14 dic 2008

Safe at Home

Safe at Home/By Peter Bergen, a senior fellow at the New America Foundation and the author of The Osama bin Laden I Know
THE NEW YORK TIMES, 14/12/08;
A few days before the presidential election, the director of national intelligence, Mike McConnell, told a group of intelligence officials that the new administration could well be tested by a terrorist attack on the homeland in its first year in office. “The World Trade Center was attacked in the first year of President Clinton, and the second attack was in the first year of President Bush,” he said.
President-elect Barack Obama made a similar observation when he told “60 Minutes” that it was important to get a national security team in place “because transition periods are potentially times of vulnerability to a terrorist attack.” During the campaign, Joe Biden warned that “it will not be six months before the world tests Barack Obama like they did John Kennedy.”
Should we be worried? In fact, the probability of a Qaeda attack on the United States is vanishingly small, for the same reasons that for the past seven years the terrorist group has not been able to carry out one.
President Bush and his supporters have often ascribed the absence of a Qaeda attack on the United States to the Iraq war, which supposedly acted as “flypaper” for jihadist terrorists, so instead of fighting them in Boston, America has fought them in Baghdad. Other commentators have said that Al Qaeda is simply biding its time to equal or top 9/11.
The real reasons are more prosaic. First, the American Muslim community has rejected the Qaeda ideological virus. American Muslims have instead overwhelmingly signed up for the American Dream, enjoying higher incomes and educational levels than the average.
Second, though it is hard to prove negatives, there appear to be no Qaeda sleeper cells in the United States. If they do exist, they are so asleep they are comatose. True, in 2003, the F.B.I. arrested Iyman Faris, an Ohio trucker who met with Qaeda leaders in Pakistan after 9/11 and then had a plot to demolish the Brooklyn Bridge with a pair of blowtorches, a deed akin to trying to blow up the Statue of Liberty with a firecracker. But he is an exceptional case. Two years after his arrest, a leaked F.B.I. report concluded, “To date, we have not identified any true ‘sleeper’ agents in the U.S.”
Third, when jihadist terrorists have attacked the United States, they have arrived from outside the country, something that is much harder to do now. The 19 hijackers of 9/11 all came from elsewhere. Ramzi Yousef, the mastermind of the 1993 Trade Center bombing, flew to New York from Pakistan. Today’s no-fly list and other protective measures make entering the country much more difficult.
Fourth, the Bush administration has made Americans safer with measures like the establishment of the National Counterterrorism Center, where officials from different branches of government share information and act on terrorist threats. As a result of such measures, scores of terrorism cases have been aggressively investigated in the United States. But despite the billions of dollars invested in all these efforts and the thousands of men and women who get up every day to hunt for terrorists, the resulting cases have almost never involved concrete terrorist plots or acts.
Of the so-called terrorism cases since 9/11, many have revolved around charges of “material support” for a terrorist group, a vague concept that can encompass almost any dealings with organizations that have at one point engaged in terrorism. And in the cases where a terrorist plot has been alleged, the plans have been more aspirational than realistic.
If Al Qaeda can’t get people into the country, doesn’t have sleeper cells here and is unable to garner support from the American Muslim community, then how does it pull off an attack in the United States? While a small-bore attack may be organized by a Qaeda wannabe at some point, a catastrophic mass-casualty assault anything along the lines of 9/11 is no longer plausible.
This is not to say Al Qaeda is no longer a threat to our interests. It has of course regenerated itself on Pakistan’s border with Afghanistan since 9/11, and as the 2005 attacks on the London subways and the foiled 2006 plot to bring down airliners leaving Heathrow Airport showed, it remains a grave danger to Britain.
In addition, Al Qaeda’s inability to attack the American homeland for the foreseeable future does not then mean that it can’t kill large numbers of American living overseas. If the 2006 “planes plot” had succeeded, British prosecutors say, as many as 1,500 passengers would have died, many of them Americans.
The incoming Obama administration has much to deal with, between managing two wars and the implosion of the financial system and car industry. But the likelihood of a terrorist attack on the United States in its early stages by Al Qaeda is close to zero.

Bush, Jr

George W. Bush ante el pavo de plástico/Manuel Vicent
Publicado en El País Semanal (www.elpais.com), 14/12/2008
Está a punto de apartarse de la historia el que dicen ha sido el presidente más nefasto de EE UU. Bush, hijo de Bush, un tipo vulgar que deja a su país atrapado en dos guerras, sumido en la crisis y con el prestigio dañado.
George W. Bush cumplió a la perfección la primera regla de oro para alcanzar la presidencia de Estados Unidos: permitir que el ciudadano medio norteamericano piense que si un tipo tan vulgar como el propio Bush lo ha conseguido, también él, si se lo propusiera, lograría sentarse en el Despacho Oval de la Casa Blanca. Cumplió igualmente la segunda regla, que consiste en transmitir la idea de que si fuera tu vecino, te echaría una mano para cambiar una rueda del coche, llevaría en caso de necesidad a tus niños al colegio o al hospital y compartiría contigo una receta especial para asar el pavo del Día de Acción de Gracias e incluso podría contar chistes muy graciosos en la sobremesa.
Si un tarambana como George W. Bush, ex alcohólico, sin haber leído un libro en su vida, con una cultura de Reader Digest, pudo llegar a presidente, también lo puedo ser yo, se dirá a sí mismo cualquier conductor de autobús, viajante de comercio, leñador o periodista de mala muerte perdido en la Norteamérica profunda. Pero lo cierto es que George W. Bush ha sido presidente de Estados Unidos sólo por ser hijo de su padre, que a su vez ya fue vástago de un banquero de Wall Street y de una rica heredera de Nueva Inglaterra, lugar donde se crían los mejores ejemplares blancos, protestantes y anglosajones. En este caso, la figura del progenitor es fundamental para desvelar la parte más oscura del subconsciente de este hijo, que entre otras cosas ha terminado por poner al mundo patas arriba sólo con la intención de agradar a su padre o tal vez para demostrarle que también podía llegar a ser, como él, un gran hombre.
El padre de nuestro muchacho fue también presidente de Estados Unidos, pero antes entró en combate en el aire con los japoneses en la II Guerra Mundial, siendo su avión derribado en un manglar, y mientras se convertía después en un petrolero tejano ocupó puestos clave de alto funcionario al servicio del Estado. Cuidó los sucesivos platos donde comía el mastín: embajador en China, en las Naciones Unidas, director de la CIA y vicepresidente de Ronald Reagan, bajo una era de armamento y abundancia, hasta convertirse en rey del gallinero.
En cambio, el hijo de este gallo, George W. Bush, se hizo piloto de la Guardia Nacional de Tejas, con lo que evitó ir a Vietnam; se dedicó a la industria petrolera con empresas siempre ruinosas; fue mánager del equipo de béisbol Texas Rangers y aunque en esto parece que sacó un poco la cresta, no obstante, en las cenas protocolarias de la familia su padre siempre mandaba que lo sentaran en un extremo de la mesa para que los invitados de más compromiso no oyeran las gansadas que soltaba con la lengua caliente. El 4 de septiembre de 1976, George Bush, junior, fue detenido por conducir borracho, se le impuso una multa de 150 dólares y le retiraron el permiso de conducir durante un mes. Tenía 40 años y él mismo reconoce que fue un periodo nómada e irresponsable de su vida. Experto en dar palmadas amigables en la espalda, puede que en ese tiempo fuera recibido con gran alegría por otros beodos en el bar Country Club; sin duda, se sentaría con mucho estilo en los taburetes de otras barras y las niñas más rubias del condado se disputarían el asiento delantero de su coche deportivo para poner los pies en el salpicadero.
Simplemente era hijo del patrón y estaba destinado a la política como los ríos dan a la mar, sólo que él era un afluente que desembocó en el río de su padre y en el de sus amigachos, que andaban metidos a medias en el Gobierno y en el negocio del crudo, pero antes de ofrecerle esta tajada le obligaron a dejar la bebida, hazaña que realizó en 1986 gracias a los buenos oficios del predicador Billy Graham, que logró sustituir en la mente de su neófito el alcohol duro por el bravo Dios de los Ejércitos. Y así llegó a ser gobernador de Tejas, donde aplicó sentencias de muerte con enorme soltura. Ya lo dijo Capone: una palabra amable, una palmada amistosa y un revólver.
En la forma de caminar se nota que lleva un vaquero dentro: levemente espatarrado, los brazos separados del cuerpo, las manos listas para desenfundar. A lo largo de su doble mandato lo hemos visto bajar del avión, atravesar la pradera siempre divertido y campechano como si ninguna tragedia fuera con él, saludar mecánicamente mirando hacia la derecha aunque allí no hubiera nadie, salvo su perro Barney. Otras veces avanzaba desde un cobertizo de la Casa Blanca hacia el atril colocado sobre un arreglo de flores para leer los folios que le habían preparado sobre el eje del mal, la guerra de Irak, la crisis financiera, el huracán Katrina, el fantasma de Osama Bin Laden, el estado de la nación o lo que fuera, con una expresión del rostro que nunca conseguía ser grave, la movilidad de los ojos hacia un infinito horizonte de tres metros, los labios siempre colgados de una media sonrisa irónica que transmitían la sensación de que cualquier acontecimiento le sobrepasaba y se movía como un títere manipulado por unos hilos detrás de una cortina. Cuando recibía a un mandatario extranjero, cualquier cosa de que hablara lo
hacía con un aire de chufla, después lo adentraba en los salones donde uno imaginaba que le podía contar un chiste malo, aunque se tratara del Papa. Le hemos visto bailar el chachachá, hacer el indio o el payaso inmediatamente antes o después de dar la orden de bombardear, todo con el mismo espíritu.
Se estremece uno sólo de pensar que un ser tan vacío haya tenido un poder tan desmesurado puesto al servicio de su propia neurosis con su padre, sólo para abandonar el extremo de la mesa adonde fue castigado y demostrar que era capaz de ocupar la cabecera. Su padre inició la guerra de Irak y bombardeó desde 10.000 metros de altura las tierras donde se asentó un día el paraíso terrenal. ¡Quería matar a papá! -exclamó George Bush, junior, como excusa para atacar de nuevo a Sadam Husein, pero esta vez en lugar de hacerlo desde el aire bajó a tierra y entró en Bagdad en busca del botín.
En realidad, su Gobierno ha sido un club de petroleros. El vicepresidente Dick Cheney, el jefe del pentágono Donald Rumsfeld, la secretaria de Estado Condoleezza Rice, la consejera nacional de seguridad y secretaria de interior Gale Norton, no eran sino una camarilla de un consejo de administración de una empresa de crudo que tenían a este presidente como un muñeco altamente armado.
Enseñar geografía mundial mediante bombardeos fue una disciplina que este hombre practicó. Romper el jarrón va a ser muy fácil, le dijo Colin Powell, pero recomponer los pedazos va a ser imposible. No obstante, entró en Irak para convertirlo en una cacharrería, pero lo grave es que ha desencadenado esta tragedia con el desenfado con que en sus tiempos de alegre tarambana conducía sus deportivos por los polvorientos caminos del rancho de Tejas. Así bajó del avión de combate en el portaaviones Abraham Lincoln el 1 de mayo de 2003 como un mecano con el casco bajo el brazo para anunciar que la guerra de Irak se haentó de forma inesperada ante las tropas de Bagdad el Día de Acción de Gracias con una receta especial para asar un pavo de plástico. Así está a punto de salir por el sumidero de la historia como el presidente de Estados Unidos más nefasto que guarda la memoria.

Juan R, Quintana



Juan R. Quintana, el Montesinos de Evo Morales
Joaquim Ibarz , corresponsal.
Publicado en La Vanguardia, 13/12/2008:
Foto de Ap Juan Ramón Quintana, hombre fuerte del gobierno de Evo Morales
Como señala el adagio popular: camina como pato, tiene plumas y cola de pato, nada como pato, grazna cuá cuá…y dice que no es pato. Es lo que está ocurriendo en Bolivia con Juan Ramón Quintana, el hombre fuerte del gobierno de Evo Morales y operador de todas las guerras sucias contra la oposición. Pese a las evidencias que lo comprometen, Quintana, ministro de la Presidencia, niega que tenga algo que ver con un sonado escándalo de corrupción.
Algunos medios han comparado a Quintana con Vladimiro Montesinos, quien fuera jefe de la inteligencia y operador político del ex presidente peruano Alberto Fujimori. Montesinos fue el brazo derecho del gobernante de origen japonés y Quintana lo es de Morales; los dos son ex militares que comparten un turbio pasado en su nada brillante carrera castrense. Los dos se formaron en la Escuela de las Américas en Panamá, estigmatizada por ser el lugar donde Estados Unidos formaron los dictadores latinoamericanos de las décadas de los 70 y 80.
El presidente del Senado, Oscar Ortiz, uno de los principales dirigentes de la alianza opositora Podemos, fue de los primeros en comparar a Juan Ramón Quintana con Vladimiro Montesinos.
"Lamento que el presidente Morales, en el día internacional de lucha contra la corrupción, se haya manchado con la impunidad. Cada vez queda de mayor evidencia el poder absoluto que acapara el ministro Quintana en este gobierno. Casi lo podría equiparar al que tuvo en su momento Montesinos en Perú. La dependencia que Fujimori sentía hacia Montesinos la vemos ahora en la que siente el presidente Morales hacia Quintana", dijo Óscar Ortiz.
A Quintana también lo han relacionado con el multimillonario húngaro George Soros, considerado el mayor especulador financiero del mundo.
Contra un cúmulo de testimonios y denuncias, Quintana niega que esté implicado en un sonado escándalo de corrupción que pone en cuestión la limpieza del llamado gobierno del cambio. Las acusaciones salpican ya al propio presidente Morales.
33 camiones con mercancía de contrabando
Desde hace días, los medios informativos bolivianos dedican las portadas y los espacios relevantes de los noticieros al escándalo del contrabando. Un convoy de 33 camiones cargados con mercancías no legalizadas se abrió paso por los puestos de control aduanero invocando el nombre de Juan Ramón Quintana.
Otros dos casos de cobro de sobornos por un ejecutivo de la empresa estatal petrolera YPFB para beneficiar ilegalmente a un comerciante y la desaparición de 100.000 bolivianos (unos 12.000 euros) de los fondos de la prefectura oficialista de Cochabamba, configuran un cuadro de escándalo que afecta la imagen de Morales. El propio presidente había alertado de actos de corrupción en "niveles bajos" de YPFB. El ministro de Salud, Ramiro Tapia, también detectó hechos irregulares en su área; lo mismo ocurrió en el viceministerio de Vivienda. En los últimos días también se ha denunciado que se adjudicó la construcción de la carretera Villa Tunari-San Ignacio de Moxos con un sobreprecio de 140 millones de euros. La estatal Administradora Boliviana de Carreteras (ABC) hizo la adjudicación a un solo proponente, la brasileña OAS Ltda.
El viernes 12 de diciembre dimitió el gobernador interino de Cochabamba, Rafael Punte, que había reemplazado en el cargo a Manfred Reyes Villa, quien fue revocado el 10 de agosto. En las últimas semanas, Punte fue cuestionado por supuestos casos de nepotismo y corrupción. La desaparición de 100.000 bolivianos el pasado día 9 comprometió más su posición.
Desde hace días, los medios informativos del país andino dedican las portadas y los espacios más relevantes de los noticieros al escándalo del contrabando por medio de 33 camiones que, cargados con mercancías diversas, se abrieron paso por los puestos de control aduanero invocando el nombre de Juan Ramón Quintana.
Los propios parlamentarios y dirigentes oficialistas coinciden en señalar que Quintana es el ministro más poderoso del gabinete gracias a la confianza ilimitada que le tiene el presidente Morales. En los últimos dos años, dirigió operaciones políticas, de seguridad y de comunicación; además, concentra la dirección de proyectos especiales de la presidencia. Dirige el aparato de comunicación del Gobierno, participa en la administración de los almacenes aduaneros, comandó en Pando las operaciones militares tras decretarse el estado de sitio. Son algunas de las responsabilidades del ministro de la Presidencia, que a sus 49 años está considerado como el hombre más influyente en el gobierno del presidente Morales.
En abril del 2007 Bolivia creó la Unidad de Proyectos Especiales (Upre), que está bajo la supervisión del ministro de la Presidencia; este organismo debe "apoyar las gestiones del presidente para implementar proyectos singulares en el ámbito municipal, regional y social".
Quintana también maneja el millonario programa "Evo Cumple", que ha tenido a su disposición unos 190 millones de euros donados por el Gobierno de Hugo Chávez. Estos fondos se destinan a obras sociales, proyectos municipales y a respaldar a sindicatos afines al Gobierno. Muchas dádivas que regala Chávez ni siquiera ingresan en la Tesorería del Estado boliviano, por lo que se reparten –en cheque o en efectivo- sin control oficial. Venezuela entrega este dinero directamente al presidente Morales, quien lo distribuye entre sus adeptos. Parte de esos fondos se destinan a mejorar los cuarteles y a garantizar con sobresueldos la lealtad de los generales.
Control sobre los medios de comunicación del Estado
Otra función de vital importancia que ejerce Quintana es el control sobre los medios del Estado. Por un decreto, el Ministerio de la Presidencia tiene tuición sobre todos los medios oficiales de comunicación (Canal 7, Radio Patria Nueva, agencia ABI, etcétera.). El ministro es la cabeza rectora del directorio de Televisión Boliviana, con atribuciones para "diseñar la estrategia política y planes de desarrollo".
Mediante otro decreto, el Ministerio de la Presidencia pasó a formar parte del directorio de la empresa Depósitos Aduaneros de Bolivia.
El jueves pasado, Quintana asumió otra función más al ejercer el cargo de ministro interino de Exteriores, por la ausencia del canciller David Choquehuanca, quien se encontraba en Bélgica. En una reunión con el cuerpo diplomático reivindicó el proceso de cambio con rostro social que encabeza el presidente Morales.
Quintana ingresó al Ejército en 1977. Lo abandonó el 10 de mayo del 2000 al ser acusado de cometer acciones irregulares en un puesto fronterizo (Montesinos fue encarcelado y condenado cuando comandaba un puesto fronterizo, que abandonó para vender secretos militares a la CIA. El expediente de Quintana, archivado en el Comando General del Ejército, indica que fue acusado por "abandono arbitrario del puesto militar en coordinación con la Aduana y con los comerciantes, con el fin de recaudar fondos en beneficio propio, e ingerir bebidas alcohólicas". Con otros "deméritos" acumulados, once arrestos y tres llamadas de atención, el mayor Quintana tenía complicaciones para ascender de grado.
Los medios discrepan sobre si Quintana abandonó voluntariamente la milicia o fue expulsado por indigno comportamiento. En sus antecedentes castrenses, figura un caso ligado al contrabando.
Relegó al vicepresidente García Linera a un segundo plano
Para los observadores independientes resulta insólito que Quintana acumule tanto poder a pesar de que su carrera militar fue tan cuestionada. De hecho, con su protagonismo ha relegado a un segundo plano al vicepresidente Álvaro García Linera.
El diputado Ernesto Justiniano, del partido opositor Podemos, señala que Juan Ramón Quintana se siente muy seguro en el ministerio de la Presidencia porque, según declara a quien quiera escucharlo, Evo Morales no podría removerlo del cargo aunque así lo quisiera.
"Las razones de la seguridad del favorito son conocidas por todos en el partido gubernamental Movimiento al Socialismo (MAS) y en el Palacio de Gobierno", afirma el congresista. Según Justiniano, Quintana monopolizó la llamada ayuda venezolana. "Gran parte de ese dinero fue a parar a los bolsillos de los altos funcionarios gubernamentales y de los dirigentes del MAS; otro porcentaje se destinó a comprar a dirigentes de los llamados movimientos sociales", afirma el diputado.
Justiniano comenta que la lista de los beneficiados solo es conocida por Quintana y por el propio Evo Morales, "ya que su difusión podría provocar un cataclismo de proporciones apocalípticas en el partido gobernante". Por eso prefieren mantener la lista bajo siete llaves y evitar cualquier posibilidad de que Quintana se vaya de la lengua.
El diputado Pablo Klinski, coordinador del grupo parlamentario de Podemos, coincide con Justiniano en que "Evo Morales encubrirá a Quintana porque sabe mucho sobre la corrupción del MAS y el gobierno (..), por eso no lo puede echar del cargo". Klinski afirmó que "Quintana no puede seguir en el gabinete, ha dejado de ser ministro de la presidencia para convertirse en ministro de la delincuencia".
Justiniano subraya que Quintana se siente protegido porque la corrupción y las actividades ilícitas "no serían la excepción sino la norma en el gobierno, por más que se quiera taparlo destituyendo y encarcelando de vez en cuando a corruptillos de poca monta".
El caso de los 33 camiones con contrabando no habría sido una iniciativa personal del ministro sino parte de una acción gubernamental. Justiniano incide en que "es una situación inédita en Bolivia y en el mundo, que un grupo de contrabandistas apele al presidente de la República para que facilite sus actividades y que éste derive el caso a su ministro de la Presidencia".
Jesús Chambi, supuesto líder de los contrabandistas, propietario de cuatro de los 33 camiones, mantiene una estrecha relación con el presidente Morales. Formaría parte del selecto grupo de dirigentes regionales de los "movimientos sociales" que se han enriquecido con la ayuda venezolana.
Cartas dirigidas al presidente Morales
El diario "La Razón", editado en La Paz, destacó el viernes en primera página que dos cartas clave tocan al presidente Morales en el escándalo del contrabando e involucraron al ministro Quintana. Una de las notas fue enviada al Jefe de Estado el 23 de junio por el citado Jesús Chambi, dirigente de la Organización Territorial de Base (OTB). La segunda fue remitida dos meses después (20 de agosto) por el ahora ex presidente de la Aduana, general César López.
Chamba, identificado como líder de los presuntos contrabandistas, pide a Morales un decreto supremo para la reexpedición de mercancía de la zona franca de Cobija hasta Brasil; explica que la mercancía no se distribuirá en Bolivia y "que genera divisas a favor de nuestra Patria, toda vez que es vendida a los ciudadanos brasileños residentes en Placido de Castro y del estado del Acre". Chambi menciona que en dos oportunidades -una en Pando y otra en el palacio presidencial- había conversado con Evo Morales sobre los problemas que tenían los comerciantes para el tránsito de su mercancía desde la zona franca de Cobija hasta la frontera con Brasil.
Sin que se hubiera atendido la demanda planteada por Chambi, la mercancía de contrabando salió de Cobija el 26 de julio en 33 camiones que fueron detenidos por el Control Operativo Aduanero (COA) por no haber pagado los impuestos correspondientes. Entonces, Chambi dijo que el convoy tenía "autorización del ministro de la Presidencia, Juan Ramón Quintana".
El director de la Aduana acusa a Quintana
El 4 de diciembre, el ex presidente de la Aduana Nacional de Bolivia (ANB), general César López, ex jefe de Estado Mayor del Ejército, denunció ante la Comisión de la Cámara de Diputados que el ministro Quintana pactó con contrabandistas el libre tránsito de los 33 camiones con contrabando, provenientes de Chile y con destino Brasil. César López sostuvo que el 23 de agosto Quintana, hizo tratos con los acusados de la fuga de 33 camiones. A cambio de dar vía libre al contrabando, Quintana habría exigido apoyo para revocar el mandato del prefecto (gobernador) del departamento amazónico de Pando, Leopoldo Fernández, en el referéndum que se celebró el 10 de agosto. En contra de lo que indicaban las encuestas, los electores ratificaron a Fernández.
Quintana era buen amigo del general López, incluso fue testigo en su segundo matrimonio. El ex director de la Aduana dio a conocer esta relación para desvirtuar que tuviera interés político en perjudicar al ministro, tal como alega el Gobierno.
El escándalo adquirió mayor dimensión al cobrar cuerpo la denuncia de que los dramáticos enfrentamientos del 10 de septiembre en Pando entre partidarios y detractores del presidente Morales, que ocasionaron 19 muertos (17 pro oficialistas y dos opositores), habrían sido orquestados por Quintana con el fin de comprometer al gobernador Fernández y desviar la atención sobre la fuga de los camioneros. Aquella matanza sirvió al Gobierno para decretar el estado de sitio y detener al prefecto, miembro del grupo de gobernadores autonómicos opositores al gobierno (Santa Cruz, Beni, Tarija, Pando y Chuquisaca). Fernández está preso en el penal de San Pedro. Quintana dirigió la aplicación del estado de sitio en Pando, que permitió la captura del prefecto Fernández y de otros dirigentes regionales. El 6 de agosto tildó de gusano al defenestrado gobernador. Le deseó que se "revuelque en su tumba con los gusanos".
La oposición boliviana ha señalado varias veces que el gobierno de Morales es responsable de los 19 muertos en Pando porque organizó a los campesinos para enfrentarse al ex prefecto Leopoldo Fernández. Por el contrario, una cuestionada comisión investigadora de Unasur culpó a los opositores de los hechos en Pando, a los que calificó como "crímenes de lesa humanidad".
La oposición denuncia que "de manera flagrante y reiterada no se respeta al gobernador Fernández el legítimo derecho a la defensa". Ya lo consideran un preso político.
Los trágicos choques de Pando se produjeron en el marco de un duro enfrentamiento entre el movimiento autonomista (apoyado por cinco de las nueve regiones de Bolivia) y el gobierno de Morales sobre la nueva Constitución, que se votará en referéndum el 25 de enero.
Evo Morales sigue la estrategia de la confrontación
Evo Morales sigue firme en su estrategia de confrontación pese a la grave situación económica y social que enfrenta el país. El columnista Mario Peña Rueda señala en el diario "El Deber" de Santa Cruz que "a fin de bajar y no encender más la temperatura política del país, el presidente debería parar su marcha hacia la hegemonía política total y cesar la represión embozada de procesos penales en los que se violan jurisdicciones territoriales y principios constitucionales relativos a la presunción de inocencia y derecho a la legítima defensa".
El general López denunció ante la comisión del Congreso que Quintana había formalizado un pacto con los contrabandistas para sacar de la zona franca de Cobija (Pando) 17 camiones cargados de contrabando. El ministro habría garantizado el paso libre hasta Puerto Montevideo, frontera con Brasil, población que el actual mandatario boliviano ha rebautizado como Puerto Evo (con esta medida, el presidente Morales emula a los dictadores Alfredo Stroessner y Rafael Leónidas Trujillo, quienes cambiaron el nombre de una población de Paraguay y de la República Dominicana, respectivamente, para imponer el propio). El general López acusó a Quintana de dejar marchar los camiones con contrabando, retenidos desde el 27 de julio en un puesto militar de Pando.
El primer eslabón de la cadena del negocio que alimenta a Puerto Evo es el puerto chileno de Iquique, desde donde parten por vía terrestre las mercancías con dirección a la Zona Franca de Cobija. En este punto se debe tramitar las legalizaciones correspondientes para trasladar la carga a Brasil. El comercio es próspero porque los productos que son internados desde Chile incluso triplican o cuadruplican su valor en la frontera con Brasil. Familias enteras viven de esta actividad. Según informó la emisora FM Bolivia, varios comerciantes involucrados en la salida de 33 camiones con contrabando provienen de Orinoca, pueblo natal del presidente Evo Morales.
Según las denuncias de la Aduana, el 26 de julio, los comerciantes trataron de trasladar los 33 camiones con contrabando, sin pagar los permisos y las facturas correspondientes, desde la zona franca hasta Montevideo o Puerto Evo.
El Ejército negó ayuda a la aduana
El 23 de agosto, los comerciantes, con apoyo de los pobladores de Santa Rosa y de Puerto Evo, se enfrentaron con la pequeña guarnición militar y con el personal de la aduana. En Cobija, sólo había siete agentes del COA, que no eran suficientes para mantener la custodia de los camiones. Los 50 policías que fueron enviados como refuerzo recibieron la orden de no participar en nada si no había respaldo militar; finalmente, los agentes regresaron a La Paz.
Más de cien comerciantes se apoderaron de los vehículos por la fuerza, y luego los condujeron hasta Puerto Evo. El general López pidió ayuda a los ministerios de Defensa y de Gobierno para recuperar la mercancía. El operativo de recaptura se suspendió por una llamada telefónica. El subcomandante del COA, teniente coronel Walter Villalpando, recibió instrucciones de mantener en suspenso el Operativo Retorno. El 23 de octubre se recuperaron cinco de los 33 camiones, pero sin carga: dos en Cobija y tres en El Alto.
El general López ha informado que pidió ayuda al presidente Morales para mantener el control de los camiones decomisados. Le contestaron que el Estado Mayor de del Ejército decidió no mandar refuerzos porque se confiaba en lograr una salida política. Tras conocer que el jefe de las Fuerzas Armadas, general Luís Trigo no atendería su petición, el 20 de agosto López envió una carta a Morales en la que le informaba que mantenía retenidos 33 camiones con mercancía extranjera que habían salido de manera ilegal de la zona franca de Cobija (Pando) rumbo a Puerto Evo. El alto oficial advirtió al presidente Morales que el contrabando interceptado amenazaba con convertirse en un complicado y potencial conflicto. Por ello, le pedía que el Ejército enviara tropas para proteger el retorno de los camiones a la Aduana de Cobija.
López comunicó al presidente que la negativa del comandante de las Fuerzas Armadas a prestarle ayuda le motivó a escribirle la carta y a pedirle una audiencia.
"Desconozco, hermano Presidente, las causas de la decisión tomada por el general Trigo. Mi deber es informarle sobre el riesgo que representa que los 33 camiones permanezcan en tan alejado lugar con una reducida custodia", escribió López en la carta.
Entrevista en palacio del general López con el presidente Morales
El general López se reunió con Morales el 21 de agosto en la residencia de San Jorge. "Le informé de todo lo que estaba pasando y de las dificultades que habíamos enfrentado como Aduana para realizar trabajos de valoración de la mercancía ilícita, corriendo todos los riesgos, porque la amenaza de los contrabandistas era permanente", dijo el oficial ante la comisión del Congreso.
Tras 20 días de precaria custodia de los 33 camiones, el personal de la aduana fue rebasado por los contrabandistas, que se llevaron la mercancía valorada en más de un millón de dólares. Tres meses después, Morales destituyó a López.
Las repercusiones del escándalo del contrabando ya salpican al presidente Morales. El diario "La Prensa" publicó que los contrabandistas le enviaron dos cartas cuando los camiones estaban retenidos en la aduana, pidiéndole una solución política al problema.
Horas después de que la oposición pidiera la cabeza del influyente ministro, en un acto con motivo del Día Internacional contra la Corrupción, Evo Morales cerró filas con Quintana y acusó al general López y a la oposición de inventar el escándalo con fines políticos. En un enérgico discurso pronunciado en la noche del martes, el presidente señaló que los ataques recibidos son una venganza por las investigaciones que hizo Quintana sobre el presunto desvío de ayuda económica de Estados Unidos a actividades conspirativas.
Morales aseguró que las denuncias contra Quintana son parte de un complot orquestado por agentes externos e internos. "¿Cuál es el delito del ministro? Haber investigado los fondos de Usaid (la agencia de cooperación de Estados Unidos). Cómo se manejaban para pagar a los opositores la plata del pueblo norteamericano y que los opositores conspiren contra el Gobierno", recalcó el presidente.
"Quiero decirles (a los opositores) que el ministro Quintana no se va a ir, va a seguir trabajando, investigando estos actos dudosos que vienen de agentes externos. Esto no es un problema interno, es una conspiración que viene de afuera en coordinación con nuestros opositores en Bolivia", dijo Morales.
Morales pierde los nervios y humilla a un periodista
Evo Morales perdió los nervios durante el acto celebrado en el Palacio Quemado (palacio de Gobierno). Al parecer, el escándalo del contrabando sacó de quicio al presidente. Increpó y atropelló al periodista Raphael Ramírez por trabajar en "La Prensa", uno de los diarios que investiga más a fondo las acusaciones contra el ministro Quintana. Morales exigió a los informadores del citado periódico que asistían al acto que pasaran al frente, so pena de ser tildados de mentirosos. Blandiendo el periódico con una mano, lanzó acusaciones y pretendidos desmentidos. Los medios informativos destacan que aunque Morales disponía de muchos recursos para quejarse sobre la nota de "La Prensa", recurrió al escarnio público del joven profesional. Aquel día, "La Prensa" había titulado en primera página: "Evo negoció 'luz verde' con los contrabandistas dos meses antes". Morales dijo que esa información era falsa.
Asociaciones de prensa de Bolivia, medios de comunicación, Defensor del Pueblo y opositores criticaron al presidente por el trato dado al periodista. Javier Zeballos, director ejecutivo de la Asociación Nacional de Prensa, entidad que agrupa a los diarios bolivianos, tildó el incidente de "lamentable, doloroso, indigno e humillante".
La Iglesia boliviana pidió al presidente Morales no ejercer abuso de poder. La Comisión de Comunicación Social de la Conferencia Episcopal emitió un comunicado en el que rechaza "el autoritarismo y el abuso de poder" ejercidos por el presidente de la República en contra de los periodistas "que cumplen con su labor informativa". El documento hace referencia al acto en palacio Quemado, donde el mandatario "se permitió llamar la atención a un periodista y dejó en evidencia un comportamiento desproporcionado, con expresiones y gestos de humillación, intimidación y amenaza".
Morales contesta las críticas con nuevos diatribas contra los medios. El viernes puso en tela de juicio la honestidad del 90 por ciento de los trabajadores de la prensa, al afirmar que sólo el 10 por ciento de los periodistas tiene dignidad. El mandatario manifestó que no dará más conferencias de prensa, y que presentará pruebas de periodistas que le piden dinero para su cobertura. "Las conferencias de prensa simplemente son para que insulten al Presidente. No necesito de conferencias de prensa. Yo tengo otro medio de información de boca a boca, es la mejor forma de comunicación. Por eso, no me pidan conferencias de prensa ni me consulten, tengo formas de comunicar e informar de esta manera al pueblo", dijo.
Ante los nuevos ataques, la Federación Nacional de la Prensa convocó un paro simbólico para el lunes próximo.

Un mar de muerte


Milagros Pérez Oliva entrevista a David Rieff
Publicado en El País Semanal (www.elpais.com), 14/12/2008;
Escritor y reportero de guerra, el hijo de Susan Sontag ha escrito sobre la batalla más dura a la que asistió, la de su madre contra el cáncer, que la venció hace ahora dos años.
Ahogado en un mar de muerte. Así es como ha quedado David Rieff (Boston, 1952) después de la muerte de su madre, Susan Sontag, icono de la intelectualidad norteamericana de izquierda. David Rieff ha sentido la necesidad de escribir sobre la última etapa de la enfermedad de su madre, y el resultado es un relato desgarrado, sobrecogedor. En Un mar de muerte (publicada por Debate en castellano y por La Magrana en catalán) muestra cómo intentar negar lo inevitable puede hacer estragos, no sólo en el que muere, sino en quienes le acompañan hasta el final. Susan Sontag había cumplido 71 años y tenía una intensa vida intelectual. Por dos veces había sorteado un diagnóstico fatal y eso la hacía sentirse especial. Si antes había sido posible, ¿por qué no ahora? Se encontró por primera vez con el cáncer a los 42 años. Era un tumor de mama en fase IV con metástasis en el sistema linfático.
Ahora no tendría tan mal pronóstico, pero con las posibilidades terapéuticas de 1975, las probabilidades de estar viva a los cinco años no superaban el 25%. Pero sobrevivió, y los años que siguieron fueron de una gran plenitud intelectual. Quince años después, sin embargo, el cáncer la alcanzó de nuevo, esta vez en el útero. Y también sobrevivió, pero a costa de agresivos tratamientos. Finalmente, 14 años más tarde, el cáncer apareció de nuevo en su vida, esta vez para llevársela.
Le diagnosticaron un síndrome mielodisplásico que iba a derivar en una leucemia muy agresiva. Esta vez no hay nada que hacer, le dijo sin compasión un mé­dico emocionalmente incompetente. Pero Susan Sontag no se rindió y trató de escapar hasta el último minuto. Incluso cuando ya estaba "cubierta de llagas, con incontinencia y medio delirando", soñaba que lo conseguía. Murió como había vivido los últimos 30 años, sin reconciliarse con la idea de morir, porque para ella, morir era sinónimo de extinción. ¿Y cómo iba a extinguirse, desaparecer, cuando tenía tantas ideas, tantos proyectos, tanta vida por vivir, ella, que había doblegado un destino tan adverso? Su padre, vendedor de pieles, había muerto en China de tuberculosis cuando ella tenía apenas cinco años, y su madre, alcohólica, murió cuando tenía doce. Con inteligencia y determinación, había podido saltar por encima de las barreras de origen y ser aceptada en las universidades más prestigiosas. A los 17 años se había casado con Philip Rieff, un profesor de Sociología al que conoció en la Universidad de Harvard, y de esa relación nació David, su único hijo, que la acompañó en sus sucesivas relaciones sentimentales, entre ellas una muy intensa con la fotógrafa Annie Leibovitz.
Nos encontramos con David Rieff en un ruidoso restaurante de Barcelona, cerca del Centre de Cultura Contemporánea, en el que acaba de impartir una conferencia en la Fiesta Internacional de la Literatura KOSMOPOLIS 08. Es muy alto, delgado y algo desgarbado. De hablar pausado, parece todo lo contrario de un intelectual arrogante. No elude ninguna cuestión, pero con mucha frecuencia recurre a la ironía y hasta al sarcasmo para restañar heridas emocionales. No debía de ser fácil ser hijo de Susan Sontag. Tampoco le ha sido fácil hacerse un nombre propio como periodista, escritor y analista político. Pero lo ha conseguido. Cientos de artículos de opinión en los más prestigiosos periódicos y siete libros atestiguan su incansable actividad, que sólo se ralentizó en 2004, coincidiendo con la enfermedad y muerte de su madre. Un tiempo que se le hizo eterno, porque en el largo y tortuoso camino hacia lo inevitable, a David Rieff le tocó el ingrato papel de alimentar con mentiras piadosas la necesidad imperiosa que sentía Susan Sontag de aferrarse a cualquier esperanza, por improbable que fuera. Y ha pagado un alto precio por ello: "Fue una muerte a cámara lenta. Y en aquel largo proceso no fue la única que perdió la dignidad". Así se expresa David Rieff en el libro, y, sin embargo, aún siendo estremecedor, no pretende provocar compasión. Lo que consigue es un profundo desasosiego:
-Le confieso que su libro me ha conmocionado. Su madre nunca se resignó a morir, y me pregunto por qué ella, siendo una intelectual tan clarividente, no consiguió conciliarse con lo que era inevitable, de hecho se quedó en la primera de las etapas que describe la psiquiatra...
-Sí, sí, ya sé, usted se refiere a las famosas fases de Elisabeth Kübler-Ross.
-Sí, Kübler-Ross describe varias fases en el proceso de asunción de la muerte: negación, rebeldía, depresión, negociación y finalmente aceptación. Parece que su madre quedó atrapada en la de negación. ¿Por qué cree que fue?
-Yo soy muy escéptico sobre la teoría de Kübler-Ross. No pretendo que ese proceso nunca se dé, pero la idea de que ése es el modelo por el que ha de pasar cualquiera que muere, no concuerda con mi experiencia. Creo que Kübler-Ross es demasiado optimista. Ésa no es mi experiencia de la muerte, desgraciadamente. He visto cómo morían mis padres y algunos conocidos, y la verdad, no creo que haya muchas buenas muertes.
-En las unidades de cuidados paliativos se intenta ayudar a la gente a superar esas fases porque se considera que es mejor para ellos.
-Yo creo que es muy bueno para los doctores, pero no sé si funciona tanto para los pacientes. A los médicos les van bien tener etapas, les facilita el trabajo. Y se sienten mejor porque, al fin y al cabo, por ese camino llevan al paciente a la aceptación de la muerte. Pero no todo el mundo quiere aceptar que va a morir, y no creo que mi madre fuera una persona rara por ello. Conozco a muchos otros escritores que tampoco lo hicieron: Elias Canetti, el poeta Philip Larkin... Y tampoco tengo la idea de que se sintiera atrapada, como en un coche cerrado. Expresaba lo que creía. Sentía la misma tristeza que Samuel Beckett, y los suyos eran unos argumentos que ya encontramos en el libro del Génesis, los de alguien aterrorizado por la muerte.
-Pese a que estuvo siempre con ella, usted confiesa que se siente culpable. ¿Por qué?
-Deben ser reminiscencias de un catolicismo inducido. Yo no soy creyente, pero cuando era pequeño tenía una nanny irlandesa que lo era mucho. Quizá mi concepto de la culpa viene de ahí... Creo que la culpabilidad, más o menos consciente, del superviviente es una emoción muy común. No es algo que pertenezca al mundo racional. Es un sentimiento en el que, en realidad, no importa lo que hiciste: te sientes culpable de todos modos.
-¿Por eso usted ha escrito el libro?
- No lo sé, no soy un buen psicólogo de mí mismo, pero una explicación plausible que me doy es que lo he escrito porque no pude despedirme de ella. Puesto que nunca aceptó su muerte, no pude decirle adiós. Y he sentido la necesidad de hacerlo ahora, un poco al modo en que Simone de Beauvoir se despidió de Jean Paul Sartre en su libro La ceremonia del adiós, en el que relata los últimos días de la vida del escritor.
-Se nota que usted quería mucho a su madre, que la admiraba, y sin embargo, es una ceremonia bastante fría, un adiós bastante crudo...
-Es posible. No me gusta hablar de mí mismo, y por eso, al escribir el libro, decidí que iba a hablar sólo de aquello de lo que me sentía capaz de poder decir la verdad. En todo caso tenía muy claro que no iba a hablar de todo, y, de hecho, en todo el libro hay una sola frase de mi madre y dos frases de Annie Leibovitz. Todo lo demás se refiere a mi relación con ella, porque es de lo único de lo que me siento autorizado a hablar. Y si, como usted dice, parece algo crudo, es porque está efectivamente muy controlado. No es un libro espontáneo.
-¿Tanto control como ejercía la propia Susan Sontag sobre sus sentimientos y su vida?
-Puede parecer que intelectualmente ejercía un gran control, y eso le llevaba a excluir algunas cosas, ciertamente. Pero en los márgenes en los que ella se sentía confortable no se controlaba en absoluto. En realidad, en sus pasiones se comportaba como una romántica alemana del siglo XIX.
-Sin embargo, tal como usted la describe, parece que tenía una necesidad muy grande de tenerlo todo bajo control. Incluso a usted mismo.
-Sí es cierto. Pero eso tampoco es raro. Muchos intelectuales, muchos escritores, son tremendamente controladores. Hay muchas similitudes entre ellos. Piense en Elias Canetti, en García Márquez o en Günter Grass; no son muy diferentes de mi madre. ¿Quién no es un gran controlador, entre los grandes escritores?
-En el libro afirma: "Desde muy pequeño comencé a aferrarme a mis propias opiniones...". Supongo que ésta ha sido la gran lucha de toda su vida.
-Crecí en un mundo en el que intelectualmente no te regalaban ni una pizca de compasión. De manera que en un mundo como ése, empiezas a perder muy pronto. En realidad no tuve infancia. Diría que soy hijo de una infancia premoderna, que me convirtió en una especie de adulto prematuro. Piense que el ambiente en el que vivía era muy exigente: mi padre era crítico y profesor de historia de las ideas; mi madre, una escritora comprometida...
-Su madre se casó muy pronto, a los 17 años, cuando hacía sólo nueve días que conocía a su padre.
-Sí, se casó muy pronto, y lo dejó también muy pronto, ocho años después.
-¿Cómo ha influido su madre en su carrera como periodista y escritor?
-Ésa es una pregunta que tanto mis amigos como mis enemigos podrán contestar mejor. Pero le diré dos cosas: por un lado, ella fue para mí un modelo intelectual a seguir. Incluso cuando discrepaba de ella, y lo hacía muy a menudo porque era mucho más de izquierdas que yo, y también más optimista (probablemente ambas cosas van juntas), incluso con esas diferencias, era el ejemplo de lo que un intelectual debe ser. Por otra parte, desde que empecé a escribir, siempre he tenido muy claro que no debía hacer lo mismo que ella, que debía intentar mi propia vía, y por eso decidí trabajar en cuestiones relacionadas con los derechos humanos.
-Pero, incluso eligiendo una vía distinta, cuando uno es hijo de alguien intelectualmente tan potente, corre el riesgo de quedar psicológicamente atrapado en la comparación. La imposibilidad de superarle puede llevarle a la parálisis. ¿Cómo ha combatido este peligro?
-Siempre he sido muy consciente de ser "hijo de...". Muchas cosas me lo han recordado desde muy pequeño. Desde el comienzo de mi carrera supe que durante al menos 10 años, todas la citas que se hicieran de mí como autor irían seguidas de la coletilla "hijo de Susan Sontag...". Y así ha sido. Durante 10 años eso es lo que ha ocurrido, pero ahora creo que la gente ya se ha acostumbrado a mí, je, je. De todos modos, siempre he tenido también claro que era una especie de precio que tenía que pagar.
-
¿El precio de un privilegio?
-¡Cierto, cierto! ¡Absolutamente! Porque, a diferencia de mi madre, yo he tenido una vida muy privilegiada, muy afortunada. Ella me ha dejado hacer lo que quería y he tenido todos los medios. Cuando empecé como escritor y como editor ya conocía el medio, las reglas del negocio de la edición. Desde niño he tenido acceso a muchos lugares a los que de otro modo hubiera sido muy difícil llegar. Cuando mi madre llegó a la universidad no conocía a nadie. Yo, en cambio, he conocido a mucha gente admirable, he crecido, de hecho, entre esa gente. Para que se haga una idea, cuanto tenía cuatro años, nuestro vecino del ático era Herbert Marcuse. Y así siempre. No merezco nada de lo que he recibido en herencia.
-¿Por qué no lo merece?
-Porque ha ocurrido por azar, porque he conocido a toda esa gente desde pequeño, no por mérito, sino por suerte, y eso es absolutamente injusto, un privilegio de clase. Pero no voy a ser tan estúpido de pretender que debía prescindir de todo eso y empezar desde cero, como si hubiera nacido en una aldea remota de Montana. No. Las cosas son así y uno hace lo que puede con las cosas que recibe. Y no me ha ido mal, je, je.
-Tal como describe usted a su madre, he sacado la impresión de que no dejaba ir fácilmente sus sentimientos. ¿Es así?
Sí, así es.
¿Se sentiría mejor ahora si hubiera podido establecer con ella una relación más emocional: tocarla, acariciarla, dejar emerger sus emociones, además de estar a su lado, haciendo lo que debía?
-[Largo silencio] Philip Roth me dijo en cierta ocasión: "You come from an intellectual somewhere, but from etnic or religious nowhere". Y es cierto, tengo un bagaje intelectual muy potente, pero no tengo ninguna raíz étnica o religiosa. En eso, vengo de "ninguna parte". Creo que si mi madre estuviera sentada ahora aquí, con nosotros, sería la primera en admitir que ha tenido mucho más éxito en su trabajo que en su vida. De manera que no dejaba ir fácilmente sus sentimientos. Y estoy seguro de que no me hubiera dejado estar a su lado de ninguna otra forma que de la que estuve, diciéndole lo que ella quería oír.
-Pero ¿no echaba usted de menos haberla podido coger de la mano y hablar, tal vez, de la muerte?
-No, no, en absoluto. Y tampoco lo hubiera podido hacer, porque en realidad, yo soy como ella. Lo cual no impide que me sienta culpable de no haberlo hecho. La escritora británica P. D. James, muy conocida como autora de novela negra, pero que en mi opinión va mucho más allá de la novela negra, decía una vez a propósito de cierto tipo de personalidades, de caracteres, que los fascistas habían podido hacer lo que habían hecho porque tenían en el corazón una estalactita de hielo. Hay gente que tiene un trozo de hielo en el corazón. Me temo que mi madre era así. Y yo también.
Entonces, ¿por qué en el libro dice tantas veces que se arrepiente de tantas cosas?
-Porque como en el chiste polaco, según el cual allá donde se junten dos polacos pronto habrá tres partidos, yo también soy una persona escindida, je, je. Bromas aparte, la culpabilidad viene a ser como el hardware de este tipo de situaciones. Y no creo que sea el único que ha vivido la muerte de esta manera. Cuando estaba en Seattle esperando a que mi madre saliera del trasplante de médula que se le hizo a la desesperada pude escuchar las conversaciones de los familiares de otros enfermos, y también ellos se sentían culpables. Sentían lo mismo que yo, pero sin tanto barniz intelectual.
-La muerte de los demás nos enseña a morir. ¿Qué enseñanzas ha sacado de esta traumática experiencia?
-No hace falta que piense en la muerte de mi madre para pensar en la mía. Ya tengo mi propia experiencia.
-¿Sí?
-Sí. Hace siete años me diagnosticaron en Inglaterra una enfermedad neuronal degenerativa que afectaba a la motricidad y, por la primera información que tuve, era poco menos que una sentencia de muerte. "Algo va mal", me dijeron los médicos. "Seguramente es una esclerosis lateral amiotrófica, pero no estamos seguros. Todas las enfermedades neurológicas que afectan a la motricidad se parecen mucho, pero algunas son muy graves y otras no tanto. Hemos de hacer más pruebas para saberlo". Si tenía mala suerte, acabaría como Stephen Hawking, pero mucho más rápidamente que él. Durante seis meses viví con la idea de que mi cuerpo iría perdiendo la capacidad de moverse, hasta que un día mis pulmones ya no podrían respirar y moriría. Tardaron muchísimo en afinar el diagnóstico. Finalmente, resultó ser una enfermedad neurológica degenerativa, pero no tan grave como la esclerosis lateral. Mire mi mano derecha. ¿Ve? Está muerta. No puedo mover los dedos. A veces tengo la impresión de que en lugar de mano tengo un rastrillo, je, je. Sé que es una enfermedad progresiva, pero también sé que puede ir rápida o lenta. De momento va lenta, así que no me preocupo. Convivo con ella. Afortunadamente, no es tan grave como temíamos al principio, pero le aseguro que sé muy bien qué se siente cuando te dicen de un día para otro que puedes morir.
-¿Y qué se siente?
-Pensé que había llegado mi hora, que era mi turno. Pero, tal vez, la gran diferencia entre mi madre y yo es que yo nunca pensé que fuera alguien especial, como ella pensaba que era. Nunca pensé que eso "no podía", "no debía" pasarme a mí. Es una cuestión de temperamento.
-Y de cómo ves tu propia vida.
-En mi caso, todo era cuestión de privilegio. Yo nací en Boston, fui a universidades de élite como la de Princeton, y no porque fuera brillante, sino por un privilegio de nacimiento. Ella, en cambio, venía de Tucson, Arizona, de una familia que vivía de su pequeño negocio, muy tradicional, con algún dinero, pero en absoluto cultivada. Tuvo que batallar mucho para poder salir de allí y por todo lo que después logró en la vida. Se lo merecía, se lo había ganado a pulso. Cuando vives en una ciudad sin personalidad, a 200 kilómetros de la frontera de México, con 10.000 hispanos, 10.000 negros y 10.000 anglosajones, cada uno por su lado, necesitas sentirte algo diferente para poder desafiar tu destino. Yo, en cambio, no tengo motivos para desafiar mi destino. No tuve que hacer nada para merecer lo que la vida me dio.
-Y ahora se siente un superviviente del cáncer de su madre.
-Sí, soy un superviviente, un veterano de las guerras del cáncer. Y algún día será mi turno.
-Y cuando ese día llegue, ¿qué es lo que no hará?
No tengo ni idea. Nadie puede asegurar qué va a hacer en ese momento. Pero creo, como he escrito en el libro, que ella amaba el mundo y la vida mucho más de lo que los amo yo. Así que, seguramente, todo será diferente. Un año y medio después de que muriera mi madre, en 2006, murió también mi padre. La verdad es que la muerte de los padres cambia mucho las cosas. Ahora siento que ya estoy en la línea de salida.
-Es importante amar la vida y también tener a quien amar. Aunque su vida sentimental fue bastante azarosa, Susan Sontag le tenía a usted. Un hijo es una prolongación de uno mismo, un anclaje en la vida. ¿Tiene usted hijos?
-Sí, tengo una niña de tres años a la que veo poco porque vive con su madre. Ella es escocesa, pero ahora vive en París. Nunca he convivido con la madre, de manera que tampoco he convivido con mi hija.
-¿No la echa de menos? ¿Cuándo la ve?
-La veo más o menos una vez al mes, y ahora sí que empiezo a echarla de menos. Mi idea es que, ahora que se está haciendo mayor, me gustaría tener una relación más intensa con ella. Probablemente cogeré un apartamento en Londres para estar más cerca de mi hija. Vivir en Londres también es una idea que me seduce. En muchos aspectos soy más europeo que americano.
-En su ya larga carrera como escritor y periodista ha vivido intensamente el mundo de la ayuda humanitaria y los derechos humanos. Su actitud es ahora bastante crítica, ¿por qué?
-Soy bastante escéptico sobre el movimiento de los derechos humanos, pero no tanto sobre el papel de la ayuda de emergencia. He colaborado con las agencias humanitarias y, a pesar de mi actitud autocrítica, sigo vinculado a Médicos Sin Fronteras, y escribo sobre lo que creo que es importante. Creo que es algo en lo que puedo hacer aportaciones. Estoy en realidad en el mismo lugar, pero con el tiempo he cambiado un poco de idea sobre las prioridades. He desertado del intervencionismo militar porque, aunque creo que las guerras y los conflictos todavía van a hacer sufrir mucho, ahora viene un tiempo en el que los desastres naturales van a ser mucho más importantes. Ahora tengo previsto ir a Níger, allí está ahora la crisis alimentaria.
-¿Es usted pesimista?
-Sí, lo soy, porque creo que las previsiones que hace Cruz Roja Internacional sobre lo que se avecina se quedan a la mitad de lo que va a pasar. La crisis alimentaria va a ser mucho más grave de lo que ahora vislumbramos, el cambio climático va a traer problemas enormes de regresión de cultivos, falta de agua y desertificación.

Datos sobre el MD-82 del Spanair

Los pilotos del MD-82 interrumpieron la comprobación de 'flaps' para pedir pistaEl comandante de Spanair paró la verificación que se ejecuta tras encender motores
LARA OTERO - Madrid -
El País (www.elpais.com), 15/12/2008;
Los pilotos del MD-82 de Spanair interrumpieron una de las listas de verificación -la que se realiza tras encender los motores- para pedir permiso de rodaje a la torre de control de Madrid-Barajas, según fuentes de la investigación del siniestro del vuelo JK5022. La cadena de fallos que llevó al accidente del MD-82 de Spanair, en el que fallecieron 154 personas el pasado 20 de agosto, incluyó un corte en la lectura de la lista, para solicitar permiso para dirigirse a la pista para el despegue, precisamente cuando los pilotos iban a comprobar los flaps y slats, los alerones que dan sustentación al avión.

Mumbai

El hervidero tras los atentados de Bombay/Emilio Menéndez del Valle, embajador de España y eurodiputado socialista
Publicado en EL PAÍS, 13/12/08;
Bombay (que hubo de pasar a denominarse Mumbai a causa de las presiones de los fanáticos hinduistas) quedará grabado en la memoria de la humanidad. Tras los atentados allí ocurridos, hay que resaltar dos factores. Uno, el terrorismo de los fundamentalistas islámicos está a la ofensiva. Dos, no habrá solución al gigantesco arco de crisis que va desde el Mediterráneo oriental (Palestina) hasta el Mar de China, pasando por Afganistán, hasta que se produzca un acercamiento real entre India y Pakistán. Tal acercamiento no será del todo genuino mientras no se reduzcan de modo significativo las tensiones interestatales y la conflictividad generada por actores no estatales.
Sin embargo, el yihadismo no debe combatirse al grito de “van contra Occidente”. Es obvio que una minoría militante de musulmanes, imbuidos de “guerra santa”, pretende asaltar Occidente. Pero los eslóganes simplifican y caricaturizan la realidad, esconden los matices y pueden estigmatizar a toda una cultura o civilización. Hay que evitar que el otro lado reaccione simétricamente con un “van contra Oriente”.
Asia meridional es un hervidero de tensiones y conflictos. Allí se concentra la mayor población musulmana del planeta, a propósito de la cual debemos hacer todo lo posible para que, colectivamente, nunca lleguen a deducir que “vamos a por ellos”. En este marco, la conflictividad interestatal más peligrosa es la indo-paquistaní a causa de Cachemira -que ambos disputan- pero también a causa de Afganistán. Hay que resaltar que el nuevo presidente paquistaní, Ali Zardari, está haciendo claros gestos de paz hacia India, uno de ellos muy importante un par de días antes de la matanza de Bombay. Apartándose de la tradicional doctrina nuclear de Islamabad, Zardari proclamó que Pakistán nunca sería el primero en utilizar el arma nuclear en caso de guerra. Reiteró además su propuesta de propiciar un tratado de no proliferación nuclear en Asia meridional, que no tiene visos de prosperar, debido, precisamente, a la oposición de Nueva Delhi, que no se fía de China, otro de los Estados conflictivos y la mayor potencia nuclear de esa parte del mundo.
Cachemira no es el único contencioso entre uno y otro Estado: Afganistán también los enfrenta. India extiende su influencia en diversos países de la región, entre ellos Afganistán, donde ha realizado significativas inversiones. Kabul -que considera a Pakistán una de sus mayores fuentes de problemas- aprecia la presencia india. El recelo de Islamabad hacia Nueva Delhi reviste tintes casi paranoicos: sus servicios secretos afirman que la reciente apertura de varios consulados indios en el sur de Afganistán tiene como objetivo favorecer el separatismo en Baluchistán, provincia paquistaní limítrofe con pueblos baluchis del lado afgano.
La conflictividad de actores no estatales está protagonizada por movimientos separatistas y/o terroristas. Debido al reciente y enorme impacto mediático logrado en Bombay, los cachemiros van en cabeza. Pocas dudas caben de que los autores de la barbarie eran militantes de la organización cachemira paquistaní Lashkar-e-Taiba (traducible como Ejército de los Puros, o piadosos). El presidente Zardari afirma que los combate, al tiempo que prodiga señales de amistad hacia India. El problema estriba en que no todo el poder paquistaní hace lo propio. Y, además, las proclamas proindias de Zardari irritan al sector del servicio secreto paquistaní (ISI) que, desde el principio, desarrolla una política autónoma, no sometida al Gobierno (propia de un Estado dentro del Estado), respecto a Cachemira y a los talibán, tanto los afganos como los paquistaníes.
¿Cabe la posibilidad de que unos y otros
(Puros e ISI) hayan planeado boicotear la distensión que patrocina Zardari (tanto hacia Nueva Delhi como hacia Kabul) llegando incluso a cooperar en el desastre de Bombay? En cualquier caso, el Gobierno indio no confía en las buenas intenciones del presidente paquistaní. Es consciente de que es muy difícil -mientras no se lleve a cabo una profunda reforma- que Zardari pueda convertir sus promesas en realidades.
Todo indica que en la actualidad tiene lugar en Pakistán un intento serio del poder civil para imponerse sobre el militar, pero no parece que su actual debilidad se lo facilite. La cuestión es complicada, porque no se trata sólo de gestionar la crisis entre India y Pakistán. Las fuerzas -minoritarias, pero cada vez mejor organizadas- que combaten valores acendrados en Occidente, que amenazan la democracia paquistaní, que intentan descomponer a la mayor democracia del mundo, la india, y que pretenden imponerse en Afganistán son diversas, pero muy bien relacionadas entre sí. Y cada vez actúan de forma más coordinada.
La violencia es simple y las alternativas a la violencia complejas, pero merece la pena intentarlo. En el litigio entre India y Pakistán, este último país constituye la parte más débil. La Administración de Obama y la Unión Europea deben aunar esfuerzos para ayudar a Pakistán. Washington y Bruselas tienen ya sendas y sólidas asociaciones estratégicas con Nueva Delhi. Ahora hay que ayudar a Islamabad a que asiente el poder civil y democrático, de modo que pueda controlar a los piadosos, bloquear a sus talibanes y contribuir a combatir a los que operan en Afganistán.

Terror en Mumbai

Bombay, 26 al 29 de noviembre: ¿estamos ante una innovación contagiosa en el terrorismo global? /Fernando Reinares**
ARI 156/2008 - 01/12/2008
Publicado por http://www.realinstitutoelcano.org/
Tema: En este ARI
[*] se interpreta la serie coordinada de atentados ocurridos en Bombay: quién está detrás y cuáles son sus motivaciones, analizando lo que de innovador hay en los mismos y sus implicaciones en el devenir del terrorismo global.
Resumen: Lo innovador de la serie de atentados que se prolongaron desde la noche del miércoles 26 de noviembre hasta la mañana del sábado día 29 en Bombay, reside en la inusual combinación de modalidades y procedimientos terroristas con una magnitud e intensidad poco habitual en un único incidente, a fin de que sus consecuencias sean mayores. Una innovación que llevaría la impronta de al-Qaeda a través de alguna de sus organizaciones asociadas con base en Pakistán, como Lashkar-e-Toiba, de sus seguidores entre musulmanes indios radicalizados, o de una combinación de factores externos e internos. Aunque aquella metrópoli del sur de Asia es un escenario más propicio para ese tipo de atentados innovadores que las grandes ciudades europeas, su ejecución no es imposible en alguna de estas últimas. Es preciso revisar protocolos de seguridad y dispositivos de respuesta ante una eventualidad semejante.
Análisis: Cuando hablamos de los países del mundo donde más frecuente e intensa es en nuestros días la incidencia del terrorismo, en especial del terrorismo directa o indirectamente relacionado con al-Qaeda, solemos mencionar Irak, Afganistán y Pakistán. Sin embargo, hace ya mucho tiempo que la India se encuentra entre ellos, aunque lo que allí ocurre tiene que alcanzar dimensiones cercanas o iguales a las de lo acontecido entre los días 26 y 29 de noviembre en Bombay para que recabe la atención de los medios de comunicación y de las opiniones públicas en el mundo occidental. Algún dato servirá para ilustrar mejor las cosas. Sólo el pasado mes de julio de 2008 hubo no menos de 120 incidentes terroristas en ese país del sur de Asia y en agosto probablemente no menos de 90. En esos períodos de tiempo, el número de atentados superó incluso a los contabilizados en alguno de aquellos otros tres países que se consideran escenarios preferentes de la actividad terrorista en nuestros días.
Si observamos con detenimiento cuál venía siendo la pauta de ese terrorismo que ocurre en la India, puede constatarse hasta qué punto los sucesos de Bombay suponen, en una aproximación preliminar a los mismos, un compendio amplificado de lo que ya estaba teniendo lugar en dicho país. En la mayor parte de los casos, los actos de terrorismo se estaban produciendo con bombas y artefactos explosivos en general, pero no eran muchos menos los atentados en los que se utilizaban armas de fuego, siendo relativamente habitual el uso de granadas de mano y nada extraordinarios los secuestros de personas y la toma de rehenes. Los fallecidos como consecuencia de tales atentados eran sobre todo civiles indios, en una proporción que se eleva aún más si cabe al considerar las cifras de heridos, por lo común siendo policías y soldados el resto de las víctimas ocasionadas.
En este contexto, ¿qué hay de especialmente novedoso en los más recientes atentados de Bombay? ¿Qué grupos u organizaciones pueden estar detrás de un incidente terrorista de esas dimensiones? ¿En qué medida suponen una innovación en el terrorismo global transferible a otros ámbitos como el europeo en general y el español en particular?
Una innovación terrorista
En la serie concatenada de atentados que tuvieron lugar en Bombay entre los días 26 y 29 de noviembre de 2008 hay constancia de distintos momentos en que los terroristas hicieron uso de artefactos explosivos, concretamente frente al hotel Taj Mahal, cerca de otro importante establecimiento hotelero, en una zona residencial, en un concurrido mercado y hasta dentro de un taxi. Pero también hubo numerosos episodios en que aquellos mismos individuos utilizaron rifles de asalto, incluyendo tiroteos en una estación de tren, una intersección de vías públicas, un hospital, las puertas de un restaurante, el área de recepción de los dos mencionados hoteles y un café adjunto a uno de estos establecimientos. Asimismo, en muchas ocasiones recurrieron al lanzamiento de granadas de mano, incluso contra un hospital.
Además, algunos terroristas, de los entre no menos de 10 y quizá más de 20 que según la información disponible podrían haber participado en los hechos, se introdujeron en ciertos edificios emblemáticos, concretamente dos importantes hoteles y un conocido centro judío, en los que mantuvieron enfrentamientos con las fuerzas de seguridad indias que se prolongaron durante más de dos días e incluso llegaron a tomar rehenes. Apenas concluido todo ello, el número de muertos contabilizados se aproximaba a los 200, de los que unos 20 serían miembros de las fuerzas indias de seguridad –incluyendo el jefe del equivalente a la división antiterrorista de la policía de Bombay– o del ejército y cerca de 30 extranjeros de hasta 13 nacionalidades distintas.
Lo sucedido en Bombay constituye el mayor incidente terrorista ocurrido en la India hasta el momento, siendo como es que en los últimos años se han registrado en ese país algunos otros que progresivamente han ido superando en magnitud y letalidad al hasta entonces siempre considerado como el peor de los sucesos conocidos. Episodios que, al mismo tiempo, han contribuido a que los atentados múltiples y de consecuencias muy cruentas constituyan una realidad nada infrecuente en ese país. Pero lo sucedido en Bombay es un incidente cuya singular magnitud e intensidad destaca entre los principales atentados que se han perpetrado no sólo en la India sino en todo el mundo desde el 11 de septiembre. Todo lo cual advierte ya de que los terroristas se empeñan una y otra vez en ir más allá del umbral de espectacularidad alcanzado en alguna de sus actuaciones precedentes. Es decir, innovan.
Los terroristas pueden innovar en sus prácticas violentas de diversas maneras. Pueden hacerlo introduciendo cambios en las modalidades y procedimientos que utilizan, en la selección de blancos contra los que dirigir sus atentados o en la demarcación del escenario donde perpetrarlos, entre otras fórmulas para incrementar, si tal es la finalidad que persiguen, el impacto de los mismos, tanto nacional como internacionalmente. En este sentido, los atentados de días pasados en Bombay no constituyen tanto una innovación en las modalidades y procedimientos utilizados por los terroristas, pues han recurrido a artefactos explosivos, armas de fuego y granadas de mano, acompañadas de la toma de rehenes, todo lo cual forma parte del repertorio habitual del terrorismo en la India. Y sin embargo, son unos atentados innovadores.
El carácter innovador de lo acontecido entre los días 26 y 29 de noviembre en Bombay reside más bien en la inusual combinación de esas modalidades y dichos procedimientos, en un espacio urbano amplio y durante un período de tiempo prolongado más de lo usual en un único incidente terrorista, contra una notable variedad en los blancos previamente seleccionados, junto a la implicación de un número mayor de terroristas del que suele ser común incluso en el caso de atentados coordinados en serie, a fin de que, incrementando la magnitud e intensidad de los mismos, sus consecuencias sean mayores. Esto es así incluso si los terroristas no culminan del todo los propósitos con que inician su actuación, como quizá haya sido el caso en los más recientes atentados perpetrados en la capital financiera de la India, si se confirma que, además de los daños personales y materiales ocasionados, pretendían demoler algún edificio emblemático de la misma. Además, lo ocurrido en Bombay sugiere que podrían darse expresiones de terrorismo suicida en las que los terroristas no lleven consigo los artefactos explosivos con los que inmolarse, si no que hayan determinado morir matando pero de otra manera. Así pues, en el fondo, quizás se trate también de una innovación a la hora de emprender acciones terroristas suicidas.
¿Quién puede estar detrás?
Los grupos terroristas que actúan en la India constituyen un conjunto muy heterogéneo. Los hay maoístas, irredentistas y separatistas, al igual que islamistas y abiertamente yihadistas, así como organizaciones que combinan estas últimas orientaciones e incluso extremistas sijs o hindúes que también se han implicado en actos de terrorismo. En unos casos, su carácter es endógeno y en otros tienen conexiones transnacionales, en especial con Pakistán y, en menor medida, Bangladesh. Aunque a algunos de los más notorios actores colectivos incluidos en este supuesto –especialmente Lashkar-e-Toiba y Harkat ul Yihad ul Islami– se les atribuyen con fundamento ligámenes con al-Qaeda, no está suficientemente acreditado que esta estructura terrorista disponga de sustancial presencia propia en territorio indio.
Una porción de ese entramado, en especial sus componentes islamistas o yihadistas, se solapa y ha evolucionado recientemente hasta sustraerse a una efectiva vigilancia por parte de las fuerzas de seguridad y los servicios de inteligencia. En este sentido, buena parte de la amenaza terrorista que afecta hoy en día a la India está desde el pasado año relacionada no sólo con componentes foráneos vinculados a la urdimbre del terrorismo global sino también con entidades como los llamados Muyahidines Indios (MI). Sus estructuras y liderazgo son mal conocidas, pero sobre las capacidades operativas de que disponían poco se dudaba. Se supone que surgieron en 2005 a partir de una escisión en el Students Islamic Movement of India (SIMI) o en base a elementos todavía pertenecientes a esta organización pero que no quieren pasar como tales mientras su definitiva ilegalización está aún sin resolver judicialmente.
Los Muyahidines Indios adquirieron notoriedad por primera vez, con esa misma denominación, tras una serie de atentados en las localidades de Varnasi, Faizaba y Lucknow, en noviembre de 2007. Más tarde, se responsabilizaron de las explosiones igualmente sincronizadas que en mayo de 2008 ocasionaron la muerte a más de 60 personas en Jaipur, de las que en julio del mismo año se cobraron la vida de otras 50 en Gujarat y de las de septiembre en Delhi, con más de 20 muertos. En Ahmadabad estallaron hasta 20 bombas distribuidas por la ciudad y, como en Bombay en noviembre, al menos dos junto a hospitales. Este es un dato que, a la vista de lo posteriormente ocurrido en esta última metrópoli, se revela sin duda como muy interesante.
En esos tres casos, los terroristas de los Muyahidines Indios alegaron como pretexto que los musulmanes son perseguidos en la India y que el sistema judicial los discrimina. Trataban así de recabar la adhesión afectiva de sectores de la población musulmana india que se sienten agraviados y están resentidos. Ahora bien, esto no nos permite afirmar que su agenda sea exclusivamente nacional, pues en el primero de los comunicados que emitieron, precisamente tras los atentados de noviembre de 2007, puede leerse lo siguiente: “la guerra de civilización entre musulmanes e infieles ha empezado en territorio indio”. Un pronunciamiento que se acomoda perfectamente la ideología subyacente a la urdimbre del terrorismo global. Es más, en el ordenador portátil que la policía india intervino a un destacado miembro de los MI, abatido en un tiroteo en septiembre de 2008, se encontró, según la policía de Nueva Delhi, abundante material sobre Osama bin Laden y al-Qaeda.
La concepción, planificación y ejecución de una serie de atentados como los ocurridos entre los días 26 y 29 de noviembre de 2008 en Bombay no está al alcance de cualquier grupo terrorista, menos aún de células locales independientes. En modo alguno sería inverosímil que reflejen una amenaza tanto interna como externa para la India, un terrorismo a la vez home grown y globalizado. Aunque las autoridades indias suelen por norma apuntar más hacia el exterior, en concreto hacia Pakistán, que hacia el interior. Bien puede ser que el nombre con el cual se reclamó inicialmente la autoría de aquellos obedezca a meras razones de oportunidad y esconda una mezcolanza en la que hubiese integrantes de los Muyahidines Indios y elementos operativos de otros grupos activos desde hace años en territorio indio e insertos en la urdimbre del terrorismo global, como Lashkar-e-Toiba, con base en Pakistán, e incluso Harkat ul Yihad ul Islami, en Bangladesh.
Distintos informes policiales indios señalan que ambos grupos han proporcionado entrenamiento a miembros de los MI. En agosto de 2008, el jefe de la policía de Gujarat dijo en una conferencia de prensa que los integrantes de los Muyahidin Indios a quienes se considera responsables de los atentados perpetrados en esa ciudad el mes anterior, estaban vinculados a Lashkar-e-Toiba. Otro alto responsable de la policía de Nueva Delhi afirmó también, una semana después de los atentados que tuvieron lugar allí en septiembre de este mismo año, que Lashkar-e-Toiba había adiestrado a los miembros de los Muyahidines Indios y algún otro grupo de extremistas musulmanes locales que cometieron esos actos de terrorismo. También la policía de Bombay había anunciado, ese mismo mes la detención de cuatro sospechosos de pertenecer a los MI, que según los indicios disponibles habrían sido entrenados en el extranjero por Lashkar-e-Toiba y Harkat ul Yihad ul Islami.
A este respecto, es significativo que uno de los terroristas que intervinieron en los atentados de Bombay y que ha sido detenido sea de origen paquistaní, originario además del Punjab, y o bien miembro de Lashkar-e-Toiba o bien adiestrado expresamente por este grupo, según hicieron saber las autoridades indias cuando apenas estaban por concluir los incidentes. Caso de ser así, es igualmente probable que esos y otros terroristas foráneos hayan interactuado en algún momento, durante el planeamiento o la comisión de los atentados, con elementos locales vinculados a los Muyahidines Indios u otros entramados afines, que podrían haber proporcionado apoyo logístico para la operación. El diario The Times of India revelaba, en su edición del 30 de noviembre de 2008, que aquel único terrorista detenido –de 21 años– habría confirmado, durante su interrogatorio, que él y sus correligionarios contaron con el apoyo de musulmanes indios residentes en esa ciudad.
Preguntarse por quién está detrás de los atentados de Bombay es algo estrechamente relacionado al hecho de interrogarse también por las motivaciones que los terroristas y quienes les dirigen han tenido para perpetrarlos. Y responder a ello obliga a tener presente, en primer lugar, que India está en el punto de mira de al-Qaeda, cuyas hostiles alusiones a Cachemira como territorio ocupado son muy frecuentes, y de los grupos armados de musulmanes indios radicalizados que, inspirados por esa estructura terrorista, añaden sus propios agravios internos a las justificaciones para la violencia. Pero hace ya mucho tiempo que India están especialmente en la diana de las organizaciones asociadas con al-Qaeda que proceden inicialmente de aquel disputado territorio o que se encuentran asentadas en suelo paquistaní. A este conjunto de actores del terrorismo yihadista les interesa, por ejemplo, provocar una crisis entre India y Pakistán, en el contexto de la cual presentarse como defensores de este último país frente al primero y cuyo resultado sea asimismo el de aminorar la presión que las Fuerzas Armadas paquistaníes ejercen sobre los componentes de ese entramado islamista radical que se localizan en las zonas tribales del oeste y noroeste, colindantes con Afganistán.
¿Podría ocurrir en Madrid?Preguntarnos si algo semejante a los aludidos sucesos de Bombay puede ocurrir en Madrid es en realidad hacerlo sobre si puede ocurrir en alguna otra gran ciudad española –Barcelona, Valencia o Málaga, por ejemplo– o europea, incluidas las que, como la propia capital de España y Londres, han sufrido ya atentados múltiples y altamente letales relacionados con grupos u organizaciones insertas en el actual entramado de terrorismo global. Al igual que en Bombay, antes de lo que ha sucedido entre los días 26 y 29 de noviembre de 2008, habían sido perpetrados actos terroristas como precisamente los acontecidos en esas dos ciudades europeas. Recuérdense, sin necesidad de remontarnos más en el tiempo, los cruentos atentados múltiples que tuvieron lugar el 11 de julio de 2006 en esa populosa metrópoli india.
Bombay es un escenario considerablemente más propicio para una serie de atentados innovadores por su repertorio y magnitud que las grandes ciudades europeas. Entre otras razones, porque el terrorismo es un fenómeno endémico en la India desde hace más de una década, un país colindante como Pakistán constituye en la actualidad el epicentro ideológico y organizativo de su variante yihadista, el conjunto del sur de Asia es la región del mundo más castigada por dicha violencia, hay redes de esa orientación que además tienen conexiones con el también limítrofe Bangladesh, la pugna por Cachemira adquiere una relevancia especial en este panorama y los indicadores de desafección entre la población musulmana de la India son verdaderamente preocupantes, además de que ni las estructuras sociales ni la complejidad de la vida metropolitana son iguales allí que en las grandes urbes europeas.
Pero, y quizá sobre todo, ocurre que el sistema de seguridad nacional adolece en la India de una serie de deficiencias en materia de prevención y lucha contra el terrorismo yihadista, concretamente en lo que atañe a las funciones de inteligencia y al modelo policial, que tanto en España como en el conjunto de Europa se han ido subsanando recientemente. La India ha de resolver disfunciones muy serias en el campo de la inteligencia y de la coordinación entre agencias de seguridad que comprometen gravemente las tareas contraterroristas. Con fecha 1 de diciembre se ha difundido en medios de comunicación estadounidenses que los servicios de defensa norteamericanos advirtieron a sus homólogos indios, a mediados de octubre, de un posible ataque terrorista desde el mar, contra hoteles y centros de negocios de Bombay. Sea o no comprobado cierto, tras lo sucedido en Bombay hay evidentes fallos de inteligencia y de intercambio de información, algo en lo que debe insistirse, tratándose como se trata de un Estado nuclear que ha de abordar el problema del terrorismo en un contexto regional que si aún resulta favorable para los terroristas lo es debido sobre todo a la situación de Pakistán, otro Estado nuclear. No es de extrañar que el Gobierno indio haya anticipado su decisión de crear un organismo federal encargado de la lucha antiterrorista y de la coordinación entre los distintos cuerpos con competencias es esa materia.
Estas deficiencias en el campo de la seguridad parecen, en lo que atañe a los específicos riesgos y amenazas terroristas para la India procedentes de Pakistán, haberse agravado con algunos cambios relativamente recientes introducidos por las autoridades de aquel primer país en las normas de control de inmigración aplicables a los nacionales del segundo o de Bangladesh. No en vano, se ha informado de que los hoteles indios, que solían alertar a la policía cuando se registraban clientes con el perfil de estos últimos, así como en el supuesto de otros extranjeros de origen paquistaní, habían dejado de hacerlo. Y parece que precisamente algunos de los terroristas que actuaron en Bombay habían estado registrados en hoteles que luego se convirtieron en blanco de sus atentados.
En el conjunto de los países de la UE, las deficiencias en inteligencia y coordinación antiterrorista se han ido subsanando en los últimos años, especialmente tras los atentados del 11 de septiembre en Nueva York y Washington, y del 11 de marzo en Madrid, aunque aún son notorias las diferencias entre unos y otros a este respecto. En el caso español, los desarrollos han tenido lugar a partir de esos últimos sucesos, pero en base a la experiencia acumulada por nuestra democracia desde los años de la transición en la lucha contra la organización terrorista ETA. A lo largo de los últimos más de cuatro años y medio, es indudable que en España se han incrementado notablemente las capacidades de inteligencia, los mecanismos de coordinación policial y los dispositivos de prevención y protección –que contemplan la movilización de medios militares–, así como la cooperación internacional, para hacer frente a los riesgos y las amenazas que supone el terrorismo global, y que en modo alguno son menores desde el 11-M. No obstante, desde luego hay lecciones que extraer de lo ocurrido en Bombay, ante la posibilidad de que ese tipo de innovaciones en el accionar terrorista resulten contagiosas.
Conclusiones: Bombay es un escenario considerablemente más propicio para atentados innovadores por su especial magnitud e intensidad, como los ocurridos allí en noviembre de 2008, que Madrid u otras grandes ciudades europeas, pero su ejecución no es imposible en alguna de estas últimas. En el inmediato ámbito mediterráneo donde se ubica nuestro país, es más probable que algo como aquello ocurra en alguna extensa ciudad norteafricana, por ejemplo. Pero, desde una perspectiva de seguridad, teniendo en cuenta las tendencias de emulación o de contagio que a menudo se observan en el proceder de los grupos y las organizaciones que pertenecen a la actual urdimbre del terrorismo global –es decir, que están directa o indirectamente relacionados con al-Qaida–, no se debe descartar esa hipótesis en nuestro entorno europeo occidental. Porque la amenaza para esta zona del mundo, al igual que para otras, no sólo procede de células locales independientes, sino de grupos bien articulados y con bases externas, capaces de sorprender con atentados innovadores, de una especial complejidad, cuidadosamente planificados y bien ejecutados.
Ahora bien, si en Madrid o en cualquier otra gran ciudad europea volviesen a ocurrir grandes atentados relacionados con el actual terrorismo yihadista –algo no impensable si tenemos en cuenta las tentativas que han podido ser desbaratadas a tiempo en los últimos años–, lo más verosímil, en estos momentos, es que sean como los que según todos los indicios se pensaban cometer en Barcelona a inicios de este mismo año –por cierto, con una evidente conexión paquistaní también en este caso–; o que, en un sentido distinto, supongan una innovación pero por la utilización de ingredientes no convencionales, es decir, químicos, bacteriológicos o radiactivos. Es sabido que tanto al-Qaeda como algunas de sus organizaciones afiliadas han mostrado interés en perpetrar algún atentado no convencional mediante el uso de ese tipo de componentes y nada indica que las cosas hayan cambiado, ni que en Europa Occidental, al igual que en Norteamérica, dejen de estar los lugares que los terroristas consideran predilectos para esa operación.
Dicho lo cual, es menester insistir, en primer lugar, en la necesidad de imbricar los importantes avances en materia de prevención y lucha contra el terrorismo que se han llevado a cabo en España desde los atentados del 11 de marzo de 2004, fundamentales a corto y medio plazo, con otras dimensiones de la respuesta estatal, en una estrategia de seguridad nacional que debe ser consensuada. En segundo lugar, urge elaborar, de manera asimismo consensuada, un programa integrado y multifacético para hacer frente a los procesos de radicalización violenta, no de manera exclusiva pero sí especialmente pensando en los descendientes de inmigrantes musulmanes residentes en nuestro país que están entrando en la adolescencia o se encuentran ya en ella, algo que en el caso español es esencial para combatir el terrorismo yihadista a medio y largo plazo. Del mismo modo que los terroristas extranjeros que actuaron en Bombay parecen ser originarios del Punjab paquistaní, ese mismo origen corresponde a la mayor parte de los individuos detenidos en relación con actividades de terrorismo yihadista en Cataluña, por lo que el intercambio de información con las autoridades paquistaníes es de la mayor importancia para impedir la penetración de elementos terroristas en las comunidades inmigrantes procedentes del sur de Asia.
Tampoco hay que olvidar, como parece oportuno, una revisión de los protocolos de seguridad, los dispositivos antiterroristas y los mecanismos nacionales para la gestión de crisis, a la luz de ciertas lecciones específicas que cabe extraer de lo ocurrido en Bombay. Por ejemplo, respecto al uso que los terroristas pueden hacer de los itinerarios marítimos con el fin de eludir controles. Parece que es así como buena parte o la totalidad de quienes provocaron los incidentes que tuvieron lugar entre el 26 y el 29 de noviembre accedieron al área de los mismos. Y es que España es un país abierto al mar por los cuatro puntos cardinales, que hacia el sur indican la proximidad de las costas del Magreb. O también, por ejemplo, respecto a los preparativos existentes en nuestro país para responder de manera proporcionada pero rápida –que no parece fuese el caso en Bombay– y eficaz en la eventualidad de una serie de atentados coordinados, de elevada magnitud e intensidad, como los acontecidos en esa populosa ciudad india.
**Fernando Reinares
Investigador principal de terrorismo internacional y director del Programa sobre Terrorismo Global del Real Instituto Elcano, y catedrático de Ciencia Política y Estudios de Seguridad en la Universidad Rey Juan Carlos
[*] Actualizado a 04/12/2008