El Presidente Calderón reiteró que la lucha que ha emprendido su Administración contra la delincuencia y el crimen organizado es por preservar la seguridad y la tranquilidad de los ciudadanos.
En la XXI Reunión de Embajadores y Cónsules de México, el Titular del Ejecutivo Federal instruyó a los integrantes del Servicio Exterior Mexicano a hablar bien de México a fin de quitar la imagen errónea que se tiene del país fuera de nuestras fronteras.
Acompañado por miembros de su Gabinete, el Presidente destacó que en este 2010 México necesita que los actores públicos actúen con unidad de propósito y de acción, así como por encima de diferencias ideológicas y desencuentros, ya que los mexicanos tenemos la obligación de reflexionar y de contribuir a la fortaleza política, social y económica del país.
Lamentó que haya mexicanos que hablen mal del país, y consideró importante entender que hay un interés nacional que está por encima de cualquier interés particular.
“Los mayores atentados a la vida, al patrimonio, a la libertad, a los derechos humanos, no provienen del Gobierno, provienen del crimen organizado. Hay entidades del país donde dicen: aquí hay violencia porque intervino el Gobierno Federal; hay entidades del país que solicitan la intervención de las Fuerzas Federales y después dicen: No, aquí hay violencia porque intervino el Gobierno. No, no es así. Interviene el Gobierno Federal porque ahí hay violencia y crimen, y no al revés”, puntualizó.
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El Presidente Calderón en la Comida de Trabajo con motivo de la XXI Reunión de Embajadores y Cónsules de México
Viernes, 8 de Enero de 2010 | Discurso
Muchas gracias.
Muy buenas tardes.
Señor Ministro Guillermo Ortiz Mayagoitia, Presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
Señor Senador Gustavo Madero Muñoz, Coordinador del Grupo Parlamentario del Partido Acción Nacional en el Senado.
Señor Diputado Oscar Martín Arce Paniagua, Vicepresidente de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados.
Gobernador Juan Manuel Oliva Ramírez, del Estado de Guanajuato.
Distinguidos invitados.
Muy apreciadas, muy apreciados Embajadores y Cónsules de México.
Muy estimados y estimados Embajadores eméritos y eminentes ex Cancilleres.
Invitados especiales.
Muy estimados miembros del Servicio Exterior Mexicano.
Señor Enrique Iglesias, ex Director del Banco Interamericano y Secretario Ejecutivo de la Cumbre Iberoamericana.
Queridos amigos.
Muy buenas tardes.
Yo quiero iniciar mi intervención haciéndole un sincero reconocimiento póstumo al querido Embajador Carlos Rico, quien fue un excepcional diplomático y académico, que dedicó su vida al servicio de México.
Yo tuve la oportunidad de conocerle durante mi estadía en Boston cuando él era Cónsul de México ahí. Convivimos con nuestras familias, fuimos amigos; y posteriormente tuve la oportunidad de invitarlo a ser Subsecretario para América del Norte en la Cancillería, como ustedes saben.
Sus servicios a la Nación como Subsecretario fueron claves para llevar a un muy buen nivel la relación con los Estados Unidos, fundamentalmente. Carlos fue clave en el éxito de la Iniciativa Mérida. Y me consta que luchó hasta su último aliento por la vida.
Poco antes de ir hacia Estados Unidos, en que tuvimos oportunidad de platicar en mi oficina, platicamos largamente de lo que creíamos, y si algo le agradezco a Carlos, además de aquella última reunión que tuvimos, no es sólo el sincero y prolongado abrazo que nos dimos, sino también que su lucha por la vida me enseñó a mí a apreciar aún más la que tenemos.
Sé que con su brillante desempeño contribuyó enormemente al prestigio de la diplomacia mexicana y del servicio público.
Descanse en Paz, Carlos Rico.
También agradezco muy sinceramente la intervención de quienes me precedieron en el uso de la palabra. A Joaquín Villalobos, quizá, desde luego, ustedes lo saben, pero vale la pena recordar.
Cuando él menciona que estuvo aquí después de la Firma de los Acuerdos de Chapultepec en El Salvador, no es que haya sido un periodista, ni un espectador, ni un servidor público, sino que él fue uno de los que firmaron los Acuerdos del lado de la guerrilla, en aquel tiempo, y que la experiencia de Carlos, me parece que es muy ilustrativa para entender el momento que estamos viviendo, la relevancia de un tema de actualidad para América Latina y para México.
Simplemente cito de un reciente artículo que acaba de publicar Joaquín Villalobos, lo que alguien muy crítico, por cierto, y profundo analista de la realidad mexicana, Ciro Gómez Leyva, escribe recientemente, dice: Del reciente ensayo de Joaquín Villalobos titulado: Doce Mitos de la Guerra Contra el Narco, echa por tierra, con una sencillez deslumbrante, los mitos que propagan quienes descalifican la estrategia del Gobierno mexicano en los últimos tres años. Y a Héctor Aguilar Camín, desde luego, lo reconozco por su análisis, sus reflexiones, invariablemente lúcidas en el debate de la agenda pública de nuestro país.
Yo quiero recordarles, amigas y amigos Embajadores, Cónsules, Ministros, de qué hablábamos hace un año, en una reunión como esta.
Hablábamos del Estado fallido. Hablábamos de la profecía, según la cual, México tenía instituciones tan frágiles que no podía sobrevivir como Estado en el año que pasó, por la crisis económica.
Y vaya, tuvimos crisis económica. No fue la que pronosticaban en diciembre de 2008, fue el triple de la que pronosticaban. Tuvimos el brote de la influenza A/H1N1. Ahora a toro pasado, como se dice técnicamente, puedo decirles que en el programa, en los planes de emergencia previstos por la Secretaría de Salud para la aparición de un nuevo virus vinculado a la influenza, probablemente parecidos a la fiebre aviar, por ejemplo, o al SARS, el escenario catastrófico llegaba a prever hasta 20 millones de muertos en nuestro país si la tasa de letalidad era semejante a la que había acompañado uno de esos virus.
Y tuvimos la peor sequía que México ha tenido, la segunda peor en 60 años. Y además un punto climático, diría yo, de la guerra que han tenido, fundamentalmente, cárteles mexicanos en la disputa por el territorio.
Todo eso ocurrió, y hoy nuestras instituciones mexicanas, de las cuales ustedes son una parte crucial, no sólo resistieron, sino que hoy México es un país, como lo dijimos hace un año, firme, fuerte, capaz de tomar sus propias decisiones en democracia, como bien ha subrayado Aguilar Camín. Y, además, no sólo de enfrentar la contingencia y la emergencia, sino también de resolver problemas viejos, como los que fueron enfrentados y resueltos el año pasado, entre otros, por ejemplo, el añejo problema heredado de administraciones a otras, de Luz y Fuerza del Centro.
Hoy podemos reunirnos con la satisfacción del deber cumplido y también con la urgencia y la atingencia de las tareas por hacer en el futuro.
2010, como se ha dicho, es el Año del Bicentenario de la Independencia y del Centenario de la Revolución Mexicana. Y yo agrego, amigas y amigos, que también será el año de la recuperación económica, un año en el que los mexicanos seguiremos esforzándonos por sacar adelante al país.
Y en esta tarea, cada quien tiene que hacer su parte. Una parte que nos corresponde a todos los mexicanos, en mayor medida a quienes mayor responsabilidad pública tenemos, pero que a ustedes, como integrantes del Servicio Exterior también corresponde en una parte fundamental, y yo les pido que se enfoquen en algunas tareas fundamentales que a continuación mencionaré.
Primero. Es fundamental difundir lo que es México y lo que verdaderamente está ocurriendo en México, entre otras materias la que se ha abordado el día de hoy, en materia de seguridad pública y derechos humanos.
Éste es, sin duda, uno de los temas que más atención ha recibido por parte de la prensa internacional: la disputa, la disputa violenta que libran los cárteles que, al ver menguados sus negocios, se genera una disputa feroz por el territorio que quieren controlar; la reacción violenta del crimen organizado ante la acción firme, decidida del Gobierno para limitar su capacidad de corrupción y de daño.
Sé que lo que ocurre, amigas y amigos, ha captado la atención de los medios de comunicación, generando percepciones distorsionadas o equivocadas sobre la magnitud de un problema que sí tenemos, pero que es fundamental, precisamente, comprender en su exacta dimensión.
Pienso que es una tarea medular de todos, y de ustedes en especial, equilibrar las percepciones y equilibrarlas con información objetiva y veraz.
Qué es, un poco insistentemente lo que he mencionado, lo que en mi opinión ha pasado.
Al inicio de la Administración, México enfrentaba un grave problema de inseguridad, y hay que decirlo, un problema al que no se le dio la debida atención a consecuencia de muchos, muchos años de indolencia y de corrupción.
Déjenme equipararlo a un cáncer, porque es equiparable. El cáncer de la criminalidad se fue enquistando en la vida nacional. Y se fue enquistando bajo la idea de que ignorarlo, no enfrentarlo, lo solucionaba, lo dejaba sin expandir.
El no enfrentarlo permitió que fuera, precisamente, generando, siguiendo esta metáfora, metástasis en todo el territorio nacional.
Por qué.
Porque a poco a poco fue rebasando a las autoridades locales, que por intimidación o por cooptación le dieron paso franco y puerta abierta en muchos lugares del país a la acción de los grupos delictivos.
Y por qué digo que este cáncer también se fue extendiendo al grado de hacer metástasis.
Porque ya no se ubicó únicamente en el lugar, en el tumor donde apareció originalmente, digamos en las fronteras, porque éste era un problema literalmente de narcotráfico, tráfico de drogas hacia Estados Unidos, de fuentes de provisión de México y Sudamérica, sino que se extendió a buena parte del territorio nacional, porque ahora la actividad no es únicamente tráfico de drogas, sino, si me permiten decirlo así, el corazón del negocio de la criminalidad pasó del tráfico hacia el exterior, a también la distribución en el interior.
Y eso marcó el cambio medular en la última década, por qué.
Porque de concentrarse la actividad de los criminales en el control de rutas y algunas puertas de salida seguras, la actividad de los criminales se enfocó ahora a controlar no sólo rutas, sino mercados y territorios, mercados de consumo y territorios donde había que disputarle al Estado mexicano la autoridad del Estado mexicano.
De manera tal, que la acción de los criminales se extendió a buena parte del territorio nacional, y dejó de ser como antaño, una actividad no intrusiva, de bajo perfil, donde el criminal veía maximizar su renta mientras menos fuera percibido por la sociedad, a una actividad abierta y hostil a los ciudadanos, porque para controlar un territorio, para distribuir drogas en las colonias del Puerto de Veracruz o de la Ciudad de Puebla o de cualquier punto de la geografía mexicana, había que controlar el territorio y controlar el territorio significaba mandar a la autoridad, dominar con armas, con vehículos y con impunidad.
Por eso la actividad de los criminales dejó de ser una actividad de bajo perfil, y se convirtió en una actividad desafiante y, particularmente, violenta; plenamente visible, basada en la cooptación o en la intimidación a las autoridades. En la ley de plata o plomo.
Y de ahí a una agresión a los ciudadanos, porque, entonces, quien controla una plaza desde la criminalidad empezó a controlar a otros delincuentes: al que roba vehículos, al que vende licor adulterado, al que controla los tables y los centros nocturnos.
Al que vende gasolina robada, y de ahí a la extorsión al ciudadano honesto, que trabaja en una empresa o que produce aguacates o es ganadero. Hubo un límite y una frontera que no existe y que nunca se respetó.
De ahí que la metáfora que yo comentaba con alguna autoridad que vino a pedir ayuda desesperada. Me decía: Ayúdeme, Presidente, porque están metidos ahí, en la comunidad donde yo gobierno.
Y yo le dije esto. Bueno, pasa un poco que un día en tu casa le dices a tu esposa, mira, ahí dejé entrar a la cochera de la casa a tres muchachos que se van a dedicar a bolear los zapatos del vecindario. Y ya me aseguraron que no van a hacer más que eso, que no te preocupes, no va a pasar absolutamente nada. Y les abrí la puerta.
Y, luego, te los encuentras cuando vas a cenar en tu casa, y te vas a echar un sándwich. Te los encuentras en el refrigerador comiéndose tu sándwich. Y luego te los encuentras en tu clóset poniéndose tu ropa.
Y, finalmente, cuando entran a tu casa y a lo más íntimo de tu casa entonces vienes y me dices: Oye, cómo los sacamos. Yo te pregunto es que: cómo los dejaste entrar.
No hay límite que se pueda poner a la criminalidad, ni reglas ni pactos que, verdaderamente, puedan marcar una división que verdaderamente no existe.
En esencia es un poco lo que ocurrió en México y lo que encontramos al inicio del Gobierno. Pasó de ser una actividad de bajo perfil, insisto, a una actividad desafiante e intrusiva, particularmente violenta y plenamente visible.
Y por eso lo que hicimos, amigas y amigos, fue enfrentar el problema y no ocultarlo. Esa es una basura que ya no se puede, ni se debe, nunca, ocultar debajo de la alfombra.
La razón de nuestra lucha, entonces, es preservar la seguridad de los ciudadanos y la autoridad del mismo Estado, la tranquilidad de los mexicanos. Y no se trata, como algunos han pretendido, equiparar esto a una lucha en Irak o algunas otras metáforas o comparaciones totalmente absurdas. No. Esto no es una guerra que estemos librando en el extranjero, buscando quedarnos con algún recurso que no es nuestro, el petróleo, o lo que sea, ni tratando de liberar a otra Nación. Enfrentar a la delincuencia y al crimen organizado es una lucha en la que está en juego la seguridad, la tranquilidad de familias mexicanas, en nuestras casas y en nuestras ciudades.
Y la batalla que hoy libran miles de soldados y de policías mexicanos, fundamentalmente Federales, no es una lucha sólo por la seguridad de México, sino como ya se expuso aquí, por la seguridad de la región y de la comunidad, y la comunidad internacional, a mi juicio, debe saberlo.
Pienso que también es indispensable que se conozca la realidad de México en materia de derechos humanos. En honor a la verdad, estimados amigos, el principal reto que enfrentamos en la materia es la construcción de un Estado de Derecho eficaz, y los mayores atentados a la vida, al patrimonio, a la libertad, a los derechos humanos, no provienen del Gobierno, provienen del crimen organizado.
Ayer fue levantado y muerto un periodista en el Estado de Coahuila. Quien amenaza y atenta contra la vida de los periodistas es el crimen organizado. Quien atenta contra la vida de los ciudadanos es el crimen organizado. Y es inadmisible suponer que cerrando los ojos, volteando la vista y cruzándose de brazos, como algunos pretenden, ese problema se va a resolver.
Es como si llega un paciente a ver al médico con alguna dolencia y el médico lo estudia, lo diagnostica y le detecta un cáncer. Y después de este cáncer, lo opera y le da radioterapia, le da quimioterapia.
Hay quien pretende decir que el error fue haber ido a ver al médico. Hay quien pretende decir que el error fue haber asumido el tratamiento, como si la acción que estamos haciendo para resolver el problema, porque afortunadamente estamos a tiempo de resolverlo, fuera la causa del problema, y no la solución.
Hay entidades del país donde dicen: Aquí hay violencia porque intervino el Gobierno Federal. Hay entidades del país que solicitan la intervención de las Fuerzas Federales y después dicen: No, aquí hay violencia porque intervino el Gobierno.
No, no es así. La causalidad es otra, la causa-efecto. Interviene el Gobierno Federal porque ahí hay violencia y crimen, y no al revés. No es que haya violencia y crimen porque interviene el Gobierno Federal.
Y no es cierto que la disyuntiva sea que, asumido, como algunos afirman, que es un error combatir a los criminales, parece de Perogrullo, pero hay quien afirma que es un error combatir a los criminales, hacen suponer que la alternativa es no combatirlos y que el problema se va a resolver.
Que como duele y quita y tumba el pelo y los dientes, la radioterapia o la quimioterapia, la solución es no tenerla y entonces el cáncer no va a crecer. No, señores. No es así.
Tenemos un problema, tenemos un problema serio, pero la buena noticia es que lo estamos enfrentando, y la mejor es que estamos avanzando.
Y como dije, y le agradezco, además, la mención a Héctor Aguilar, desde el primer día del Gobierno, esto es un problema grave, en donde el Presidente de la República va a estar al frente. Y que va a implicar costos y costos severos, sí. De tiempo, porque no se puede resolver en el corto plazo. De dinero, y por eso hemos casi duplicado el presupuesto para la seguridad en el país y también, y por desgracia, de vidas humanas. Pero es importante, amigas y amigos, que entendamos cómo están las cosas hoy.
Por otra parte, en el mundo de hoy las sociedades de vanguardia económica y de elevado desarrollo humano, las sociedades que tienen una mejor imagen ante el mundo, son aquellas capaces de pensar y de actuar con sentido de unidad, de identidad y de orgullo nacional.
A mí me parece que una de las medidas que debemos recorrer los mexicanos es saber distinguir que puede y debe tenerse una expresión democrática de diferencia y de debate en la pluralidad, pero al mismo tiempo distinguir dónde están aquellos temas y asuntos de interés nacional que reclaman la convergencia de voluntades y apoyo de todos.
Y esa diferencia no la hemos conocido, por desgracia, aún con nitidez. Es más, por desgracia, a menudo los mexicanos juzgamos a nuestro país con la mayor severidad que podemos, incluso, por encima de la severidad respecto de otros temas.
Hay ocasiones en que los propios mexicanos magnificamos los defectos y las limitaciones, en lugar de resaltar nuestros avances. Y se vale, además. Se vale, y lo he sido yo, he sido opositor y he sido crítico.
Se vale disentir, se vale criticar, pero permítanme esta expresión, amigas y amigos Embajadores, también se vale hablar bien de México. Y no sólo se vale, se debe estando fuera del país, sobre todo, hablar bien de México. Y si se es servidor público, más. Y si se es del Servicio Exterior, muchísimo más.
Yo sé que hay quien vive y se regocija de hablar mal del país. Pero a mí me parece que tenemos que hacer un esfuerzo los mexicanos por saber distinguir dónde está el debate político, dónde está la discrepancia, y dónde hay un interés superior que la República demanda y merece.
Hace rato que mencionaban los comparativos verdaderamente abrumadores de la tasa de mortalidad o la tasa de homicidios por cada 100 mil.
Sí es muy sorprendente. Caray, a juzgar por la fama pública, como dicen los abogados de los países, México es, al parecer, el peor lugar en términos de violencia. Pero no, lo que nos han demostrado aquí con las cifras de tasa de homicidios por cada 100 mil habitantes, es que México puede estar en 10, o en 12, lo que ustedes puedan ajustar, según la metodología.
Pero Colombia está en 36, el triple, y Brasil está al doble. Sin embargo, la percepción internacional no es así.
La percepción internacional es que México es un caos. Y, sin embargo, Brasil es una especie de paraíso. Es más, se lleva los Juegos Olímpicos y el Mundial.
Eso sí, amigas y amigos, yo ni como político ni como Presidente de la República, a la mejor me falta mucho por vivir, pero jamás he escuchado a un brasileño hablar mal de Brasil.
Y sí he escuchado a muchos mexicanos hablar mal de México en el mundo.
Se podrá pensar que somos una sociedad más libre o lo que sea, pero el hecho es que quien lleva los Juegos Olímpicos son ellos. Yo creo que es importante volver a entender que hay un interés nacional que prevalece por encima de cualquier interés parcial.
Hoy más que nunca, amigas y amigos, México necesita que todos los actores públicos, en especial, actuemos con unidad de propósito y unidad de acción. Por encima de diferencias ideológicas y de desencuentros, cada uno de nosotros tenemos la obligación de reflexionar y de contribuir a la fortaleza política, social y económica del país.
En este año del Bicentenario pienso que los mexicanos tenemos que aprender algunas lecciones de la historia Patria. Una medular: la desunión nos ha destruido en el pasado, merma los avances del país.
Saber ser demócrata es saber entender que se puede vivir y expresar la diferencia con respeto, pero tener una unidad medular, que es en torno al interés y al bien superior de la Nación.
Sé que podemos ser capaces de poner a México en el camino de la vanguardia económica, del desarrollo humano sustentable, y construirle una prestigiada imagen internacional, porque tenemos con qué construir la imagen que México merece.
En resumen. Se vale disentir, como he dicho. Se vale criticar. Pero también se vale hablar bien de México, y hay que hablar bien de México. Esto es válido para cualquier mexicano. Lo es más para quienes desempeñamos el servicio público, y aún más, en particular, para quien desempeña el Servicio Exterior.
Hablar bien de México es algo que yo les agradezco, porque sé que lo hacen, y se los pido y se los instruyo.
En segundo lugar. Tenemos que impulsar con bríos la promoción económica del país. La verdad es que ha sido un año duro. 2009 ha sido un año difícil en muchos órdenes, entre otros, en lo económico, pero es importante resaltar, amigas y amigos, que a pesar de las expectativas negativas y la realidad de la crisis económica que enfrentamos en 2009, hemos logrado atenuar los efectos negativos de la mayor crisis mundial, yo no digo que ha habido en la historia, pero sí de la que se tenga registro, o por lo menos que las generaciones que estamos aquí, que somos varias, hayamos visto.
Ninguna crisis, por lo menos en la cifras del PIB mundial, fue tan negativa como la del 2009. Y vaya que hubo enorme temor acerca de lo que iba a pasar en México, y también unas profecías que afortunadamente no se cumplieron.
Yo todavía recuerdo analistas muy prestigiados, empresarios muy conocedores, diciendo, por ejemplo, que íbamos a ver un aumento del desempleo a niveles nunca antes vistos en México desde los años 30.
Y qué fue lo que pasó con el empleo en México.
Sí, sí tuvimos la peor crisis económica. En términos de caída del PIB fue más grande que la del 95, casi siete por ciento, habrá que ver las cifras del cierre. Sin embargo, amigas y amigos, en el caso del empleo hay muchas cosas que decir. En el 95 se perdió el 10 por ciento de los empleos registrados en el Seguro Social, es decir, uno de cada 10.
En el 2009, con una crisis económica mayor, la variación de empleo formal en el Seguro Social fue de alrededor de uno por ciento, uno de cada 100. Es más, si descontamos el mes de diciembre, que siempre hay un corte estacional, por la gente que deja de trabajar en las vacaciones de fin de año, hubiéramos tenido 25 mil nuevos empleos adicionales, en términos netos en el 2009.
Y por qué razón, amigas y amigos.
Porque sí, éramos incapaces de evitar que la crisis internacional ocurriera, pero sí éramos capaces de mitigar sus efectos económicos en México. Y eso sí lo logramos, en parte, si ustedes quieren, insuficientemente si lo desean, pero lo logramos.
Por qué razón.
Porque en el primer semestre del año hicimos medio millón de empleos temporales, limpiando carreteras, zonas arqueológicas, abriendo brechas contra fuego, haciendo brigadas contra incendios.
Por qué razón.
Porque en un año le dimos crédito a más de 100 mil pequeñas y medianas empresas, que tenían en promedio cuatro trabajadores en cada empresa.
Por qué razón.
Porque hicimos un Programa de Preservación del Empleo en el que el trabajador y el sindicato, si aceptaban ganar una tercera parte menos, el Gobierno pagaba la tercera parte y el patrón la tercera parte, con lo cual impedimos que fueran a la calle otro medio millón de empleos del sector exportador del país.
Y eso permitió mitigar, desde luego, el efecto en el empleo que, muchos pronosticaban, sería devastador. Podrán decir lo que se quiera de la metodología que se usa en México para medir el empleo y el desempleo, pero el hecho es que con la metodología que ha usado siempre el país y que responde a los estándares internacionales, la tasa de desempleo, mientras que en España fue arriba del 20 por ciento, en Estados Unidos llegó al 11 por ciento; en México la tasa de desempleo cerró abajo del seis por ciento.
Y en materia de poder adquisitivo. Yo todavía vi hace poco ocho columnas de algún diario, de muy buena fe, que decía: Se perdió más del 50 por ciento del poder adquisitivo.
Y qué entendemos por poder adquisitivo.
La definición obvia es la tasa de inflación, que vulnera el poder adquisitivo de la moneda.
Cuál fue la inflación de México en 2009.
3.57 por ciento, la segunda más baja de la historia nacional. Esa es la definición de poder adquisitivo.
Ah, no, es que nos referimos al salario mínimo. El salario mínimo el año pasado aumentó cuatro y medio por ciento, y la inflación fue de 3.57.
De manera tal, señores, que sí, tuvimos una crisis, la más severa, pero les puedo asegurar, por una parte, que hicimos lo que ética y de política pública podíamos hacer, que era atenuar sus efectos, y los atenuamos.
Y hoy, un año después, podemos decir que a pesar de la peor crisis económica, que tuvimos la peor crisis económica, que viene de fuera, que fue internacional, pudimos enfrentarla y salir adelante los mexicanos.
Se pronosticaba, hace un año, en la Reunión de Embajadores y Cónsules, que el tipo de cambio iba a cerrar a 15.5 pesos por dólar. El tipo de cambio cerró a 12.72 pesos por dólar.
En otras crisis económicas del país se vaciaron las reservas del Banco de México. Y eso ocurrió en el 76 y en el 82, y en el 87, y en el 94. En esta crisis económica, con las peores variaciones del tipo de cambio en el mundo, sí, echamos reservas por delante, evitamos la especulación, acabamos con quienes estaban jugando contra el país a través del torneo de los Derivados.
Y, sin embargo, las reservas internacionales en el país cerraron arriba de 90 mil millones de dólares, la cifra más alta en la historia del país.
Hoy tenemos reservas internacionales equivalentes a casi tres veces el total de la deuda externa del país. Algo nunca visto por México.
Además, en este año de crisis, con la combinación de factores de tipo de cambio, de costos energéticos, de muchas cosas, resulta que algunas empresas consultoras, como Boston Consulting; otras como Kearney, y otras más, han medido la competitividad del sector manufacturero de las economías emergentes, y estas empresas han reconocido las ventajas que ofrece nuestro país a la inversión productiva.
Alix Partners, por ejemplo, nos califica como el mejor destino para la inversión de manufacturas, por encima de China, de India y de Brasil.
Y una prueba de que eso es cierto, es cómo se han comportado las exportaciones mexicanas postcrisis en Estados Unidos; es decir, en ocho meses, las exportaciones mexicanas crecieron diez por ciento en la porción del mercado de importaciones en los productos de Estados Unidos.
En fin, amigas y amigos, las cosas han estado difíciles, desde luego, pero créanme que hay cosas buenas que decir del país.
Y lo que le decimos a los inversionistas es cierto: México es un buen lugar para invertir y a ustedes corresponde traer toda la inversión extranjera que necesitamos para generar empleo en México.
Y, finalmente, amigas y amigos. Yo les pido que en este Año de la Patria, todos nos convirtamos en incansables promotores de la historia y de la cultura de México, que promuevan el Bicentenario de la Independencia y el Centenario de la Revolución Mexicana; que difundan y difundan con orgullo lo mucho que hemos hecho y que hemos sido en 200 años como Nación independiente; del orgullo que sentimos los mexicanos, de nuestra diversidad, de nuestra cultura, de nuestras tradiciones, de nuestro arte, de nuestra pluralidad, de nuestra democracia.
Si algo aprecio y agradezco yo a la vida, es eso. Que me tocó ser Presidente en una conmemoración Bicentenaria en plena pluralidad; es decir, donde la vida del país, las diferentes maneras de pensar y de sentir se expresan con absoluta libertad y que ese, precisamente, es un fruto maduro, positivo, de 200 años de ser orgullosamente mexicanos.
En suma, estimados amigos, su tarea es fortalecer la imagen de México en el mundo. Esa es su obligación y hacia ello les pido canalicen toda su energía.
Hay tareas por hacer y simplemente las resumo en grandes trazos.
Primero. Necesitamos nuevos vínculos estratégicos, donde la política exterior de México juega un papel clave para el futuro del país.
Uno. Primero. Es en nuestra relación bilateral más importante, que es con Estado Unidos. Necesitamos fortalecer el diálogo para varias cosas. Primero, para enfrentar y resolver problemas que nos son comunes.
Uno. El de la seguridad y el crimen organizado. Necesitamos nuevos esquemas de cooperación bilateral en materia de seguridad y combate a la delincuencia y en ello, repito, Carlos Rico, en paz descanse, fue un actor medular.
Tenemos que estar atentos también a la discusión en Estados Unidos, de la Reforma Migratoria, que es una parte medular del interés de los mexicanos aquí y allá.
Y también algo estratégico. Necesitamos rescatar la idea de que en una economía global sólo la competitividad lograda regionalmente produce resultados eficaces a los pueblos que integran las regiones. En otras palabras, debemos hacerle entender a los americanos que sin integración económica eficiente con México, no habrá competitividad ni futuro en la economía global ni para Estados Unidos ni para nuestro país; que dos economías, claramente complementarias, una intensiva en capital, otra intensiva en mano de obra, Estados Unidos y México, vecinas, que, además, son economía grande y economía pequeña, un caso clásico de libro de texto de integración y complementación económica, tienen que funcionar integradamente para la prosperidad en ambos lados de la frontera.
Segundo. La integración y el desarrollo de la región a la que orgullosamente pertenecemos, que es América Latina y el Caribe.
El próximo mes vamos a celebrar, aquí en México, la Cumbre del Grupo de Río y a la vez la Cumbre de los Países de América Latina y del Caribe. Y estamos proponiendo una iniciativa ambiciosa. La iniciativa es que podamos formar paulatina y maduradamente una Organización verdadera y la primera formal, quizá, de Estados de América Latina y el Caribe, una verdadera unidad latinoamericana, donde México pueda jugar un rol fundamental, el rol que le corresponde y donde los países latinoamericanos y caribeños podamos, verdaderamente, entendernos, convivir y organizarnos conforme a las bases del Derecho internacional.
Tercero. Y con ello termino. Tenemos que afianzar el liderazgo de México en temas de la agenda global, y en particular el tema del cambio climático.
Hemos hecho una propuesta y hemos tomado una iniciativa difícil, pero necesaria, que la resumiría así: Que es romper con el mito de que los problemas globales, entre otras el cambio climático, que nos tiene, además, aquí encerrados, porque hace mucho frío ahí afuera, corresponde sólo resolverlos a los países desarrollados y ricos. Eso no es cierto.
El cambio climático, el calentamiento global, corresponde resolverlo a todos, a los países con capacidad económica, sí, a los países con emisiones de carbono, también; entre los que estamos nosotros y entre los que están otros países en desarrollo que muy pronto, si no es que ya, serán los mayores emisores de carbono del mundo. Que el problema se ha planteado como un problema de disputa entre países pobres y países ricos, lo cual es un falso dilema. Y me da la impresión como si fuéramos en un avión que tiene graves problemas de conducción porque el piloto se ha infartado, y hay una disputa terrible entre los pasajeros de primera clase y de clase turista.
Y mientras el avión sigue cayendo, el Planeta se sigue calentando, los países pobres estamos pagando más que otros y no hay la conducción para resolver este problema. Tenemos que romper ese círculo vicioso de que mientras no empiecen los ricos, no empezarán los pobres, y los ricos dicen: mientras no hagan algo los pobres, no lo harán los ricos.
Tenemos que romperlo desde la perspectiva de lo que somos, un país sí, en desarrollo y pobre, con miseria, pero también un país responsable y consciente de su responsabilidad global y que actúa conforme piensa, en congruencia, y es capaz de asumir, precisamente, un liderazgo indispensable para que la humanidad pueda responder a tiempo al mayor desafío que tiene en el Siglo XXI.
Y por esa razón, también en este año organizaremos otra Cumbre en México, que será la Conferencia de las Partes número 16, la COP 16, a celebrarse en Cancún.
Ahí tendremos además que romper varias cosas. A mí me parece que el fracaso de las COPs anteriores, incluyendo la de Copenhague, en una buena parte hubo cosas de éxito, es porque está atrapada en la regla del consenso la decisión más importante que tiene que tomar la comunidad de naciones.
Y tenemos que tomar, en términos pragmáticos, los pasos diplomáticos necesarios para que las naciones desarrolladas o no, que estamos dispuestos, y decididos a corregir este problema grave para la humanidad, se dé precisamente en términos de la urgencia que la humanidad necesita.
Hay mucho que hacer para el Servicio Diplomático y para la Cancillería. Simplemente, no quiero extenderme en ello ahora. Simplemente, quiero expresarles, amigas y amigos, mi reconocimiento por el trabajo profesional que realizan fuera de México y en México en favor del país y en favor de los mexicanos.
Su labor es clave para construir una Nación que sea cada vez más apreciada, más valorada y más respetada en el concierto internacional. Yo los exhorto a redoblar esfuerzos para promover y defender la imagen de México, del Gobierno, al cual ustedes y yo pertenecemos, y a nuestras instituciones.
A poner, como he dicho, más México en el mundo y más mundo en México. A poner en alto el nombre del país.
Sé que México cuenta con ustedes y sé que sabrán cumplir con su responsabilidad.
Yo les deseo a todos y de corazón, y a sus familias, un muy feliz año, que lo será, porque 2010, a final de cuentas, es el Año de la Patria. Y el Servicio Diplomático, el Servicio Exterior no se entiende ni puede realizarse si no cruza por las venas y por los corazones de quienes lo prestan, un fino sentimiento patriótico que está mucho más allá que cualquier obligación reglamentaria.
Enhorabuena y muchas felicidades.