Odio los audios/ Laura Ferrero es escritora. Su último libro es La gente no existe (Alfaguara).
EL País, Jueves, 28/Jul/2022
Ocurrieron dos cosas. La primera, que el otro día le pedí a un amigo que me mandara una nota de voz para detallarme un tema de trabajo y me respondió con un lacónico “odio los audios”. Me fijé, entonces, en que en la información de su perfil de WhatsApp aparecía la palabra “audios” al lado de una señal de prohibición. La segunda: pocos días después recibí una nota de voz de 9 minutos y 24 segundos de alguien a quien apenas conocía, un audio de esos que, dada su extensión, son apodados simpáticamente como podcasts. A lo largo de los agónicos 9 minutos y 24 segundos, el emisor me ofrecía un encargo de trabajo en el que se colaban varias digresiones —”como te iba diciendo”, “ay, perdona que se me ha ido el santo al cielo”—, larguísimos y repetidos instantes de “mmmm… bueno… pues”, risas, el ruido de la nevera al abrirse, de donde sacó una jarra de agua, líquido que posteriormente vertió en un vaso, un estornudo con la consiguiente disculpa —”perdón, es que el aire acondicionado”— y el ruido de sonarse los mocos, por el que no obtuve ninguna disculpa más. Todo esto, claro, me llevó de vuelta a mi buen amigo, que zanjó mi necesidad de un audio rápido con una posterior llamada en la que me contó, en un par de minutos y sin ruido de nevera, aquello que no precisaba, efectivamente, de una nota de voz. Aquello que precisaba de eso que comúnmente llamamos conversación.