Una
deuda histórica con Sefarad/Reyes Mate es profesor de Investigación del CSIC. Su último libro publicado es La piedra desechada, Trotta, 2013.
Publicado en El
País | 1 de julio de 2014
Los
descendientes de aquellos judíos expulsados en 1492 pueden ser ciudadanos
españoles. Es, a los ojos del Gobierno que acaba de tomar la medida, la
reparación de una “deuda histórica”. Incluso para los parámetros de la época,
la decisión de los Reyes Católicos, fue una injusticia. Se les desterró
violentamente porque sus autores pensaban que la pluralidad cultural era una
amenaza. Que hoy los responsables políticos del país que nació de aquella decisión
reconozcan la injusticia cometida es un gesto digno de encomio, a condición de
que se tenga bien presente el alcance de la deuda contraída.
Un
gesto encomiable, evidentemente, porque rompe con el sacrosanto principio de
que “la historia es el tribunal de la razón”, es decir, que lo que vale, lo que
cuenta, es lo que consigue imponerse. Vae victis! Si ahora uno viene y reconoce
que lo que tuvo lugar fue injusto, lo que hace es sacar los colores a la
historia. Ahora bien, si la expulsión fue una injusticia, la España que emergió
de aquella decisión, que es la nuestra, tiene los pies de barro. La deuda no se
refiere sólo, por tanto, a los judíos —injusticia tanto mayor cuanto que los
expulsados eran habitantes de la península Ibérica anteriores a los cristianos
viejos que les expulsaban— sino a la España que pudo ser y de la que se privó a
las generaciones siguientes.