Varias opiniones:Cambios, ruido, incertidumbre/Jenaro Villamil
Tomado de Proceso, No. 1606, pag 32-34, 12/08/2007;
Los recientes cambios en la programación del Instituto Mexicano de la Radio generan polémica. Algunos conductores y exconsejeros temen que se desvirtúe el perfil de la radio pública y se cancele la pluralidad de voces. A su vez, el director del instituto, Héctor Villarreal, afirma que sólo desea hacer sustentable al grupo radiofónico. En todo caso, su proyecto no se advierte con claridad en las transmisiones actuales.
Los cambios en la programación de dos de las 17 estaciones que conforman el Instituto Mexicano de la Radio (Imer) generaron en los últimos días una polémica entre los exconductores del suprimido Café Encuentro –programa de análisis político con 20 años de transmisiones en el 107.9 de FM– y el director de este sistema de radio pública, Héctor Villarreal.
De hecho, en la última emisión, el jueves 9 de agosto, Villarreal debatió públicamente con los conductores Alan Arias y José María Rodríguez.
En paralelo con el fin de estas emisiones, exintegrantes del Consejo de Programación han expresado su preocupación por el futuro de La Radio de los Ciudadanos, un modelo único destinado a 46 organizaciones no gubernamentales en la estación 660 AM, una de las siete concesiones que pertenecen al Imer y que, por tanto, tiene posibilidades de comercialización.
Las diferencias entre la mayoría de los 10 conductores de Café Encuentro y Villarreal surgieron a raíz de la notificación de que se suspendía el programa para “optimizar recursos” y ampliar el tiempo del noticiario matutino, conducido ahora por Mario Campos, en sustitución de Héctor Zamarrón.
Alan Arias, María Elena Cantú y Ricardo Becerra coinciden en la “forma abrupta” y la falta de una interlocución directa con Héctor Villarreal para notificarles el fin de las emisiones de Café Encuentro.
“El tema no es tanto que queramos quedarnos, sino cuáles van a ser los criterios para renovar la barra programática”, afirma Arias, quien coordinó durante 13 años una de las emisiones diarias del programa.
Al igual que Arias, María Elena Cantú lamenta la decisión del cierre de la emisión y subrayó que “lo verdaderamente importante es que el cierre de Café Encuentro no signifique el fin de espacios abiertos a la pluralidad, al libre debate de ideas, a la libertad de expresión y al derecho a la información”.
“El Imer no debe abandonar el papel que le corresponde, como medio de Estado, en la consolidación de la democracia en México. ¿Cómo sabremos que el Imer no va en esa dirección? La respuesta es simple: por el contenido y la política editorial que ofrezcan a los ciudadanos a partir de los cambios en su programación”, afirma en entrevista, quien también fue conductora de la tercera emisión del Sistema Nacional de Noticias.
Por su parte, Ricardo Becerra, actualmente funcionario de Enlace Ciudadano en el IFAI, destaca que “las razones del cambio fueron mal explicadas” y manifestó su deseo de que el Imer “siga siendo un espacio libre, sin censura y, sobre todo, no oficialista”.
Ante esta polémica y el debate público del jueves 9, el director del instituto, Héctor Villarreal, declara a Proceso que estos cambios no fueron sólo para optimizar recursos, sino para “reforzar la oferta noticiosa ante la audiencia del Imer”. Argumenta que, de acuerdo con el índice de medición de audiencias radiofónicas, el rating de este programa era el penúltimo lugar en el horario matutino.
“Este formato no está funcionando. En el marco de una sociedad tan diversa, el análisis no se puede limitar solamente a 10 voces”, indica Villarreal, quien descarta que se trate de un asunto personal o que haya un intento de censura.
El funcionario responde a otras críticas que se han expresado en columnas periodísticas a raíz de los cambios en la programación: “No queremos vender el tiempo ni poner música para sustituir las noticias. Mantendremos las columnas radiofónicas que se realicen diariamente en el noticiario con periodistas que nos distinguen con su colaboración. Ninguna de estas voces está alineada al gobierno de Calderón. Es injusto decirlo”.
Sobre el papel de la radio pública en el país, Villarreal insiste en que no busca alienar la programación ni convertir al Imer en una radio “oficialista”, pero también precisa: “Tenemos que demostrar para qué servimos. Tenemos que fortalecer la oferta informativa, hacer un periodismo diferente a la radio comercial y orientarnos hacia una radio de servicios”.
En medio de esta polémica, Villarreal anuncia que a partir de este lunes 13 se iniciará un programa en la XEB, La B Grande, destinado a atender a personas con discapacidad. Se llamará Entre Nos.
Adelantó que antes de terminar este año el Imer destinará una de sus frecuencias a la programación de servicios en los rubros de salud, desarrollo social, educación, cultura y ecología.
“No será una frecuencia para educar o pontificar, sino para discutir sobre los distintos temas de interés público. No se trata de que vengan las dependencias oficiales a explicar sus acciones, sino a problematizar y abordar temas como la sexualidad, el calentamiento global, etcétera”, afirma.
“Será una especie de laboratorio de programación y le vamos a apostar a un estándar de calidad”, promete.
La radio ciudadana
El cambio en la programación de la XEQK, La Radio de los Ciudadanos, generó también polémica por el cambio en las poco más de 40 organizaciones y un período de cinco semanas durante las cuales se transmitió música en lugar de contenidos informativos y de servicios.
Junto con la sustitución de los programas se produjo el cambio en el Consejo de Programación, un organismo que funciona como órgano consultivo de los contenidos de esta emisora. De este organismo salieron Vicente Aranda y Beatriz Solís, quienes participaban a título individual, así como Javier Esteinou, en representación del Consejo Nacional de Escuelas e Institutos de Comunicación (Coneic), y Aleida Calleja, de la Asociación Mundial de Radios Comunitarias (Amarc). Permanecen en el consejo Virgilio Caballero, a título individual; Elio Villaseñor, de Equipo Pueblo, y Javier Vargas, de la Fundación Vamos.
En sustitución de los consejeros que abandonan el organismo entrarán Gabriel Sosa, especialista en radiodifusión; Patricia Ortega, académica de la Universidad Autónoma Metropolitana; Marco Levario, director de la revista Etcétera, y José Buendía.
Beatriz Solís consideró como “desafortunado” el cambio abrupto de la programación. Desde la reunión previa a que se aplicaran, Solís propuso que “los cambios fueran escalonados para que la gente no se sintiera sorprendida”.
En la minuta de la reunión del Consejo de Programación correspondiente al 13 de marzo pasado, de la cual Proceso obtuvo una copia, Javier Esteinou comentó que percibía “una tensión en la emisora” por estos cambios y propuso revisar “la noción y el concepto de lo que queremos como radio ciudadana”.
Durante esa sesión, Héctor Villarreal les pidió a los integrantes del consejo que plantearan la posibilidad de que la radio ciudadana “genere recursos que le permitan la sustentabilidad, tomando en cuenta que se trata de una emisora concesionada”, y recomendó que cada consejero adoptara “dos o tres programas para buscar patrocinios, de acuerdo al conocimiento y la experiencia que cada consejero tiene”.
Virgilio Caballero le rebatió a Villarreal señalando que “no es el papel de los consejeros buscar recursos que debe aportar el Estado”, aunque reconoció la necesidad de buscar patrocinios y establecer un sistema mixto de financiamiento para allegarse los recursos requeridos.
En la misma sesión se acordaron los cambios y la sustitución escalonada de los consejeros, ya que, de acuerdo con los lineamientos internos del funcionamiento del consejo, cinco de sus integrantes ya habían superado los tiempos de colaboración establecidos.
Consultado sobre el futuro de La Radio de los Ciudadanos, Villarreal insiste en que “el espacio del Imer es de todos, no para los que llegaron primero” y que la sustitución de los programas y de las organizaciones se realizó a partir de un concurso en el cual se presentaron 536 proyectos y se eligieron 46, encabezados por igual número de agrupaciones ciudadanas.
–Existe un temor de que este espacio se transforme –se le comenta.
–El proyecto de radio ciudadana hay que protegerlo. No se va a desmantelar, se va a fortalecer aunque a algunos les resulte amenazante o preocupante.
Explica que las cinco semanas que se suspendió la programación fueron aprovechadas para capacitar a las organizaciones ciudadanas que tendrán a su cargo los próximos programas.
El director del Imer insiste en buscar la sustentabilidad de la emisora, que al ser una concesión tiene posibilidades de comercializar y buscar patrocinios.
Presupuesto y plan de austeridad
A lo largo de la entrevista, Villarreal reconoce que una de las prioridades de su gestión al frente del Imer es optimizar sus recursos. El instituto tiene un presupuesto anual de 101 millones de pesos, de los cuales, hasta el primer semestre de 2007, se han ejercido 69.3 millones. Además, se han destinado 12.1 millones de pesos al pago de adeudos de ejercicios anteriores, como servicios de energía eléctrica, pago de impuestos y de servicios como telefonía.
El Imer le solicitó a la Secretaría de Educación Pública, de la que depende presupuestalmente, una ampliación de 22.8 millones de pesos para disminuir el déficit y cumplir con el pago de pasivos que ascienden a 23.5 millones de pesos.
Al mismo tiempo, Villarreal se compromete a generar 40 millones de pesos por la vía publicitaria: “Necesitamos salir a buscar agresivamente spots en la iniciativa privada, para depender menos del presupuesto público y sin distorsionar el objetivo de la radio pública”.
Las medidas de austeridad para disminuir el déficit también han implicado reducción de los gastos en viáticos, en telefonía y en el uso de vehículos, pero aún no se ha mejorado el nivel salarial de la plantilla conformada por alrededor de 700 trabajadores.
El Imer fue creado en 1983 durante el gobierno de Miguel de la Madrid y constituye, junto con el Canal Once, del Instituto Politécnico Nacional, y el Canal 22, del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, uno de los medios públicos que aún sobreviven a pesar de las crecientes presiones de los medios comerciales, que reclaman su desaparición.
En busca de su sustentabilidad, durante el primer trimestre de 2007 el Imer registró una facturación total de 3 millones 373 mil 625 pesos, de los cuales 10% correspondieron al sector público y 90% provinieron de empresas privadas.Episodio Imer: conservadurismo burocrático/ Alan Arias
Tomado de Milenio Diario, 12/08/2007;A partir de mañana en la programación del Instituto Mexicano de la Radio (Imer) desaparecerá la barra de análisis político posterior al noticiario matutino, llamada malamente Café Encuentros, históricamente Encuentros a secas (18 años). El grupo de analistas independientes, algunos con más de 13 u 11 años en el Imer, ha sido despedido fulminantemente mediante una carta falaz (“optimizar recursos” y “la extensión del espacio informativo”), que deliberadamente ocultaba los verdaderos motivos de la decisión, como quedó constatado en la tardía y oportunista intervención al aire del director, Héctor Villarreal (“bajo rating” y renovación), en el penúltimo programa del espacio, conducido por Alán Arias Marín y José María Rodríguez.
El episodio —no concluido— de la eliminación discrecional e infundada de un espacio plural y de crítica independiente, parece ser expresión de una política regresiva respecto del pluralismo alcanzado en los medios públicos. La serie de acciones para cancelar el espacio y despedir a los analistas (Jorge Javier Romero, Ricardo Becerra, María Elena Cantú, Jorge Buendía, Rose Mary Elías, Teresa Jiménez, además de los ya mencionados), lo ideológico de los argumentos y la actitud prepotente, esquiva y oportunista del director, propia del que cree tener potestad sobre la institución, se articula con una serie de acciones concertadas en el Imer, la Secretaría de Gobernación y, en general, del comportamiento del gobierno federal respecto de los medios masivos de comunicación.
Una política que no se atreve a decir su nombre, probablemente carente de concepto, pero que apunta una intención de control y acotamiento de la crítica. Está en el talante ideológico conservador del presidente Calderón, en el militantismo del grupo que domina la Secretaría de Gobernación y que contrariamente a la legalidad —debiera ser la SEP— dirige y coordina la radio pública. Se entiende, además, por las difíciles condiciones políticas del país: incapacidad para procesar la alta conflictividad política (incluso armada), legitimidad vulnerada (defectuosas elecciones y resultados electorales que claman por pluralismo y acuerdos políticos) e incapacidad de articular procesos de legitimación efectivos (limitación de la reforma ISSSTE, miscelánea fiscal en el limbo, reforma política atada a intereses de partidos y sin viabilidad mayor); para colmo en un contexto económico de estancamiento crónico del crecimiento, turbulencias financieras, declinación de la producción de petróleo y precios a la baja. Panorama crítico, disfuncionalidad gubernamental, alta conflictividad… se antoja el control y domesticación de la discusión pública.
El grosero episodio de autoritarismo conservador en el Imer, relativamente documentado gracias a la protesta y exigencia deliberativa del público y de los analistas (hasta hoy el director Villarreal no recibe a los despedidos), alerta sobre el riesgo de un debate público restringido, controlado, en virtud del sometimiento y compromisos del gobierno con los grandes empresarios de la comunicación y que el difícil tránsito de los medios estatales del oficialismo al pluralismo sufra una regresión.
No se trata de la defensa de los intelectuales agraviados, ni de su permanencia, como ellos mismos han aclarado, sino de reclamar al gobierno la explicitación de sus criterios de política comunicativa, la exigencia de pluralidad política y cultural, el respeto irrestricto a la crítica independiente. El Imer está obligado legal y moralmente a difundir información socialmente relevante (no necesariamente comercializable), a ofrecer argumentos críticos sobre el sentido de las acciones y el discurso del gobierno.
El argumento del rating para la cancelación del espacio de análisis es deleznable y muestra la orfandad intelectual del director. ¿Cuánto ha invertido en la promoción de los programas para exigir que reditúen audiencia comercializable?, ¿no sabe de la ecuación inversión-audiencia-ganancia implicada en el rating y la publicidad?, ¿es empresario, o funcionario público? Parece sólo pensar (mal y sin éxito) en la comunicación para ganar votos.
Más allá del episodio de conservadurismo burocrático en Imer, está en juego la naturaleza del debate público. La clásica dialéctica que enfrenta al conservadurismo histórico mexicano, de matriz religiosa, pensamiento unificado y jerárquico, su repudio a la diferencia y la crítica de cara al discurso liberal, de matriz laica, diversidad pluralista y arraigo a la libertad de expresión. Hay batallas cruciales, antiautoritarias, por venir. El arma de la crítica será indispensable.
PS. Nunca he usado este espacio para dirimir algún asunto personal. He hecho una excepción; pienso que el tema trasciende la coyuntura.