
¡ARDE LA CASA!/Sergio García Ramírez*
El Universal, 29 de agosto de 2020
El incendio comienza con llamas ligeras. Crecen cuando el pirómano alimenta el fuego. Si no lo sofocamos, consumirá la morada. Ahora se trata del fuego que destruye nuestra casa, nada menos.
Elevamos clamores, pero no atraemos las nubes que apagarían el incendio. No se oye la voz potente de los juristas, tan alta como debiera. Ni se observa la alarma del pueblo, cuyo porvenir está en riesgo. Mientras tanto ¡arde la casa!