4 dic 2010

Ciberladrón

A la caza del mayor ciberladrón/JAMES VERINI
El País, 28/11/2010;
Al principio no robaba por dinero, sino por desafíos a sí mismo, a su capacidad para piratear en la Red. El FBI le detuvo y él, para evitar el juicio, aceptó colaborar con el Gobierno de EE UU para perseguir grandes delitos informáticos. Pero la bola fue creciendo. Ya no podía parar. Montó una red de cómplices y se convirtió en el mayor ciberladrón de la historia de EE UU. Albert Gonzalez y su banda de 'hackers' tuvieron acceso a 180 millones de cuentas de tarjetas de crédito. En 2008 fue detenido. El pasado marzo fue condenado a permanecer en prisión hasta 2025. Esta es la historia, paso a paso, de cómo actuaba y cómo cayó en la red.
Una noche de julio de 2003, cerca de la medianoche, un agente del departamento de policía de Nueva York que investigaba una serie de robos de coches en un distrito de Manhattan siguió a un hombre joven con aspecto sospechoso hasta un cajero situado a la entrada de un banco. El agente observó cómo el hombre sacaba una tarjeta de crédito de su bolsillo y retiraba cientos de dólares en efectivo. Después sacó otra tarjeta y realizó la misma operación. Y otra vez. Y una vez más. El tipo no estaba robando coches, pero el policía se imaginó que estaba robando algo.
El joven estaba en efecto realizando una operación de "retirada de efectivo", tal como más tarde admitiría. Había programado un montón de tarjetas de crédito sin datos con números de tarjetas robados y estaba sacando todo el dinero que podía de cada cuenta. Lo había hecho unos minutos antes de las 12 de la noche, hora límite diaria para retirar dinero y el momento en que el cajero puede dar el doble de dinero con otra retirada en efectivo unos minutos más tarde. El policía le preguntó su nombre y aunque el hombre tenía varios alias en Internet, le dio el suyo verdadero. "Albert Gonzalez", contestó.
Albert Gonzalez fue detenido y rápidamente conducido hasta la oficina del fiscal de Nueva Jersey en Newark, quien, junto con agentes del destacamento oficial de delitos informáticos del FBI, estaba investigando sin mucho éxito el fraude de tarjetas de crédito y débito en los cajeros automáticos de la zona. Gonzalez fue interrogado y pronto se descubrió que era un tipo pecualiar. No solamente poseía los datos de millones de cuentas de tarjetas almacenados en el ordenador de su apartamento en Nueva Jersey, sino que además tenía un truco para explicar online su experiencia como defraudador de tarjetas de crédito.
Tal como descubrirían los agentes del orden público, Gonzalez era un prometedor intermediario de shadowcrew.com, un ciberbazar de programas piratas que se expandió a principios del año 2000 durante el boom del comercio en Internet. Shadowcrew tenía cientos de miembros en Estados Unidos, Europa y Asia. Según me explicó un fiscal federal, era "una especie de eBay, monster.com y MySpace, pero dedicada al delito informático".
Tras un par de interrogatorios, Gonzalez aceptó ayudar al Gobierno y así evitar un proceso judicial. "Tenía 22 años y estaba asustado", me comentó más tarde. Gonzalez se convirtió en el confidente de delitos informáticos más valioso que el Gobierno de EE UU haya tenido jamás. Su ayuda permitió a la policía acusar a más de una docena de miembros de Shadowcrew, por lo que los agentes asignados a Gonzalez, empleados del FBI, le convencieron para que por su propia seguridad se trasladara a vivir a Miami, su ciudad natal. Después de prestar su ayuda en otra investigación, a principios de 2006 se convirtió en un confidente a sueldo del FBI en Miami. El hombre del FBI que mejor llegó a conocer a Gonzalez, el agente Michael (apodo de su verdadero nombre), fue trasladado a Miami y trabajó con Gonzalez en una serie de investigaciones en las que realizaron un trabajo tan extraordinario que la agencia le pidió que participara en seminarios y conferencias. "Parecía que estaba intentando hacer lo correcto", comentaba Michael.
Y sin embargo no era así. Durante los muchos años que trabajó para el Gobierno, Gonzalez, su banda de hackers y otros seguidores tuvieron acceso aproximadamente a 180 millones de cuentas de tarjetas de pago que estaban guardadas en la base de datos de clientes de algunas de las empresas norteamericanas más conocidas.
En la sentencia dictada el pasado marzo en la que fue condenado a dos penas simultáneas de 20 años, la mayor sentencia jamás dictada a un norteamericano por un delito informático, el juez dijo: "Lo que me pareció terrible fue que usted engañó a la agencia del Gobierno con la que al mismo tiempo estaba colaborando, por lo que usted era un agente doble".
Gonzalez compró su primer ordenador cuando tenía 12 años. A los 14 entró ilegalmente en los ordenadores de la NASA, con lo que consiguió que los agentes del FBI fueran a visitarle a su colegio en Miami. Pero Gonzalez no se amilanó. Organizó un grupo de black hats –un tipo de hackers con tendencia a ir contra la autoridad– y consiguió cierta fama. Entonces abandonó sus estudios universitarios en la Universidad del Condado de Miami en el primer curso. Él mismo había aprendido, leyendo manuales de software, cómo atacar los ordenadores de los proveedores de servicios de Internet para conseguir banda ancha gratis. Se dio cuenta de que aún podía ir más lejos y obtuvo los nombres y claves de acceso de directores y ejecutivos.
El mejor amigo de Gonzalez, Stephen Watt, que se encuentra en estos momentos en la cárcel cumpliendo una condena de dos años por descifrar un programa de software que permitió a Gonzalez robar datos de tarjetas, describe a Gonzalez como "poseedor de una cualidad al estilo de Sherlock Holmes, producto de su buena educación".
Fue en 2003, justo después de haber aceptado convertirse en confidente, cuando Gonzalez ayudó al Departamento de Justicia y al FBI a preparar, en el transcurso de un año, una trampa ingeniosa para destapar Shadowcrew. Gonzalez era el cerebro de la Operación Firewall. Gracias a él, el Gobierno consiguió "poseer", según la jerga de los hackers, Shadowcrew. Compradores secretos se infiltraron en la red y siguieron el rastro de sus usuarios por todo el mundo; con el tiempo, los funcionarios incluso consiguieron transferir el sitio a un servidor seguro controlado por el FBI. Gonzalez convenció a los usuarios de Shadowcrew para que se comunicaran a través de una red privada virtual, un canal seguro que comunicaba a los ordenadores entre sí enviando mensajes codificados que él mismo introducía en el sitio. Esta red privada virtual tenía una característica especial: estaba intervenida por orden judicial.
Gonzalez trabajó con los agentes durante varios meses. La mayoría de ellos le llamaban Albert. Otros le conocían como Soup, por el nombre que había dado a su antigua pantalla, Soupnazi. "Haber pasado tanto tiempo con un confidente que estaba profundamente metido en una trama de delito informático fue una experiencia totalmente nueva para nosotros", explica un fiscal del Departamento de Justicia. "Fue una experiencia de las que dejan huella".
El 26 de octubre de 2004, Gonzalez fue trasladado a Washington, donde se estableció el centro de control de la Operación Firewall en las oficinas centrales del FBI. Consiguió sus objetivos en una sesión de chat. A las nueve de la noche, los agentes comenzaron a derribar puertas. Hacia la medianoche, 28 personas habían sido detenidas en ocho Estados norteamericanos y en seis países, la mayoría de ellas a escasos metros de sus ordenadores. Con el tiempo, otras 19 fueron acusadas. Según algunas informaciones, el Gobierno nunca antes había logrado llevar a cabo un caso tan importante y con tanto éxito contra el delito informático.
Un día después del asalto, los funcionarios del FBI pusieron en la página de inicio de Shadowcrew una fotografía de un matón jorobado, sin camisa, en la celda de una cárcel, con un tatuaje en el que se podía leer: "¡Póngase en contacto con su agente local del FBI de Estados Unidos… antes de que nosotros contactemos con usted!".
"La investigación resultó apasionante", me comentó un día Gonzalez mientras hablábamos sobre Shadowcrew. "Desenmascararles, conocer sus identidades. Sin embargo, cuando pienso en ello, me parece que fue bastante fácil. Cuando alguien confía en uno, puedes bajar la guardia".
Sin embargo, "tenía mala conciencia por todo lo que había pasado". "A diferencia de otros confidentes, tuve un dilema moral", me confesó también. En otra ocasión, cuando estaba hablando sobre el tema, Gonzalez me escribió una carta: "Me gustaría dejar una cosa bien clara… siempre he sido leal a la comunidad de los black hats".
Tras la Operación Firewall, Gonzalez volvió a Miami a finales de 2004. Por entonces estaba investigando sobre la vulnerabilidad de las redes inalámbricas en las empresas. Gonzalez estaba especialmente interesado en las posibilidades de una técnica conocida como wardriving. Los hackers, provistos de portátiles y antenas de radio de gran alcance, aparcan sus coches o furgonetas en los parkings de las grandes tiendas de ordenadores para detectar las redes wifi de las empresas más vulnerables.
Gonzalez contactó de nuevo con Christopher Scott –un viejo amigo de una red social en Internet, EFnet, frecuentada por black hats–, que estaba dispuesto a hacer un trabajo especial. Scott comenzó a intercambiar datos comerciales de la autopista 1 de Miami para buscar objetivos wardriving. Sus experimentos en BJ's Wholesole Club en Miami y en DSW tuvieron éxito. Robó cerca de 400.000 cuentas de tarjetas del primero y un millón del segundo. Le explicó a Gonzalez cómo lo había hecho y le pasó los números de tarjetas.
El verano siguiente, Scott aparcó su coche delante de una de las tiendas Marshall. Consiguió la ayuda de Jonathan James, un menor muy conocido entre los black hats de Miami por haber sido el primer joven norteamericano encarcelado por delitos informáticos. Scott pirateó la red wifi de Marshalls y, junto a James, comenzó a navegar dentro del sistema: capturaron nombres de usuario y claves de acceso, lo que permitió a Gonzalez entrar en la red; atacaron los servidores de la central de Marshalls en Framingham, Massachusetts y en TJX, una filial de la empresa, y localizaron los servidores que alojaban las operaciones con antiguas tarjetas de las tiendas.
A finales de 2006, Gonzalez, Scott y James tenían información de más de 40 millones de tarjetas. Utilizaron los mismos métodos para piratear los ordenadores de OfficeMax, Barnes & Noble, Target, Sports Authority y Boston Market, y probablemente de muchas otras empresas que nunca detectaron que sus equipos hubieran sido pirateados, o al menos no lo notificaron a las autoridades.
Al mismo tiempo que robaba datos de tarjetas bancarias, Gonzalez participaba en una organización internacional. Tomó contacto con un ucranio, Maksym Yastremskiy, que le vendió un conjunto de números de tarjetas de consumidores de Estados Unidos, América del Sur, Europa y Asia, y compartió las ganancias con él. Gonzalez contrató a otro amigo de EFnet, Jonathan Williams, para sacar dinero de todos los cajeros del país. Un amigo de Watt en Nueva York recogía los envíos de dinero en efectivo que Williams y Yastremskiy habían enviado. Entonces, el amigo de Watt enviaba el dinero a Miami o a un apartado de correos que James había creado con la colaboración de un intermediario. Gonzalez creó sociedades ficticias en Europa. Para cobrar y lavar el dinero abrió una cuenta e-gold y cuentas WebMoney difícilmente controlables. Por último, contactó con dos hackers del este de Europa a quienes solamente conocía por los nombres que mostraban en su pantalla, Annex y Grig, y que estaban dispuestos a entrar en los procesadores de datos de las tarjetas de crédito americanas, el centro neurálgico de las ventas al por menor. "Muchas veces me he preguntado por qué hice todo esto", me dijo recientemente Gonzalez desde la cárcel un día mientras hablábamos por teléfono. "Sobre todo lo hice por dinero. El dinero que ganaba en el FBI no era suficiente y yo lo necesitaba. Cuando me di cuenta, la bola de nieve ya se había formado y era difícil detenerla. Intenté dejarlo, pero no pude". Afirma que sus intenciones eran en parte buenas. Lo que realmente él quería era ayudar a Patrick Toey, un amigo íntimo y hacker que más tarde le ayudaría en otro trabajo.
A diferencia de Gonzalez y de Watt, Toey, de 25 años, tuvo una educación complicada. Tras abandonar sus estudios, tuvo que ayudar a su madre, a su hermano pequeño y a su hermana pirateando ordenadores. Gonzalez prestó su apartamento de Miami a Toey sin cobrarle ni un céntimo. La casa era de su propiedad, pero él prefería vivir en casa de sus padres. Dice que le encantaba cómo cocinaba su madre y jugar con su sobrino. Además, de esa forma tenía más facilidad para lavar el dinero.
A Gonzalez le entusiasmaban también los retos que le proporcionaba el delito informático. No es un programador que destaque por su talento, sino por la forma especial que tiene para introducirse en los sistemas y en las cuentas. A menudo tengo la impresión de que para Gonzalez el delito informático era como un recurso de apelación.
Pero lo cierto es que le gustaba robar. "La emoción siempre conseguía vencer cualquier sentimiento moral que pudiera sentir", me dijo. Y también le gustaba gastar. En parte, aunque no del todo, se puso a explicarme su plan en la operación "hazte rico o muere en el intento". No quiso decirme cuánto dinero había conseguido, pero está claro que está obteniendo beneficios de los millones de dólares que robó. Parte de ese dinero fue a parar a Toey, pero probablemente nada fue para Watt.
En la primavera de 2007, Gonzalez estaba cansado de trabajar para el FBI. "Siempre llegaba tarde", según la opinión del agente Michael, que habló con otros agentes sobre la posibilidad de controlar a Gonzalez. "No quería estar aquí". Además estaba cansado del wardriving. Buscaba nuevos desafíos.
González puso toda su atención en TJX, en parte porque almacenaban antiguas transacciones, pero se dio cuenta de que muchas de las tarjetas estaban caducadas. Necesitaba encontrar una manera de conseguir los números de tarjetas justo después de que los clientes las hubieran utilizado. Era posible. Consiguió averiguar cómo meterse en los terminales punto de venta de las tiendas y en los datáfonos de los supermercados, de las gasolineras, de los almacenes o de cualquier otro comercio donde se pudiera comprar algo.
Gonzalez y Toey recorrieron las tiendas de Miami para ver las marcas de los terminales con los que trabajaban. Gonzalez descargó manuales y esquemas de software. Antes de esto, Williams había visitado una tienda de OfficeMax cerca de Los Ángeles donde desenchufó un terminal y salió de la tienda con él. Algunos hackers que trabajaban con un contacto de Gonzalez en Estonia atacaron los ordenadores de la central de Micro Systems en Maryland, el mayor fabricante de sistemas de puntos de venta, y robaron software y una lista con los nombres y claves de acceso de los empleados y se la enviaron a Gonzalez.
Entonces, una vez que Toey le introdujo en el sistema, Gonzalez ya no tuvo que rastrear en las bases de datos para conseguir información valiosa. Podía acceder directamente a los servidores donde llegaban los datos de las tarjetas recién utilizadas, milésimas de segundos antes de que la información fuera enviada al banco para su aprobación. Realizó esta operación en JC Penney, en las tiendas de ropa Wet Seal y en Hannaford Brothers, una cadena de tiendas de alimentación. Su contacto en Estonia utilizó la misma técnica en Dave & Buster's. "Cada vez que un comercio pasaba una tarjeta, los datos quedaban registrados en nuestros ficheros", explica Toey. "Nadie podía hacer nada".
Unos días antes de la Navidad de 2006, los abogados de TJX llamaron alarmados al Departamento de Justicia y a Stephen Heymann, ayudante del fiscal de Estados Unidos en Massachusetts. Una empresa de tarjetas de crédito había contactado con la compañía, ya que, al parecer, habían descubierto el robo de un gran número de tarjetas que se habían utilizado en Marshalls y en T. J. Maxx. TJX había examinado sus servidores en Framingham y lo que habían descubierto era una catástrofe. Creían que durante casi un año y medio, "los datos de aproximadamente la mitad de las transacciones realizadas con tarjetas en comercios de Estados Unidos, Puerto Rico y Canadá" habían sido robados. Fue el mayor robo de datos de tarjetas en la historia de Estados Unidos y no había ninguna prueba de ello.
En 2007, los abogados de Dave & Buster's llamaron al FBI. Esta empresa también había sufrido ataques, pero su caso era diferente. Los ladrones se las habían ingeniado para acceder al sistema de puntos de venta. En verano, Heymann y Kim Peretti, fiscal jefe de delitos informáticos del Departamento de Justicia, tenían sobre su mesa una gran cantidad de datos, montones de posibles pruebas y ningún rastro sobre a quién tenían que perseguir. Desesperados, necesitaban encontrar una pista como fuera.
Y les llegó de la mano de los viejos amigos de Peretti en el destacamento oficial de delitos informáticos del FBI. Resultó que, durante dos años, un agente secreto de la oficina de San Diego había estado comprando a Yastremskiy tarjetas de memoria. El agente viajó a Tailandia y a Dubai para encontrarse con el ucranio y en Dubai copió el disco duro del portátil de Yastremskiy sin que este se diera cuenta. Especialistas en informática del FBI peinaron la copia del disco duro y descubrieron que Yastremskiy guardaba meticulosamente los documentos. Desde hacía años, había salvado y catalogado todas las listas de sus clientes y los mensajes que había recibido. En los registros encontraron a un compañero de chat que parecía ser su mayor proveedor de datos de tarjetas robadas. Sin embargo, todo lo que pudieron conseguir de esta persona fue un número de registro de mensajería instantánea, pero ninguna información personal.
Yastremskiy fue detenido en julio de 2007 en un club nocturno en Turquía. El FBI consiguió de él una prueba muy útil. Su proveedor anónimo le había pedido que le consiguiera un pasaporte falso. Según le había comentado, uno de sus proveedores había sido detenido y quería ayudarle sacándolo de EE UU. El problema: no sabía dónde había sido detenido.
Así que los agentes llamaron a cada una de las comisarías de policía y del fiscal del distrito de todo el país en las que hubieran realizado una detención similar o estuvieran trabajando en un caso parecido. La investigación les condujo a una cárcel de Carolina del Norte donde se encontraba Williams. Había sido detenido llevando encima 200.000 dólares en efectivo. Los agentes del FBI conectaron un pendrive que Williams llevaba en el momento de su detención y encontraron un fichero que contenía una fotografía de Gonzalez, un historial de crédito y la dirección de su hermana María en Miami. "El archivo era una medida de seguridad en caso de que Gonzalez intentara contactar conmigo", me comentó Williams desde la cárcel el pasado mes de junio. Entonces, los funcionarios siguieron la pista de los paquetes que Williams había enviado al apartado de correos de Miami. Esto condujo al FBI hasta James. Registraron los archivos de la policía y descubrieron que en 2005 un oficial de policía le había detenido de madrugada en Palmetto Bay (Florida), junto a Scott, en el parking de una tienda.
El momento culminante llegó cuando los funcionarios del FBI finalmente consiguieron la información del número de registro de mensajería instantánea de quien estaba suministrando a Yastremskiy los datos de tarjetas bancarias. No había una dirección ni un nombre, pero sí una dirección de correo electrónico: soupnazi@efnet.ru. Era la prueba evidente para quien conociera a Gonzalez.
Enseguida, la operación "hazte rico o muere en el intento" se puso en marcha. La policía registró los domicilios de Scott y de Gonzalez. Los agentes detuvieron a Scott y se llevaron nueve ordenadores y 78 plantas de marihuana. En la casa de Gonzalez encontraron varias drogas de diseño y a un medio dormido Toey. Este fue conducido a Boston para prestar declaración ante un jurado de acusación. Les dijo a Heymann y a Peretti dónde localizar las cuentas e-gold y WebMoney y los servidores que estaban alojados fuera del país. Gracias a estos servidores pudieron localizar a Watt, que había vuelto a su apartamento de Greenwich Village, donde se encontró a un grupo de policías esperándole. También registraron la casa de Gonzalez, pero Albert no estaba allí.
Finalmente la policía le localizó el 7 de mayo de 2008 a las siete de la mañana en la suite del hotel National en Miami Beach. Junto a él había una mujer croata, dos portátiles y 22.000 dólares. Comenzó a hablar rápidamente. Meses después condujo a los agentes del FBI hasta un contenedor enterrado en el jardín de la casa de sus padres en el que había 1,2 millones de dólares. El abogado de Gonzalez le aseguró que para el Gobierno era un caso que no tenía mucha consistencia. Las pruebas electrónicas a menudo no se sostienen, afirmó.
Esto fue antes de que los abogados de Heartland Payment Systems en Princeton (Nueva Jersey) hubieran llamado a Peretti a principios de enero de 2009. Heartland, una de las empresas más importantes del país de datáfonos, había sido atacada. Pronto Gonzalez le confesó a Peretti que había ayudado a Annex y a Grig a entrar en Heartland a través de una técnica conocida como inyección SQL. Por entonces, en Heartland ya se habían dado cuenta de que algo no funcionaba bien. Este robo había sido demasiado importante: habían desprotegido los datos de 130 millones de transacciones. Gonzalez fue acusado en Nueva Jersey, Nueva York y Massachusetts (donde había pruebas más contundentes del caso).
En la sentencia dictaminada en marzo, Gonzalez fue declarado culpable de todos los cargos. Teniendo en cuenta el tiempo que pasó en prisión antes de la condena y el buen comportamiento, probablemente saldrá de la cárcel en 2025.
En mayo, Toey ingresó en prisión para cumplir una condena de cinco años, y Scott, una de siete. A Yastremskiy le cayeron 30 años en una cárcel de Turquía. Watt, que afirmó que nunca supo muy bien para qué quería utilizar Gonzalez su software y no quiso dar información sobre Gonzalez al jurado o al fiscal, ha sido condenado a dos años.
Según el fiscal general Eric Holder, TJX, Heartland y otras empresas víctimas de los ataques de Gonzalez tuvieron que hacer frente a más de 400 millones de dólares en reembolsos y honorarios de abogados y forenses. Al menos 500 bancos se vieron afectados por el ataque a Heartland. En Estados Unidos, el fraude online continúa en auge, aunque las estadísticas muestran una caída importante en 2009 respecto a años anteriores, cuando Gonzalez estaba en activo.
Tras la sentencia, Gonzalez fue trasladado al Metropolitan Detention Center (MDC) en Brooklyn (anteriormente había estado en una prisión de Michigan). Situado entre un tramo de la autopista de Brooklyn a Queens y Gowanus Bay, el MDC es un sitio horrible incluso para ser un centro penitenciario. "Este lugar es terrible", dijo el agente Michael. "Pero ¿quiere que le diga una cosa? Cuando se juega con fuego, esto es lo que se consigue".
Incluso el propio Gonzalez está impresionado por la poca sensibilidad que el Gobierno muestra por su confort. Dice que siempre imaginó que algún día iba a pasarle algo así, "pero nunca pensé que iba a estar tan mal".

Balcells y Mario Vargas Llosa

La buena entraña

JUAN CRUZ 04/12/2010
Los secretos de la relación que han mantenido durante medio siglo Carmen Balcells y Mario Vargas Llosa, que recibirá el Nobel de Literatura el próximo viernes en Estocolmo.
Se han peleado muchas veces, como un matrimonio, pero los ha mantenido unidos, dice Mario Vargas Llosa, "la buena entraña". Carmen Balcells, cree el Nobel, "tiene buena entraña, y yo creo que también la tengo". Por eso han superado tormentas y peleas a lo largo de medio siglo. Los dos rememoran aquí cómo ha sido su largo matrimonio de amistad, literatura e intereses.
Carmen quiso representar a Mario cuando aún ella no era agente, y él era el autor, tan solo, de dos libros y medio. Cuando ella superó las cuarenta primeras páginas de La casa verde se produjo el flechazo. "Tengo que ir a ver a este joven".
Mario la había conocido en las oficinas de Carlos Barral, su primer editor; ella trabajaba allí, era una joven ejecutiva adornada con un rodete (un moño) que ya no se ha puesto más. Balcells era ya de ordeno y mando, pero no se había destapado aún.
Ese libro, La casa verde, la deslumbró. "Fue para mí un hueso; no llegué a entrar en el texto hasta la página cuarenta y pico. Me dije: '¡Ya lo veo claro!".
No suele hablar así de los libros; los representa y los vende, está entre los agentes más temidos del mundo, de modo que no suele hacer florituras para explicar lo que lee. Pero este libro, y este autor, es muy especial. Es un fetiche. De modo que habla de él como si lo acabara de leer. "Es absolutamente innovador. Mario ha suprimido el tiempo narrativo y en una misma frase engloba el presente, el pasado y el futuro con una tranquilidad pasmosa. De modo que el lector se queda completamente en Babia si no tiene la paciencia de seguir".
Ella tuvo la paciencia de seguir y de comprarse un billete a Londres, en busca del autor, que aún tenía treinta años. Se dijo: "Cuidado, Carmen, estás ante una obra única, ante un escritor único. Y me fui trazando el siguiente discurso: Mario vive en Inglaterra donde en cada puerta hay un agente, no puedes dejar suelto a este genio de la escritura".
Mario estaba escribiendo, pero fue al hotel donde estaba Carmen. Lo primero que le dice: "Tienes que dejar de trabajar". "¡Y cómo mantengo a la familia!". Mario ganaba quinientos dólares, dando clases. Carmen no tenía ese dinero, pero contaba con un amigo zaragozano que se lo prestaría. "Tendrás los quinientos dólares", le dijo Carmen.
Se los pagaría hasta que acabara Conversación en La Catedral, "durara lo que durara la escritura".
Pero había una condición; ahí empezó la historia de Carmen Balcells, hasta entonces secundaria de la película editorial como responsable de derechos de Seix Barral. Esta frase da inicio a la aventura que la ha hecho temida pero legendaria:
-Te pagaré con una condición. El contrato para ese libro con Seix Barral lo haré yo.
"Fue", dice ahora Carmen, "cuando asumí el auténtico papel de agente literario".
E hizo la revolución que en muchos momentos ha tenido con la lengua fuera a editores e incluso a autores. "Ella me explicó en Londres lo que quería hacer", recuerda Vargas Llosa. "Me dijo: 'Mi función debe ser la de defender al escritor y no al editor. El editor no lo necesita pero el autor sí, él es el que está totalmente desamparado frente al editor".
Fue una conjunción astral; Barral era, cree Vargas Llosa, "más proclive al autor, también, y no puso pega alguna para liberar a Carmen de su compromiso con la editorial para que empezara a representar a autores que publicaba él. Ningún editor en el mundo habría hecho eso. Solo él. Lo que te demuestra el tipo de persona que era".
Hasta ahora ha habido un momento culminante en la relación que nació ese día. Fue cuando, el pasado mes de agosto, Carmen cumplió 80 años: "Mario se presentó en mi casa con Patricia, con sus hijos, con sus nietos". "Lo quise hacer", cuenta Mario, "para que mis hijos y mis nietos, y su propia familia, me oyeran decirle que todos los privilegios de los que gozan ellos y de los que gozo yo se los debemos a Carmen Balcells. Quería que supieran que esa señora que estaba ahí sentada ha hecho por todos nosotros algo que es absolutamente inmenso y por eso tenemos que estarle inmensamente reconocidos. Quise que ellos heredaran mi reconocimiento a Carmen".
"Ese día", el 9 de agosto, con Carlos Fuentes y su esposa Silvia Fuentes de testigos del cumpleaños y del discurso, "Mario me dio a mí el Premio Nobel", recuerda Carmen.
Pero ha habido riñas, broncas y reconciliaciones. Balcells no habla de las riñas; ni revela secretos de autores, es su divisa, por eso jamás hará memorias, lo cual tranquiliza a no pocos de sus pupilos. Y Mario ha heredado esa discreción. "No puedo llegar a la intimidad, no puedo revelar ciertas cosas porque sería de muy mal gusto que yo las revelara. Pero Carmen considera que si tú eres una persona a la que ella quiere, ya formas parte de su propiedad, y no tienes derecho a hacer cosas que ella no apruebe".
Si contravienes sus órdenes, "como en una relación filial, ella se considera con derecho a reñirte. ¡No ha llegado a golpearme, pero ha estado a punto alguna vez, ja ja ja...! Pero como todo eso va acompañado de un cariño tan grande es absolutamente imposible enojarse con ella y le he aguantado cosas que no le aguantaría ni a mi mujer. Ha sido una relación de cincuenta años, extraordinariamente cordial e íntima, pero hecha de broncas feroces".
Cuatro años más tarde de comenzar esa relación cordial y feroz la Balcells estrenó piso en la Diagonal. Mario entró, exultante, y gritó: "¡Comadre, te felicito; con este despacho ya nadie nos ofrecerá cien dólares por un anticipo!". La comadre le ha ayudado a parir contratos extraordinarios cuyas cifras ella guarda en algún rincón de su casa, que es como una memoria secreta... Desde esa atalaya de madre, comadre y agente lo ha visto evolucionar; vio cómo se pudría su ilusión de ser presidente de Perú ("¡y menos mal que no lo fue! ¡No hubiera sido Nobel!"), y conoció sus idas y venidas, las personales y las políticas, y ahora lo ve "como un ser absolutamente maravilloso, fascinado por sus nietos. Ahora, además, las hijas de Morgana lo han vuelto loco. Es un tipo de emoción que él no conocía; y es extraordinario ver cómo Patricia ha luchado contra todos los vientos para mantener esa familia. Es impresionante lo que esa mujer ha hecho". "Sin Patricia el orden de mi vida", dice Mario, "hubiera sido totalmente imposible". "En la familia se ha comprobado una vez más", colige Mario, "una viejísima tesis: que el eje de la estabilidad familiar es la mujer. No es el hombre, no son los hijos; es básicamente la mujer. Es una verdad como una casa".
¿Y Carmen ayudó a que se resolvieran los conflictos que fueron yendo y viniendo a lo largo de este medio siglo? "Sí, intervino con mucha prudencia. No ha habido conflicto, por pequeño que fuera, que no haya conocido Carmen, en el que no haya intervenido. Es absolutamente imposible que Carmen no intervenga en la vida familiar de las personas más allegadas". ¿Y el conflicto Mario-Gabo, dos de los semáforos principales de la agencia? Carmen lo dice: es legendario que ninguno de ellos habla de ese conflicto, y es notorio que ahora ninguno de los tres romperá la tradición. ¿El secreto de Carmen? "La discreción, y para ser discreto, mejor no preguntar".
La Balcells le reprochó alguna vez que no supiera psicoanálisis y que despreciara la música. A Mario ahora le fascina Mahler, sobre todo, pero es un apasionado de toda la música; un librero inglés le introdujo en los misterios de la música, "me la contaba como si narrara una novela de Thomas Mann, una de esas construcciones complejas y profundas". ¿Y el psicoanálisis? Se metió en él, pero salió con esta opinión: "Dirán lo que quieran, pero creo que el gran valor de Freud es más literario que científico. La idea de la terapia no la creo. Creo que es una ficción que ha tenido un enorme arraigo, sobre todo en el mundo intelectual, pero desde luego yo no me sometería jamás a un psicoanálisis".
Es un ingenuo, dice la Balcells; su única norma es el trabajo, y su receta es escribir cada día. "¿Ingenuo? No sé, puede que lo sea. Algunas cosas me ha enseñado la vida. Lo que sí es cierto es que mi trabajo me ha ido organizando la vida. Ha sido mi manera de trabajar la que me ha ido imponiendo un sistema al que no podría renunciar porque es mi única manera de vivir". Y en ese sistema, Patricia es el gozne principal, la garantía del orden supremo.
Desde el 7 de octubre, cuando le llamaron de la Academia Nobel (y el teléfono de Nueva York, donde viven ahora él y Patricia, se lo facilitó Carmen en secreto a la Academia), "vivo una perturbación de tal naturaleza que no puedo escribir". Y eso lo tiene con ojeras, cansado, pensando que quizá vive rodeado de un sueño que a veces tiene la encarnadura de una pesadilla. "Me tiene sin dormir, con una especie de sobresalto enorme. Y me doy cuenta clarísimamente de que esa rutina que me da el orden es algo no solo físico sino también mental".
No todo fueron, en este medio siglo de comadreo y compadreo editorial, libros y contratos; hubo viajes. "El más divertido que hice con Carmen fue a la Amazonía. Bajamos en Iquitos, y para el primer paseo que dimos ella se puso unos zapatitos italianos muy elegantes, que enseguida desaparecieron en el fango. Íbamos con Castellet, y los dos quisieron asistir a una sesión de Ayahuasca. Les conseguí a la viuda de un brujo famosísimo. Por la noche íbamos por un caminito, a través de la selva, dejando que nos comieran los mosquitos, hasta un claro del bosque donde estaba la bruja. Ésta fumaba unos tabacos y echaba el humo mientras cantaba unos sones monótonos. Repartieron ayahuasca; entonces, ja ja ja, Carmen y Castellet empezaron a tomar esa porquería y comenzaron a tener sueños psicodélicos. Para mi desesperación Carmen reía a carcajadas, y yo temí que nos echaran por sacrílegos... Hasta que la bruja dice: 'No se preocupe, le ha dado por la reidera. Es peor cuando les da por la lloradera'. ¡Ja ja ja!".
Añade Mario sobre esa excursión amazónica: "Y la gran frustración de Castellet tras tomarse ese bebedizo asqueroso fue que no tuvo ningún sueño, ni una imagen erótica. Absolutamente nada. Estaba inmunizado".
Y la Balcells reía. Luego lloraría. "Recuerdo un viaje a Machu-Picchu en el que ella cometió la temeridad suicida de probar todos los alimentos que ofrecían los vendedores ambulantes en las estaciones del camino... Incluso le ofrecieron algo que tenía un aspecto tan espantoso que no quiso comerlo. Y luego me dijo: 'Me he sentido desmoralizada porque no he tenido el suficiente coraje de probar ese horror que me ofrecieron'. Casi se muere al llegar a Lima".
Esa mujer fue providencial en la vida del Nobel. "Prescindiendo del gran cariño y de la gratitud que le tengo, el caso de Carmen Balcells es muy notable. Es como aquello que dice Borges, que un hombre se encuentra de pronto con su destino y ese es un encuentro providencial, que produce una conjunción de efectos extraordinarios. Eso es lo que pasó con Carmen Balcells".
¿Y por qué, Mario, ha funcionado esa relación, qué la ha alimentado? "La buena entraña. Ella se puede enfurruñar, gritar, puede romper papeles, puede incluso golpearte en el alma, pero tiene buena entraña, le da placer hacerte feliz". ¿Y usted, tiene buena entraña? "Yo quiero creer que sí. Quiero creer que la buena entraña de los dos ha hecho posible esta relación de medio siglo".
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El hilo de oro

El hilo de oro

GUSTAVO MARTÍN GARZO
El País, 27/11/2010;
El legado de Castilla y León a la literatura incluye nombres como Zorrilla, san Juan de la Cruz y Clarín. Una herencia continuada por Guillén, Rodríguez, Delibes, Chacel, Martín Gaite, Jiménez Lozano, Pino ...
Los buenos libros bien podrían recordar a esos tapices en que se mezclan hilos de oro sin solución de continuidad con los más comunes, y en que una hoja, una mano, un pájaro aparecen de pronto transfigurados por una puntada de luz. Convocar la palabra, hacer aparecer ese hilo de oro, es la misión de la literatura. Estos son algunos de los libros en que tal pequeño milagro se ha producido en estas tierras, durante los últimos 60 años.
Cántico Jorge Guillén, 1950
Jorge Guillén publica la cuarta edición de Cántico en 1950. La poesía es en este libro un "diálogo entre el hombre y la creación". Guillén es el cantor del presente. Cántico es un himno del hombre al mundo, una celebración de la vida y de la presencia. "Cantar, cantar sin designio", escribe. Para Guillén no hay escisión entre el lenguaje, el pensamiento y el mundo. La poesía de Cántico es un acto de fe al mundo y a la palabra.
Don de la ebriedad Claudio Rodríguez, 1953
Claudio Rodríguez se enfrenta en este libro al gran problema de la literatura mística: cómo expresar lo que por propia naturaleza es inexpresable. Don de la ebriedad es un libro que entronca con san Juan de la Cruz y que hay que leer como un solo poema. Un poema que habla de la claridad y que sin embargo se torna oscuro a medida que lo leemos, y deja de ser inteligible, como si la poesía no estuviera tanto en lo que decimos sino en lo que no podemos decir. Sólo tenía diecisiete años cuando lo escribió, es uno de los grandes milagros de nuestra literatura.
Las ratas Miguel Delibes, 1962
Cuando Delibes escribe Las ratas lo hace para denunciar la postración del campo castellano. Sin embargo, la novela es un poema sobre la infancia. El Nini, su pequeño protagonista, es la creación más compleja y cautivadora de toda su obra. Su saber es ante todo comunicación, encuentro con lo real. Miguel Delibes nos dice en Las ratas que todo niño es un ser asombroso, el ser -como escribió Bachelard- que realiza el asombro de ser. La obra de Miguel Delibes es comparable a la de todos los grandes moralistas, en el sentido que Camus da a esta palabra: los que tienen la pasión del corazón humano.
Desde el amanecer Rosa Chacel, 1972
En Desde el amanecer, su autora nos narra los diez primeros años de su vida en Valladolid. Los personajes de Rosa Chacel nunca se conforman con pasar por la vida como sombras y mantienen una actitud de permanente exigencia frente a la realidad. "Concebir algo que no es, sobre lo que es; es decir, llevar lo que es hasta ser más", eso es escribir para Rosa Chacel. "Eso era estar en mi elemento", se afirma en Memorias de Leticia Valle, "tener algo que adorar".
Cuentos del reino secretoJosé María Merino, 1982
La literatura es para José María Merino esa ciudad paralela "en que nadie ha muerto", los mendigos son dioses disfrazados y donde es preciso contar bien las cosas para que los gestos que sostienen el mundo no pasen desapercibidos. Walter Benjamin dijo que nuestro mundo es rico en información pero pobre en historias memorables. Merino siempre nos ofrece en sus libros historias así. Belleza más compasión, así definió Nabokov el arte de narrar. Y no hay frase mejor para definir los cuentos de este libro.
El cuento de nunca acabar Carmen Martín Gaite, 1983
Todos los libros de Carmen Martín Gaite son tan sabrosos y vivos como una buena conversación. Y en El cuento de nunca acabar reflexiona sobre su oficio y el arte de narrar. Escribir es para la autora salmantina la búsqueda de un interlocutor providencial capaz de hacernos decir lo insospechado y relacionarnos con lo que desconocemos. Escribir es volver a pensar: hablar sin descanso para poder contemplar mientras lo hacemos el rostro de quien nos escucha.
Guía espiritual de CastillaJosé Jiménez Lozano, 1984
La Castilla de este libro no es la Castilla dominadora e ignorante denunciada por Machado sino la Castilla europea de la romanización de Cluny y del Cister, y de las alianzas con Aragón y Cataluña; la tierra que creó el mudéjar y dio lugar a un estilo de vida nuevo, nacido de ese cruce de lo cristiano con lo arábigo y luego con lo hebraico. En uno de sus poemas José Jiménez Lozano habla de la nieve y la escarcha, las tardes rojas y doradas, el canto del cuco, los ojos y las manos de los hombres, el traqueteo del tren, los relatos y pinturas de los hombres, y concluye: "Todo esto hay que pagarlo con la muerte. / Quizás no sea tan caro". Estos versos resumen la obra de su autor.
Hay másFrancisco Pino, 1989
Francisco Pino escribió Hay más a la muerte de su mujer. Es uno de los poetas más inclasificables y libres de nuestra literatura. Un poeta lírico, jubiloso, siempre lleno de deseo y de gozo de vivir. Su pensamiento no teme la paradoja, ni rehúye las contradicciones, de forma que puede mostrarse a la vez cómico y trágico, meditativo y jubiloso, místico y terreno, devoto de la Virgen y del dios Pan. "Así viví los años, sin vivirlos, / ajustado a los peces y a los mirlos, / a los deslices y a los silbos varios. // Jamás supe si fui diamante o turba / transparente o tupido, recta o curva; / sé que viví sólo de adversarios". Para Pino "la poesía es susto, caminar sobre un alambre expuesto a caerte, a no ser nadie".
Libro del fríoAntonio Gamoneda, 1992
"No hay otra obra poética entre nosotros tan transida de frío ni tan consciente del miedo", ha escrito Carlos Piera de la obra de Antonio Gamoneda. Pocas obras han sido tan sensibles como la suya al espectáculo y al desamparo de la belleza. "He atravesado las cortinas blancas: / ya sólo hay luz dentro de los ojos", es el estremecedor final de Libro del frío. Para Antonio Gamoneda la relación del poeta con el mundo no es de usufructo sino de asombro y responsabilidad, por eso en un poema de Blues castellano define el amor como un "deber desconocido".
Razón de nadieJosé-Miguel Ullán, 1994
Recibir lo que no se espera, eso es la poesía para José-Miguel Ullán. De ahí su atención no sólo a las grandes obras de la literatura y la pintura, sino también a lo aparentemente más insignificante: las letras de la canciones populares, las conversaciones de los adolescentes y los tenderos, los deslices en los artículos de los periódicos. Ullán nos pide que abandonemos nuestras certezas y entremos en el bosque vivo de los signos. Su poesía nos hace ver el mundo como un lugar lleno de señales, un lugar presidido por el Eros. Por eso María Zambrano dijo que era un cantor: un ser viviente entre tanto simulacro de vida.
La ruina del cieloLuis Mateo Díez, 1999
La ruina del cielo es la segunda novela del ciclo de Celama, un lugar imaginario que resume el mundo novelesco del escritor leonés. Su protagonista es un médico que escribe un obituario sobre todos los enterrados en el cementerio del pueblo. Es una estremecedora metáfora del pasado y de la pérdida, del paso del tiempo, de la liquidación de ciertos modos de vida y del sentido último de la vida y la muerte.

The Secret Lives of Nations

The Secret Lives of Nations/By Paul W. Schroeder, a professor emeritus of history at the University of Illinois Urbana-Champaign and the author of The Transformation of European Politics, 1763-1848
THE NEW YORK TIMES, 03/12/10;
While it is too soon to offer any meaningful perspective about the impact of the WikiLeaks disclosures on American foreign policy, it is not too early to reflect on what the leaked diplomatic cables say about the public’s understanding of how diplomacy works.
WikiLeaks’s justification for releasing confidential State Department materials is that the more the public knows about how our government conducts its foreign relations, the better the outcome will be. This is an old idea: Woodrow Wilson advocated “open covenants of peace, openly arrived at.” But history also shows that open diplomacy is often fatally flawed.
Secrecy is an essential part of any negotiation: no corporate merger, complicated legal settlement, amicable divorce or serious political compromise could ever be reached without a reliable level of confidentiality.
But secrecy is nowhere more essential than in foreign relations. For example, had the various diplomats negotiating the end of the cold war and the unification of Germany had to deal with public revelations of the disagreements, half-baked proposals and reckless language in their internal communications — like Margaret Thatcher’s opposition to German unification versus Helmut Kohl’s determination to achieve it — substantive talks would have been impossible.
Secrecy was likewise vital after World War I. After a series of debilitating leaks, the leaders of the four primary victors — Britain, France, Italy and the United States — abandoned their policy of open diplomacy and went into closed sessions. Only then were they able to navigate the difficult details of the Treaty of Versailles and reach a final, if relatively short-lived, peace.
The WikiLeaks disclosures have been praised by many who believe that they will allow the public to hold the government more accountable and thus improve American foreign policy. On the contrary, leaks like this simply make those in power retreat further into the shadows to defend themselves and their positions. Consider how Richard Nixon and Henry Kissinger cut off all but their inner circle of advisers after the Pentagon Papers were published.
To be fair, there can be value in strategically timed leaks. For example, in 1870 Otto von Bismarck, Prussia’s minister-president, leaked a confidential dispatch by King Wilhelm I about his meeting with the French ambassador. Bismarck had edited the document to give the impression that France had made unacceptable demands of the king (which was true) and that Wilhelm had rudely shown the ambassador the door (which was not).
Bismarck’s move put both countries’ honor on the line and aroused nationalist passions on both sides, escalating an existing crisis into a war that ended in a total Prussian victory, one that fulfilled Bismarck’s goal of increasing Prussian power in Central Europe.
Whatever one thinks of Bismarck’s aims, his calculated, targeted leak served his purposes well. But releasing confidential diplomatic correspondence to influence foreign relations, whether it’s done by governments or by unauthorized individuals, is like using dynamite in a construction zone. Carried out by experts after a careful analysis of the risks involved, it may be effective, like blowing off part of a hillside to build a road.
But the WikiLeaks disclosure, on a scale that, to my knowledge, is historically unprecedented, is totally different — more like the work of irresponsible amateurs using dynamite to expand a tunnel that also contains, say, a city’s electrical lines. The leaks will probably not cause war or even a serious crisis, but they will badly damage America’s diplomatic machinery, processes and reputation.
None of this means that diplomatic correspondence and negotiations should remain secret forever. But except in special instances, confidential communications ought to be released only after passions have settled and scholars can examine the records in fuller context.
Especially in a democracy, the goal of negotiations should be to quietly reach an agreement, followed by ratification or rejection by elected legislators. In other words, open covenants of peace, secretly arrived at.

Do You Want to Know a (Top) Secret?

Do You Want to Know a (Top) Secret?/ By Eric Alterman, professor of English and journalism at the City University of New York. His books include When Presidents Lie: A History of Official Deception and its Consequences THE NEW YORK TIMES, 03/12/10):
From the standpoint of traditional post-Pentagon Papers, post-Watergate journalism, the decision by The New York Times, along with the Guardian, Le Monde, El Pais and Der Spiegel, to publish news stories based on the purloined State Department documents made available by WikiLeaks was really no decision at all.
News organizations are in the business of publishing news. They can exercise their judgment with regard to whether, in exceptional circumstances — usually those regarding potential loss of life — news might be redacted, delayed or, on extremely rare occasions, permanently withheld. But the likely embarrassment to individuals, or inconvenience to U.S. diplomats, does not even begin to approach this bar.
The manner in which the newspapers received the information is really not that special, either. The press is always attacked for publishing leaks, but the attackers almost always pick the leaks of which they happen to disapprove.
The conservatives who criticize the publication of the WikiLeaks material were not heard complaining when President George W. Bush and his national security team provided Bob Woodward and his coauthor, Dan Balz, with notes and minutes of still-secret National Security Council proceedings regarding the most sensitive matters of U.S. war planning and intelligence collection.
Similarly it was liberals, not conservatives, who took the Bush administration officials to task for leaking the identity of C.I.A. agent Valerie Plame in order to discredit the information provided by her husband, Joseph Wilson.
What is different about the WikiLeaks data is the scale of the leak, the motive of the leaker, and the manner in which it was ultimately made available.
The traditional motive for a high official to orchestrate a leak is to attempt to control the media narrative. That’s what President Bush and Karl Rove were doing, and what Daniel Ellsberg did decades earlier when he gave the Pentagon Papers to The New York Times.
But in the case of the WikiLeaks material, the trove of information is so enormous and contains so many stories of real import and/or prurient interest that there is no single narrative to control — nor any means to do so. The target is not any U.S. policy or even the U.S. government. It is secrecy itself.
In this respect, the mainstream media institutions are actually playing a far more useful role than they have in many past cases — including, in particular, the run-up to the war in Iraq. The sheer size of the data drop, coupled with the lack of deadline pressure, allowed editors to present what would have been an unmanageable mountain of material in a careful, considered and (partially) contextualized manner.
It also gave the State Department plenty of time to identify which cables were genuinely deserving of continued secrecy. On the basis of State’s suggestions, according to Times Executive Editor Bill Keller, the paper “edited out any information that could identify confidential sources — including informants, dissidents, academics and human rights activists — or otherwise compromise national security.”
At the same time, the technological advances that make possible the publication of the documents demonstrate the loss of power and influence of these institutions.
One reason that nobody has ever leaked on this scale before is that nobody could have transported, much less published, 250,000 documents containing who knows how many (millions of?) pages.
When Ellsberg provided his copies of the Pentagon Papers — a fraction of the size of this document dump — first to The Times and then the Washington Post, one of his biggest concerns was how to store and copy the documents without being discovered and arrested.
Today, the digitization of information has empowered “citizen journalists” like the folks at WikiLeaks to actually determine the agenda of the mainstream media — and of world governments — to a degree most of us are only beginning to understand.
The fact is that if The Times and the other papers had, for whatever reason, declined to play along with WikiLeaks, the material would still have been published. But then we would all be talking about the growing irrelevance of the mainstream media in an age when guerrilla “journalists” can easily execute an end run around them. This has already happened many times, and it hardly serves the interests of the press once it is revealed.
So while it is understandable for Secretary of State Hillary Clinton and others to fulminate about the potential loss of confidence in U.S. diplomacy and the difficulties the leaked documents will undoubtedly cause, she — and everybody else attempting to keep secrets from the rest of us — need to understand that the game has new rules.
When 250,000 documents can be placed on a zip drive smaller than a popsicle stick, and thousands of citizen journalists are working to make it available to the public, then the guarantee of secrecy for any powerful institution is only a comforting fiction.
So far, in the case of WikiLeaks, those involved in the publication of the papers appear to have operated responsibly, given their respective motives for playing the game. But mainstream editors and reporters may be forgiven for wondering just how long they can remain central in dramas like this one. When the gate’s been toppled, how long does the keeper keep a job?

El cementerio de Praga de Eco

El misterio del agente provocador

JUSTO NAVARRO
Babelia; 04/12/2010;
Umberto Eco vuelve con El cementerio de Praga, su mejor novela desde El nombre de la rosa. Una narración histórica y un cuento filosófico-político que habla de asuntos actuales y de imposturas y estafas. Desenmascara la historia de Los protocolos de los sabios de Sión
Se llama Simone Simonini el héroe, por decirlo así, de la nueva novela de Umberto Eco, El cementerio de Praga, treinta años después de El nombre de la rosa. Sus iniciales, SS, parecen aludir al Servicio Secreto, o a las siglas de la Schutzstaffel, la Escuadra de Protección del partido nazi, las SS. Monstruo de Frankenstein, Simonini ha sido compuesto con retazos de varios individuos reales: agentes de los servicios secretos del Piamonte, Francia, Prusia y Rusia, traficantes de propaganda antisemita en la segunda mitad del siglo XIX. Único protagonista imaginario de El cementerio de Praga, resulta ser, nada menos, el germen de Los protocolos de los sabios de Sión. De la historia de Los protocolos ya se había ocupado Eco en El péndulo de Foucault (1988).
Simonini hace memoria en 1897, pero un Narrador poderoso se inmiscuye en su mundo para completar los acontecimientos rememorados confusamente. El falsario Simonini es de esos que necesitan olvidar muchas cosas, aunque un tal doctor Freud, al que abastece de cocaína, lo guíe en la operación de recordar. Ha usado tantas máscaras que le cuesta encontrar su cara. Se ha nombrado a sí mismo capitán, por "vagos lances militares en las filas de los garibaldinos en Sicilia". Y no miente en todo: asistió al combate por la unidad de Italia, agente al servicio de la policía piamontesa. A la sutileza propia del falsificador, Simonini añade su contundente capacidad para ejecutar acciones criminales, definitivas. Si el gran novelista y garibaldino Ippolito Nievo desapareció en 1861 en un naufragio, la fábula de Eco revela sensacionalmente que murió asesinado a la sombra del fatídico Simonini, su amigo íntimo.
Eco ha estudiado durante años el folletín decimonónico y la semiología de la falsificación, y entre esos dos universos imagina ahora a su personaje falsario y folletinesco. Lo sigue desde su Turín natal, aprendiz de un notario especialista en copias de documentos auténticos que por accidente nunca existieron, hasta el exilio glorioso en París, agente de tres imperios, misántropo, impotente y glotón. Fabricará pruebas e información para la policía, montará conspiraciones revolucionarias que provoquen la caída de los conspiradores y el amor del pueblo a los cuerpos represivos. De la mano de Simonini salió, por ejemplo, la carta falsa que sirvió para condenar por espionaje al capitán Dreyfus en 1894. Pero la mayor aventura de Simonini será su aportación al invento del complot judío contra la Europa cristiana.
El peso de la visión folletinesca del mundo lo calibraba Eco en El superhombre de masas (1976), cuando recordaba cómo Antonio Gramsci señaló el origen del superhombre nietzscheano no en el Zaratustra, sino en El conde de Montecristo, de Alejandro Dumas. El folletín se basa en la repetición de clichés, en el plagio, en el plagio del plagio. La aventura principal de El cementerio de Praga tiene su centro en un plagio que acabará convirtiéndose en Los protocolos de los sabios de Sión. Eco parte de un novelón real, Biarritz (1868), donde el autor, Hermann Goedsche, informador de la policía prusiana, imaginó que los rabinos de Europa se conjuraban en el cementerio judío de Praga para adueñarse del mundo. Goedsche plagiaba a Dumas y a Maurice Joly, autor de un libelo contra Napoleón III, en el que denunciaba los métodos bonapartistas para gobernar despóticamente a través del sufragio universal. Joly, a su vez, había plagiado a Eugenio Sue. Eco descubre por fin que el primer plagiario de Dumas y de Joly fue su Simonini, plagiado a su vez por Goedsche. Y no sólo eso: también le atribuye a Simonini el asesinato de Joly, a quien hasta ahora se consideraba un suicida.
Era la época en que la difamación antisemita empezaba a ser un negocio. En la fábrica de propaganda participaban curas, periodistas legitimistas, publicistas anticlericales reconvertidos en milagreros, vendedores de modas ideológicas, espías y estafadores a sueldo del zar y de las potencias europeas, incluido el Vaticano. La invención repugnante del judío deicida y asesino de niños bautizados contaba con la bendición papal. Alimentaba panfletos que, como folletines, cautivaban al público. El modelo de los mensajes políticos rotundos podría ser el folletín, tal como lo analizó Eco (1984) a propósito del Montecristo: apasionante, inmoderado en el uso de adjetivos, con "la fascinación de la desvergüenza". Lo primordial es ofrecer nociones simples y un enemigo al que odiar, porque el odio es el mejor aglutinante de los pueblos unidos.
Como es habitual en el Eco narrador, El cementerio de Praga funde con genio fábula y pensamiento, y humor, un humor de risa sombría y fondo horripilante. Hay páginas en que los documentos históricos se imponen sobre la fantasía, quizá porque se trata de materiales tan fabulosos e inverosímiles que, siendo verdaderos, merecen pertenecer al reino de la imaginación disparatada. La novela, sin embargo, es histórica, aunque sea también un cuento filosófico-político que habla de cosas actuales: agentes provocadores al servicio de los Estados, difusión de información falsa, prejuicios raciales y religiosos. Pensemos que ideas que hoy nos parecen criminales y monstruosas fueron, no hace mucho, ideas de masas, bendecidas y pagadas por los grandes poderes. La traducción de Helena Lozano Miralles es excepcional.

Nikolaus Harnoncourt

Nikolaus Harnoncourt El sonido más fiel

JESÚS RUIZ MANTILLA
Babelia, 04/12/2010;
Nikolaus Harnoncourt es un grande de la dirección de orquesta mundial y uno de los mayores intelectuales de la música. Con su formación, Concentus Musicus, devolvió la autenticidad y la esencia a la interpretación de la música antigua y barroca. Varias generaciones han seguido su estela. El libro La música es más que las palabras reúne toda su sabiduría.
Los preocupantes síntomas de hinchazón llevaron a Nikolaus Harnoncourt (Berlín, 1929) en los cincuenta a cambiar la historia de la música en la descorazonada Austria de posguerra. El entonces violonchelista había detectado un bulto romántico, según confiesa personalmente, el moratón repetitivo de un arte que había perdido carácter y corría el riesgo de infectar sin remedio los oídos del público con aburrimiento, programas previsibles y ejecuciones cansinas: Brahms y Beethoven; Beethoven y Brahms con un interludio de valses de Strauss por año nuevo.
Él no era ningún nombre de postín todavía. Un disciplinado e inquieto miembro de la Sinfónica de Viena que dirigía por aquel entonces Herbert von Karajan. Corrían tiempos en los que las batutas ni admitían discusiones, ni réplicas, ni preguntas. Así que Harnoncourt y sus amigos tuvieron que reunirse clandestinamente en su casa para llevar a cabo el milagro: crear una corriente de interpretación de la música barroca y antigua con instrumentos de época. Bach y compañía recuperados en su pura esencia. "Objetivarlo todo", como dice él en el libro La música es más que las palabras (Paidós).
Viena despertaba de la pesadilla monstruosa del nazismo entre guerras subterráneas de espías y añoranzas de un imperio que luego resultó rentable para el turismo. Pero seguía siendo el lugar donde casi siempre se había regenerado la música, a veces de forma violenta. Hoy, en el XXI, existen escuelas, grupos y miles de partituras recuperadas por todo el mundo gracias a esa revolución iniciada por él con su grupo Concentus Musicus.
En su ánimo imperaba la discusión, la obsesión por el debate. Los gérmenes de lo que luego le ha hecho pasar a la historia por sus discursos sabios y revolucionarios acerca de la interpretación. Entonces chocaba con las maneras dictatoriales de Karajan, a quien respetaba, por otra parte. Pero sobre todo con cierto conservadurismo que no podía combatirse. No se admitían peros. Esa era una actitud poco convincente con quien desde niño había aprendido a pensar por sí mismo precisamente por rebeldía. "Los directores entonces no admitían sugerencias. Yo hice tres preguntas en mi etapa de violonchelista y me respondieron: 'Porque lo digo yo'. Ahora, cuando me preguntan a mí contesto hasta que se me acaban los argumentos y si no convenzo, entonces admito mi equivocación y cambio de opinión".
A Harnoncourt, su paso por las Juventudes Hitlerianas -una obligación para los niños que no se podían permitir el lujo de quedar apestados- le enseñó a ponerlo todo en solfa. Tanto bramido, tanto dogma, le repelía. "Debía de obedecer, decir sí a cada orden, pero en mi interior me preguntaba constantemente: ¿y si en vez de sí es no?".
Era un niño sensible, obsesionado con los teatros de marionetas. "De haber comprobado que podía ganarme la vida con ello, me hubiese dedicado a eso", confiesa desde su casa del Tirol, rodeado de montañas nevadas que hoy ya no puede escalar, pero que aún le soplan el sonido acuchillado del viento. Pero fue la música la que le ofreció un futuro. La música que siempre estuvo ahí, compañera fiel.
Nunca imaginó que el destino le deparara un lugar así en la historia. Las inquietudes constantes le llevaron lejos. Desde aquellas reuniones ocultas para Karajan hasta su nombre reivindicado hoy como punto de referencia mundial, ha llovido. "No le decíamos a Karajan qué hacíamos. De mí, sabía que tocaba por entonces la viola de gamba y adoraba a Bach, pero todo era secreto".
Tanto que comenzaron a ensayar y a reunirse en 1953, pero vieron la luz por primera vez en 1957. "Fue muy difícil, entonces no existían los instrumentos que necesitábamos. Tuvimos que pedirlos prestados en los museos para ensayar", relata Harnoncourt. También decidieron leer y leer partituras. Despojarlas de las interpretaciones y los cambios que habían ido sufriendo con el tiempo. Volver radicalmente a la esencia, sobre todo con Bach, su obsesión, pero sin perder el ancla de su tiempo. "Decidimos que interpretaríamos a los barrocos, con toda su pureza, en el cincuenta por ciento de nuestro repertorio. La otra mitad sería para los creadores contemporáneos".
El Concentus Musicus de Harnoncourt se convirtió así en doble referencia. "Acudieron a vernos trabajar desde Stravinski a Hindemith, que, por cierto, eran mucho menos fieles a sus propias partituras que nadie. Cambiaban sus tempos como les venía en gana, no se atenían a lo escrito. Muy curioso".
Poco a poco fueron extendiendo una tela de araña que crecía, crecía y envolvía con una nueva dimensión la interpretación musical más antigua. La contradicción era gloriosa. El sonido puro más fiel a las épocas pasadas se revelaba como algo completamente nuevo. Un efecto de autenticidad impactante que convirtió aquella corriente en una religión de la que hoy son devotas tres generaciones de músicos. De Harnoncourt a Fabio Biondi, pasando por John Eliot Gardiner, William Christie, Jordi Savall, Ton Koopman...
Los lazos no tardaron en surgir. Primero llegaron los holandeses, con figuras como Gustav Leonhardt a la cabeza. A la larga, él ha sido más papista que el Papa. "Sé que al principio tuvo reparos conmigo porque había pertenecido a las Juventudes Hitlerianas, pero, una vez le aclaré que no había más opciones, nos hicimos amigos". Luego apenas ha habido tensión entre ellos pese a que Harnoncourt ha seguido con todos los repertorios de las épocas que le ha apetecido y el holandés, una especie de monje de clausura de la música antigua, no quiere saber nada de instrumentos más modernos que el clave o el órgano: "A Leonhardt, un piano le da miedo", asegura Harnoncourt. No puede entender que las partituras de Bach se adapten a un monstruo tan moderno.
Tampoco hace falta ser tan radical, cree el músico. "Yo lo soy, en muchas cosas, pero sé que nunca se puede lograr el cien por cien de los objetivos que se pone uno en la vida". Harnoncourt siempre ha sabido distinguir y entender lo que es sagrado o no lo es. Como las estructuras de pensamiento. Ambos campos se relacionan para el director.
La música que él ha resucitado está consagrada a la gloria de Dios. Fue el principal motor de Bach. "Entender que el arte es lo que nos hace humanos puede ser una especie de bendición relativa a un sentimiento religioso. No existe pueblo en la tierra, entre Siberia o África, que no consagre su creatividad a un sentido elevado. Siempre nos enfrentamos a un gran misterio sobre lo sagrado".
Las preguntas trascendentes nos diferencian de otras especies. "Creo que existen dos formas de pensamiento. La lógica y la fantástica. Un mono puede contar con la primera. Puede coger una piedra y partir una nuez. Es decir, utilizar la tecnología. Un mono podría fabricar un ordenador, pero no hacer un poema, para eso necesita el pensamiento fantástico. La música pertenece a este tipo de pensamiento".
Tampoco es que reniegue de los avances. Aunque sí ha llegado a una conclusión: "No creo en el progreso, pero sí en el cambio". Un matiz amplio que da para mucho, aunque las grandes preguntas, las grandes dudas en el arte permanecen intactas y sin posibilidad de resolución: "Desde los griegos, seguimos planteándonos las mismas cuestiones".
Después está la emoción. Y gran parte de la culpa de que el Concentus Musicus se pusiera en funcionamiento tuvo que ver con la búsqueda de nuevas sensaciones. "Cuando interpretábamos música barroca producía aburrimiento. Eso nos llevó a preguntarnos algo muy sencillo: ¿Por qué si al contemplar una escultura de Bernini nos pone los pelos de punta no nos sucede lo mismo con la música que se hacía en la época?".
La respuesta estaba clara. Cuando contemplaban una obra de arte lo hacían sin tapujos, transparentemente ante sus ojos, pero cuando escuchaban una partitura había sido tan despojada de su primitivo sentido, adaptada con tanto artificio a su tiempo, que había perdido la capacidad de emocionar.
Y esa búsqueda, para Harnoncourt, es intemporal. La concienzuda recuperación del pasado ha regenerado también la interpretación de todos los repertorios. También del romanticismo, periodo en el que este músico se centra sobre todo en su libro de entrevistas. En él realiza disquisiciones interesantes que abarcan la obra de Beethoven, Schubert o los Strauss. "El primero me parece un agitador de su época, un luchador por la libertad, el romántico de dimensiones heroicas, mientras que Schubert es el romántico pegado al alma, el de dimensiones íntimas y trágicas que no pudo llegar a escuchar sus sinfonías".
En cuanto a los Strauss, para Harnoncourt guardan una dimensión crucial en la identidad vienesa: "Cada ciudad interesante tiene su folclore, los Strauss y en cierto sentido también Schubert son folclore vienés sin que eso signifique que hicieran una música frívola o ligera, en absoluto".
***

Tres generaciones consagradas al barroco

AGUSTÍ FANCELLI 04/12/2010
La interpretación historicista de la música pretérita es sin duda el debate de mayor calado que ha conocido este sector de la cultura a partir de la segunda mitad del siglo XX. De hecho se trata de un debate que entronca directamente con la modernidad por lo que tiene en su origen de experimentalismo.
La interpretación historicista de la música pretérita es sin duda el debate de mayor calado que ha conocido este sector de la cultura a partir de la segunda mitad del siglo XX. De hecho se trata de un debate que entronca directamente con la modernidad por lo que tiene en su origen de experimentalismo. Solo que este, comparado con otros que no prosperaron, ha acabado por crear un nuevo público, es decir, un mercado dinámico y estable. ¿Cómo empezó todo? Nikolaus Harnoncourt, precisamente, ha reflexionado a fondo sobre el hecho de que, tan solo 200 años atrás, la música que se interpretaba y se escuchaba era la estrictamente contemporánea, mientras que la compuesta apenas unas décadas antes quedaba irremisiblemente arrumbada en el desván o, a lo sumo, reciclada como una extravagancia alla antica. Tenía que ser el historicismo romántico el que estableciera una nueva forma de aproximarse a ese repertorio como objeto de arte, portador de unos valores que volvían a conectar con el espíritu del hombre contemporáneo. Hay una fecha comúnmente citada como fundacional de esa inversión de óptica: la dirección de Felix Mendelssohn, en Berlín, en 1829, de la olvidada Pasión según san Mateo de Bach. Esa fue la punta de lanza destinada a atravesar el siglo XX: en su estela, a partir de los años treinta, Pau Casals normalizó las Suites para violonchelo como repertorio de concierto, mientras que Wanda Landowska haría lo propio con las Variaciones Goldberg. Ese afán por el redescubrimiento llega reforzado hasta nuestros días y en este sentido cabría concluir, con Adolfo Salazar, que seguimos siendo deudores del Romanticismo. Ahora bien, a partir de la década de los años cincuenta, en consonancia con el creciente interés que en todas las disciplinas artísticas suscita la cuestión del lenguaje, se introduce un nuevo cambio de perspectiva con el repertorio antiguo. La operación no es ya la de acercar el pasado a la sensibilidad contemporánea, sino al revés, de conducir a esta hasta un supuesto "sonido original" construido científicamente, es decir, previo contraste de fuentes, pormenorizado análisis de la partitura e investigación profunda de los instrumentos de época. Los dos grandes padres fundadores de esta tendencia fueron Harnoncourt y Gustav Leonhardt cuando acometieron la grabación de las cantatas de Bach. Esa operación revolucionaria suscitó un encendido debate entre apocalípticos e integrados: los primeros despreciaban la frialdad de laboratorio de esas interpretaciones y las pocas concesiones a la emoción que se permitían, al tiempo que los segundos defendían sus postulados como la única verdad revelada.
¿Qué ha ocurrido después? Pues que el oído del público ha aprendido a escuchar el "nuevo sonido original" y lo ha hecho mayoritariamente suyo. Ello ha sido posible gracias a la segunda generación de intérpretes con instrumentos originales, nacidos a partir de los cuarenta, como Ton Koopman, Christopher Hogwood, Eliot Gardiner o Jordi Savall. Este último sintetiza mejor que nadie el boom de esta música cuando, en 1991, recupera el repertorio para viola de Sainte-Colombe y Marin Marais (siglo XVII) para la película Tous les matins du monde, de Alain Corneau. Esa música, como el gregoriano de los monjes de Silos, se convirtió por esos años en un inesperado fenómeno de masas que entró incluso en las discotecas a la hora del cierre.
¿Dónde estamos ahora? Para la tercera generación de intérpretes de música antigua la discusión lingüística ha quedado definitivamente atrás. Se acercan al repertorio sin complejos, con la misma tenacidad que sus predecesores para volver a la luz las obras que lo merecen, pero con menos remilgos filológicos y restricciones interpretativas a la hora de consignarlas. Y si las dos primeras generaciones pertenecieron mayoritariamente al centro y el norte de Europa (no se olvide que Savall se formó en Basilea), la tercera ha ampliado hacia el sur su radio de acción. Dos casos han sido modélicos en la recuperación del repertorio barroco de sus respectivos países: el italiano Fabio Biondi, que se formó, entre otros, con Savall e intervino en la banda sonora de Tous les matins du monde, por la misma época en que fundaba su grupo Europa Galante; y el español Eduardo López Banzo, que estudió en Ámsterdam con Leonhardt y a su regreso en 1988 fundó el grupo Al Ayre Español. Son dos ejemplos vivos de que la música interpretada con instrumentos originales no ha dicho aún su última palabra. Pero para que ello sea posible hizo falta que una primera generación rompiera el hielo, ni que fuera con las armas de la intransigencia.

Assange

El acoso a Julian Assange; "Ni un solo individuo ha sido perjudicado por nuestras filtraciones" Julian Assange minimiza las amenazas de muerte recibidas y asegura tener más información, imposible de descifrar, que saldrá a la luz si algo le sucede

PATRICIA TUBELLA - Londres -
El País, 04/12/2010
Julian Assange minimiza las amenazas de muerte recibidas y asegura tener más información, imposible de descifrar, que saldrá a la luz si algo le sucede
"Si tal como alega el Pentágono, el joven soldado Bradley Manning está detrás de las filtraciones, entonces se trata sin duda de un héroe sin parangón", declaró ayer Julian Assange sobre el hombre a quien Estados Unidos señala como responsable de la filtración de más de 250.000 cables secretos de su servicio diplomático. Assange, fundador de Wikileaks y hoy por hoy el hombre más buscado por la Interpol, no solo ha confirmado que tiene su refugio en el sur de Inglaterra, con el conocimiento de Scotland Yard, sino que ayer pudo responder a las preguntas de los internautas, canalizadas por el diario The Guardian, uno de los cinco medios que han tenido acceso a los documentos clasificados.
"Hemos intentado destacar el papel de nuestras fuentes, de quienes realmente se arriesgan y sin cuyos esfuerzos los periodistas no serían nada", subrayó el periodista y antiguo hacker (pirata informático) australiano sobre el mérito de unas revelaciones tildadas por Washington de "ataque contra la comunidad internacional". Acosado por la justicia sueca, que le reclama como sospechoso de varios delitos sexuales, y objeto de una orden internacional de arresto que podría ejecutarse en cualquier momento, Assange consiguió finalmente participar en una entrevista digital plagada de reveses técnicos. Las dificultades de los usuarios para participar generaron una cierta psicosis de cerco digital, cuando la compañía californiana EveryDNS.net acababa de anunciar el cierre del dominio del portal de Wikileaks en EE UU, siguiendo los pasos de Amazon. Pero frente a las teorías de la conspiración, el diario británico los atribuyó simplemente al enorme tráfico de preguntas.
Inquirido sobre si va a ser capaz de ganar esta "guerra" que le ha enfrentado con el establishment político de medio planeta, Assange esgrimió, a modo de defensa o amenaza, que Wikileaks posee información adicional a la ya filtrada, que ya ha puesto en circulación con un código encriptado "imposible de descifrar". Esa "póliza de seguro", según su propia descripción, saldrá a la luz si algo le sucede a él o a algún otro responsable del portal de Internet que dirige.
Ante aquellos que ayer le reprocharon estar poniendo en peligro a los informantes de otros países que colaboran con Washington -entre ellos un internauta que fue miembro de la diplomacia británica-, el australiano respondió que en los cuatro años de historia de Wikileaks no ha habido un solo caso en que alguna persona haya resultado dañada a raíz de los documentos revelados por el sitio: "En ese sentido, organizaciones como el Pentágono no han conseguido aportar argumentos creíbles sobre un solo individuo que se haya visto perjudicado a raíz de nuestras actividades".
Parapetado en una "localización secreta", después de haber recibido amenazas de muerte, Assange considera que ese riesgo se ha minimizado algo por ser "del dominio público". "Estamos adoptando", añadió, "las precauciones apropiadas hasta el extremo de que somos capaces cuando se trata de lidiar con una superpotencia". El jefe de Wikileaks ha sugerido en repetidas ocasiones que la persecución de la que es objeto por parte de la justicia sueca (que no ha formulado ningún cargo en su contra) es en realidad una represalia por las actividades de su portal de Internet.
En ese sentido, aseguró que en los últimos años el sitio Wikileaks se ha alojado de forma deliberada en plataformas donde pueden presentarse contradicciones por parte de quienes supuestamente defienden la libertad de expresión, mientras lo que hacen es limitarla: "Amazon es uno de estos casos". La nueva dirección suiza a la que Wikileaks ha recurrido tras su desalojo de Estados Unidos pertenece al Partido Pirata Helvético, cuyo presidente, Daniel Simonet, cerró el acuerdo con Assange en un encuentro el pasado noviembre.
Coincidiendo con la entrevista digital, el abogado de Assange en Reino Unido, Mark Stephens, aseguró ayer que la policía británica todavía no le ha confirmado la recepción de la segunda orden de arresto emitida por las autoridades suecas el pasado jueves. "No tengo ninguna indicación de que [Scotland Yard] quiera establecer contacto por el momento con Julian", manifestó, sugiriendo que su cliente no va a ser detenido mientras no abandone su escondite. El visado que permite a Assange permanecer en territorio británico expira la próxima primavera. "¿Piensa regresar a su Australia natal?", le preguntó uno de los lectores de la edición digital de The Guardian. La respuesta del interpelado recoge una dura crítica hacia el nuevo Gobierno laborista australiano, recién elegido en las urnas: "Soy ciudadano australiano y echo muchísimo de menos mi país. Sin embargo, durante las últimas semanas, la primera ministra, Julia Gillard, y el fiscal general, Robert McClelland, han dejado claro no solo que mi regreso es imposible, sino que están trabajando de forma activa para ayudar a la Administración estadounidense en sus ataques contra nuestra gente y contra mí mismo".
El foro digital reservó incluso espacio a las obsesiones de algunos internautas con los ovnis. "Mucha gente rara nos manda correos electrónicos sobre el tema, pero ninguno de ellos ha cumplido hasta la fecha dos de nuestras reglas para su publicación: que los documentos no hayan sido redactados por quienes los envían y que se trate de originales", explicó el responsable de Wikileaks. Pero, al tiempo, consiguió dejar su audiencia en vilo al constatar: "En partes todavía no publicadas de los documentos del Departamento de Estado, sí existen referencias a los ovnis". La posibilidad de destapar nuestros secretos parece, en definitiva, infinita.