1 ene 2008

Tonos de la identidad

Tonos de la identidad europea/Tahar Ben Jelloun, escritor. Premio Goncourt 1987.
Publicado en LA VANGUARDIA. 31/12/07):
Traducción: José María Puig de la Bellacasa.
Steven Patrick Morrissey, de ascendencia irlandesa y ex cantante del grupo The Smiths, está muy disgustado. En realidad se halla tan irritado que ha manifestado que difícilmente consideraría plausible la idea de volver a vivir en Inglaterra. Los cantantes suelen ser dueños de un ego importante. El éxito se les sube a la cabeza, cosa que les permite decir y hacer lo que sea. Sin embargo, en este caso no se ha tratado del fallo de un técnico o una crítica negativa en un medio de comunicación. No, en este caso Morrissey muestra su enfado porque la identidad británica se ve amenazada de desaparición. Acaba de declarar a la revista inglesa New Musical Express (NME) que “Inglaterra está inundada de extranjeros. Se ha convertido en un país que menosprecia y amarga la vida a la gente (…). Cuanto más aumenta la afluencia de extranjeros a Inglaterra, más se desvanece la identidad británica”. Inquietante, ¿no?
En un reportaje emitido por la televisión francesa, una mujer, burguesa, con abrigo de visón, ha exteriorizado su irritación contra la actual ministra de Justicia francesa, Rachida Dati: “¡Que se vaya! ¡No tiene más que volver a su país!”. Cabe recordar que Dati es francesa, hija de inmigrados - de padre marroquí, albañil, y madre argelina-. Pero para algunas personas sigue siendo una inmigrada, una extranjera.
Un partidario de la extrema derecha francesa ha dicho que con todos esos jugadores negros, la selección nacional no es francesa. Y así podríamos seguir citando las reacciones a menudo epidérmicas ante las transformaciones palpables y evidentes del paisaje humano europeo, que constituyen un hecho innegable.
La naturaleza y aspecto de Gran Bretaña, Francia - Italia y España se hallan en camino- están cambiando. La civilización judeocristiana de piel blanca ha abierto sus puertas. Ya no se compone exclusivamente de europeos de varias generaciones.
Este hecho plantea el problema de la identidad. ¿Cómo definirla? ¿Qué significa ser europeo hoy? La afluencia creciente de inmigrados de países no europeos como los de África y en concreto el Magreb o los de Asia transforma y trastorna la vida diaria de los ciudadanos europeos que convivían tranquilamente entre sí. Pero esta Europa rica y blanca, que goza de buena salud económica, necesita mano de obra para que sus fábricas y talleres funcionen y ha tenido que recurrir a millones de extranjeros para que su economía funcionara y pudiera mantener el tren de vida anterior. Sucede, únicamente, que tales extranjeros son hombres y mujeres que tienen hijos, hijos nacidos en suelo europeo, poseedores de un documento de identidad europeo y nombre extranjero. Van al colegio, crecen, estudian e incluso llegan a abrirse camino y prosperar. Alguno como mi amigo Fouad Allam es diputado parlamentario italiano. Otros - tan escasos…- han accedido ¡a la responsabilidad ministerial, como Fadila Laanan, de origen marroquí, nombrada ministra de la Cultura y el Audiovisual en la Bélgica francófona, o Rachida Dati, ministra de Justicia en Francia, aunque no ministra de la inmigración o de cualquier ámbito susceptible de recordar sus orígenes! El rasgo de genio de Nicolas Sarkozy consiste en haber sorprendido a todos haciendo lo que la izquierda nunca se ha atrevido a hacer: confiar un ministerio importante a una mujer joven hija de padres magrebíes. Rachida Dati tiene en su haber una trayectoria de luchadora. Se ha formado y esforzado por encontrar su sitio, pero el factor que más la ha ayudado ha sido su determinación para salir adelante.
En 1994 escribí una pequeña novela, Nadia (Les raisins de la galère en francés), que relata la historia de la hija de unos inmigrantes argelinos deseosa de asumir su nacionalidad e identidad francesa. Lucha y se opone a todos los prejuicios para mostrar que cuando se posee la voluntad de triunfar, se puede triunfar. Hablo de esta novela porque un allegado de Rachida Dati me lo ha recordado. Indudablemente, la literatura proporciona esas dotes visionarias, pero confieso que no me hacía falta ser brujo o mago para adivinar que un día una hija de inmigrados se convertiría en ministra. Hay que afirmar que en Francia se trata de un caso raro y especial, y con frecuencia el hecho de nombrar personas de origen extranjero para ejercer cargos políticos se ha considerado una coartada, un símbolo. Porque la identidad francesa es tan valiosa y preciada como la inglesa. No pertenece a ella el primer llegado.
Los disturbios de las barriadas francesas en octubre del 2005 y noviembre del 2007 han sido expresión-manifestación de un sentimiento de cólera porque Francia no admite a esos cientos de miles de jóvenes nacidos en su suelo de padres inmigrados. “Es un problema de identidad”, dijo Jacques Chirac. Él comprendió las raíces del malestar, pero ¿por qué no hizo nada durante sus doce años de presidencia? ¿Por qué ni él ni su predecesor - por añadidura socialista-, François Mitterrand? A esta identidad de piel morena, a veces negra, le resulta difícil abrirse paso en las mentalidades occidentales.
Pero entonces, ¿en qué consiste la identidad europea? ¿De qué se compone? ¿A qué se parece?
A los escritores no les gusta esta noción de identidad. Quienes mejor lo han expresado son dos gigantes de la literatura del siglo XX: Fernando Pessoa y Jorge Luis Borges. Para demostrar que un escritor carece de identidad - como no sea la de la literatura y la imaginación- han multiplicado el yo y han firmado textos con distintos seudónimos (en especial Pessoa).
Suelen pedirme que responda a la pregunta: “¿Es usted un escritor marroquí o francés?”. ¡Eso compete a la policía! A la gente le gusta situarle a uno.
La noción de identidad implica una relación con otra persona. Un psicoanalista me dijo el otro día que un bebé construye la angustia a partir de lo extraño; es decir, rechaza el olor de otra persona pues sólo tolera el olor de la leche materna. La relación con lo no familiar se construye a partir del octavo mes. Ello significa que la noción de identidad se forma muy pronto y sólo tiene sentido en un contexto donde viven otras personas. Basta enseñar a los niños que su identidad no está petrificada, que su color no es definitivo y que puede adoptar otros rostros y aspectos. No sé si se enseña a los alumnos de las escuelas europeas que la identidad europea se halla en movimiento. La prueba está en las propias escuelas. Es una constatación objetiva que nos libera de cualquier posible angustia: la Europa del mañana se parece a un aula escolar europea en la medida en que los hijos de inmigrados son admitidos por el mismo concepto que los hijos de europeos de pura cepa. En cuanto esta realidad adopte un carácter convencional, cabe esperar no tener problemas más adelante. En el caso de los responsables políticos, es una cuestión de ética. Es menester admitir la realidad y su evolución. La identidad europea avanza y cambia con el movimiento de la historia. Me gusta la definición de ética del filósofo francés de origen lituano Emmanuel Lévinas. Para él, la ética comienza con el olvido de sí; entrar en el orden ético es situar al otro en primer plano, abrigar solicitud por el otro.
Cuando el cantante Morrissey habla del final de la identidad británica, renuncia a la ética, antepone una visión egocéntrica de Europa. Resulta desafortunado, porque el paisaje humano que cambia no depende de nuestros deseos o nuestra simple voluntad. La vida está hecha de movimiento y cambio. Sólo la muerte es definitiva. Petrifica y suspende todo. Los que han querido petrificar la identidad son totalitarismos como el fascismo o actualmente el integrismo religioso. La identidad con que soñaba Hitler era una identidad histerizada, pura, a sabiendas de que la pureza no existe. El racismo es precisamente una identidad replegada sobre sí misma. El racismo es una identidad presa de esta noción de pureza que no admite mezcla. Eso es algo imposible. Pertenece al orden de la patología y la muerte.
La identidad europea, afortunadamente, existe. Justo es reconocerlo y alegrarse de ello. Hay que aprender a descubrir las ventajas de estas mezclas: lo que aportan, lo que mejoran. Convivir no es fácil. Hay que aprender a vivir con los demás y aceptar que no estamos solos ni lo estaremos nunca. Para ello es menester que sean respetadas las normas y leyes que fundamentan la sociedad. Hace falta una labor pedagógica suplementaria para construir la identidad europea en movimiento, que nunca quedará petrificada como una estatua en un parque donde van a morir los desesperados de la existencia.

¿Y la Alianza de las Civilizaciones?

¡Y la Alianza de las Civilizaciones?/Santiago Petschen
Publicado en EL PAÍS, 31/12/2007;
Después de que el 21 de septiembre de 2004, el presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, presentara ante la Asamblea General de Naciones Unidas un proyecto para trabajar a favor de una Alianza de las Civilizaciones, los medios de comunicación se refirieron a ella de forma frecuente y esperanzadora. Tiempo después, el silencio se ha impuesto sobre la cuestión.
¿Se puede aplicar a dicho contraste, una expresión de los labradores de ciertos pueblos de España, diciendo que tuvo un arranque de caballo y una parada de mula? Creemos que no. Se trata de un proyecto tan necesario que en modo alguno se puede aceptar que se detenga. Y tan complejo que para acertar con él no hay más remedio que pasar por numerosas vacilaciones, intentos e, incluso, tropiezos.
Con la Unión Europea ocurrió lo mismo. Hubo propuestas que no se pudieron ni aplicar. Recordemos las de Coudenhove-Kalergi, Briand y Churchill durante la II Guerra Mundial; también las de la planificación internacional o la de la unión aduanera de la OECE. Otras se descafeinaron como la del Consejo de Europa y otras fracasaron como la de la Comunidad Europea de Defensa. Fue necesario encontrar la genialidad de la concreción: la idea de la CECA y el método de las solidaridades de hecho. Una vez hallada, se pudo llevar a cabo con entusiasmo. Su aplicación fue inmediata y exitosa.
Lo que se hizo con Europa debe hacerse con la Alianza de las Civilizaciones, empresa más ambiciosa y compleja. Y no desilusionarse ni perder la paciencia si se trata de esperar, repetir, fracasar, volver a empezar o seguir buscando. Entre tanto, una de las maneras de aprovechar el tiempo es eliminar planteamientos distorsionantes. Vamos a referirnos a tres de ellos.
Un planteamiento distorsionante es dar la imagen de una alianza de civilizaciones a escala planetaria. Eso tendría la característica de la inconcreción, la generalidad, la dispersión y la ineficacia. Rodríguez Zapatero no lo planteó así. Lo que propuso el presidente del Gobierno español fue hacer una alianza de civilizaciones entre el mundo occidental y el islámico. Ni más ni menos. Algo bien concreto: “cayó un muro; debemos evitar ahora que el odio y la incomprensión levanten otro”. La expresión que utilizamos normalmente, que encabeza con interrogante este artículo, es totalmente inadecuada. Debe decirse: Alianza de civilizaciones occidental e islámica. Y propalar el nombre preciso que construya la imagen correcta que debe ser aceptada con normalidad en la vida cotidiana.
Está bien valorar la dimensión de la laicidad. Pero ello no debe dar a entender que se margina a la religión considerándola un espécimen de menor valor, que sólo siendo reducido a la vida privada arreglará los problemas. Para la mayor parte del islam dicha posición es totalmente rechazable. Los valores religiosos deben ser un importante elemento de integración en la formación de la Alianza occidental-islámica. Cristianismo e islam son dos religiones que tienen un amplísimo fondo de creencias comunes. Su base religiosa ha sido fundamento de varias civilizaciones: la occidental, la eslavo-ortodoxa, la latinoamericana (si se acepta la ambigua sugerencia de Huntington), la islámica… Tan grandiosos elementos deben ser aprovechados a favor de la construcción de una obra común. Las declaraciones anuales que se emiten desde la Santa Sede con motivo de la fiesta del Ramadán, dan materia de reflexión para ello.
Los judíos han sido y son uno de los pueblos más listos de la tierra. Siendo de exiguas dimensiones, sobrevivieron a las grandes civilizaciones egipcia y babilónica que les habían envuelto. Las evoluciones de su religión (pasando de la magia a la razón y del politeísmo al monoteísmo) marcaron la diferencia en los dos mundos en que la Humanidad se halla dividida: el occidental y el oriental. En la actualidad, el 20% de los premios Nobel han ido a parar a manos judías y el pequeño Estado de Israel, en sus 60 años de existencia, ha conseguido (sin contar los de la paz), nada menos que seis Nobeles.
Los judíos no pudieron construir una civilización de larga duración para la que estuvieron germinalmente preparados en tiempos pasados. Su capacidad para ello, debido a la dispersión, se perdió desgraciadamente, en la Historia. Ahora, sin embargo, tienen un peso importante en la civilización occidental. En los Estados Unidos, cierta teología de la derecha cristiana esta tomada del judaísmo. Hay quienes creen que para que tenga lugar la segunda venida del Mesías es necesario que se restablezca Israel en la totalidad de su territorio. ¿De dónde tan abstrusa mescolanza en una teología sobre un reino que como el de Jesús no es de este mundo? Y en Europa hallan favor en el ambiente que produce la repetición de la expresión “judeocristiano” aplicada tanto a lo que toca como a lo que no.
La expresión “judeocristiano” tiene una dimensión real. La destacada por Juan Pablo II reconociendo a los judíos como los hermanos mayores de los cristianos. Pero a nivel de civilización la cuestión es muy diferente. La civilización judía sería una de las del mundo actual distinta de la occidental de no haber sido por la diáspora y por la vida en guetos. Por ello los judíos, en un determinado momento de la Historia, en la Ilustración, que ellos llaman ashkalà, se integraron en una civilización, la occidental, que ya tenía varios siglos de existencia. El nombre de “judeocristiano” no puede estarse repitiendo una y otra vez para aplicarlo a todas las cuestiones, como hacen algunos alumnos cuando en los exámenes se les preguntan cosas relacionadas con este tema. Donde antes siempre decían cristiano ahora van poniendo cada vez más, por automatismo irreflexivo, “judeocristiano”. Hubo quien quiso llevar la expresión a la Constitución europea.
En el esfuerzo por hacer una alianza entre la civilización occidental y la islámica, vincular con el nombre y con la imagen lo occidental de base cristiana con lo judío, es altamente negativo. La expresión “judeocristiano” sólo puede ser acrecentadora de la hostilidad que origina la irresuelta cuestión de Israel y Palestina. Entre lo occidental y lo islámico hay que buscar motivaciones para el acercamiento y la simpatía. Y a ello pueden aportar mucho, como pueblo verdaderamente grande, los judíos. Vinculados a una civilización que ellos no fabricaron, pueden ser un factor muy importante en la formación de una alianza, al igual que en el pasado construyeron una religión de base tan racional como la que se apoya en los Diez Mandamientos y de fundamento tan personal como el aportado por el monoteísmo. La solución del problema Israel-Palestina abriría las puertas de esa gran alianza esperada occidental-islámica y el agradecimiento a los judíos se viviría perdurablemente en la historia futura de la Humanidad. Mientras ello no se produzca, la expresión “judeocristiana” debe ser mirada con muchísima prevención y su extrapolación, cuidadosamente evitada. Tiene el valor de una imagen que confunde y que para los islámicos resulta cargada de hostilidad.
Lo que valoramos de los judíos de la antigüedad son sus grandes planteamientos religiosos y humanos de repercusión universal. No el que desalojaran madianitas o mataran filisteos. Lo que ahora tendrá peso en el futuro no será el que defiendan asentamientos o construyan un muro-valla que entra ilegalmente en un territorio ocupado. Serán sus geniales aportaciones a la solución de los grandes problemas del mundo. Es lo que hay que tener en cuenta para construir entre todos la alianza de las civilizaciones occidental e islámica
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10 problemas no resueltos

Diez problemas no resueltos en 2007/David Hayes, subdirector de OpenDemocracy.
Publicado en EL PAÍS, 31/12/2007;
El hecho de que la historia se vive hacia delante y se comprende hacia atrás sigue dando trabajo a periodistas e historiadores, pero también puede procurarles una cómoda huida de la responsabilidad de involucrarse en el complicado “ahora”. Porque el presente también es historia.
El intento de encontrar sentido a un momento -”pensar el presente desde un punto de vista histórico”, como lo expresó Walter Benjamin- es incluso más necesario en un mundo cuyos problemas acumulados requieren ideas nuevas y soluciones urgentes e imaginativas. Ya hemos perdido mucho tiempo para afrontar algunos de ellos: el calentamiento global, Israel-Palestina, la proliferación de armas, una estrategia política para abordar el terrorismo… y puede que nos quede menos (para estos y otros problemas) del que pensamos.
¿A qué está esperando el mundo? Una respuesta fácil es que espera nuevos líderes con sentido de la responsabilidad global, un déficit palpable en casi todas partes: en Estados Unidos, en Naciones Unidas, en Europa, en potencias en auge como China y en países ricos en recursos como Rusia e Irán. Demasiado fácil, porque la ausencia de soluciones no sólo es culpa de los que gobiernan; también se debe a las imperfectas instituciones del mundo, a las ideas superfluas y a una ética social disgregada.
El año 2008 no es demasiado tarde para empezar las obras de reparación. Porque a medida que la primera década del siglo XXI se acerca a su fin, se hace cada vez más evidente que los procesos de transformación del mundo son en escala, velocidad y carácter, complejos y de enormes proporciones, quizá en un grado sin precedentes. En casi todas las regiones geográficas y ámbitos de la vida humana, las tensiones y desafíos son el signo visible de problemas estructurales profundos que exigen una atención coordinada y centrada.
Diez tendencias. El modo en que se haga frente a estos problemas moldeará el curso de los acontecimientos en 2008. Una lista de sólo los 10 más importantes da una idea de la magnitud de la tarea:
.- El desplazamiento a largo plazo del poder económico y financiero global desde Estados Unidos y Europa a Asia, sobre, todo a China.
.- La inevitable y apremiante amenaza del cambio climático global.
.- Los efectos económicos y sociales de la globalización (entre ellos, mayor desigualdad en el interior de los países y el peligro de las epidemias globales).
.- Los conflictos armados, las insurrecciones y las disputas “congeladas”, a menudo, acompañados de crisis humanitarias (entre ellas Irak, Afganistán, Darfur, el sureste de Turquía, la República Democrática de Congo, Georgia, el sur de Tailandia y el Sáhara Occidental).
.- Las disputas geopolíticas con gran potencial destructivo (entre ellas, las que implican a Irán, Israel / Palestina, Kosovo / Serbia, China / Taiwan y Pakistán).
.- Las crisis de Estados en los que la vida de los ciudadanos está especialmente degradada (entre ellos Myanmar, Zimbabue y Corea del Norte).
.- Los problemas de la proliferación del armamento nuclear y de otras armas de destrucción masiva o a pequeña escala (entre estas últimas, las armas pequeñas y las bombas de racimo).
.- El cambio en el orden mundial expresado por la creciente confianza en sí mismas de potencias incipientes, que se ve alimentada por la progresiva influencia estratégica y/o el “nacionalismo de recursos” (entre ellas China, Rusia, Irán y Venezuela), junto a la confusión y la mala dirección de Estados Unidos.
.- El i impacto del islamismo y otras formas de radicalización, y de manera más general, el surgimiento de una identidad política musulmana global como parte de lo que Malise Ruthven ha denominado “el supermercado divino”.
.- Las consecuencias de la inmigración y el “movimiento de personas”, tanto para los países que envían como para los que reciben, y en todos los campos de la vida política, social y cultural (y en especial para las actitudes hacia la identidad nacional y la diversidad social).
.- El impacto de las nuevas tecnologías (Internet, los teléfonos móviles, las redes sociales) sobre la experiencia humana, la identidad y las oportunidades vitales.
.- La nueva vulnerabilidad de la democracia, como idea y como modelo político, frente a los regímenes autoritarios y el populismo burdo e insurgente.

Tres contradicciones. Un componente de las tribulaciones del mundo es que muchos de estos problemas sólo pueden comprenderse en relación con uno o más del resto. Tres ejemplos pueden ilustrarlo.
En primer lugar, el puro peso y dificultad de muchos de esos 10 problemas, desde el futuro de Myanmar y Palestina hasta cómo hacer frente al impacto de la inmigración y al cambio climático, puede engendrar hastío o pasividad entre los ciudadanos. Las dificultades han estado allí durante tanto tiempo, y hay tantas fuerzas y factores que parecen conspirar contra las soluciones prácticas, que uno se pregunta si el progreso es posible. Al mismo tiempo, la propia interdependencia de estos problemas (el de Kosovo es al mismo tiempo intercomunal, transnacional, regional y global, y esto es emblemático) es señal de su realidad política; donde tantos tienen un interés, el compromiso en sí puede ser un antídoto contra el lujo de la desesperación.
En segundo lugar, la difusión de las dinámicas tecnologías de la comunicación hace que la gente se sienta más débil y más fuerte al mismo tiempo. La inmediatez de la información y de la opinión, sobre todo a través del implacable ciclo de noticias de 24 horas al día, siete días a la semana, produce sistemáticamente una desesperante sensación de sobrecarga inmanejable que fomenta la dependencia de fuentes poco fiables o incluso extremistas; si hay tanto que procesar y filtrar ¿por qué no dejar que las ideologías del poder y de la simplificación radical hagan el trabajo de los ciudadanos por ellos? Aun así, las mismas ideologías que incitan a retirarse a enclaves de acuerdo tribal también aumentan la capacidad de la gente para ampliar su conocimiento, encontrar formas innovadoras de obligar al poder a rendir cuentas y desarrollar sus propios canales ilustrativos de conexión y movilización social.
En tercer lugar, la desconexión entre lo individual y lo colectivo es una parte cada vez más clara de la situación global contemporánea. Esto también se destaca por el hecho de que los usos de la tecnología a menudo fragmentan y disuelven los vínculos sociales a la vez que los refuerzan. Más ampliamente, la retirada o fracaso de grandes proyectos sociales y de las “grandiosas narrativas” de la ideología política ha ido acompañado de una búsqueda intensa de repuestos que (en el caso de los movimientos contra la globalización, el ecologismo o el nacionalismo regenerativo, por ejemplo) aún no han encontrado una adherencia política real; mientras que el avance de una sociedad global de consumo que apela a la aspiración individual parece definir igualmente esta época.
En medio de estas contradicciones, y a falta de ideas que sean esclarecedoras en sí mismas y también se dirijan a las experiencias de la mayoría de los ciudadanos, la búsqueda activa de nuevas formas de comunidad política a menudo toma rumbos retrógrados o despilfarradores. Lo que queda son intentos dispares y descoordinados de encontrar respuestas coherentes a los problemas globales sin las estructuras de gobierno, las instituciones, los organismos, las ideas y la ética y el liderazgo político esenciales para resolverlos.
Más que nunca, estamos (en palabras de Kant) “inevitablemente unos junto a otros”. Una combinación de polarización política, desigualdad e injusticia galopantes, seducción del dogma y disponibilidad de armamento destructivo aumenta los peligros de ignorar esta realidad. Un “nosotros global” es el principio del sentido común; pero ¿cómo llegamos hasta ahí? En vísperas de 2008, la descripción que hizo Minxin Pei del dilema político de China -la “transición atrapada”- parece válida para el mundo en su conjunto.

Benazir


What Bhutto Was Worried About/Robert D. Novak
THE WASHINGTON POST, 31/12/07;
The assassination of Benazir Bhutto followed two months of urgent pleas to the State Department by her representatives for better protection. The U.S. reaction was that she was worried over nothing, expressing assurance that Pakistani President Pervez Musharraf would not let anything happen to her.
That attitude led a Bhutto agent to inform a high-ranking State Department official that her camp no longer viewed the backstage U.S. effort to broker a power-sharing agreement between Musharraf and the former prime minister as a good-faith effort toward democracy. It was, according to the written complaint, an attempt to preserve the politically endangered Musharraf as George W. Bush’s man in Islamabad.
President Bush confirmed that judgment with his statement Thursday, within hours of learning that Bhutto was dead, when he urged that the elections scheduled for Jan. 8 be held in furtherance of Pakistani “democracy.” That may be Musharraf’s position, but it definitely is not the position of his critics. They believed the election would be a sham with Bhutto dead and with Saudi-backed former prime minister Nawaz Sharif boycotting the balloting, though Sharif’s party reversed course yesterday.
The Bush administration decided months ago to broker a power-sharing arrangement, with the deeply unpopular Musharraf retiring from the army but remaining as president and the popular Bhutto taking a third try as prime minister (after twice being ousted by the military). That decision was based on Pakistan’s strategic importance as a sanctuary for al-Qaeda and Taliban fighters. Bush was in a quandary. Bhutto was much tougher than Musharraf on Islamist extremists, but Bush had invested heavily in the general.
When I last saw Bhutto, over coffee in August at Manhattan’s Pierre Hotel, she was deeply concerned about U.S. ambivalence but asked me not to write about it. She had not heard from Musharraf for three weeks after their secret July meeting in Abu Dhabi. She feared the Pakistani military strongman was not being prodded from Washington.
Next came Musharraf’s state of emergency and purge of Pakistan’s Supreme Court to guarantee legality of his questionable election as president. According to Bhutto’s advisers, Secretary of State Condoleezza Rice asked Bhutto in a telephone conversation to go along with that process in return for concessions from Musharraf. Bhutto agreed, but she got nothing in return.
The unsuccessful Oct. 18 attempt on Bhutto’s life followed the regime’s rejection of her requested security protection when she returned from eight years in exile. The Pakistani government vetoed FBI assistance in investigating the attack. On Oct. 26, Bhutto sent an e-mail to Mark Siegel, her friend and Washington spokesman, to be made public only in the event of her death.
“I would hold Musharraf responsible,” Bhutto said in the message. “I have been made to feel insecure by his minions.” She listed obstruction to her “taking private cars or using tinted windows,” using jammers against roadside bombs and being surrounded with police cars. “Without him [Musharraf],” she said, those requests could not have been blocked.
In early December, a former Pakistani government official supporting Bhutto visited a senior U.S. government official to renew Bhutto’s security requests. He got a brushoff, a mind-set reflected Dec. 6 at a Senate Foreign Relations Committee hearing.
Richard Boucher, assistant secretary of state for South and Central Asian affairs, was asked to respond to fears by nonpartisan American observers of a rigged election. His reply: “I do think they can have a good election. They can have a credible election. They can have a transparent and a fair election. It’s not going to be a perfect election.” Boucher’s words echoed through corridors of power in Islamabad. The Americans’ not demanding perfection signaled that they would settle for less. Without Benazir Bhutto around, it is apt to be a lot less.
A more sinister fallout of a free hand from Washington for Pakistan might be Bhutto’s murder. Neither her shooting on Thursday nor the attempt on her life Oct. 18 bore the trademarks of al-Qaeda. After the carnage, government trucks used streams of water to clean up the blood and, in the process, destroyed forensic evidence. If not too late, would an offer and acceptance of investigation by the FBI be in order.
Pakistan may not make it/By Peter W. Galbraith, a former US ambassador to Croatia and the author of The End of Iraq: How American Incompetence Created a War Without End
THE GUARDIAN, 31/12/07;
With the assassination of Benazir Bhutto, Pakistan’s survival depends on the outcome of a struggle between the army and Bhutto’s Pakistan People’s party, now headed by her 19-year-old son Bilawal. The protagonists are mismatched and the odds are that Pakistan will not make it.For all its flaws, the PPP is Pakistan’s only true national institution. As well as overwhelming support in the Bhutto family’s home province of Sindh, it has substantial support in Punjab and North-West Frontier Province. Like many south Asian political parties, it is a family affair, but it has an enduring platform: opposition to military rule.
Pakistan’s army has long defined itself as the guardian of the nation, and successive generals have used this role as their excuse to seize and hold power. But the army is not a national institution. Historically, the Punjab has produced 90% of the officer corps while the Sindh, with 25% of Pakistan’s population, is essentially unrepresented. Sindhis tend to see army rule as equivalent to Punjabi rule. The Bhutto killing sparked widespread attacks on federal property in Sindh and could galvanise separatist sentiment in the province.
The PPP’s decision to make Bilawal Bhutto chairman is not just about dynastic succession or garnering a sympathy vote. It is also an effort to save the Pakistani federation, which was a central point made at yesterday’s news conference announcing the new leadership. But will it work?
Benazir was an extraordinarily gifted politician. She was a brilliant strategist who focused not only on finding a way back to power for a third time but also on constructing a moderate coalition - including power-sharing with Pervez Musharraf - that could defeat extremism, make peace with India and thus create conditions that would get the army out of politics for good. Benazir honed her tactical skills and strategic thinking over nearly 30 years at the helm of the PPP and it is unrealistic to think that her son - by all accounts a bright, studious and forthright young man - could do the same, even with the help of family and Benazir’s political associates.
But the larger problem is the Pakistani military. Pakistan’s ruling generals have an almost unbroken record of sacrificing the national interest for their personal interest. Musharraf is not as bloodthirsty as his predecessor Zia ul-Haq but is no less keen on power.
Since Musharraf has certainly read the handwriting on the wall and yet still intends to stay in power, there is not much foreign leaders can do, in effect, to encourage his departure. Many Pakistanis - and most Sindhis - believe Musharraf and the army had a role in the Bhutto killing, which took place in a garrison city. Musharraf cannot be trusted to conduct an impartial investigation of the murder of his top rival. He has sacked Pakistan’s independent-minded judges and imprisoned its lawyers.
The US and Britain should take the lead in demanding a UN investigation: the facts in this case are every bit as compelling as those that led the UN to appoint a special prosecutor to investigate the killing of former Lebanese prime minister Rafik Harriri. The Bhutto killing is tearing Pakistan apart. A UN investigation can help calm passions, but only the permanent departure of the army from power can provide a hope - and it is only a hope - of saving the country.

Un magnicidio en Rawalpindi


Un magnicidio contra la política exterior de Occidente/Michael Portillo, ex ministro de Defensa del Reino Unido durante el Gobierno del conservador John Major
Publicado en EL MUNDO, 31/12/2007;
Una de las peores meteduras de pata a lo largo de mi carrera política fue un intento frustrado de besar a Benazir Bhutto. Habíamos asistido a una reunión y, aunque hasta entonces no habíamos coincidido más que en algunas ocasiones, ella me saludó calurosamente, como si fuéramos viejos amigos, por lo que, cuando llegó el momento de despedirnos, fui a darle unos besos en las mejillas, como habría hecho con la mayor parte de mis colegas del sexo opuesto. Casi se echó a gritar y se escabulló de mí como pudo, dejando claro que semejante proximidad física resultaba absolutamente inapropiada.
Si mi falta de sensibilidad cultural tiene alguna excusa, es la de que esta mujer parecía evidentemente que se encontraba en su salsa en occidente. Era de mi misma edad y todos la conocíamos de cuando llegó a presidenta de la Oxford Union [sindicato estudiantil de Oxford]. Las fotografías confirman que, en aquella época, no llevaba la cabeza cubierta. Me caía bien. Tras haber sido primera ministra de Pakistán, conservaba la autoridad de quienes han desempeñado un puesto de alto nivel y se comportaba de igual a igual con otros dirigentes mundiales. Tenía una gran presencia y una gran dignidad, pero era una persona accesible y modesta. Lo que más me sorprendía era lo pro occidental que era. A pesar de las numerosas ocasiones en las que los Estados Unidos han hecho caso omiso de las recomendaciones de los expertos y de los errores desastrosos que han cometido en su política en Irak, ella se mostraba reacia a condenarlos. El terrorismo representaba una amenaza para Pakistán y para todos nosotros, por lo que teníamos que mantenernos unidos.
Un portavoz de Al Qaeda ha reivindicado la autoría de su asesinato y la ha descrito como «un activo muy valioso de los norteamericanos». Con independencia de que la reivindicación sea o no auténtica, la descripción de Bhutto parece acertada. Desde el punto de vista occidental, ella era algo muy poco corriente: una política paquistaní democrática y pro norteamericana con posibilidades de obtener el poder. Los Estados Unidos y sus aliados insistieron en que debía regresar a su país, hicieron de intermediarios en un acuerdo entre ella y el presidente Pervez Musharraf (a pesar del posible daño de este pacto para la credibilidad de Bhutto) y esperaron ansiosamente que triunfara en las elecciones.
Con todas las esperanzas que se habían depositado sobre ella, ¿cómo dejaron que se expusiera a su asesinato? El dedo acusador ha apuntado a Musharraf por no prestarle un nivel más alto de protección. Ahora bien, ¿cómo es que los norteamericanos, o a estos efectos, también los británicos, le permitieron regresar a Pakistán sin un aparato adecuado de seguridad? Tras haber estado a punto de que la mataran en el mismo día en que regresó a su patria, no se extrajo ninguna lección. Las grabaciones de vídeo de sus últimos momentos demuestran que se permitía a las multitudes apelotonarse alrededor del vehículo en que se trasladaba. A los medios de comunicación se les permitía acceder a ella sin que sus equipos se sometieran a ningún control de seguridad.
Posiblemente Pakistán se encuentre en estos momentos sumido en la confusión, pero la política exterior de Occidente también anda hecha un lío. Los han propinado un golpe propagandístico y los norteamericanos se han quedado sin candidato en las elecciones paquistaníes, que posiblemente se celebren en poco más de una semana. Sin duda alguna, el partido de Bhutto, el Partido Popular de Pakistán, puede obtener un buen resultado, quizás mejor que si ella siguiera con vida, pero ella era el partido y no es probable que su sucesor tenga su mismo gancho entre las masas, aparte de que posiblemente siga una política diferente.
Quizás Occidente había depositado en Bhutto unas esperanzas excesivas
. Se había visto obligada a abandonar su segundo mandato bajo acusaciones de corrupción. Sus credenciales democráticas habían quedado por tanto empañadas aún antes de su reciente pacto con Musharraf. Si la impaciencia de los norteamericanos había ido en aumento ante el fracaso del presidente de Pakistán a la hora de controlar el terrorismo dentro del país y la exportación de terroristas a los talibán en Afganistán, ¿qué esperanzas había de que Bhutto lo hiciera mejor?
En caso de que hubiera obtenido el cargo, no había ninguna certeza de que hubiera conseguido el éxito. Sus dos gobiernos se caracterizaron por ser verdaderamente caóticos. Se merecía un crédito enorme por ser la primera mujer en alzarse con la jefatura de un país musulmán, pero no parece probable que su autoridad sobre las fuerzas armadas de Pakistán hubiera llegado a superar la del general en su momento de apogeo. Ella sostenía que el restablecimiento de la democracia en Pakistán privaría de legitimidad a los extremistas, pero nadie estaba dispuesto a apostar seriamente por algo semejante.
Los Estados Unidos han dado una imagen de incompetencia. Ellos mismos han echado a perder su propio plan al permitir que Bhutto cayera asesinada con tanta facilidad y, por otra parte, el plan estaba mal concebido. La política de los Estados Unidos y sus aliados en esa parte del mundo resulta confusa. En Irak, la concentración de soldados norteamericanos en Bagdad ha producido resultados tangibles en cuanto a la seguridad pero, entretanto, Gran Bretaña se apresura a retirarse del sur del país dejando tras de sí una situación turbulenta.
En Afganistán, el territorio desde el que Al Qaeda organizó los atentados del 11 de septiembre del 2001, la alianza de la OTAN se está desintegrando. Mientras los norteamericanos y los británicos plantan batalla a los talibán, Alemania y el resto de los aliados europeos se mantienen al margen, nada convencidos de que pueda llegar a ganarse esa guerra. Gordon Brown manifestó ante el parlamento a primeros de este mes que no vamos a negociar con los talibán. Por supuesto que lo hacemos. Allí hay en danza una gran variedad de fuerzas y nos relacionamos con todas aquellas que esperamos que puedan servir de apoyo al gobierno afgano, tal y como confirmó el embajador de los Estados Unidos en Kabul la semana pasada.
Los Estados Unidos insisten en denunciar a Irán por los pasos que va dando con vistas a la adquisición de armamento nuclear. No está claro lo que los norteamericanos pueden hacer al respecto, a la vista del capital político que han dilapidado ya en Irak. Sin embargo, es evidente que los Estados Unidos no tomaron ninguna medida cuando Pakistán fabricó la primera bomba nuclear de un país musulmán. El padre de este plan de nuclearización, el doctor A. Q. Khan, pasó secretos atómicos a Irán, Libia y Corea del Norte. Sus actividades a lo largo de muchos años debieron de ser conocidas perfectamente por las autoridades paquistaníes y debieron de contar con el apoyo de éstas.
No obstante, tuvieron que pasar cinco años desde que Musharraf llegara al poder para que se desenmascarara al doctor Khan. Acto seguido, el doctor Khan obtuvo el indulto de manera inmediata. Según un informe del International Institute for Strategic Studies, la red de proliferación de armas nucleares puesta en marcha por el doctor Khan sigue en pie.
Es ingenuo esperar de las democracias una política exterior guiada por consideraciones morales o incluso una coherencia absoluta. No obstante, el poner de manifiesto un doble rasero proporciona a nuestros enemigos unos fáciles instrumentos de propaganda y hace mucho más difícil que los aliados se ganen el favor de sus electorados.
Hay que reconocer a Tony Blair que se atrevió a explicar su política exterior beligerante aun con la oposición creciente de la opinión pública. A Brown le encanta aparecer al lado de los soldados, pero recurre al lenguaje del camino más fácil. Habla de la necesidad de reconstruir Afganistán en lugar de la necesidad de derrotar a los talibán en combate y ha dejado a los iraquíes que se defiendan como puedan. Posiblemente estas actitudes le hagan la vida más fácil, pero a costa de hurtar a la opinión pública británica la explicación de las razones por las que el Gobierno cree que vale la pena exponer a nuestras fuerzas armadas a graves peligros.
Tenemos en Downing Street un nuevo primer ministro, un primer ministro que a lo largo de toda última década se ha mantenido al margen de los temas más complicados de política exterior. En la Casa Blanca, George W. Bush ha quedado desacreditado por culpa de las lamentables meteduras de pata cometidas por Donald Rumsfeld. Ante el asesinato de Bhutto, indicativo de que las amenazas van a más, ni a uno ni a otro lado del Atlántico podemos tener excesiva confianza en los criterios de nuestros dirigentes electos en materia de política exterior.
Aun así, permítanme ir contra corriente en estos momentos marcados por la muerte de Bhutto y hacer un elogio de los políticos. Bhutto fue una mujer de un valor extraordinario. Consiguió un éxito tremendo en los primeros estadios de su vida. Posteriormente se instaló en una existencia relativamente tranquila con su joven familia y podría haber esperado una larga vida durante muchos años. Todo lo arriesgó por regresar a Pakistán. Tenía muy presentes los riesgos que corría, y muchísimo más desde que en octubre pasado las bombas sembraron una matanza entre sus seguidores y estuvieron a punto de acabar con su vida.
A su padre lo ahorcaron, un hermano suyo resultó muerto en un tiroteo y otro murió en circunstancias poco claras, posiblemente envenenado. La familia Bhutto ya había ofrecido suficientes sacrificios. Algunos dirán que fue la ambición lo que la convenció para que regresara. Quizás fuera más bien su sentido del deber, o su anhelo de redimirse a sí misma de las acusaciones de corrupción. Fuera lo que fuese, dio todo un ejemplo de valor al hacer campaña día tras día, sabiendo que cualquier momento podría ser el último de su vida.
Ha habido otras dinastías políticas que también han pagado un precio enorme, como la familia Kennedy en los Estados Unidos o los Gandhi en la India. Margaret Thatcher estuvo a punto de perder la vida por enfrentarse al IRA; la esposa de Norman Tebbit, Margaret, resultó herida en el atentado contra el Partido Conservador en Brighton. Blair pudo haber sido objetivo de un asesino en cualquier momento; de hecho, todavía podría serlo, a la vista de su papel en la pacificación de Oriente Próximo. Cuando estamos a punto de entrar en el año 2008, el panorama político mundial es pesimista. Sin embargo, la muerte de Bhutto nos recuerda que todavía quedan hombres y mujeres dispuestos a presentarse a unas elecciones e incluso a dejarse la vida en ellas. Eso es algo que me da todavía alguna esperanza.

Lástima!

La esperada entrega de rehenes en poder de las Fuerzas Armadas de Colombia (FARC) terminó en una gran frustración luego de un cruce de recriminaciones entre los gobiernos de Colombia y Venezuela y las propias FARC.
Por un lado el presidente de Colombia, Alvaro Uribe, citando fuentes de inteligencia del Estado aseguró que Enmanuel, 3 años nacido en cautiverio y que las FARC se comprometieron a entregar, no estaba en poder de esa organización sino que llevaría dos años bajo la protección del estatal Instituto Colombiano de Bienestar Familiar.

La revelación del mandatario se produjo como respuesta a una carta de última hora que las FARC le enviaron al presidente de Venezuela, Hugo Chávez, en la que anunciaron la suspensión, ''por ahora'', del proyecto de entrega de los rehenes.
Uribe negó el acoso de las fuerzas militares y anunció que acepta una propuesta venezolana de crear ''una especie de corredor'' para que los guerrilleros puedan mover a los secuestrados desde el lugar de cautiverio al de liberación.
Así, tras cinco días de intensa espera en Caracas y Villavicencio, el plan de rescate para el que Chávez dispuso una flota de helicópteros y aviones, quedó congelado y se frustraron las esperanzas de las familias de Clara Rojas, madre de Enmanuel, y de la ex congresista Colombiana Consuelo González de Perdomo.

En la carta a Chávez, las FARC también aseguran que la zona en la que harían la entrega se ha visto afectada por mal tiempo, lo cual Uribe negó pues las últimas 48 horas han ''sido brillantes'' y así lo han registrado las autoridades meteorológicas colombianas.
Desde Caracas, Chávez declaró: ''Uribe fue a dinamitar esta tercera fase de la operación con esta ola de humo''.

Chávez tuvo un encuentro con periodistas anoche en el palacio presidencial de Caracas, tras aplazarse una anunciada entrega de rehenes en poder a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). "Uribe: mira más hacia acá [...] y menos hacia Bush. Despréndete de Bush y vamos a darnos un abrazo, a hacer la patria grande. Reflexiona Uribe", porque "Estados Unidos no quiere la paz para nadie" y si fuera por los gobernantes de esa potencia "harían fiesta con una guerra entre Venezuela y Colombia", añadió.
Dijo también que Uribe fue a la localidad colombiana de Villavicencio a "dinamitar" la operación de rescate con su hipótesis de que el pequeño Emmanuel, hijo nacido en cautiverio de la secuestrada Clara Rojas, estaría en Bogotá con nombre falso. El gobernante venezolano matizó luego y manifestó que "a pesar de lo que" había dicho, a pesar de sus "crudas palabras", es posible alcanzar la liberación de rehenes como paso previo a la búsqueda de la paz en Colombia, lo que beneficiaría a su país y a otros fronterizos.
Sobre la operación para recoger en la selva a tres rehenes Chávez subrayó que "el proceso está en marcha" y se mantendrá "al menos que nos echen de Colombia". "No hemos clausurado la posibilidad de que nos lleguen las coordenadas" de la ubicación de los rehenes y "seguimos en contacto con las FARC, que hasta ahora han cumplido y ojalá siga siendo así", agregó antes de recibir esta noche en el Palacio presidencial de Miraflores a los familiares de las rehenes Clara Rojas y Consuelo González de Perdomo. "Por tratarse de un asunto humanitario seguiremos actuando con las otras opciones", aunque "no quisiéramos opciones clandestinas", sostuvo en alusión a opciones que no tendrían garantías oficiales colombianas.
Ccriticó la oferta de Uribe, la que llamó "tirada de los cabellos", de permitir un corredor desmilitarizado para facilitar la entrega de los rehenes, al sostener que ello entraña "un pasillo" y que para eso "se requiere al menos dos puntos", lo que no existe actualmente. En cambio, Uribe "no aceptó un alto el fuego" en un área determinada "que estaría garantizado con observación internacional", agregó
Chávez personalizó sus ataques en la figura del ministro de Defensa, Juan Manuel Santos, pero descalificó -en general- a todos los asesores del Presidente Álvaro Uribe.
"Conozco ese equipo (de asesores y funcionarios colombianos), inventan cosas... tengo personalmente razones para dudar, ¿por qué hoy precisamente en Villavicencio, el presidente hace pública una hipótesis de que las Farc no tienen a Emmanuel?", se preguntó Chávez.
A chávez le pareció ''un poco cínica, así me parece la declaración del comisionado de paz (de Colombia Luis Carlos Restrepo).

Y es que horas antes en una conferencia de prensa en Villavicencio, Restrepo expresó que "estamos acostumbrados a los engaños'' de las Farc le mienten al país. Nosotros los conocemos desde hace 40 años... le faltan el respeto a todo el mundo'', manifestó el comisionado, molesto por el retraso de la gestión humanitaria.