El Presidente Calderón comió el pasado 21 de noviembre con os integrantes de la Comunidad Libanesa
Este es su discurso
Muy estimado José Luis Nacif, Presidente del Centro Libanés.
Excelentísimo señor Embajador de Líbano en México.
Distinguidos miembros de la mesa del presídium.
Amigas y amigos de la Comunidad Libanesa:
Para mí es un honor estar con ustedes, con la Comunidad Libanesa, con la comunidad mexicana-libanesa, a la que admiro por muchísimas cosas, entre otras, por su gran devoción por el trabajo y por la familia.
Admiro y agradezco como mexicano lo que han aportado al país con su espíritu de responsabilidad, con su espíritu emprendedor, su espíritu productivo.
Hace un poco más de un año que nos reunimos, prácticamente dos años, cómo pasa el tiempo, les dije que tenía grandes coincidencias con ustedes que hoy las refrendo.
Comparto los valores que nos son comunes, de la familia, el valor de la amistad, el valor del trabajo, el valor de la libertad y del respeto a los demás.
Aprovecho, además, para celebrar esta feliz coincidencia de la inauguración de este Club Libanés hace 45 años, el año en que yo nací, por cierto, y también sé que mañana se conmemora la Independencia de Líbano y también externo mi felicitación y mi comprensión y la expresión solidaria del Gobierno de México a este querido país, que se encuentra agobiado, ciertamente por adversidades y problemas y desde aquí le digo al Líbano que siempre, siempre contará con México.
Nuestro gran poeta Jaime Sabines escribió que los primeros libaneses que llegaron a México, decía él: eligieron a este país como adoptar a un padre, como escoger una familia, como optar por un lugar donde vivir.
Por eso me emociona también la estatuilla que me obsequian del migrante o inmigrante, que refleja, precisamente, la decisión de un pueblo encarnada en cada uno de los que dejaron su tierra para buscar una mejor ventura para los suyos entierra.
Todo el sacrificio que implica, toda la esperanza de vida que rodea a esa expresión. Yo agregaría a las palabras de Sabines que eligieron esta tierra, no sólo como lugar donde vivir, o no sólo como escoger a un padre o una familia, sino también un lugar donde crecer, donde florecer y donde fructificar.
Desde la primera migración de los libaneses al país, hace ya casi 130 años, México constantemente se ha enriquecido con sus aportaciones en el comercio, en la industria, en la literatura, el arte, en la ciencia, desde luego en la gastronomía, como acabamos de constatar y en muchos otros campos.
Es incontable la lista de los mexicanos libaneses que han destacado y evidentemente que no quisiera omitir ningún nombre, lo que sí les puedo decir que se trata de mucha, muchísima gente que ha mostrado estar dispuesta a dar su máximo esfuerzo para construir una Nación que es de todos, donde verdaderamente vivamos mejor.
Hace unos días, ahora que José Luis Nacif recordaba algunas reflexiones recientes, también recordaba una frase de Octavio Paz, y Octavio Paz decía que enderezar al país no puede ser la obra de un hombre o de un grupo, sino la tarea de una generación, y así es.
Enderezar a México, porque el país, qué duda cabe, requiere transformarse, requiere ser transformado, requiere ser cambiado en diversos órdenes, requiere ser transformado en lo social, precisamente para brindar acceso en condiciones de dignidad humana a millones y millones de mexicanos que todavía viven en la pobreza, requiere ser transformado en lo económico para aprovechar hasta el último de los talentos que los mexicanos hemos recibido, que no pueden esconderse ni enterrarse en la tierra.
Tiene que ser transformado en materia ambiental para que pueda perseverar este México nuestro, para todos los que vengan detrás de nosotros por los próximos años, yo diría decenas, yo diría cientos de años, que nuestro México crezca para los que vienen, como ese gran símbolo de Líbano que es el Cedro Libanés.
México tiene que ser transformado, no es una tarea a la que nadie pueda sustraerse, no es una tarea a la que seamos ajenos, es una tarea, sí, que corresponde evidentemente al Presidente de la República, es una tarea que el Presidente no puede ni debe y en mi caso, les aseguro, ni quiere eludir.
Es una tarea que nos llama a todos, cada quien en la medida de sus responsabilidades y cada quien en la medida de sus posibilidades.
Estoy convencido que frente a las adversidades y los problemas que enfrentamos los mexicanos, también tenemos una oportunidad inigualable de marcar precisamente el punto de historia que nos toca vivir con un signo distinto y mucho más esperanzador y alentador.
A nuestra generación le toca, precisamente, enfrentar esos problemas, no detenernos en el lamento, no vencernos por la angustia, no amilanarnos por el tamaño del desafío.
Nos toca enfrentar los problemas y evitar la enorme tentación siempre presente de eludir, nos toca asumir los costos políticos, económicos y de diverso orden que implica, precisamente, enfrentar los problemas, saber asumir los costos de largo plazo para que los que vengan detrás de nosotros sean capaces de vivir en mejores condiciones de lo que nosotros hemos vivido.
En nuestro caso, amigas y amigos, en el Gobierno Federal hemos asumido de manera determinante esa decisión, frente a la tentación de eludir los costos de corto plazo, mi Gobierno ha optado por encarar los problemas y correr los riesgos de sus decisiones.
Lo hemos hecho con la plena convicción de que tenemos que reducir de manera sustantiva la brecha enorme de desigualdad que divide a los mexicanos, que no podemos permitir que México se quede a la deriva y a la mitad, y a la media tabla frente a otros países que tienen menos recursos que nosotros, que tienen menos gente que nosotros, que tienen menos fortuna y privilegio que nosotros y tenemos que hacer de México un país que verdaderamente gane terreno frente a quienes le compiten.
Partimos de la premisa de que la Nación que anhelamos, la Nación fuerte, justa, competitiva y ganadora, el México libre, el México democrático, el México limpio, el México seguro que queremos, requiere que todos los construyamos, que todos lo hagamos con esfuerzo, que lo hagamos con trabajo, que lo hagamos con inversiones, con empleos, que generemos igualdad de oportunidades y que asumamos en común una visión de futuro.
El México nuestro, el que nos toca vivir, el que nos ofrece y plantea problemas descarnados en la calle, en el campo, en la tierra, el México donde vivimos, donde nos tocó vivir y donde además escogimos vivir, ese México también nos abre un futuro de posibilidades si somos capaces de levantar la mirada por encima de la coyuntura que enfrentamos día con día.
Esa es, precisamente, a lo que está llamada nuestra generación, eso es a lo que estamos llamados los que estamos aquí y los millones y millones de mexicanos que están afuera, a dar el paso que a cada quien le toca dar para transformar a nuestro gran país en la Nación que debe ser.
Construir una visión común de futuro, tomar la decisión de construirla enfrentando todos los riegos y los costos que un México y distinto y mejor merece, esa es, precisamente, la decisión que México, desde mi punto de vista, está tomando y que llenará de bendiciones al futuro del país.
Este también ha sido el criterio personal que ha guiado con aciertos y errores la Presidencia de la República en este primer año de Gobierno, que como bien se dijo, está por concluir.
Cuando me reuní con ustedes la última vez, compartí la preocupación que es quizá la que más aqueja a la Comunidad Libanesa, la inseguridad pública.
Me comprometí el 1 de diciembre, no sólo a abordar con franqueza y claridad el tema, sino también a librar una batalla por la seguridad, donde el Presidente de la República estaría al frente sin importar los riesgos y los costos.
Me comprometí a encabezar a un Gobierno que luchara contra este cáncer social y que supiera enfrentar los costos en término de recurso, de tiempo, incluso de vidas humanas, el remedio a tan singular mal, existe.
Así es como lo hemos hecho, así es como desde el primer día hemos emprendido una lucha frontal contra la delincuencia y contra el crimen organizado.
Hemos puesto en marcha una estrategia integral y de largo plazo, esta es una estrategia, amigas y amigos, que requiere sumar cada día a más y más mexicanos, es una estrategia que requiere sumar cada día a más y más gobiernos, es una estrategia en la cual el Gobierno Federal no puede librarla solo, sino que requiere un compromiso abierto, claro, franco, no titubeante, un compromiso sin regateos de parte de los gobiernos locales y de sus policías locales.
De la parte del Gobierno Federal, hemos puesto y seguiremos poniendo todo lo que está de nuestra parte. Primero, instrumentamos, por ejemplo, los operativos conjuntos y no dudamos en poner toda la fuerza del Estado, incluyendo Policía Federal, Ejército, Marina, para recuperar el control territorial de zonas que por ineficiencia, desidia, abandono o simplemente por la capacidad criminal ahí desplegada habían quedado en manos de delincuentes.
Segundo. Pusimos en marcha la estrategia Limpiemos México, Zona en Recuperación, partiendo de la premisa de que no sólo es la capacidad persecutoria del Estado la que soluciona el problema de la inseguridad, sino que ante todo, de igual o mayor importancia es la labor preventiva y en Limpiemos México, propusimos rescatar espacios públicos que hoy están en manos de la delincuencia y tienen que volver a estar en manos de nuestros hijos y de la gente y de los ciudadanos de bien.
Empeñamos esa estrategia para recuperar las escuelas y hacer que las drogas y la violencia y las pandillas salgan de ellas a través del Programa Escuela Segura.
Pusimos en marcha un esfuerzo sin precedente de prevención y tratamiento de adicciones y estamos desplegando más de 300 nuevos centros de atención a adicciones de jóvenes y adolescentes. Estamos llamando a la participación ciudadana.
Tercero. También estamos reconstruyendo nuestra policía, pusimos en marcha un nuevo modelo de formación policial en México, tomará tiempo, pero lo que buscamos a la larga es que las mexicanas y los mexicanos dejen de tener miedo cuando vean a un policía, y se recupere la confianza en la gente que tiene que velar por nosotros.
Se trata de un cambio de fondo donde buscamos una policía científica, honesta y profesional, queremos renovar de raíz la estructura policial, garantizar por todos los medios científicos que quienes están al mando de las corporaciones policíacas sean gente honesta y confiable y extender este esfuerzo de transformación policial también a los órganos estatales y municipales donde por desgracia también se enraiza este mal.
Cuarto. Estamos promoviendo una nueva cultura de prevención del delito, el México por el que luchamos requiere de la vigilancia ciudadana, que la gente pueda denunciar con seguridad y sin miedo a la represalia, un delito, que sepa que su voz será escuchada, que sepa que su esfuerzo ciudadano será atendido y rendirá frutos.
Quinto. Estamos desarrollando una plataforma tecnológica que nos permita ganar esta guerra con lo que se ganan las guerras, con tecnología de punta, con una organización logística y una plataforma digital que nos permita construir una base de datos que haga posible armar el mapa del crimen en México para combatirlo de manera más eficaz.
Ha habido en el camino un enorme sacrificio, son ya decenas de policías federales, de soldados y marinos que han perdido la vida en el cumplimiento del deber, pero cada vez que me reúno con ellos, con policías, con soldados y marinos hay en ellos una convicción y una esperanza de que México depende, para construir su futuro, de poder garantizar condiciones ciertas de seguridad para la gente.
Yo sé, amigas y amigos de la Comunidad, que estamos aún lejos de vencer al enemigo, que esa delincuencia tiene raíces profundas y extensas, que tiene también coberturas policíacas y políticas amplias y de largo tiempo.
Pero, también, los mexicanos que buscamos el bien de nuestro México, de nuestras familias, de nuestro barrio y de nuestra gente somos más, muchos más.
Que si contamos con las estrategias integrales y de largo plazo venceremos, porque esta tierra es nuestra tierra, es tierra de quienes nos antecedieron desde hace siglos.
Pero es tierra, incluso, más suya, de aquellos que sin haber tenido la fortuna de nacer aquí, voluntariamente optaron por vivir aquí y hacerla suya, como fue el origen de la Comunidad Libanesa de México.
Por eso les puedo asegurar, amigas y amigos, que no daremos tregua ni cuartel a los criminales, que seguiremos enfrentando la criminalidad con toda la fuerza del Estado, porque para eso es el Estado.
También sé y nos preocupa en común que nuestro México tenga un avance económico sustancial, a mí me interesa, me preocupa, me esmera día con día hacer que México camine en términos económicos al paso que puede caminar.
Al igual que ustedes a mí me ha tocado ver la riqueza de nuestro México, de sus recursos naturales, la riqueza de su gente, lo privilegiado de su posición geográfica que es estratégica en un mundo global, su acceso directo al mercado más grande del mundo; me ha tocado vivir, además, la fuerza de un México que es sustancialmente joven, donde la mayoría de la población es menor a los 30 años de edad.
Veo en México esa fuerza y sé también que un país como lo que tiene el nuestro no puede ser un país atrapado por la mediocridad ni puede ser un país que tenga un crecimiento económico pobre e insuficiente como para poder hacerle posible la vida digna que merece su gente.
Yo estoy convencido de que no sólo es necesario transformar a México en términos económicos, sino que es posible, absolutamente posible hacer de nuestro país una Nación competitiva y verdaderamente ganadora.
Un México donde la gente tenga mejores niveles de vida, no a partir del capricho del gobernante, sino a través de las decisiones racionales que los consumidores marcan, precisamente, en condiciones de libertar económica, de competencia y de mercado.
El Gobierno también ha asumido el compromiso de transformar al país, de transformar su aparato productivo, de elevar las condiciones de competitividad de todos los sectores, convertir a México en uno de los mejores destinos de inversión en el mundo.
Yo creo en la inversión, sé que no hay magia ni truco ni demagogia para generar empleos en el país y que eso sólo puede darse a partir de que alguien invierta en el país, nacional o no nacional.
Y para que alguien invierta en el país, el Gobierno tiene que garantizar las condiciones de certeza jurídica, de seguridad pública y de reglas claras para que ello sea posible.
Para que México crezca y genere empleos y sea una Nación con un crecimiento suficiente para sacar a su gente de la pobreza, requiere, precisamente, convertirse en un destino de inversión claro, como ya durante mucho tiempo han sido otras naciones, que habiendo sido más pobres que México han triplicado ya el nivel de ingreso per cápita de nuestro país, en Europa o en Asia.
México puede y debe crecer como lo han hecho otras economías emergentes, que no tienen ni petróleo ni oro ni plata ni bosques y en algunos casos no tuvieron en su origen ni siquiera agua potable.
Otras naciones sin recursos o sin los recursos que México tiene, han sabido darle a su gente, precisamente vida digna, no a partir de magia ni de trucos ni de demagogia, sino a partir del trabajo esforzado de su gente y del comportamiento honesto y responsable de las autoridades.
Por eso he convocado al Congreso y a la sociedad a transformar al país, a iniciar un proceso de cambio para México que no puede esperar más y en este año que está por culminar, hemos puesto manos a la obra.
Como parte de este proceso de cambio, este año con el apoyo de los legisladores y, también debo decirlo y agradecerlo, con la comprensión del sector productivo del país, concretamos reformas, por ejemplo, que fortalecen y aseguran la viabilidad de las finanzas públicas, dos de ellas: la Reforma al Sistema de Pensiones de los Trabajadores al Servicio del Estado y la Reforma Hacendaria.
Habían pasado más de 10 años sin que México pudiera asumir reformas de la trascendencia y en el calado como las que ahora se están haciendo.
Junto con esta reforma, en el Gobierno se han dado señales de rumbo, de firmeza, de certidumbre a los inversionistas, ello se ha traducido en nuevos planes de inversión, en proyectos para generar empleo e iniciativas para elevar las exportaciones, se ha reflejado en nuevas ideas para darle vigor a la economía mexicana.
Gracias a ello, por ejemplo, mientras el año pasado, en los tres primeros trimestres del año se recibieron un poco más de 13 mil millones de dólares de inversión extranjera directa, este año, al tercer trimestre ya recibimos más de 18 mil millones de dólares, 18 mil 400 millones de dólares de inversión extranjera directa.
También, en este lapso, México ha podido diversificar sus exportaciones, aunque la economía americana, por desgracia de la cual dependemos, se encuentra prácticamente detenida, las exportaciones hacia otras partes del mundo se han incrementado sustancialmente.
Hacia Europa crecieron casi 30 por ciento, al Medio Oriente 45 por ciento, a Asia 17 y a Latinoamérica 22 por ciento.
Gracias a que se está invirtiendo en México y a pesar del estancamiento, repito, de la economía de la cual dependemos, también siguió creciendo la confianza en el país y a través de ella la generación de inversiones y demás empleos.
Al principio del año, la mejor expectativa que había de empleos nuevos en México del sector privado era más o menos 600 mil nuevos empleos para todo el año.
Los cálculos más optimistas eran esos y había otros que afirmaban que no llegaríamos ni siquiera a la cifra de 300 mil nuevos empleos para todo el 2007.
Hoy entre el 1 de enero y el 15 de noviembre pasado, además de la economía informal, se registraron empleos formales nuevos, es decir, nuevos trabajadores en el Seguro Social, 950 mil nuevos empleos al 15 de noviembre, mucho más que la cifra para todo el año.
Tenemos que avanzar a toda prisa, tenemos que avanzar también en el ámbito social, tenemos que ver a ese México, a esos millones de mexicanos que no tienen en su ingreso ni siquiera el equivalente a un dólar al día, tenemos que ver y vernos nosotros los rostros de esa gente, de esos más de 10 millones de mexicanos que no cuentan con agua potable en su casa, de esos casi 20 millones que no tienen drenaje.
Tenemos que vernos en el rostro de esas 84 criaturas, de esos 84 niños recién nacidos que mueren de cada mil en la zona de la Montaña Alta de Guerrero o de Oaxaca, tenemos que vernos en la madres que mueren al dar a luz por falta de condiciones médicas, tenemos que vernos en los niños que nunca, nunca podrán prosperar por más esfuerzo que hagan y por más trabajo que desarrollen, porque no cuentan ni con la oportunidad de estudiar, ni con la calidad educativa suficiente.
Tenemos que vernos en esos jóvenes, en esos cuatro de cada cinco jóvenes en México que no tienen espacio, ni siquiera espacio para entrar a la universidad, a pesar de que hayan cumplido con sus estudios de preparatoria.
Tenemos que vernos en este México que en última década perdió 350 mil hectáreas en promedio por año por la devastación humana de la naturaleza.
Vernos en ese México, amigas y amigos de la comunidad, también significa ser capaces de imaginarnos un México distinto y mejor, ver a un México que apuesta verdaderamente a generar una base social mínima de desarrollo para esa gente que empeña los recursos de todos en darle acceso a agua, a drenaje, a médicos, a escuela digna, a la gente que carece de ello; que empeña y arriesga lo que tiene y lo que es para poderle garantizar a las madres de familia, a los trabajadores, a los oficinistas, a los profesionistas que puedan ir a trabajar y a los estudiantes ir a la escuela y regresar, o a los niños al ir al parque sin temor a ser asaltados o secuestrados.
Tenemos que imaginarnos ese México que es capaz, no sólo de defender sus bosques y sus selvas, sino de preservar para el futuro un México limpio, un México frondoso, un México sano y limpio como muchos lo queremos ver.
Yo creo, amigas y amigos, que ese México es posible, que ese México es una fuerza suficiente, el sólo imaginarlo, para empezarlo a construir, que por más graves que sean las adversidades y los problemas, o los intereses o las preocupaciones que enfrentemos en los grandes temas nacionales, es más grande la fuerza que genera en nosotros el imaginar ese México.
Cada día, cada día que desde el Gobierno tienen que enfrentarse problemas, complicaciones, desastres naturales como los muchos, por cierto, que hemos vivido.
Cada día también les aseguro, cada día pienso y me imagino el México que quiero, en el México que queremos y que puede ser.
Y pensar en ese México da la fuerza suficiente para vencer adversidades, si algo he aprendido en los últimos años, créanme amigas y amigos de la Comunidad Libanesa, es que no existen imposibles.
Ayer escuché a Patricia, Premio Nacional del Deporte, paralímpica, hablar emocionada, decir cómo se puso en manos de Dios y lo que empezó como una terapia la llevó a asumirse como alguien que sería la mejor del mundo en su especialidad, y esta gran campeona de natación, ayer daba una gran lección, ella impedida físicamente de hacer lo que muchos, todos nosotros hacemos aquí, tenía más capacidad a la vez que muchos de nosotros.
Ella dijo, y ayer aprendí que las limitaciones no existen, y eso pienso para nuestro México, que podremos tener muchos problemas, serán muy grandes las adversidades o muy poderosos los intereses, pero las limitaciones verdaderas son nuestras, están dentro de nosotros, están en nuestra mente.
Sé que esas limitaciones no existen a la hora que un pueblo se decida a crecer y ser lo que está llamado a ser, lo que México no ha sido aún, pero que es tiempo de que ya lo sea, es tiempo de aprender nuestro camino hacia esa prosperidad con justicia, con libertad y democracia.
Que ese camino está impregnado, precisamente de los valores que sostienen a esta comunidad, del valor del trabajo, del valor de la responsabilidad, del valor del respeto a los demás.
Amigas y amigos de la Comunidad Libanesa:
Me alegra mucho estar aquí, me alegra mucho, sobre todo, por todo lo mucho que compartimos, me alegra, además, ahora que se acerca el primer año de Gobierno, decirles que, insisto, con aciertos y errores, que nuestro país tiene rumbo y tiene destino, tengan la plena seguridad de que no nos rendiremos y al contrario, cada vez con más ahínco y con más fuerza seguiremos combatiendo de frente los graves problemas de México, que tenemos muy claro, de que transformar al país no es tarea, ni de un día ni de un año y, quizá, ni siquiera de un sexenio; un esfuerzo sostenido de muchos años, pero que en la medida en que cada generación asuma su tarea, México lo va a lograr.
Yo los invito a seguir trabajando con el mismo entusiasmo, con el mismo talento, con el mismo compromiso y amor al país, a seguir demostrando cada una y cada uno de ustedes que puede hacerse en cada mexicana y en cada mexicano un ejemplo de superación.
Sé que muchos han extendido su solidaridad, su fraternidad, su calidez humana a la gente de Tabasco y de Chiapas, sé lo mucho que se ha recaudado de ayuda aquí en el Centro Libanés y les estoy verdaderamente agradecido.
De cara al futuro, amigas y amigos, necesitaremos estar los mexicanos cada vez más juntos, que no sea la tragedia, ni el desastre lo que nos una únicamente, sino que sea, precisamente, la aventura, la esperanza de anhelar un México verdaderamente diferente.
Que sea el sueño de este México que está por venir lo que una a los mexicanos y establezca en la solidez de nuestra mexicanidad el trabajo común.
Bien decía la frase que hace un momento se citaba del Presidente López Mateos que: el que no tenga un amigo libanés, que lo busque.
Yo quiero decirles, amigos, que en lo que a mí respecta estoy muy agradecido, no sólo de tener un amigo libanés, sino de tener muchos, muchos amigos porque sé que tengo un amigo en cada uno de ustedes.Muchísimas gracias.
Este es su discurso
Muy estimado José Luis Nacif, Presidente del Centro Libanés.
Excelentísimo señor Embajador de Líbano en México.
Distinguidos miembros de la mesa del presídium.
Amigas y amigos de la Comunidad Libanesa:
Para mí es un honor estar con ustedes, con la Comunidad Libanesa, con la comunidad mexicana-libanesa, a la que admiro por muchísimas cosas, entre otras, por su gran devoción por el trabajo y por la familia.
Admiro y agradezco como mexicano lo que han aportado al país con su espíritu de responsabilidad, con su espíritu emprendedor, su espíritu productivo.
Hace un poco más de un año que nos reunimos, prácticamente dos años, cómo pasa el tiempo, les dije que tenía grandes coincidencias con ustedes que hoy las refrendo.
Comparto los valores que nos son comunes, de la familia, el valor de la amistad, el valor del trabajo, el valor de la libertad y del respeto a los demás.
Aprovecho, además, para celebrar esta feliz coincidencia de la inauguración de este Club Libanés hace 45 años, el año en que yo nací, por cierto, y también sé que mañana se conmemora la Independencia de Líbano y también externo mi felicitación y mi comprensión y la expresión solidaria del Gobierno de México a este querido país, que se encuentra agobiado, ciertamente por adversidades y problemas y desde aquí le digo al Líbano que siempre, siempre contará con México.
Nuestro gran poeta Jaime Sabines escribió que los primeros libaneses que llegaron a México, decía él: eligieron a este país como adoptar a un padre, como escoger una familia, como optar por un lugar donde vivir.
Por eso me emociona también la estatuilla que me obsequian del migrante o inmigrante, que refleja, precisamente, la decisión de un pueblo encarnada en cada uno de los que dejaron su tierra para buscar una mejor ventura para los suyos entierra.
Todo el sacrificio que implica, toda la esperanza de vida que rodea a esa expresión. Yo agregaría a las palabras de Sabines que eligieron esta tierra, no sólo como lugar donde vivir, o no sólo como escoger a un padre o una familia, sino también un lugar donde crecer, donde florecer y donde fructificar.
Desde la primera migración de los libaneses al país, hace ya casi 130 años, México constantemente se ha enriquecido con sus aportaciones en el comercio, en la industria, en la literatura, el arte, en la ciencia, desde luego en la gastronomía, como acabamos de constatar y en muchos otros campos.
Es incontable la lista de los mexicanos libaneses que han destacado y evidentemente que no quisiera omitir ningún nombre, lo que sí les puedo decir que se trata de mucha, muchísima gente que ha mostrado estar dispuesta a dar su máximo esfuerzo para construir una Nación que es de todos, donde verdaderamente vivamos mejor.
Hace unos días, ahora que José Luis Nacif recordaba algunas reflexiones recientes, también recordaba una frase de Octavio Paz, y Octavio Paz decía que enderezar al país no puede ser la obra de un hombre o de un grupo, sino la tarea de una generación, y así es.
Enderezar a México, porque el país, qué duda cabe, requiere transformarse, requiere ser transformado, requiere ser cambiado en diversos órdenes, requiere ser transformado en lo social, precisamente para brindar acceso en condiciones de dignidad humana a millones y millones de mexicanos que todavía viven en la pobreza, requiere ser transformado en lo económico para aprovechar hasta el último de los talentos que los mexicanos hemos recibido, que no pueden esconderse ni enterrarse en la tierra.
Tiene que ser transformado en materia ambiental para que pueda perseverar este México nuestro, para todos los que vengan detrás de nosotros por los próximos años, yo diría decenas, yo diría cientos de años, que nuestro México crezca para los que vienen, como ese gran símbolo de Líbano que es el Cedro Libanés.
México tiene que ser transformado, no es una tarea a la que nadie pueda sustraerse, no es una tarea a la que seamos ajenos, es una tarea, sí, que corresponde evidentemente al Presidente de la República, es una tarea que el Presidente no puede ni debe y en mi caso, les aseguro, ni quiere eludir.
Es una tarea que nos llama a todos, cada quien en la medida de sus responsabilidades y cada quien en la medida de sus posibilidades.
Estoy convencido que frente a las adversidades y los problemas que enfrentamos los mexicanos, también tenemos una oportunidad inigualable de marcar precisamente el punto de historia que nos toca vivir con un signo distinto y mucho más esperanzador y alentador.
A nuestra generación le toca, precisamente, enfrentar esos problemas, no detenernos en el lamento, no vencernos por la angustia, no amilanarnos por el tamaño del desafío.
Nos toca enfrentar los problemas y evitar la enorme tentación siempre presente de eludir, nos toca asumir los costos políticos, económicos y de diverso orden que implica, precisamente, enfrentar los problemas, saber asumir los costos de largo plazo para que los que vengan detrás de nosotros sean capaces de vivir en mejores condiciones de lo que nosotros hemos vivido.
En nuestro caso, amigas y amigos, en el Gobierno Federal hemos asumido de manera determinante esa decisión, frente a la tentación de eludir los costos de corto plazo, mi Gobierno ha optado por encarar los problemas y correr los riesgos de sus decisiones.
Lo hemos hecho con la plena convicción de que tenemos que reducir de manera sustantiva la brecha enorme de desigualdad que divide a los mexicanos, que no podemos permitir que México se quede a la deriva y a la mitad, y a la media tabla frente a otros países que tienen menos recursos que nosotros, que tienen menos gente que nosotros, que tienen menos fortuna y privilegio que nosotros y tenemos que hacer de México un país que verdaderamente gane terreno frente a quienes le compiten.
Partimos de la premisa de que la Nación que anhelamos, la Nación fuerte, justa, competitiva y ganadora, el México libre, el México democrático, el México limpio, el México seguro que queremos, requiere que todos los construyamos, que todos lo hagamos con esfuerzo, que lo hagamos con trabajo, que lo hagamos con inversiones, con empleos, que generemos igualdad de oportunidades y que asumamos en común una visión de futuro.
El México nuestro, el que nos toca vivir, el que nos ofrece y plantea problemas descarnados en la calle, en el campo, en la tierra, el México donde vivimos, donde nos tocó vivir y donde además escogimos vivir, ese México también nos abre un futuro de posibilidades si somos capaces de levantar la mirada por encima de la coyuntura que enfrentamos día con día.
Esa es, precisamente, a lo que está llamada nuestra generación, eso es a lo que estamos llamados los que estamos aquí y los millones y millones de mexicanos que están afuera, a dar el paso que a cada quien le toca dar para transformar a nuestro gran país en la Nación que debe ser.
Construir una visión común de futuro, tomar la decisión de construirla enfrentando todos los riegos y los costos que un México y distinto y mejor merece, esa es, precisamente, la decisión que México, desde mi punto de vista, está tomando y que llenará de bendiciones al futuro del país.
Este también ha sido el criterio personal que ha guiado con aciertos y errores la Presidencia de la República en este primer año de Gobierno, que como bien se dijo, está por concluir.
Cuando me reuní con ustedes la última vez, compartí la preocupación que es quizá la que más aqueja a la Comunidad Libanesa, la inseguridad pública.
Me comprometí el 1 de diciembre, no sólo a abordar con franqueza y claridad el tema, sino también a librar una batalla por la seguridad, donde el Presidente de la República estaría al frente sin importar los riesgos y los costos.
Me comprometí a encabezar a un Gobierno que luchara contra este cáncer social y que supiera enfrentar los costos en término de recurso, de tiempo, incluso de vidas humanas, el remedio a tan singular mal, existe.
Así es como lo hemos hecho, así es como desde el primer día hemos emprendido una lucha frontal contra la delincuencia y contra el crimen organizado.
Hemos puesto en marcha una estrategia integral y de largo plazo, esta es una estrategia, amigas y amigos, que requiere sumar cada día a más y más mexicanos, es una estrategia que requiere sumar cada día a más y más gobiernos, es una estrategia en la cual el Gobierno Federal no puede librarla solo, sino que requiere un compromiso abierto, claro, franco, no titubeante, un compromiso sin regateos de parte de los gobiernos locales y de sus policías locales.
De la parte del Gobierno Federal, hemos puesto y seguiremos poniendo todo lo que está de nuestra parte. Primero, instrumentamos, por ejemplo, los operativos conjuntos y no dudamos en poner toda la fuerza del Estado, incluyendo Policía Federal, Ejército, Marina, para recuperar el control territorial de zonas que por ineficiencia, desidia, abandono o simplemente por la capacidad criminal ahí desplegada habían quedado en manos de delincuentes.
Segundo. Pusimos en marcha la estrategia Limpiemos México, Zona en Recuperación, partiendo de la premisa de que no sólo es la capacidad persecutoria del Estado la que soluciona el problema de la inseguridad, sino que ante todo, de igual o mayor importancia es la labor preventiva y en Limpiemos México, propusimos rescatar espacios públicos que hoy están en manos de la delincuencia y tienen que volver a estar en manos de nuestros hijos y de la gente y de los ciudadanos de bien.
Empeñamos esa estrategia para recuperar las escuelas y hacer que las drogas y la violencia y las pandillas salgan de ellas a través del Programa Escuela Segura.
Pusimos en marcha un esfuerzo sin precedente de prevención y tratamiento de adicciones y estamos desplegando más de 300 nuevos centros de atención a adicciones de jóvenes y adolescentes. Estamos llamando a la participación ciudadana.
Tercero. También estamos reconstruyendo nuestra policía, pusimos en marcha un nuevo modelo de formación policial en México, tomará tiempo, pero lo que buscamos a la larga es que las mexicanas y los mexicanos dejen de tener miedo cuando vean a un policía, y se recupere la confianza en la gente que tiene que velar por nosotros.
Se trata de un cambio de fondo donde buscamos una policía científica, honesta y profesional, queremos renovar de raíz la estructura policial, garantizar por todos los medios científicos que quienes están al mando de las corporaciones policíacas sean gente honesta y confiable y extender este esfuerzo de transformación policial también a los órganos estatales y municipales donde por desgracia también se enraiza este mal.
Cuarto. Estamos promoviendo una nueva cultura de prevención del delito, el México por el que luchamos requiere de la vigilancia ciudadana, que la gente pueda denunciar con seguridad y sin miedo a la represalia, un delito, que sepa que su voz será escuchada, que sepa que su esfuerzo ciudadano será atendido y rendirá frutos.
Quinto. Estamos desarrollando una plataforma tecnológica que nos permita ganar esta guerra con lo que se ganan las guerras, con tecnología de punta, con una organización logística y una plataforma digital que nos permita construir una base de datos que haga posible armar el mapa del crimen en México para combatirlo de manera más eficaz.
Ha habido en el camino un enorme sacrificio, son ya decenas de policías federales, de soldados y marinos que han perdido la vida en el cumplimiento del deber, pero cada vez que me reúno con ellos, con policías, con soldados y marinos hay en ellos una convicción y una esperanza de que México depende, para construir su futuro, de poder garantizar condiciones ciertas de seguridad para la gente.
Yo sé, amigas y amigos de la Comunidad, que estamos aún lejos de vencer al enemigo, que esa delincuencia tiene raíces profundas y extensas, que tiene también coberturas policíacas y políticas amplias y de largo tiempo.
Pero, también, los mexicanos que buscamos el bien de nuestro México, de nuestras familias, de nuestro barrio y de nuestra gente somos más, muchos más.
Que si contamos con las estrategias integrales y de largo plazo venceremos, porque esta tierra es nuestra tierra, es tierra de quienes nos antecedieron desde hace siglos.
Pero es tierra, incluso, más suya, de aquellos que sin haber tenido la fortuna de nacer aquí, voluntariamente optaron por vivir aquí y hacerla suya, como fue el origen de la Comunidad Libanesa de México.
Por eso les puedo asegurar, amigas y amigos, que no daremos tregua ni cuartel a los criminales, que seguiremos enfrentando la criminalidad con toda la fuerza del Estado, porque para eso es el Estado.
También sé y nos preocupa en común que nuestro México tenga un avance económico sustancial, a mí me interesa, me preocupa, me esmera día con día hacer que México camine en términos económicos al paso que puede caminar.
Al igual que ustedes a mí me ha tocado ver la riqueza de nuestro México, de sus recursos naturales, la riqueza de su gente, lo privilegiado de su posición geográfica que es estratégica en un mundo global, su acceso directo al mercado más grande del mundo; me ha tocado vivir, además, la fuerza de un México que es sustancialmente joven, donde la mayoría de la población es menor a los 30 años de edad.
Veo en México esa fuerza y sé también que un país como lo que tiene el nuestro no puede ser un país atrapado por la mediocridad ni puede ser un país que tenga un crecimiento económico pobre e insuficiente como para poder hacerle posible la vida digna que merece su gente.
Yo estoy convencido de que no sólo es necesario transformar a México en términos económicos, sino que es posible, absolutamente posible hacer de nuestro país una Nación competitiva y verdaderamente ganadora.
Un México donde la gente tenga mejores niveles de vida, no a partir del capricho del gobernante, sino a través de las decisiones racionales que los consumidores marcan, precisamente, en condiciones de libertar económica, de competencia y de mercado.
El Gobierno también ha asumido el compromiso de transformar al país, de transformar su aparato productivo, de elevar las condiciones de competitividad de todos los sectores, convertir a México en uno de los mejores destinos de inversión en el mundo.
Yo creo en la inversión, sé que no hay magia ni truco ni demagogia para generar empleos en el país y que eso sólo puede darse a partir de que alguien invierta en el país, nacional o no nacional.
Y para que alguien invierta en el país, el Gobierno tiene que garantizar las condiciones de certeza jurídica, de seguridad pública y de reglas claras para que ello sea posible.
Para que México crezca y genere empleos y sea una Nación con un crecimiento suficiente para sacar a su gente de la pobreza, requiere, precisamente, convertirse en un destino de inversión claro, como ya durante mucho tiempo han sido otras naciones, que habiendo sido más pobres que México han triplicado ya el nivel de ingreso per cápita de nuestro país, en Europa o en Asia.
México puede y debe crecer como lo han hecho otras economías emergentes, que no tienen ni petróleo ni oro ni plata ni bosques y en algunos casos no tuvieron en su origen ni siquiera agua potable.
Otras naciones sin recursos o sin los recursos que México tiene, han sabido darle a su gente, precisamente vida digna, no a partir de magia ni de trucos ni de demagogia, sino a partir del trabajo esforzado de su gente y del comportamiento honesto y responsable de las autoridades.
Por eso he convocado al Congreso y a la sociedad a transformar al país, a iniciar un proceso de cambio para México que no puede esperar más y en este año que está por culminar, hemos puesto manos a la obra.
Como parte de este proceso de cambio, este año con el apoyo de los legisladores y, también debo decirlo y agradecerlo, con la comprensión del sector productivo del país, concretamos reformas, por ejemplo, que fortalecen y aseguran la viabilidad de las finanzas públicas, dos de ellas: la Reforma al Sistema de Pensiones de los Trabajadores al Servicio del Estado y la Reforma Hacendaria.
Habían pasado más de 10 años sin que México pudiera asumir reformas de la trascendencia y en el calado como las que ahora se están haciendo.
Junto con esta reforma, en el Gobierno se han dado señales de rumbo, de firmeza, de certidumbre a los inversionistas, ello se ha traducido en nuevos planes de inversión, en proyectos para generar empleo e iniciativas para elevar las exportaciones, se ha reflejado en nuevas ideas para darle vigor a la economía mexicana.
Gracias a ello, por ejemplo, mientras el año pasado, en los tres primeros trimestres del año se recibieron un poco más de 13 mil millones de dólares de inversión extranjera directa, este año, al tercer trimestre ya recibimos más de 18 mil millones de dólares, 18 mil 400 millones de dólares de inversión extranjera directa.
También, en este lapso, México ha podido diversificar sus exportaciones, aunque la economía americana, por desgracia de la cual dependemos, se encuentra prácticamente detenida, las exportaciones hacia otras partes del mundo se han incrementado sustancialmente.
Hacia Europa crecieron casi 30 por ciento, al Medio Oriente 45 por ciento, a Asia 17 y a Latinoamérica 22 por ciento.
Gracias a que se está invirtiendo en México y a pesar del estancamiento, repito, de la economía de la cual dependemos, también siguió creciendo la confianza en el país y a través de ella la generación de inversiones y demás empleos.
Al principio del año, la mejor expectativa que había de empleos nuevos en México del sector privado era más o menos 600 mil nuevos empleos para todo el año.
Los cálculos más optimistas eran esos y había otros que afirmaban que no llegaríamos ni siquiera a la cifra de 300 mil nuevos empleos para todo el 2007.
Hoy entre el 1 de enero y el 15 de noviembre pasado, además de la economía informal, se registraron empleos formales nuevos, es decir, nuevos trabajadores en el Seguro Social, 950 mil nuevos empleos al 15 de noviembre, mucho más que la cifra para todo el año.
Tenemos que avanzar a toda prisa, tenemos que avanzar también en el ámbito social, tenemos que ver a ese México, a esos millones de mexicanos que no tienen en su ingreso ni siquiera el equivalente a un dólar al día, tenemos que ver y vernos nosotros los rostros de esa gente, de esos más de 10 millones de mexicanos que no cuentan con agua potable en su casa, de esos casi 20 millones que no tienen drenaje.
Tenemos que vernos en el rostro de esas 84 criaturas, de esos 84 niños recién nacidos que mueren de cada mil en la zona de la Montaña Alta de Guerrero o de Oaxaca, tenemos que vernos en la madres que mueren al dar a luz por falta de condiciones médicas, tenemos que vernos en los niños que nunca, nunca podrán prosperar por más esfuerzo que hagan y por más trabajo que desarrollen, porque no cuentan ni con la oportunidad de estudiar, ni con la calidad educativa suficiente.
Tenemos que vernos en esos jóvenes, en esos cuatro de cada cinco jóvenes en México que no tienen espacio, ni siquiera espacio para entrar a la universidad, a pesar de que hayan cumplido con sus estudios de preparatoria.
Tenemos que vernos en este México que en última década perdió 350 mil hectáreas en promedio por año por la devastación humana de la naturaleza.
Vernos en ese México, amigas y amigos de la comunidad, también significa ser capaces de imaginarnos un México distinto y mejor, ver a un México que apuesta verdaderamente a generar una base social mínima de desarrollo para esa gente que empeña los recursos de todos en darle acceso a agua, a drenaje, a médicos, a escuela digna, a la gente que carece de ello; que empeña y arriesga lo que tiene y lo que es para poderle garantizar a las madres de familia, a los trabajadores, a los oficinistas, a los profesionistas que puedan ir a trabajar y a los estudiantes ir a la escuela y regresar, o a los niños al ir al parque sin temor a ser asaltados o secuestrados.
Tenemos que imaginarnos ese México que es capaz, no sólo de defender sus bosques y sus selvas, sino de preservar para el futuro un México limpio, un México frondoso, un México sano y limpio como muchos lo queremos ver.
Yo creo, amigas y amigos, que ese México es posible, que ese México es una fuerza suficiente, el sólo imaginarlo, para empezarlo a construir, que por más graves que sean las adversidades y los problemas, o los intereses o las preocupaciones que enfrentemos en los grandes temas nacionales, es más grande la fuerza que genera en nosotros el imaginar ese México.
Cada día, cada día que desde el Gobierno tienen que enfrentarse problemas, complicaciones, desastres naturales como los muchos, por cierto, que hemos vivido.
Cada día también les aseguro, cada día pienso y me imagino el México que quiero, en el México que queremos y que puede ser.
Y pensar en ese México da la fuerza suficiente para vencer adversidades, si algo he aprendido en los últimos años, créanme amigas y amigos de la Comunidad Libanesa, es que no existen imposibles.
Ayer escuché a Patricia, Premio Nacional del Deporte, paralímpica, hablar emocionada, decir cómo se puso en manos de Dios y lo que empezó como una terapia la llevó a asumirse como alguien que sería la mejor del mundo en su especialidad, y esta gran campeona de natación, ayer daba una gran lección, ella impedida físicamente de hacer lo que muchos, todos nosotros hacemos aquí, tenía más capacidad a la vez que muchos de nosotros.
Ella dijo, y ayer aprendí que las limitaciones no existen, y eso pienso para nuestro México, que podremos tener muchos problemas, serán muy grandes las adversidades o muy poderosos los intereses, pero las limitaciones verdaderas son nuestras, están dentro de nosotros, están en nuestra mente.
Sé que esas limitaciones no existen a la hora que un pueblo se decida a crecer y ser lo que está llamado a ser, lo que México no ha sido aún, pero que es tiempo de que ya lo sea, es tiempo de aprender nuestro camino hacia esa prosperidad con justicia, con libertad y democracia.
Que ese camino está impregnado, precisamente de los valores que sostienen a esta comunidad, del valor del trabajo, del valor de la responsabilidad, del valor del respeto a los demás.
Amigas y amigos de la Comunidad Libanesa:
Me alegra mucho estar aquí, me alegra mucho, sobre todo, por todo lo mucho que compartimos, me alegra, además, ahora que se acerca el primer año de Gobierno, decirles que, insisto, con aciertos y errores, que nuestro país tiene rumbo y tiene destino, tengan la plena seguridad de que no nos rendiremos y al contrario, cada vez con más ahínco y con más fuerza seguiremos combatiendo de frente los graves problemas de México, que tenemos muy claro, de que transformar al país no es tarea, ni de un día ni de un año y, quizá, ni siquiera de un sexenio; un esfuerzo sostenido de muchos años, pero que en la medida en que cada generación asuma su tarea, México lo va a lograr.
Yo los invito a seguir trabajando con el mismo entusiasmo, con el mismo talento, con el mismo compromiso y amor al país, a seguir demostrando cada una y cada uno de ustedes que puede hacerse en cada mexicana y en cada mexicano un ejemplo de superación.
Sé que muchos han extendido su solidaridad, su fraternidad, su calidez humana a la gente de Tabasco y de Chiapas, sé lo mucho que se ha recaudado de ayuda aquí en el Centro Libanés y les estoy verdaderamente agradecido.
De cara al futuro, amigas y amigos, necesitaremos estar los mexicanos cada vez más juntos, que no sea la tragedia, ni el desastre lo que nos una únicamente, sino que sea, precisamente, la aventura, la esperanza de anhelar un México verdaderamente diferente.
Que sea el sueño de este México que está por venir lo que una a los mexicanos y establezca en la solidez de nuestra mexicanidad el trabajo común.
Bien decía la frase que hace un momento se citaba del Presidente López Mateos que: el que no tenga un amigo libanés, que lo busque.
Yo quiero decirles, amigos, que en lo que a mí respecta estoy muy agradecido, no sólo de tener un amigo libanés, sino de tener muchos, muchos amigos porque sé que tengo un amigo en cada uno de ustedes.Muchísimas gracias.
FUENTE: Presidencia de la República