El papa Francisco de gira por Chipre y Grecia..
El papa Francisco emprendió este jueves un viaje de cinco días a Chipre y Grecia,
Se trata del viaje # 35 de su pontificado; y va a tierras consideradas la cuna de la civilización occidental; comenzó su gira en Nicosia, la última capital dividida del continente europeo.
Tras la acogida en el aeropuerto de Larnaca, el Pontífice viajó hasta Nicosia, la capital.
En la Catedral de Nuestra Señora de las Gracias se reunió con miembros de la comunidad católica y los llamó a actuar siempre con paciencia y a ser testigos del Evangelio en un país herido por su historia política reciente.
Posteriormente Francisco fue recibido por el Presidente Nicos Anastasiades, junto a quien rindió un homenaje al célebre arzobispo ortodoxo Makarios, quien fuera el primer Presidente de la República de Chipre. Luego, el Papa dirigió un discurso a las autoridades civiles y al cuerpo diplomático, con un firme llamado al diálogo y a la fraternidad en toda Europa.
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La gira de Francisco: le apuntó a “los muros del miedo” en la isla europea marcada por las divisiones
Desde Chipre, que representa el último lugar dividido del continente, recordó que “no serán los muros del miedo ni los vetos dictados por intereses nacionalistas los que contribuirán al progreso”
La Nación, 2 de diciembre de 2021
Elisabetta Piqué
CORRESPONSAL EN ITALIA
ROMA.- Desde la isla de Chipre, marcada por una dramática división, muros, alambrados de púas, primera escala de un viaje de cinco días que el sábado lo llevará a Grecia y el domingo por segunda vez a la isla de Lesbos, símbolo de la crisis de migrantes, el Papa lanzó hoy llamado a toda Europa a la paz, la integración y a la unidad en la diversidad.
“Chipre, encrucijada geográfica, histórica, cultural y religiosa, tiene esta posición para poner en marcha una acción de paz”, aseguró ante el presidente Nicos Anastasiades, miembros del gobierno y del cuerpo diplomático y representantes de la sociedad civil y del mundo de la cultura, que le dieron la bienvenida en el Palacio presidencial de Nicosia.
Francisco, que se convirtió en el segundo Pontífice en pisar este país de poco más de un millón de habitantes mayoritariamente cristianos ortodoxos, ya visitado en 2010 por Benedicto XVI, papa emérito, evocó la milenaria historia de esta pequeña isla que, durante siglos, “no aisló a la gente, sino que la unió”, según destacó. Y que gracias a su ubicación geográfica representa “la puerta oriental de Europa y la puerta occidental de Medio Oriente”.
El Papa Francisco y el presidente de Chipre, Nicos Anastasiades en el Palacio Presidencial en la capital, Nicosia, en la primera parada de su visita a la ciudad predominantemente griega
El Papa Francisco y el presidente de Chipre, Nicos Anastasiades en el Palacio Presidencial en la capital, Nicosia, en la primera parada de su visita a la ciudad predominantemente griega
En este contexto, destacó el rol que podría tener en un momento a todas luces complejo del mundo Chipre, que tiene un tercio de su territorio norte ocupado desde 1974 por Turquía, a quien llamó a ser “una obra abierta en la que se construye la paz en medio del Mediterráneo”.
“El continente europeo necesita reconciliación y unidad, necesita valentía e impulso para caminar hacia adelante. Porque no serán los muros del miedo ni los vetos dictados por intereses nacionalistas los que contribuirán al progreso, ni tampoco la recuperación económica por sí sola podrá garantizar la seguridad y la estabilidad”, advirtió.
“Miremos la historia de Chipre y veamos cómo el encuentro y la vocación al encuentro han dado frutos beneficiosos a largo plazo; no solo en lo que se refiere a la historia del cristianismo, para la que Chipre fue ‘el trampolín de lanzamiento’ en el continente, sino también por la construcción de una sociedad que ha encontrado su propia riqueza en la integración”, pidió.
Ciudadanos filipinos que residen en Chipre se reúnen cuando el papa Francisco llega a la catedral maronita cristiana Lady of Grace en Nicosia, la última capital dividida de Europa
Ciudadanos filipinos que residen en Chipre se reúnen cuando el papa Francisco llega a la catedral maronita cristiana Lady of Grace en Nicosia, la última capital dividida de Europa
“Este espíritu amplio, esta capacidad de mirar más allá de las propias fronteras rejuvenece, permite volver a encontrar el brillo perdido”, agregó, en un mensaje dirigido a una Europa cada vez más cerrada y marcada por la terrible crisis de migrantes en la frontera de Bielorrusia.
En un discurso en el que evocó los pasos que en esa tierra tuvieron los santos Pablo, Bernabé y Marcos, Francisco, que no fue recibido por grandes masas por las calles, sino con bastante indiferencia, también elogió la belleza de Chipre, que comparó con una perla, derivada no sólo por su paisaje, sino también por las culturas y de los pueblos que a lo largo de los siglos allí se encontraron y mezclaron. Mencionó entonces la importante presencia de migrantes, porcentualmente la más relevante entre los países de la Unión Europea (UE) en relación a la población. Tanto es así que, en una iniciativa simbólica, Francisco organizó el traslado de 50 de ellos a Italia, un gesto que le agradeció muchísimo el presidente chipriota, que a su turno destacó la necesidad urgente de revisar la política migratoria de la UE.
En su tercer viaje del año (después de Irak y Hungría y Eslovaquia) marcado por el coronavirus, el exarzobispo de Buenos Aires -que llegó después de tres horas de vuelo desde Roma, por primera vez no en un avión de Alitalia, que dejó de existir, sino de Ita Airways-, también subrayó que “la perla de Chipre fue eclipsada por la pandemia”, que impidió a muchos visitantes que accedan a ver su belleza, agravando, como en otros lugares, las consecuencias de la crisis económica y financiera.
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Aunque el Papa reconoció que “la herida que más hace sufrir a esta tierra es la provocada por la terrible laceración que ha padecido en los últimos decenios”. Aludió, así, a la invasión militar del norte de la isla por parte de Turquía de 1974 que provocó muerte, destrucción y el desplazamiento de 200.000 griego chipriotas del norte, al sur y de muchos turco-chipriotas (musulmanes sunnitas) del sur, al norte. Fue entonces que hizo un enérgico llamado a la paz, al diálogo y a negociaciones. “No dejemos prevalecer el odio, no renunciemos a curar las heridas. Pensemos en las generaciones futuras, que desean heredar un mundo pacificado, colaborador, unido, no habitado por rivalidades perennes y contaminadas por conflictos no resueltos”, pidió. “Para esto es necesario el diálogo, sin el cual la sospecha y el resentimiento crecen. Que nuestra referencia sea el Mediterráneo, que ahora lamentablemente es lugar de conflictos y de tragedias humanitarias; en su belleza profunda es el mare nostrum, el mar de todos los pueblos que se asoman a él para estar conectados, no divididos”, exhortó.
Las palabras del Papa parecieron bastante utópicas después del discurso del presidente Anastasiades, que amén de agradecerle su visita y elogiar su liderazgo en cuanto a clima, migrantes y fraternidad, le tiró munición gruesa a Turquía. El mandatario recordó la ocupación militar ilegal del 36% de su territorio por fuerzas turcas; la evacuación del 30% de la población que se volvió prófuga; la cuestión irresuelta de los desaparecidos y el drama de sus parientes; y el saqueo de monumentos culturales y religiosos en los territorios ocupados, “aspectos que ofenden brutalmente a la humanidad y reavivan el dolor que hemos vivido y aún sentimos”.
No obstante, el jefe de Estado chipriota aseguró que “pese a la posición intransigente de larga data de Turquía que no ha permitido alcanzar una solución honesta, sostenible y justa, seguiremos en nuestra lucha por la restauración de los derechos humanos, el prevalecer de la paz y la reunificación de todas las comunidades de Chipre, greco chipriotas, turco chipriotas, maronitas, latinos y armenios”.
Anastasiades, de 75 años, concluyó su fuerte discurso con un toque que hizo reír a su huésped ilustre y al público presente y desdramatizó las cosas. “Antes de concluir y conociendo su particular interés por el fútbol –le dijo-, quisiera hacerle mis mejores deseos a su equipo del corazón, San Lorenzo, que lamentablemente no está viviendo un buen año futbolístico”.
Elisabetta Piqué
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El papa Francisco llega mañana a la última capital dividida de Europa
Emprende un viaje de cinco días a Chipre y Grecia, donde volverá a poner al centro el drama de los migrantes
La Nación, 1 de diciembre de 2021
Elisabetta Piqué
CORRESPONSAL EN ITALIA
ROMA.- En medio al temor a la nueva variante ómicron y días antes de cumplir 85 años el próximo 17 de diciembre, el papa Francisco emprende este jueves un viaje de cinco días a Chipre y Grecia, con el que volverá a poner bajo los reflectores la crisis de migrantes, un drama humanitario mundial, pero también la división política de la isla de Chipre, problema político aún irresuelto en un área del mundo marcada por gran conflictividad.
En el 35 viaje internacional de su pontificado a tierras consideradas la cuna de la civilización occidental, Francisco comenzará su periplo en Nicosia, la última capital dividida del continente europeo. Chipre, la tercera isla más grande del Mediterráneo (después de Sicilia y Cerdeña) en 1974 fue invadida por fuerzas militares turcas y quedó partida en una parte turco-chipriota en el norte y una greco-chipriota en el sur, separadas por una”green line”. Esta frontera marcada por alambres de púas y en algunas partes, muros, también divide la capital, Nicosia. Y el papa Francisco podrá palparla en carne propia porque la nunciatura, donde se alojará durante dos días, se encuentra dentro de un complejo de un convento franciscano que se levanta en la llamada “tierra de nadie”, zona controlada por efectivos de Naciones Unidas entre los cuales hay unos 200 cascos azules argentinos.
De una población de 1,6 millón de habitantes, cerca de 850.000 son griegos chipriotas y poco más de 320.000, turcos. La mayoría de los griego-chipriotas son cristianos ortodoxos y la mayoría de los turcos chipriotas musulmanes sunnitas.
Tal como admitió el vocero papal, Matteo Bruni, para la Santa Sede, que respalda todos los intentos habidos para que haya diálogo entre las dos partes, la división de la isla de Chipre “es una herida abierta”. Y es de esperar que el Papa, que desde el principio de su pontificado insiste en la cultura del encuentro, llame a derrumbar este odioso muro e invite a negociaciones para que pueda alcanzarse un difícil acuerdo de reunificación.
Base estratégica y lugar de paso de diversos pueblos y civilizaciones, dominada por griegos, romanos, bajo dominio británico después de ser parte del Imperio Otomano, Chipre obtuvo la independencia del Reino Unido en 1960. En 1974, tras el golpe de Estado de una junta militar entonces en el poder en Grecia, Turquía invadió y ocupó la parte norte de la isla. La invasión determinó muerte, destrucción y el desplazamiento de unos 200.000 griego-chipriotas del norte al sur. Los turcos destruyeron íconos, frescos y demás obras de arte de antiguas iglesias del norte, que convirtieron en mezquitas. En 1983 Turquía proclamó una “República turca de Chipre del Norte”, que no es reconocida por ningún país y donde se estima que hay emplazados unos 47.000 efectivos turcos.
En 2004 Chipre pasó a formar parte de la Unión Europea; y naufragaron todos los intentos que hubo, incluso una propuesta de Naciones Unidas, de reunificación. Las tratativas nunca prosperaron no sólo por la insistencia turca sobre el derecho a intervenir militarmente, sino también a raíz de las reivindicaciones de Ankara sobre yacimientos de gas natural en el Mediterráneo oriental. Es más, la pandemia de coronavirus sumó tensiones relacionadas con la decisión del presidente greco-chipriota Nikos Anastasiades de cerrar algunos check-points entre las dos mitades de la isla para limitar el contagio.
Francisco será el segundo pontífice que pisa esta isla en la que predicó el apóstol San Pablo, que fue visitada por Benedicto XVI, papa emérito, en 2010. Aprovechará del viaje para seguir estrechando relaciones, ya buenas, con la mayoría cristiano ortodoxa y para alentar a la pequeña minoría católica, algo que también hará en Grecia. Pero también en Chipre, isla que queda a 70 kilómetros de la costa turca y a 100 de la siria, enfretará el candente tema de los migrantes: se estima que en los primeros diez meses del año llegaron allí unos 10.000 refugiados, cruzando ilegalmente la “green line”. Aunque otros informes hablan de la presencia de más de 33.000. Tanto es así que, tal como adelantaron fuentes del gobierno de Chipre, el Papa podría llevarse de vuelta al Vaticano unos 50 solicitantes de asilo. Aunque no lo haría en su mismo avión, como hizo en 2016 cuando se llevó de un campo de refugiados de la isla griega de Lesbos a tres familias de refugiados sirios, sino que el grupo llegaría más tarde. “Esperemos a que las cosas sucedan, no nos adelantemos”, dijo el vocero papal, sin confirmar ni desmentir las versiones.
Francisco, que el sábado de Chipre volará a Atenas, donde será recibido con todos los honores por autoridades civiles y religiosas, el domingo volverá a la isla de Lesbos, símbolo del drama de cientos de miles de personas que huyen de su tierra para sobrevivir de guerra y miseria, que terminan siendo prisioneros en centros de migrantes parecidos a prisiones.