El Ejecutivo de López Obrador admite diálogos con autodefensas pero no aclara con quién ni en qué consisten y aumenta la confusión sobre los planes para atajar la violencia
JAVIER LAFUENTE y GEORGINA ZEREGA

Civil armado en Apatzingán, en el Estado de Michoacán. CUARTOSCURO
La falta de claridad del Gobierno de México en los asuntos de Estado parece no tener fin. Un día se dice una cosa y al siguiente, cuando no unas horas después, la contraria. La última muestra ha sido la confusión generada sobre las conversaciones que el Ejecutivo de Andrés Manuel López Obrador mantiene con una serie de grupos armados de varios de los Estados más violentos del país. Altos funcionarios confirmaron que existen tales conversaciones, para después matizar que no son con el crimen organizado, es decir, que no tendrían vínculos con el narcotráfico, pero tampoco se ha aclarado de quién se trata y en qué consisten las reuniones. López Obrador, lejos de aclarar cualquier duda, ha ahondado en el enredo: no va a hablar con delincuentes, pero insiste en que hay que poner en marcha un proceso de paz en un país sumergido en una ola de violencia cada vez mayor.