es el único capaz de ofrecer al proceso de paz la crucial legitimidad de la que hoy carece. Sin la resurrección del acuerdo de La Meca, que situó a Hamás y la OLP en un gobierno de coalición, ni Hamás puede aspirar a asegurar su control de Gaza ni la OLP puede proporcionar un acuerdo de paz con Israel.
La idea, tan querida para los arquitectos del proceso de Annapolis, de que lograr la paz es posible sólo si se abre una brecha entre los “moderados” y los “extremistas” palestinos es un error. Un gobierno palestino de unidad nacional no impediría el acuerdo, por la sencilla razón de que los moderados que negocian ahora con Israel, en cualquier caso, tienen que buscar un acuerdo del que los extremistas no puedan decir que es una traición. Por tanto, las diferencias entre las posiciones de los palestinos en las negociaciones actuales y las que puedan sostener cuando se restablezca un gobierno de unidad serían mínimas.

Las caricaturas de Mahoma

Por Alberto Manguel, escritor argentino y autor de Historia de la lectura. Su último libro es Breve tratado de la pasión
EL PAÍS, 14/03/08;
Hace ya dos años, la publicación de varias caricaturas del profeta Mahoma en buen número de periódicos (primero en Dinamarca, como una broma, y luego en otros países, como un acto de desafío), provocó la santa ira de ciertos grupos islamistas. Ahora, después del arresto de tres sospechosos acusados de querer asesinar al caricaturista Kurt Westergaard, algunos periódicos daneses han decidido publicar nuevamente esos dibujos para demostrar el derecho esencial a la libertad de la palabra o, en este caso, del icono.
Los matones extremistas han logrado amedrentar hasta al propietario del hotel donde se alojaba Westergaard con su mujer, quienes fueron echados a la calle. Mientras tanto, en Suecia, el autor de otras caricaturas similares, Lars Vilks, ha tenido que dejar su casa en Malmö porque los mismos extremistas han puesto un precio astronómico a su cabeza. Curiosamente, la fe religiosa de estos creyentes, que se supone incólume, parece verse amenazada o comprometida por una mera pincelada o unas pocas palabras torpemente humanas.
Que un acto cruel y violento pueda enfurecer al Creador del Universo (y a su profeta) puede entenderse, ya que a ningún autor (lleve mayúscula o no) le gusta que destruyan o dañen su obra. Matar, torturar, humillar, abusar de otro ser humano es, sin duda alguna, un crimen ante los ojos de Dios, y supongo que los creyentes tienen el derecho a ver el que un diluvio universal no ocurra todos los días como una espléndida prueba de la infinita paciencia divina. Que a seres como Bush y Bin Laden les sea permitido llevar una vida confortable muestra hasta qué punto Dios tiene una tolerancia nada humana hacia sus criaturas.
Pero asegurar, al mismo tiempo, que un chiste, un dibujito, un juego de palabras, pueda ofender a Aquel para quien la eternidad es como un día, me parece la mayor de las blasfemias. Los endebles seres humanos podemos molestarnos si alguien se burla de nosotros, pero seguramente no puede ser así para un ser que imaginamos supremo, incorruptible, omnisciente. Borges arguyó que de los gustos literarios de Dios nada sabemos; es difícil pensar que Alguien que todo lo sabe y cuyo generoso sentido estético lo llevó a inventar desde el poético antílope hasta la burda broma del hipopótamo, destierre de su mesa de noche las obras de Diderot, de Salman Rushdie, de Fernando Vallejo y de Mark Twain. Su profeta enseñó los beneficios de la risa: “Que tu corazón sea ligero en todo momento, porque cuando el corazón se ensombrece el alma se ciega”.
Las grandes figuras religiosas del pasado, porque eran también seres humanos inteligentes, no carecían de sentido del humor.
Jesús (en la versión de Jerónimo) se burló amistosamente de Pedro con un juego de palabras un poco tonto: “Eres Pedro (Petrus) y sobre esta piedra (petra) levantaré mi iglesia”. Cuando el Buda estaba a punto de cruzar el desierto, los dioses, para protegerlo del sol, le enviaron parasoles de sus múltiples cielos; para no desairar a ninguno, el Buda se multiplicó cortésmente y cada uno de los dioses vio a un Buda que, sonriente, caminaba llevando en alto su regalo. Según el Midrash, le preguntaron a Moisés por qué Dios (para quien no hay misterios) preguntó “Adán ¿dónde estás?” cuando lo buscó en el Jardín después del asunto de la manzana. Moisés contestó: “Para enseñarnos las reglas de urbanidad, porque es mala educación entrar en la casa de alguien sin haberse anunciado”. En el primer tomo del Al-Mustatraf se cuenta que un hombre pobre vino a ver a Mahoma para pedirle un camello para viajar a La Meca. “Te daré una cría de camello”, dijo Mahoma. “¡Pero una cría de camello no aguantará mi peso!”, se quejó el hombre. “Tú pediste un camello”, le respondió Mahoma. “¿Acaso no sabes que todo camello es necesariamente la cría de otro camello?”.
La palabra “blasfemia” viene del griego y quiere decir “ofender a alguien”. En la mitología griega, la condición de blasfemia depende de la sensibilidad del dios blasfemado. Atenea castiga a la joven Aracne convirtiéndola en araña porque ésta se había ufanado de ser mejor tejedora que la diosa. Para la Iglesia católica de la Edad Media, la noción de blasfemia se confunde con la de herejía, sólo que, por un delicioso intríngulis burocrático, musulmanes y judíos no podían ser acusados de herejía porque no podían ser considerados creyentes. Se los podía, sin embargo, acusar de insultar a Dios y todos sus santos, y no sólo a través de palabras y acciones (diciendo, por ejemplo, que la suerte y no Dios rige nuestras vidas), sino también a través del pensamiento, lo que se llamaba “blasfemar con el corazón”. Un edicto del año 538, firmado por el emperador Justiniano, declaraba que el castigo por blasfemar era la muerte, pero la sentencia fue raramente ejecutada.
En numerosos países, la noción de blasfemia tiene carácter jurídico: en los Estados Unidos, por ejemplo, gracias a la ley prohibiendo la blasfemia, grupos religiosos han logrado hacer prohibir en varias bibliotecas escolares libros que, a su juicio, insultaban a su Dios. Es así como autores tan diversos como Roald Dahl, J. D. Salinger y J. K. Rowling, se han visto compartiendo el exilio con clásicos como Jonathan Swift y William Faulkner.
El célebre décimo sura del Corán declara: “Ningún alma puede creer sin el permiso de Dios”. A comienzos del siglo VIII, el ilustre teólogo Hasan al-Basri entendió que esto significaba que “no podemos desear el bien sin que Dios lo desee por nosotros”. Los creyentes deben contentarse con la convicción de que la gracia divina los ha elegido, y no insistir en que los otros, aquellos que Dios no ha querido iluminar, compartan su devoción. Eso sería atribuirse (y eso sí es blasfemia) un rol que Dios se ha reservado. Que los otros se burlen. Esto también (si proseguimos el razonamiento) es voluntad de Dios, cuyos motivos son misteriosos.
Los creyentes insisten en que Dios les exige sacrificio y fuerza. Prueba de esto, y sin duda para poner su fe a prueba, Dios ha deseado la existencia de unos pocos bufones en su corte, herederos de Voltaire, de Erasmo, de Rabelais, quienes siguen el consejo de Horacio (otra de Sus excelentes creaciones) de enseñar riendo.
Por Alberto Manguel, escritor argentino y autor de Historia de la lectura. Su último libro es Breve tratado de la pasión (EL PAÍS, 14/03/08): Hace ya dos años, la publicación de varias caricaturas del profeta Mahoma en buen número de periódicos (primero en Dinamarca, como una broma, y luego en otros países, como un acto de desafío), provocó la santa ira de ciertos grupos islamistas. Ahora, después del arresto de tres sospechosos acusados de querer asesinar al caricaturista Kurt Westergaard, algunos periódicos daneses han decidido publicar nuevamente esos dibujos para demostrar el derecho esencial a la libertad de la palabra o, en este caso, del icono. Los matones extremistas han logrado amedrentar hasta al propietario del hotel donde se alojaba Westergaard con su mujer, quienes fueron echados a la calle. Mientras tanto, en Suecia, el autor de otras caricaturas similares, Lars Vilks, ha tenido que dejar su casa en Malmö porque los mismos extremistas han puesto un precio astronómico a su cabeza. Curiosamente, la fe religiosa de estos creyentes, que se supone incólume, parece verse amenazada o comprometida por una mera pincelada o unas pocas palabras torpemente humanas. Que un acto cruel y violento pueda enfurecer al Creador del Universo (y a su profeta) puede entenderse, ya que a ningún autor (lleve mayúscula o no) le gusta que destruyan o dañen su obra. Matar, torturar, humillar, abusar de otro ser humano es, sin duda alguna, un crimen ante los ojos de Dios, y supongo que los creyentes tienen el derecho a ver el que un diluvio universal no ocurra todos los días como una espléndida prueba de la infinita paciencia divina. Que a seres como Bush y Bin Laden les sea permitido llevar una vida confortable muestra hasta qué punto Dios tiene una tolerancia nada humana hacia sus criaturas. Pero asegurar, al mismo tiempo, que un chiste, un dibujito, un juego de palabras, pueda ofender a Aquel para quien la eternidad es como un día, me parece la mayor de las blasfemias. Los endebles seres humanos podemos molestarnos si alguien se burla de nosotros, pero seguramente no puede ser así para un ser que imaginamos supremo, incorruptible, omnisciente. Borges arguyó que de los gustos literarios de Dios nada sabemos; es difícil pensar que Alguien que todo lo sabe y cuyo generoso sentido estético lo llevó a inventar desde el poético antílope hasta la burda broma del hipopótamo, destierre de su mesa de noche las obras de Diderot, de Salman Rushdie, de Fernando Vallejo y de Mark Twain. Su profeta enseñó los beneficios de la risa: “Que tu corazón sea ligero en todo momento, porque cuando el corazón se ensombrece el alma se ciega”. Las grandes figuras religiosas del pasado, porque eran también seres humanos inteligentes, no carecían de sentido del humor. Jesús (en la versión de Jerónimo) se burló amistosamente de Pedro con un juego de palabras un poco tonto: “Eres Pedro (Petrus) y sobre esta piedra (petra) levantaré mi iglesia”. Cuando el Buda estaba a punto de cruzar el desierto, los dioses, para protegerlo del sol, le enviaron parasoles de sus múltiples cielos; para no desairar a ninguno, el Buda se multiplicó cortésmente y cada uno de los dioses vio a un Buda que, sonriente, caminaba llevando en alto su regalo. Según el Midrash, le preguntaron a Moisés por qué Dios (para quien no hay misterios) preguntó “Adán ¿dónde estás?” cuando lo buscó en el Jardín después del asunto de la manzana. Moisés contestó: “Para enseñarnos las reglas de urbanidad, porque es mala educación entrar en la casa de alguien sin haberse anunciado”. En el primer tomo del Al-Mustatraf se cuenta que un hombre pobre vino a ver a Mahoma para pedirle un camello para viajar a La Meca. “Te daré una cría de camello”, dijo Mahoma. “¡Pero una cría de camello no aguantará mi peso!”, se quejó el hombre. “Tú pediste un camello”, le respondió Mahoma. “¿Acaso no sabes que todo camello es necesariamente la cría de otro camello?”. La palabra “blasfemia” viene del griego y quiere decir “ofender a alguien”. En la mitología griega, la condición de blasfemia depende de la sensibilidad del dios blasfemado. Atenea castiga a la joven Aracne convirtiéndola en araña porque ésta se había ufanado de ser mejor tejedora que la diosa. Para la Iglesia católica de la Edad Media, la noción de blasfemia se confunde con la de herejía, sólo que, por un delicioso intríngulis burocrático, musulmanes y judíos no podían ser acusados de herejía porque no podían ser considerados creyentes. Se los podía, sin embargo, acusar de insultar a Dios y todos sus santos, y no sólo a través de palabras y acciones (diciendo, por ejemplo, que la suerte y no Dios rige nuestras vidas), sino también a través del pensamiento, lo que se llamaba “blasfemar con el corazón”. Un edicto del año 538, firmado por el emperador Justiniano, declaraba que el castigo por blasfemar era la muerte, pero la sentencia fue raramente ejecutada. En numerosos países, la noción de blasfemia tiene carácter jurídico: en los Estados Unidos, por ejemplo, gracias a la ley prohibiendo la blasfemia, grupos religiosos han logrado hacer prohibir en varias bibliotecas escolares libros que, a su juicio, insultaban a su Dios. Es así como autores tan diversos como Roald Dahl, J. D. Salinger y J. K. Rowling, se han visto compartiendo el exilio con clásicos como Jonathan Swift y William Faulkner. El célebre décimo sura del Corán declara: “Ningún alma puede creer sin el permiso de Dios”. A comienzos del siglo VIII, el ilustre teólogo Hasan al-Basri entendió que esto significaba que “no podemos desear el bien sin que Dios lo desee por nosotros”. Los creyentes deben contentarse con la convicción de que la gracia divina los ha elegido, y no insistir en que los otros, aquellos que Dios no ha querido iluminar, compartan su devoción. Eso sería atribuirse (y eso sí es blasfemia) un rol que Dios se ha reservado. Que los otros se burlen. Esto también (si proseguimos el razonamiento) es voluntad de Dios, cuyos motivos son misteriosos. Los creyentes insisten en que Dios les exige sacrificio y fuerza. Prueba de esto, y sin duda para poner su fe a prueba, Dios ha deseado la existencia de unos pocos bufones en su corte, herederos de Voltaire, de Erasmo, de Rabelais, quienes siguen el consejo de Horacio (otra de Sus excelentes creaciones) de enseñar riendo.

Elogio de la blasfemia

Elogio de la blasfemia/Alberto Manguel, escritor argentino y autor de Historia de la lectura. Su último libro es Breve tratado de la pasión
Publicado en EL PAÍS, 14/03/2008;
Hace ya dos años, la publicación de varias caricaturas del profeta Mahoma en buen número de periódicos (primero en Dinamarca, como una broma, y luego en otros países, como un acto de desafío), provocó la santa ira de ciertos grupos islamistas. Ahora, después del arresto de tres sospechosos acusados de querer asesinar al caricaturista Kurt Westergaard, algunos periódicos daneses han decidido publicar nuevamente esos dibujos para demostrar el derecho esencial a la libertad de la palabra o, en este caso, del icono.Los matones extremistas han logrado amedrentar hasta al propietario del hotel donde se alojaba Westergaard con su mujer, quienes fueron echados a la calle. Mientras tanto, en Suecia, el autor de otras caricaturas similares, Lars Vilks, ha tenido que dejar su casa en Malmö porque los mismos extremistas han puesto un precio astronómico a su cabeza. Curiosamente, la fe religiosa de estos creyentes, que se supone incólume, parece verse amenazada o comprometida por una mera pincelada o unas pocas palabras torpemente humanas.