Nota de Rodrigo Vera
Proceso # 1854, 13 de mayo de 2012;
Acostumbrado al lujo, al poder y a los escándalos, el obispo Onésimo Cepeda ya no tuvo más margen para la protección y la impunidad que facilita la protección del Vaticano. Casi tan pronto como presentó su renuncia a la diócesis de Ecatepec –trámite obligatorio por su edad–, el Papa se la aceptó de inmediato. Se quedó, dice con pobreza metafórica, “como ejidatario sin parcela”. Lo cierto es que, con una trayectoria de negocios igual de sinuosa que su historial político, le quedan al menos sus cuadritos de Modigliani, Chagall, Goya, Picasso, Rivera, Tamayo…
De manera violenta y abrupta, el Papa Benedicto XVI le quitó la diócesis de Ecatepec al obispo Onésimo Cepeda debido a su vida mundana, a sus múltiples escándalos y a las denuncias que lo acusan de ser un defraudador sin escrúpulos. Todos estos hechos dañaban la imagen de la Iglesia católica en México desde hacía años.