Una
cultura de convicciones/Fernando García de Cortázar, director de la Fundación Dos de mayo, Nación y Libertad.
ABC
|12 de diciembre de 2013
Poco
después de publicar Herejes, Chesterton quiso completar su ataque al
escepticismo y al ateísmo con la presentación de los principios en que se
fundamentaba su postura. Ortodoxia nació, así, como respuesta a un desafío y
como propósito de honrada simetría: a la crítica había de sumarse la
alternativa, a la denuncia debía acompañar la propuesta. No se trataba sólo de
definir el error, sino también de poner de manifiesto la verdad. La reflexión
del ensayista católico alberga, sin duda, preocupaciones que no se refieren
solamente a una cuestión de fe. Permite una reivindicación de las ideas en
tiempos de relativismo, una defensa de las convicciones en momentos de
indiferencia. Chesterton afirmaba la necesidad de ser modestos al considerar
nuestras fuerzas, y la obligación de ser ambiciosos al preservar nuestros objetivos.
Una actitud contraria a la más frecuente en nuestros días cuando se ha llegado
a aceptar que toda ideología es patrimonio del radicalismo y cuando a la
arrogancia fanática de las emociones sólo quiere responderse con la humilde
renuncia a toda convicción. Cuando los debates que exasperan nuestras
tertulias, enardecen nuestras tribunas y llegan a excitar la atmósfera
parlamentaria no parecen referirse a ideología alguna.