26 ago 2007

KKK


El juez Henry Wingate sentencio a "monstruo" James Seale a tres cadenas perpetuas por el secuestro y conspiración en el asesinato en mayo de 1964 de dos jóvenes de raza negra en Meadville, junto al río Misisipi.
"Sólo un monstruo puede haber hecho esto". dijo el juez cuando leyó la sentencia contra Seale, uno de los últimos miembros vivos del Ku Klux Klan (KKK).
Seale tiene hoy 72 años de edad y padece cáncer en los huesos. Empero, la enfermedad y su edad no evitarán que pase el resto de sus días recluido en un centro médico penitenciario por el crimen que cometió hace algo más de cuatro décadas.
Las víctimas fueron Charles Moore y Henry Dee.
Este personaje sacado de la pelicula "Arde Misisipi" tenía 29 años cuando cometió el crimen. Era uno de los cientos de miles de blancos que intentaban aterrorizar a los negros que luchaban por sus derechos civiles y electorales en las décadas de 1950 y 1960.
Seale junto a otro miembro del KKK, llevó a sus víctimas a un bosque cercano donde fueron apaleados antes de lanzar sus cuerpos moribundos al río Misisipi.
El KKK utilizaban el asesinato y otras formas de violencia para intimidar a negros, homosexuales e inmigrantes.
Se estima que a final de la década de 1920 llegaron a sumar seis millones de miembros con importantes conexiones políticas.
Hoy afortunadamente el KKK está casi extinguido, pero todavía andan fantasmas por ahí: Se calculan alrededor de 5,000 miembros. En mayo de 2006, un grupo de individuos volvió a resucitar los fantasmas de la segregación durante una marcha contra inmigrantes hispanos en Alabama. Hay que estar pendientes.

Amapolas en Afganistám


Segín cifras de la ONU Afganistán ha producido en 2007 el 95% del total mundial de amapolas opiáceas, con lo que ha batido su propio récord del 92% alcanzado el año pasado.
"Definitivamente es una situación muy mala. El Gobierno (del presidente Hamid Karzai) no ha sido capaz de encontrar la manera adecuada de hacerle frente. Ni siquiera ha conseguido mantener y menos frenar", declaró Christina Oguz, directora de la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDD) en Afganistán, informa la agencia Reuters.
El intento de la comunidad internacional de poner coto a la alianza entre narcotraficantes y talibanes ha resultado un fiasco.
Afganistán parece hundirse inexorablemente en el círculo vicioso del tráfico de drogas, armas e insurgencia.
"Los traficantes están equipados y facilitan fondos a las organizaciones terroristas responsables de muchos ataques en Kabul y otras partes del país y del mundo", dijo ayer Zalmay Afzali, portavoz del Ministerio de Lucha contra la Droga.
Los datos que revela el informe van a poner también en dificultades el programa de la ONUDD en Afganistán. En 2006, la ONU destinó 440 millones de euros a la lucha contra la droga en ese país centroasiático, que, evidentemente, se perdieron en gran parte por los bolsillos de los muchos funcionarios gubernamentales y locales corruptos.
El 70% del total de la producción de opio, del que posteriormente se fabrica heroína, se cultivó en las provincias del sur, en las que la actividad guerrillera es mayor, lo que pone de manifiesto la interconexión entre insurgencia y narcotráfico.
El único dato positivo del informe es que ha aumentado de seis a 10 el número de provincias que han erradicado el cultivo de amapolas opiáceas. En todas ellas, hay menos presencia talibán y han mejorado las condiciones de seguridad de la población.
Según la ONUDD, Afganistán obtiene del opio y la heroína alrededor de 2,200 millones de euros, es decir, un tercio de su producto interior bruto.
El dinero de la droga se ha filtrado por toda la economía nacional y corrompe las altas esferas.
El régimen ultrarradical islámico de los talibanes consiguió prácticamente erradicar el cultivo de opio en Afganistán en 2001, poco antes de ser derrocado por las tropas estadounidenses tras los atentados del 11 de septiembre. Pero la Alianza del Norte, que ayudó a la coalición internacional a entrar en Kabul y se adueñó del Gobierno de Karzai, mantuvo su política de permisividad con el narcotráfico, que, unida a la rampante corrupción, disparó los cultivos de amapolas opiáceas de tal manera que cada día se hace muy difícil frenarlos. Invertir la curva de la producción parece tarea imposible.

La bomba Qased-GBU 78/A


Irán ha probado "con éxito" su primera 'bomba inteligente', de 900 kilogramos y dirigida por láser. (foto agencia AFP)
La televisión iraní 'Al Alam' mostró imágenes de la bomba 'Qased-GBU 78/A, artefacto que puede ser lanzado por cazabombarderos F-4 y F-5 desde una distancia de 20 kilómetros.
El ministro de defensa, general Mustafa Nayar, señaló que la nueva bomba, de fabricación nacional, tiene "una mayor capacidad destructiva" y mostró su confianza en que su producción a nivel industrial "aumentará considerablemente la capacidad defensiva de la República Islámica".
Nayar también anunció el comienzo de cuatro líneas de producción de balas con capacidad de penetrar los chalecos antibalas, al tiempo que reiteraba que el objetivo de Irán con la producción de material bélico es "meramente defensivo".
"Todas las armas de fabricación nacional en los sectores aéreo, marítimo y terrestre, incluidos los misiles y las armas pesadas, son únicamente para elevar la capacidad defensiva de Irán", destacó.
Denunció que los "medios de comunicación del imperialismo, especialmente los estadounidenses y los sionistas (israelíes), intentan presentar nuestra capacidad defensiva como una amenaza a los países de la región".
"Nuestras armas son para la seguridad y la estabilidad de la región y no representarán ninguna amenaza para cualquier país de la zona", insistió.
El ensayo de la "bomba inteligente" iraní se produce unas dos semanas después de que Teherán asegurara que había probado su primer avión de combate de fabricación nacional 'Azrajsh', que calificó como un "nuevo éxito tecnológico de los especialistas iraníes".
Además, el comandante de la Guardia de la Revolución, Yahya Safaui, reveló la semana pasada que este cuerpo militar de élite cuenta con material bélico sofisticado de fabricación nacional, incluidos misiles de hasta 2.000 kilómetros de alcance.
Las noticias sobre los "logros" militares iraníes se producen después de que EE UU anunciara que venderá armas por valor de unos 20,000 millones de dólares a Arabia Saudíta y otros vecinos árabes de la República Islámica.
También coinciden con la creciente tensión entre EE UU e Irán por la intención de Washington de declarar "organización terrorista" a la poderosa Guardia de la Revolución, considerada la columna vertebral de la defensa del régimen chií de Teherán.
El portavoz del Ministerio iraní de Asuntos Exteriores, Mohamad Hoseini, advirtió contra esa intención estadounidense y dijo que Teherán "adoptará una decisión adecuada en su momento" si la Guardia de la Revolución es declarada organización terrorista.
Fuente; agencias

Infierno en LA

El infierno está en Los Ángeles; reportaje.
En la misma ciudad donde levantan sus mansiones las estrellas de Hollywood hay niños que matan y mueren tiroteados en plena calle. La lucha entre bandas negras y latinas por el poder ha convertido el sur de Los Ángeles en el lugar más peligroso de Norteamérica. Aquí es difícil llegar a viejo.
YOLANDA MONGE, REPORTERA
Tomado de El País, 23/08/2007:
El estadounidense medio tiene una posibilidad entre 18.000 de ser asesinado. En Los Ángeles, esta última cifra desciende a 250. Atrapadas en el fuego cruzado del odio entre bandas, 272 personas cayeron muertas en la ciudad californiana el año pasado. En los últimos cinco años se han cometido 23.000 crímenes relacionados con bandas. En total, 782 muertes, 5.000 violaciones, 10.000 robos... Y la tendencia es al alza. Un 14% en 2006.
Cuentan en el distrito de Watts que en la Nochevieja pasada el cielo se iluminó por la enorme cantidad de armas de fuego que fueron disparadas. Tantas que el espacio aéreo sobre el aeropuerto de Los Ángeles se vio cegado y el tráfico aéreo tuvo que ser desviado. A Watts manda el Ejército de EE UU a sus médicos porque lo que se ve en las unidades de traumatología de los hospitales es lo más parecido a una zona de guerra. "¿Por qué estamos en Irak?", se pregunta el reverendo Clarence Mountie. "Si las armas de destrucción masiva están aquí. Adolescentes embarazadas, niños sin padres, chavales cabeza de familia...". La muerte a la vuelta de la esquina.
Los chavales acostumbran a ir a funerales de amigos. Cadáveres amortajados de apenas 13 años. Entre la autopista 110 y la 105, los Bounty Hunter Bloods y los Grape Street Crips aterrorizan a la población de Nickerson Gardens, Jordan Downs, Imperial Courts y Gonzaque Village. Y todas las calles que conectan estos suburbios de protección oficial. "Las bandas callejeras son las responsables de la mayoría de los crímenes en Los Ángeles", declaró en enero el alcalde de la ciudad, Antonio Villaraigosa. Y dio un dato: "Son responsables del 70% de los tiroteos". Dos meses después, en marzo, el jefe de la policía de Los Ángeles, William Bratton, definía el área de Jordan Downs y Nickerson Gardens como "el lugar más peligroso de América".
Un lugar en el que el día y la noche se corresponden con la vida y la muerte. Que cuando se contempla de madrugada no parece corresponderse con el que se ve con el sol en alto. "Nadie acaba de entenderlo", cuenta Bratton, acerca de la segregada geografía de Los Ángeles. A la vista de las palmeras, de los jardines, de la quietud, bajo el cielo azul que cubre a las estrellas de Hollywood. "Esos barrios no parecen peligrosos", admite el jefe de la policía.
Hasta que cae la noche. Es entonces cuando 700 bandas con 80.000 miembros aterrorizan a la ciudad (de cuatro millones de habitantes), 65 de ellas concentradas en Watts, con 15.000 miembros dedicados a defender su feudo. Uno de cada 100 ciudadanos de Los Ángeles es un pandillero, un asociado, un cooker (los que saben cómo convertir la cocaína en crack), un hook (los que conducen a los clientes a los camellos) o un afiliado. Sólo en Watts, los pandilleros dispararon sobre 500 personas en un año. Mataron a 90. Son contados los vecinos que no tienen un lazo con los Bloods o los Crips, quienes no portan el color rojo de los primeros o el azul de los segundos. Quienes se resisten a formar parte de la cadena sufren las consecuencias. En Jordan Downs, hace unas semanas, un joven de 14 años se negó a engrosar las filas de la manada. El argumento que le convenció de la necesidad de tener el carné de miembro fue la violación en grupo de su hermana de 12 años. El nuevo cofrade fue obligado a contemplar en vídeo el ataque.
Los Ángeles. Una ciudad dividida. La segunda urbe más grande de EE UU. La autopista de Santa Mónica separa dos mundos. Al norte, las glamurosas colinas de Hollywood, las playas de Malibú, Bel-Air, Beverly Hills, los menos de tres kilómetros de derroche concentrados en Sunset Strip. Los barrios ricos con coches caros aparcados frente a casas de lujo. Eso al norte. Y luego está el sur. Con su mayoritaria población negra e hispana, epicentro de una epidemia de paro y violencia. Los Ángeles son dos ciudades. Y casi nunca se solapan. Los del norte ignoran la lucha por sobrevivir de sus vecinos del sur. Sólo en Watts, un 75% de la población adulta negra ingresará en algún momento de su malograda vida en la cárcel. Ya hay más hombres negros en prisión que en la universidad. A la exponencial violencia que aplican las bandas se ha sumado la ola de criminalidad exportada desde México y América Central. Las bandas latinas dominan el núcleo duro del negocio de la droga. Son éstas las mismas maras que han obligado al Departamento de Estado a anunciar una estrategia para combatir el crimen llegado desde la frontera sur de EE UU.
El norte de Los Ángeles. Donde el brillo de los barrios contrasta con la oscuridad en la que se vive por debajo de la autopista 10. A las casas de cristal se contrapone el ladrillo y las ventanas mínimas. Es de noche y no hay un alma en las calles de Watts. Tampoco una sola luz. Pero a través de las ventanas se adivinan figuras en movimiento. Humanos que se saben la topografía de sus pisos de memoria, al tacto. Sólo el resplandor de la colilla de un cigarrillo. Una bombilla prendida puede facilitar al inquilino ser el blanco de una Glock semiautomática 9 milímetros, o de una Uzi, o de un Ak 47... Tayisha admite haber pasado su infancia y adolescencia encerrada en casa. Dejaba su hogar antes de que saliera el sol, para no cruzarse con nadie. Llegaba antes de anochecer y ya no salía hasta el día siguiente. Así día tras día, mes tras mes, año tras año, hasta llegar a abandonar el gueto sin haber sucumbido a la violencia. "Nunca jugar en la calle, siempre estar refugiado en casa".
Tayisha es negra. Tiene 20 años -casi una vieja para haber vivido en Watts-. Ha sobrevivido. Nunca se dejó ver demasiado. Se movía con rapidez, nunca se confiaba, usaba las esquinas como aliadas en la guerra de guerrillas que se vive en la zona. Cheryl Green era desenfadada, traviesa. Conversaba apoyada en su vespino con unos amigos una fría tarde del pasado enero. La misma en que una banda formada por latinos decidió salir "de caza". Buscaban un negro sobre el que disparar, explicó después la policía. Cualquier negro. Y encontraron uno. Cheryl Green. Acribillada a balazos. Sus amigos cayeron heridos junto a su cadáver. A Cheryl le apasionaba la comida y la televisión basura. Días antes de su muerte escribió en su diario: "Soy negra y bonita. Me pregunto qué me deparará el futuro". Un reguero de balas y un ataúd a la corta edad de 14 años.
Un 96% de los miembros de las bandas son negros o latinos. Y se matan en una guerra racial que nadie ha declarado. A veces incluso se asesinan entre ellos, latinos exterminando a latinos, negros ajusticiando a negros. Por el control del poder. Por vengar a un compadre. Por un ajuste de cuentas. O porque sí. El pasado noviembre, tres miembros de una banda latina fueron condenados a cadena perpetua por varios crímenes entre los que se contaba el asesinato de dos hombres negros. Ambos fueron elegidos al azar. Uno esperaba el autobús. El otro buscaba aparcamiento.
De los 64 millones de jóvenes que hay en EE UU, 40 de ellos cumplen al menos con uno de los criterios que les ponen en riesgo de caer en las bandas, según los expertos. Devon Perry tenía bastantes más de uno. Por eso su madre le envió a vivir fuera, alejado de Watts, alejado de las bandas, alejado de los miembros de su familia -todos- que pertenecían o estaban relacionados con los Bounty Hunter Bloods. Pero una noche del pasado abril, un joven negro de 17 años era asesinado de un tiro en la nuca en una calle de South Central, escenario en 1992 de una guerra entre los Crips y los Bloods que conmocionó al país y enseñó al mundo una de las peores caras de la primera potencia mundial. Ese joven era Devon Perry. A su funeral asistieron cerca de mil personas, incluidos miembros de los Crips y de los Bloods.
Aquel día era soleado. Desde el cementerio se veían las famosas letras que forman el nombre de HOLLYWOOD. Volaron palomas blancas que simbolizaban el alma de Devon. Quienes portaban el féretro lucían su más amenazador rostro. Y allí estaban los enterradores. Dos mexicanos con el miedo en el cuerpo. Con las manos temblorosas. Sin duda estaban en el funeral del miembro de una banda, de uno de los muchos grupos que no gustan de los hispanos en la calles de Los Ángeles. Había que acabar el trabajo y esfumarse. Pero los nervios les traicionaron. Perdieron el control de los mandos que introducían el féretro en la cripta. La caja cada vez se inclinaba más. Peligrosamente. Acabó estrellándose contra el mármol. Crack. El sonido de la madera rota. Primero, el silencio. Después, la furia. De la garganta de la madre de Devon salió un grito desgarrador. En su desesperación, un golpe de su puño tumbó a quien oficiaba la ceremonia. Los portadores del féretro descargaron toda su ira contra los dos sepultureros. Cuando la policía llegó al lugar, los mexicanos eran un amasijo de carne y sangre tras la brutal paliza. Fue un milagro que no se disparase un tiro, con más de la mitad de los asistentes al velatorio armados, fuertemente armados.
El asesinato de Devon Perry fue uno más de los 272 homicidios entre bandas que se ejecutaron en Los Ángeles el año pasado. Y a tenor de las cifras habrá más. Hoy hay seis veces más bandas en L. A. que hace un cuarto de siglo. Con el doble de miembros. Devon Perry finalmente abandonó, para siempre, la valla que rodeaba su barrio. Una verja que no defendía a los que habitaban en el interior, sino que protege al mundo exterior de las bandas. Como elemento disuasorio contra el crimen, el barrio tiene instalado un circuito de cámaras en lo alto de postes de luz parapetados tras una barrera militar de plexiglás diseñada para resistir balas de calibre 0,50. Libertad en una cárcel de cristal.
"187". Dibujado en graffiti sobre una pared. Tres guarismos que componen una amenaza. "187" es el símbolo empleado por las bandas para marcar de muerte a un enemigo. "187" es el número que tiene la parte del código penal dedicada al asesinato. "Quienes nacen en el gueto lo hacen sabiendo que no tienen opciones", dice Constante Rice, abogada de derechos civiles y autora del último informe sobre bandas en Los Ángeles (además de prima de la primera mujer negra secretaria de Estado, Condoleezza Rice). Impotentes, abandonados por madres que los quemaban con cigarrillos o les sujetaban la cabeza bajo el agua en la taza del váter hasta perder el sentido -los padres, siempre ausentes-, los chavales buscan refugio en la banda. El 40% de los niños de Watts sufren estrés postraumático, un nivel mucho más alto que en la guerra de Beirut. "Los escolares de ocho años se hacen pis en clase sin razón aparente", asegura Michelle Charters, trabajadora social. "No existe el juego. Ni la idea de una familia".
Se estima que el 90% de los jóvenes varones del barrio han sido víctimas de abusos sexuales. La cifra salta hasta el 99% cuando se trata de mujeres. Son chicos y chicas que viven anestesiados por la violencia. "Los miembros de las bandas son hombres que han sido castrados", expone Rice. "La mayoría no conoce a su padre. Buscan el amor y el respeto de un varón. Pero están a la defensiva: "¿Crees que soy idiota? ¡Que te jodan! Bang".
Los Ángeles. Una ciudad cuya área metropolitana engloba a 21 millones de personas. Cuya carencia de transporte público ha convertido la extensa red de calles y autopistas en vallas que han cercenado la ciudad en cientos de zonas aisladas entre sí. El padre Boyle no para de responder al teléfono en su oficina de la calle East First Street. Corta continuamente la conversación para atender a los presos que buscan una oportunidad. El padre Gregory Boyle lleva un sombrío recuento: el número de jóvenes miembros de bandas a los que ha enterrado. Ordenado sacerdote en 1984, eligió ser jesuita porque esta congregación tiene una misión social. Hace 20 años que comenzó a trabajar con las bandas, en un entorno en el que una vida vale menos que unas zapatillas. Desde entonces ha enterrado a 154 chicos. Recuerda todos sus nombres. "Al primero le di sepultura en 1984. Al último, hace tres semanas".
Este jesuita hace de todo: le arregla la corbata a un ex convicto que tiene una entrevista, testifica en juicios o dice misa en alguna de las 14 prisiones a las que acude regularmente. Contesta todas las cartas de la cárcel y tiene tiempo para pensar cómo solucionar este problema. "Hay que usar nuevos métodos", cuenta. "Con la lucha policial no basta, eso ha quedado más que demostrado. Así se puede detener a algunos pandilleros. Pero lo que necesitamos es educación, valores, enseñarles a estos chicos una vida mejor". Algunos policías recelan de Boyle. Alguna vez se le ha acusado de haber dado cobijo a criminales. A la policía de Los Ángeles no le gusta que se entierre a miembros de bandas con los honores que recibiría un ciudadano de bien.
El padre Boyle creó la compañía Homeboy Industries en 1988 con el objetivo de rehabilitar a pandilleros y enseñarles que existe una vida mejor. Se les da asesoramiento psicológico y legal, se les busca ofertas de trabajo, se les asigna un tutor. "Es como ayudarles a que se recuperen de una adicción a las drogas o al alcohol", comenta Boyle. "Es un camino que puede ser largo y duro, y uno siempre necesita sentirse acompañado. A veces es difícil seguir adelante, pero es posible conseguirlo". El sueño de Boyle es ayudar a estos chicos a buscar un nuevo rumbo en sus vidas.
Aunque a veces una bala trunca ese sueño. "Puede que un joven esté en el sitio y el momento equivocados. Puede que quiera comenzar una nueva vida y acabe como otros". El padre evita la palabra "muerto". A pesar de que es el pan de cada día. El fin de semana del 21 y 22 de julio se registraron seis asesinatos. Ramón Estrada, de 31 años, fue uno de los fallecidos. Le dispararon mientras dormía en su porche. Una bala perdida voló sobre la cuna de su hijo de ocho meses. A Michael Lezay, de 15 años, le dejaron muerto en un callejón. Jesús Valencia no cumplirá 21 años. Le cerraron el paso con una camioneta y le dispararon a quemarropa... Un número más en la estadística de la prensa local.
Los Ángeles. El mundo de este jesuita y los 1.000 chavales que cada mes pasan por su oficina. Otro mundo para Victoria y David Beckham, ya desembarcados en el sueño americano. Los Ángeles del padre Boyle, de Constante Rice, de Tayisha, de la asistenta social, del reverendo Clarence Mountie, del chico de 12 años que hace unos días quemaba vivo a un perro en Watts (y no era el primero)... Todos son "la zona cero de la mafia". "La capital de las bandas de América". Ambas son expresiones del alcalde de la ciudad.
En un intento desesperado por acabar con las bandas, Antonio Villaraigosa, el primer alcalde latino de Los Ángeles, ha creado una lista de los grupos más buscados y de los pandilleros más peligrosos. Cuando anunció el listado, el alcalde demócrata aseguró que la policía y el FBI seguirían a sus miembros para evitar que se reunieran. Se ha creado un grupo de 120 detectives y 10 agentes del FBI que cubren el sur de la ciudad. Según el subjefe de policía de Los Ángeles, se ha producido un aumento "vertiginoso" de la violencia. "Nuestra misión es recuperar Los Ángeles". Antes de fin de año serán unos 200 los agentes dedicados en exclusiva a este cometido. Hasta hoy, la totalidad del cuerpo de policía lo componen 9.000 agentes. Nueva York tiene 40.000, tres veces más per cápita que Los Ángeles.
Publicar nombres de bandas era tabú. En el mundo de los pandilleros se considera un honor estar clasificados como "los más peligrosos". Pero la violencia devora a Los Ángeles y el alcalde necesitaba un golpe de efecto. "Estamos poniendo en marcha una estrategia coordinada, agresiva, de supresión, que apunta a los peores criminales y a las bandas más violentas. Y vamos a caer sobre ellos con todas nuestras fuerzas", declaraba Villaraigosa antes de la publicación de las listas. El regidor se refirió al padre Boyle a la hora de argumentar a favor de su nueva estrategia: "Un gran párroco al que conozco y que trabaja con estos niños dijo: 'Nada puede detener una bala mejor que un puesto de trabajo".
Pero el padre Boyle no acudió a la presentación. Ha vaticinado que la lista tan cuidadosamente preparada por la policía va a ser una desastrosa arma de doble filo. "Va a ser un sueño para cualquier pandilla llegar a estar dentro de ella", comenta.
Por primera vez en su historia, el FBI ha incluido a uno de estos pandilleros en su celebérrimo catálogo de enemigos públicos. Emigdio Preciado Jr. está en busca y captura por disparar a dos agentes en Los Ángeles cuando se dirigía a una reunión con miembros de su banda. Preciado disparó 21 veces con un rifle desde su coche. El FBI ofrece 100.000 dólares a quien pueda dar alguna pista sobre su paradero.
Villaraigosa acaba de nombrar un responsable en la lucha contra las bandas. Se trata del pastor evangélico Jeff Carr, que saltó a los medios de comunicación en febrero por reunirse con el presidente iraní en un intento de encauzar las relaciones entre EE UU e Irán. Negociar con los ayatolás. Mediar entre las bandas.
Hay quien piensa que las medidas del ayuntamiento están resultando un fracaso. Las detenciones masivas, la dureza policial, las listas... todo parece estar creando lazos más fuertes entre los miembros y volviéndolos más violentos. Ésta es una de las conclusiones de un estudio editado por el Justice Policy Institute. "Las bandas no son las únicas responsables de las estadísticas criminales. Y estas técnicas agresivas empeoran la situación aislando a los ciudadanos y atrapando a los más jóvenes en el sistema de la justicia criminal", dice Kevin Pranis, uno de sus autores. Los responsables del informe van más allá al recomendar "que otras ciudades no adopten la desastrosa guerra contra las bandas de Los Ángeles. Ese sistema ha fallado durante generaciones, y no nos podemos permitir perder a más chavales en las prisiones", asegura Luis Rodríguez, escritor mexicano. "Hay que invertir en puestos de trabajo, en escuelas, en prevención".
¿Pero cómo se previene que una madre de 30 años conduzca a su hijo de 14 y a seis amigos (miembros de la banda Fumadores de Marihuana Latinos) a matar a un chaval de 13 años? Los siete menores apuñalaron a José Bobby Cano hasta la muerte. "Creía que lo había visto todo", confiesa Gary Hearnsberger, encargado de crímenes relacionados con bandas de la oficina del fiscal del distrito. Lo mismo debió de pensar el agente que leyó sus derechos a otra madre. Ésta de 37 años. Llevó a sus hijos a que dispararan desde el coche a miembros de una banda rival. En Los Ángeles es difícil haberlo visto todo.

Narcoglobalización

  • Narcoglobalización/Jean Meyer
Publicado en El Universal, 26/08/2007;
“La Zona Rosa se llena de narcomenudistas”, titula un diario muy leído de la ciudad de México, y detalla cómo gracias a la colaboración entusiasta y generosa de policías (judiciales) y ex agentes preventivos, tarjeteros, meseros y personal de seguridad de los “antros”, cada noche se distribuyen entre mil y dos mil dosis de droga, cifra que duplica en fines de semana y día de quincena. ¿Puntos de venta? Baños, cabinas telefónicas, coches, puestos de tacos en la calle, debajo de los árboles, en el hueco de una puerta. Podría decir lo mismo de la Condesa y de cuantos barrios de todos colores y clientelas; los populares no se salvan, lo único que cambia es el tipo de mercancía y los precios. Los “corredores de distribución” van de Viaducto e Insurgentes hasta el cruce de Reforma y Antonio Caso y desde el cruce de Tasqueña hasta Insurgentes y Copilco. ¿La capital ha sido desde los mexicas un lugar de relajamiento y de perversión, como todas las grandes ciudades? Le contestaré que no hay ciudad que se salve en México, por chiquita que sea, ni barrio que se salve, por pobre que sea, ni pueblito, por lejos que parezca encontrarse del mundanal ruido. Los “corredores” interconectan todo el territorio nacional y las drogas circulan en Zamora y Jacona, en Aguascalientes y Rincón de Romo, en Ajijic como en Atemajac.

¿Acuerdo secreto en el PRD?


Columna Itinerario Político/Ricardo Alemán: No comen lumbre

  • Sensatez en el PRD; informe negociado y amarrado a reformas
    El PAN y Los Pinos, rehenes de PRD y PRI en materia electoral
    Ya alguna vez citamos aquí una frase de(l Senador) Carlos Navarrete, respecto al arrojo político de Andrés Manuel López Obrador. “De Andrés se puede esperar cualquier cosa… pero pueden estar seguros que no come lumbre”. De nueva cuenta la traemos a la memoria porque, otra vez, cuando todos esperaban que el PRD “comiera lumbre”, apareció en alguna parte una luz de sensatez que hará posible que se lleve a cabo el primer Informe, de acuerdo con lo que marca la Constitución y la Ley Orgánica del Congreso.
    Eso no quiere decir, por supuesto, que diputados federales y senadores del partido amarillo se quedarán “quietecitos” en su curul el 1 de septiembre. Acaso abandonen el salón plenario en protesta por la presencia del “espurio” en el Congreso, acaso desplieguen mantas alusivas, acaso entonen cánticos o abucheos, acaso le den la espalda… Pero no impedirán que se cumpla con un mandato constitucional y con la propia ley del Congreso.
    Lo que está descartado es la posibilidad de diálogo entre poderes en San Lázaro ese 1 de septiembre, pero es casi un hecho que el presidente Calderón llegará al pleno, acaso suba a la Mesa Directiva para hacer entrega del Informe, y hasta es posible que de manera breve tome la palabra y envíe un mensaje al “Honorable Congreso de la Unión”. Ni el PAN ni el PRI, y menos el PRD tomarán la tribuna por consigna —lo que no anula la posibilidad de que algún legislador locuaz lo haga—, a pesar de que la Mesa Directiva de la sesión del Congreso General estará presidida por la diputada del PRD, Ruth Zavaleta.
    Historia vieja
    Y si bien es cierto que no existe punto de comparación entre las ceremonias del 1 de diciembre de cada seis años y el Informe de Gobierno de cada año —porque en el primer caso se trata de la toma de posesión del nuevo presidente, y en el segundo, de un ritual ya inocuo y en muchos aspectos hasta ridículo—, en esta ocasión existen muchos puntos de coincidencia, sobre todo porque las dos ceremonias se han visto precedidas de un intenso e inútil debate político y mediático, que sólo ha servido para que las fuerzas políticas en disputa midan su respectivo músculo.
    Pero además, en los dos casos, el supuesto agraviado, el PRD y sus corrientes antagónicas, debieron abrir espacios para el cumplimiento del ritual, lo que al final de cuentas confirma que la política mexicana tiene mucho de espectáculo circense y de catarsis de los humores de los peculiares políticos mexicanos, que lo mismo se visten de payasos, que de magos, cirqueros, malabaristas y trapecistas.
    Y decimos que se trata de una historia vieja porque el 1 de diciembre de 2006, en medio del enojo de unos, de la preocupación de otros y de los nervios hechos añicos de una opinión pública expectante al borde de las butacas, todo se acomodó para que llegaran al Congreso, Vicente Fox y Felipe Calderón, en un acto en que el segundo asumió la Presidencia. Todo lo demás no fue más que espectáculo, para que ante los ojos de todos, el PRD y su “legítimo” salvaran la imagen de rabiosos impugnadores del nuevo gobierno, mientras que, tras bambalinas, todos saben que se produjo un acuerdo político, el PRD incluido, para que Felipe Calderón apareciera de pronto en la tribuna del Congreso, en donde se enfundó la banda presidencial y protestó como nuevo presidente.
    En los días, semanas y hasta en las horas previas a esa ceremonia, el PRD manejó un doble discurso. Ante los medios y frente a sus seguidores y hasta para casi todos sus diputados y senadores, el discurso era impedir que Calderón tomara posesión y rindiera protesta como presidente. Pero unos cuantos, incluida la diputada Ruth Zavaleta —que el próximo 1 de septiembre presidirá la sesión de Congreso General—, sabían de un acuerdo secreto para que el entonces presidente Fox llegara al Congreso, y para que Calderón protestara el cargo. Y ese acuerdo caminó “como relojito suizo”, según confió uno de los artífices de la estrategia.
    ¿Por qué ese doble discurso? ¿Por qué acuerdos secretos? La razón y la respuesta a las interrogantes es casi de sentido común. Porque si de manera pública se hubiese aceptado la existencia de ese acuerdo, los ánimos se habrían caldeado a extremos peligrosos, y porque en el PRD hubiese aparecido el signo de la traición. Y sí, por increíble que parezca y por descabellado que se antoje, el primero en enterarse de ese acuerdo secreto, en dar su aval y hasta contribuir con el mismo fue nada menos que Andrés Manuel López Obrador. ¿Por qué? Porque no come lumbre. Tensa la cuerda al máximo, pero se detiene en el punto previo a la ruptura. ¿Que por qué muy pocos saben de ese acuerdo secreto? Porque hacerlo público, aceptar que el PRD y AMLO facilitaron la toma de posesión de Calderón, habría sido reconocer su derrota. Es un asunto de imagen, de juego de espejos.
    P
    ero al amparo del refranero popular, a la distancia, “les salió más caro el caldo que las albóndigas”. Es decir, a partir del espectáculo de ese 1 de diciembre de 2006, el PRD imprimió en la conciencia colectiva de amplios sectores sociales, la imagen de partido rijoso, intolerante, que no respeta las instituciones, y que es poco confiable. Ese costo se reflejó en las elecciones que siguieron a la federal de 2006, y hasta la fecha. Desde entonces el PRD no ha visto la suya.
    Lo mismo, pero no igual
    Por eso, y luego del “lineazo” de AMLO al término del décimo Congreso del PRD —en el que forzó la línea del cero diálogo con Calderón—, “los coroneles” y “los dueños” del PRD —incluido el señor “legítimo”— valoraron el escenario para el primer Informe de Calderón, y decidieron una estrategia parecida a la del 1 de diciembre de 2006, pero con algunas variantes, sobre todo en los aspectos mediáticos. Pulsaron las encuestas y el enojo social por un eventual nuevo “numerito” en el Congreso, pero además elevaron el costo de la negociación en reformas como la fiscal y la electoral. Así, “porque no come lumbre”, el primero en retirar las barricadas para impedir la ceremonia del Informe fue el señor “legítimo”.
    Aún no se sabe cuál será el acuerdo final al que llegará el PRD con el resto de las fuerzas políticas para el primer Informe de Felipe Calderón, pero contra lo ocurrido el 1 de diciembre de 2006, es público que los amarillos caminan rumbo a un acuerdo político, que han colocado en prenda su palabra de que no impedirán la ceremonia del Informe, a partir de lo que al final de cuentas se negocie.
    El PRD “no es un partido violento”, dijo a manera de cuello de ganso el señor Leonel Cota, la voz del “legítimo”. Y es que para el PRD, el escenario no pinta nada bien —como aquí dijimos hace una semana— sobre todo porque en tanto la segunda fuerza política del Congreso, en tanto parte de las instituciones, no puede impedir la celebración de una ceremonia como el Informe, a pesar de sus rabietas y de los humores de los “calderofóbicos”.
    En el ánimo del sector menos radical del PRD, entre quienes han dado prioridad a la sensatez, por sobre las reacciones hepáticas, el partido amarillo debe salir ganancioso del trance político que significa el primer Informe del gobierno de Calderón. Por eso se analiza la posibilidad de reeditar la estrategia seguida en el último Informe del gobierno de Miguel de la Madrid —luego de las fraudulentas elecciones de 1988—, cuando a una interpelación de Porfirio Muñoz Ledo, y en medio de reacciones violentas de los diputados del PRI, la bancada del entonces Frente Democrático Nacional abandonó el Informe y dejó solos al PRI y al PAN. En otros informes del gobierno de Salinas, algunos legisladores amarillos le dieron la espalda, lo mismo que en informes de Zedillo.
    En todo caso, lo interesante del asunto es que el PRD pretende un cambio de actitud, enfocado al mensaje mediático de que no serán los responsables de un nuevo espectáculo que lastima más al Congreso y la imagen del PRD que al presidente Calderón. Es decir, asumir una postura civilizada y una protesta dentro del cauce legal, sin que ello signifique dar marcha atrás a sus banderas de considerar como “ilegítimo” al gobierno de Calderón. En pocas palabras, existen luces de sensatez. No se sabe, hay que insistir, cuál será el acuerdo final al que lleguen PRI, PAN y PRD, pero la buena noticia es que ninguno de los tres grandes partidos políticos parecen dispuestos a debilitar las instituciones, empezando por el Congreso, al que pertenecen.
    Junto con pegado
    Pero el cambio de estrategia de los amarillos no tiene como único objetivo cruzar el dique del Informe presidencial. Es una parte llamativa, mediática, pero no el asunto central. Y es que para nadie es un secreto que “la cosa política” se cocina a partir de una combinación de ingredientes, cuya combinación adecuada y en los porcentajes correctos, suele dar como resultado platillos apetitosos. El ingrediente de lo que ocurra en el Informe se puede convertir en una levadura capaz de catalizar las reformas fiscal y electoral que ya están en su punto de cocción en la cocina del Congreso. Es cierto que en los dos casos, la reforma fiscal y la electoral están muy lejos de ser lo deseable, pero acaso la novedad sea que contra lo que muchos suponen, a la elaboración de esas reformas se sumarán los cocineros del gorro amarillo.
    Aquí podríamos asistir a otro cambio fundamental en la estrategia que hasta hace pocas semanas ha mostrado el PRD. Otra vez veremos los dobles mensajes, los acuerdos secretos, pero en esta ocasión los amarillos podrían llevarse una parte del reconocimiento por las reformas. ¿A qué nos referimos? En el caso de la reforma fiscal, el PRD y el PRI promovieron cambios a la propuesta enviada al Congreso por el presidente Calderón. Es muy probable que esos cambios sean aceptados por los estrategas de Los Pinos. En ese caso, el PRD no votaría contra la reforma, en lo general, sino que se podría abstener, lo que significa un aval indirecto. Eso sí, votaría en contra de algunos aspectos de la reforma, en lo particular, sobre todo en aquellos aspectos que los amarillos no consideren como positivos a su causa. De esa manera, con la abstención en lo general, y el voto en contra en aspectos determinados, en lo particular, estarían dando su aval, sin necesidad de diálogo alguno con “el espurio”. Pero además, y acaso lo más importante para la imagen del perredismo, es que no aparecerían como el “partido del no”.
    En el caso de la reforma política, o electoral, el PRI lleva “mano”, y estableció una alianza con el PRD, de la que difícilmente se podrá salir el PAN, porque el Informe, la reforma fiscal y la reforma electoral “van junto con pegado”. ¿Por qué caminan juntas las reformas fiscal y electoral, si son temas muy diferentes? Por razones de equilibrio político. Es decir, si el PAN no aprueba la reforma electoral, que cocinan el PRI y su aliado temporal, el PRD, entonces el PRI no aprueba la reforma fiscal, y el PRD se lanzaría contra la “miscelánea grandota”. Si el PAN aprueba la reforma electoral, entonces el PRI aprueba la fiscal, con los cambios que promovió junto con el PRD. Es el “toma y daca” propio del parlamento.
    Lo curioso, en este caso, es que el PAN y el gobierno de Calderón quedará en calidad de rehén, sobre todo en aspectos como el cambio de consejeros del IFE, que no es más que una grosera venganza política. ¿Por qué? El PRD quiere cobrar al IFE lo que en realidad fue una torpeza de los amarillos, desde la integración del actual Consejo General —de la que el PRD perdió por las necedades y tonterías de Pablo Gómez— y porque la elección de julio de 2006 no fue un triunfo de Calderón y del PAN, sino una autoderrota del PRD y de su líder AMLO, quien en seis meses perdió 10 puntos de ventaja que mantenía sobre Calderón y el PAN. Pero eso no importa, lo que vale para los amarillos es cobrar venganza y derribar al IFE, junto con su presidente, Luis Carlos Ugalde. Si derriban al IFE justificarán el cuento del fraude.
    En el caso del PRI, las razones para destruir el IFE son de otra naturaleza. Resulta que los tricolores están convencidos de que el señor Luis Carlos Ugalde es el hombre de “la maestra Gordillo” en el IFE, y que por esa razón debe ser destruido. La profesora Gordillo, hay que recordarlo, destruyó a Roberto Madrazo. ¿Y qué puede hacer el PAN frente a esa presión? Muy poco, porque en un ejercicio de pragmatismo elemental, vale más, mucho más, un paquete de reformas, que el consejero presidente del IFE, así de simple.
    En el camino
    Y a propósito de intrigas, un conjunto de magistrados del Tribunal Federal de Justicia Fiscal y Administrativa buscan algún contacto con la casa presidencial, ya que dicen haber descubierto una maniobra entre Javier Laynez, de la Consejería Jurídica del Ejecutivo, y Luis Malpica, presidente de dicho tribunal. Dicen, los que saben, que la mancuerna pretende legislar a modo para prorrogar el mandato de Malpica, mediante un transitorio en su nueva ley orgánica. También aquí se cuecen habas.
    aleman2@prodigy.net.mx

Pobre Rusia




La Rusia de Putin/MARIO VARGAS LLOSA
El País, 26/08/2007
Es difícil imaginar una historia moderna más triste que la de Rusia, el país que ha dado al mundo, en el último siglo y medio, esa extraordinaria floración de pensadores, escritores, compositores, artistas, poetas, utopistas y místicos tan bellamente descrita en los ensayos de Isaías Berlin. Después de haber padecido por más de setenta años una de las más ignominiosas dictaduras que haya conocido la historia, en la que muchos millones de inocentes ciudadanos perecieron en el gulag siberiano en razón de la mera paranoia de los dueños del Kremlin, al sobrevenir el colapso de la Unión Soviética, en vez de la libertad surgió el caos, la anarquía económica y política, a cuyo amparo los ex comisarios comunistas perpetraron pillerías vertiginosas, "privatizando" en su favor las industrias estatales y permitiendo a las mafias sacar del país, hacia los paraísos fiscales del planeta, billones de divisas mal habidas y robadas al pueblo ruso, que vio, de este modo, reducirse todavía más sus precarios niveles de vida y pasó a vivir en la inseguridad más absoluta y el temor crónico.
No es extraño que Vladímir Putin, el antiguo operativo de la KGB, el más siniestro organismo del antiguo régimen y responsable de sus más vesánicos crímenes, al subir al poder hiciera del orden y el respeto a la autoridad la columna vertebral de su política: eso era lo que más codiciaban sus compatriotas en un país donde la ilegalidad reinaba por doquier y donde delincuentes y pistoleros de bajo y alto vuelo hacían de las suyas en la casi total impunidad. Putin ha puesto orden, en efecto, dado cuenta de muchos criminales, y ha restaurado una tradición de verticalismo autoritario que, con distintas máscaras ideológicas, ha mantenido en Rusia una continuidad con mínimos y fugaces intervalos de apertura, desde Iván, El Terrible, hasta el presente. El pueblo ruso, que no ha conocido casi otra cosa que el despotismo a lo largo de su historia, se siente cómodo, o por lo menos aliviado y esperanzado, en la Rusia de Putin. La popularidad de éste sigue siendo enorme, y todo indica que, aunque no se presente en las nuevas elecciones como ha dicho, él en persona o a través de intermediarios seguirá rigiendo los destinos del país. Las valerosas minorías que, en condiciones de represión creciente, obran todavía a favor de la democracia y los derechos humanos y se esfuerzan por hacer conocer al resto del mundo los atropellos cotidianos a la libertad y a la ley que comete el régimen, están cada vez más acorraladas -censura, hostigamiento, represalias económicas, procesos penales y, en casos extremos, asesinatos-, y todo indica que este estado de cosas sólo puede empeorar para ellas en el futuro inmediato.
En el extranjero se conocen los grandes lineamientos de la política seguida por Putin y la rosca de ex agentes del KGB y aparatchiks de que se ha rodeado para restablecer el poder autoritario. Ante todo, la estatización o neutralización de buena parte de los medios de comunicación independientes, que ahora están al servicio del Gobierno, y la desprivatización de los principales entes responsables de la energía y las llamadas "industrias estratégicas", devolviendo de este modo al Estado una ingerencia hegemónica en la vida económica del país. Un sector industrial ha quedado fuera de la tutela estatal, cierto, pero a condición de un absoluto vasallaje a los dictados del poder. Las enormes reservas de gas y petróleo con que cuenta el país, y los altísimos precios alcanzados por estos recursos en los mercados mundiales, han dado al Gobierno ruso un instrumento para multiplicar su influencia internacional, coaccionar a sus vecinos, retomar una carrera armamentística que encanta a las fuerzas armadas, que han recobrado su vieja condición de institución privilegiada dentro del sistema, y de hacer gravitar sobre Europa Occidental una espada de Damocles: la amenaza de reducir o cortar los suministros de gas y petróleo de los que aquélla se ha vuelto dependiente si patrocina políticas que Rusia considera lesivas a su propia seguridad.
Se conoce menos, en cambio, un aspecto todavía más sombrío y violento de la política de Putin: el nacionalismo que promueve para crear de este modo la ilusión de la unidad nacional patriótica contra los enemigos interiores y exteriores y las secuelas inevitables de semejante ideología: el racismo y la xenofobia. A quienes quisieran informarse un poco más sobre este tema, recomiendo leer dos excelentes artículos aparecidos el martes 21 de agosto en el International Herald Tribune, cuyos autores, Jeff Mankoff y Paul Kennedy, ambos de la prestigiosa Universidad de Yale, no sólo saben muy bien de lo que hablan; además, ambos están muy lejos de sentir la menor animadversión por Rusia. Más bien, sus artículos transpiran una solidaridad visible con los infortunios del pueblo ruso.
Mankoff ilustra con una pequeña lista de ejemplos su tesis de que "el racismo violento" que hoy impera en la sociedad rusa sólo puede seguir creciendo debido a la manera como el Estado utiliza la xenofobia -el odio al extranjero- para conseguir sus fines. Bandas de cabezas rapadas han asesinado a una niña tajik y malherido a su familia en San Petersburgo, acuchillado a muerte a un vietnamita, y un puñado de nazis ha apuñalado a ocho personas en una de las sinagogas de Moscú. En la última semana, un vídeo que ha dado la vuelta al mundo mostraba cómo un par de rusos, con esvásticas, ejecutaban a un caucasiano y a un tajik, de un pistoletazo al primero y decapitando al segundo. Los perpetradores de estos crímenes que fueron capturados sólo recibieron leves sentencias, sin que en éstas se reconociera la naturaleza racista del delito.
Mankoff describe también la manera como Putin ha utilizado a los dos partidos abiertamente racistas que operan en Rusia, los demócratas-liberales de Vladímir Zhirinovsky y Rodino de Dimitry Rogozin, alentándolos, financiándolos y facilitándoles la expansión a fin de crear la ficción de que el partido gobernante de Putin es un moderado, un contrapeso a aquellos extremistas. Pero el resultado de esta política es que el racismo contra los chernye, los "negros" inmigrantes de los antiguos países de la Unión Soviética, musulmanes la mayoría de ellos, ha alcanzado una suerte de legitimidad en la vida pública. No hubo la menor protesta, por eso, cuando en el mes de abril pasado el Gobierno dictó una disposición claramente racista, prohibiendo a todos los inmigrantes procedentes del Cáucaso trabajar en el comercio de telas y paños en Rusia.
El historiador Paul Kennedy, por su parte, ve con muy justificada alarma el plan de adoctrinamiento ideológico que el Gobierno ruso lleva a cabo entre los jóvenes, siguiendo un modelo que se parece mucho al soviético, con la diferencia de que en este caso las ideas que el Estado trata de inculcar en las nuevas generaciones a través de la educación no son las del marxismo-leninismo sino las de la rusofilia cruda y pura, es decir, el nacionalismo más extremo y destemplado, para el que todo extranjero es detestable, se trate de "norteamericanos imperialistas, terroristas chechenos o estonianos ingratos".
El Gobierno de Putin ha creado un movimiento juvenil llamado Nashi (Lo nuestro), que está creciendo a gran velocidad, espoleado por las instituciones estatales, cuyas bases ideológicas son la defensa de la madre patria y las tradiciones y el matrimonio rusos, así como el rechazo de lo foráneo y extranjero. El movimiento cuenta ya con decenas de miles de activistas que, en la práctica, funcionan como fuerzas de choque en defensa de Putin y su Gobierno y en contra de sus críticos. Militantes de Nashi son los que tienen cercadas, gritando eslóganes hostiles, a las embajadas de Gran Bretaña y de Estonia en Moscú, a raíz de las querellas entre Rusia y ambos países, y, según Financial Times, cerca de 60.000 miembros de Nashi han sido adiestrados como "monitores" en los procesos electorales.
Paul Kennedy analiza también algunos de los textos obligatorios impuestos en las escuelas por el Gobierno de Putin, distorsionando la historia reciente para acomodarla a las necesidades del régimen. En ellos, por ejemplo, se enseña a los jóvenes que "entrar en el club de los países democráticos implica rendir la soberanía nacional a Estados Unidos".
¿Se saldrá Putin con la suya creando estructuras más o menos sólidas que garanticen una considerable longevidad al nuevo despotismo que preside? A largo plazo, probablemente no, porque si hay algo que nos ha enseñado la experiencia contemporánea es que los imperios totalitarios, no importa cuan firmes parezcan, tienen siempre pies de barro y terminan por venirse abajo, destruidos por su propia ineficiencia y corrupción. Pero, en el corto plazo, parece difícil que algo o alguien pueda poner coto al astuto ex espía que ha sabido ganarse el apoyo de buena parte del pueblo ruso reemplazando el desorden, la inseguridad y la desesperación en que aquél vivía, en la seguridad y el orgullo patriótico de que hoy día disfruta, aunque pague por ello sacrificando la libertad que hubiera podido tener, y la democracia de la que apenas entrevió los riesgos e incertidumbres cuando la tuvo entre las manos y no supo qué hacer con ella.
¿Alguna conclusión? La más obvia: la democracia necesita, para arraigar y desarrollarse, una mínima base institucional, como la que existía en Polonia, en Hungría o en la República Checa al desmoronarse el Imperio soviético. Por eso en estos países la democracia ha podido sobrevivir al desorden de la transición. En Rusia no existía esa base y por eso, al igual que en tantos países africanos y latinoamericanos, cuando llegó la libertad se convirtió en libertinaje, y más pronto que tarde se desplomó, para que resucitara la barbarie dictatorial. ¡Pobre Rusia!

El mercado de lo prohíbido


El negocio de los narcos/Gabriel Zaid
Publicado en Reforma, 26/08/2007;
Legalizar las drogas no asegura que quienes a eso se dedican dejen lo ilegal. El mercado de lo ilícito abre posiblidades con lo prohibido
Los ferrocarriles eran muy buen negocio en los Estados Unidos, cuando empezó el servicio de pasajeros y de carga por carretera. Para frenar la competencia, los ferrocarrileros cabildearon contra la construcción de carreteras; pero no pudieron detenerlas, fueron perdiendo mercados y su bonanza terminó.En un famoso artículo publicado en la Harvard Business Review ("Marketing myopia", July-August, 1960), Theodore Levitt los acusó de miopes: no vieron que su negocio era el transporte, no el ferrocarril. Pudieron haber ampliado sus operaciones a las nuevas vías. Estaban en una posición fuerte para competir, ofreciendo trayectos combinados de ferrocarril y carretera. Pero no vieron la oportunidad, sino el problema.
Hay quienes piensan que el negocio de los narcos es la droga. Ven que disponen de tecnología avanzada en la producción agrícola, la transformación industrial, el transporte, las comunicaciones, las armas, el desarrollo de nuevos productos. Que tienen ingenieros, abogados, contadores y otros universitarios bien pagados en sus departamentos jurídicos, científicos, logísticos, de mercadotecnia, relaciones públicas, finanzas. Que, para defenderse, tienen recursos superiores a quienes tratan de arrestarlos. Ante lo cual, The Economist recomienda una solución de mercado: arruinarles el negocio, legalizando la droga. Parece realista, y, sin embargo, es miope. El negocio de los narcos no es la droga, sino la prohibición. Mientras algo esté prohibido, tendrán oportunidades.
Supongamos que la droga llegue a ser un negocio lícito. El efecto inmediato sería un desplome de precios, lo cual aumentaría la demanda, pero no la rentabilidad del negocio. Teniendo ya montado el aparato de producción y distribución, y hasta mercancía almacenada, es de suponerse que, al principio, los narcos sigan vendiendo droga (pirata, frente a la legítima). Y que busquen mercados más prometedores, ya sea de lo mismo en otros países o de otra cosa prohibida en el país. Oportunidades no faltan. Están prohibidos los secuestros, el contrabando, el pirateo, la trata de blancas, la prostitución infantil. Tendrían que hacer estudios de mercados, estrategias competitivas, costos y planes de negocio para cada caso. Tendrían que considerar el riesgo de que también los secuestros, por ejemplo, se legalizaran. O de que el IVA se eliminara, para arruinar el contrabando. Lo que no es creíble es que optaran por arrepentirse, desmantelar sus empresas y meterse a un convento.
El crimen organizado en México fue la trastienda del Grupo Industrial Los Pinos. Estaba organizado como una franquiciadora del poder impune, de manera central y piramidada; con un control político supremo, porque también los franquiciados estaban sujetos al poder impune. Abusar de la franquicia podía acabar en perderla o, en caso extremo, ser tirados al caño (literalmente). El Señor Presidente era el jefe del Estado, del gobierno y de la trastienda. La monocracia por turnos de seis años le daba al sistema estabilidad. A diferencia del Porfiriato, no dependía de un hombre indispensable. Las franquicias porfirianas de poder impune eran espaciales (por estados o territorios), las del PRI, temporales (por turnos). Hoy, el poder impune ya no está franquiciado desde la presidencia: opera sin control, en una guerra de todos contra todos.
Según la Oficina de las Naciones Unidas Contra la Droga y el Delito, la cocaína puesta en México al mayoreo vale ocho millones de dólares por tonelada, pero 24 en los Estados Unidos; donde se vende al menudeo a cerca de 120 dólares el gramo (120 millones de dólares por tonelada). O sea que el negocio de pasar droga a los Estados Unidos tiene un margen bruto de 16 millones de dólares por tonelada, pero el margen para el distribuidor allá es de 96. El menudeo requiere mucho más personal (y más visible) que el mayoreo, pero tiene más valor agregado.
Extrañamente, la DEA no logra desmantelar el negocio seis veces mayor y más visible en su propio país. Pretende arruinarlo, eliminando el abasto externo. Doble miopía. En primer lugar, el abasto eliminado desde un país se mueve a otro. Invadir a Panamá y secuestrar a su presidente sirvió para que el abasto hoy se haga desde México. Pero, además, en el supuesto caso de eliminar todo abasto externo, ¿qué van a hacer los narcos de los Estados Unidos? ¿Meterse a un convento? Por supuesto que no. Van a sustituir las importaciones con producción interna, incluso de mejor calidad. O a desarrollar nuevas líneas de productos y servicios prohibidos. Los gánsters no desaparecieron cuando terminó la prohibición del alcohol. Entraron al negocio de traficar cigarros y otros productos racionados durante la segunda Guerra Mundial, al agiotismo, los casinos, la droga.
Nunca faltan oportunidades en el mercado de lo prohibido.

El PRD en la opinión de Arnaldo Córdoba

El problema del PRD/Árnaldo Córdoba
Tomado de La Jornada, 26/08/2007;
Cuando un partido político carece de un liderazgo fuerte, suele ocurrirle lo que ha pasado con el PRD desde hace ya buen tiempo, por lo menos desde que Cuauhtémoc Cárdenas dejó de ejercer ese liderazgo, pienso que cuando fue electo jefe de Gobierno del DF: se vuelve presa de disensiones internas, de grupillos de intereses, de “tribus”, del oportunismo político, de la corrupción e incluso de las traiciones.
Cuando Cárdenas gobernó el PRD no se movía una hoja si él no lo decidía. Todos los grupos y grupúsculos que conformaron el partido desde su fundación estaban atentos a escudriñar la voluntad del líder (que nunca he entendido por qué se le llamó moral) y a los que criticábamos sus métodos caudillistas de dirección se nos mandaba al limbo (que sí existe) o se nos excluía de toda vida partidaria, aunque a mí nunca me pudieron sacar del Consejo Nacional hasta que decidí dejar de participar en él.
El desmadre permanente en que vive el PRD es herencia directa de aquel liderazgo, no sólo por su prepotencia y su tendencia a excluir a quienes no eran abyectos servidores suyos, sino porque fue el verdadero promotor de las llamadas “corrientes” o “tribus”, primitivo sistema de dominación que le permitía tener a todos de su lado, mientras los dejaba que se hicieran trizas en la lucha por los puestos y las candidaturas. Fue una malísima escuela que marcó de modo definitivo la manera de hacer política dentro del partido. Justo cuando Cárdenas abandonó la escena partidista comenzó la revuelta de las corrientes. Nueva Izquierda nació en abierta rebelión contra el liderazgo de Cárdenas, y muchos de los antiguos colaboradores de éste se volvieron sus enemigos. Ni siquiera vale la pena recordarlos.
Sólo quienes no entienden el pavoroso mazacote que es el PRD pudieron haber dado alguna importancia al reciente congreso de ese partido. No pasó nada. Fue sólo un pequeño guiñol (con los hilos en manos de los jefes de las corrientes). Un pequeño arreglo de cuentas entre grupos que no tienen con qué decidir el futuro del PRD. Creo que ese congresito sólo sirvió para que los caudillitos tribales se dieran cuenta de que tienen que preservar su partido, porque de otra manera acabarían perdiéndolo todo y porque se percataron finalmente que ninguno de ellos, ni haciendo montón, podrían dar al partido el liderazgo del que está urgido. Eso, por supuesto, no quiere decir unidad; en el PRD no puede haber unidad mientras las cosas sigan como están.
El liderazgo existe, desde luego, pero no está dentro del partido, sino al margen. López Obrador hizo bien en no mezclarse en las broncas internas del partido. No le habría hecho ningún bien, porque ahora las corrientes, o por lo menos algunas de ellas, tienen muchos recursos para dar zarpazos a quien ponga en peligro sus pequeños intereses, incluido el líder al que hoy el propio partido debe su actual fortuna y que no tenía por qué perder el tiempo con ellas. Su campaña presidencial nunca hizo menos al PRD, pero se hizo con mucha más gente que aportó lo que el PRD de Cárdenas nunca pudo dar, aparte de su tradicional voto duro. Yo llegué a temer que el Peje se distanciara demasiado de su partido, pero no lo hizo. El partido fue siempre el actor principal de la campaña, aunque no el único, y muchas veces ni siquiera el decisivo.
No sé qué alegan los llamados chuchos con su famosa “autocrítica”, al decir que se cometieron errores en la organización partidista de las elecciones. Ellos ya eran los dueños del partido y a ellos corresponde la mayor responsabilidad por la mala organización, el descuido de las casillas y la falta de conjunción para conducir la participación del electorado lopezobradorista. Además, como se les ha hecho notar, los errores casi fueron irrelevantes ante la magnitud del fraude del que se hizo víctima a nuestro candidato. Como Julio Hernández López se esfuerza por recordar siempre a sus lectores, 0.56 por ciento fue la diferencia en el triunfo de Felipe Calderón. Andar chillando que perdimos por los “errores” es una felonía.
Francamente, a mí me importa un bledo quién sea el futuro presidente del PRD, si Jesús Ortega o Alejandro Encinas. Yo votaré por el último (a menos que descubra que, por mi alejamiento, ya no soy miembro del PRD o que no salí en las listas), pero ninguno de ellos puede ofrecer al partido el liderazgo que requiere. Ninguno tiene los tamaños necesarios. El verdadero líder es López Obrador, y de él depende la unidad del partido. De él dependió el sentido de unidad, un tanto madreada, con que terminó el congreso. A mí no me preocupan los chuchos ni los bejaranos. Me preocupa López Obrador. A cualquier perredista sincero que haya seguido el congreso debió haberle salido roña de sólo ver las peleas de perros con que se desarrolló, y los resultados indignos de un congreso de un verdadero partido.
El futuro del PRD depende de sus bases, no de sus líderes tribales, que casi todos son corruptos y logreros. De ahí la importancia del liderazgo de López Obrador, un liderazgo fuerte y confiable. Todavía no entiendo qué significan las famosas afiliaciones que anda haciendo López Obrador por todo el país, y le rogaría a mi amigo José Agustín Ortiz Pinchetti que en su próxima entrega nos lo explicara a todos sus lectores. Muchas personas piensan que se anda organizando una estructura paralela a la del PRD (es lo que los jefes tribales más temen y creo que con justa razón) o, en el peor de los casos, otro partido. A veces pienso que se afilia sólo a ciudadanos que no pertenecen al PRD (a mí nunca me han invitado a afiliarme). En todo caso, si de eso se trata, me parece que se está cometiendo un verdadero despropósito.
Si de afiliar se trata, creo que esas afiliaciones se deben conducir hacia el PRD con un nuevo sentido de la necesaria reforma del partido para convertirlo en un instituto libre del cáncer de las mafias tribales y de verdad político. A mí, en lo personal, me encanta que López Obrador recorra el país hablándole a miles ciudadanos y poniendo en la agenda lo que su partido no hace, los grandes problemas nacionales, aunque me gustaría que lo hiciera de otra manera, cosa sobre la que nunca han pedido mi opinión. De todas formas, me parece que el partido, todavía cardenista sólo que sin Cárdenas, deberá hacer este esfuerzo supremo para convertirse de verdad en el gran partido de izquierda que el país necesita. Por eso me preocupa López Obrador y no por otra cosa.

A Quiet Battle for Rights in Iran

A Quiet Battle for Rights in Iran/By Fotini Christia, a research fellow at the Belfer Center for Science and International Affairs at Harvard’s Kennedy School of Government
THE WASHINGTON POST, 26/08/2007;

It was during a recent visit to a middle-class beauty salon here, amid the women getting their upper lips threaded and their legs waxed, that I saw what the One Million Signature Campaign is up against. A female volunteer approached another customer and encouraged her to sign a petition, which organizers hope to submit to Iran’s parliament along with a request for legal reforms on gender equality. The woman said she supported the demands for equality but shied away from what she considered overt political activity against the regime.
The campaign against gender discrimination is encountering resistance on multiple fronts.
Activists gave themselves two years to collect a million signatures, but tomorrow, the campaign’s one-year anniversary, they will not have more than 100,000 to report. But unlike other human rights movements battling repressive regimes, which have traditionally looked to the West for a lifeline, Iran’s activists are adamant that for all the gratitude they may feel for their Western supporters, they would prefer that we keep our distance. Their efforts offer a fascinating window on how one aspect of the Iranian democracy movement is struggling to survive in a period of growing government repression and paranoia.
The campaign for the million signatures was born after the arrest of 70 women who staged a demonstration against gender discrimination last year in Tehran’s Haft-e-Tir Square. Nine of those women were convicted on charges of “endangering national security” and face lengthy prison sentences, beatings with whips and, in some cases, both. (They are free pending appeal.) The crackdown prompted Iranian women’s rights activists to embark on a new strategy based on quiet campaigning, face-to-face organizing — and disavowing any Western help.
With extraordinary tenacity, the activists seek out all possible venues in which to gather support without incurring the wrath of the Ahmadinejad regime. They collect signatures not just in beauty salons but in living rooms and parks, on street corners and at bus stops. In Tehran, they have assembled and trained at least 400 volunteers through private parties at organizers’ homes, over popcorn and watermelon.
Yet for all the campaign’s efforts to elude government attention — and to disown any connection with the West — the regime has been aware of and has reacted to the activists. In March, 34 members were arrested in front of Tehran’s Revolutionary Court, where they had gathered in solidarity for their nine convicted colleagues. Over the past year, 13 others involved in the campaign have been arrested. The campaign’s Web site– a key tool in a country that lacks an independent media — has routinely been blocked. Members repeatedly have been denied permission to assemble in public places.
The regime aims to paralyze the movement by instilling fear. Even so, many women are undeterred.
“The regime wants to scare us. But we won’t let them win. When they push, we resist,” Parvin Ardalan, a journalist who was one of the nine convicted in March, told me this month. She is appealing her three-year sentence.
Despite all the institutional repression, perhaps the trickiest issue for organizers is their relationship with the West. In recent months, a number of prominent Iranian Americans with Western passports — such as Haleh Esfandiari and Kian Tajbakhsh — have been charged with conspiring against the Iranian government. Political leaders increasingly voiced charges of a “velvet revolution conspiracy,” allegedly aimed at toppling the government and backed by “lackeys of the West.”
The omens aren’t good. Already, the country’s intelligence minister has described the movement as comprised of “elements of soft subversion” — an unsubtle attempt to link them to foreigners. In public statements and in conversations with prospective signers, campaign activists emphasize their Iranian roots and their respect for Islam — if only to avoid giving the regime an excuse to discredit them. “What hurts the most is hearing people who claim to be for democracy and reform accuse us of being tools of the West,” said Parastoo Alahyaari, a computer engineer and campaign member. “We want to prove that we can do this on our own.”
Financial independence is also important. The movement raises funds through documented membership dues and donations and explicitly states on its Web site that it does not accept financial or other support from organizations or governments. Volunteers are asked to strictly adhere to this rule.
“Our regime has phobia,” Nobel Peace Prize winner and campaign advocate Shirin Ebadi told me at her Tehran office. “When people talk about human rights they get immediately accused of being with America. But we are Iranian and want to work for our rights . . . And we know we are doing something right because we are being persecuted.” About aid from the West, Ebadi was just as firm. “No money. Never.”

Trump nunca habló de intervención, dice Sheinbaum. Ilusa

Comenté ayer los dichos Donal Trump en el marco de un foro  conservador Turning Point, verificado en Phoenix, Arizona la de que desde el 20...