La
prensa mundial lo vapulea
Oswaldo Zavala
Revista Proceso # 1862, 8 de julio de 2012
Después de la jornada electoral del domingo 1, la mayoría de los medios
de Estados Unidos y Europa han sido muy críticos con Enrique Peña Nieto y el
PRI. Sin importar sus filiaciones políticas, periódicos y cadenas de televisión
han hablado en días recientes del regreso al poder de un partido “corrupto y
fraudulento”, y han retratado al mexiquense como un hombre cínico, iletrado y
autoritario, cuya imagen fue convenientemente maquillada por los principales
consorcios televisivos mexicanos. Afirman, en resumen, que los “dinosaurios no
se han extinguido en México”.
A diferencia de las apresuradas felicitaciones que varios jefes de
Estado le han dado al candidato presidencial priista Enrique Peña Nieto –Barack
Obama entre los primeros–, la mayoría de los principales medios de Estados
Unidos y Europa han emitido juicios severos contra él y contra el regreso del
partido que tuvo la Presidencia 71 años consecutivos y que, dicen, dista de
haber aprendido las lecciones del pasado.
Algunos de los análisis más críticos aparecieron en prestigiados medios
alemanes de distintas orientaciones políticas, que dos días después de los
comicios señalaron el triunfo de Peña Nieto como la restauración del poder más
corrupto y fraudulento del PRI.
“Es joven y guapo pero su partido es la encarnación del fraude y la
corrupción. A pesar de ello, el nuevo presidente de México quiere, junto con el
PRI, comenzar una nueva era democrática en el país. Se dice que el partido
tiene buenos contactos con los jefes de la droga”, así comienza el análisis del
liberal Süddeutsche Zeitung.
A su vez el semanario Die Zeit subrayó la marcada estrategia mediática
que facilitó la victoria de Peña Nieto y que, anota, “con la ayuda de los
consorcios televisivos dominantes del país oculta al verdadero Peña Nieto”.
Añade: “Éste, el verdadero, ha salido a la luz cuando, por ejemplo, con
una frialdad de médico respondió a la pregunta de la causa de la muerte de su
esposa Mónica o cuando no logró mencionar una sola obra literaria que haya
marcado su vida o cuando fue cuestionado por un grupo de estudiantes en torno a
las violaciones a los derechos humanos durante su periodo como gobernador del
Estado de México e indignado respondió que la ley estaba de su lado y él sólo
había impuesto el orden”.
En Estados Unidos el influyente diario The New York Times ha sido
también fuente de un agudo análisis de la personalidad y las estrategias
políticas que ha empleado Peña Nieto para intentar limpiar la cuestionada
imagen de su partido.
Karla Zabludovsky y Randal C. Archibold señalaron en una nota publicada
en ese periódico el lunes 2 que las “habilidades” políticas de Peña Nieto serán
sometidas a una “prueba crucial”: “Si representa los viejos hábitos del Partido
Revolucionario Institucional, marcado por su clientelismo, o una nueva, más
humilde versión, como él aseguró a los votantes durante la campaña.
“El señor Peña Nieto defiende al PRI, que fue bruscamente desechado por
los electores en 2000 en la primera elección realmente democrática aquí,
terminando con 71 años de gobierno que habían dado al país una estabilidad
política y programas sociales duraderos, pero que habían enriquecido a los
amigos del partido y reprimido a la disidencia política. El partido permeó
tanto en las filas del gobierno y sus instituciones, según han escrito los
historiadores, que su control con frecuencia se extendía a los jefes del
crimen.”
La voz crítica del New York Times se manifestó incluso antes de la
elección. El columnista Alan Riding –quien fue corresponsal en México durante
los setenta y ochenta y cuya experiencia derivó en su libro de análisis sobre
México Vecinos distantes– escribió en la edición del 27 de junio que la
victoria de Peña Nieto sólo podría explicarse en un país donde la “corrupción
todavía es desenfrenada, la pobreza extendida, el crecimiento económico se ha
detenido y hay una ‘guerra contra las drogas’ que ha resultado en una
impensable cifra de muertes de alrededor de 60 mil en menos de seis años”.
“¿Se ha instalado la amnesia?”, se preguntó Riding. “¿Ha fracasado la
democracia multipartidista? ¿En verdad quiere el país dar marcha atrás al
reloj? ¿O ha cambiado el PRI como fuertemente proclama?”
El activista y exsenador californiano Tom Hayden adelantó a Proceso un
artículo que publicará esta semana en la revista The Nation, en el que afirma
que “la elección probó que los dinosaurios no están extintos en la política de
México”.
“El nuevo presidente, Peña Nieto, es el más ‘mediagénico’ de los
dinosaurios; se casó con Angélica Rivera, una glamorosa estrella de telenovelas
de Televisa, el gigante de medios que cubrió la noticia como un Camelot
Mexicano (en referencia a la Casa Blanca durante la gestión de Kennedy)”,
escribe Hayden. “El margen decisivo de votos fue alcanzado por un maquillaje
cosmético del dinosaurio, para parafrasear la retórica de 2008 de (la candidata
a la vicepresidencia del Partido Republicano) Sarah Palin sobre el lápiz labial
en los cerdos”.
En una nota publicada el lunes 2, William Booth y Nick Miroff,
reporteros del diario The Washington Post, escribieron que Peña Nieto es un
“enigma” para Estados Unidos, percepción que aun sus más cercanos colaboradores
“conceden”.
Anotan: “Su partido tiene la reputación de hacer acuerdos con cárteles
de la droga y de permitir que los narcóticos avancen hacia el norte, siempre y
cuando las mafias del crimen eviten la violencia pública y los ataques a
civiles. Tres de los últimos gobernadores del PRI en el sangriento estado
fronterizo de Tamaulipas son investigados bajo sospecha de ayudar a los
cárteles”.
Jo Tuckman, corresponsal del británico The Guardian, registró en la
edición del miércoles 4 las “acusaciones de la sistemática compra de votos y
otras irregularidades que han proyectado una sombra sobre la victoria todavía
sin confirmar de Enrique Peña Nieto”.
“La más notoria de las acusaciones fue que el PRI distribuyó un gran
número de tarjetas prepagadas para hacer compras en la cadena de supermercados
Soriana a cambio de votos”, publicó The Guardian, el mismo medio que confirmó
los pagos que Peña Nieto hizo a Televisa para obtener una cobertura favorable a
su campaña presidencial. “Esto al parecer se ha confirmado esta semana, cuando
clientes del supermercado se apuraron para usar sus tarjetas con valor de entre
100 y 700 pesos (…). Soriana ha negado estar involucrada en un ilícito”.
Voto barato, democracia cara
Para el semanario alemán Der Spiegel México “recuerda más a una
república bananera” en la cual los tres principales partidos políticos han
incurrido en la compra y coacción del voto. “Las trampas van desde la derecha
hasta la izquierda”, dice el reportaje firmado por Klaus Ehringfeld y publicado
el jueves 5.
“El mayor escándalo es el monedero electrónico con el cual el PRI sedujo
a los electores. Reclutadores del partido abordaron poco antes de la elección a
miles de ciudadanos para prometerles monederos electrónicos con los que podrían
realizar compras en una de las cadenas de supermercados más grande del país. A
cambio los electores debían entregar una fotocopia de su credencial de elector
y después con una foto tomada desde su celular, comprobar que habían votado por
el PRI. La recompensa era una tarjeta con 100 pesos de crédito, equivalente
sólo a seis euros. Así de barato puede ser un voto en México”, señala
Ehringfeld.
Y para rematar Der Spiegel resalta la gran paradoja: la de México es la
democracia más cara de América Latina.
“El Estado mexicano gastó alrededor de 13 euros (230 pesos
aproximadamente) en cada voto. Según la Fundación Internacional para Sistemas
Electorales es la democracia latinoamericana más cara. Sólo para comparar: en
Argentina cada voto cuesta 35 centavos de euro, mientras que en Brasil sólo 25
centavos.”
En torno a la acusación de compra y coacción de votos, Peña Nieto fue
confrontado durante una inquisitiva entrevista realizada por Ignacio de los
Reyes y Will Grant, de la televisora BBC Mundo, quienes le preguntaron si
metería la mano al fuego para garantizar que su partido no incurrió en la
ilegalidad durante la elección, a pesar de los videos donde se muestran
testimonios de compradores con tarjetas que dicen les fueron ofrecidas por el
PRI a cambio de su voto.
“Este tipo de juegos puede ser tan armado y orquestado por quien hace
este tipo de señalamientos”, dijo Peña Nieto ante las insistentes preguntas de
los reporteros. “Me parece que cualquier prueba que se tenga, se presente. No
está en tu servidor hacer valoración de videos que eventualmente se presenten”.
Y “El País” lo defiende…
No todos los medios fueron desfavorables para Peña Nieto en su
cobertura. Entre los pocos que ofrecieron un análisis más positivo se encuentra
el periódico español El País, que hace un balance sobre lo que dice que será el
“poder limitado” del PRI en la Presidencia con un país dividido entre las tres
principales fuerzas políticas: PRI, PAN y PRD.
“‘Somos una nueva generación. No hay regreso al pasado’, proclamó el
virtual presidente de México, Enrique Peña Nieto (…) La frase puede ser una
convicción personal, pero sobre todo es una realidad”, comienza el texto
escrito por Luis Prados y publicado en El País el lunes 2.
Prados explica: “El partido que dominó la vida de México durante 71 años
y recupera la máxima magistratura del país después de 12 años verá limitado su
poder y cualquier intento de ‘restauración autoritaria’, como temen sus
adversarios políticos, por el avance de la izquierda a nivel territorial
–arrasó en el Distrito Federal, ganó en el Estado de Morelos y arrebató Tabasco
al PRI– y en el Congreso, donde se perfila como segunda fuerza en la Cámara de
Diputados”.
Pero la mayoría de los medios de Europa y Estados Unidos no coinciden
con la lectura de un México equilibrado entre fuerzas políticas de igual
influencia y, en el mejor de los casos, el PRI aparece como un mal necesario
para el país.
De hecho, como anota el periodista Paulo A. Paranagua en una entrada de
blog del periódico francés Le Monde fechada el jueves 5, para muchos mexicanos
“el PRI es sinónimo de autoritarismo y de corrupción”, por lo que creen que “el
viejo partido hegemónico estaría dispuesto a negociar con los cárteles de la
droga”.
Escribe Paranagua: “Es una idea ambivalente, una mezcla de sospecha y de
esperanza. Es alimentada por la complicidad comprobada entre los políticos y
los narcos. Pero también remite a una cierta nostalgia (…) de calma relativa
que reinó en la época en que el PRI estaba en el poder” (Con información de
Yetlaneci Alcaraz).