‘Mis
andanzas con los Arellano Félix’/Juan Veledíaz
¿Qué
pasó con el “testigo protegido” que se atrevió a contar en un blog sus
vivencias con el cartel de Tijuana?
Publicado en La Silla Rota, 2 de octubre de 2013;
Ramón
Arellano Félix tenía una mirada agresiva, fría, de esas que donde fijaba los
ojos parecía como si clavara un par de navajas que congelaban al interlocutor.
Su hermano Benjamín, con quien se podía platicar, era como “el negociador”. Él
era más relajado, entrado en confianza tenía otra faceta, inteligente, de pocas
palabras y con don de mando. Si se resume sería así: con Benjamín se hablaba y
con Ramón se asesinaba. Con Francisco Javier, el más chico de los hermanos, se
podía hacer amabas cosas, pero le tocó los últimos años de la ‘época dorada’,
cuando el cartel de Tijuana fue la empresa de tráfico de droga más exitosa que
le disputó a principios de los años 90, la hegemonía a su paisano sinaloense,
el capo Amado Carrillo Fuentes.