Usura
de amor
Por
cada hora que ahora me concedas,
te entregaré,
Dios
usurero del Amor, a ti, veinte,
cuando
a mis cabellos negros los grises sean iguales.
Hasta
entonces, Amor, deja que mi cuerpo reine, y deja
que
viaje, me quede, aproveche, intrigue, posea, olvide;
la
del año anterior retorne, y piense que aún
no nos conocíamos.
Deja
que imagine mía la misiva de cualquier rival,
y nueve horas después cumpla la
promesa
de
la media noche. En el camino tome
a
doncella por señora, y a ésta le hable del retraso.
Deja
que a ninguna ame, ni a la diversión siquiera.
Desde
la hierba del campo hasta las confituras de la Corte
o
fruslería de la urbe, deja que informes
a mi mente la transporten.
Esta
oferta es buena. Si, cuando viejo, por ti
soy inflamado;
si
tu honor, mi pudor o mi dolor
codicias,
más a esa edad podrás ganar.
Haz
tu voluntad entonces; entonces objeto y grado,
y
frutos del amor. Amor, a ti someto.
Déjame
hasta entonces. Lo acataré, aunque se trate
de una que me ame.