Milenio, 2009-07-14;
No hay, que yo sepa, encuestas que lo prueben, pero podría asegurar que los evangélicos están entre los muchos que en estas elecciones de 2009 volvieron a votar por el PRI, después de casi 10 años del rompimiento de una alianza que fue histórica y que Fox logró desarmar en el 2000 con aquella ingeniosa frase de que “el PRI es como la Iglesia católica”. Los evangélicos se engañaron con tan colosal imagen y apoyaron al PAN en las elecciones de ese año y subsecuentes. Ahora, como otros sectores de la sociedad, se cansaron de la inefectividad de los gobiernos panistas y de la falta de soluciones concretas a sus problemas. Pero sobre todo, los evangélicos se cansaron del sesgo católico que tuvo el gobierno foxista y de algunos rasgos que últimamente empezó a mostrar en el mismo sentido el gobierno de Calderón. En otras palabras, la cercanía del panismo con personal del Yunque y representantes de la ultraderecha católica terminó por exasperar a muchos miembros de esta minoría religiosa, que se cuenta por millones en nuestro país.
Entre los muchos intentos apenas disfrazados por revertir esta tendencia, el presidente Calderón tuvo un desayuno con una treintena de líderes evangélicos. Y como suele suceder en estos casos, pues en el país hay alrededor de 4 mil asociaciones religiosas de esta corriente doctrinal, ni estuvieron todos los que son ni eran todos los que estaban. La reunión, al decir de uno de los analistas evangélicos, “fue un evento privado, casi clandestino”. Contrariamente a otros encuentros con la Iglesia católica o la comunidad judía, esta reunión habría sido casi vergonzante.
Aun así, tres ministros de culto protestantes o evangélicos pudieron hacer uso de la palabra, lo cual fue aprovechado, por lo menos en un caso, para emitir algunas quejas muy concretas, que mostraron claramente que los evangélicos no están para nada contentos con la actual situación. Uno de ellos, el obispo de la Iglesia Metodista, Moisés Valderrama, fue bastante claridoso. Dijo, entre otras cosas, que como minorías son “testigos de la permanente agresión y violación de lo que debería ser un Estado laico, por parte de las fuerzas más conservadoras del país que reviven la cultura de intolerancia, fanatismo… de nuestro amado México”. Afirmó también que las jerarquías eclesiásticas y dirigencias espirituales no deben moldear las leyes y la política, como actualmente sucede, pretendiendo asumir un liderazgo hegemónico, sobre el resto de las demás confesiones existentes en México”.
Luego de una defensa del Estado laico, el obispo metodista señaló algunos de los principales motivos de queja de los evangélicos frente al gobierno panista: “Lamentablemente nuestra realidad es otra… sabemos de fuentes dignas de todo crédito que muchos de nuestros hermanos en la fe sufren persecución en diversas partes de nuestro país y al verse involucrados en asunto que de una u otra forma tiene que ver con la ley suprema siempre salen perdiendo, porque la impartición de la justicia no es la misma para unos y otros. Casos concretos existen muchos, si hurgamos en el vivir cotidiano del estado de Chiapas en el Estado de México, del estado de Hidalgo y varios más.”
Después de muchos otros argumentos, el obispo metodista solicitó al Presidente, “con el debido respeto que se merece”, seis puntos:
“1) Que nuestra autoridades, si en verdad propugnan por una democracia, no tengan preferencia ni impongan una religión en particular; 2) Que la Dirección General de Asuntos Religiosos de la Segob tenga como tarea fundamental, y así lo haga saber a los diversos funcionarios municipales, estatales y federales, la preservación de la pluralidad religiosa y el pensamiento laico del estado de derecho y se frene la intolerancia religiosa; 3) Requerimos que la actuación de la Subsecretaría de Asuntos Religiosos sea imparcial con los diversos grupos religiosos existentes en nuestro país con estricto apego al respeto de la libertad de pensamiento y de credo, apoyándose para ello en asesores cristianos evangélicos, nombrados ex profeso por las distintas congregaciones que usted ve aquí representadas…; 4) Que se abra una fiscalía especializada en la atención de delitos religiosos…; 5) Que en las cámaras de Diputados y Senadores se cree una comisión de asuntos religiosos… y; 6) Que la Subsecretaría de Asuntos Religiosos… tenga una actuación plural e incluyente y no sólo administrativa, que instruya a las diversas autoridades, incluyendo a la SEP, para la difusión el respeto a la libertad de religión y de creencia, en todos los sectores de nuestra sociedad”.
Más allá de la sensatez o viabilidad de estas demandas, de las que me ocuparé en otra ocasión, el tono y contenido del discurso es muy significativo. Muestra claramente el estado de insatisfacción de por lo menos una parte de los evangélicos, los cuales siguen resintiendo la intolerancia, discriminación y falta de apego a las leyes de gobiernos federales, estatales y municipales que, quizás incluso sin pretenderlo, siguen actuando como gobiernos católicos. No es de extrañar, por lo tanto, que su voto se haya nuevamente reorientado a la renovación de su clásica alianza con el PRI. Y que, salvo nuevas noticias, así se dirijan hacia el año 2012.
blancart@colmex.mx
Entre los muchos intentos apenas disfrazados por revertir esta tendencia, el presidente Calderón tuvo un desayuno con una treintena de líderes evangélicos. Y como suele suceder en estos casos, pues en el país hay alrededor de 4 mil asociaciones religiosas de esta corriente doctrinal, ni estuvieron todos los que son ni eran todos los que estaban. La reunión, al decir de uno de los analistas evangélicos, “fue un evento privado, casi clandestino”. Contrariamente a otros encuentros con la Iglesia católica o la comunidad judía, esta reunión habría sido casi vergonzante.
Aun así, tres ministros de culto protestantes o evangélicos pudieron hacer uso de la palabra, lo cual fue aprovechado, por lo menos en un caso, para emitir algunas quejas muy concretas, que mostraron claramente que los evangélicos no están para nada contentos con la actual situación. Uno de ellos, el obispo de la Iglesia Metodista, Moisés Valderrama, fue bastante claridoso. Dijo, entre otras cosas, que como minorías son “testigos de la permanente agresión y violación de lo que debería ser un Estado laico, por parte de las fuerzas más conservadoras del país que reviven la cultura de intolerancia, fanatismo… de nuestro amado México”. Afirmó también que las jerarquías eclesiásticas y dirigencias espirituales no deben moldear las leyes y la política, como actualmente sucede, pretendiendo asumir un liderazgo hegemónico, sobre el resto de las demás confesiones existentes en México”.
Luego de una defensa del Estado laico, el obispo metodista señaló algunos de los principales motivos de queja de los evangélicos frente al gobierno panista: “Lamentablemente nuestra realidad es otra… sabemos de fuentes dignas de todo crédito que muchos de nuestros hermanos en la fe sufren persecución en diversas partes de nuestro país y al verse involucrados en asunto que de una u otra forma tiene que ver con la ley suprema siempre salen perdiendo, porque la impartición de la justicia no es la misma para unos y otros. Casos concretos existen muchos, si hurgamos en el vivir cotidiano del estado de Chiapas en el Estado de México, del estado de Hidalgo y varios más.”
Después de muchos otros argumentos, el obispo metodista solicitó al Presidente, “con el debido respeto que se merece”, seis puntos:
“1) Que nuestra autoridades, si en verdad propugnan por una democracia, no tengan preferencia ni impongan una religión en particular; 2) Que la Dirección General de Asuntos Religiosos de la Segob tenga como tarea fundamental, y así lo haga saber a los diversos funcionarios municipales, estatales y federales, la preservación de la pluralidad religiosa y el pensamiento laico del estado de derecho y se frene la intolerancia religiosa; 3) Requerimos que la actuación de la Subsecretaría de Asuntos Religiosos sea imparcial con los diversos grupos religiosos existentes en nuestro país con estricto apego al respeto de la libertad de pensamiento y de credo, apoyándose para ello en asesores cristianos evangélicos, nombrados ex profeso por las distintas congregaciones que usted ve aquí representadas…; 4) Que se abra una fiscalía especializada en la atención de delitos religiosos…; 5) Que en las cámaras de Diputados y Senadores se cree una comisión de asuntos religiosos… y; 6) Que la Subsecretaría de Asuntos Religiosos… tenga una actuación plural e incluyente y no sólo administrativa, que instruya a las diversas autoridades, incluyendo a la SEP, para la difusión el respeto a la libertad de religión y de creencia, en todos los sectores de nuestra sociedad”.
Más allá de la sensatez o viabilidad de estas demandas, de las que me ocuparé en otra ocasión, el tono y contenido del discurso es muy significativo. Muestra claramente el estado de insatisfacción de por lo menos una parte de los evangélicos, los cuales siguen resintiendo la intolerancia, discriminación y falta de apego a las leyes de gobiernos federales, estatales y municipales que, quizás incluso sin pretenderlo, siguen actuando como gobiernos católicos. No es de extrañar, por lo tanto, que su voto se haya nuevamente reorientado a la renovación de su clásica alianza con el PRI. Y que, salvo nuevas noticias, así se dirijan hacia el año 2012.
blancart@colmex.mx