6 ene 2008

reactivos químicos para drogas

Un reportaje del periódico El Tiempo, enero 5 de 2008, señala que la policia colombiana incauto en 2007 11,896 toneladas de productos sólidos y químicos que iban destinados a la delincuencia organizada-
La cifra es alta si se considera que el 2006 la incautación de estos mismos productos alcanzó las 7 mil 397 toneladas.
Y lo más grave de la embestida - señala el reportaje- a este eslabón clave de la cadena del narcotráfico, es que al menos 10 mil de las 11 mil toneladas que iban a ser desviadas, ingresaron a Colombia de manera legal y fueron adquiridas por firmas con todos los permisos.
"Pero muchas de ellas, ni siquiera se enteraron de que sus productos estaban siendo desviados a la mafia, pues el rastro de la venta legal se pierde en una maraña interminable de empresas cómplices y de firmas de papel."

"Un kilogramo de ácido clorhídrico vale $ 880 y la mafia lo compra en $ 10 mil. El de permanganato vale $ 17 mil y lo compran en $ 70 mil", dice una investigadora de Antinarcóticos.
Y lo más graves aún "ante la embestida de las autoridades a este eslabón clave del narcotráfico, las mafias de químicos están echando mano de productos terminados -que se consiguen en cualquier ferretería o supermercado- para suplir las 25 sustancias que requieren y que están controladas por el Estado. Por ejemplo, están haciendo compras masivas de destapadores caseros de cañerías que contienen concentraciones de ácido sulfúrico de hasta un 95 por ciento."

Agrega el reportaje que "Los inmunizantes para madera también empezaron a ser apetecidos, porque hacen las veces de los disolventes requeridos en las narcococinas. Igual sucede con algunos limpiadores de pisos, con el tradicional bicarbonato de sodio, la soda cáustica, el sulfato de magnesio, el acetato de propilo y hasta el ácido acetilsalicílico o la popular aspirina, que obviamente no tienen venta controlada."

Sin circo, y sin payasos


Colombia y el síndrome de Copenhague/MOISÉS NAÍM
Publicado en El País, 06/01/2008;
El asalto al banco no salió bien. Los ladrones que, en 1973, intentaron atracar el Kreditbanken de Estocolmo quedaron atrapados en el banco y tomaron como rehenes a varios empleados. La sorpresa no fue que los criminales tardasen seis días en entregarse; fue que los rehenes se hicieron amigos de sus secuestradores. El episodio dio origen al llamado síndrome de Estocolmo: un extraño proceso psicológico mediante el cual los secuestrados a veces desarrollan vínculos de solidaridad y simpatía con sus captores.

Las FARC mintieron a Chávez




Los cautivos de las FARC
El gran fiasco de Emmanuel y las FARC
La guerrilla supo al menos hace un mes que el hijo de la rehén no estaba en su poder, pero mantuvo la negociación con Chávez para entregarle secuestrados
Reportaje de MAITE RICO - Madrid - El País, 06/01/2008;
"¡Hasta ahora las FARC no me han mentido!", proclamó Hugo Chávez el 31 de diciembre. La guerrilla colombiana acababa de suspender la liberación de tres rehenes que habían prometido entregarle. Entre ellos estaba la abogada Clara Rojas y su hijo de tres años, Emmanuel, fruto de la relación con uno de sus captores. Furioso, Chávez acusó a su homólogo colombiano, Álvaro Uribe, de frustrar la operación. El presidente venezolano ha tenido que tragarse sus palabras: las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia [FARC] reconocieron ayer que el hijo de Clara se encontraba, en realidad, en un orfanato de Bogotá, tal y como había adelantado Uribe y ha confirmado después una prueba de ADN.
El fiasco de la Operación Emmanuel, organizada por Chávez para restañar su vapuleada imagen internacional, ha sido el último revés en su particular annus horribilis, jalonado con el enfrentamiento con el rey Juan Carlos y la derrota en el referéndum constitucional. En su obsesión por acorralar a Uribe, a quien llama "lacayo de Washington y peón del Imperio", Chávez ha acabado siendo víctima de las mentiras de las FARC.
Como si de una venganza involuntaria y conmovedora se tratara, un niño de tres años ha desenmascarado a una vieja guerrilla marxista que hoy, al cabo de 43 años, vive del narcotráfico y engrosa la lista de organizaciones terroristas de la UE.
La trama arranca el 16 de junio de 2005 en el hospital de San José del Guaviare, una región del sureste de Colombia surcada por ríos y selvas. Un hombre se presentó en urgencias con un bebé en brazos. En sus años de enfermera en el municipio, María había visto muchos niños "en situación precaria". Pero el cuadro que presentaba aquella criatura "de mirada triste" era crítico. Estaba desnutrido. Padecía paludismo y leishmaniasis, una peligrosa parasitosis de la selva. Tenía el brazo izquierdo inmóvil, por una fractura mal curada, y gateaba arrastrando la cadera. Lo milagroso es que aquel niño de apenas 11 meses, hubiera sobrevivido a tanto sufrimiento.
El hombre que lo llevó al hospital, José Crisanto Gómez, explicó vagamente que su sobrino Juan David había estado hasta hacía poco al cuidado de una familia indígena. Las alarmas del férreo sistema de protección infantil colombiano se activaron ante un caso tan evidente de "maltrato crónico". El Instituto de Bienestar Familiar asumió la custodia del niño, que fue enviado a Bogotá.
El pasado mes de diciembre, dos años después de aquel episodio, José Crisanto se presentó en las oficinas de Bienestar Familiar, en la capital colombiana. Estaba angustiado. Dijo que era el padre de Juan David, y que quería recuperarlo. El día 31, acabando el año, acudió al defensor de la familia de San José del Guaviare. El hombre se derrumba. "Ese niño es de las FARC. Si no lo entrego hoy, me matarán".
En ese momento, la atención mundial estaba concentrada en Villavicencio, una ciudad de 350.000 habitantes, puerta de la Amazonia colombiana. Esa era la base logística elegida por Hugo Chávez para rescatar a Clara Rojas, a su hijo Emmanuel y a la congresista Consuelo González. Allí, acalorados, esperaban desde hacía días delegados de ocho Gobiernos escogidos por Chávez (entre ellos Argentina y Francia), 200 periodistas, el Comité Internacional de la Cruz Roja y el cineasta Oliver Stone, invitado por Chávez a filmar la gesta.
Dos meses antes, Uribe había suspendido la mediación del presidente venezolano en la negociación de un acuerdo con las FARC, que pretenden canjear a 45 de sus más de 600 rehenes a cambio de 500 guerrilleros presos. A juicio del Gobierno colombiano, Chávez estaba sirviendo a los intereses de la guerrilla. Pero ahora, de nuevo, Uribe se veía obligado a ceder la batuta al venezolano y a aceptar la llegada de sus helicópteros, mientras las familias de los rehenes esperaban en Caracas un reencuentro escasamente íntimo.
Pero algo falla. Los días pasan y la guerrilla no entrega a Caracas las coordenadas del lugar donde liberaría a los rehenes. El 28, el Gobierno colombiano recibe una información de sus servicios de espionaje: las FARC no tienen a Emmanuel y están intentando sacarlo de un centro de acogida. La fiscalía se lanza a investigar contrarreloj a los niños entregados al servicio social desde 2004 en el Guaviare, el departamento donde la guerrilla tiene a los secuestrados. Criban un centenar de expedientes.
Los únicos datos que se tienen de Emmanuel los había facilitado John Pinchao, un policía que había compartido cautiverio con Clara Rojas y que logró fugarse este año. El crío habría nacido en julio de 2004 en condiciones deplorables. Su brazo se había fracturado en el parto y tenía marcas de leishmaniasis. Su llanto molestaba a los guerrilleros. A los pocos meses se lo habían arrebatado a su madre, que imploraba a gritos que se lo devolvieran. Su padre, de nombre Juan David y apodado Rigo, había sido castigado por la dirigencia de la guerrilla.
La descripción de Pinchao encajaba exactamente con el pequeño Juan David. "En ese momento comuniqué a la Cruz Roja nuestras sospechas, pero decidimos no hacer nada, puesto que Chávez insiste en que la liberación de los tres rehenes es inminente", cuenta vía telefónica el ministro de Defensa, Juan Manuel Santos.
El día 31, algunos medios publican que el Gobierno colombiano está boicoteando la operación. Uribe se enfurece y acude a Villavicencio. En el trayecto, una llamada de la fiscalía le alerta de que un hombre quiere sacar del orfanato al niño Juan David Gómez. "Eso terminó de cerrarnos el círculo", dice Juan Manuel Santos. Uribe se reúne con los delegados internacionales, encabezados por el ex presidente argentino Néstor Kirchner. Durante el encuentro, el ministro de Defensa recibe una nota. "Chávez está en televisión, anunciando que las FARC suspenden la entrega por culpa de las maniobras militares".
Es entonces cuando Uribe decide hacer pública la información. "Fue un contrapunteo mediático terrible, pero no podíamos callarnos", dice desde Bogotá Luis Carlos Restrepo, comisionado de Paz. Con los insultos de Chávez como telón de fondo, un equipo forense toma muestras genéticas a la madre y el hermano de Clara Rojas, que esperan angustiados en un hotel de Caracas. La secuencia de su ADN mitocondrial es la misma que la de Juan David.
José Crisanto es acogido en el programa de protección de testigos. En la aldea de El Retorno, a 25 kilómetros de San José del Guaviare, sus vecinos no dan crédito. "Se fue hace cuatro días, con su mujer y sus cinco hijos", explica Arcenio Argumero, presidente del concejo municipal. "La gente comenta que su hermano estaba en las FARC. Él era albañil, muy trabajador".
"Es muy posible que los altos mandos de las FARC creyeran que el niño estaba con ellos", comenta Luis Carlos Restrepo. "Crisanto lo llevó al hospital porque se le moría, pero no pensó que le retirarían la custodia. Quizás no dijo nada, por miedo. Luego intentan sacar al niño del sistema de protección social. Y sostienen la mentira hasta donde pueden. Creo que las FARC engañaron a Chávez. Él está ahora en una posición muy difícil".
Inasequible al desaliento, la guerrilla acusó ayer al Gobierno "de haber secuestrado a Emmanuel en Bogotá con el infeliz propósito de sabotear su entrega", informa Pilar Lozano.
El Gobierno colombiano se declara abierto a nuevas negociaciones, pero se muestra cauto. "No es la primera vez que las FARC prometen liberar a Clara Rojas", recuerda el ministro Santos. "En diciembre del año pasado, pidieron un corredor en el Valle del Cauca. Lo despejamos. Entraron dos delegados de Francia y Suiza para recogerla. Cuatro días después, la guerrilla dijo que era un malentendido".
El Gobierno esgrime un nutrido historial de fracasos para justificar su escepticismo. Desde hace 13 años, tres presidentes (Ernesto Samper, Andrés Pastrana y Álvaro Uribe) han intentado infructuosamente llegar a un acuerdo para el intercambio de rehenes. "Cuando quieren soltar secuestrados a cambio de rescates, lo hacen sin problemas. Pero con los 45 canjeables quieren territorio".
En esa categoría de rehenes las FARC incluyen a los políticos y miembros de las fuerzas de seguridad. Para negociar su liberación, la guerrilla exige el despeje de Florida y Pradera, dos municipios de 800 kilómetros cuadrados y 110.000 habitantes. El despeje significa la salida de las instituciones del Estado, desde la policía a los jueces. Ya hay antecedentes. Andrés Pastrana les cedió a las FARC, entre 1998 y 2002, un territorio del tamaño de Suiza en el departamento del Caguán. El "laboratorio de paz" se convirtió en un infierno para sus habitantes, y la guerrilla se fortaleció. "¿En qué país un Estado de derecho puede aceptar esto?", se pregunta el comisionado Restrepo. "¿Vamos a dejar a 110.000 rehenes más en manos de las FARC? Cada secuestro es un drama, pero no podemos aceptar el chantaje".
Emmanuel fue operado del brazo, y en estos dos años se ha recuperado de sus enfermedades. Su abuela Clara y su tío Iván no pueden esperar el momento de abrazarlo y cuidarlo hasta que regrese su madre.


Ver el reportaje del periódico El Tiempo, enero 5 de 2008; la historia de Emmanuel

EL TIEMPO reconstruye su corta vida, y revela apartes inéditos del testimonio que José Crisanto Gómez, el hombre que lo recibió, en el 2005, de manos de la guerrilla, dio a la Fiscalía.
"'Raúl Reyes' me lo confirmó verbal y físicamente, frente a mí, mirándome a los ojos".
El periodista Jorge Enrique Botero recordó así el día en que supo, por accidente, que Clara Rojas -secuestrada hace casi 6 años por las Farc- había tenido un hijo con un guerrillero y que el niño se llamaba Emmanuel.
La existencia del menor comenzó a circular en los primeros días de abril del 2006, cuando Botero promocionaba su libro 'Últimas noticias de la guerra'.
Allí narró cómo un guerrillero fue quien le habló por primera vez de Emmanuel, el primer niño en el país nacido secuestrado, cuya ubicación -realizada hace apenas 8 días, por unidades del CTI de la Fiscalía- tiene hoy literalmente contra la pared a la organización ilegal que lo proclama como hijo suyo.
Las propias Farc reconocieron el viernes, en un escueto y confuso comunicado, que el niño había sido entregado a una familia y que es el mismo que, bajo el nombre de Juan David Gómez Tapiero, está hoy en manos del ICBF.
Solo un puñado de funcionarios del más alto nivel del Gobierno conocen el paradero del niño, de 3 años y medio, que permanece custodiado por agentes en cubierta.
La primeras pruebas
Tras la versión de Botero, vinieron nuevos datos sueltos: que Emmanuel nació por cesárea en plena selva y sin las mejores condiciones médicas. Que Clara y el papá del bebé habían sido separados desde el embarazo...
Los primeros en reaccionar ante esta dramática historia fueron los familiares de la abogada secuestrada: Iván Rojas, su hermano, pidió que Botero que se retractara y congelara la venta del libro. Y Clara González de Rojas, madre de la abogada, rechazó que la versión se basara en "un rumor" sin mayores pruebas.
Pero esas pruebas empezaron a llegar un año después, el 28 de abril de 2007, con el intendente de la Policía John Frank Pinchao, quien tras fugarse de un campo de secuestrados de las Farc -en el que permaneció encadenado por 9 años- confirmó el nacimiento del bebé, al que había visto un par de veces.
Contó que a través de unos huecos en las paredes de tabla de un campamento al que fue llevado se dio cuenta del embarazo de Clara Rojas. Y agregó que el cuidado del bebé era similar al de un niño indígena y que guerrilleros y secuestrados le fabricaban la ropita.
'Gritaba que no se lo quitaran'
Pinchao también dijo que meses después del nacimiento, ocurrido en julio del 2004, se llevaron al pequeño y Clara clamaba por que se lo devolvieran: "Ella gritaba el nombre del niño y les pedía que se lo dejaran ver. La guerrilla no le ponía atención. Durante la caminata lo volvimos a ver, pero lo llevaba la guerrillera a la que llamaban 'Rosa'".
Del papá, dijo Pinchao, se comentaba que lo iban a matar. Hoy el CTI sabe que se llama Juan David, que su alias es 'Rigo' y que pertenece al frente 54 de las Farc.
Pinchao narró que "en los primeros meses un guerrillero que hacía las veces de enfermero, conocido como 'Guillermo', llevó al pequeño a su campamento y se lo mostró: era un niño blanquito que tuvo problemas al nacer". Según su relato, 'Guillermo' le puso una férula o yeso en uno de los brazos debido a una fractura que había sufrido durante el parto.
Testimonio clave
José Crisanto Gómez le aseguró al Fiscal 12 Antisecuestro que los problemas de salud del niño -afectado además por paludismo y leishmaniasis- obligaron a las Farc a entregárselo a él: "Lo llevaron a mi casa en la vereda La Paz, en el municipio de El Retorno (Guaviare) en donde mi suegro, un curandero, lo empezó a atender".
Gómez Tovar, oriundo de Ortega (Tolima), había ido a parar a La Paz para raspar coca. Sin embargo, con la entrega del bebé lo que halló fue más líos.
"No es de las Farc dejar que las guerrilleras tengan hijos, y cuando es demasiado tarde para abortar, al nacer los entregan a milicianos en las poblaciones más cercanas", dice un ex director del hospital de El Retorno.
Lo entregaron de meses
"Aquí traemos este niño para que le curen la picadura de pito y le arreglen el brazo", le dijeron a Gómez Tovar los guerrilleros.
El hombre, que se desempeña como albañil, le dijo a la Fiscalía que era visible la fractura y que tenía tres marcas por leishmaniasis, una de ellas en el pómulo derecho.
"Yo tenía cinco hijos en ese momento y vivía con mi esposa y a ella no le gustó nada (...) pero era una situación de que a mi, si me negaba, pues iba a tener problemas", dijo Gómez Tovar.
Según él, el niño tendría unos tres meses de nacido y aunque le habían dicho que regresarían al otro día con pañales y leche, "pasaron cuatro meses sin nada".
Después de ese tiempo regresaron los guerrilleros, vieron al niño y se dieron cuenta de que había mejorado un poco de salud. Dejaron un tarro de leche y pañales y se marcharon. Una de las guerrilleras que lo fue a ver dijo que era muy lindo y parecido a su padre, Juan David. Por eso fue registrado con ese nombre.
Las circunstancias en las que vivía Gómez Tovar no eran las mejores. "La situación económica del raspachín en El Retorno era muy crítica, incluso varias personas le colaborábamos con mercados para que subsistiera", aseguró a EL TIEMPO Jairo Martínez Bonilla, ex candidato a la Alcaldía de ese municipio.
Escape a El Retorno
Gómez Tovar se fue a ese municipio del Guaviare luego de que los guerrilleros le negaron el permiso para salir de La Paz.
"Según me contó -relata un amigo de José Crisanto- , él hizo la solicitud para salir porque uno de sus siete hijos tenía paludismo y el niño que le habían entregado también estaba muy enfermo".
Aunque al principio los dos infantes fueron atendidos mediante infusiones y emplastos elaborados con hojas de árboles, la salud de ambos menores empeoró.
"La desesperación que le producía el llanto de los niños hizo que, sin la autorización del grupo guerrillero, Gómez Tovar emprendiera con su familia el viaje hacia el casco urbano de El Retorno, sabiendo de antemano que no podía regresar", explica un funcionario de la Alcaldía de ese municipio.
"Contra viento y marea y contra la voluntad de ella (la esposa), alisté por ahí unos chiritos y cogimos una canoa y echamos todos los niños y me traje al niño que le decían 'pegui'. Al niño que me habían dado le decíamos 'pegui' por un personaje de la televisión", narra Gómez Tovar.
Después de un viaje de dos días y de pasar por un retén de la guerrilla, llegaron cerca a El Retorno.
José Crisanto se hospedó en una residencia, pero las malas condiciones que presentaban, especialmente el más pequeño de los niños, hicieron que una vecina denunciara el hecho ante la oficina municipal del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar.
"No tenían ropa, estaban muy pálidos y no paraban de llorar", dice una señora que afirma haber visto a la familia recién llegada.
Tras su arribo al pueblo, el campesino apenas tuvo cuatro días en su poder a Emmanuel, pues luego de su ingreso al hospital local fue remitido a San José del Guaviare, el 15 de junio del 2005. Allí, un juez de familia se lo quitó.
Gómez Tovar contó que estando en el hospital de San José del Guaviare, un hombre que se identificó como integrante del séptimo frente de las Farc lo amenazó y le dijo que se hiciera pasar como familiar para sacar al bebé del centro médico.
Entonces fue cuando dijo ser el tío abuelo del niño, a quien llamó Juan David Gómez Tapiero.
También afirmó que su madre era Martha Gómez Tapiero, de 22 años, y que ella había desaparecido ocho meses atrás. En su declaración, Gómez Tovar aceptó que había inventado el nombre de la supuesta mamá basándose en el de una sobrina.
Fue este el momento cuando las Farc perdieron el rastro de Emmanuel.
Cuatro meses después volvieron a llamar a Gómez Tovar para preguntar por Emmanuel y él les mintió diciendo que lo tenía una hermana en Bogotá, "que se le estaba haciendo todo el tratamiento que, incluso, yo la llamaba a ella cada quince días (...) pero nunca me dijeron 'usted necesita plata' (...) jamás, ellos desentendidos", narró.
Hace tres meses el comandante 'Jerónimo' le dijo que necesitaba hablar con él sobre el niño y amenazó a toda su familia si no le daba razón del bebé.
A mediados de diciembre pasado, las amenazas fueron más directas, ordenándole que devolviera al niño y le dieron un ultimátum hasta el 30 de diciembre para devolverlo.
En medio de su desesperación, Gómez Tovar fue a la Fiscalía y no lo escucharon, según narra, "porque ya no había atención". Y en la Sijín le indicaron que ellos no recibían denuncias.
Su salida fue llamar a un amigo que lo contactó con el Defensor del Pueblo de San José del Guaviare y el Personero de El Retorno, quienes ayudaron para que las autoridades le brindaran seguridad.
Luego se dio su traslado y el de su familia a Bogotá.
'En la noche llama a su mamá'
En una rueda de prensa del 31 de diciembre pasado, el presidente Álvaro Uribe y el alto comisionado para la Paz, Luis Carlos Restrepo, contaron lo que sucedió mientras el niño estuvo al cuidado de las autoridades.
Juan David, como era conocido en ese momento, salió del hospital el 27 de enero del 2005. Al siguiente día ingresó al Bienestar Familiar teniendo en cuenta el reporte que había realizado la trabajadora social del Hospital Regional de San José del Guaviare.
"De acuerdo con el diagnóstico de maltrato, negligencia y abandono del menor de edad. Lo mantienen encerrado, solo y no le daban de comer ni de beber", reportó entonces la funcionaria.
Los médicos agregaron a ese concepto que Emmanuel presentaba desnutrición, paludismo, enfermedad diarreica aguda, leishmaniasis, fractura de húmero y abandono.
El 26 de julio del 2005 se emitió la resolución para decretar la situación de peligro del menor y al otro día se aprobó su traslado a Bogotá, a un hogar sustituto del Bienestar Familiar.
El 31 de octubre de ese año le practicaron una cirugía en el Instituto de Ortopedia Infantil Roosevelt para corregirle la fractura en el húmero izquierdo.
Y bajo el cuidado de una madre sustituta se han tenido en cuenta los comportamientos del menor: "El niño es de buen apetito, tolera adecuadamente todos los alimentos, acostumbra a bañarlo una vez al día, disfruta el contacto con el agua, durante la noche suele despertarse, llamar a la mamá y volver a dormirse".
A pesar de que el niño se encuentra alerta, que pronuncia algunas palabras como 'mamá' y sílabas sueltas, que se muestra activo y con actitud de exploración del medio que le rodea, presenta retardo en su desarrollo psicomotor.
En la actualidad, "el niño se encuentra en buen estado de salud, con un desarrollo psicosocial adecuado para su edad, con valoraciones médica y nutricionales conforme a su proceso de desarrollo".
La rueda de prensa de Uribe, Restrepo y la plana mayor de las Fuerzas Militares, en el último día del 2007, marcó el final de tres días en los que la Cruz Roja y delegados internacionales, liderados por Hugo Chávez, esperaron en Colombia, sin éxito, las coordenadas de las Farc para rescatar a los tres rehenes.
Ahora, con la confirmación de que el ADN del niño es compatible con el de la familia Rojas y el comunicado de las Farc aceptando que sí es Emmanuel -quien hoy domingo tiene tres años, cinco meses y 17 días-, lo que resta es que el bebé esté con sus familiares, lo cual podría suceder en las próximas dos semanas.
Investigación de filigrana
El 28 de diciembre el CTI recibió la grabación de una llamada hecha al Gaula, en la que un hombre advertía que un niño de San José del Guaviare iba a ser sacado ilegalmente del ICBF en Bogotá. Juan David fue ubicado y vino una segunda llamada que lo relacionó con el caso de Emmanuel: que no iba a ser entregado porque estaba en manos del ICBF. El fiscal Mario Iguarán, y la jefe del CTI, Marilú Méndez, tomaron el caso y le avisaron al presidente Uribe. Allí se inició una rigurosa indagación judicial.
15 días para ser un Rojas
En dos semanas Clara de Rojas, abuela del pequeño Emmanuel, podría tener las custodia temporal del niño y así poner fin a la larga espera por conocer a su nieto.
Elvira Forero, directora del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF) , afirmó que el procedimiento para que Emmanuel se quede con los Rojas es "sencillo y se adelantará desde la próxima semana" con la familia verdadera del menor. "Vamos a sentarnos a trabajar con doña Clara para empezar con el proceso de desarrollo sicosocial", señala.
La funcionaria agregó que Emmanuel es un niño "feliz, dulce y amoroso" y que debido a su temprana edad aún no tiene conciencia de lo que le ha sucedido. El sitio donde se encuentra el menor no fue revelado y su imagen y características físicas serán conocidas por el país previa autorización de la familia Rojas.
Para la expedición del registro civil es necesario interponer una acción ante un juez de menores. En poco tiempo, Emmanuel adoptaría el apellido Rojas.
Con reportería de Jhon Alfonso Moreno C., enviado especial a El Retorno (Guaviare

El siglo del apocalipsis


El siglo del apocalipsis/Reyes Mate, filósofo e investigador
Publicado en EL PERIÓDICO, 03/01/2008;
Asociamos apocalipsis a final del tiempo, es decir, a la idea de que el mundo tiene una fecha de caducidad. Los primeros cristianos estaban tan convencidos de la vuelta del Mesías y, con ello, del final de la historia, que suspendieron todas las actividades y se dedicaron a mirar al cielo, por si aparecía alguna señal.Pero el Mesías se hacía esperar y este mundo seguía a su aire, sin dar señales de agotamiento. Los sabios religiosos tuvieron entonces que hacer un ajuste: lo que era finito era el tiempo del hombre y lo que el hombre tenía que hacer en vida era instalarse en este mundo, que iba para largo, y “rezar para que se dilatara el final”, tal y como pedía Tertuliano.Lo que le ha quedado al hombre moderno, secularizado, de este trasfondo religioso es, primero, que este mundo es inagotable y, segundo, que vamos poco a poco hacia mejor. Es inagotable porque siempre hay tiempo a disposición y, también, recursos naturales para el desarrollo; va triunfalmente hacia mejor porque el hombre tiene en su razón la capacidad para corregir los posibles errores y así enderezar el rumbo: si esquilma por avaricia los océanos, tiene ingenio para abrir piscifactorías; si se le agotan los bosques por el abuso del papel, recicla el usado; si le falta agua dulce por el cambio climático, desala el agua del mar, y así con todo.
LA PRUEBA más a mano de que podemos gastar tiempo porque es un bien inagotable y que no hay peligro de que se acabe, es cómo celebramos el final del año natural. Nadie llega al 31 de diciembre con el pesar de que le ha vencido un plazo. Se sabe que todo va a seguir igual. Lo que se festeja es que la vida siga igual, que no haya sobresaltos, que nada se acabe. De este sentido realista se contagió hasta el mismísimo Talmud judío. “El Mesías”, dice en algún momento, “no viene a interrumpir el tiempo, sino a cambiarle un poquito”.
Pero algo radical está cambiando en este siglo XXI que entró como una mansa prolongación del XX. No han pasado ni dos lustros y ya tenemos interiorizado que los recursos naturales, empezando por los energéticos, son escasos; que hay daños al planeta que son irreparables: cada día desaparecen unas cuarenta especies animales y vegetales y en 13 años hemos hecho más daño a la Amazonia que en tres siglos. Para poner fin al tiempo del mundo, no necesitamos que venga el Mesías, nos bastamos los humanos. Hay países pobres que tienen bodegas llenas de bombas con las que hacer saltar el globo; y, países ricos dispuestos a hacer uso de ellas si alguien cuestiona su poder. Pero no hay necesidad de ponernos tan solemnes. Basta sencillamente con que el tren de vida en el que nos hemos montado los países ricos se extienda a China y la India para que el planeta reviente. Dice Umberto Eco que si a los chinos les da por usar el papel higiénico, los bosques de la Amazonia acabarían en una generación. Occidente se siente orgulloso porque gracias a la expansión planetaria de la técnica ha universalizado su modelo de vida y de desarrollo. El problema es que no hay para todos. Occidente puede morir de éxito porque incluso aceptando que su modelo de vida sea bueno, no da para tantos. Hace unas fechas, el diario Le Monde titulaba así un informe de la ONU sobre el estado del mundo: Planeta agotado, progreso amenazado.
De una manera discreta está volviendo la mentalidad apocalíptica, aunque no hablemos de ello ni nos atrevamos a reconocerlo porque todavía reservamos ese adjetivo a lo catastrófico y no a la simple constatación de los límites del mundo. En los balances de año que se ofrecen en los medios estos días, algunos periodistas califican o, mejor, descalifican por apocalípticos los augurios del PP sobre la disolución de España a propósito del Estatuto de Catalunya o de la política antiterrorista de Zapatero. Como la catástrofe no ha tenido lugar y ahí sigue España, que ni rota ni roja, el comentarista lanza un suspiro de alivio por haberse ahorrado los quebrantos apocalípticos.
NO DEBERÍAMOS seguir el juego a ese uso del lenguaje que identifica apocalipsis con desastre, porque ese juego nos priva de un arma poderosa para luchar contra él. Decía Hölderlin que “cuando aumenta el peligro, crece la salvación”. Lo que nos puede salvar es la conciencia del peligro que corremos. Y el peligro letal no consiste en que un loco pueda activar un buen día el arsenal atómico (ese peligro es el más controlado porque somos muy conscientes de lo que significa), sino en este alegre modo de vivir y de gastar, que llamamos educadamente consumismo, pero que es un expolio a la naturaleza y a la humanidad. El peligro es ignorar que todo es escaso: el tiempo, los recursos naturales, las posibilidades de la razón y el alcance de la buena voluntad.Si la mentalidad apocalíptica avanza podríamos encontrarnos con que el próximo informe de la ONU se titulara así: Al planeta Tierra le quedan X años de vida. No sería una mala noticia. Por fin habríamos asumido el mensaje que la apocalíptica trajo al mundo: a saber, el anuncio de su fragilidad. Hay que tratar al mundo como al hombre. Si en un tiempo pudimos cargar el coste del progreso sobre la sobreexplotación de la naturaleza, eso ya no podemos permitírnoslo, porque es como cortar la rama del árbol que nos sostiene.

Camboya

Camboya: enfrentarse al pasado/Por William R. Polk
Publicado en LA VANGUARDIA, 02/01/08;
Camboya es el enigma de Asia. Según su pasado reciente, debería ser una sociedad herida, sacudida por los odios, asolada por los conflictos y empobrecida por años de guerra. Sin embargo, nada de eso parece caracterizar al país hoy. Por tanto, la pregunta a la que se enfrenta el visitante es cómo ha logrado ese país renacer de una de las experiencias más espantosas de los tiempos modernos.
Tal como define un informe oficial del Gobierno el mandato de los jemeres rojos, “Kampuchea Democrática fue una de las peores tragedias del siglo XX”. “El régimen acabó con casi dos millones de vidas y dejó tras de sí a decenas de miles de viudas y huérfanos”, indica. Lo primero que se le cuenta al visitante, como me dijo el ministro de Exteriores, Ouch Borith, es el horror que tuvieron que padecer los camboyanos. Casi todo el mundo perdió un progenitor, un hermano o un hijo. Murió uno de cada cuatro habitantes. Es decir, Pol Pot, el jefe supremo de los jemeres rojos, mató proporcionalmente a más personas que Hitler y bajo su tutela el régimen dirigió un campo de exterminio que se puede parangonar con Auschwitz.
La cárcel de Tuol Sleng fue una escuela reconvertida en centro de tortura y ejecuciones en la que entraron 14.000 hombres, mujeres y niños, de los que sólo 12 sobrevivieron. Sólo llegar, el prisionero era fotografiado, interrogado bajo tortura y obligado a redactar una confesión. Se conservan más de 4.000 legajos con confesiones. Constituyen muchas veces una lectura absurda, pues los prisioneros confiesan actos que no era posible que hubieran cometido. Un ex comisario político admitió trabajar para la CIA y para el principal enemigo de Estados Unidos, los comunistas del Viet Minh.
Por ridícula que parezca la acusación, encaja dentro de la mitología de los jemeres rojos, quienes, tras haber sido guiados, subvencionados y eclipsados por sus homólogos comunistas vietnamitas, llegaron a aborrecerlos y acabaron luchando contra ellos. El actual primer ministro de Camboya logró sobrevivir a esta relación de amor y odio. Hun Sen era un destacado miembro de los jemeres rojos al mando de una unidad en la frontera vietnamita de enlace con el Viet Minh. A medida que Pol Pot se fue volviendo cada vez más paranoico, empezó a purgar a todos cuantos le resultaban sospechosos de simpatías provietnamitas. Al parecer, Hun Sen se dio cuenta de que su vida corría verdadero peligro y se pasó a los vietnamitas. Cuando en 1979 estalló la guerra entre los dos países y los vietnamitas expulsaron a los jemeres rojos de la mayor parte de Camboya, Hun Sen apareció como jefe del Estado reconstituido y se hizo con el poder en los años ochenta. Y aún lo ocupa. Mientras tanto, Pol Pot y sus partidarios se retiraron al norte. Muchos pensaron que serían ejecutados si los capturaban. Sin embargo, se fueron rindiendo uno tras otro. De modo sorprendente, a ninguno se le hizo nada. Incluso Pol Pot murió siendo un hombre libre una década después de ser derrocado; por su parte, el hombre que dirigió Tuol Sleng ha vivido una lujosa y plácida existencia a poca distancia de la cárcel hasta su detención a mediados de noviembre.
Hasta esa fecha, Camboya se había mostrado reacia a cooperar con el tribunal de la ONU que intentaba juzgar por genocidio únicamente a los tres máximos dirigentes de los jemeres rojos. Las investigaciones preliminares se han prolongado por décadas, pero distan mucho de haber concluido. El director de la cárcel de Tuol Sleng está incluso negociando una petición de libertad bajo fianza. Como los otros dos antiguos dirigentes, ha proclamado su ignorancia acerca de lo que sucedía en los campos de la muerte y las cárceles. Da la impresión de que 1,7 millon
es de camboyanos fueron asesinados por un solo hombre, el ya fallecido Pol Pot.
Todas las personas con las que me encontré habían perdido un familiar cercano o habían padecido ellas mismas hambre o malos tratos. “¿Cómo - pregunté- se pudo desatar tanto odio?”. Todos los observadores creen que la furia de la revolución surgió en parte de la arraigada envidia sentida por los campesinos tradicionales y pobres por la población urbana afrancesada y relativamente próspera. Pol Pot creyó que dirigía una purga gigantesca para purificar el país de las influencias extranjeras y el capitalismo. Para realizar semejante tarea, no tuvo reparos en destruir la sociedad.
¿Y cómo se ha disipado esa furia? Según ha explicado el ministro Ouch Borith, la poca disposición de su gobierno para perseguir a los jemeres rojos nace de los principios budistas de perdón y del deseo de alcanzar la reconciliación nacional. La mayor parte de los camboyanos ha nacido después de los tenebrosos días de los jemeres rojos. El país es hoy mucho más próspero y las influencias extranjeras son bien recibidas, en especial los turistas. Sin embargo, el Gobierno no desea que los camboyanos olviden lo ocurrido.
Por ello, ha convertido la cárcel de Tuol Sleng en un museo del genocidio.
Los espantosos instrumentos de tortura, los grilletes, las minúsculas celdas se muestran junto con centenares de fotografías de quienes murieron en ese lugar, incluidos niños de pecho junto con sus madres. Todo eso debe de parecer una especie de cuento fabuloso a la mayoría de los visitantes. Para mí, la paradoja última de Camboya fue un cartel que pedía a los visitantes de Tuol Sleng que mostraran respeto y no se rieran de lo que ahí veían.

La opinión de Goytisolo

Los amigos y los incondicionales/JUAN GOYTISOLO
Publicado en El País, 06/01/2008;
Yo nunca critico a mis enemigos porque a lo mejor aprenden", solía decir con ironía el cineasta Néstor Almendros y, al dar por supuesto que señalar a los amigos sus defectos y errores constituye a contrariis una prueba de afecto, el autor de Conducta impropia expresaba una gran verdad. En el campo político, por poner un ejemplo, la crítica útil a las causas que apoyamos no puede ser incondicional ni maniquea. A diferencia de los patriotas y exclusivistas de toda laya -aferrados a la intangibilidad de su credo religioso, nacionalista o ideológico-, el intelectual no debe ver ni pintar las cosas en blanco y negro. La lucha contra la opresión e injusticia que algunos Estados poderosos imponen a naciones y a pueblos enteros ha de acompañarse, para ser eficaz, con un análisis justo de la situación y de los problemas de aquellos a quienes defendemos.
Digo esto a propósito del mundo árabe y de sus autoproclamados amigos. Los males que afectan al arco de países que se extiende del Atlántico al golfo Pérsico están a la vista de todos: corrupción, despotismo, desigualdades brutales (léase el excelente artículo de Ángeles Espinosa "Países ricos, trabajadores esclavos", en EL PAÍS del 13-12-2007), libertades precarias, desamparo social y legal de la mujer, escaso respeto de los derechos humanos más elementales. No mido, claro está, a todos los Estados con el mismo rasero: existen entre ellos diferencias significativas. Apunto a un déficit jurídico y político que afecta al conjunto de las sociedades araboislámicas y que obstaculiza el paso de la tradicional condición de súbdito al pleno estatus de ciudadano, con todo el potencial de creatividad que ello implica. Sólo así puede explicarse el escaso peso político a escala mundial de unos Estados casi siempre reñidos entre sí -y pese a los inmensos beneficios que procuran el gas y el petróleo a algunos de ellos-, más preocupados por el frente interior -el descontento de sus propios pueblos- que por el "enemigo sionista" que dicen combatir en sus altisonantes programas.
La crítica amiga de la que hablo debería analizar, como hizo Edward Said, tales carencias y fracasos en vez de ocultarlos en nombre de una mal entendida solidaridad. Achacar la exclusiva responsabilidad de éstos al arrogante y desastroso unilateralismo de Bush y a la brutal colonización israelí de los territorios ocupados de Palestina, no ayuda a las víctimas de estos atropellos: contribuye a perpetuar su frustración y desdicha bajo unos Gobiernos que no han elegido y cuya carga soportan con sorda impaciencia u obligada resignación. La religión es entonces su único refugio y consuelo.
Recuerdo que en el curso de un encuentro organizado hace unos 20 años en torno al tema de "El intelectual y la lucha por la democracia en el mundo árabe", la crítica implacable de un exiliado iraquí al régimen de Sadam Husein le valió la acusación airada de un arabista de "haber roto la unión sagrada de los pueblos árabes contra Israel". Algo así, como si en un foro similar sobre los problemas y males endémicos de la democracia en Hispanoamérica, la denuncia por un ponente de los crímenes de Pinochet hubiera sido tildada de "divisionista" por quebrar el presunto frente de los países de habla española contra el imperialismo norteamericano.
La pregunta que acudió a mis labios, de si los iraquíes no tenían el mismo derecho que los chilenos a un régimen decente, justo y democrático era de difícil respuesta.
Si Sadam Husein cayó para ceder paso al caos y a la guerra civil provocados por la invasión estadounidense, el despotismo que encarnaba, revestido o no con el manto de la religión, no se diferencia gran cosa del que impera hoy, con mayor o menor crueldad, en algunos Estados árabes. Aunque la praxis política no pueda regirse tan sólo por principios éticos, y por una serie de razones de orden económico y estratégico sea necesario negociar con Gobiernos que vulneran sistemáticamente los derechos humanos -desde la Rusia de Putin a la Cuba de Castro, pasando por China, Sudán, Guinea Ecuatorial y un largo etcétera-, ni la sociedad civil ni los intelectuales, periodistas y escritores tienen por qué rendirse a un pragmatismo que ignora aquéllos y que, como en el caso de Sarkozy, convierte su alegato a favor de los principios éticos en un bochornoso ejercicio de cinismo.
La visita del Hermano Guía libio al presidente francés -tan ducho como él en el arte de atraer la luz de los focos y de ofrecerse a sí mismo en espectáculo-, nos procuró recientemente una sucesión de excentricidades, payasadas y desplantes que indignaron a la gente seria y brindaron ocasiones de reír a quienes disfrutamos del sentido del humor. ¿Qué menos podía pedirse tras la llegada del líder, primero a Lisboa luego a París y por fin a Madrid, con toda la parafernalia condigna a la magnitud del acontecimiento?
La tradición de beduina y la autenticidad del ceremonial de acogida habrían salido reforzadas no obstante si el Hermano Guía y su séquito hubiesen cubierto el trayecto desde su país a las capitales europeas que visitó a lomos de camello en vez de incurrir en el flagrante anacronismo de hacerlo por los aires (¡y no en la alfombra mágica de Sahrazad sino en una flotilla de aeronaves gigantes producto de la industria, no sé si europea o estadounidense!).
¡Imagino el asombro y entusiasmo del público arremolinado en los Campos Elíseos ante la llegada de los camelleros con sus jaimas portátiles después de tan largo y agotador recorrido! ¿No citaba Lawrence de Arabia el refrán beduino de "viajar es victoria"?
Vuelvo al comienzo de estas líneas: los verdaderos amigos de los pueblos árabes no deben limitarse a condenar el apartheid israelí en Cisjordania, el asedio inhumano de Gaza y la guerra ilegal de Irak que convierten en un polvorín a todo Oriente Próximo sino presionar también a través de una diplomacia más activa, a los regímenes que los oprimen, asumiendo la defensa de quienes, dentro y fuera de sus países, luchan valientemente por la consecución de unos derechos y leyes similares a los nuestros. La crítica amiga exige ecuanimidad y lucidez. Todo lo contrario del inane y a veces ridículo ejercicio de propaganda. Los organizadores de la próxima reunión de la Alianza de Civilizaciones -que yo prefiero llamar Alianza de Valores- han de tomarlo en cuenta so pena de naufragar en la retórica y el lenguaje estereotipado.

La opinión de Arnaldo Córdova

El amparo de los intelectuales/Arnaldo Córdova
Publicado en La Jornada, 6/01/2008;
A Carmen Aristegui, con mi solidaridad
El amparo es una institución típicamente mexicana, ideada por dos insignes juristas y constitucionalistas, don Manuel Crecencio Rejón y don Mariano Otero, el uno yucateco y el otro jalisciense, cuya esencia consiste en proteger a los individuos y aun a las instituciones contra la aplicación de una ley que pueda violar los principios constitucionales de garantías de las personas y de los bienes, o contra actos de autoridad que puedan llevar a la misma situación. Don Emilio Rabasa ponderaba nuestro amparo por sobre el habeas corpus anglosajón porque era más protector y efectivo en la defensa de los individuos en contra del abuso del poder.
Rejón prevenía que un abuso del amparo podía llevar a la paralización de los poderes públicos. Otero eliminó el peligro al proponer que toda resolución sobre un acto reclamado no se pronunciaría sobre la ley impugnada ni sobre la autoridad responsable del acto. A eso se le ha dado en llamar “fórmula Otero”. El amparo pierde sus ventajas frente al habeas corpus porque en el sistema norteamericano cualquier juez es un intérprete de la Constitución y entre nosotros no. Sin la “fórmula Otero” cualquier juez que se pronunciara en favor de un quejoso bien podría neutralizar la ley impugnada y someter a causa a la autoridad responsable.
Tanto Rejón como Otero, empero, dejaron en claro que el amparo era no sólo para proteger a las personas, sino a la propia Carta Magna. Siempre habrá leyes o actos de autoridad que violen los principios fundamentales de la Constitución. Nuestro actual artículo 103 constitucional fija los casos: contra leyes o actos de autoridad que violen las garantías individuales; contra leyes o actos de autoridad federal que vulneren o restrinjan la soberanía de los estados o del Distrito Federal; contra leyes o actos de autoridad de estados o del Distritos Federal que invadan la esfera de competencia de la Federación.
En alguna ocasión le oí decir al maestro Felipe Tena Ramírez que las declaraciones de libertades individuales y sociales en la Carta Magna tenían por fuerza que ser absolutas y no admitir excepciones. Pero todos sabemos que los absolutos no pueden darse en la vida práctica regida por el derecho y siempre habrá que imponer límites.
Ahora bien, escuché razonar a Tena Ramírez, si debe imponerse una limitación al absolutismo de las declaraciones ésa sólo la puede establecer la misma Constitución. Por eso aparece a veces que nuestro máximo código político se contradice, cuando en realidad se autoequilibra, de modo que sus instituciones no resulten totalmente inaplicables.
Otro gran maestro constitucionalista, don Ignacio Burgoa, sostenía que la Constitución es la última verdad jurídica y sobre ella no hay nada más. Él era enemigo de que se cambiara la Constitución y decía que debía obedecerse tal como estaba. Amparase contra ella o contra disposiciones que aparentemente están en contradicción con otras en su cuerpo es un absurdo.
De acuerdo con Tena, podría decirse que el artículo 41 en materia electoral limita y precisa las libertades que estatuye el artículo sexto. La libertad, aunque lo parezca, no puede ser absoluta y, para ejercerla, tiene sus límites. Las razones que da el nuevo artículo 41 es que la riqueza no puede convertirse en factor para hacer más libres a unos que a otros en las elecciones. Tan sencillo como eso, y son tan soberanos el sexto como el 41.
En una mesa redonda en la Facultad de Derecho, a la que asistí hace unos 20 años, alguien preguntó a Burgoa, quien era ponente, cómo podía uno defenderse de una disposición arbitraria de la Constitución. Irritadísimo, Burgoa le espetó: “Uno se defiende en amparo contra leyes injustas o actos injustos de autoridad, con base en la Constitución. ¿Con base en qué se va usted a defender contra la Constitución: con base en el derecho natural que no está legislado o con base en la voluntad de Dios que le dio a usted sus derechos?”
Todo lo anterior podría servir para entender lo absurdo de los argumentos de un grupo de intelectuales que hace unas semanas interpusieron un amparo en contra de las reformas constitucionales en materia electoral. El miércoles pasado, en Reforma, Jorge G. Castañeda y Sergio Sarmiento arremetieron en defensa de su amparo. Castañeda no sabe decir otra cosa sino que todo está, en lo electoral, en manos de los partidos y que a los pobres ciudadanos se les deja indefensos. ¿Cuándo entenderá Jorge que cualquier ciudadano puede ingresar o fundar un partido y luchar por lo que estima necesario, y que no hay otro medio para intervenir en la política? Sarmiento, por su parte, alega la contradicción mencionada entre el artículo sexto y el nuevo 41. ¿Qué podemos hacer contra el 41 sino alegar lo que estipula el sexto?, parece preguntarse Sarmiento.
Que la Constitución puede resultar injusta en algunas de sus instituciones, ni duda cabe. Es obra humana y, como tal, imperfecta. Sarmiento lamenta el sistema de Constituyente Permanente, como equivocadamente lo llamó Tena, o Poder Revisor de la Constitución, como acertadamente lo llamó el maestro Mario de la Cueva, y llega a decir que no se siente representado por la mayoría calificada que aprueba las reformas en el Congreso de la Unión. ¿Por qué Sarmiento no insiste en la propuesta que leyó a nombre de las televisoras para que se establezca el referéndum y sea la ciudadanía la que convalide los cambios que deben hacerse a la Carta Magna? Yo estaría de acuerdo y siempre lo he propuesto.
El amparo de los intelectuales en mención no procederá y sobran las razones para preverlo. Hay, además, un valladar insalvable: el artículo 73, fracción VII, de la Ley de Amparo establece que ese recurso es improcedente “contra resoluciones o declaraciones de los organismos y autoridades en materia electoral”, disposición que ha sido ratificada reiteradamente por la Suprema Corte. Y eso se refiere sólo a leyes o actos de autoridad. A mi no me escandaliza que un juez federal de Tamaulipas haya dado entrada a un amparo semejante. La causal de notoria improcedencia, en mi criterio, debería eliminarse, pues un juez debe siempre escuchar los alegatos de un quejoso. Pero ese mismo amparo no va a proceder, por lo mismo, por notoriamente improcedente.
No deja de asombrarme que el promotor de esta iniciativa sea nada más ni nada menos que mi viejo amigo Federico Reyes Heroles, según lo han ventaneado Castañeda y Sarmiento. Y no dejo de preguntarme qué intereses hay escondidos detrás. En política la inocencia es un pecado capital.
Castañeda cita a Joel Ortega Juárez, a quien alaba por haberle iluminado con la idea de que la reforma no sólo afecta a los ricos, sino también a los pobres. A mi viejo conocido Joel quisiera preguntarle si un pobre puede tener suficiente dinero para pagarse un minuto de transmisión en televisión o un desplegado de media plana en un periódico. Si lo tiene, entonces no es pobre. ¿A qué intereses responden esos intelectuales?