Nos recuerda que la violencia contra las mujeres es terriblemente común y que es una de las violaciones de los derechos humanos más extendidas hoy.
Señala que hasta un 70% de las mujeres experimentan, a lo largo de sus vidas, violencia física o sexual por parte de algún hombre.
La violencia contra las mujeres puede ser física, sexual, psicológica y de abuso económico, y la encontramos en todas las edades, razas, culturas, niveles de riqueza y regiones.
En todo el mundo, 3 de cada 10 mujeres han realizado forzadas sus primeras experiencias sexuales.
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Miércoles, 25 de Noviembre de 2009 | Discurso
Muy buenos días.
Y amigos también, algunos presentes.
Ciudadana Diputada Martha Elena García Gómez, Presidenta de la Comisión de Equidad y Género de la Cámara de Diputados. Bienvenida.
Senadora Blanca Judith Díaz Delgado, Presidenta de la Comisión de Equidad y Género del Senado de la República. También, muy bienvenida.
Magistrado Antonio Ceja, integrante del Tribunal Colegiado Auxiliar en Materia Civil del XI Circuito, con sede en Morelia, Michoacán. Bienvenido.
Licenciada Blanca Alcalá Ruiz, Presidenta Municipal de Puebla.
Licenciada Laura Cecilia Zermeño, Directora del Instituto de las Mujeres Irapuatenses.
Licenciada María del Rocío García Gaytán, Presidenta del Instituto Nacional de las Mujeres.
Queridas amigas titulares, amigos titulares de las instancias municipales de la mujer.
Señoras y señores:
Hoy conmemoramos, y con mucho gusto, el Día Internacional para la Eliminación de la Violencia Contra la Mujer. Y por eso, celebro el poder estar aquí con todos ustedes, pero especialmente con todas ustedes, que luchan, lo sé, por un México más equitativo, un México más justo, un México libre de violencia de género, que no es otra cosa que un México más humano.
Aprovecho la ocasión, desde luego, para felicitar al Instituto Nacional de las Mujeres por la labor que realiza en este afán, que compartimos, de corazón, de construir una Nación más igualitaria.
Y agradezco, enormemente, el trabajo de las titulares de las instancias municipales de la mujer que nos acompañan. Estoy convencido que el trabajo que realizan es indispensable para promover, desde el punto más cercano a la mujer misma, que es, hablo del aspecto político, el municipio; políticas públicas que la protejan de la violencia, también de la discriminación y de cualquier elemento que altere, precisamente, la equidad de género.
El estar construyendo instancias municipales a mí me parece que ha acelerado, de manera significativa, la lucha que compartimos por lograr la equidad de género en el país, y por liberar a las mujeres de la violencia, que en sus distintos aspectos, por desgracia, todavía sufren en México.
Es por esa razón, queridas amigas, que seguiremos apoyando el fortalecimiento y la creación de más instancias en todo el país. Lo haremos a través del Fondo para el Desarrollo de las Instancias Municipales de las Mujeres, a fin de que sigan diseñando y aplicando políticas públicas que promuevan una mayor participación de las mujeres en el ámbito local.
Como bien ha dicho la Presidenta Municipal de Puebla, Blanca Alcalá, la erradicación de la violencia, la erradicación de la discriminación sólo puede darse asociándose, o estar asociada a una mayor participación de la mujer en la toma de decisiones.
Y es, pienso, desde los municipios donde se puede hacer mucho más en favor de la igualdad. Obviamente, se puede hacer desde todos lados, desde Gobierno Federal, desde los gobiernos estatales. Pero, caray, qué mejor que sea donde se construye la comunidad, donde se tiene contacto directo con el ciudadano, donde muchas veces se administra la llamada justicia de barandilla, es decir, donde tiene que acudir en primera instancia alguien que sufre una agresión violenta, donde se apliquen políticas públicas en favor de la erradicación de la violencia.
En los niveles de Gobierno donde está la policía municipal, donde está la autoridad que debe velar por el respeto a la mujer, que debe velar por contener y reprimir legalmente al marido o al violentador de las mujeres, para evitar que cometa acciones violentas que queremos erradicar de nuestro México.
En tres años de Gobierno hemos pasado de 200 instancias municipales a más 850. Y la meta es que para el 2012 contemos, por lo menos, con mil 200 instancias municipales; es decir, que por lo menos la mitad de los municipios de México tengan instancias.
Así que tenemos que abocarnos, e instruyo a la Directora del Instituto, a las Presidenta de INMUJERES, a Rocío García Gaytán, a que siga trabajando con todas ustedes para que no haya rincón del país, no haya un municipio constituido donde no exista una instancia que auspicie la protección y la defensa de las mujeres en nuestra lucha contra la violencia.
Soy consciente de que todavía falta mucho por hacer. Muchas mujeres aún son víctimas de discriminación y de violencia, incluso, yo diría principalmente, dentro de sus propios hogares. Los casos que ha narrado aquí la Alcaldesa de Puebla son sintomáticos y son tristes, sobre todo la mujer que nos narraba, de la comunidad de Canoa, que sufre una condición de violencia reiterada, estructural, dominante, tolerada por la comunidad y por la propia familia del marido, probablemente por la propia familia de ella.
Y, claro, es comprensible su afán de volver con su pareja. Sin embargo, creo que ese elemento cultural sigue pesando, precisamente, y sigue frenando la lucha por liberar a las mujeres de la violencia que padecen.
De acuerdo a la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares 2006, casi 70 por ciento de las mujeres de 15 años en adelante, 70 por ciento, ha sufrido algún tipo de violencia en algún ámbito de su vida.
A nivel nacional más del 40 por ciento de las mujeres sufrieron violencia, ya sea emocional, económica, física o sexual por parte de su pareja, a lo largo de su última relación.
Las estadísticas, amigas, no son nuevas en el sentido de que arrojen algo novedoso, sino que son cifras que demuestran una realidad, una realidad terrible que, hoy por hoy, siguen padeciendo, desafortunadamente, casi la mitad de las mujeres que tienen una relación de pareja en nuestro país.
Y también, pensaba en el otro caso, entiendo algún fanático ahí del equipo de la franja, pero no sólo habla de una virulencia, violencia en general, sino una violencia de género muy, muy particular.
Incluso, la propia solución, que qué bueno que se dio, también todavía refleja un resabio de esa cultura; es decir, la mujer vale en función de que yo tengo una mamá y tengo hermanas. No es así.
Qué bueno que las tenga el señor. Pero, la verdad es que tenemos que dar todavía un paso más hasta entender que es una cuestión de dignidad humana y de igualdad, que sí se expresa en las mujeres que tenemos cercanas a nosotros, pero que no puede depender de que un hombre tenga en buen aprecio o no a las mujeres que lo rodean, sino que se trata de una condición cultural de reconocimiento de la igualdad.
La posibilidad de cambiar esta situación inaceptable de violencia, sólo existe, queridas amigas, en la posibilidad que tengamos de cambiar los patrones culturales que hemos aprendido y heredado, y difundido a lo largo y a lo ancho del país, y en la historia de México.
El rol mismo que hace que, a mí me ha tocado ver, pues muchas ocasiones servidoras públicas, funcionarias, colaboradoras, legisladoras, o madres trabajadoras, beneficiarias de programas públicos, las beneficiarias de Oportunidades, que además de ser el sustento de su hogar, tienen que desempeñar el doble o el triple rol: de jefas de familia, madres educadoras y madres proveedoras de los alimentos y de la vestimenta y, en fin, de todas las tareas que, tradicionalmente, se supone que el hombre no debe ni involucrarse. Y este peso cultural está atrás, y subyace en la relación de dominio, y de dominio y posesión, incluso física, en las parejas.
El sentido de propiedad, como si se tratara de una cosa, como si se tratara de un bien en la casa; el sentido de propiedad de la esposa o la pareja. El sentido de posesión es tal, que, precisamente, prohíja que se generen situaciones de violencia que se dan casi como naturales, y para algunos hasta parte del rol que se ha aprendido culturalmente.
La gran pregunta es: cómo podemos cambiar este patrón cultural tan arraigado, por desgracia, en las familias mexicanas. Lo cierto es que la violencia hacia la mujer es parte de un problema mayor y profundamente arraigado al machismo, que consiste en que la mujer no goza en la práctica de los mismos derechos, ni tiene y aparentemente en esa cultura, ni pudiera tener las mismas oportunidades que los hombres.
Y por ello, para erradicar la violencia de género, tenemos que atacar sus causas. Erradicar de nuestra cultura la idea de que las mujeres son ciudadanas de segunda, y por tanto carentes de todos o de algunos derechos, como todavía alguien, pensando ser generoso, dice que concede.
Nuestra labor fundamental debe ser no sólo sancionar y sancionar severamente la violencia de género, sino, además, erradicar las causas socioculturales que la propician y que la permiten.
Por eso, desde el inicio del Gobierno hemos trabajado por la equidad de género, hemos trabajo por la eliminación de la violencia hacia las mujeres en varios frentes.
En primer lugar. Hemos cuadruplicado el presupuesto destinado a la Política Nacional de Igualdad y Combate a la Violencia contra las Mujeres. Ha pasado de dos mil 500 millones de pesos, que era cuando yo entré a la Presidencia, a más de 10 mil 600 millones de pesos en el Presupuesto para el año que entra.
Eso ha permitido, por ejemplo, que crezcan las instancias municipales, con lo cual se ha multiplicado la red de protección y ha permitido ampliar su eficacia de protección y solidaridad a la mujer que sufre violencia.
En segundo lugar, amigas. Hemos promulgado un conjunto de leyes y de acuerdos que responden a los tratados internacionales en materia de derechos humanos de las mujeres, con el fin de eliminar la violencia y la discriminación de género que padecen.
Hoy contamos, lo sabemos, con la Ley para la Igualdad entre Mujeres y Hombres, la Ley para Prevenir y Sancionar la Trata de Personas, y la Ley General de Acceso a las Mujeres a una Vida Libre de Violencia.
Sin duda, la lucha contra la violencia de género es una tarea que nos convoca a todas y a todos, a todos los órdenes de Gobierno y a todos los poderes públicos, dentro de la autoridad.
Yo reconozco a las entidades federativas que ya han adecuado el marco jurídico, conforme a esta impostergable exigencia ciudadana. Y también aprovecho para hacer un llamado respetuoso, sí, pero firme, para todas aquellas autoridades que aún no cuentan con los reglamentos o con las leyes, con las normas que establece la Ley para una Vida Libre de Violencia, a que cumplan ya con ese compromiso legal y se sumen a este esfuerzo con las mujeres de México.
Y, en tercer lugar. El Gobierno a mi cargo ha presentado el Programa Integral para Prevenir, Atender, Sancionar y Erradicar la Violencia Contra las Mujeres 2009-2012. Este programa se realizó con la participación de organizaciones civiles, especialistas, académicos, académicas, desde luego, y representa un proyecto en el que por primera vez se aborda el tema de violencia contra la mujer como un tema no sólo de salud, no sólo de derechos humanos, sino como un tema de seguridad pública, de convivencia pacífica y un tema democrático, de igualdad de derechos.
Porque parte del principio de que la violencia contra las mujeres es producto de una construcción social, basada en relaciones de poder, desiguales entre mujeres y hombres, antidemocráticas en consecuencia, violatorias de derechos humanos y que, además, en una sociedad preocupada por corregir los temas de inseguridad, tiene que corregir la violencia que está dentro de cada hogar, que no sólo afecta directamente a las mujeres y a los menores que la sufren, sino que afecta a la sociedad entera.
Por qué.
Porque en esa violencia estructurada dentro del hogar germina, crece y florece la violencia social, que tanto se está padeciendo en las calles de México
Atrás de un joven primodelincuente, un adolescente involucrado en la violencia, de las drogas o la criminalidad, ténganlo por seguro, lo sabemos, atrás hay un hogar disfuncional, de un niño que tuvo una madre, en la que ambos sufrieron violencia intrafamiliar y la reflejan, precisamente, en su comportamiento social.
Tenemos que atacar de fondo esta causa que está distorsionando, precisamente, la sociedad mexicana.
En cuarto lugar. A propósito de lo que acabo de mencionar, somos conscientes de que en materia de violencia de género, Juárez, por desgracia, sigue siendo, todavía, el caso más emblemático, ahora extendida a mujeres y hombres. Precisamente, en esta vorágine de lucha de grupos criminales que se disputan un mercado de drogas, una plaza apetecible, pero que han arrastrado en su desprecio por la vida humana a todos pero, particularmente, a jóvenes, a adolescentes; es doloroso saber, amigas, que en Ciudad Juárez probablemente el 70, quizá más del 80 por ciento de quienes han caído víctimas de la violencia criminal son, precisamente, jóvenes menores de 22, 23 años, 25 años a lo mucho.
Y que una buena parte de ellos, probablemente entre la cuarta y la tercera parte, nadie reclama sus cuerpos en la morgue o en el servicio forense de la localidad.
Que han irrumpido en la sociedad, en la vida colectiva sin el vínculo singular de una familia, y han irrumpido en los modos que aprendieron desde pequeños: por la vía de la violencia, por la vía de los golpes, hasta que finalmente pierden la vida.
Ahí hay también muchas mujeres y, por eso, estamos redoblando, además del esfuerzo general, estamos redoblando el esfuerzo a fin de garantizar la seguridad, específicamente, de las mujeres.
Y lo menciono porque, la Comisión Nacional para Prevenir y Erradicar la Violencia contra las Mujeres ha diseñado el Proyecto de Intervención Juárez, por medio del cual los tres órdenes de Gobierno uniremos esfuerzos para atender esas causas que generan no sólo la problemática de violencia de la inseguridad, sino la problemática de violencia contra la mujer en particular, y promover la participación ciudadana.
Quinto. Y finalmente insisto, la quinta acción son, precisamente, estas instancias municipales. No ha sido fácil, hubo que explicar y persuadir de que no necesariamente todo el recurso que se da a gobiernos distintos a los federales tiene que ser necesariamente recurso a los estados.
Que las necesidades de la gente, en el nivel más cercano a la gente de los municipios, son enormes, y aunque bien intencionado el recurso que va hacia allá no siempre llega cuando tiene muchos intermediarios, por decirlo de alguna manera.
Y ya no abundo más, amigas, amigos también, simplemente concluyo diciendo que México, como país firmante de la Convención sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer, de la Organización de las Naciones Unidas, y de la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer, de la OEA, reitera, por mi conducto, una vez más su compromiso con la construcción de un México más equitativo, un México más justo, que nunca será, si no es también, a la vez, un México libre de violencia de género, libre de violencia contra la mujer.
También sé, lo sabemos todos, amigas, que queda mucho por recorrer, que lo avanzado es apenas una parte y la parte menor, pero también sé que éste es un camino que tiene que partir no sólo del cumplimiento de la ley, sino de una transformación a fondo de la cultura en nuestra sociedad que tiene que empezar, necesariamente, de una transformación a fondo de la cultura del gobernante a nivel Federal, a nivel estatal y a nivel municipal. Del Alcalde, del Gobernador y del Presidente de la República.
Por lo pronto, saben ustedes que cuentan con el Presidente de la República y seguramente con muchos gobernadores, o todos, y muchos alcaldes.
Nuestro deber y nuestra responsabilidad es construir un México libre de discriminación y de violencia, desde luego para todos, pero en particular para quienes claramente más la han sufrido en México, que son las mujeres.
Muchísimas felicidades en este día.