13 mar 2008

Origen de nuestros ojos

Origen de nuestros ojos/Por Félix de Azúa, escritor
Publicado en EL PAÍS, 10/02/2008;
Vivir sin admiración, sin que algún objeto nos inspire un culto de dulía, es como vivir en blanco y negro. Los que admiran son retribuidos por su admiración y suele ser gente de corazón ligero. Hacía treinta años que no volvía sobre Victor Hugo, uno de los más olvidados novelistas del siglo XIX. Me empujó al regreso el admirable ensayo de Mario Vargas Llosa sobre Los Miserables recientemente traducido al inglés. No obstante, quise regresar por el principio y abrí con frío escepticismo la novela “mala” de Hugo, Notre-Dame de Paris. ¡Cielo santo, qué vuelo estratosférico! En el teatro del romanticismo, Dickens y Balzac ocupan el palco real. Esquinado en el gallinero proletario, a Victor Hugo se le pide silencio y que no moleste. Sin embargo, es demasiado grande: como un gigante torpe, en cuanto se mueve descalabra tres estatuas de escayola narrativa y hace añicos dos arañas de cristal de poesía lírica. Hugo, hélas!
El argumento de la novela es un disparate que se reparten un monstruo jorobado, un cura alquimista, una gitana casi impúber y un caballero más puro que Parsifal. Una majadería, pero ¿a quién le importa? Con esos mimbres ridículos Hugo construye un edificio literario cuya ambición no es otra que la de competir nada menos que con el célebre templo del que toma su nombre. En un capítulo de delirante especulación, Hugo expone una teoría que sin él saberlo estaba trabajando por aquellas fechas el iluminado Friedrich Hegel. En ese fragmento sobrenatural el novelista pone ante los ojos del lector la totalidad del saber humano esculpido en piedra, desde los menhires hasta las catedrales góticas, y muestra cómo a partir del siglo XV esa catástrofe llamada “la imprenta” iba a destruir la arquitectura. Los conocimientos humanos ya no se atesorarían en la piedra, sino en los libros, que son más duraderos y baratos.
Lo de menos en ese capítulo es la exactitud histórica. Lo grandioso es la visión, el ímpetu poético, la descomunal ambición de competir con los constructores de Notre-Dame. Con una fuerza hercúlea que hoy no podemos ni soñar, Hugo se enfrenta a lo más grandioso que conoce para ofrecer su alternativa sobre papel.
Comenzó a escribir la novela en julio de 1830, pero hubo de interrumpirla por un par de sucesos molestos. Primero la Revolución, luego el nacimiento de su hija Adèle. Hugo se metió de cabeza en el caos revolucionario, anduvo arriba y abajo por un París cubierto de cadáveres y colaboró con los rebeldes mientras ayudaba a su mujer en el posparto y también al mefítico amante de su mujer, Sainte-Beuve, muy afectado. Aún le quedaba tiempo para navegar por los remolinos del estreno, unos meses atrás, de Hernani y el escándalo universal que había montado. De paso, aprovechó para cambiar de domicilio porque con la nueva hija ya no cabían en casa. Bueno, pues para enero había terminado la novela. ¡Ochocientas páginas! En la actualidad, sólo el cambio de domicilio ya habría paralizado al más dotado de nuestros escritores.
Cuando abres tu corazón y admiras, te invade cordialmente el objeto admirado. Entonces ya no es el entero cuerpo lo que te deslumbra, sino cada detalle. Así por ejemplo, ese capítulo III que luce título en español macarrónico, “Besos para golpes”, y que presenta a la gitana Esmeralda. Estamos en invierno, es de noche, arden las hogueras en la Place de Grève donde se han reunido los más feroces malhechores parisinos. Se les ve desde arriba, formando un círculo de hogueras en cuyo centro baila la gitanilla de pies diminutos, “totalmente andaluces” según afirma Hugo con aplomo. La vemos bailar, por así decirlo, desde la grúa, pero la cámara desciende cuando en uno de sus pases se le suelta el prendedor y la cabellera se expande con vuelo de mantón. La cámara entonces recorre los rostros boquiabiertos de los patibularios, pero se detiene en un personaje atravesado al que se acerca en un close up. Rostro inquietante cuya ambigua sonrisa hiela la sangre y nos augura que ese personaje va a jugar un papel decisivo en el destino de la niña.
Volvemos al plano general para ver a Esmeralda exhibiendo las dotes circenses de su cabra adivina, pero de nuevo nos arrastra una panorámica circular del público, como las de M el vampiro de Fritz Lang, seguida por un primer plano del siniestro individuo que ahora grita: “¡Sacrilegio! ¡Profanación!”. La cámara regresa a una Esmeralda paralizada de terror, con los ojos desorbitados y una mano alzada como para protegerse de un golpe, puro Lillian Gish. Parece calcado de Eisenstein o de Griffith, pero faltaban cien años para que se inventaran ambos modelos de montaje.
Es en verdad misterioso que el romanticismo avanzara por escrito la esencia de la técnica visual cinematográfica. En otro capítulo deslumbrante de la tercera parte, “París a vuelo de pájaro”, Hugo nos ofrece una panorámica aérea de París, como si nos hubiéramos subido al globo en el que Daumier dibujó a Nadar. Con una diferencia notable: las primeras fotos aéreas de París no se verían hasta treinta años más tarde. La ciudad, que sólo había interesado a Balzac (un poco más tarde a Dickens) en su horizontalidad, tomaba de pronto una tercera dimensión que no se realizaría plenamente hasta la invención de la fotografía y los primeros bombardeos aéreos.
Estas intuiciones imaginativas son puro zeitgeist y surgen en los talentos más despiertos de cada tiempo. Por aquellas mismas fechas, en 1834, vivía exiliado en París el duque de Rivas y entretenía su forzado ocio redactando un enorme poema, El moro expósito, tanto más bello cuanto más desatendido por los actuales lectores. Si alguien se detiene en esas páginas soberbias encontrará también allí secuencias a la Eisenstein. Véase esta estampa del malvado Rui-Velázquez, germen de Ivan el Terrible con música de Prokofiev: “Éste, delgado y alto (…) enjuto y macilento, demostraba / temores, dudas e inquietudes grandes; / y cruzados los brazos sobre el pecho, y embozado en su manto, a desiguales / pasos la sala toda recorría / formando en suelo y muro una gigante / sombra que era mayor o más pequeña / al venir a la luz o al retirarse”. Esa sombra animada, esa sombra que crece y mengua, como el baile de Esmeralda, es ya puro cine.
Sería agradecido averiguar lo que podríamos llamar el componente atómico de la imagen popular, el alfabeto del arte de masas que se encuentra ínsito en las novelas y los poemas del romanticismo, pero también en las óperas de Wagner y Puccini, en las sinfonías de Mahler y de Strauss, en la pintura de Goya y Delacroix. Un repertorio que se diría inventado por los fotógrafos y cineastas de principios del siglo XX cuando en realidad pertenece a un fondo mucho más ignoto del que todavía siguen brotando por mil fuentes imágenes lingüísticas, musicales y visuales que encantan la imaginación popular. Una enigmática sima de figuras radicalmente distintas del depósito clásico, anterior al barroco, cuando el soporte del saber era la piedra y los humanos grabábamos nuestros conocimientos en monumentos más frágiles que el papel.

Infiltración en las FARC

Revista Cambio. www.cambio.com
Marzo 12 de 2008
Así cayó 'Ríos'
En la muerte del miembro más joven del Secretariado de las Farc, lo mismo que en la de 'Raúl Reyes', fue clave la participación de un infiltrado.
A FINALES DE OCTUBRE PASADO, un hombre de aproximadamente 35 años, más bien bajo de estatura y mal vestido, se presentó en la sede del Programa de Desmovilización del Ministerio del Interior en Bogotá, y anunció que había abandonado el frente 47 de las Farc en el que había militado durante casi ocho años. Inicialmente, los funcionarios que lo atendieron creyeron que sería uno más de los 8,544 que han desertado de las Farc desde 2002, pero con el
paso de los días se dieron cuenta de que tenía información valiosa para las Fuerzas Armadas.
El guerrillero fue dejado a disposición de Inteligencia del Ejército, que verificaron la información suministrada por el hombre y llegaron a la conclusión de que los podía conducir al campamento de Nelly Ávila Moreno, Karina, la temida comandante del frente 47 de las Farc o al refugio de Iván Ríos, miembro del Secretariado.
El guerrillero dijo que en la retaguardia de Karina estaba un amigo suyo, conocido con el alias de Rojas, y aseguró que podría convencerlo de que la entregara a cambio de la recompensa de 2,000 millones de pesos que por ella ofrecía el Gobierno. Convencidos de la autenticidad de la información, los militares autorizaron el regreso del desertor al frente 47 para que entrara en contacto con Rojas y se trasladaron a Medellín a la sede de Inteligencia Militar Estratégica Rime 6, en la VII División del Ejército, e iniciaron un cuidadoso y sofisticado proceso de investigación e infiltración que cinco meses después culminaría con la muerte de Iván Ríos, el miembro más joven del Secretariado de las Farc.
La infiltración
Ya en Medellín, los militares de Inteligencia pasaron varios días sin tener noticias del hombre y creyeron que la operación había fracasado. Pero a comienzos de noviembre, éste volvió a comunicarse para decirles que ya había conversado con Rojas -lo identificó como Pablo Montoya- y que lo tenía prácticamente convencido de dar la localización del campamento de Karina, con lo cual podría cobrar la recompensa. Además aseguró que Rojas era muy cercano a la escurridiza jefe guerrillera y que no tendría problemas para escapar de una eventual operación militar. Pero las cosas se complicaron porque el Ejército aumentó la presión sobre la zona controlada por Karina, quien entonces decidió enviar a Rojas cerca de Salamina y Aguadas, donde lo esperaba Iván Ríos para integrarlo a su guardia personal.
Cambio de planes
A finales de enero de 2007, Rojas buscó al informante, le advirtió sobre su traslado y mostró intenciones de cambiar de planes y entregar a Ríos que, según él, ya le tenía cierta confianza. Y le sugirió que informara de esto a los militares de Inteligencia que esperaban noticias suyas. A partir de entonces, el hombre empezó a comunicarse cada ocho días con los de Inteligencia para mantenerlos al tanto del plan de Rojas con quien tenía comunicación permanente. Pero la presencia y el acoso del Ejército en la zona donde operaba Ríos, lo obligaban a moverse constantemente e impedía que Rojas se reportara. La operación estuvo a punto de fracasar.
Sin embargo, tras varios encuentros con el desertor para analizar los problemas de Rojas, los militares optaron por una vieja pero poco usada estrategia: el asesinato del "objetivo" y la obtención de pruebas para confirmarlo. En un nuevo encuentro con el desertor, Rojas estuvo de acuerdo y se comprometió a buscar el momento propicio para matar a su jefe. Mientras tanto, los oficiales de Inteligencia empezaron a tener dudas sobre si el guerrillero tendría la suficiente sangre fría para ultimar a Ríos, recoger pruebas y salir con vida del campamento.
Las dudas quedaron disipadas al mediodía del viernes 7 de marzo. Rojas se presentó en la sede del Batallón Ayacucho en Manizales en compañía de su novia Angélica Ocampo, donde reveló que había cumplido su misión y que además había asesinado a la compañera de Ríos. Acto seguido entregó la mano derecha que le había cercenado al jefe guerrillero, los documentos de identificación y su fusil. El resto es historia. Rojas fue presentado como héroe y las Farc perdieron otro miembro del Secretariado en menos de una semana.
"Esta es una operación típica de penetración en la que quien ejecuta el golpe cumple una tarea más efectiva que meter 1,000 hombres a una zona de combate sin saber si van a triunfar o no", le dijo a CAMBIO un oficial de Inteligencia Militar que participó de cerca en la operación contra Ríos.
Conocida la macabra historia de Rojas se abrió un nuevo capítulo: el de la recompensa. El debate sobre la legalidad de entregársela a un hombre que asesinó a su compañero de armas para obtenerla, enfrentó a prestigiosos juristas.
OTRO CASO PARECIDO
Un episodio similar al que desencadenó la muerte de Iván Ríos a manos de uno de sus hombres más cercanos ocurrió a finales de 2005.
El 1˚ de agosto de 2005, una columna del frente 59 de las Farc al mando de Higuen Martínez Arias, El Indio, emboscó una patrulla de la Policía cerca de Valledupar, Cesar, y dio muerte a 15 agentes.
En respuesta, la Policía integró un equipo especial de investigadores para localizar al responsable y le puso precio a su cabeza: 800 millones de pesos.
Tres semanas más tarde los agentes encubiertos lograron contactar a uno de los hombres de confianza de El Indio y después de hablar con él durante varios días lo convencieron de colaborar en el desarrollo de una operación para detenerlo.
Luego de pensarlo por una semana, el guerrillero se reportó y dijo que estaba dispuesto a ayudar, pero se mostró pesimista porque no podía salir del campamento para dar la localización del subversivo y por lo tanto la Fuerza Pública no podía entrar a la selva a buscarlo.
Los policías sugirieron entonces la única opción posible en ese momento: que el guerrillero eliminara a El Indio y sacara pruebas suficientes para certificar su muerte. Aunque la operación resultaba muy riesgosa, el infiltrado se las arregló y a finales de diciembre de ese año asesinó a El Indio, le cercenó la mano derecha, tomó su fusil y sus documentos y logró escapar.
De acuerdo con monitoreos radiales de la época, el Secretariado de las Farc lamentó la muerte de El Indio y dispuso su sepultura en las estribaciones de la Sierra Nevada de Santa Marta. El cuerpo nunca fue hallado.
RECOMPENSA: ¿SÍ O NO?
NO Ramiro Bejarano Guzmán, Abogado y columnista.
- El Derecho es coherente y de sentido común. Una misma conducta no puede ser objeto de la sanción de un juez y, a la vez, merecer el premio de aquellos que pagan recompensas.
- La recompensa es un instrumento para fomentar y premiar la entrega de información que conduzca a la captura de un delincuente, no a su asesinato.
- No hay elementos jurídicos para concluir que el Gobierno puede pagarle la recompensa a Rojas.
- La recompensa no puede ser licencia para quienes creen que colaboran con el Estado matando a otros. El Estado no puede patrocinar el delito.
- La colaboración con el Estado no puede darse dentro de cauces ilegítimos. Significaría autorizar de manera extendida la pena de muerte, proscrita en la Constitución.
- Resulta una antinomia pagar recompensa y al mismo tiempo enjuiciar al beneficiario. Un acto ilegal para el Código Penal debe ser igualmente ilegítimo para los fines de pagar una recompensa.
- Un juez no podrá aplicar en ningún caso el principio de oportunidad a la persona que mató a otra y que dice que merece un beneficio precisamente por haber cometido un delito.
- El insólito argumento del Fiscal de que en las Farc la "vida no vale nada", no es una causal prevista para aplicar el principio de oportunidad.
- En ningún país del mundo tendría recibo la doctrina de que quien mata gana recompensa. El sistema de la seguridad democrática no puede estar montado sobre crímenes.
SÍ Jaime Bernal Cuéllar, Penalista Y Ex Procurador General.
- En épocas de anormalidad no puede hacerse una aplicación tradicional del Derecho. Deben valorarse las circunstancias de la colaboración con la Justicia y con las Fuerzas Armadas, en especial cuando hay confrontación bélica.
- La delación es un concepto que regula conductas que permiten la aprehensión de una persona sin condiciones de ninguna naturaleza.
- No se previó que el pago se cumpla solo si la colaboración con la Justicia no constituye delito. Quedó abierta la posibilidad de hacerlo aunque se cometan conductas reprochables, si cumple con la finalidad asignada legalmente.
- Los delatores ordinariamente pertenecen a la delincuencia organizada. Resulta exótico desconocerlo, compararlos con personas al margen del delito, y exigirles que cumplan su propósito dentro de reglas legales, éticas o morales.
- El ofrecimiento de recompensa no puede entenderse como una forma de instigación a delinquir.
- El reconocimiento de la recompensa por ningún motivo excluye la posible responsabilidad penal de la persona que colaboró delatando, si el medio utilizado por sí solo constituye infracción a la normatividad penal.
- La recompensa es distinta de la responsabilidad penal atribuible por emplear un mecanismo de delación ilegítimo, salvo que concurra causal de exclusión de responsabilidad o permita la aplicación del principio de oportunidad.

Comunicado del MRTA

Pronunciamiento del Movimiento Revolucionario Tupac Amaru sobre la muerte de Raúl Reyes
¡Voluntarios,
por la vida, por los buenos, matad
a la muerte, matad a los malos!
¡Hacedlo por la libertad de todos,
del explotado, del explotador,
por la paz indolora -la sospecho
cuando duermo al pie de mi frente
y más cuando circulo dando voces-
y hacedlo, voy diciendo,
por el analfabeto a quien escribo,
por el genio descalzo y su cordero,
por los camaradas caídos,
sus cenizas abrazadas al cadáver de un camino!
Cesar Vallejo.
Compañeros del secretariado de las FARC-EP; esta es una de esas comunicaciones que nos duele redactar. Vuela últimamente la noticia que da cuenta de la supuesta muerte de Raúl Reyes, de nuestro gigante hermano latinoamericano. Dicen pues, en resumen, que habrían matado a Raúl. No lo creemos y no lo creeremos jamás.
Raúl es y será siempre la esperanza indomable de un pueblo. Y esta no puede ser acribillada por una bala, ni por un bombardeo. Raúl es y será la dulce furia de una sociedad que aspira a vivir con justicia y en paz. Raúl es Colombia y su palpitar; es y será el vigoroso pulmón en la larga marcha de todo un pueblo constructor de un sueño tan mágico, como realizable.
Hombres como Raúl, crecen y se agigantan tanto que no viven ya, ni se les puede rastrear solamente en un cuerpo. La oligarquía Colombiana tendrá que seguir persiguiéndolo.
¡Camaradas! Honor a Raúl. Honor a los caídos con el y junto a el. Es decir, abrazados al sueño de la nueva Colombia. Y esa nueva Colombia es y será el fruto de un doloroso parto. Uribe ha quedado solo en el contexto latinoamericano. Acompañado tristemente por el triste de Alan García. Un nuevo panorama político se vislumbra en nuestra América. Ha vencido Raúl.
El MRTA, inclina sus banderas frente a la vida del comandante Raúl Reyes, “voluntario por la vida” como diría nuestro Cesar Vallejo. Sindicalista el, como nuestro Néstor Cerpa. Inmortales ambos. En esta carta reciban cada uno de ustedes, miembros del secretariado, guerrilleras y guerrilleros farianos, el saludo y el abrazo de sus hermanos y compañeros Tupacamaristas. Cuando un revolucionario muere, ¡nunca muere!
No ha muerto Raúl. Han desatado sus sueños. Los mismos que ahora, galopan rebeldes por las hermosas –y algún día totalmente libres- tierras colombianas y latinoamericanas.
LOS QUE MUEREN POR LA VIDA, NO PUEDEN LLAMARSE MUERTOS
CUANDO UN REVOLUCIONARIO MUERE, NUNCA MUERE
¡CON LAS MASAS Y LAS ARMAS… PATRIA O MUERTE, VENCEREMOS!
MRTA
Dirección Estratégica
Marzo- 2008
Fuente: Cedema.org.

El cabildeo de Condi Rice

La secretaria de Estado Condoleezza Rice hizo un exhortó este jueves 13 de marzo aque los países de la región respeten sus obligaciones con la ONU y a mantener a los terroristas fuera de sus territorios.
Después de reunirse con altos funcionarios brasileños como parte de un viaje de dos días por Sudamérica, Rice dijo que "las fronteras son importantes. Pero las fronteras no pueden ser un medio utilizado por terroristas para ocultarse y realizar actividades que matan a civiles inocentes".
Rice hizo estas declaraciones junto al ministro brasileño de Relaciones Exteriores, Celso Amorim, un día después que el presidente Bush dijo que la crisis reciente entre Colombia y Ecuador era "el paso más reciente en un patrón perturbador de conducta provocadora del régimen en Caracas".
Es un hecho que Washington está endureciendo su retórica contra el presidente Hugo Chávez al tiempo que elogia a sus aliados sudamericanos por enfrentar el terrorismo con firmeza.
Las últimas manifestaciones, incluyendo las discusiones de si Venezuela debe ser catalogado como un estado promotor del terrorismo, parecen dirigidas a aislar a Chávez y construir alianzas más fuertes dentro de América Latina, en un momento en que la política exterior de EE UU continúa siendo impopular en el mundo.
Consultada si Estados Unidos estaba considerando designar a Venezuela como estado promotor de terrorismo, Rice respondió que "veremos la situación y actuaremos en concordancia".
"Hay una obligación en la ONU, que todos los estados han adoptado, para hacer todo lo posible para evitar que terroristas usen activamente su territorio y financiar terrorismo. Esperamos que todos los estados responsables cumplan con sus obligaciones", agregó Rice, sin citar directamente a ningún país.
Aunque la agenda de Rice en Brasil incluyó temas como los biocombustibles y la igualdad racial, las discusiones estuvieron marcadas por la reciente disputa en Sudamérica, desatada el 1 de marzo cuando tropas colombianas incursionaron en territorio ecuatoriano para atacar una base de las FARC.
Rice elogió la posición de Brasil y otros estados que ayudaron a aplacar las tensiones en la región a raíz del ataque.
No obstante, evitó comprometerse con la pretensión brasileña de obtener un escaño permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU, al señalar que ya Washington se comprometió con Japón, que también aspira a un lugar permanente.

La verdad en Irak

La guerra de los tres billones de dólares/Joseph E. Stiglitz, premio Nobel de Economía en 2001, catedrático de la Universidad de Columbia y coautor, con Linda Bilmes, de The three trillion dollar war: the true costs of the Iraq conflict.
Publicado en El País, 13/03/2008;
Traducción de María Luisa Rodríguez Tapia.
El 20 de marzo se cumple el quinto aniversario de la invasión de Irak por parte de tropas dirigidas por Estados Unidos, y es un buen momento para revisar lo que ha ocurrido hasta ahora. En nuestro libro The three trillion dollar war, la profesora de Harvard Linda Bilmes y yo sugerimos que el coste de la guerra para EE UU asciende, según cálculos conservadores, a tres billones de dólares (1,95 billones de euros), más otros tres billones a cargo del resto del mundo; una cantidad muy superior a los cálculos que hizo el Gobierno antes de iniciar el conflicto. El equipo de Bush no sólo engañó al mundo sobre los posibles costes de la guerra, sino que además ha tratado de seguir ocultándolos a medida que la guerra se desarrollaba.
No debe sorprender a nadie. Al fin y al cabo, el Gobierno de Bush mintió sobre todo lo demás, desde las armas de destrucción masiva de Sadam Husein hasta sus supuestos vínculos con Al Qaeda. La verdad es que Irak no fue ningún semillero de terroristas hasta después de la invasión.
El Gobierno de Bush dijo que la guerra iba a costar 50.000 millones de dólares; Estados Unidos gasta hoy en Irak esa cantidad cada tres meses. Para situar esa cifra en su contexto: con la sexta parte del coste de la guerra, EE UU podría asegurar la base de su sistema de pensiones durante más de medio siglo, sin necesidad de recortar prestaciones ni elevar cotizaciones.
Además, el Gobierno de Bush recortó los impuestos a los ricos al mismo tiempo que iba a la guerra, a pesar de que tenía un déficit presupuestario. Como consecuencia, ha tenido que utilizar ese déficit -en gran parte, financiado por países extranjeros- para pagar el conflicto. Ésta es la primera guerra en la historia de Estados Unidos que no ha pedido algún sacrificio a los ciudadanos mediante la subida de impuestos; se está haciendo recaer todo el coste sobre futuras generaciones. Si las cosas no cambian, la deuda nacional estadounidense -que era de 5,7 billones de dólares cuando Bush llegó a la presidencia- será 2 billones mayor debido a la guerra (además del aumento de 800.000 millones con Bush antes de la guerra).
¿Ha sido incompetencia o falta de honradez? Casi con seguridad, las dos cosas. La contabilidad en efectivo ha permitido que el Gobierno de Bush se centrara en los costes actuales, no en los futuros, entre ellos los gastos de discapacidad y atención sanitaria para los veteranos que regresan. El Gobierno tardó varios años en encargar los vehículos acorazados especiales que habrían podido salvar la vida de muchos muertos por bombas en las cunetas. Como no se ha querido volver a implantar el reclutamiento obligatorio, y es difícil encontrar a gente dispuesta a ir auna guerra impopular, los soldados han tenido que llevar a cabo dos, tres y hasta cuatro turnos llenos de tensión destinados en Irak.
El Gobierno de Bush ha intentado ocultar los costes de la guerra a la opinión pública estadounidense. Los grupos de veteranos han alegado la ley de Libertad de Acceso a la Información para averiguar el número total de heridos, 15 veces el de fallecidos. Ya hay 52.000 veteranos a quienes se ha diagnosticado síndrome de estrés postraumático. Se calcula que el Estado tendrá que pagar pensión de discapacidad al 40% de los 1.650.000 soldados desplegados. Y, por supuesto, la sangría persistirá mientras dure la guerra, con unas facturas de sanidad y discapacidad que ascenderán a más de 600.000 millones de dólares, en cifras de hoy en día.
La ideología y la codicia también han contribuido a aumentar los costes de la guerra. Estados Unidos ha recurrido a contratistas privados, que no han sido baratos. Un guardia de Blackwater Security puede costar más de 1.000 dólares diarios, sin incluir los seguros de vida y discapacidad, y el que paga es el Gobierno. Cuando los índices de paro en Irak llegaron hasta el 60%, habría tenido sentido contratar a iraquíes; pero los contratistas prefirieron importar mano de obra barata de Nepal, Filipinas y otros países.
La guerra no ha tenido más que dos vencedores: las compañías petrolíferas y los contratistas de defensa. El precio de las acciones de Halliburton, la compañía petrolífera del vicepresidente Dick Cheney, se ha disparado. Sin embargo, el Gobierno, al mismo tiempo que ha ido utilizando cada vez más contratistas, les ha supervisado cada vez menos.
El mayor precio de esta guerra tan mal gestionada lo ha pagado Irak. La mitad de los médicos iraquíes han muerto o se han ido del país, el paro es del 25% y, cinco años después del comienzo de la guerra, Bagdad sigue teniendo menos de ocho horas de electricidad al día. De la población total de Irak, unos 28 millones, cuatro millones viven desplazados y dos millones han huido del país.
Las miles de muertes violentas han acostumbrado a la mayoría de los occidentales a la situación: ya casi no es noticia la explosión de una bomba que mata a 25 personas. Pero los estudios estadísticos sobre el número de muertes antes y después de la invasión dejan clara, en parte, la triste realidad. Las muertes en Irak han aumentado, desde unas 450.000 en los primeros 40 meses de la guerra (150.000 de ellas, muertes violentas), hasta un total de 600.000 en la actualidad.
Con tanto sufrimiento de tanta gente en Irak, puede parecer cruel hablar del coste económico. Y puede parecer egocéntrico hablar del coste económico para Estados Unidos, que emprendió esta guerra violando las leyes internacionales. Pero esos costes económicos son inmensos, y van mucho más allá de los desembolsos presupuestarios. Pronto intentaré explicar de qué forma ha contribuido la guerra a las actuales penalidades económicas de EE UU.
A los estadounidenses nos gusta decir que no existe la comida gratis. Tampoco existe una guerra gratis. Estados Unidos y el mundo seguirán pagando el precio de Irak durante muchos años.
Costo militar de la guerra en Irak/William R. Polk, miembro del Consejo de Planificación Política del Departamento de Estado durante la presidencia de John F. Kennedy
Publicado en LA VANGUARDIA, 16/03/2008;
La guerra de Iraq ha conllevado complejos costes cuyo impacto se ha dejado sentir no sólo en Estados Unidos sino también en Europa. Sin embargo, se han escamoteado ampliamente a ojos de la sociedad e incluso del Congreso estadounidense. Analizaré sus efectos, que serán duraderos y ejercerán una influencia determinante tanto en la economía como en los niveles de seguridad en España, en este y otros dos artículos siguientes. Empezaré por referirme a los muertos y heridos.
Estados Unidos ha sufrido casi 4.000 bajas - hace unos días, para ser exactos, 3.958-, además de otras 482 en Afganistán. No es posible contabilizar con tanta precisión a nuestros heridos porque se dividen en diversas categorías. Se oye o lee la cifra de 30.000 que dio recientemente el senador Obama, pero el candidato estaba equivocado: se trata sólo de una pequeña fracción del total.
Una de las heridas o lesiones que causan mayor impresión obedece al carácter de las circunstancias que acompañan una guerra de guerrillas: la conmoción cerebral, afección que no se registró hasta después del 2003. Se calcula que se ha visto aquejado por este problema uno de cada diez soldados o marines estadounidenses (aproximadamente, 50.000 hombres y mujeres). Su tratamiento es largo y la mayoría de los afectados nunca se recuperará por completo. En el ínterin, no recobrarán tampoco su normal capacidad funcional. Todas estas consecuencias ejercerán un efecto dominó en sus respectivas comunidades y entornos: pérdida de empleos, incapacidad de ejercer funciones parentales, divorcios, rabia y desesperación. Además, el coste del tratamiento oscilará entre 600.000 dólares y cinco millones de dólares por persona.
Aunque parece más fácil contabilizar la pérdida de extremidades, las cifras no están claras. Como mínimo, hay que hablar de 8.000 personas afectadas. Buena parte se recuperarán, pero muchas se pasarán la vida en una silla de ruedas.
Por añadidura, entre 125.000 y 200.000 personas - uno de cada cuatro soldados y marines, uno de cada tres según el jefe del servicio federal de Sanidad estadounidense- padecen una enfermedad mejor conocida en tiempos recientes, el síndrome de estrés postraumático (SEPT).
Asimismo, la revista JAMA (Journal of the American Medical Association)ha señalado que uno de cada tres hombres y mujeres que han servido militarmente en Iraq - tal vez unas 200.000 personas- precisa tratamiento psiquiátrico y una parte de estas personas pueden presentar tendencias suicidas o representar un peligro para las demás personas.
La herida más complicada y aterradora, sin embargo, se deriva del empleo de explosivos y proyectiles que contienen uranio empobrecido, usado por su poder de penetración en vehículos blindados. En sí mismo este material no es mucho más peligroso que el acero, pero en el curso del impacto el proyectil genera un intenso calor que motiva que el uranio se convierta en un aerosol de óxido de uranio, U O . Como señala Hans 3 8 Noll, profesor de biología de la American Cancer Society, “las partículas en suspensión del aerosol son absorbidas por el organismo por diversas vías. El óxido de uranio es una sustancia neurotóxica y mutagénica que provoca cáncer y malformaciones en fetos en desarrollo. Inhalado en forma de polvo, el óxido de uranio se acumula en pulmones, hígado y riñones y afecta al sistema nervioso”. Es inevitable que se deriven miles -tal vez decenas de miles- de casos de cáncer del empleo de esta arma.
Dado que también han resultado expuestos soldados españoles a esta sustancia, cabe esperar la aparición de graves consecuencias de tal circunstancia.
Estas heridas ascienden a cifras muy elevadas de casos. No es de extrañar, dado que 169.000 de los 580.400 hombres y mujeres que combatieron en la primera guerra del Golfo presentan clasificación de incapacidad permanente, cuya atención representa un coste de 2.000 millones de dólares al año.
En el caso de la segunda guerra del Golfo, se calcula que el coste de los cuidados médicos es equiparable al coste de la propia guerra; o, lo que es lo mismo, aproximadamente medio billón de dólares.

Subir el perfil de México en los hechos de Ecuador

Columna Día con día/Héctor Aguilar Camín
Publicado en Milenio, 13/03/2008;
Omisiones
El gobierno mexicano ha sido omiso en la defensa diplomática y judicial de sus ciudadanos muertos en el campamento ecuatoriano de las FARC. Lo menos que debió hacer es una denuncia enérgica de los hechos y exigir una explicación puntual a los gobiernos de Colombia y Ecuador.
El gobierno mexicano anda en fase de mejorar sus relaciones con los gobiernos del área, y ha adoptado en esto un bajo perfil. El bajo perfil puede resultar caro porque si hay algo evidente en el caso es que esos muchachos fueron muertos en un acto de violencia ilegal, en una operación de exterminio, cuyos detalles conocidos hielan la sangre.
Fue una acción del ejército colombiano ejecutada con premeditación, alevosía y ventaja en la que resultaron muertos ciudadanos mexicanos de cuya defensa y protección el gobierno mexicano debe hacerse cargo. Hacerse cargo es exigir tanto en los foros internacionales como ante los gobiernos involucrados una relación puntual de los hechos, su esclarecimiento circunstanciado y el castigo de los responsables. Ya empiezan a escucharse en boca de las víctimas y activistas de los derechos humanos las grandes palabras: “crimen de Estado”. No me gustan esas grandes palabras porque inducen a levantar la vista de lo concreto y a refugiar la indignación en un cielo de vaguedades bien pensantes que suenan mucho y no dicen nada. Prefiero los hechos escuetos.
Por ejemplo: hay testimonios de que los comandos colombianos tranquilizaban a los sorprendidos en el campamento intimándolos a rendirse, y una vez que se rendían los ejecutaban. ¿Alguno de los mexicanos muertos fue engañado y ejecutado así? Hay testimonios de que hubo rematados por la espalda. ¿Alguno de los mexicanos murió así?
Creo que ninguno de los actores debiera eludir sus responsabilidades en este episodio trágico. Ni los gobiernos, ni las escuelas donde estos jóvenes han aprendido lo que creen, ni los maestros que se los han enseñado, ni los padres que ignoran o esconden los hechos de sus hijos, ni los jóvenes mismos que son más que mayores de edad.
Mi impresión, sin embargo, es que este episodio empieza a diluirse en el habitual mar de omisiones que acabará escondiendo a nuestros ojos lo único que importaría saber y revelar: qué pasó exactamente ahí y qué nos muestran esos hechos de las pasiones de nuestra juventud radical, de sus creencias, sus mitos, sus maestros y enganchadores.

Mouriño ¿se queda?

Columna La historia en breve/Ciro Gómez Leyva
Milenio Diario, 13/03/2008;
¿Cuánto más puede aguantar Calderón a Mouriño?
El presidente Calderón parece haber tomado la decisión de sostener en el cargo a Juan Camilo Mouriño. Carlos Castillo Peraza, ideólogo de la crema calderonista, repetía que la política es un constante ejercicio de selección entre dos posibilidades: una mala y otra mala. Quitar a Mouriño, malo; dejarlo, malo también.
Calderón estaría optando por un secretario de Gobernación dramáticamente descalificado. Creo que en los últimos tiempos sólo Patrocinio González tras el levantamiento del EZLN (1994) y Emilio Chuayffet luego de la matanza de Acteal (1997) rondaron esa zona de pérdida de reputación y respetabilidad en los círculos políticos. Escribió Manuel Camacho el lunes: “Al enfrentar la crisis de comunicación que se desató, Mouriño ha demostrado que no tiene el conocimiento, la resistencia política y la tolerancia necesarias para ocupar el cargo”. Se la estaría jugando por un jefe de gabinete que disparó ya contra la fuerza política que se quedó a 250 mil votos de ganarles en las urnas. Mantener a Mouriño es garantizarles una bandera de lucha y un punto de cohesión.
Por un funcionario reprobado por 85 por ciento de los mexicanos, de acuerdo con la encuesta de María de las Heras (MILENIO, lunes pasado). Aunque quizá Calderón esté atendiendo a encuestas como la del Gabinete de Comunicación Estratégica/Parametría, donde 65 por ciento de los entrevistados respondieron no haber oído hablar nunca de Mouriño.
Y en plena temporada pro-reforma de Pemex arroparía a un secretario de Estado que simboliza la percepción: gobierno federal + inversión privada + petróleo = corrupción.
Demasiadas agravantes. Supongo que las virtudes de Mouriño deben ser muchas. O los costos de echarlo, muy altos. Por lo pronto.
Columna Itinerario Político/Ricardo Alemán
Publicado en El Universal, 13 de marzo de 2008;
¿Con quién pelea el Presidente?
Como Vicente Fox, Felipe Calderón se “enganchó” a los actos de provocación ideados por López Obrador
Se convierte en defensor de un funcionario al que buena parte de la sociedad no ve como un hombre honesto
Queda claro, con el “apapacho” que le brindaron a Juan Camilo Mouriño el presidente Calderón, los gober-nadores azules y la dirigencia del PAN, que gobierno federal y partido en el poder se tragaron completo el anzuelo lanzado por Andrés Manuel López Obrador.
Y es que lo que vimos ayer en la casa presidencial de Los Pinos no sólo fue un acto de apoyo absoluto al “hombre del Presidente”, sino la confirmación de que el secretario de Gobernación permanecerá en su cargo no por sus capacidades, eficacia y popularidad, sino por un acto de autoridad que transita en la frontera del autoritarismo.
¿Qué debemos entender cuando el presidente Calderón, todos los gobernadores azules, el dirigente del partido y los jefes parlamentarios cierran filas, en la casa presidencial, en torno a Juan Camilo Mouriño?
Las lecturas pueden ser muchas: que si es una demostración de fuerza, que si acusa recibo el Presidente de los misiles de AMLO, que si no le entregará la cabeza de Mouriño porque sería una derrota política… lo que guste y mande. Pero también existe la lectura de que el Presidente “mordió el anzuelo” y colocó al señor Andrés Manuel López Obrador en calidad de prioridad del gobierno de Felipe Calderón. Una calca del gobierno de Vicente Fox.
En metáfora podemos decir que Felipe Calderón se puso los guantes, subió al “encordado” e inició el intercambio de golpes. Pero resulta que se equivoca de adversario, porque en el fondo quien derribó a Juan Camilo Mouriño no fue el señor Andrés Manuel López Obrador, sino que el “hombre del Presidente” se fue al piso cuando los ciudadanos se percataron que les vendieron “gato por liebre”. Es decir, cuando ese conglomerado social que se conoce como “opinión pública” dijo que no era ético que el señor Mouriño firmara contratos de empresas familiares al tiempo que era servidor público.
De esa manera, el “apapacho” del Presidente y de todo el panismo al secretario de Gobernación, más que una respuesta al señor López Obrador, más que una demostración de fuerza y un posicionamiento del Presidente frente a sus adversarios políticos, parece un acto de autoritarismo frente a los ciudadanos que ven en el señor Mouriño un político y servidor público que actuó sin ética, en los tiempos en que según los propios panistas deben aparecer las manos limpias.
De manera casi idéntica a lo ocurrido con el gobierno de Vicente Fox, el presidente Calderón se “enganchó” a los actos de provocación y torpedeo mediático ideados por el derrotado candidato presidencial. Con ello convirtió al “legítimo” en el centro de las preocupaciones del gobierno federal y —como si no fuera suficiente que el tabasqueño esté en el centro de la influencia mediática— entró a una peligrosa vorágine de ingobernabilidad. ¿Por qué ingobernabilidad?
Porque la estabilidad de un gobierno, eso que se conoce como la gobernabilidad, se adquiere y refuerza cuando los actos de autoridad de un mandatario van acompañados por la aceptación de los mandantes. ¿Y qué es lo que está pasando a raíz del “escándalo Mouriño”?
Primero, que, en efecto, el principal adversario del presidente Calderón lanzó un misil con una buena dosis de demagogia, pero que portaba elementos suficientes para llamar a la duda de los ciudadanos. Segundo, que frente a esa duda, los “genios” que asesoran al secretario de Gobernación lo hicieron aparecer con un discurso que quiso ser de víctima, pero que terminó por ser visto como una pieza redonda de cinismo: “Sí firme los contratos, pero eso no es ilegal”. Y tercero, que frente a la certeza de un amplio sector social —mucho más que los malquerientes del gobierno calderonista— de que el señor Mouriño actuó, por lo menos, sin la menor ética, el Presidente responde con un tufo autoritario: “¡Se queda, porque se queda”. Además, confirma a los ojos ciudadanos que sí sabía de las andanzas de su operador político.
En efecto, son muchas las voces que recomiendan que el Presidente sostenga a su secretario de Gobernación, porque cambiarlo sería una muestra de debilidad frente a sus adversarios, frente al PRD y al señor “legítimo”, porque se pondría en riesgo la estabilidad política… Y es muy probable que eso sea cierto, pero también tienen razón aquellos que señalan que la institución presidencial es mucho más grande, más importantes que un partido, un político y un escándalo.
Y lo que vemos hoy es a un gobierno empeñado en mantener en su cargo a un político que la sociedad, a través de eso que conocemos como “la opinión pública”, ya calificó de poco ético. Es decir, el Presidente se convierte en defensor de un servidor público al que una buena parte de la sociedad no ve como un hombre honesto. Con ello, el gobierno y el Presidente caminan en dirección contraria a la que camina y perciben sectores amplios. Felipe Calderón se coloca en el lado opuesto ya no de sus críticos naturales, sino incluso de sus aliados.
Y cuando un gobierno y un presidente caminan en sentido contrario al de sus gobernados, cuando los mensajes que envía no son de autoridad sino autoritarios, entonces sí estamos ante un riesgo real de crisis política y de gobernabilidad. Por supuesto que todo gobernante debe defender a sus colaboradores, porque son parte de su proyecto, pero la prioridad de todo gobierno está en la defensa de los intereses de la sociedad. Y el señor Mouriño no representa los intereses sociales. En todo caso, dos de cada tres encuestados proponen que deje el cargo.
En el camino
De un teclazo, más que de un plumazo, los “duendes” de la redacción convirtieron al autor del Itinerario Político en militante del PAN. En la entrega de ayer miércoles 12, en el penúltimo párrafo se escribió: “Nos guste o no a los panistas...”. El original dice: “Nos guste o no, les guste o no a los panistas...”. Y como podrán imaginar, el de ayer fue un día de intenso ejercicio cardiaco. Sí, divertidas las reacciones a un “duende” de redacción.
aleman2@prodigy.net.mx

Uribe incrementa su popularidad

Encuesta en Colombia
La imagen del Presidente Uribe llegó al 84%, la más alta desde que asumió el poder, según la encuesta Gallup; el sondeo revela que subió tres puntos en relación con la medición de enero pasado; y la desaprobación está en el 13%, la más baja que ha tenido desde septiembre del 2002, cuando tuvo esa cifra.
En tanto Ingrid Betancourt que cumplió 6 ańos secuestrada por las Farc el pasado 23 de febrero, obtuvo el 71% de popularidad, calificación muy por encima de los aspirantes presidenciales. De hecho es la primera vez que la encuesta mide su favorabilidad.
La senadora opositora Piedad Córdoba, ex mediadora junto a Chávez en la búsqueda de un acuerdo humanitario para liberar a rehenes de las Farc, apenas obtuvo un 20 por ciento de opinión favorable por un 69 por ciento de desfavorable.
La recolección de datos de la encuesta ocurrió entre el 4 y el 6 de marzo, justo cuando Colombia enfrentaba una andanada de críticas por la operación en territorio ecuatoriano, en la que se dio de baja a Raúl Reyes. Ecuador ordenó la expulsión del embajador colombiano en Quito, Venezuela amenazó con cerrar la frontera y Nicaragua sorprendió al romper las relaciones diplomáticas entre los dos países.
De acuerdo con Jorge Londoño, gerente de Gallup, la imagen del presidente Uribe se debe, en buena medida, a que ante los últimos hechos diplomáticos, los colombianos determinaron apoyarlo.
Empero, la encuesta no alcanzó a medir el impacto que tuvo la solución de la crisis diplomática en la Cumbre de Río ni la muerte de 'Iván Ríos', el segundo integrante del secretariado de las Farc que cayó en menos de una semana.
Los colombianos encuestados siguieron premiando la política del Gobierno en contra de la guerrilla. Un 82% dijo respaldar la acción del Gobierno contra los grupos guerrilleros; 15 puntos más que la muestra de Gallup revelada en enero pasado.
Un funcionario que subió mucho su popularidad es el director de la Policía, general Óscar Naranjo; aumentó 16 puntos en su imagen favorable para quedar con 58 por ciento.
Significativa también es la imagen de Estados Unidos, que aumentó 17 puntos de favorabilidad con relación a enero. El 67 por ciento de los encuestados tiene una imagen favorable de ese país.
El presidente Hugo Chávez tiene una imagen desfavorable del 90 por ciento. Antes era del 76 por ciento.
Todo esto se da en momentos en que el 46 por ciento de los encuestados (12 por ciento más que en enero) piensa que las cosas están empeorando y el 45 por ciento que están mejorando, quizás producto de los temores que generó la crisis diplomática. En las únicas materias en que Uribe no sale bien librado es el manejo del costo de vida y el desemplo.
Ficha Técnica. Empresa que la realizó: Gallup Colombia Ltda. Persona Natural o jurídica que la encargó: Gallup Colombia Ltda, para su venta por suscripción.
Fuente de financiación: Recursos propios Gallup. Universo: Hombres y mujeres de 18 años o más, de todos los estratos, residentes en Bogotá, Medellín, Cali y Barranquilla. Marco muestral: Hogares con línea telefónica fija. El cubrimiento telefónico en las 4 grandes ciudades, según censo del DANE, es del 85%. Tamaño y distribución de la muestra: 1.000 entrevistas distribuidas así: Bogotá 400, Medellín, Cali y Barranquilla 200 entrevistas cada una. Margen de error: +/-3% para el total de las 4 ciudades. Fecha de recolección de datos: 4 al 6 de marzo.

Reacciones al reportaje sobre las FARC de El País

Rafael Correa, presidente de Ecuador, dijo ayer que la responsabilidad por el paso de las FARC a territorio ecuatoriano es de Colombia debido a que “tiene totalmente desprotegida su frontera sur”, en tanto, los ministerios de Defensa y Relaciones Exteriores ecuatorianos negaron ayer cualquier vínculo con miembros de la guerrilla y aseguraron que existe una campaña para desacreditar al país al relacionarlos con ese grupo.
El presidente dijo - en una entrevista publicada ayer en El Financiero de Chile- que “Ecuador es víctima de la crisis que vive Colombia”, Nadie querría estar al lado de un país “con una frontera tremendamente caliente”, añadió. “Nosotros tenemos un ejército de 40 mil hombres, Colombia tiene 400 mil, No recibimos ayuda de nadie, en cambio Colombia recibió en los últimos años ( a través del Plan Colombia) 3 mil 500 millones de dólares y tecnología de punta y no ha podido vencer a las FARC, ni localizar a los campamentos en Colombia”, subrayó.
“¿Por qué nos acusan entonces de lo que ellos no han podido hacer?”, cuestionó. (¡órale!)
Maite Rico, reportera del diario Español El País publicó hace dos días en reportaje donde señala que las FARC controlan la frontera norte de Ecuador con Colombia, en donde cuentan con ocho campamentos establecidos, incluso utilizan uniformes del Ejército ecuatoriano para pasar desapercibidos en sus desplazamientos, según manifestaron ex combatientes.
La respuesta también la dio el Ministro de Defensa Wellington Sandoval, quien dijo “Ninguna autoridad, ni el gobierno ni menos aún las Fuerzas Armadas, han tenido relación con las FARC, no la tienen y no la tendrán”.
En rueda prensa, en referencia a la información de El País, Wellington agregó que esta información forma parte de “una campaña para desacreditar a las autoridades ecuatorianas” y pretende conseguir que “Ecuador se involucre en la guerra que mantiene Colombia con las FARC” desde hace 50 años.
Y este jueves Wellington afirmó que Colombia obstaculiza la reanudación de relaciones diplomáticas y mencionó como ejemplo la filtración de informaciones que desacreditan a Ecuador a medios de comunicación.
En declaraciones a la red de televisión Teleamazonas, dijo que "es evidente que están buscando pretextos para no reanudar relaciones, el gobierno de Colombia debería parar estas falsedades".
"Colombia debe parar y debe parar ya, si ellos tienen la buena intención de restablecer relaciones diplomáticas con Ecuador", agregó Sandoval en otra entrevista con radio Centro.
El ministro criticó a Colombia porque si sabían de esos nexos y la presencia de los campamentos guerrilleros en Ecuador, no acudieron a los canales regulares para coordinar acciones."Ellos no nos avisan de ocho y nosotros descubrimos y destruimos 47 campamentos" en 2007, expresó.
En tanto, la canciller María Isabel Salvador, dijo que restablecer relaciones diplomáticas con Colombia "en ningún caso será la próxima semana... esto va a tomar un tiempo adicional, no creo que sea antes de fin de mes".
"No creo que el tema sea tan sencillo... porque Ecuador sufrió una grave violación a su soberanía, esa es una grave ofensa de un estado hacia otro", dijo.
La canciller dijo que pedirá los documentos ofrecidos por el presidente colombiano Alvaro Uribe, donde supuestamente constan ciertos nexos del gobierno ecuatoriano con las FARC."Voy a poner una nota formal... para que nos hagan llegar (los documentos) como fue el ofrecimiento de hace casi una semana... para que Ecuador pueda hacer las investigaciones que correspondan", añadió.
La clave pues -insisto-, está en las computadoras que Interpol esta analizando.

Monseñor Chedrahui


Columna Archivos del poder/Martín Moreno
Publicado en Excelsior, 13/03/2008;
Político ortodoxo
Detrás de la resucitada discusión sobre el acceso de los ministros de culto a votar y ser votados en México, una figura decisiva impulsa el tema.
Se le halla bajo varias capas de nombres de políticos y empresarios.
Aliado eterno del poder y del dinero; gestor de favores políticos; amigo de pederastas y hombre de doble discurso, el arzobispo de la Iglesia ortodoxa antioqueña de México, Antonio Chedraoui Tannús, vive su ocaso, despreciado inclusive por aquellos a quienes un día sirvió.
Personaje de la Iglesia, cuyos feligreses se pueden contar con los dedos de las manos, ha combinado con maestría el poder divino con el poder político; enriquecido él y los suyos durante los años dorados del priismo y aun del panismo; cobijado bajo la sombra de una congregación que, en México, es sinónimo de influencia y servicios a quien pague mejor, Chedraoui encarna al ángel caído que, hoy, aletea desesperadamente para intentar levantar el vuelo.
Incondicional de los presidentes del PRI. Aplaudidor de los candidatos presidenciales en turno. Confidente de Marta Sahagún. Solapador de gobernadores. Socio de empresarios. Y hoy muy cercano al gobernador del Estado de México, Enrique Peña Nieto, a quien impulsa para 2012, Chedraoui ha sabido abrir las puertas de los poderosos de este país, siempre amparado por las relaciones de las que goza dentro de la política mexicana.
Adicto al poder bajo una plegaria hipócrita y convenenciera para él y su millonaria estirpe, Chedraoui ha llenado una de las páginas negras en la espinosa y oscura relación Iglesia-poder político.
Son incontables las quejas de la comunidad libanesa en México por la influencia que trata de ejercer Chedraoui en todo negocio que se presenta. Especialista en vender favores de poderoso a poderoso, exige “cuotas para la Iglesia”, siempre, por varios miles de dólares, a cambio de interceder en favor de quien esté dispuesto a pagar su precio.
Pero al decadente poderío político que hoy vive el arzobispo Chedraoui se suma la vergüenza: sus presuntas ligas con El rey de la mezclilla, Kamel Nacif —acusado de integrar una red de pederastas junto con Jean Succar Kuri—, en cuestiones relacionadas con el narcotráfico.
De acuerdo con el analista Alfredo Jalife (La Jornada de Oriente, marzo, 2006), las ligas de Kamel Nacif con el tráfico de drogas “se darían a través de su cuñado Elías Bechelani Bachur, quien es el presidente del Partido Popular Sirio, que en México es aliado de Antonio Chedraoui Tannús. Pero viene lo mejor: el hermano de Elías, Badía Bechelani Bachur, era el presidente del Centro Libanés de Guadalajara y cuñado de Tomás Colsa McGregor, quien era un joyero ligado al cártel de los Arellano Félix y Caro Quintero…
“…y que al soplar el nombre de todos ellos, de esta conexión, en la que obviamente sale el nombre de Kamel Nacif, pues obviamente lo mataron: yo descubrí la conexión siria en México del narcotráfico, cómo opera, y no es nada más Puebla, es todo el sureste; estoy hablando desde (Patricio) Chirinos en Veracruz; te estoy hablando de (Jorge) Salomón Azar de Campeche... todo el corredor del sureste ligado al DF…” Esas son las relaciones peligrosas de un arzobispo.
Del arzobispo de la Iglesia ortodoxa.
El poder de convocatoria de Chedraoui todavía surtía efectos —más por interés político que por convicción personal—, durante los meses previos a las pasadas elecciones presidenciales.
Fue el 17 de enero de 2006 cuando Chedraoui cumplió 74 años de edad y lo celebró en el exclusivo Club de Golf Bosque Real, en Huixquilucan, Estado de México. Allí, entre los comensales, estaba el desprestigiado Roberto Madrazo, a quien Chedraoui apoyó con recursos provenientes de sus relaciones y complicidades. Más allá, invitada de honor, la parte fuerte de la pareja presidencial, Marta Sahagún, a quien el arzobispo le dio un beso en la mejilla y un abrazo.
Eran los días en los cuales, aprovechando la elección presidencial, todos buscaban aliados y amarres que les redituaran votos y qué mejor que el siempre a la orden arzobispo Chedraoui para dar y cobrar favores.
El líder religioso, para entonces, tenía a su candidato favorito: Roberto Madrazo.
Y con el fin de ayudarlo, recurrió a sus viejos amigos. Los revivió desde el fondo de los años de José López Portillo, de Miguel de la Madrid. Convocó reuniones. Hizo colectas. Y no le fue nada mal al presidenciable priista con la bolsa que le juntó el capellán de almas generosas.
Pero hoy las cosas no le sonríen tanto al arzobispo. A diferencia del pasado, hoy es mal visto en el ámbito político. Quienes se acercan a él saben que es como recibir el “beso del diablo”.
En su más reciente cumpleaños, varios invitados de honor rechazaron asistir a Bosque Real. Solamente llegaron funcionarios de segunda fila del gabinete presidencial, como el de Salud, José Ángel Córdova y, nuevamente, el favorito de Chedraoui para 2012, Peña Nieto.
Ahora, aquellos que un día le tendieron la mano por conveniencia, hoy le dan la espalda.
El arzobispo es el emblema más vergonzante de lo que puede lograr una conjunción oscura: la del poder religioso con el poder político. Poco se puede decir a su favor en materia social. Nunca se ha preocupado por quienes no tienen, como en el caso del desatre en Tabasco.
Y hoy, sus días ya no son tan brillantes.

¿Por qué se fueron a la guerrilla?

Columna Juegos de Poder/Leo Zuckermann
Excelsior, 13/03/2008;
¿Por qué se fueron a la guerrilla?
Todavía no sabemos a ciencia cierta cuántos mexicanos había en el campamento de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) en Ecuador que fue atacado por el ejército colombiano. Tampoco sabemos qué hacían ahí. Hay dos hipótesis. La primera es que eran investigadores universitarios que estaban en el lugar equivocado a la hora equivocada. La segunda es que se habían unido a las FARC para entrenarse como guerrilleros. Sobre esta posible hipótesis, Héctor Aguilar Camín nos llama a reflexionar por qué un joven deja su carrera universitaria para irse a hacer la revolución. “¿Dónde se siembran esas vocaciones redentoras, dispuestas a ir al infierno por la causa?”, pregunta el columnista de Milenio.
En su ensayo “Reclutamiento y lealtad. Microfundaciones de la rebelión”, publicado en el Journal of Conflict Resolution, Scott Gates*, académico de la Universidad del Estado de Michigan, trata de responder a la pregunta de qué motiva a una persona a arriesgar su vida para unirse a una rebelión armada. Rescato algunas de sus ideas para atender el llamado de Aguilar Camín.
Gates examina el sistema de incentivos que usan los grupos revolucionarios para reclutar gente y evitar que deserten. El autor comienza con un buen argumento. El contrato de una persona que entra a la guerrilla no puede, por definición, regularlo el Estado. Se necesitan mecanismos internos del grupo para reclutar y mantener a sus cuadros. En esto los revolucionarios se parecen a los mafiosos. La diferencia es que mientras la mafia necesita un número limitado de recursos humanos, las guerrillas requieren centenares de tropas para combatir a las fuerzas del Estado. Como necesitan mucha gente, recurren al reclutamiento en tierras lejanas. No sorprende, entonces, que las FARC afilien a cuadros en toda América Latina incluido México.
¿Cómo los convencen? ¿Cómo llegan mexicanos a un campamento revolucionario en Ecuador? Dice Gates que hay gente que se une la guerrilla porque vive en condiciones sombrías: en la pobreza y en el aburrimiento. Sin oportunidades, se unen a un grupo rebelde para hacer algo de su vida. Me parece que no es el caso de los universitarios mexicanos, al parecer de clase media, que estaban con las FARC. No creo que hayan tenido tal desesperación como para unirse a revolucionarios colombianos que están a miles de kilómetros de distancia.
Gates argumenta que también hay gente que se une a las guerrillas porque es buen negocio. En el mundo existen “revolucionarios” que en realidad luchan por apropiarse de un valioso botín. Es el caso, por ejemplo, de grupos en Angola y Sierra Leona en las ricas zonas de diamantes. Estos guerrilleros se parecen más al crimen organizado. Las ganancias que obtienen las distribuyen entre sus miembros. Por tanto, los incentivos de reclutamiento y mantenimiento de cuadros son fundamentalmente pecuniarios.
Pero también hay grupos rebeldes que luchan por ideología, ya sean reivindicaciones sociales o étnicas. En este caso, la gente se une a ellas por la afinidad con la causa. Creen que vale la pena arriesgar la vida para que, de acuerdo con su concepción, el mundo sea mejor. Aquí los incentivos para reclutar y mantener a los cuadros no son pecuniarios sino simbólicos y emotivos: ser parte de la vanguardia revolucionaria.
Las FARC son un grupo rebelde que lucha en pos de los ideales marxista-leninistas de justicia social pero que también pelea por controlar un botín muy valioso: la distribución de cocaína al mundo entero. Siguiendo la categorización de Gates, los mexicanos podrían haber llegado al campamento de las FARC para hacer realidad su ideal marxista, para asociarse al rentable negocio del narcotráfico, o ambos. La guerrilla colombiana, ávida de reclutar a nuevos camaradas de otras latitudes, podría haberles ofrecido parte del botín de la distribución de drogas y/o la mismísima droga de la solidaridad revolucionaria. Y como suele suceder con las drogas, acabaron matándolos.
Scott Gates -PhD en Ciencia Política de la Universidad de Michigan. Actualmente es Profesor Investigador y director del Centro para el estudio de la Guerra Civil de la PRIO (Peace Research Institute of Oslo). Sus investigaciones actuales son acerca de Teoría de Relaciones Internacionales, Economía Política Internacional, Modelos Formales de la Burocracia y Análisis de la teoría de Juegos aplicada.

La opinión de Trejo Delarbre sobre la UNAM y las FARC

Lucía Morett, víctima del aventurerismo/Raúl Trejo Delarbre
Publicado en La Crónica de Hoy, 13 de Marzo de 2008;
Ni heroína ni engañada, y tampoco ingenua: Lucía Andrea Morett Álvarez fue víctima, si acaso, de su propio ofuscamiento. Sólo con una apreciación intensamente distorsionada de la realidad política latinoamericana, alguien puede considerar que las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia luchan por la justicia. Sólo con un insensato fundamentalismo, alguien puede internarse en la selva en busca de un campamento guerrillero sin entender los riesgos que corre.
Ahora, esa ex estudiante de literatura dramática y teatro, junto con sus padres y algunos de sus profesores, sostiene que se encontraba en el reducto de las FARC en Ecuador, como parte de una investigación académica. Ni siquiera ellos se lo creen. Es natural que sus allegados quieran proteger a la joven mexicana, sobre todo mientras se resuelve su situación jurídica después de la violenta incursión del Ejército de Colombia, el 1 de marzo pasado, al campamento en donde dormían ella y los miembros de las FARC, con quienes se encontraba. Pero tanto su biografía política como la decisión misma de acudir a ese reducto, sugieren que Lucía Morett y el resto de sus acompañantes mexicanos hacían algo más que turismo revolucionario.
Ella se llevó un susto terrible y algunas heridas. Pero al menos varios de sus compañeros están muertos. Uno se puede preguntar, siempre sin entender plenamente su contexto, qué rabias e insatisfacciones convencieron a esos muchachos para secundar una causa tan sombría como la que representan las FARC. La indigencia de opciones para involucrarse en la vida política en nuestro país, la hostilidad que suelen encontrar los jóvenes cuando incursionan en asuntos públicos, el descrédito de partidos e instituciones, forman parte de ese panorama calamitoso y pesimista.
Pero también habrán influido la complacencia política y la charlatanería intelectual que han campeado en México respecto del aventurerismo político. Cuando Lucía Morett tenía 12 años estalló la revuelta neozapatista, a la cual se rindieron acríticamente todas las izquierdas. Cuando tenía 16 y estaba en la Preparatoria le gritó consignas en respaldo al EZLN al entonces presidente Ernesto Zedillo, durante un acto público en Texcoco. Cuando cumplía 18, había ocurrido la extensa cuan absurda huelga en la UNAM.
No sabemos qué impronta dejaron acontecimientos de tal corte en la formación política de esa estudiante de Literatura Dramática que a los 26, estaba en un campamento clandestino de la guerrilla colombiana. Pero varios de sus acompañantes a Ecuador se habían enredado con el zapatismo y más tarde, en el apoyo a grupos latinoamericanos como el que constituyen las FARC.
En ese compromiso personal y político se puede apreciar una actitud solidaria, generosa quizá, que llevó a tales jóvenes a respaldar la lucha armada mucho más allá de las actitudes testimoniales y en un país distinto del suyo. Pero junto con ello, hay una lamentable y en este caso, costosa miopía política cultivada en el estruendo que define todos los días a la vida pública mexicana y muy especialmente en la atonía deliberativa que —en contraste con el rebumbio mediático— impera en el campus universitario.
El hecho de que se familiarizaran con esas luchas y encontrasen cauces para respaldarlas dentro de la Universidad Nacional, ha suscitado opiniones apresuradas y prejuiciadas. Desde hace muchos años distintos movimientos políticos y sociales, de las más variadas latitudes, encuentran eco en la heterogénea comunidad universitaria.
La Universidad no sería eso —universal, abierta, plural— si no acogiera la diversidad e incluso la intensidad de esas expresiones políticas. El problema, entre otros, no es que estén presentes y obtengan adeptos sino que en algunas ocasiones el proselitismo alrededor de ellas ha ocurrido en contra del interés e incluso del patrimonio de la mayoría de los estudiantes y profesores.
Algunos medios de comunicación han difundido, escandalizados ante un hecho en absoluto nuevo, la existencia de cubículos, en algunas facultades del campus universitario, en donde se reúnen los simpatizantes de grupos política y militarmente beligerantes como las FARC. Que se manifiesten, no es inadecuado. Pero que los adherentes de esos grupos se apropien de espacios de reunión y salones de clase no es tanto indicio de pluralidad y tolerancia sino de temor o negligencia por parte de los universitarios.
Es grave que en la Universidad haya espacios académicos embargados por motivos políticos, pero lo es más el desinterés para recuperarlos. Desde hace una década el auditorio “Che Guevara” dejó de constituir el escenario privilegiado para la deliberación académica, la difusión cultural y también, claro, la discusión política, que había sido durante casi medio siglo. Desde la huelga de hace una década se encuentra ocupado por grupos aislados de la mayoría de los estudiantes y profesores.
Pero es más delicada y onerosa la abstinencia crítica que se ha mantenido respecto de esas acciones y, en general, del aventurerismo político independientemente de que tenga siglas zapatistas, colombianas, cegehachistas u obradoristas entre otras vertientes. Allí es donde la Universidad ha fallado como espacio de examen analítico de las realidades políticas contemporáneas.
Por convicción y adhesión políticas en algunos casos, pero en la mayoría de las ocasiones por pachorra intelectual, los universitarios no han sabido propiciar —salvo en unas cuantas y excepcionales ocasiones— la discusión concienzuda de esas y otras expresiones de la lucha política. La inercia y la aprensión se han combinado para inhibir el escrutinio puntual de esos temas. De tal manera, en ausencia de discusión crítica suficiente el aventurerismo político ha encontrado campo fértil en el espacio universitario, siempre hospitalario pero también incauto con las expresiones políticas más disímbolas.
Ése, y no la presencia de pancartas o grafitis de apoyo a intereses tan cuestionables como los que promueven las FARC, es el problema central en la presencia de tales grupos en el campus. La Universidad ha sido congruente con sus mejores tradiciones de apertura y solidaridad al recibir expresiones de esa índole. Pero ha sido inconsecuente respecto del ejercicio crítico, que siempre forma parte del auténtico quehacer académico, al eludir el examen riguroso de tales manifestaciones.
Por otra parte, el hecho de que en algunos espacios universitarios se encomie al aventurerismo político no significa que así ocurra en todas las aulas o en todas las escuelas de la UNAM. Sin embargo, algunos malquerientes de la Universidad han preferido ver, en este caso, a una institución postrada ante tales expresiones. Y esa no es la situación de la Universidad en nuestros días. Un columnista de asuntos financieros, Carlos Mota, escribió en Milenio que la Filosofía, tal y como se enseña en esa institución, resulta inútil porque cuando fue a ofrecer una conferencia los estudiantes de esa disciplina no comprendieron su insistencia en que la Universidad debe formar cuadros para las grandes empresas. Desde luego que puede y debe hacerlo, pero eso no implica que todos los egresados de la universidad pública tengan como único horizonte un cargo en Nokia o Cemex como quisiera ese columnista.
A su vez, en su colaboración de antier en El Universal el presidente nacional del PAN, Germán Martínez, con motivo de las vicisitudes de Lucía Morett y sus compañeros se refirió a “la UNAM, campus Ecuador”. Las correrías sudamericanas de esos alumnos y egresados de la Universidad Nacional fueron de una irresponsabilidad trágica que nos obliga a formularnos muchas preguntas e, insistimos, a refrendar la necesidad de la crítica dentro y fuera de los espacios académicos. Pero una comparación como la que hace el principal dirigente del partido en el gobierno, solamente puede ser tomada como expresión de pésimo gusto para no considerarla signo de patética ignorancia sobre la situación de las universidades públicas en este país.
Las FARC son un grupo indefendible que ha secuestrado a centenares de personas, que mantiene en vilo a Colombia y otras naciones en esa región y cuya equidistancia de cualquier causa social se demuestra en el papel que desempeña en la distribución regional de estupefacientes. Con toda razón, hace un par de días la experimentada periodista española Maite Rico escribía en El País: “Por su componente mafioso y el poder del narcotráfico, las FARC no son una guerrilla convencional. Consciente de ello, el objetivo del Gobierno no es tanto liquidar a las FARC, tarea harto improbable, como forzarla a negociar sin condiciones. Pero el apoyo logístico y político prestado a la guerrilla por Ecuador y Venezuela (que ha enviado armas y dinero) puede dificultar el empeño de Colombia de poner fin a casi cuatro décadas de horror”.
Los documentos localizados en la computadora portátil de “Raúl Reyes”, el dirigente de las FARC a quien buscaban y mataron los militares colombianos que asaltaron el campamento en donde además estaban los jóvenes mexicanos, están contribuyendo a evidenciar esa relación perversa entre guerrilla y narcotráfico. El bombardeo y luego el asalto militar al campamento, instalado más allá de la frontera de Colombia, constituyó sin lugar a dudas una transgresión a la soberanía de Ecuador. Pero el gobierno ecuatoriano tampoco puede ofrecer cuentas claras en este episodio porque resultó claro que alojaba en su territorio a un grupo armado de otro país.
Está probado que las FARC son una pandilla de traficantes y secuestradores. Con tales individuos se comprometieron los jóvenes mexicanos que, como Lucía Morett, acudieron a ofrecer in situ el respaldo que le dispensaban a ese grupo dentro de nuestro país. La agresión que sufrieron en Ecuador es condenable, pero no resultó sorprendente. Fueron víctimas de un engaño expresamente consentido, de un tergiversado voluntarismo, de un exasperado —y a la postre provocador— aventurerismo.
trejoraul@gmail.com
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La salida de Mouriño es por supuesto política

Columna Razones/Jorge Fernández Menéndez
Excelsior, 13/03/2008;
El problema es político, no legal
Me queda claro que, salvo opinión en contrario de alguna instancia judicial, el secretario de Gobernación, Juan Camilo Mouriño, no cometió un delito al signar, como representante legal de una de las empresas de su familia, los siete contratos relacionados con Pemex. No hubo tráfico de influencias ni discrecionalidad en el otorgamiento de esos contratos ni tampoco una relación directa del funcionario (la mayor parte de ese tiempo, diputado) con los negocios en cuestión. Los precios pagados por esos servicios fueron los mismos que a las otras empresas de transporte de la Canacar y formaron parte de un añejo acuerdo de esa Cámara con la empresa petrolera. Desde el punto de vista legal no veo conflicto alguno. Es más, todos sabemos y conocemos a legisladores de los diversos partidos, que tienen empresas, despachos, asesorías y trabajan en ellos mientras continúan en el servicio público. Mientras no haya un evidente conflicto de intereses y no exista un beneficio indebido por esa relación, desde el punto de visa legal, ello es legítimo.
El problema en el caso de Juan Camilo no es legal, sino político. No pasa ni por los contratos ni por la capacidad económica de su familia, ni siquiera por su comprobada capacidad como operador muy confiable para el presidente Calderón. Ya se ha demostrado, por ejemplo, que hay historias muchísimo más cuestionables, en todo sentido, que son ignoradas por partidos y legisladores, como los miles de millones de dólares que otorgó por adjudicación directa el Gobierno del Distrito Federal, en obras públicas, para colmo, mal hechas, durante la administración anterior. O incluso el desafuero que sufrió López Obrador por violar, él sí, las disposiciones legales, entre ellas la Ley de Responsabilidades de Funcionarios Públicos, cargo del que ha quedado impune.
Tampoco creo que el tema Mouriño (como ningún otro de estas características) deba abordarse en alguna comisión legislativa. Hasta ahora, ha habido más de 40 comisiones formadas en las cámaras, con el fin de abordar este tipo de cuestiones, y ninguna llegó a nada, a resolución alguna. Y no pueden llegar a nada porque el Congreso no está ni habilitado ni preparado ni es su función hacerla de ministerio público. Las comisiones especiales han servido para dos cosas: utilizar políticamente los citatorios y las comparecencias y acomodar en el presupuesto a “asesores” y “analistas” de los diputados o los senadores que las integran.
El caso Mouriño forma parte, además, de una venganza política. Lo paradójico es que, por supuesto, se trata de un intento de cobro de facturas de López Obrador al calderonismo, pero es más grave y mucho menos conocido que el golpe original vino desde adentro, desde los sectores desplazados del panismo con Manuel Espino, que tienen relación con las investigaciones que se comenzaron a realizar en torno a contratos firmados por ex funcionarios de Pemex con familiares o grupos relacionados con los círculos más cercanos del foxismo y, ante ello, fue desde allí, desde los grupos desplazados con Espino (que mantiene una añeja confrontación con Mouriño, sobre todo después de aquella silbatina en una reunión nacional del PAN que selló su destino como dirigente partidario), donde se buscó la información de los contratos y se le hizo llegar a los principales adversarios del ahora secretario de Gobernación.
El problema, por lo tanto, es político y debe ser abordado desde ese ángulo. Mouriño, no cabe duda, es un operador de primer nivel para el presidente Calderón, tanto que según muchos resultó una jugada arriesgada moverlo de la Oficina de la Presidencia a la Secretaría de Gobernación, lo que generó toda clase de expectativas. El presidente Calderón confía en su círculo más cercano y ha ejercido el poder basándose en él. La concentración en pocas manos del poder real facilita la operación y el control que desea el mandatario, pero también el golpeteo dirigido, como ha sido en este caso, contra los pocos funcionarios con acceso directo al Ejecutivo. Y esa es una norma que no se ha limitado a Mouriño, ha afectado a todos y cada uno de los integrantes de ese grupo. En ese sentido, está claro que existe una estrategia coordinada, pero el propio estilo de gobernar favorece esos intentos, se basen en hechos verídicos o no.
Mouriño llegó a Gobernación con un encargo fundamental: sacar adelante las reformas pendientes. Los golpes que ha recibido lo han obligado a dedicar parte de su tiempo a estructurar una defensa (que además resultó tardía) de su persona y ha distraído el debate que debería girar en torno a la reforma energética, la laboral y otras, lo que lo ha llevado hacia un espacio de confrontación personal difícil de superar. Si a eso se suma la manipulación realizada por el lopezobradorismo para tratar de evitar el triunfo de Jesús Ortega en los comicios perredistas del domingo y la presión de grupos afines al ex candidato, como el SME o el Sindicato de la UAM para justificar un ambiente de crispación social, el movimiento de las fichas en las mesas políticas queda bastante claro.
El punto es que a los problemas políticos se les debe dar soluciones, salidas, políticas. Y ello no se ha podido encontrar hasta ahora en el caso Mouriño. Al contrario, mientras lo legal transita por un camino, lo político lo hace por otro. La decisión de la permanencia o no de Mouriño dependerá exclusivamente del presidente Calderón y de una sola consideración: si sigue siendo un operador útil para el mandatario o no. Lo demás, son especulaciones. Pero la respuesta a un desafío político debe ser política.
Por cierto, ayer, el gobernador de Nueva York, Eliot Spitzer, debió renunciar a su cargo, tuvo que hacerlo porque políticamente la situación se había tornado insostenible. Aceptó un costo alto por un error y lo pagó. Es verdad que están en campaña, pero, por lo pronto, aunque no violó la ley, Spitzer renunció.
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