27 nov 2008

Anna

Politkovskaya llevaba cinco años recibiendo amenazas del Estado
Los hijos de la periodista rusa asesinada en 2006 declaran ante el tribunal militar que juzga el caso
EFE - El País, Moscú - 27/11/2008
"Mamá intentaba protegernos de esas informaciones y sólo las compartía con personas de confianza de la revista 'Nóvaya Gazeta'", ha señalado Iliá Politkóvski, hijo de la periodista, citado por las agencias rusas. Iliá, que también ejerce como periodista en ese semanario, ha insistido ante el juez que su madre "cubría muchos temas, incluidos Chechenia y el Ejército, pero en general todos los temas que requerían investigación".
La periodista había confesado en varias ocasiones haber recibido amenazas de muerte de los servicios secretos rusos, el Ejército y otras agencias de seguridad del Estado a las que había criticado con dureza en sus artículos.
Su hijo, que ha desvelado que había hablado por teléfono con ella cuando se encontraba en la tienda minutos antes de su muerte, señaló que su madre "era rusa y también estadounidense". "Mi abuelo y abuela, sus padres, trabajaron en la ONU, por lo que ella nació allí", ha comentado.
A su vez, la hija ha señalado que su madre le advirtió que "veía gente extraña en el portal que no había visto antes y que tuviera cuidado". "Eso significa que ella vio algo. Había escrito muchos artículos por los que su seguridad podía estar amenazada y ella era consciente de ello", dijo Vera Politkóvskaya. Una semana antes del asesinato, se había trasladado a vivir con su madre, ya que estaba embarazada de más de tres meses. El día de la muerte de Anna Politkóvskaya, Vera se levantó a las 12:00 de la mañana, salió de casa y habló por teléfono en varias ocasiones con su madre, la última en torno a las 15:30, cuarenta minutos antes del asesinato. La noticia sobre el asesinato se la dio su hermano Iliá que le llamó por teléfono y le dijo: "Han matado a Mamá".
Durante la vista de hoy la Fiscalía ha mostrado al jurado popular las fotografías extraídas del vídeo de seguridad situado en el portal del domicilio de Politkóvskaya. Al parecer, el asesino entró en el portal diez minutos antes que la periodista, le disparó cinco balas y, seguidamente, se dio a la fuga. El presunto autor material del crimen, identificado como el chechén Rustam Majmúdov, es objeto de búsqueda y captura internacional desde hace varios meses.
Por otra parte, el juez del Tribunal Militar de la región de Moscú, Yevgueni Zubov, que preside el juicio, se ha negado a renunciar pese a las acusaciones de parcialidad vertidas por la Fiscalía. Zubov revisó esta semana su decisión anterior de que las vistas se celebraran a puerta cerrada, por lo que se permitió la comparecencia de la prensa en la sala durante el proceso.
Mientras, la fiscal Vera Pashkóvskaya mantiene que es indispensable celebrar el juicio a puerta cerrada, ya que "en siete de los 49 tomos de la investigación hay materiales considerados secretos de Estado". El asesinato de Politkóvskaya, que nació en Nueva York en 1958, fue perpetrado en Moscú cuando la periodista preparaba un artículo sobre las torturas sistemáticas en Chechenia, que fue publicado por sus compañeros cinco días después de su muerte.

Bombay

Bombay, de nuevo/Editorial
Publicado en El País, 28/11/2008;
El terror masivo (más de 100 muertos y de 300 heridos) ha llegado de nuevo a Bombay, la capital económica de India, después de golpear en los últimos meses otras ciudades del país, ante la incapacidad del Gobierno de Delhi para prevenir los atentados o descifrar su origen. Una espesa niebla oculta el fenómeno, pese a ser India, donde han perecido más de 500 personas en los dos últimos años, una clara víctima del azote terrorista. Rutinariamente, como ayer hizo el acosado primer ministro Manmohan Singh, el Gobierno atribuye las sucesivas matanzas a fanáticos islamistas organizados en países vecinos, en referencia a Pakistán, el enemigo histórico. En muy escasas ocasiones, si alguna, se consigue probar algo concluyente, en parte por incompetencia policial, en parte por una inextricable jungla legal.
Todo sugiere, sin embargo, que India, acostumbrada a combatir separatismos y guerrillas locales, afronta su propio terrorismo islamista, cuando no otro incipiente inspirado por el fanatismo hindú. Las bombas de septiembre en Delhi, con decenas de muertos, anunciadas previamente, fueron reivindicadas por unos desconocidos Muyaidines Indios, de los que no había noticia hace un año, que se atribuyeron también las matanzas de Jaipur, en mayo, 63 víctimas, y de Ahmadabad, en julio. Algunos de los arrestados tras este último rosario de ataques confesó haber recibido entrenamiento en campos indios, en Kerala y Madhya Pradesh.
Los sangrientos asaltos de Bombay (donde en 2006 murieron 180 personas por bombas en los ferrocarriles), dirigidos contra occidentales y ejecutados con una disciplina y sincronía propias de una organización elaborada, han sido reclamados por otro grupo muyaidin semidesconocido, que ya en septiembre avisó de que vengaría los excesos policiales contra los musulmanes en la megalópolis.
No es difícil reclutar fanáticos en un país con más de 130 millones de musulmanes, postergados en casi todo y que se sienten amenazados por otra creciente violencia extremista, de signo hindú, la que implícitamente alienta el Bharatiya Janata (BJ), el gran partido rival del gobernante del Congreso. El BJ predica una India hindú (el 80% tiene ese credo) y se desliza hacia un fundamentalismo de imprecisas fronteras con la violencia.
La idea de que musulmanes indios, siguiendo pautas de Irak o Afganistán, abracen el terrorismo es la peor de las pesadillas para un Gobierno ineficaz y en declive, que afronta unas elecciones generales y que a estas alturas carece de un organismo federal que coordine la lucha en ese terreno. Pero los islamistas que han descoyuntado Pakistán pueden acabar llevando el caos a un país como India, emergente potencia planetaria y nuclear, con crecientes lazos con EE UU y una formidable minoría musulmana. La considerada mayor democracia del mundo debe poner en juego muchos más medios y voluntad política para hacer de la lucha antiterrorista una de sus prioridades absolutas.

Terror en La India

El Ejército indio irrumpe en los edificios controlados por los terroristas
Fuerzas de élite saltan desde un helicóptero al tejado de la residencia judía, donde hay diez ciudadanos israelíes secuestrados.- Efectivos militares irrumpen en el hotel Oberoi, en cuyo interior continúan dos españoles
ELPAÍS.com / AGENCIAS - Madrid / Bombay - 28/11/2008
Soldados del Ejército indio han entrado de forma simultánea esta madrugada en el hotel Oberoi y en la residencia judía Nariman House, los dos edificios de Bombay que aún se hallan en manos de los terroristas y donde continúan secuestradas unas 180 personas. La capital financiera de India continúa viviendo momentos críticos, después de que el miércoles unos 25 terroristas de la organización islamista Deccan Muyahidiny, que ha reivindicado las acciones, asaltaran dos hoteles de lujo de la ciudad, el Oberoi y el Taj Mahal.
Por una parte, efectivos militares han saltado desde un helicóptero al tejado del Nariman House, en cuyas inmediaciones se ha oido un fuerte tiroteo, según testigos citados por la agencia Reuters. En este complejo residencial, que posee una sinagoga en su interior, unos seis terroristas mantienen retenidos a diez ciudadanos israelíes.
Mientras tanto, el Ejército ha irrumpido en el hotel Oberoi, donde permanecen atrapadas unas 170 personas, entre las que se encuentran dos empresarios españoles, Álvaro Rengifo, de Isolux, y Alejandro de la Joya, de Ferrovial, que habían viajado con las delegaciones madrileñas. Tras la ofensiva lanzada por las fuerzas locales, que combaten planta por planta y habitación por habitación para recuperar el control de edificio, 39 personas han sido liberadas en este hotel.
Los dos españoles retenidos pudieron comunicarse mediante teléfonos móviles con sus empresas y con las autoridades, quienes les recomendaron permanecer en el interior de sus habitaciones hasta que se haya controlado la situación. El resto de los miembros de las delegaciones empresariales madrileñas están concentrados en el hotel Hyatt Regency, ubicado junto al aeropuerto internacional de Bombay. El ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, ha comunicado este jueves que un avión español
viajará "cuanto antes" a la India para repatriar a los españoles.
El otro hotel asaltado, el emblemático Taj Mahal, de 105 años de antigüedad, se encuentra ya bajo control del Ejército indio y los rehenes allí retenidos han sido liberados. Sin embargo, algunos testigos informan que aún pueden escucharse disparos en la zona. La mayoría de los terroristas implicados en el ataque a este complejo, que ofrecieron una fuerte resistencia, han muerto tras los enfrentamientos con las fuerzas de seguridad.
Tres de los terroristas detenidos en el transcurso de la contraofensiva del ejército indio han confesado ser miembros de la célula rebelde con base en Pakistán, Lashkar-e-Taiba (Ejército de los Puros), según ha informado el diario 'Hindu'. Lashkar-e-Taiba, uno de los grupos milicianos islamistas más influyentes en Asia, había negado este jueves su implicación en los atentados.
El primer ministro, Manmonah Singh, en una comparecencia ante la nación, ha condenado los ataques y ha manifestado que su Gobierno tomará "las medidas necesarias para defender la seguridad" de los ciudadanos. Además, ha señalado a terroristas llegados de fuera del país como responsables de la matanza. Algunas fuentes militares apuntan directamente a Pakistán, aunque ese país niega las acusaciones.
Víctimas de varias nacionalidades
Entre el más de centenar de muertos en esta oleada de ataques hay varios extranjeros, entre los que se ha confirmado la presencia de un ciudadano británico, cuatro australianos, un italiano y un japonés. Además, el Departamento de Estado de EE UU ha informado de que hay tres norteamericanos entre los heridos. Entre los heridos por los ataques se encuentra un matrimonio español, formado por Rafael Deaux y María Rosa Romero. Ambos continúan hospitalizados con pronóstino leve y su salud no corre peligro.
En los sucesos
se han visto envueltos la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, y la delegación que la acompañaba en su visita, junto a un grupo de parlamentarios europeos entre los que se encontraba el español Ignasi Guardans (CIU). Aguirre, que ha salido ilesa -así como Guardans-, fue evacuada de la zona de conflicto y ha llegado este jueves por la mañana al aeropuerto de Barajas (Madrid).

Terror en Bombay



Grupos de terroristas fuertemente armados asaltaron el miércoles por la noche en ataques coordinados, entre ellos dos hoteles de lujo, un centro judío, un popular restaurante y una terminal de trenes llena de público en la capital financiera de India, con un saldo de por lo menos 125 personas muertas y más de 300 heridas.
El ataque múltiple comenzó poco después de las diez de la noche, cuando varios hombres armados con rifles Kalashnikov atacaban la principal estación de ferrocarril de Bombay, abriendo fuego contra los pasajeros en el principal vestíbulo de la estación y lanzando granadas. Mientras tanto, se producían también tiroteos en el hospital Cama y un taxi bomba explotaba en el sudeste de la ciudad. En la bahía de Bombay, se registraban entonces los ataques a dos de los más lujosos hoteles.
Un día después de la muerte de al menos 125 personas, —entre ellos, de cuatro y a docena de extranjeros, según las distintas fuentes— a causa de una serie de atentados coordinados en Bombay, la capital financiera de la India. Un grupo de terroristas poco conocido llamado Deccan Muyaidín se ha atribuido los ataques; el término significaría combatiente musulmán o combatiente por el Islam.
Más de 24 horas después de los primeros disparos y explosiones, esta es la situación en los escenarios que comenzaron a ser atacados en la noche del miércoles:
i) Las fuerzas de seguridad trabajan en el asalto de un centro judío sitiado por los terroristas. Siete personas ya han sido liberadas en ese edificio.
ii) Decenas de clientes continúan atrapados en el interior de los hoteles Taj Mahal y Oberoi/Trident. La mayoría, escondidos y con temor a salir porque desconocen de dónde proceden los tiros o si tendrán protección policial.
iii) La policía ha informado de que ha liberado a otras 39 personas del Oberoi.
iv) Los servicios de espionaje paquistaníes niegan la implicación en los ataques, tal como ha sugerido el Gobierno indio.
Hasta ahora, las fuerzas de seguridad afirman haber matado a siete hombres armados, además de detener a nueve sospechosos. Doce agentes han muerto, entre ellos el jefe antiterrorista de Bombay.
Las operaciones de las fuerzas de seguridad indias se centran ahora en rescatar a las personas que permanecen en sus habitaciones y las que se encuentran retenidas en el centro religioso judío de Nariman House, donde las autoridades creen que los terroristas tomaron a un rabino como rehén.
Unos 100 miembros de los comandos de élite llevan a cabo el asalto al centro judío, donde están encontrando resistencia armada.
Se cree que entre tres y seis terroristas permanecen aún parapetados en el edificio.
Los agentes están rastreando los hoteles, habitación por habitación, para asegurarse de que ningún terrorista ha quedado escondido.
Los incendios que aún persisten en el interior del edificio hacen que esta operación deba ser llevada a cabo con cautela.
Y es que pese al aparente control de la situación, durante la tarde continuaban oyéndose tiroteos y explosiones de origen desconocido en estos tres lugares, informa CNN.
La policía india aseguró haber interceptado conversaciones provenientes del interior del centro judío Nariman House en las que se oye a personas hablar en punjabí, un idioma que se habla en el norte de Pakistán.
Todo apunta a Paquistán.
India está convencida de que los terroristas tienen "conexiones con el exterior". El primer ministro hindú, Manmohan Singh, acusó a grupos militantes de los países vecinos, una expresión que suele emplearse para apuntar a Pakistán o Banglaesh. "Es evidente que el grupo que llevó a cabo los ataques, con base fuera del país, vino con la única intención de crear el caos en la capital comercial del país. Los ataques, bien planeados y orquestados, probablemente con conexiones externas, tenían la intención de crear una sensación de terror al elegir objetivos de perfil alto", ha dicho el primer ministro.
En la misma línea, un alto responsable militar indio aseguró que los autores de los atentados provienen de Pakistán, informa la agencia France-Presse.
Sin mencionarlo, Singh estaba apuntando el dedo hacia el vecino Pakistán, con quien tiene conflictos abiertos, como el fronterizo de Cachemira, que ha originado ya violencia y atentados. Hoy, ha quedado suspendido un encuentro entre los ministros de Interior de ambos países. También en otras ocasiones ha acusado a Bangladesh, cuya población es mayoritariamente musulmana, de actos terroristas.
Con esta declaración, el primer ministro niega implícitamente credibilidad al grupo integrista islámico Deccan Muyaidín, una organización desconocida que toma su nombre de una meseta del sur de la India y que anoche reivindicó los atentados en un mensaje remitido a varios medios de comunicación. Según informan los medios locales, los terroristas llegaron en botes a las playas de Bombay, desde donde se desplegaron por la ciudad, lo que reforzaría la idea de su procedencia foránea.
Sin embargo, el ministro de Exteriores paquistaní, Shah Mehmud Qureshi, ofreció su cooperación a la India e insistió en que el Ejército está combatiendo a los extremistas en su territorio. Pakistán advirtió el jueves a la India que no le culpe de tener vínculos con los ataques terroristas en Bombay alegando que de hacerlo, "destruiría toda la buena voluntad" entre los dos vecinos.
Condena mundial a los atentados
El secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, condenó los atentados cometidos y llamó a castigar a los culpables.
En tanto, el presidente electo estadounidense Barack Obama dijo que EE UU debe trabajar para estrechar sus vínculos con India y otras naciones para ‘‘eliminar de raíz y destruir a las redes terroristas''. "Estos ataques coordinados contra civiles inocentes muestran la amenaza grave y urgente que representa el terrossimo'', dijo en un comunicado. Obama se comunicó telefónicamente con la secretaria de Estado Condoleezza Rice para mantenerse al tanto de la situación. También se puso en contacto con el embajador estadounidense en India, Ranendra Sen.
En Washington, la Casa Blanca y el Departamento de Estado condenaron enérgicamente los ataques, el presidente George W. Bush dijo que EE UU se mantiene firme junto a la India "en este momento de tragedia''. La portavoz de la Casa Blanca, Dana Perino, indicó que, como resultado de los ataques, el Consejo de Seguridad Nacional convocó a una reunión a representantes de los organismos antiterroristas y de inteligencia así como del Departamento de Estado y del Departamento de Defensa.
La Oficina de Asuntos Exteriores de Gran Bretaña aconsejó a todos los ciudadanos británicos en Bombay que no salieran a la calle
El Gobierno mexicano expresó una enérgica condena a los atentados y expresó sus condolencias al pueblo y al Gobierno de la India.
El presidente ruso Dimitri Medvedev lamentó "los acontecimientos trágicos'' ocurridos en la India y dijo que los actos terroristas "son un reto a la humanidad''. ''Nos sentimos preocupados por pérdida'' de vidas humanas, señaló Medvedev en visita oficial en Caracas.
El Gobierno español en voz de Miguel Angel Moratino ha condenado de manera "tajante y radical'' los atentados.
Benedicto XVI y los obispos de la India han alzado la voz en un enérgico llamamiento de condena de la violencia terrorista. El Papa se confiesa "consternado" por los ataques terroristas y pide al cardenal Oswald Gracias, de Bombay "que haga llegar su más profundo pésame a las familias de los que han perdido sus vidas en esos brutales ataques y que asegure a las autoridades públicas, a la ciudadanía, y a todos los afectados su cercanía espiritual".
Benedicto XVI "lanza un llamamiento urgente para que acaben todas las acciones terroristas que ofenden gravemente a la familia humana y desestabilizan la paz y la solidaridad necesarias para construir una civilización digna de la noble vocación humana de amar a Dios y al prójimo".
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Combatientes por el Islam
La India ha sido el objetivo de numerosos ataques violento en los últimos años, en su mayoría atribuidos a militantes islamistas; una organización islamista desconocida que se hace llamar Muyahidines de Deccan o Deccan Mujahideen ha reivindicado los atentados.
El termino, Deccan Mujahideen, no es muy específico, de acuerdo con la información de CNN podría ser sólo un término genérico para los radicales islamistas, pues Deccan es un territorio peninsular de la India, mujahideen es el plural de mujaidin, un término que se refiere a las personas de creencias musulmanas que participan en el Jihad, Guerra Santa. Por tanto, el término significaría combatiente musulmán o combatiente por el Islam.
La organización terrorista Islamic Security Force-Indian Mujahedeen, que a su vez se ha manifestado simpatizante de Al Qaeda, realizó ataques en meses recientes y advirtió que su siguiente ataque sería en Bombay, India, por lo que Deccan Mujahideen puede estar ligada a ésta.
En julio de 2006, este grupo terrorista, Islamic Security Force-Indian Mujahedeen, provocó siete explosiones en trenes suburbanos y estaciones que dejaron más de 200 muertos y 46 más en dos bombardeos muy cerca de los hoteles que este miércoles fueron el centro de los ataques.
Uno de los militantes de este grupo que se ocultó en el hotel Oberoi manifestó a la TV india que dentro del establecimiento se encontraban siete terroristas con rehenes, con los que pretendían forzar un objetivo: "Queremos que todos los muyahidines presos en la India sean liberados y sólo después liberaremos a esta gente. Liberen a los muyahidines y no tomen ninguna represalia con los musulmanes que viven en el país

La Flor de Capomo, mi canción


Cuanta razón tenía el poeta libanés Gibrán Khalil Gibrán, cuando afirmaba que las cosas que el niño ama quedan en poder del corazón hasta la vejez. La canción se la escuche cantar en la edición original a mi padre don Lorenzo Alvarez Gámez -originario de Baymena, Choix, Sinaloa (1919-2004)-, debo decir que mi Tata era hijo de padres mayos y hablaba la "lengua (decían los viejos -el cahita es una lengua vieja combinación del mayo, yaqui y tehueco-), además de que tocaba la guitarra muy bien, en un estilo muy particular, que por cierto sólo lo he visto en algunos músicos ganapán (les denominan Chirrines, me dice Jesús Gil Ramírez) del norte de Sinaloa.

La neta es que mucho tiempo pensé que la letra de la canción era del dominio público –así aparecía en los cancioneros- pero me equivoqué; hubo un litigio por la vía civil entre Francisco Aldaco Mendoza y José Molina Palma debido a que éste había registrado en derechos de autor de la SEP la composición musical para cobrar todas las regalías y prestaciones inherentes a la comercialización y explotación de dicha obra musical. 
Así, el 10 de octubre de 1984 la dirección general de Derechos de Autor de la SEP expide el certificado # 12252/84 a favor de Francisco Aldaco Mendoza.

El Indian Muyahidín

El Deccan Mujahideen, grupo desconocido.
Los atentados del 26 de noviembre de 2008 en Bombay fueron diez ataques terroristas coordinados en la capital financiera de la India, Bombay. Armados con rifles AK-47, terroristas entraron a la estación ferroviaria, y empezaron a disparar y tirar granadas.
La operación fue reivindicada por un grupo islamista desconocido, los Muyahidines del Decán, en un correo electrónico enviado a varios medios.

En algunos de los atentados reivindicados este año varios grupos han usado la palabra 'muyaidín' para mostrar que operan bajo el paraguas de 'Indian Muyaidín', y que el Gobierno acusa de estar detrás de los ataques terroristas que han sacudido al país durante los últimos años. Información de la cadena CNN el término podría ser un genérico para los rádicales islamistas; Deccan es un territorio peninsular de la India, mujahideen es el plural de mujahidín, un término que se refiere a personas que participan en el Jihad, la Guerra Santa. Por tanto, el término significaría combatiente musulmán o combatiente por el Islam,
La organización terrorista Islamic Security Force-Indian Mujahedeen, que a su vez se ha manifestado simpatizante de Al Qaeda, realizó ataques en meses recientes y advirtió que su siguiente ataque sería en Bombay, India, por lo que Deccan Mujahideen puede estar ligada a ésta.
En julio de 2006, este grupo terrorista provocó siete explosiones en trenes suburbanos y estaciones que dejaron más de 200 muertos y 46 más en dos bombardeos muy cerca de los hoteles que este miércoles fueron el centro de los ataques.
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Cable de la agencia EFE:
En los últimos quince años Bombay ha sido escenario de atentados en cadena muy sangrientos de distinta autoría y muy similares al que acaba de asolar la city financiera de la India, con centenares de muertos y miles de heridos.
12 marzo 1993.- Mueren 257 personas y unas mil resultan heridas por una serie de bombas colocadas por terroristas islámicos en puntos estratégicos de Bombay como el edificio de la Bolsa, hoteles y mercados populosos.
13 marzo 2003.- Diecinueve muertos y 85 heridos en dos atentados en la India. Una bomba causó doce muertos en un vagón de tren en la estación de Mulund (cerca de Bombay).
25 agosto 2003.- Mueren 52 personas y otras 150 resultan heridas en la ciudad financiera de Bombay por la
explosión de dos bombas en sendos taxis en un mercado popular y en el monumento de la 'Puerta de la India'.
11 julio 2006.- Siete explosiones casi simultáneas causan
185 muertos y 700 heridos en vagones de primera clase de trenes suburbanos abarrotados de trabajadores en Bombay, en un atentado atribuido al grupo separatista cachemir Lashkar-e-Taiba (LeT) .

La yihad: el sexto pilar del Islam

Yihad: el sexto pilar del Islam/Antonio Elorza, ponencia impartida con motivo de las II Jornadas Internacionales de Terrorismo tituladas “Causas y Consecuencias del Terrorismo”, celebradas los días 30 de noviembre y 1 de diciembre de 2006, en el Palacio de la Aljafería, sede de las Cortes de Aragón
A partir del momento en que el terrorismo islamista inicia su carrera en las décadas finales del siglo XX, el término “yihad” se convierte lógicamente en el centro de los debates políticos sobre el Islam. La situación resultante es paradójica. De un lado, para las corrientes radicales, y por supuesto para quienes practican y defienden abiertamente el terror, el significado de “yihad” no ofrece la menor duda: es la guerra a muerte contra el infiel, mandato supremo que obliga a todos los creyentes, en la coyuntura actual contra los modernos cruzados (Estados Unidos, Israel, de forma más amplia el Occidente). Pero en sentido contrario, los publicistas musulmanes, incluidas las más altas categorías de expertos, dirigen al mundo occidental el mensaje de que ver la yihad como guerra santa contra el infiel constituye un profundo error. El concepto es mucho más complejo, insisten, y sobre todo, la lucha armada contra el infiel no sería, de acuerdo con la doctrina musulmana, más que una forma inferior de “yihad”, existiendo una “gran yihad”, muy superior, de carácter espiritual.
Desde el punto de vista de la propaganda, la solución resulta muy eficaz, ya que de antemano queda desautorizado todo intento de asociar la práctica del terror o la violencia por musulmanes a su creencia religiosa. El que lo hiciera demuestra su ignorancia en la misma y al tiempo su voluntad de denigrar al Islam.
Este tipo de argumentación es repetida una y otra vez en los últimos tiempos, hasta convertirse en un tópico, que de paso sirve para demostrar en apariencia que carece también de sentido buscar el fundamento del terrorismo “yihadista” en los textos sagrados del Islam. Todas las piezas encajan entonces:
Primero, el Islam es una doctrina de paz (lo cual además puede acentuarse acudiendo al terreno resbaladizo de las etimologías: Islam vendría de as-salam, paz, y no de su verdadera procedencia as-silm, inequívocamente sumisión). Lógicamente, la doctrina islamista no admitirá semejante asociación salvo para uso externo.
Segundo, no puede existir relación entre los comportamientos adoptados por los adictos a un credo religioso en la actualidad y los fijados en el siglo VII.
Tercero, si además la doctrina islámica considera secundaria la acepción bélica de yihad, queda probado tanto la supuesta evidencia de que todas las religiones propugnan la paz y la compasión, no la violencia, como la afirmación anterior: sería falso que en la ortodoxia islámica yihad tuviese ante todo una acepción belicista.
Los puntos segundo y tercero constituyen el eje de una argumentación defensiva utilizada de forma recurrente. En principio, además, la inmutabilidad del mensaje divino expresado en las aleyas del Corán favorece la impresión de que existe esa distancia histórica insalvable. Lástima que difusores de la doctrina avalados por la máxima solvencia y en publicaciones de máxima difusión a nivel mundial actúen en sentido diametralmente contrario a esa doble suposición de distanciamiento histórico y visión pacífica. Nada lo prueba mejor que la versión bilingüe del Corán por la editorial Darussalam (la casa de la paz), saudí, autoproclamada “líder mundial de libros islámicos”, cuya edición a bajo precio del Corán en inglés y árabe puede adquirirse en cualquier librería islámica de Londres, incluida la de la mezquita principal en Central Park. Pues bien, la traducción del famoso versículo 8:60, utilizado por los radicales para justificar el terror, ya que el término aparece en forma verbal y con contenido inequívoco (irhab es terror, rahaba aterrorizar, y en el versículo se usa turhibuna, aterrorizaréis a los infieles), realiza una actualización fraudulenta, presentando como palabra de Alá todo un arsenal, en términos literales, como instrumentos que sustituyen a los caballos del tiempo del Profeta, y por supuesto del texto original.
Así donde en la versión española se lee: “preparad contra ellos todas las fuerzas y caballería que podáis; así aterrorizaréis a los enemigos de Alá que son también los vuestros (…)”, en la inglesa de Darussalam figura: “And make ready against them all you can of power, including steeds of war (tanks, planes, missiles, artillery) to threaten the enemy of Allah and your enemy (…)”
La traición al texto sagrado suscita una doble sorpresa. Primero, que altos exponentes del saber académico saudí la cometan. Segundo, que millones de lectores lo hayan aceptado sin pestañear. Es la mejor prueba de que los contenidos de violencia originarios no son marginados por un sector musulmán de hoy; por el contrario, son vistos como algo tan necesario para el presente que no se duda en falsificar la letra del Corán para alcanzar una plena actualización de sus recomendaciones.
El reciente informe de los expertos del Grupo de Alto Nivel para la Alianza de las Civilizaciones hace suyos los tópicos arriba mencionados, rechazando explícitamente toda indagación histórica más allá del siglo XIX e insistiendo en esa identificación entre religión (musulmana) y paz. Ello pone de relieve la imprescindible necesidad de proceder a una clarificación, la cual, anticipemos el resultado los desmonta uno tras otro. Pero llegar a ese desenlace requiere antes presentar los argumentos del GAN.
No les hace falta a los expertos de la AdC insistir abiertamente en la falta de enlace entre la doctrina islámica originaria y el terrorismo. Más aún, consideran que hablar de “terrorismo islámico” supone un error peligrosísimo que distorsiona toda comprensión de la realidad. Para ellos, todas las religiones llevan consigo una carga de fraternidad: “todas promueven los ideales de compasión, justicia y respeto por la dignidad de la vida”. Únicamente desde “interpretaciones exclusivistas”, !a religión puede ser instrumentalizada para la violencia. Los más horribles reinados del terror en el siglo XX no habrían sido de origen religioso. En cuanto al “fundamentalismo”, su origen es cristiano y si existe en otras religiones, no debe ser atribuido a ninguna en concreto.
Para apuntalar tales afirmaciones, resulta imprescindible disociar “yihad” de guerra. Ejemplo: en el párrafo de los expertos sobre la cuestión, es plenamente asumida la falacia de que el significado de yihad en sentido estricto invalida su lectura como guerra santa, de lo cual a fin de cuentas resultarían culpables “los medios y los líderes políticos occidentales” al generalizar sobre “las exhortaciones a la violencia de las facciones radicales” de! Islam. Los musulmanes en cambio, tendrían la verdad en sus manos, al reconocer “los múltiples significados y las connotaciones positivas” de la noción de yihad. El núcleo de la información deformante de los expertos es la ya citada jerarquización de gran y pequeña yihad, donde por cierto esta última es explícitamente separada de todo contenido agresivo, procediendo siempre de “la defensa de la propia comunidad”. Sin duda el rey visigodo don Rodrigo o el emperador bizantino Heraclio pretendieron conquistar la Meca, sufriendo en consecuencia invasiones “defensivas”.
En cualquier caso, la distinción entre gran yihad {yihad al-akbar) y pequeña yihad {yihad al-ashgar) procede de un hadiz o sentencia del Profeta que en los términos de la teología musulmana carece de fiabilidad. Si admitimos que la confianza en un hadiz reposa sobre la existencia de una cadena fiable de transmisores (isnad) y sobre su inclusión en una de las recopilaciones juzgadas seguras (sahih), faltan ambos requisitos en el hadiz en que al volver de una expedición militar, Mahoma declara a un seguidor que vienen de la pequeña yihad, de la guerra, para afrontar la grande, el combate consigo mismo: “Unos creyentes regresaban de una expedición y fueron a ver al Mensajero de Alá, Él les dijo: “Volvéis para lo mejor, desde la yihad menor (yihad al-ashgar) a la yihad mayor (yihad al-akbar)” Uno le preguntó entonces : “¿Qué es la yihad mayor?” y él dijo “la lucha del esclavo contra sus pasiones” (muyahadat al-abdi hawah).
Sería extraño además que hubiera establecido semejante jerarquía cuando en las recopilaciones de hadices el contenido bélico de la yihad domina abrumadoramente, y desde el mismo Corán la yihad en tal sentido es vista como superior al cumplimiento de rituales religiosos ((9:19) y al apego a la propia familia (9:24). En Al-Muwatta del imam Malik ibn-Anas, las 51 sentencias del capítulo 21 en el libro tienen como única referencia la guerra en la senda de Alá. El Kitab al-Yihad wa’l-Siyar, libro de la yihad y de las expediciones, dentro del volumen de “Sahih Muslim”, con 180 hadices, todos exclusivamente sobre la guerra, tiene el complemento de otros hadices sobre yihad en otros capítulos, como los 97 del adyacente Kitab al-Imara (Libro del Emir). En la compilación de Abu-Daud, al Kitab al-Yihad con 311 hadices, alguno suelto sobre otro tema, hay que sumar el contenido guerrero del Kitab al-Malahim, del Kitab al-Fitan wa al-Malahim (libros de las batallas). Por fin, en libro de hadices de mayor autoridad, el de al-Bujarí, los 281 incluidos en el inevitable Libro de la Yidad encuentran continuidad en el siguiente libro, sobre la obligatoriedad del botín (khumus), con 88 hadices. Casi cuatrocientos en total, precedidos además por una cita del Corán inequívoca y sumamente reveladora del doble contenido, religioso y estrictamente materialista, de la yihad, aquí presentada mediante su sinónimo, combate (de raíz qtl), pero “en la senda de Alá”: “Alá les ha comprado a los creyentes, sus personas y sus bienes a cambio del Paraíso. Combaten en la senda de Alá, matan y les matan. Es un compromiso auténtico asumido por Él en la Torah, el Evangelio y el Corán. ¿Y quién cumple su compromiso mejor que Alá? Alegraos pues del intercambio que habéis hecho con Él, Este es el mayor triunfo” (9, 111). [traducimos por intercambio el término bay'a, pacto o acuerdo de lealtad que un colectivo contrae con un superior a cambio de protección]
Si quien pretende hablar sobre el término “yihad” y su papel dominante en el Corán y en los hadices se arriesga a una lectura de los textos, no puede tener la menor duda acerca de su significado, a no ser que su pretensión consista en cambiar el significado a lo que es unívoco. “Yihad” implica apuesta, inversión, de la propia vida y de los propios bienes en una lucha “por la causa de Alá”, nada espiritual de contenido, en un juego donde siempre obtiene ganancia: el botín si sobrevive a la victoria y la enorme recompensa como mártir en el Paraíso de caer muerto.
Pasando de las ideas a los hechos, es lo que Patricia Crone resume en su libro Meccan Trade and the Rise of Islam: “la guerra santa no era una cobertura de intereses materiales; muy al contrario, los proclamaba abiertamente”. Alá dijo a los árabes “que tenían el derecho a despojar a otros de sus mujeres, hijos y tierras, o más bien que tenían el deber de hacerlo; la guerra santa consistía en obedecer. El dios de Mahoma elevó así la militancia tribal y la depredación al grado de virtudes religiosas supremas”. Dicho aun de forma más clara: “En suma, Mahoma tenía que conquistar, a sus seguidores les gustaba conquistar y su deidad le dijo que conquistaran. ¿Hace falta algo más?”.
La interpretación de P. Crone converge con las apreciaciones de Alfred-Lois de Prémare en Les fondations de l’Islam, al que considera como fruto de un proyecto expansionista de naturaleza militar, desde el mismo momento en que ocupa el poder en Yathrib/Medina. En la llamada Constitución de Medina, la finalidad explícita de la umma consiste en “la creación de una confederación centrada en una acción militar al servicio de una conquista”. Tal “fue el elemento primero y original de la fundación del islam”. La comunidad (umma) que se forma “única y distinta a los otros hombres” tiene como único objetivo reconocido organizar expediciones militares, o dicho de otro modo, llevar a cabo “el combate (qital) en la senda de Alá”, cuyo código de conducta es establecido minuciosamente. El mando único pertenece a Mahoma, en tanto que Enviado de Alá. El mecanismo de la yihad está en marcha, apareciendo en forma verbal desde la primera cláusula del escrito, al aludir a “los que combaten (yâhada) con ellos”, con los creyentes. La religión se convierte en envoltura de una estrategia de expansión militar, y ello se refleja, subraya De Prémare, en el significado de algunos términos claves. Con mu’min/mu’minum no se designa como más tarde al o a los creyentes, sino a quienes comparten mancomunadamente la garantía del pacto, en virtud del cual obedecen, no a Alá, sino a su Profeta, siendo kafir aquel que lo rechaza, con lo cual se hace merecedor de que se le haga la guerra sin concesión alguna.
De ahí que concepto de “yihad”, en su acepción de esfuerzo de guerra por la causa de Alá, deba ser considerado un producto ideológico de la etapa decisiva en que Mahoma asume el papel de Profeta armado, y que a partir de entonces ese significado, con su doble vertiente de lucha con recompensas materiales y de cumplimiento de un mandato divino. Otra cosa es que en la fase de formación teológica del Islam, concretada en las azoras mequíes del Corán, “yihad” carezca de esa proyección violenta y responda estrictamente a su etimología, siendo ante todo esfuerzo en la dirección de Dios.
Esfuerzo hacía Dios, lucha en la senda de Dios
El análisis de los versículos en que bajo una u otra forma gramatical aparece el concepto de yihad, permite definir con suficiente claridad, tanto el significado inicial del término, esfuerzo hacia Dios, como su aplicación a un contenido estrictamente bélico en las azoras de Medina. No existe contradicción entre las dos fases, ya que en ambas se trata de emplear todos los recursos a disposición del creyente para satisfacer la exigencia permanente de sumisión activa, consecuencia obligada de su reconocimiento de la divinidad. Como ocurre con tantos otros conceptos del vocabulario islámico, la traducción rigurosa no es posible, ya que al significado para el hombre va incorporado el que se deduce de la dependencia o de la obligación respecto de Alá: caso de fitra, naturaleza del hombre que incluye su condición de sumiso a Alá, farida, deber hacia Alá, haqq, verdad, etc. En el Corán aparece asimismo en distintas ocasiones, diecisiete por veintiocho de yihad, la raíz qtl, combate, palabra sin connotación religiosa, que le es añadida con la mención de “en la senda de Alá”, que figura asimismo frecuentemente en el empleo de yihad. Los significados coinciden entonces, sí bien en yihad la lucha es vista desde el ángulo del sujeto, y en qital lo es como acción bélica en si misma.
La evolución del contenido de yihad, de las azoras mequíes a !as de Medina, recoge el tránsito de una mentalidad teológico-profética a otra bélico-normativa. De acuerdo con la primera, en Corán 29:6, de La Meca, el contenido de la yihad es estrictamente individual: “Aquel que lucha no lucha más que para sí mismo, puesto que Alá puede prescindir de todo el universo”. El infinito separa al Creador de la criatura, que a pesar de ello ha de esforzarse por esa aproximación imposible de la cual el creyente será el único beneficiario. Ese sentido es enfatizado en el único versículo de las aleyas de Medina de tal intención: “Y luchad en Alá con todo el esfuerzo que él merece” (22:78). El enfrentamiento con el no-creyente aflora ya con fuerza en un versículo mequí, incluso de forma enfática, diríamos que “yihadiza yihadizadamente” si tal traducción fuese posible: “No obedezcas a los infieles y con esto [con el mensaje de Alá] lucha contra ellos denodadamente”. Pero explícitamente no hay violencia. El favor de Alá es ya anunciado de manera inconcreta: “Y en cuanto a los que luchan por nuestra causa les guiaremos en nuestros senderos. Dios está con los benefactores”. Por fin, la 16:110, en el marco de los castigos y de las recompensas eternas, habla favorablemente de “aquellos que han emigrado después de sufrir pruebas, y luego han luchado y han resistido”: el texto puede sugerir acción bélica, pero también apunta a una posible emisión después de la hégira.
En Medina, el deslizamiento hacia la acción guerrera “en la senda de Alá”, poniendo en juego vida y bienes con la seguridad de una recompensa, resulta definitivo. Lo define con torda sencillez el 61:11: “Creed en Alá y en su Enviado, y luchad en la senda de Alá con vuestros bienes y vuestras vidas. Es mejor para vosotros, si supierais”. No hay ruptura, sino concreción del objeto de la yihad respecto del período mequí: “Buscad el medio para que os acerquéis a Él y luchad en su senda” (5:35). La yihad se convierte así en la seña de identidad insoslayable del musulmán: “Los verdaderos creyentes son solamente aquellos que creen en Alá y en Su Enviado, que en lo sucesivo no dudan y luchan con sus bienes y sus persona en la senda de Alá”. A quienes rehusan el cumplimiento de tal obligación les espera el infierno (9:81). En cualquier caso los primeros son superiores a los segundos (4:95). La yihad es la etiqueta del creyente frente al que no lo es: 9:41, 66:9, 49:15, 5:54; 9:44. La divisoria entre ambos ha de ser imborrable, de manera que en relación al no-creyente sólo cabe la lucha hasta alcanzar la victoria (60:1). En 5:54, la condena se amplia a los apóstatas, y en 9:73 a los hipócritas, cosa importante ya que de aquí se deducirá la obligación de llevar la yihad más allá de la frontera con el descreimiento, pero siempre en ese marco de lucha armada, de la cual resultará la victoria: “Los que creyeron, emigraron y lucharon con sus bienes y sus personas en la senda de Alá ocupan el más alto rango ante Alá, y son los victoriosos” (9:20) (ver también 2:218).
El carácter militar de esa lucha resulta inequívoco, y alguna una vez el llamamiento es acompañado de la mención a ir armado de forma ligera o pesada (9:41). Aun elidida la palabra “yihad”, el concepto figura en la aleya 8:60, donde la orden de prepararse por todos los medios para la lucha -volveremos sobre la falsificación de que es objeto el texto en traducciones recientes-, tiene ya como fin inspirar el terror (irhab) a quienes son “enemigos de Alá y vuestros”: “Y preparaos contra ellos con toda la fuerza que reunáis, disponiendo la caballería, con el fin de aterrar al enemigo de Alá y vuestro…”.
Ampliado el campo de los enemigos a los hipócritas, la única matización afecta a las gentes del libro, contra quienes la lucha hasta la victoria puede no tener como resultado la muerte, en caso de aceptar la sumisión y el pago de la capitación (yizia):“Combatid contra aquellos que no creen ni en Alá ni en el ultimo Día, que no prohiben aquello que Alá y Su mensajero han prohibido, y que no profesan la religión de la verdad entre quienes han recibido el Libro hasta que paguen la capitación y sean humillados” (9:29).
La yihad se impregna así de intereses económicos, hasta el punto de que en el versículo 9:111, reproducido por al-Bujari en el capítulo sobre el tema en su compilación de hadices, el combate es presentado como una permuta en que el creyente pone sobre la mesa de juego el riesgo de perder vida y bienes, a cambio de! botín y/o del paraíso. El botín es siempre un complemento inseparable de la yihad: “Disfrutad de los bienes lícitos de vuestro botín” (8:69). El concepto de yihad correspondiente a la etapa medinense nos introduce así en una doble dimensión del deber guerrero del creyente: en primer plano, la exigencia de servir sin reservas ni límites a la causa del Creador, y en segundo, la introducción de un sistema de valores de tipo mercantil, eco de la mentalidad inicial de Mahoma como comerciante en el mundo de las caravanas. Desde unos supuestos estrictamente materialistas, la yihad marca la dirección del Paraíso.
Además garantiza la victoria final, consistente en el imperio del islam sobre la tierra. Hasta entonces sigue en pie el deber de llevarla a cabo: “Combatidles hasta que cese !a discordia (fitna) y la religión sea toda de Alá” (2:193). Con casi las mismas palabras se expresa el versículo 8:39.
La vigencia de esa centralidad de la lucha a ultranza, su dimensión finalista de ganarse el Paraíso o, en su caso, el botín, queda reflejada en uno de los documentos más representativos del nuevo terrorismo islamista: el llamado testamento de Mohammed Atta. Se trata de imponer la muerte a los infieles al grito de “Allah u-Akbar” y sacrificarse en espera de alcanzar “los jardines del Paraíso decorados con los más bellos ornamentos, donde serán recibidos por huríes hermosamente ataviadas. El cumplimiento estricto de las consignas sagradas llega a la exigencia de quitarles los efectos, es decir, recoger el botín de los pasajeros previamente degollados, eso sí, sin desatender el objeto principal de la operación. El trato de los prisioneros es el recomendado por Mahoma: la muerte. De esa muerte son únicamente responsables los no-creyentes que la sufren, dado que han rechazado la verdadera religión ínsita en la naturaleza de todo hombre. No debe existir remordimiento alguno: “No sois vosotros los que les habéis matado; es Alá quien les ha matado” (8:17).
En resumen, la teoría coránica de la yihad, desmenuzada más tarde por los hadices en una cascada de casos concretos, y con especial atención hacia los mártires, surge de la proyección sobre el espacio de la guerra por Alá del principio que obliga al creyente a esforzarse siempre en dirección hacia ese dios que la creado y a quien debe una entrega absoluta. Es una guerra implacable, contemplada como sujeto participante desde el creyente, y con el triunfo definitivo de la causa de Alá como punto de llegada bifásico: victoria primero sobre no-creyentes o gentes del Libro, hasta la implantación final del Islam en toda la tierra. La referencia a Alá garantiza la cobertura espiritual, pero su contenido inmediato es militar como instrumento imprescindible, sin olvidar el carácter de inversión, de cara al botín en esta vida y a un paraíso cargado de placeres materiales después de la muerte.
Quedaba por definir el alcance de la yihad, sobre todo en cuanto a los adversarios, claramente individualizados en el tiempo del Profeta, pero de identificación más compleja con el paso de los siglos. La codificación corresponderá en torno a 1300 a la obra del rigorista Ibn Taymiyya, personaje clave en estos y otros aspectos para enlazar la doctrina originaria con el islamismo radical contemporáneo. Hasan al-Banna reeditó su Política de la sharía (Siyasa shariya) y su planteamiento dualista, con la contraposición “orden de los creyentes” regido por la sharia vs. enemigos exteriores e internos. El preciso esquematismo con que formula la oposición a los mongoles resultará del todo aplicable al proyecto de enfrentarse contra los nuevos invasores occidentales. Otro tanto sucederá con la denuncia de la yahiliyya, estado de ignorancia previo al Islam.Ibn Taymiyya parte del supuesto coránico de que el hombre ha de ser necesariamente musulmán y si es invitado a serlo y se niega, ha de ser combatido. La yihad es, pues, una obligación fundamental en el Islam, y le corresponden las más altas recompensas de acuerdo con un dualismo radical: “Todo individuo o toda colectividad que la emprendan se encuentran ante dos sublimes alternativas: la victoria con el triunfo o la muerte del mártir con el paraíso”. La obligación de la guerra no se dirige sólo contra los infieles del exterior, sino que concierne a las “minorías rebeldes”, sean miembros de otra religión que viven en una sociedad musulmana, sean musulmanes que incumplen sus deberes. “Está establecido por el Corán, la Sunna y la ijma que es preciso combatir contra todo aquel que incumpla la ley del Islam, aun cuando hubiera pronunciado las dos profesiones de fe (shahada). El principio está sentado con la ampliación de los campos de aplicación de la yihad, en cuanto garantía de cumplimiento de la sharia. Los infieles, las gentes del Libro, los hipócritas, los musulmanes reacios a atender sus obligaciones, gobernantes incluidos, se convierten en categorías sobre las cuales debe caer la violencia ordenada por Alá. Un planteamiento que será extremadamente útil cuando resurja la exigencia de rigor y se agudice el conflicto con el enemigo exterior en la segunda mitad del siglo XX. Con razón, cita E. Sivan en El Islam radical, desde medios semioficiales egipcios ya se detectase hacia 1980 el influjo nocivo de Ibn Taymiyya sobre los jóvenes egipcios al justificar desde las escrituras islámicas la violencia contra aquellos musulmanes, incluso sunníes, que de un modo u otro se opusieran a la sharia. Serían el blanco de “una yihad en la senda de Alá”.
El paraíso a la sombra de la espada
En 1981 ve la luz el folleto titulado “El deber ausente’” (Farida al-Gha’iba), obra del ingeniero Muhammad Abd al-Salam Faraj, pronto ejecutado por su responsabilidad en el asesinato del presidente Sadat. El opúsculo invoca desde su título la obligación de la yihad, así como el prolongado eclipse que la misma ha sufrido en el pensamiento islámico. Recordemos por lo que hace al título que “farida” es deber, pero deber hacia Dios. Faraj es en rigor el primer yihadista contemporáneo, al hacer girar el comportamiento de todo creyente en torno a ese deber fundamental, recordado por la herida sangrante que en la tierra del Islam representa Israel y tendente en definitiva a cumplir la exigencia milenarista de un estado musulmán extendido a todo el planeta. Una construcción cuyo punto de referencia esencial es el tratamiento de la yihad por el inevitable Ibn Taymiyya.
Sin embargo, hay algo que sugiere el título no tan exacto. El recuerdo del deber ausente se había iniciado con anterioridad, desde los primeros pasos de los Hermanos Musulmanes y había alcanzado una coherencia doctrinal destinada a perdurar en la obra de Sayyid Qutb.
En apariencia, la actuación pacífica dentro de la ley y la construcción de una sociabilidad musulmana constituyen el núcleo de la innovación introducida por el egipcio Hasan al-Banna desde que en 1928 funda los Hermanos Musulmanes. Tal es la propuesta interpretativa de Tariq Ramadán en su libro sobre reformismo musulmán. Peor el hecho de que en el ingreso como hermano musulmán tuviera lugar un juramento, sobre el Corán y sobre un arma, indica la existencia de una doble vertiente, confirmada por el opúsculo sobre la obligación de la yihad, Risalat-ul-Jehad. En sus páginas, Hasan al-Banna sostiene la obligatoriedad de la yihad para el creyente, hasta el punto de convertirla en la seña de identidad del Islam: “No hay sistema en el mundo que haga tanto énfasis en la yihad y en la lucha, en el uso de poder, en la mutua disciplina y en la unidad, y en la defensa de derechos, como el Islam”. Para que no haya dudas, discute el famoso hadiz sobre la gran y la pequeña yihad, y tras subrayar su carácter dudoso, deja claro que no existe contradicción alguna entre la yihad como lucha contra el infiel y la yihad contra uno mismo, siendo en todo caso necesaria la primera.
Hasan al-Banna devuelve la yihad a la condición de obligatoriedad que revisten los textos clásicos, apuntando sin la menor opción para la duda, a que yihad significa lucha con derramamiento de sangre, siendo en consecuencia su más alta expresión la figura del mártir. Las citas de aleyas que toma como punto de apoyo pertenecen todas al periodo de Medina y tiene sin excepción contenido guerrero. La última coincide con la que Al Bujari toma para abrir su capítulo sobre el tema. En cuanto a los hadices, pronuncia una observación muy útil para refutar a los comentaristas apegados a la prioridad una yihad espiritual: “Los preciosos y altamente estimados hadices que mencionen estas cosas, o describen la guerra en el mar o la alta estima de la misma, o que conciernen a la guerra con la gente del Libro, o directrices y mandamientos acerca de la conducción de la guerra, son tan numerosos que un voluminoso libro no serviría para recogerlos.”
El carácter de innovación en las reflexiones de Al-Banna sobre la yihad no suscita moderación alguna. En todo caso, ofrece la rama de olivo al final de la yihad, que generaría “amor a la paz y conciliación”. Asume la dureza de los textos clásicos e incluso va más allá de los mismos cuando compara la yihad contra los infieles y la llevada a cabo contra cristianos y judíos. Se trata de un aspecto relevante ya que tal asimilación, favorecida por la coyuntura histórica, se encuentra en la base de la ulterior doctrina yihadista: “(…) la yihad con la gente del Libro es también obligatoria y aquel que luche contra ellos recibirá doble recompensa. No sólo hay que practicar yihad contra los infieles sino contra toda esa gente que representa un peligro para el Islam.”
Para nada contempla Al-Banna la yihad como una actuación defensiva frente a una agresión exterior. Consiste en cambio en la realización de “todos los esfuerzos posibles para quebrar el poder de los enemigos de la religión, poner fin a su dominio y asentar las raíces de la religión”. Los adversarios son designados uno a uno, con un significativo olvido de los infieles en concreto. En primer término, los dhimmíes que rompan el pacto, esto es, que no acepten la subordinación. Después los apóstatas, rebeldes contra el Islam después de aceptarlo. Una yihad destinada además a durar hasta el Día del Juicio. De ahí que proclame, reproduciendo el hadiz, que “el paraíso se encuentra a la sombra de las espadas”.
Su “última palabra” en torno al tema resulta inequívoca: “¡Queridos hermanos!: Aquellos cuya forma de morir es hermosa y que están hechos a la muerte con honor, son honrados en el mundo y con el Paraíso en el mundo venidero. Lo que nos ha puesto ante la degradación y el deshonor es sólo el amor a este mundo y el miedo a la muerte. Por eso preparaos para la yihad y ser amantes de la muerte. La vida vendrá en vuestra busca”
No resulta pues válida la estimación generalmente admitida de que Hasan al-Banna representa una fase pacífica de los Hermanos Musulmanes, mientras que Sayyid Qutb es quien protagoniza el viraje teórico hacia el radicalismo cuya última expresión es el terror. Había una razón fundamental para que un pensador tan atento a las distintas facetas de su proyecto islamista reconociera la necesidad de la violencia. El diseño de una sociedad totalista, transformada en todos sus componentes, y en los comportamientos, en un orden regido por la sharía, sólo puede ser alcanzado mediante un grado mayor o menor de coacción. La cascada de prohibiciones formuladas por Al-Banna en su programa político no pueden hacerse efectivas de otro modo, y la yihad es la llave para vencer a la resistencia.
Eso sí, en un contexto más desfavorable, cuando ya Nasser ha sofocado las expectativas del islamismo dentro del nuevo régimen, Sayyid Qutb desarrolla las intuiciones del fundador y elabora el tratamiento sistemático que hará de la yihad la clave de bóveda del islamismo radical. En sus palabras, reproducidas por Rudolph Peters, “la yihad es la revolución permanente del mundo islámico”.
Los puntos principales en la teoría de la yihad por Sayyid Qutb reflejan, de un lado, la propensión salafí, de partir de la edad de oro originaria en que el Profeta, al reproducir las palabras de Alá, señaló el camino de una sociedad musulmana perfecta lograda mediante la guerra contra el infiel, y de otro, la exigencia de proceder a una actualización, tanto en la designación de los objetivos como en las formas de lucha, sin por ello cortar el hilo umbilical con las enseñanzas del Profeta, algo perfectamente realizable en la medida que la ignorancia de la Arabia pagana se encuentra reproducida en la nueva ignorancia del mundo occidental. Esos puntos serían:
Primero. La yihad es el instrumento indispensable para regresar a ese pasado perfecto, para establecer !a din, el verdadero orden religioso de la sociedad. Si la llamada al Islam, la dawa, se encuentra obstaculizada, la yihad resulta imprescindible.
Segundo. La forma de yihad ha de inspirarse en el patrón trazado por Mahoma en su vida, desde la predicación en la Meca a los años de lucha en Medina.
Tercero. En el plano teórico, la exigencia de la yihad resulta de la incompatibilidad entre el Islam y el mundo de la ignorancia, la yahiliyya, cuya expresión es el enfrentamiento entre Dar al Islam y Dar al Harb.
Cuarto. Yihad nada tiene que ver con conversión forzosa. No se trata de atacar a los individuos, sino de liberarlos de la perniciosa influencia de Occidente.
Quinto. Es una lucha revolucionaria sin punto final contra los infieles y ha de constituir el eje del activismo político, haciendo del Islam una realidad viva.
Sexto. Constituye una obligación ineludible para el creyente. El musulmán que no practique la yihad “no existe”. “El Islam mira a todos desde una altura, porque ésta es su verdadera posición”. El principio de superioridad ha de guiar a la renacida “comunidad de los creyentes”, tal y como lo hiciera en el momento fundacional.
La referencia al tiempo de los piadosos antepasados, la edad de oro originaria, resulta imprescindible, tanto para que tenga sentido la analogía entre la yahiliyya de entonces y la de hoy, como para legitimar la propuesta de violencia de hoy sobre el comportamiento del Profeta en aquella fase fundacional del orden islámico. Tengamos en cuenta que Sayyid Qutb insiste sobre el carácter pacífico del Islam, al menos en principio, por lo cual, “Ia guerra es una excepción que se convierte en necesaria cuando existe una desviación de la integración ejemplificada en la religión de un Dios”. Lo que sucede es que allí donde ejerza su tiranía la soberanía del hombre resulta imprescindible iniciar la lucha para establecer la soberanía de Dios:“Las razones para la yihad son estas: establecer la autoridad de Dios sobre la tierra; disponer los asuntos humanos de acuerdo con la verdadera guía proporcionada por Dios; abolir todas las fuerzas satánicas y los sistemas satánicos de vida; poner fin al dominio de un hombre sobre otros, ya que todos los hombres son criaturas de Dios y ninguno tiene autoridad para convertirles en siervos suyos o hacer leyes arbitrarias para ellos. Estas razones son suficientes para proclamar la yihad”
De acuerdo con la ortodoxia originaria, el fin último de esa lucha sólo puede consistir en la instauración de la soberanía de Dios sobre la tierra, esto es, el imperio del orden dispuesto por la verdadera religión sobre todos los hombres: “el Islam, esto es, la sumisión a Dios, es un mensaje universal que toda la humanidad debe aceptar o con el cual ha de buscar la paz”. Esto significa que el camino de la victoria definitiva ha de seguir una sucesión de fases ascendentes; de ahí el título del libro más conocido de Sayyid Qutb, verdadero catecismo del Islam radical, Hitos del Camino. Si es tolerada la acción de predicar sin límite alguno, no habrá guerra, pero ésta es siempre necesaria si surge cualquier tipo de oposición: “Aquel que entienda el carácter particular de esta religión, entenderá también el puesto que corresponde a la yihad bis saif (esforzarse mediante la lucha), que consiste en desbrozar el camino mediante la predicación para que progrese el movimiento islámico. Entenderá que el Islam no es “un movimiento defensivo” en el sentido estrecho de lo que hoy se llama técnicamente “una guerra defensiva” fue un movimiento para eliminar la tiranía y llevar la verdadera libertad a la humanidad, utilizando recursos acorde con la actual situación humana y sigue unas etapas definidas, cada una de las cuales cuenta con diferentes métodos.”La antesala de la victoria definitiva es la lucha armada, plenamente legitimada por su objetivo de acabar con la yahiliyya de acuerdo con unas pautas en que el musulmán de hoy reencuentra las ya fijadas en el Corán. La forma de tiranía personalizada en el Faraón tiene unos rasgos que permanecen a lo largo de la historia, y que dada la fuerza de los estados que siguen inmersos en la ignorancia, no puede dejar de revestir formas violentas. Todos los medios son legítimos para alcanzar la meta de su destrucción, de acuerdo con el principio de que quien se oponga ha de atenerse a las consecuencias: “el deber del Islam es luchar contra él hasta que sea muerto o declare su sumisión”. “Verdad y falsedad no pueden coexistir”, sentencia Sayyid Qutb. La orientación general queda fijada en las dos aleyas donde es anunciado que la yihad no cesará hasta que la única religión en el mundo sea la de Alá.
Lo que propone Sayyid Qutb no es la yihad contra quienes ejercen una opresión política, sino “contra el gobierno de los hombres en todas sus formas”, la democrática incluida. Se trata de poner en marcha en términos literales una revolución que acabe con la hegemonía de Occidente y apunte hacia la finalidad última del movimiento islamista. No existe posible conciliación con concepto alguno o forma política propia de Occidente. La pureza del Islam rechaza toda variante de contaminación procedente de la yahiliyya. Son campos enfrentados en una lucha a muerte, en la que ha de vencer sin duda la causa de Alá.
Una numerosa bibliografía reconstruye el proceso de radicalización de minorías islamistas, singularmente jóvenes, al calor de la nueva situación internacional egipcia - entre la guerra de 1973 y la paz de Camp David de 1979 -, que desemboca en la conspiración para asesinar al presidente Sadat. El opúsculo ya citado de Faraj, El deber ausente, constituye su expresión ideológica, y al mismo tiempo la prueba de la importancia del antecedente teórico proporcionado por Ibn Taymiyya, desde el supuesto que el régimen de Sadat es análogo al falsamente musulmán de los mongoles (E. Sivan). Los “mal llamados musulmanes” pasan a ser el blanco principal y la yihad, el instrumento único para alcanzarlo. Surge así el supuesto clave del yihadismo, esto es, de la justificación teórica de la violencia y el terror frente a los enemigos internos (apóstatas, hipócritas) y exteriores (Israel, Estados Unidos). Su posición central se mantendrá hasta hoy: el primer deber del musulmán consiste en la práctica de la yihad, ahora vuelta en primer término contra los gobernantes que reniegan de su fe, buscando apoyo en todo el arsenal de citas coránicas sobre el tema: ” Pese a su crucial importancia para el futuro de nuestra fe, los hombres de religión de nuestra época han descuidado, incluso han hecho caso omiso de la yihad. No obstante, saben que la yihad es la única manera de restablecer y volver a realzar el poder y la gloria del Islam, algo que todo verdadero creyente desea con todo su corazón. No hay duda alguna de que los ídolos de la tierra no podrán ser destruidos más que por la espada y así se establecerá el Estado islámico y se restaurará el califato. Este es el mandato de Alá, y todos y cada uno de los musulmanes deben por ello hacer cuanto esté en su poder para cumplir este precepto, recurriendo a la fuerza sí es preciso”.
Las bases doctrinales de Bin Laden y Al Qaeda están sentadas. No tardará en cumplirse la previsión de Sayyid Qutb en el sentido de que las restricciones a la yihad son debidas a problemas coyunturales y no a la esencia del principio. Con la yihad victoriosa de Afganistán tuvo lugar la fusión en los medios y en los objetivos, al cerrar una lucha en doble vertiente, primero contra una gran potencia, luego contra la otra, sin olvidar el consejo coránico de golpear simultáneamente a los aliados menores, del 11-S al 11-M y en segundo plano contra los gobernantes musulmanes apóstatas que colaboran con los nuevos cruzados. La experiencia afgana facilita una formación de muyahidines capaces de Nevar los principios yihadistas a la práctica. Lo ha subrayado G. Kepel: “La fuerza de la red que han tejido pacientemente BinLaden y Zauahiri consiste en la excepcional disponibilidad de militantes fríos y racionales, formados en los campos afganos y luego reinsertados en la vida civil, que llegado el momento serán activados para dar “el gran golpe” contra “el enemigo lejano” y sacrificar su vida sin parpadear”. A partir de este momento, la reflexión yihadista se mueve en una doble dirección, por un lado el diseño de una estrategia del terror a escala planetaria, de acuerdo con la fundación del “Frente Mundial para la Yihad contra cruzados y sionistas”: por otro, en la búsqueda de medios técnicos que hagan posible la victoria, en seguimiento de la táctica empleada en su día por el Profeta en su guerra contra los mequíes, con una finalidad bien sencilla: “inducir a la comunidad musulmana a alzarse y liberar a su tierra, luchar por la causa de Alá y hacer de la sharía la más alta ley, así como la palabra de Alá la más alta de las palabras” Bin Laden (10 -06-1999).
En el mismo discurso queda de manifiesto que el Islam se convierte para el líder terrorista en una doctrina del odio “Todo musulmán que contempla la discriminación comienza a odiar a americanos, judíos y cristianos; esto es parte de nuestra religión y fe”. Llegados a este punto, el concepto de resistencia resulta capital ya que hace posible la inversión de las relaciones de violencia. La agresión del creyente aparece como la respuesta ordenada por Alá al ataque de los enemigos, los nuevos cruzados, del mismo modo que Mahoma declarara la guerra a los mequíes como réplica a las supuestas agresiones sufridas antes de la hégira. Para ajustarse al criterio coránico de legitimidad de la yihad, ésta es presentada como un medio imprescindible de resistencia por parte de la umma y de sus miembros individuales. Es su calidad de agresores lo que justifica que el hecho más grato a Alá consista en matar americanos y judíos allí donde se encuentren. Se trata en sentido estricto de un acto de yihad, ya que comprende el derecho y el deber al botín al cumplir el mandato divino de “matar americanos y quitarles su dinero allí donde se encuentren”. La primacía del terror lo contamina todo incluso la referencia clásica a la shura en cuanto a organización de! gobierno, ya que sin ambages, para Bin Laden, los gobiernos islámicos siempre “han sido establecidos por la pluma y el fusil, la palabra y la bala, la lengua y los dientes” (AQ). Eso significa que la lucha contra los regímenes sin dios y apóstatas se realiza mediante cualquier acto de destrucción al alcance del creyente, de acuerdo con el objetivo trazado por Abdulá Azzam de liberar hasta el último pedazo de tierra que haya sido musulmana y hoy esté en manos infieles. El punto de partida es Palestina; el de llegada, Al Andalus El protagonismo de la yihad desemboca en una inexorable discriminación dualista: “Esta guerra es fundamentalmente religiosa. La gente del Este son musulmanes. Simpatizan con los musulmanes contra la gente del Oeste, que son los cruzados”
Conclusiones
A lo largo de la historia del Islam, la utilización del término “yihad” ha podido experimentar variaciones, pero este hecho no puede borrar la existencia de un hilo rojo que une la formulación dominante en los años de Medina con su uso por el islamismo radical durante las últimas décadas, con las sucesivas elaboraciones de Ibn Taymiyya y de Sayyid Qutb a modo de eslabones que unen ambos extremos, con una codificación coherente primero, y una adecuación a la crisis de la confrontación con Occidente en el caso del segundo. Lo que tantos ensayistas e islamólogos se niegan a entender, resulta sin embargo claro en todas las manifestaciones de la propaganda radical, aun sin alcanzar el yihadismo. El kalashnikov alzado o las armas disparando en las cubiertas de los folletos sobre la yihad en el Islam, ofrecidos hasta hoy en las librerías musulmanas de Londres o de Washington, dejan malparadas las elucubraciones en que la yihad trata de presentarse como un ejercicio puramente espiritual.
Particularmente, esa observación resulta válida para el tópico de la gran yihad, espiritual e intimista, superior a la pequeña yihad belicista. Como objeto de exportación, el planteamiento es de gran utilidad, al descalificar toda visión que intente profundizar en los orígenes de la yihad realmente existente. Ahora bien, no sólo se trata de la nula fiabilidad del hadiz en que se basa, sino de que su contenido es contradictorio con el principio islámico de que toda acción humana relevante ha de estar dirigida hacia Alá. No existe incompatibilidad alguna entre la práctica de la yihad en la senda de Alá y el dominio de las pasiones individuales, pero la jerarquía siempre debe otorgar la prioridad en un marco de conflicto al colectivo, a la umma. El enfoque de la yihad toma al individuo como punto de partida, sólo que para proyectarle de inmediato como sujeto actuante orientado hacia la única dirección posible, la trazada por Alá, que después de la hégira no puede ser otra que la práctica de una guerra victoriosa en el curso de la cual verá asimismo satisfechos sus intereses materiales, con el botín primero, con una gozosísima estancia eterna en el paraíso de caer como mártir.
Esto no excluye en modo alguno que el pensamiento musulmán pueda plantear fértiles desarrollos a partir de ese bastión doctrinal que es la exigencia del esfuerzo hacia Alá, presente como principio en las azoras de La Meca. Sólo que si aceptamos el Corán en su totalidad, según hace la inmensa mayoría de los creyentes, islamistas moderados del tipo Tariq Ramadan incluidos, el rechazo de la acepción bélica es de dudosa ortodoxia. La salida reside entonces, así en la reflexión de Tariq Ramadan, en abrir una puerta trasera a la violencia al plantear que la misma no puede ser excluida si se hace imprescindible “la resistencia” a agresiones contra el Islam. Únicamente trazando una divisoria entre el concepto primero de “yihad” y el que resulta transferido a la guerra necesaria contra el enemigo de religión puede ser evitada ese encuentro del islamismo moderado con el radical en torno a la coartada de la “resistencia”.
En último término, la yihad puede desembocar sin dificultad en la práctica del terror, desde una perspectiva salafí, con la mirada puesta en la vida ejemplar del Profeta como conquistador. El ya aludido versículo 8:60 lo plantea abiertamente: frente a los enemigos de Alá hay que emplear todos los medios con tal de “aterrorizarles”. Es una recomendación congruente con la proyección sobre la tierra de los castigos infernales con el objetivo de hacer inevitable el triunfo de la verdadera religión.
Zaragoza, 1 de diciembre de 2006.

Nuevo obispo auxiliar de la Cd. de México

El Papa Benedicto XVI ha nombrado este día obispo auxiliar de México al padre Florencio Armando Colín Cruz, canónico efectivo del cabildo de la Basílica de Guadalupe.
El obispo electo es orginario de Acambay, Estado de México (igual que Don Abelardo Alvarado Alcantara, tambien obispo auxiliar); tiene 58 años de edad;
En 1968 ingresó al seminario conciliar de la arquidiócesis de México, cursando los estudios de preparatoria y de humanidades en el Colegio de Bachilleres de la Ciudad de México.
Llevó a cabo su formación filosófica y teológica en el Instituto Superior de Estudios Eclesiásticos de la Arquidiócesis de México y en la Pontificia Universidad Gregoriana, en Roma, ciudad en la cual frecuentó también cursos de Arqueología Paleocristiana y donde realizó estudios de especialización en el Pontificio Instituto Bíblico (1978-1982) - completados con un semestre en The Hebrew University of Jerusalem (Israel)-, obteniendo la Licenciatura en Ciencias Bíblicas.
El 22 de abril de 1982, recibió en México la Ordenación Presbiteral de manos del cardenal Ernesto Corripio Ahumada.
Luego de un breve período como vicario parroquial en la parroquia de San Bernardino de Siena (Xochimilco, D.F.), entró a formar parte del equipo de formadores y de profesores del Seminario Conciliar de México (Huipulco), desempeñando ahí diversas tareas y dictando, también, diversos cursos en varias Instituciones de Educación Superior en la ciudad de México.
De 1988 a 1992 estuvo nuevamente en Italia, en donde, además de frecuentar algunos cursos complementarios a su formación, elaboró y defendió su tesis con la que obtuvo, en la Pontificia Universidad Gregoriana, su doctorado en Teología Bíblica.
A su regreso a México fue designado vicerrector del Seminario Conciliar de México (Huipulco) y Director del Departamento de idiomas en el Instituto Superior de Estudios Eclesiásticos.
En octubre de 1996 fue nombrado párroco de la parroquia de Santa María de Guadalupe "Capuchinas", en la Villa, y en 1999 se le encomienda también la dirección de la Pastoral Bíblica en la Arquidiócesis de México, oficios que cubre hasta el presente.
El 14 de septiembre de 1999 recibió el título de Canónigo Efectivo de la Insigne Nacional Basílica de Guadalupe.
Además, de 1999 al 2006, y de 2007 a la fecha, funge como Decano del primer Decanato de la Primera Vicaría Episcopal.
Ha publicado, entre otros, algunos artículos sobre temas bíblicos y guadalupanos, así como semblanzas de los templos restaurados y de la figura de San Juan Diego.

Izquierda y populismo

Izquierda y populismo/ Ramón Jáuregui
Publicado en EL CORREO DIGITAL, 23/12/2007;
La izquierda es popular por naturaleza. Pero la izquierda populista no es izquierda. Es populismo de izquierdas. El contenido principal de esa política es la retórica, la demagogia, el engaño masivo y ‘de izquierdas’ es adjetivo del sustantivo populismo. Viendo dos noticias de la Prensa estos días pasados, aclaramos con dos imágenes esta pequeña disquisición conceptual. En una de ellas, Chávez, el presidente venezolano, en el último mitin de su campaña para aprobar un referéndum que afortunadamente ha perdido, anunciaba a voz en grito la posible nacionalización de los dos grandes bancos españoles en su país, si el Rey no se disculpaba con él. El mismo día, Lula, presidente de Brasil, prometía a un millón de habitantes de la Favela de Río, la legalización de sus pobres propiedades y la inversión de 15.000 millones de euros para llevar agua y saneamiento y accesos a esas casas. Lula es de izquierdas y Chávez es un populista de izquierdas que lo único que sabe de tan noble término político es su ubicación física.
El incidente con el Rey de España sirvió a Chávez para hacer una demagógica e hipernacionalista campaña en su dudoso referéndum, democráticamente hablando. Pero, más allá de tan detestables recursos para el engaño y el nepotismo, la pregunta es: ¿qué está haciendo este hombre con su pueblo? ¿Cómo está aprovechando el precio del petróleo a cien dólares, para modernizar Venezuela y colocarla en la competitividad mundial? ¿En qué está invirtiendo un presupuesto público que se ha multiplicado por tres en pocos años, por la creciente entrada de petrodólares en las arcas públicas? Lamentablemente y a pesar del crecimiento de la economía venezolana, en gran parte impulsado por el incremento del consumo interior, derivado a su vez del precio del petróleo, todas estas preguntas y otras muchas tienen una misma respuesta: nada serio se está haciendo.
No quiero creer que el staff político del país está corrompido. Escucho a directivos de empresas que trabajan allí contar cosas demasiado graves y paso sobre ellas porque no tengo datos suficientes como para darles carta de naturaleza. Supongamos que no, que se trata de un país sin corrupción y analicemos ahora su política. No se conocen grandes apuestas de inversión pública por modernizar sus infraestructuras. No se están mejorando los sistemas educativos y universitarios para tener gente cualificada capaz de producir competitivamente en el mundo. No se atraen empresas y con ellas capitales y tecnologías con las que asentar un tejido productivo que genere empleo. No se plantean políticas de reforma fiscal para hacer que paguen quienes no lo hacen y que paguen más quienes más tienen. El petróleo sigue siendo el 80% de los ingresos públicos. No, nada de todo eso que es izquierda, se está haciendo. Quizás se reparten subsidios a los más pobres, que acaban produciendo un consumismo exagerado en la ciudad de Caracas donde se agotan los televisores de plasma y el whisky, pero, me pregunto ¿es eso socialismo? ¿Qué es la revolución bolivariana sino un nacionalismo barato y del pasado, basado como todos los nacionalismos, en la exaltación demagógica de virtudes colectivas y la culpabilización mentirosa de todos los males al enemigo exterior? Chávez reparte sus excedentes generosamente a Cuba, a Nicaragua y a Bolivia y busca así ejercer de gran líder revolucionario de lo que llama ampulosamente socialismo del sigo XXI. Es penoso que a eso se le llame izquierda.
Lula era un sindicalista y ganó el poder con su partido de izquierda -el partido de los trabajadores- en Brasil, hace ahora seis años. Brasil tiene enormes bolsas de pobreza a lo largo de un país inmenso y desigual. Pero Lula ha tenido muy claro, desde el primer día, que el futuro de su inmensa población (cerca de 190 millones de habitantes) pasa por cambiar el viejo modelo económico de Latinoamérica consistente en exportar al mundo materias primas e importar tanto o más de productos de consumo, empobreciendo así al país, al tiempo que expulsan los capitales hacia fondos financieros en países estables y negocios de inversión rentables. Lula está construyendo un país moderno, creando confianza en el sistema financiero nacional e internacional, atrayendo a capital y empresas multinacionales, al tiempo que asegura una macroeconomía saneada en crecimiento de PIB y empleo. Su prolongada apuesta por la suficiencia energética, ya sea con el bioetanol o con la búsqueda de petróleo y gas, ha sido recompensada además con el descubrimiento de una inmensa bolsa de hidrocarburos en el océano, a más de trescientos kilómetros de Sao Paulo, en la costa sur brasileña, a más de dos mil metros de profundidad, bautizada con el nombre de Tupí. No es de extrañar por ello que Lula, emocionado ante tal hallazgo, exclamara en la cumbre chilena de Latinoamérica del pasado noviembre en la que anunció tal descubrimiento: «este hallazgo prueba que Dios es brasileño».
Pero Lula está haciendo esta política pragmática con discreción y sentido del tiempo y del espacio en el que vive. Para empezar ha reforzado la democracia y sus reglas, huyendo de toda tentación de abuso y nepotismo del poder, cortando de raíz los escándalos de corrupción de su partido al comienzo de su mandato. Además ha aplicado con éxito programas de redistribución social muy notables: ‘hambre-cero’ o ‘bolsa-escuela’ y está reforzando su poderío militar, consciente del papel estratégico de su defensa y de sus funciones como árbitro internacional en el cono sur latinoamericano. Ha ganado limpiamente sus segundas elecciones democráticas y puede muy bien ganar las próximas, dando así continuidad a este ambicioso proyecto.
Ustedes perdonarán la referencia, pero a mí, Lula me recuerda mucho al Felipe González español de los ochenta. Aquél que tenía que consolidar la democracia después del golpe de Estado de Tejero, hacer la reconversión industrial, modernizar la economía del país, entrar en Europa y hacer las autonomías, entre otras muchas urgencias. Fue durísimo pero fueron aquellos años los que aseguraron el progreso de España con crecimientos del 6% del PIB cuando ingresamos en la UE en 1986. Nada de todo lo mucho y bueno que hemos hecho en los noventa y del espectacular progreso español desde hace más de diez años, habría sido posible si en aquellos decisivos años hubiéramos mirado hacia otro lado ante los problemas de la economía española y nos hubiéramos dejado deslizar por la tentadora y peligrosa rampa del populismo.
Yo creo que eso es política de izquierdas. Aceptar el libre mercado en el terreno económico es obligado porque no hay alternativa ideológica conocida al funcionamiento y al progreso económico en la globalización. Lo que hemos conocido como modelo de nacionalización y planificación estatal, ha fracasado como es bien sabido. La izquierda necesita una economía en crecimiento y pleno empleo para hacer posible su proyecto redistribuidor de justicia e igualdad de oportunidades. Algunos desprecian la tarea transformadora del modelo socialdemócrata de redistribución, pero no se han conocido sociedades más justas en libertad, más iguales en oportunidades y más protegidas contra la exclusión. Basta salir de Europa para verlo y sufrirlo.
Volviendo al principio. Latinoamérica es un enorme continente, desde Río Bravo hasta Bariloche, lleno de necesidades y de oportunidades. Con unas poblaciones castigadas por el fracaso de la política y de sus políticos a lo largo de decenios. Más de doscientos millones de personas con pobreza extrema, enormes desigualdades sociales, casi ochenta millones de seres sin servicio de agua corriente. Pero al mismo tiempo unas generaciones de gente joven, preparada y con ganas de trabajar y salir adelante. La pregunta es con qué política, con qué modelo económico, con qué líderes. Lula es la esperanza de una izquierda que ha ganado la mayoría democrática de esos países. Lula es la izquierda posible. Lo otro, es verborrea demagógica. Es populismo y mentira.

Carta desde Armenia

Carta desde Armenia/ Fred Halliday, profesor-investigador de la Institució Catalana de Recerca i Estudis Avançats (ICREA) en el Institut de Barcelona d´Estudis Internacionals (IBEI). Traducción: Juan Gabriel López Guix
Publicado en LA VANGUARDIA, 25/11/2008;
Desde sus imponentes despachos que dan a la plaza de la República de Ereván, los funcionarios del Ministerio de Asuntos Exteriores de Armenia no se equivocan al sentirse satisfechos ante los últimos acontecimientos de la región del Cáucaso meridional: antaño emplazamiento de una enorme estatua de Lenin y con un monumental conjunto de edificios estatales de piedra rojiza - el más admirable legado arquitectónico de la antigua URSS-,la plaza es el centro de esta ciudad, la capital de un país de 3,7 millones de habitantes. Desde su independencia en 1991 o, de modo más preciso, desde la restauración de una independencia que se había proclamado en 1918, la República de Armenia ha mantenido estrechas relaciones con Rusia. Estos vínculos sirven de contrapeso a la postura proturca y prooccidental de Azerbaiyán, su segundo vecino surcaucásico, con el que entabló en la década de 1990 una guerra por el territorio de Nagorno-Karabaj, y - de forma menos abierta-a los coqueteos prooccidentales de su tercer socio regional, Georgia.
En términos inmediatos, Ereván tiene sólo un limitado interés directo en el conflicto entre Georgia y Rusia. La situación económica y política de Georgia afecta a los 200.000 armenios que todavía viven en Georgia. Al mismo tiempo, dado el cierre de sus fronteras con Azerbaiyán y Turquía, también depende de la ruta terrestre que atraviesa Georgia hasta el puerto de Poti, su única salida por tierra al mundo además de la vía hacia Irán, por el sur.
Sin embargo, en aspectos importantes, Ereván siente que puede haber salido beneficiado de la guerra de este verano. En primer lugar, se considera que la afirmación del poder ruso de agosto ha actuado como factor disuasorio ante Azerbaiyán, un país con unos ingresos petroleros y una confianza en sí mismo crecientes y que de otro modo quizá habría intentado reconquistar las zonas de su país capturadas por Armenia en la guerra de 1992-1994. Nadie espera que los rusos envíen tropas de combate en ayuda de Armenia, pero hay ya varios miles de soldados rusos desplegados en el país, en bases situadas a lo largo de la frontera con Turquía y a sólo 40 kilómetros de la capital; además, en el país se encuentran preposicionadas grandes cantidades de equipo militar ruso: la suposición es que, en el caso de que estalle una nueva guerra con Azerbaiyán, esas armas estarán a disposición de las fuerzas armenias.
Al mismo tiempo, existen algunos indicios de que la guerra georgiana ha llevado aun replanteamiento de la política del poderoso - y, por lo general, hostil-vecino occidental de Armenia, Turquía. Los armenios no pueden olvidar las terribles matanzas - bajo ningún criterio normal, un genocidio-que padecieron en Turquía durante la Primera Guerra Mundial. Sobre Ereván, en lo alto de una colina que domina la ciudad, se levanta el memorial del genocidio, llamado Tsitsenakaberd, Castillo de la Golondrina, por el lugar en que está situado.
La negativa turca a reconocer el genocidio ha envenenado durante mucho tiempo - y es probable que siga envenenando-las relaciones armenio-turcas. Sin embargo, más inmediato es el bloqueo al que Turquía somete al país desde la guerra con Azerbaiyán: Armenia necesita urgentemente abrir sus fronteras al comercio, y algunos anuncios recientes de Ankara proclamando una nueva iniciativa para el sur del Cáucaso, acompañados de la visita del presidente turco a Ereván con ocasión de un partido de fútbol Armenia-Turquía, indican que quizá se esté produciendo cierto cambio en las actitudes. De todos modos, igual que en otros conflictos (la disputa árabe-israelí, por ejemplo), no bastan las declaraciones generales y los gestos simbólicos: no está claro, según me dicen mis interlocutores en el Ministerio de Exteriores, que la expresión de buena voluntad del presidente turco se haya traducido en hechos políticos a través de los escalafones burocráticos. Y, a toda persona familiarizada con la sensibilidad de la opinión pública contemporánea en Armenia y - más aún-en Turquía, los cambios trascendentales le parecerán escasos.
A largo plazo, la guerra ruso-georgiana ha hecho poco por mitigar, no ya resolver, los principales problemas a los que se enfrenta Armenia. El primero, evidente para el visitante en cuanto sale del centro de Ereván con sus edificios, restaurantes y hoteles modernos, es la persistente penuria del país: buena parte de la población vive por debajo del umbral de pobreza, la corrupción invade todos los ámbitos estatales, la tasa de nacimientos es la más baja de Europa. Desde la independencia, la mitad de la población y un porcentaje desproporcionado de la clase culta y emprendedora ha abandonado el país, camino de Rusia o de Occidente. Armenia no es una dictadura sangrienta, pero tampoco es una democracia: como sus otros dos vecinos surcaucásicos, con quien tiene política y culturalmente en común mucho más de lo que admitirá el orgullo nacionalista, el país se encuentra gobernado por una élite semidelincuente poscomunista que se ha apoderado de los activos del periodo soviético y de buena parte de los mil millones de euros enviados por la diáspora para consolidar su poder y mejorar su modo de vida.
Sin embargo, el problema más importante de todos es el conflicto no resuelto con Azerbaiyán por Nagorno-Karabaj, un enclave armenio en el interior del territorio azerbaiyano. La guerra entre los dos estados ya independientes estalló en 1992 y cuando finalizó, en 1994, Armenia no sólo se había apoderado de Nagorno-Karabaj, sino también de amplias zonas de Azerbaiyán que Ereván ha mantenido desde entonces como baza de cara a la negociación.
Los negociadores internacionales han dedicado años a encontrar una solución a este problema. Sin que muchos lo hayan advertido, EE. UU. y los estados europeos, unidos en lo que se ha denominado el proceso de Minsk de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE), comparten un objetivo común con el otro estrecho - aunque discreto-aliado de Armenia, la República de Irán: una solución negociada del problema. De todos modos, la OSCE, cuyo ámbito de acción cubre toda la antigua URSS, puso de manifiesto su impotencia y su falta de previsión diplomática al abordar la guerra del pasado agosto entre Georgia y Rusia: en Ereván, algunos observadores atribuyen incluso una parte de responsabilidad de esa guerra a la OSCE y, en concreto, al fracaso de España, presidenta en el 2007, a la hora de imponerse de modo suficiente cuando empezaron a crecer las tensiones.
No obstante, hay otra lección de los acontecimientos de este verano en la que deberían fijarse los políticos y funcionarios de Ereván: a pesar de todas las ventajas de las que ahora creen disponer en su disputa con Azerbaiyán y a pesar de todo el sentimiento nacionalista relacionado con esa cuestión, no cabe excluir el peligro de otra guerra con Azerbaiyán. Este país se está enriqueciendo y fortaleciendo, y se cree que la nueva generación de azerbaiyanos, sin recuerdo de una convivencia con vecinos o conciudadanos armenios, es aún más militante que las anteriores. Como me dijo en Ereván un sensato observador académico: “Lo único que se aprende viviendo en el sur del Cáucaso es que no existen conflictos congelados“.

Cambio en Los Pinos

Columna JAQUE MATE/ Sergio Sarmiento
Círculo íntimo
Reforma, 27/11/2008;
"La solución de cualquier problema crea problemas nuevos".
Miguel de Unamuno
El círculo íntimo, ese grupo compacto, joven y leal, se ha venido deshaciendo. Germán Martínez Cázares está en el PAN. Gerardo Ruiz Mateos se ha marchado a la Secretaría de Economía. César Nava ha entregado la secretaría particular. Y Juan Camilo Mouriño, el corazón de ese núcleo que acompañó a Felipe Calderón en el largo e incierto camino que lo llevó a la Presidencia, ha muerto trágica e intempestivamente en un avionazo.
De ese grupo de jóvenes guerreros que lograron un triunfo electoral que en un principio parecía imposible, sólo quedan dos al lado del presidente Calderón: Max Cortázar, coordinador de Comunicación Social, y Alejandra Sota, coordinadora de Estrategia y Mensaje Gubernamental.
Un nuevo Presidente tiene dos opciones al crear su equipo de trabajo. Puede recurrir a personajes de probada experiencia y peso político. Éstos dan prestigio y capacidad, pero pueden ser difíciles de controlar. La otra opción es formar un equipo joven, entusiasta y leal nutrido de colaboradores de campaña.
Calderón optó por la fórmula clásica: en el gabinete colocó a hombres y mujeres de experiencia, reconocidos en su campo de actividad, aun cuando no hubiesen sido sus aliados políticos, mientras que en Los Pinos se rodeó de ese equipo de jóvenes colaboradores que pelearon con él las batallas más difíciles de la campaña, cuando nadie le auguraba la posibilidad de llegar a Los Pinos.
Hay siempre excepciones, por supuesto. Martínez Cázares fue enviado al gabinete desde un principio. Él era, sin embargo, el más reconocido miembro del círculo íntimo. El Presidente, por otra parte, necesitaba a alguien de toda su confianza en la Secretaría de la Función Pública. Josefina Vázquez Mota y Javier Lozano, quienes fueron designados secretarios de Educación y del Trabajo, estuvieron en su equipo de campaña, pero eran mayores que los otros miembros del círculo íntimo y tenían ya trayectorias políticas muy definidas (Vázquez Mota había sido secretaria de Desarrollo Social y Lozano, subsecretario y presidente de Cofetel).
El gabinete original de Calderón estaba formado en buena medida por aliados políticos o por funcionarios que tenían ya largas trayectorias y reconocimiento. El secretario de Gobernación, Francisco Ramírez Acuña, había sido gobernador de Jalisco y había destapado a Calderón como posible candidato a la Presidencia de la República, a pesar del enojo del entonces presidente Vicente Fox. El de Hacienda, Agustín Carstens, tenía una de las experiencias más importantes en materia financiera para un mexicano; tanto se le consideraba como posible secretario de Hacienda, que incluso se le había mencionado como posible nombramiento de Andrés Manuel López Obrador. Los demás secretarios estaban en situaciones similares: tenían trayectorias importantes y no habían participado en la campaña de Calderón, aun cuando hubieran podido darle asesoría.
El equipo de Los Pinos era exactamente lo opuesto. Todos eran jóvenes y todos habían apostado por Calderón desde el principio. Si bien eran brillantes, nadie los conocía en el 2006 fuera del círculo más cercano del candidato. Sus características más importantes eran un entusiasmo que a veces lindaba en lo juvenil y una lealtad a toda prueba.
Ya en Los Pinos, Calderón les dio a estos jóvenes enormes responsabilidades. Mouriño se convirtió en el colaborador más cercano del Presidente. La confianza presidencial se reflejaba no sólo en sus responsabilidades normales como jefe de la Oficina de la Presidencia sino también en el hecho de que en actos públicos se le daba una mayor importancia jerárquica que la que se otorgaba a los secretarios de Estado, incluidos los de Gobernación, Defensa o Relaciones Exteriores.
El Presidente, sin embargo, ha desmantelado este equipo íntimo a menos de dos años de haberlo llevado a Los Pinos. La decisión crucial fue, sin duda, la de mandar a Mouriño a la Secretaría de Gobernación. Ruiz Mateos, quien lo reemplazó como jefe de la Oficina de la Presidencia, poco después hizo maletas para irse a la torre de la Condesa que aloja a Economía. Ahora le toca a César Nava.
El Presidente ha movido sus piezas sin dar explicaciones. No tiene por qué hacerlo. Una de las prerrogativas del jefe del Ejecutivo es designar a los miembros de su equipo de trabajo en la Presidencia de la República sin tener que pedir autorización de nadie. Aun cuando algunos cargos del gabinete requieren ratificación del Congreso, ninguno la precisa en Los Pinos.
Luis Felipe Bravo Mena, quien llega a reemplazar a Nava, es un político hábil e inteligente. A lo largo de su vida ha mostrado tenacidad y organización, así como capacidad de negociación con políticos tanto del PAN como de otros partidos. Éstas son virtudes para un secretario particular. Lo que no podrá darle Bravo Mena al Presidente, sin embargo, es esa cercanía que tenía el círculo íntimo hoy desvanecido.
Desesperado
Nelson Vargas ha sido siempre un hombre moderado, pero ayer mostró su rabia a un año y dos meses del secuestro de su hija Silvia. No es posible cuestionarlo. Quien ya lo ha perdido todo, no tiene nada que perder. Es lógico que exija que las autoridades de seguridad y justicia cumplan con su función. Y es imperativo que las autoridades le hagan caso.