10 ago 2009

Chávez que ladra

Chávez que ladra no muerde/Héctor Abad Faciolince, escritor colombiano
Publicado enE L PAÍS, 10/08/09;
Como en la fábula del pastorcito mentiroso, el presidente de Venezuela grita una y otra vez que ya viene el lobo a comerse sus ovejas. El lobo, para él, es el Imperio Norteamericano, pero éste no vendrá a comérselas con sus propias fauces, sino que usará una especie de mano larga: Colombia. Sería mi país, definido por Chávez como “el Israel de América del Sur”, el encargado de atacar a la Revolución Bolivariana, ayudado por los gringos pero con un Ejército comandado por Álvaro Uribe Vélez, el viejo amigo de Bush.
La misma cantilena chavista se repite cada tanto, con una cadencia cíclica, así con Obama se haya vuelto mucho menos verosímil. Desde que es presidente ya van cinco veces en que Chávez “congela” las relaciones con Colombia y cada vez el embajador venezolano tiene que hacer las maletas para regresar a su país, acompañado por una estela de funcionarios. El caso es que lo congelado se descongela rápido en estos trópicos y al cabo de unos meses regresan todos, como si tal cosa, a tratar de reanudar el hilo de las relaciones entre dos países llamados “hermanos”, que comparten más de 2.000 kilómetros de frontera terrestre y cuyo comercio común llega a los 7.780 millones de dólares anuales.
Como en cualquier fábula, esta historia de la amenaza al Movimiento Bolivariano, para ser creíble, tiene que tener visos de verdad. Colombia ha hecho al menos dos operativos militares al estilo Israel, uno en Venezuela y otro en Ecuador. En Venezuela fue incruento: con agentes de civil y con ayuda pagada de funcionarios venezolanos, lograron llevar a la fuerza, desde Caracas hasta la frontera colombiana, al guerrillero Rodrigo Granda, que allí fue capturado por las autoridades locales y llevado a la cárcel por actos terroristas y secuestro, acusaciones que nadie, ni Venezuela, podía negar. Años después Granda fue de nuevo liberado, a petición del presidente Nicolas Sarkozy, para negociar la entrega de Ingrid Betancourt (cosa que no se dio, pues antes fue liberada en la brillante Operación Jaque), y se dice que ahora vive de nuevo oculto en Venezuela.
Lo de Ecuador fue más grave: Uribe ordenó bombardear con aviones y con asesoría estadounidense, el campamento del segundo de las FARC, Raúl Reyes, con un saldo de 23 muertos, entre guerrilleros y “visitantes bolivarianos” de México y Ecuador. Además, militares colombianos llegaron hasta allí y se llevaron algunos cadáveres para exhibirlos como trofeo en Bogotá. El presidente Rafael Correa, a raíz de esta violación de su territorio, rompió relaciones diplomáticas con Colombia y siempre ha sostenido que su Gobierno ignoraba la presencia de campamentos de las FARC en tierras de Ecuador. Esto es posible, pero poco verosímil, y lo más probable es que hubiera órdenes para que el Ejército ecuatoriano se hiciera el de la vista gorda ante esta tolerada “violación de su territorio” por parte de las FARC. Téngase en cuenta que las fronteras aquí son lejanas, selváticas y porosas, por lo que nada es muy definido y todo puede ser o parecer verdad, como en las fábulas bien construidas.
A pesar de estos dos episodios, muy pocos creemos que en los planes de Uribe y de Obama esté el deseo de organizar desde aquí una invasión armada a Venezuela y Ecuador. La fábula delpastorcito mentiroso es poco creíble en un territorio sin lobos o con un lobo preocupado en defenderse de otros predadores. En Colombia ya tenemos suficientes problemas de seguridad combatiendo a las FARC (apoyadas indirectamente por Chávez) como para abrir un frente internacional.
Pero aunque no se cumpla la fábula del pastorcito mentiroso, la hostilidad verbal de Chávez no deja de ser preocupante. Podría usarse otro refrán: tanto va el cántaro al agua, hasta que al fin se rompe. Quizá por primera vez, y como una curiosa celebración del Bicentenario de la Independencia, dos países liberados por Simón Bolívar (o tres, si contamos a Ecuador) podrían estar acercándose a un escenario bélico. Acudir al muy emotivo y popular expediente del nacionalismo ha sido siempre un buen recurso para los gobernantes. Chávez lo usa con tal asiduidad contra Colombia que uno quisiera un rey que de vez en cuando volviera a preguntarle por qué no se calla. Pero esto es imposible; el coronel Chávez tiene la verborragia de un pastor evangélico.
Uribe, en cambio, usa los modos más sinuosos y sutiles de un padre jesuita. Aunque en política interna puede ser tan locuaz y belicoso como el mismo Chávez, cuando se trata de política exterior ha tenido la sensatez de no usar los micrófonos. En un continente tan impregnado de cultura religiosa como el nuestro, el estilo del evangélico choca fuertemente con el estilo del jesuita. A mí, francamente, no me gusta ninguno de los dos, y de ese choque de talantes tan disímiles podría saltar la chispa que prenda una escaramuza de guerra en las fronteras.
El presidente Uribe es el único mandatario americano y no bolivariano que ha tenido también, desde la derecha, veleidades de reelección vitalicia. Ya hizo enmendar una vez la Constitución colombiana, para reelegirse, y en el último año ha hecho todo lo posible porque la cambien de nuevo para permitirle una nueva elección. Ha dicho también, en otras ocasiones, que está dispuesto a dejar el poder siempre y cuando no haya “una hecatombe”.
¿Qué mejor hecatombe que una guerra, en la que Chávez abriría un frente interno con el seguro apoyo de la guerrilla “bolivariana” de las FARC? Chávez es un militar que nunca ha combatido y tiene fama de combinar, según sus biógrafos, una gran valentía verbal con una honda cobardía existencial. Él debe saber que el Ejército colombiano lleva decenios combatiendo, mientras el Ejército venezolano nunca ha dejado de ser un gran consumidor de whisky. Chávez, con sus aviones norteamericanos envejecidos y sin repuestos, ha acudido a Rusia y a España para surtirse de armamento moderno. Pero Venezuela luce bastante vulnerable. Bastaría un ataque a sus pozos y puertos de exportación petrolera para secar en poco tiempo su casi única fuente de divisas.
Según el célebre adagio de Erasmo, “Dulce bellum inexpertis”, la guerra es dulce para los que no la han probado. Y si bien en Colombia hemos probado una guerra larguísima de baja intensidad, con la guerrilla, desde una breve escaramuza fronteriza que hubo con Perú, en 1932, y fuera de un batallón enviado a Corea por solicitud de Estados Unidos, no hemos tenido la muy amarga experiencia de la guerra. Esperemos entonces que la reiterada intemperancia verbal de Chávez no nos lleve a las vías de hecho. Sería un banquete para los vendedores de armas, y para todos nosotros una catástrofe de dimensiones impredecibles.

Panismo disidente

Columna Razones/Jorge Fernández Menéndez
Panismo disidente: pocos, pero sectarios
Publicado en Excélsior 10 de agosto de 2009;
César Nava ya es el nuevo presidente nacional del PAN, luego de un Consejo Nacional que mostró que la división del panismo es real, pero no tiene la dimensión que las corrientes opositoras al calderonismo presumían e incluso que esas corrientes no constituyen un solo bloque.
Nava obtuvo 88% de los votos y la reunión del Consejo Nacional tuvo una de las participaciones más altas de la historia reciente del panismo. Con ese resultado se comprende por qué los disidentes no presentaron otro candidato: no tenían ni los votos suficientes para impulsar una candidatura viable ni tampoco, como lo intentaron, para bloquear la reunión con la ausencia de los consejeros.
Pero la debilidad de esa corriente se manifiesta en otro aspecto: dijeron que querían debatir las razones de la derrota panista y, cuando tuvieron la oportunidad, no lo hicieron. No hubo un debate sobre la situación política, la coyuntura económica, la debilidad de la estructura panista sobre todo en los estados, las candidaturas y las divisiones internas, en ocasiones propiciadas por los disidentes. Para ello se designó una comisión que encabezara José Luis Coindreau. Pero el sábado no hubo nada de eso: sí hubo un debate que exhibe las causas reales de esa división, independientemente de la magnitud de la misma. Javier Corral centró su intervención en un tema que, yendo mucho más allá de su importancia, parece haberse convertido en una mezcla de “misión” y causa personal, quizá relacionada con un viejo adeudo de la última campaña de Corral con una de ellas: la relación del PAN con las televisoras. Habló de “cientos de concesiones” dadas a las televisoras, habló de todo tipo de acuerdos y no mostró nada. Pero, paradójicamente, Corral y el senador Santiago Creel se molestaron cuando Germán Martínez les recordó que esas concesiones las había entregado hace unos años Creel que además impulsó a Javier a la candidatura para gobernador de Chihuahua en 2004. Quizás ahora no lo recuerdan, pero en la precampaña panista de 2005 los dados, por lo menos de la principal empresa de televisión del país, estaban algo más que cargados a favor de Creel, lo mismo que el apoyo presidencial de entonces. La ruptura posterior de Creel con Televisa (con Azteca la relación siempre fue mala) pasó por muchos capítulos, algunos de ellos eminentemente personales, pero no hubo, como lo intentó decir Santiago al término de la reunión del Consejo, una autocrítica personal por ello, fuera de que ese debate no fue abierto por Germán Martínez sino por Corral extrapolando el debate del resultado electoral de 2009 hasta llevarlo a la lucha por 2012 (la candidatura para ese año es lo que está disputando, desde ahora, impulsando a Creel, ese grupo) y la relación de Televisa con Peña Nieto que se debe impedir ya, dice Javier.
Un despropósito y una falta de visión estratégica casi básica.
Olvidemos por un momento toda la historia detrás de este debate. Simplemente los panistas deberían preguntarse, independientemente de filias y fobias personales, si un partido político que aspira realmente a llegar o a mantenerse en el poder se puede permitir alejarse de los medios masivos de comunicación. La respuesta es obvia salvo para esos sectores del panismo que sigan pensando, como muchos militantes del blanquiazul todavía lo hacen, que es mejor, más cómodo, ser un partido de oposición que un partido en el poder. Quizá por eso, los dirigentes de Nueva Izquierda, Los Chuchos, aseguran que más temprano que tarde Corral, Gerardo Priego (al que quieren como candidato en Tabasco) e incluso Manuel Espino podrán recalar en sus filas, sobre todo si se da la ruptura con el lopezobradorismo.
Lo que no se debatió fue el futuro del partido y un punto que se planteó en su momento Germán Martínez, como ahora se lo plantea Nava, y como lo buscaron todos los dirigentes del PAN sin éxito luego de la gestión de Luis H. Álvarez (lo logró, en la campaña y al inicio de su gestión, Vicente Fox, pero como parte de una confluencia de personajes en torno a él mucho más que en torno a
su partido), que es la apertura a nuevos actores y protagonistas sociales. El PAN muchas veces es un partido, sobre todo en los estados, endogámico, y eso le pasa factura cada vez que debe decidir en sus candidaturas entre optar por los mejores candidatos o los más fieles o leales. Un ejemplo es el Distrito Federal, que durante años estuvo dirigido por un mismo grupo político, que tenía apenas un millar de militantes reconocidos que podían votar y tomar resoluciones, pese a la alta votación que ostentaba el partido en comicios presidenciales. Algo falla en el PAN como partido, que no le permite continuar y profundizar la relación, por ejemplo, con los sectores y las personas que votaron por Fox o a favor de Calderón, en un fenómeno que se agudiza en la mayoría de los estados. Y eso poco y nada tiene que ver con la agenda televisiva, pasa más por la percepción de contar con un partido como un instrumento para llegar, defender y disputar el poder, buscando nutrirse de lo mejor de la sociedad o como una fuerza política declarativa que, como una vieja (o muy contemporánea) izquierda mexicana, prefieren ser pocos pero sectarios.
Los operadores de Napo
Uno de los principales operadores de Napoleón Gómez Urrutia en el puerto de Lázaro Cárdenas es Juan Ponce Medina, ahora detenido y juzgado en España por sus relaciones con el cártel de Sinaloa, el mismo que está asociado con La Familia Michoacana y tiene uno de sus más importantes centros de operación en el puerto mencionado. Si usted hace memoria, verá que cada vez que se recrudece la ofensiva gubernamental contra ese cártel, estalla un conflicto minero en Lázaro Cárdenas. Por cierto, de allí surgió, también, la candidatura a diputado de Julio César Godoy, medio hermano del gobernador Leonel Godoy. Saque usted sus propias conclusiones

No hay reforma...,

No hay reforma... pero sí burocracia
Nota de Víctor Fuentes
Reforma, 10 agosto 2009;
La reforma al sistema de justicia penal todavía está en pañales, pero la burocracia creada para asesorar en la instauración de estos cambios ya le cuesta al erario.
La Secretaría Técnica del Consejo de Coordinación para la Implementación del Sistema de Justicia Penal, que realiza sus tareas sin un plan de trabajo concreto y de manera cerrada, funcionará en tres pisos de un edificio de oficinas recién remodelado en el cruce de Reforma e Insurgentes, por los que pagará una renta mensual de 404 mil pesos.
La integran 90 funcionarios, de los que 52 tienen rango de subdirector de área o superior, incluidos 5 directores generales, 9 directores generales adjuntos y 18 directores de área, además del secretario técnico, Felipe Borrego Estrada, nombrado en diciembre y cuyo sueldo equivale al de un subsecretario de Estado.
La Secretaría Técnica, que es un órgano desconcentrado de la Secretaría de Gobernación, informó la semana pasada a la Secretaría de Hacienda y Crédito Público que invertirá 12.3 millones de pesos en el mobiliario para el edificio de Insurgentes 149, así como en instalaciones de aire acondicionado, detección de incendios y circuito cerrado.
Las compras incluyen el "módulo" para el secretario técnico, que costará 563 mil pesos; una mesa de juntas para ocho personas de 60 mil pesos; 7 cafeteras y 6 frigobares que sumarán casi 60 mil pesos, y 10 máquinas destructoras de documentos aparentemente de alta capacidad, pues cada una cuesta 32 mil pesos.
90 funcionarios integran la Secretaría Técnica del Consejo de Coordinación para la Implementación del Sistema de Justicia Penal.

$51 millones es el costo anual de su nómina.

Cumbre en Guadalajara:mensaje final

El Presidente Calderón en el Mensaje Conjunto a los Medios Comunicación, al término de la Cumbre de Líderes de América del Norte
Lunes, 10 de Agosto de 2009 Discurso
Guadalajara, Jalisco
Excelentísimo señor Stephen Harper, Primer Ministro de Canadá.
Excelentísimo señor Barack Obama, Presidente de los Estados Unidos de América.
Señoras y señores representantes de los medios de comunicación nacionales e internacionales:
Los Líderes de Estados Unidos, Canadá y México hemos concluido dos jornadas fructíferas de trabajo para beneficio de nuestros ciudadanos. Los Líderes de América del Norte compartimos la visión de una sola comunidad regional fuerte y solidaria, segura y competitiva, que pueda enfrentar unida y con éxito los retos del presente y del futuro.
Coincidimos en señalar que en una era marcada por la globalidad, los desafíos sólo pueden ser superados conjuntamente; y de ahí la importancia de mantener el diálogo, la confianza y la cooperación entre nuestros tres países.
Estadounidenses, canadienses y mexicanos, hemos reiterado que los valores en los que se fundan nuestras respectivas sociedades son la democracia, la libertad, la justicia y el respeto a los derechos humanos.
Las tres naciones hemos reiterado nuestra decisión de combatir al crimen organizado transnacional, a fin de brindar mayor seguridad a nuestras comunidades. La lucha que libramos en México por el Estado de Derecho y la seguridad de los mexicanos, requiere que se frene también el tráfico de armas y de dinero ilícito que fluye desde el Norte hacia el Sur y que nutre y fortalece organizaciones delincuenciales.
Los principios de responsabilidad, de corresponsabilidad, intercambio de información y fortalecimiento de instituciones, deben ser la pauta para nuestra cooperación.
En el actual contexto de la crisis económica internacional, los tres Estados que componemos Norteamérica debemos tomar el liderazgo e impulsar las medidas necesarias para recuperar el crecimiento sostenido.
En esta tarea, ha sido fundamental la aplicación de medidas contracíclicas en los tres países que se han puesto en práctica, y que coordinadas nos ayuden a estabilizar nuestras economías y sean un medio que brinde confianza y certidumbre sobre el futuro de la economía global.
También es necesario fortalecer a las instituciones financieras internacionales, como el Banco Mundial o el Fondo Monetario Internacional, las cuales juegan un papel fundamental para garantizar el flujo de financiamiento.
En el caso de América Latina, el apoyo que permita recapitalizar el Banco Interamericano de Desarrollo será el mejor gesto de ayuda y compromiso con los países pobres de la región por parte de los países de Norteamérica.
Yo estoy seguro de que la próxima Reunión del G-20, que se celebrará en Pittsburgh, Estados Unidos, será una gran oportunidad para construir los acuerdos necesarios para reformar estos organismos, que son clave en la recuperación de nuestras economías.
Y agradezco y felicito al Presidente Obama por impulsar esta reunión en Pittsburgh.
Asimismo, Estados Unidos, Canadá y México debemos revitalizar nuestros intercambios. Nuestros Gobiernos reconocen que es primordial seguir cumpliendo cabalmente con el Tratado de Libre Comercio y resolver los temas pendientes que nos impidan agilizar los intercambios de bienes y servicios, y alcanzar una mayor competitividad regional.
Es importante buscar cómo cumplimos y de mejor manera nuestros compromisos en materia ambiental y en materia laboral, vinculados a los compromisos comerciales entre nuestros países.
Estoy convencido de que sólo aprovechando las ventajas que nos ofrece nuestra complementariedad económica, en términos de inversiones, de mano de obra, de tecnologías y de recursos naturales, tendremos éxito en un mundo que compite ferozmente.
En esta Cumbre hemos llegado a importantes acuerdos, como el impulsar la estandarización de regulaciones y certificaciones de nuestros productos, así como de los procedimientos sanitarios y fitosanitarios que pueden simplificarse e incrementar sin pérdida para nadie la competitividad económica de la región.
El objetivo es que se produzca en condiciones de seguridad y eficiencia en cada uno de nuestros países y que, además, sea aceptado sin trabas estrictamente burocráticas, por las reglamentaciones excesivas en nuestras oficinas.
Esto va a contribuir a disminuir los precios, a aumentar la oferta de productos, entre otros, los alimenticios y a mejorar la competitividad de la economía.
Por otra parte, en el aspecto bilateral, México y Estados Unidos lanzaremos iniciativas de modernización de la frontera común, con una visión de largo plazo, para que ésta sea eficiente y segura, y promueva además la competitividad regional.
A México le congratula que en el próximo otoño, inauguraremos el primer puente internacional que se construye después de varios años entre Estados Unidos y México.
Estados Unidos, Canadá y México hemos coincidido en la importancia de enfrentar los efectos del cambio climático. Sabemos que el costo de la acción será alto, pero el costo que tendrían que pagar nuestros pueblos y las futuras generaciones por la falta de acción, es incalculable.
Los tres países coincidimos en que debemos impulsar un acuerdo global en Copenhague y la instrumentación, entre otras, de un Fondo Verde, que financie proyectos de mitigación y adaptación a los efectos del cambio climático a escala global.
Hemos propuesto avanzar en la utilización de energías limpias y de tecnología, así como en el desarrollo de nuestros mercados nacionales de bonos de carbono, con miras a la consolidación de un mercado regional.
Norteamérica debe ser reconocida como una región responsable y debe ser ejemplo para el mundo, en términos de cooperación medioambiental entre países con grados de desarrollo distintos.
La cooperación y solidaridad entre las naciones de América del Norte, debe prevalecer en todo momento. Así quedó demostrado en abril pasado, cuando nuestros tres países enfrentaron el surgimiento del nuevo virus, el A/H1N1. Trabajando juntos dimos una expresión de solidaridad, de corresponsabilidad y de transparencia y gracias a que se alertó a tiempo a las demás naciones del hemisferio, éstas tuvieron la oportunidad de instrumentar medidas preventivas para reducir la propagación del virus y evitar, en la medida de lo posible, su letalidad.
El A/H1N1, lo sabemos, regresará este invierno. Nos estamos preparando los tres países para enfrentar responsablemente esta contingencia, y minimizar su impacto para nuestros pueblos.
Señor Primer Ministro, señor Presidente, señoras y señores:
En esta Cumbre, los representantes de Estados Unidos, Canadá y México hemos sostenido un diálogo franco y abierto, como corresponde a países que comparten valores, que trabajan por consolidar condiciones propicias para el desarrollo, y que han sabido cimentar una sociedad exitosa basada en relaciones fraternas y de corresponsabilidad.
Creemos en una Norteamérica unida y próspera, que pueda construir un mejor futuro para las generaciones que vienen detrás de nosotros.
Quiero ceder ahora la palabra al Primer Ministro Stephen Harper, Primer Ministro de Canadá.
****
(Interpretación del Inglés al Español)
Muchas gracias, Presidente Calderón. Reconozco la cooperación de México, por su hospitalidad.
Igualmente, agradecer al Presidente Obama por nuestros intercambios constructivos, que nos han enriquecido esto realmente ha consistido, principalmente, en economías que están basadas en la seguridad de América del Norte y la energía y medio ambiente y cambio climático.
En cuanto a la economía norteamericana mundial, gracias a lo que tenemos en Canadá respecto a la regulación fiscal y financiera, hemos podido hablar claramente durante este encuentro.
Es importante acercarnos a la Reunión del G-20 en Pittsburgh, subrayar que debemos seguir reforzando la reglamentación de las instituciones financieras nacionales e internacionales; tomar medidas económicas oportunas y tener un mercado abierto, y resistirnos al proteccionismo.
Sobre la salud. La influenza A/H1N1, que es una amenaza transfronteriza para todos nosotros; la excelente cooperación entre nuestros tres países nos ha ayudado a enfrentar la primera parte de la enfermedad y seguiremos con estos esfuerzos concentrados para ello.
Respecto a la seguridad, Canadá reconoce el compromiso valiente del Presidente Calderón para enfrentar el narcotráfico en México. Apoyamos estos esfuerzos, puesto que es un desafío común que tiene que ver con todos nosotros.
También, Canadá apoya los esfuerzos continuos para encontrar un reglamento para enfrentar la crisis política. Debemos restablecer la gobernanza democrática y que prive el derecho de la ley.
Y con respecto al cambio climático, dado que es importante que las economías se integren. Hemos hablado de la importancia de trabajar juntos en un esfuerzo norteamericano para luchar en contra del cambio climático y para garantizar un nuevo tratado internacional eficaz y verdaderamente mundial.
Para concluir, Canadá, Estados Unidos y México son buenos vecinos y también son buenos amigos; como países soberanos en este mundo moderno, somos independientes y, al mismo tiempo, interdependientes.
Quisiera invitarlos a la Cumbre en Canadá del próximo año. Quisiera, nuevamente, agradecer al Presidente Calderón y al pueblo mexicano por su hospitalidad.
También gracias al Presidente Obama por sus sinceros y constructivos intercambios sobre estos asuntos de prioridad que están en tres amplias categorías: la economía, la salud y la seguridad de Norteamérica, y la energía, el medio ambiente y el cambio climático.
Sobre la economía, dado el firme registro, historia de Canadá, hemos ofrecido una voz firme sobre estas reuniones, en cuanto al enfoque, al G-20 en Pittsburgh. Seguimos destacando que hay que fortalecer las reglamentaciones financieras y las instituciones financieras con un estímulo económico continuo y mantener los mercados libres para oponernos al proteccionismo.
En cuanto a la salud y la seguridad, hablamos acerca de nuestra respuesta eficaz, hasta ahora, ante la A/H1N1; es una amenaza transfronteriza para todos. Y la excelente cooperación entre los tres países fue eficaz y nos ayudó a enfrentar este problema. Seguiremos con nuestros esfuerzos de cooperación.
En cuanto a seguridad, Canadá reconoce el valiente compromiso del Presidente Calderón para enfrentar al narcotráfico. Apoyamos sus esfuerzos, puesto que es un desafío para todos nosotros en Norteamérica.
Igualmente, en cuanto a paz y seguridad internacional, Canadá apoya los esfuerzos de la OEA para encontrar una resolución pacífica a la crisis política en Honduras y debemos restaurar el Gobierno democrático y el Estado de Derecho.
Se me pasó hablar de energía y cambio climático. Dada la creciente problemática debemos trabajar juntos en un esfuerzo y un enfoque norteamericano al cambio climático, y estamos haciendo todo lo posible para cerciorarnos de que en Copenhague alcancemos un acuerdo eficaz e internacional, con un nuevo protocolo con respecto a las emisiones de gas de invernadero.
México, Estados Unidos y Canadá son vecinos, son buenos amigos y somos independientes e interdependientes en este mundo global. Y espero ver al Presidente Calderón y al Presidente Obama en la reunión del G-20. Y espero ser su anfitrión, el año que entra, en Canadá, de la Cumbre en Canadá, en nuestro país.
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Mensaje de Barack Obama
(Interpretación del Inglés al Español)
Buenos días.
Quiero agradecer a mi estupendo amigo, el Presidente Calderón, por su hospitalidad y por ser anfitrión en esta Cumbre tan importante, así como al Primer Ministro Stephen Harper, buen amigo.
Y agradecer a la gente de Guadalajara y México por la calidez que nos han mostrado en éste, mi segundo viaje a México como Presidente.
Aquí en México, la palabra es juntos; y en Canadá es ensemble. No importa cómo lo decimos, venimos hoy aquí como tres países en un Continente debido a los retos y las oportunidades que enfrentaremos juntos.
En este ambiente tan maravilloso, no podría haber un mejor lugar. Aquí en Guadalajara vemos la riqueza del legado mexicano, su arquitectura, vitalidad, su cultura; y vemos también todas las posibilidades del futuro de México, la innovación, las empresas y los empresarios que hacen de esta ciudad algo tan didáctico.
Aquí en Guadalajara vemos cómo nos conjuntamos los mexicanos, canadienses y americanos como turistas, vecinos, educadores y socios empresariales, cada uno con su tradición y todos ligados por un respeto mutuo.
Hacia el Siglo XXI, el norteamericano no es sólo definido por fronteras, sino por lazos, y esto define el espíritu de la Cumbre que hemos llevado a cabo hoy.
En primer lugar. Acordamos que teníamos que trabajar conjuntamente para establecer la prosperidad conjunta. La crisis nos ha dañado. Desde Laredo a Tijuana, renovamos nuestro compromiso para trabajar conjuntamente en Ottawa, Washington y la Ciudad de México.
Y nuestro progreso en las Cumbres es crear trabajos para los trabajadores, incluyendo trabajadores en la industria automotriz de Estados Unidos, debido a que en nuestra prosperidad común, millones de trabajos dependen del comercio a través de las fronteras, millones de dólares del comercio todos los días.
No queremos implantar el proteccionismo, sino inversiones; protección intelectual, en donde se basa el comercio. Somos socios comerciales; trabajamos conjuntamente para la prosperidad continua, y nuestra prosperidad común también se basa en la migración legal. Y los países se han enriquecido por los lazos familiares y comunales. Hay muchos mexicano-americanos de Jalisco que viven en Los Ángeles, en Texas y en Chicago.
Al mismo tiempo, americanos, mexicanos y Canadá esperan que sus fronteras sean seguras. Por eso, mi Administración continuará reforzando el sistema legal migratorio de Estados Unidos, como país de demócratas. Y dependemos de energías limpias, y queremos invertir en trabajos verdes.
Nos comprometemos a seguir con esto hacia adelante. Todos tratamos de reducir emisiones en 20 por ciento hacia al 2050 y con otros países trabajamos para reducir las emisiones a la mitad.
Trataremos de llegar a las metas de Copenhague en diciembre y reducir los gases de invernadero con propuestas para ayudar a los países en desarrollo, para estructurar las economías limpias y prósperas.
En segundo lugar. Reiteramos nuestro interés en la seguridad de nuestros esfuerzos en respuesta al A/H1N1. Decidimos trabajar conjuntamente con la ciencia como nuestra guía para tomar todas las preparaciones y campañas para proteger la salud de nuestra gente.
Y aquí tenemos retos en las fronteras y esperamos nuestra respuesta. Resolvimos también confrontar la amenaza de los cárteles del narcotráfico, que causan muertes en nuestros países.
En repetidas ocasiones he dicho que felicito a Calderón y a su Gobierno por la determinación y valor para tomar y atacar estos cárteles. Y el Presidente ha reforzado su apoyo a derechos humanos y rendición de cuentas.
Estados Unidos seguirá siendo socio en este esfuerzo para que México tenga todo lo que necesita para derrotar a los cárteles, así como los fondos.
Y también Estados Unidos continuará sus esfuerzos para reducir la demanda de drogas y ampliar la seguridad en la frontera, no sólo para proteger a los americanos, sino también evitar el flujo de armas que disemina la violencia.
Además, reafirmamos nuestros valores: paz, democracia y derechos humanos.
Discutimos el golpe de Honduras, como se ha mencionado. Nuestros países están unidos a este respecto. Nosotros apoyamos a los Presidentes elegidos democráticamente y que siguen un orden constitucional que debe restaurarse; y trabajaremos con otros, especialmente con la Organización de Estados Americanos, para proceder a una solución pacífica.
También nos comprometemos a estos
esfuerzos, y también recibiré al Primer Ministro Harper, en Washington, y yo los encontraré en Pittsburgh en el G-20, y espero corresponder la hospitalidad del Presidente Calderón.
Hoy supimos que ningún país por sí mismo puede enfrentarse a los retos. Nuestras aspiraciones se concretarán si trabajamos concretamente, conjuntamente. Esto es lo que esperan nuestros pueblos.
Muchísimas gracias.
***

La SCJN y el fuero militar

Rechaza Corte estudiar fuero de guerra
Por 6 votos contra 5, los Ministros desecharon el amparo de una civil que cuestionaba el artículo 57 del Código de Justicia Militar
Nota de Víctor Fuentes
Reforma on line, Ciudad de México (10 agosto 2009).- La Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) rechazó estudiar si es Constitucional un artículo del Código de Justicia Militar que, desde 1933, ha permitido procesar en el fuero de guerra a soldados acusados por delitos contra civiles.
Por 6 votos contra 5, la Corte desechó el amparo promovido por Reynalda Morales Rodríguez, una viuda de Sinaloa, cuyo esposo murió durante un enfrentamiento en un retén en marzo 2008, quien cuestionaba el artículo 57 del Código de Justicia Militar.Morales impugnaba el hecho de que los cuatro solados acusados del homicidio de su esposo, Zenón López Medina, están siendo procesados por un juez militar.La mayoría de Ministros resolvió que Morales carece de legitimación para promover la demanda, porque ni la Constitución ni la Ley de Amparo le reconocen a la víctima de un delito el derecho de cuestionar por esta vía el auto por el que un juez militar acepta competencia sobre un proceso."Hasta hoy, ni la víctima ni el ofendido son parte en el proceso penal", explicó el Ministro Presidente, Guillermo Ortiz. "Lo que aquí se reclama es una resolución dictada en proceso penal".Ortiz agregó que el artículo 20 de la Constitución sí permite a las víctimas impugnar ante los tribunales algunas resoluciones, como la decisión del Ministerio Público de no ejercer acción penal, pero no otro tipo de decisiones judiciales."Si por el hecho de la relevancia del asunto forzamos las casos y decimos 'aquí sí procede el amparo', me preocupa sustentar una tesis que abre la puerta a un gran número de amparos que van a cuestionar la competencia de los jueces", manifestó.El proyecto del Ministro José Ramón Cossío proponía declarar inconstitucional el artículo 57, pues considera que extiende indebidamente los alcances del artículo 13 de la Carta Magna, que dice que el fuero de guerra aplicará para "los delitos y faltas contra la disciplina militar", no para los delitos en general."No estamos analizando la actuación concreta y particular de las fuerzas armadas", dijo Cossío, quien en varios momentos de su exposición fue cuidadoso en aclarar que no pretendía juzgar la actuación de los tribunales militares.El Ministro José de Jesús Gudiño, que votó con Cossío en el tema de la improcedencia del amparo, adelantó que pensaba votar por la Constitucionalidad del artículo 57 si es que el tema se estudiaba, lo que ya no sucedió.Gudiño también mencionó que Morales ya recibió una indemnización por parte del Ejército.El Código de Justicia Militar fue expedido en 1933 por el presidente Abelardo L. Rodríguez en uso de facultades legislativas extraordinarias otorgadas por el Congreso, que nunca ha reformado el artículo 57.Cabe mencionar que este Código, en su artículo 439, señala que las víctimas de delitos cometidos por militares tienen todos los derechos previstos en el artículo 20 de la Constitución.

Primer artículo del Pablo Latapí SJ

Educación y justicia social*
PABLO LATAPí
Excélsior, el 8 de enero de 1964.
Publicado en la revista Proceso # 1710, 9 de agosto de 2009;
Casi diariamente aparecen en la prensa noticias sobre nuestros progresos educativos. El número de nuestras escuelas y de nuestros maestros crece sin cesar y parece que pronto llegará el día en que queden satisfechos nuestros requerimientos más elementales en materia educativa.
Es ya rutinario que funcionarios y periodistas nos repitan en sus comentarios que, gracias a estos progresos, la “justicia social” en sus implicaciones educativas se vaya convirtiendo en realidad. Esto es verdad y, sin embargo, dista mucho de ser toda la verdad.
Nunca algo cualitativo, como es la “justicia social”, puede ser el resultado de meros factores cuantitativos. La multiplicación de escuelas y maestros, por sí sola, no es sino una condición externa de posibilidad –necesarísima, desde luego– de la verdadera “justicia social” que la educación es capaz de instaurar y promover. Más importante sería fijarnos en el contenido de la educación y examinar si éste está inspirado por una filosofía que fundamente un orden social justo. Pero tampoco el contenido educativo agota la función que corresponde a la educación para instaurar la justicia en las relaciones de convivencia. Por importante que sea el contenido de la educación para transformar mentalidades, crear actitudes y formar conciencias, hay otros efectos más primigenios, si se quiere más mecánicos, de un sistema educativo sobre el orden social. Efectos que se siguen por el hecho mismo de ser cada sistema educativo parte integrante y elemento dinámico de una determinada estructuración social. A uno de estos efectos que llamaremos “estructural”, queremos hoy referirnos: el efecto del sistema educativo sobre la movilidad social.
¿A qué se debe que, entre nosotros, un niño sólo curse hasta el segundo año de primaria, y otro en cambio pueda terminar su secundaria? En la enorme mayoría de los casos, a la pobreza del primero y a la situación acomodada del segundo. Aun en el supuesto de que haya escuelas suficientes, la desigualdad económica de la sociedad seguirá influyendo en la desigualdad educativa, la cual, a su vez, cerrará el círculo vicioso determinando una ulterior desigualdad en la capacidad de ingresos de la siguiente generación. A una sociedad de fuertes desigualdades económicas, corresponde un sistema escolar de fuertes desigualdades educativas. Y mientras el criterio que determine el grado de educación de cada ciudadano sea el nivel económico de su familia, no habrá ni podrá haber “justicia social”. En otras palabras, la justicia social es más causa que efecto de la justicia educativa.
Un primer esfuerzo por romper este círculo vicioso por el extremo educativo –es decir por hacer que la justicia social fuese más efecto que causa de la justicia educativa– se hizo en el siglo pasado al establecer la gratuidad de la enseñanza elemental. Decisivo como fue este paso, todavía estamos constatando su insuficiencia, por la sencilla razón de que no basta hacer gratuita la escuela para que todos los niños sean iguales ante ella. La pobreza o riqueza de sus familias los acompaña hasta adentro de las aulas y sigue determinando, todavía en forma inexorable, la duración de su escolaridad y, con ello, su futura capacidad de ingresos.
Los países occidentales altamente industrializados rompieron este círculo vicioso por el extremo económico, en el largo proceso que partió del industrialismo liberal primitivo y ha desembocado hoy día en la moderna sociedad industrial móvil. Actualmente el criterio que determina en ellos la duración de la escolaridad y el tipo de profesión futura de cada alumno, no es la situación económica del mismo, sino sola y exclusivamente su talento. Así sucede, en Europa, que a la vuelta de una generación, el hijo de obrero pueda acabar siendo investigador científico y el hijo de banquero puede acabar siendo albañil. Esta movilidad socioeconómica, determinada sólo por el talento de cada ciudadano (atemperada justamente por la propiedad privada y el derecho hereditario), es favorecida por una “nivelación de prestigio” de todas las profesiones, la cual se funda en una relativa “nivelación de remuneración” entre todas ellas. La igualdad fundamental de todos los hombres, como elemento esencial de “justicia social”, conjugada con una concepción humanista del trabajo en toda profesión y con el inteligente aprovechamiento de todos los talentos para el bien común, es la médula de este orden social de los países occidentales industrializados, el cual, aunque imperfecto como todo lo humano, es, hoy por hoy, el orden social más “justo” que conocemos.
La función de la escuela en este tipo de sociedad industrial de gran movilidad interna, la ha precisado magistralmente el sociólogo alemán H. Schelsky, al definir la escuela como “agencia repartidora de oportunidades sociales” (“Schule und Erziehung in der industriellen Gesellschaft”, Würzburg 1959, p.26). Si el juicio de la escuela sobre el talento (nivel y cualidad) del alumno, es el que decide qué tipo de estudios debe éste seguir, este juicio equivale a un fallo definitivo sobre el monto de sus futuros ingresos y sobre el sitio social que ocupará probablemente durante toda su vida. En Alemania, concretamente, este fallo de las autoridades escolares es realmente de enorme trascendencia, al grado de ser frecuentemente objeto de querellas jurídicas por parte de padres no satisfechos. Pero el sistema funciona, no obstante que, como justamente se critica, la decisión definitiva o cuasi definitiva de la escuela tiene lugar algo prematuramente, pues se toma al final del quinto año de primaria, cuando el sistema escolar empieza a diferenciarse.
Tal es el sistema educativo que corresponde a la sociedad industrial móvil. Y tal es en ella la función estructural de la escuela respecto a la “justicia social”. Si en México nos orientamos hacia una estructuración socioeconómica semejante a la descrita, debemos también ir orientando nuestro sistema educativo hacia una análoga estructuración.
La escuela tiene una función pública mucho más vasta que la que le asignan los que reducen ésta a las implicaciones cívico-políticas de la educación que imparte. Sin minimizar éstas, es menester recalcar que por su función pública, la escuela es un órgano de “justicia distributiva” y, como tal, opera la justicia social al regular equitativamente las oportunidades sociales y las responsabilidades respecto al bien común de todos los ciudadanos.
Cuanto contribuya a establecer –en las escuelas públicas lo mismo que en las privadas– como criterio para la participación en el beneficio educativo el talento del niño y no su posición económica, y a asegurar a los alumnos una preparación profesional que corresponda a sus habilidades reales y no a la riqueza de sus padres, ayudará a que nuestra educación, nuestro sistema educativo en cuanto sistema, sea verdaderamente factor de “justicia social”.

* Primer artículo publicado por Pablo Latapí en Excélsior, el 8 de enero de 1964.

Pablo Latapí Sarre

La utopía de Pablo Latapí
RODRIGO VERA, reportero
Revista Proceso # 1710, 9 de agosto de 2009;
La tarea realizada en el ámbito de la educación por Pablo Latapí Sarre, fallecido el pasado martes 4, fue tan provechosa como fecunda. Así lo atestigua la creación del Centro de Estudios Educativos, donde se formaron generaciones de investigadores. Pero el trabajo de Latapí no se limitó a la cátedra y a la investigación; de 1964 a 1976 publicó artículos especializados en Excélsior, y tras el golpe de Luis Echeverría contre el diario dirigido por Julio Scherer García, se unió al grupo de periodistas y articulistas que fundó la revista Proceso, en la que colaboró desde el primer número. Esta fecunda tarea se prolongó hasta 2005.
“¿Fue eficaz mi crítica? No lo sé”, llegó a preguntarse alguna vez Pablo Latapí Sarre, uno de los principales críticos independientes de la educación en México. Sin embargo, siempre estuvo convencido de que su labor vital era “construir esperanza invocando nuestras utopías y trabajando tenazmente para realizarlas hasta el último día de nuestra vida”.
Entre estas dudas y certezas le llegó por fin su último día; murió la madrugada del martes 4 a causa de un cáncer que desde hacía meses lo venía afectando. Tenía 82 años.
Tuvo don Pablo Latapí una larga vida que dedicó a la investigación educativa y a la formación de investigadores, actividad que lo llevó a incursionar en el periodismo y la diplomacia, así como a fundar instituciones y revistas especializadas.
Durante casi 30 años fue colaborador de Proceso, a donde llegó después de haber salido, en 1976, del periódico Excélsior de Julio Scherer, tras el golpe de Luis Echeverría contra ese diario.
Oriundo de la Ciudad de México, donde nació en 1927, Pablo Latapí ingresó a la Compañía de Jesús a los 15 años de edad. Su formación académica la recibió en la Casa de Estudios Jesuíticos, en la cual concluyó una maestría en filosofía. Fue ordenado sacerdote en 1956.
El jesuita Luis del Valle, su compañero de estudios y amigo de toda la vida, comenta:
“La Compañía de Jesús está muy centrada en la educación y en el servicio a los pobres. Tenemos colegios y misiones. De manera que su paso por la Compañía marcó de por vida a Pablo, quien siempre se preocupó por que hubiera una educación basada en la justicia social.”
–¿Esto quedó reflejado en la médula de su labor educativa? –se le pregunta.
–Por supuesto, el centro de toda la investigación latapiana fue decirnos: “Tenemos que ayudar a vivir en la verdadera justicia social, pues una sociedad de desiguales no es una sociedad justa”. No quería que la educación se utilizara para promover los privilegios de los poderosos, sino que los educandos se formaran para servir a los demás.
También dedicado a la labor educativa, pero dentro de la Compañía de Jesús, Del Valle señala que él y Latapí estudiaron juntos letras, filosofía y teología:
“Fuimos compañeros de clase de los 15 a los 24 años. Desde muy pronto él se inclinó por la cuestión educativa. Nos decía: ‘Tenemos que educar al país, a los grupos sociales, no solamente a los individuos para que sean buenos cristianos’, una preocupación que, por generaciones, comparten los jesuitas.
“Al terminar nuestra formación en la Casa de Estudios Jesuíticos, Pablo siguió su camino y yo el mío. Él se fue como maestro al Instituto de Ciencias de Guadalajara, que también es de la Compañía. Ahí, fue además director de una revista que se llamaba Juventud.”
–¿Cómo fue que Latapí abandonó la Compañía?
–Bueno, él duró unos 20 años como sacerdote. Dejó el sacerdocio creo que en 1976, porque su concepción, como la de muchos jesuitas, es que no nos ordenamos para ser ministros de culto ni para tener una dignidad. En buena medida, la tradición de la Iglesia es colocar al sacerdote como un mediador entre Dios y el pueblo, por lo que el cristianismo llega ya muy disminuido a los demás.
“Pablo creía que no se necesitan esos mediadores, puesto que todo mundo está cerca de Dios por ser su creación. Ese es el centro del Evangelio. De ahí que haya abandonado la ordenación de la Iglesia, pero no la tarea de servir al sacerdocio de todos.”
“Llegar a la gente”
En 1963, cuando todavía era sacerdote, Latapí creó el Centro de Estudios Educativos (CEE), en el que se formaron muchos investigadores en esa área. Después, en 1971, fundó la revista que llevaba el mismo nombre de esta institución; Centro de Estudios Educativos, que actualmente se llama Revista Latinoamericana de Estudios Educativos.
Como investigador publicó diversos libros sobre la materia, entre los que destacan: Diagnóstico educativo nacional; Educación nacional y opinión pública; Mitos y verdades de la educación mexicana; Comentarios a la reforma educativa; Educación y escuela, y El pensamiento educativo de Jaime Torres Bodet.
Del Valle destaca la prolongada labor periodística de su amigo:
“Pablo se valió del periodismo para dar a conocer sus ideas a un público mucho más amplio, pero también para estar en contacto con los de abajo. Tuvo, pues, que expresarse en un lenguaje más llano, sin que sus conceptos perdieran claridad y hondura.”
Invitado por Julio Scherer García, de 1964 a 1976 Latapí fue colaborador del periódico, y después –tras el golpe echeverrista contra Excélsior– en Proceso, donde colaboró hasta 2005.
En una entrevista publicada en la Gaceta de la Universidad Veracruzana, (número 70-72), el mismo Latapí cuenta cómo se dio su llegada a Excélsior:
“Fue a verme Julio Scherer, antiguo amigo que conocí desde que éramos muchachos, a decirme que en las páginas editoriales de Excélsior querían especialistas que escribieran sobre ciertos temas y me invitó a hacerlo sobre educación. Le dije: ‘Julio, yo no soy periodista, soy investigador’. Él me contestó: ‘Es lo que busco…’. Así empecé a escribir mi primer artículo con un tema que resultó de cierta forma preanuncio de una línea muy fuerte de mis preocupaciones: educación y justicia social. Continué hasta que Luis Echeverría acabó con el Excélsior de Scherer, en julio de 1976, y en noviembre de ese año empecé a colaborar en Proceso.”
En un artículo publicado en este semanario (Proceso 1315), Latapí hizo una recapitulación de su paso por el periodismo:
“La verdad, se hermanaron bien mis actividades académicas con mi oficio de periodista improvisado, escribir en la prensa vino a concretar de modo importante mi responsabilidad social de investigador; me obligó a estar alerta a los acontecimientos cotidianos de la educación, a relacionar mis lecturas y proyectos con las necesidades de mi país y me facilitó encauzar el conocimiento especializado hacia su natural vocación de llegar a la gente y formar opinión pública.
“Escribir en la prensa fue también oportunidad de dar voz a los que no la tienen y esto explica la recurrencia en mis textos de preocupaciones por la justicia, por los derechos de los indígenas o por las crecientes desigualdades y exclusiones que provocan los modelos de desarrollo que se nos han impuesto.
“Por los temas que trataba, mi actividad periodística me acercó además al mundo de los maestros; ellos fueron, sin duda, mis principales destinatarios y predominaron en mi buzón de autor. Mis obsesiones con algunos temas, como los misterios del aprendizaje, el significado de la laicidad escolar, la formación en valores o la necesidad de promover una filosofía educativa que dé consistencia al esfuerzo del país, estuvieron siempre cruzadas con la perspectiva de los maestros de aula, sin cuya colaboración ninguno de estos señalamientos se hará realidad.
“Otras enseñanzas de estos años fueron de carácter político: escribir en la prensa, y más en una revista tan celosa de su independencia como Proceso, ha sido para mí una oportunidad de acercarme al sistema de poder que rige en el país y comprender un poco su naturaleza. Llegué a la conclusión de que en mi caso podía yo hacer más por el mejoramiento de la educación desde fuera que desde dentro del gobierno. La crítica independiente es indispensable como contrapeso al poder del Estado; denuncia, presiona, alerta, aporta diagnósticos divergentes, presenta propuestas alternativas, fortalece demandas sociales, en una palabra, construye el sujeto de interlocución ciudadana que requieren quienes gobiernan.”
En ese artículo, Latapí resumió así lo que consideró las principales fallas de la educación en México:
“Las causas profundas de la terrible mediocridad de nuestra educación son tres: la perversión del sistema educativo por intereses políticos, principalmente los que generan las grandes simulaciones que el SNTE protege; la falta de firmeza de las autoridades, a todos los niveles, que contemporizan con situaciones indeseables por temor a poner en riesgo sus carreras políticas o romper los precarios equilibrios del statu quo; y la debilidad de la participación de los padres de familia y de la sociedad para exigir un servicio educativo de verdadera calidad. A estas causas añádase la ausencia de un proyecto ambicioso, intelectualmente fundado, que dé consistencia a las acciones y logre encauzar las energías de todos los sectores sociales.”
Contra la desigualdad
A menudo, Latapí solía preguntarse si sus análisis caían en tierra fértil: “¿Fue eficaz mi crítica? No lo sé”.
La mayor parte de los casi 500 artículos que publicó en este semanario fueron recopilados en siete volúmenes, bajo el título Tiempo educativo mexicano, publicados por la Universidad Autónoma de Aguascalientes.
De manera específica, Latapí se refirió a las “biografías” y “luchas de poder” que le tocó analizar en la revista:
“Aparecen en estas páginas biografías personales que cruzan la escena de la educación; algunas transitan en paso acelerado hacia otras metas y afanes: para Muñoz Ledo, Bartlett o Zedillo la SEP sirve de tropiezo, refugio o escalón transitorio. Otras trayectorias, como las de Carlos Jonguitud y Elba Esther Gordillo, cumplen sus ciclos en la rueda de la fortuna del poder sindical. Pasan también rectores de variado calibre y líderes estudiantiles que sacuden a la UNAM evidenciando su vulnerabilidad. Y detrás de las biografías y las luchas de poder reaparecen como noticias recurrentes los problemas sustantivos de la educación en una sociedad desigual que rechaza obstinadamente el reclamo de la justicia: los indígenas olvidados, el magisterio sobreexplotado, las normales abandonadas o desahuciadas, la mediocridad resignada, la TV embrutecedora, la impunidad protegida por el sindicato…” (Proceso 1305).
Latapí fue también embajador de México ante la Unesco e investigador emérito del Sistema Nacional de Investigación. Además, asesor de los recientes titulares de la Secretaría de Educación Pública, hasta la llegada de Josefina Vázquez Mota a esa dependencia.
Por su labor en el campo de la investigación, recibió el Premio Nacional de Ciencias y Artes, la medalla Commeniuus de la República Checa, el Premio Interamericano de Educación Maracay –ahora Andrés Bello–, además de doctorados honoris causa por las universidades Autónoma Metropolitana, de Colima, de Sonora y de Aguascalientes.
–¿Cuáles son las aportaciones de Latapí al área educativa? –se le pregunta a Del Valle.
–Para mí, no cabe ninguna duda de que él fue el pionero de la investigación educativa en el país. Fue su inventor y su diseñador. Pablo nos dijo: “No podemos recibir la educación de manera acrítica, la educación tiene que ser investigada”. Esa fue una aportación importantísima, y otra más fue su idea de que la educación tiene que darse en la justicia de que todos somos iguales en dignidad humana.
Del Valle muestra al reportero un libro recién publicado por el propio Latapí. Se titula Porque ya atardece y es una recopilación de sus más apreciados artículos periodísticos. La edición fue de sólo 200 ejemplares, que repartió entre sus amigos poco antes de morir.
“Pablo me telefoneó para invitarme a cenar. Y durante la cena me regaló este libro. Yo sabía que estaba enfermo de cáncer, y que él no deseaba alargar su vida a la fuerza con quimioterapias y radiaciones. Quería que su vida acabara bien”, dice Del Valle.
Y muestra la dedicatoria: “Para Luis, amigo querido, quien reconocerá su propio trayecto en el que retratan estas páginas”.
Todavía el 18 de junio, Latapí logró asistir a un homenaje que recibió en el Centro de Investigación y de Estudios Avanzados. En su último discurso dijo:
“Estoy convencido de que hay que seguir trabajando por lo que queremos, en lo que nos corresponde a todos, creo que para eso es la vida. Es construir esperanza, abrir horizontes, tender puentes hacia un futuro mejor, sembrar alegría y construir esperanza invocando nuestras utopías y trabajando tenazmente para realizarlas hasta el último día de nuestra vida.”
***
Educación y justicia social*
PABLO LATAPí
Casi diariamente aparecen en la prensa noticias sobre nuestros progresos educativos. El número de nuestras escuelas y de nuestros maestros crece sin cesar y parece que pronto llegará el día en que queden satisfechos nuestros requerimientos más elementales en materia educativa.
Es ya rutinario que funcionarios y periodistas nos repitan en sus comentarios que, gracias a estos progresos, la “justicia social” en sus implicaciones educativas se vaya convirtiendo en realidad. Esto es verdad y, sin embargo, dista mucho de ser toda la verdad.
Nunca algo cualitativo, como es la “justicia social”, puede ser el resultado de meros factores cuantitativos. La multiplicación de escuelas y maestros, por sí sola, no es sino una condición externa de posibilidad –necesarísima, desde luego– de la verdadera “justicia social” que la educación es capaz de instaurar y promover. Más importante sería fijarnos en el contenido de la educación y examinar si éste está inspirado por una filosofía que fundamente un orden social justo. Pero tampoco el contenido educativo agota la función que corresponde a la educación para instaurar la justicia en las relaciones de convivencia. Por importante que sea el contenido de la educación para transformar mentalidades, crear actitudes y formar conciencias, hay otros efectos más primigenios, si se quiere más mecánicos, de un sistema educativo sobre el orden social. Efectos que se siguen por el hecho mismo de ser cada sistema educativo parte integrante y elemento dinámico de una determinada estructuración social. A uno de estos efectos que llamaremos “estructural”, queremos hoy referirnos: el efecto del sistema educativo sobre la movilidad social.
¿A qué se debe que, entre nosotros, un niño sólo curse hasta el segundo año de primaria, y otro en cambio pueda terminar su secundaria? En la enorme mayoría de los casos, a la pobreza del primero y a la situación acomodada del segundo. Aun en el supuesto de que haya escuelas suficientes, la desigualdad económica de la sociedad seguirá influyendo en la desigualdad educativa, la cual, a su vez, cerrará el círculo vicioso determinando una ulterior desigualdad en la capacidad de ingresos de la siguiente generación. A una sociedad de fuertes desigualdades económicas, corresponde un sistema escolar de fuertes desigualdades educativas. Y mientras el criterio que determine el grado de educación de cada ciudadano sea el nivel económico de su familia, no habrá ni podrá haber “justicia social”. En otras palabras, la justicia social es más causa que efecto de la justicia educativa.
Un primer esfuerzo por romper este círculo vicioso por el extremo educativo –es decir por hacer que la justicia social fuese más efecto que causa de la justicia educativa– se hizo en el siglo pasado al establecer la gratuidad de la enseñanza elemental. Decisivo como fue este paso, todavía estamos constatando su insuficiencia, por la sencilla razón de que no basta hacer gratuita la escuela para que todos los niños sean iguales ante ella. La pobreza o riqueza de sus familias los acompaña hasta adentro de las aulas y sigue determinando, todavía en forma inexorable, la duración de su escolaridad y, con ello, su futura capacidad de ingresos.
Los países occidentales altamente industrializados rompieron este círculo vicioso por el extremo económico, en el largo proceso que partió del industrialismo liberal primitivo y ha desembocado hoy día en la moderna sociedad industrial móvil. Actualmente el criterio que determina en ellos la duración de la escolaridad y el tipo de profesión futura de cada alumno, no es la situación económica del mismo, sino sola y exclusivamente su talento. Así sucede, en Europa, que a la vuelta de una generación, el hijo de obrero pueda acabar siendo investigador científico y el hijo de banquero puede acabar siendo albañil. Esta movilidad socioeconómica, determinada sólo por el talento de cada ciudadano (atemperada justamente por la propiedad privada y el derecho hereditario), es favorecida por una “nivelación de prestigio” de todas las profesiones, la cual se funda en una relativa “nivelación de remuneración” entre todas ellas. La igualdad fundamental de todos los hombres, como elemento esencial de “justicia social”, conjugada con una concepción humanista del trabajo en toda profesión y con el inteligente aprovechamiento de todos los talentos para el bien común, es la médula de este orden social de los países occidentales industrializados, el cual, aunque imperfecto como todo lo humano, es, hoy por hoy, el orden social más “justo” que conocemos.
La función de la escuela en este tipo de sociedad industrial de gran movilidad interna, la ha precisado magistralmente el sociólogo alemán H. Schelsky, al definir la escuela como “agencia repartidora de oportunidades sociales” (“Schule und Erziehung in der industriellen Gesellschaft”, Würzburg 1959, p.26). Si el juicio de la escuela sobre el talento (nivel y cualidad) del alumno, es el que decide qué tipo de estudios debe éste seguir, este juicio equivale a un fallo definitivo sobre el monto de sus futuros ingresos y sobre el sitio social que ocupará probablemente durante toda su vida. En Alemania, concretamente, este fallo de las autoridades escolares es realmente de enorme trascendencia, al grado de ser frecuentemente objeto de querellas jurídicas por parte de padres no satisfechos. Pero el sistema funciona, no obstante que, como justamente se critica, la decisión definitiva o cuasi definitiva de la escuela tiene lugar algo prematuramente, pues se toma al final del quinto año de primaria, cuando el sistema escolar empieza a diferenciarse.
Tal es el sistema educativo que corresponde a la sociedad industrial móvil. Y tal es en ella la función estructural de la escuela respecto a la “justicia social”. Si en México nos orientamos hacia una estructuración socioeconómica semejante a la descrita, debemos también ir orientando nuestro sistema educativo hacia una análoga estructuración.
La escuela tiene una función pública mucho más vasta que la que le asignan los que reducen ésta a las implicaciones cívico-políticas de la educación que imparte. Sin minimizar éstas, es menester recalcar que por su función pública, la escuela es un órgano de “justicia distributiva” y, como tal, opera la justicia social al regular equitativamente las oportunidades sociales y las responsabilidades respecto al bien común de todos los ciudadanos.
Cuanto contribuya a establecer –en las escuelas públicas lo mismo que en las privadas– como criterio para la participación en el beneficio educativo el talento del niño y no su posición económica, y a asegurar a los alumnos una preparación profesional que corresponda a sus habilidades reales y no a la riqueza de sus padres, ayudará a que nuestra educación, nuestro sistema educativo en cuanto sistema, sea verdaderamente factor de “justicia social”.
* Primer artículo publicado por Pablo Latapí en Excélsior, el 8 de enero de 1964.

Con una basta

Con una crisis basta/Esther Tusquets, escritora
Publicado en EL PAÍS, 09/08/09;
Estamos sufriendo una crisis económica grave, y no sé si puede resolverse pronto o si será tan larga como prevén los pesimistas. Tengo la sensación de que ninguno de nosotros -los ciudadanos de a pie- lo sabe, y de que los economistas expertos se han equivocado demasiado para que les demos crédito. Tampoco sé si el actual Gobierno está haciendo cuanto puede, o si podría hacerlo mejor. Pero en esta cuestión casi todos opinamos según nuestra tendencia política. Basta conocer a alguien para adivinar lo que va a decir. Todos los que me conocen saben, pues, que confío mucho más en el partido que está en el poder que en el de la oposición.
Lo único que sé es lo que veo ocurrir a mi alrededor. La crisis está ahí, y es dura, y afecta a miembros de distintas clases sociales, pero no es ni remotamente igual para todos. La crisis es patética para los que pasan hambre, pierden la vivienda, están en el paro. Y en el orden de prioridades, para este Gobierno, para otro, para quien sea, lo primero es que se cubran las necesidades de alimentación, de vivienda, de cuidados médicos y de enseñanza de los más desposeídos.
Esto lo sabemos todos (me refiero a los que debiéramos considerarnos privilegiados, ¡y cuán pocas veces lo reconocemos, lo decimos!) y es probable que lo suscribamos casi todos. Y, sin embargo, la crisis económica nos está arrastrando a otras crisis, a crisis morales, estéticas, a conductas ruines, a actitudes lamentables. Los desesperados, los desposeídos, tienen derecho a reaccionar como puedan, como se les antoje. ¡No vamos a pedirles que soporten lo que se les viene encima con elegancia! Pero no tiene justificación que los demás perdamos los buenos modales como los estamos, me temo, perdiendo.
Es molesto que lloriqueemos por cosas superfluas de que deberemos privarnos, por lo que han bajado nuestras acciones o nuestra cuenta en los bancos de Nueva York. Es irritante que protestemos de los impuestos. Es escandaloso que aprovechemos la situación para rebajar los sueldos de las asistentas, para suprimir la aportación a las asociaciones benéficas (en el momento en que más lo necesitan), para prescindir de servicios que nuestros medios nos siguen permitiendo y que eran el medio de vida de quienes nos los prestaban.
La crisis económica ha levantado las barreras que nos impedían sacar a la luz nuestro feroz egoísmo, nuestra mezquindad, la falta de solidaridad, la crueldad con que defendemos nuestra parcela, el ridículo sin límites de nuestra tacañería, la autocompasión menos justificada.
¡Con una sola crisis basta y sobra, señores! ¡No hace falta que nos convirtamos además en unos pequeños e inconscientes miserables!