Primero, se debe reducir la afluencia de dinero al Estado Islámico. Unos precios menores del petróleo ayudan…
Para
afrontar la crisis del ISIS/Richard N. Haass
Traducido del inglés por Carlos Manzano
Project
Syndicate | 24 de febrero de 2015
Algún
día, los historiadores estarán ocupadísimos debatiendo las causas del caos que
está apoderándose de gran parte de Oriente Medio. ¿Hasta qué punto –se
preguntarán– era la consecuencia inevitable de defectos profundos comunes a
muchas de las sociedades y los sistemas políticos de esa región y hasta qué
punto se debía a lo que los países exteriores hicieron (o dejaron de hacer)?
Pero
somos nosotros quienes debemos afrontar la realidad y las consecuencias del
actual desorden de esa región. Comoquiera que llegáramos a donde estamos en
Oriente Medio, estamos donde estamos y donde estamos es un lugar muy malo.
Lo
que está en juego –humana, económica y estratégicamente– es enorme. Centenares
de miles de personas han perdido la vida; millones de ellas se han quedado sin
hogar. Los precios del petróleo están bajos, pero, si Arabia Saudí sufriera
ataques terroristas o inestabilidad, no seguirían siéndolo. La amenaza a esa
región es grande y va en aumento y puede afectar a personas de todas partes
cuando los combatientes extremistas regresen a su país y otros que nunca se
marcharon sientan la incitación a hacer cosas terribles. De hecho, aunque
Oriente Medio afronta numerosas amenazas a su estabilidad, ninguna es tan
grande, peligrosa e inmediata como el Estado Islámico.