7 ago 2009

NARCOLIMOSNAS

Columna Razones/Jorge Fernández Menéndez
Publicado en Excélsior, 5 de agosto
La comodidad eclesiástica con el narcotráfico
Algo extraño ocurre con la Iglesia católica: está muy incómoda con las madres solteras (conozco dos casos cercanos de ellas que han llevado a bautizar a sus hijos a distintas parroquias y fueron literalmente rechazadas por esa condición); con los homosexuales; con la despenalización del aborto. Exigen cada vez más condiciones para poder acercarse a la Iglesia, como si le incomodara que los “pecadores estándar” se acerquen a ella, pero no parece estar a disgusto con los narcotraficantes.
Resulta vergonzoso que la Conferencia Episcopal Mexicana haya presentado una queja pública el lunes pasado porque durante un servicio religioso en Apatzingán hayan incursionado agentes de la Policía Federal para detener a varios integrantes del cártel de La Familia, comenzando por Miguel Ángel Bezares, apodado La Troca y considerado el principal introductor de drogas sintéticas de esa organización criminal a Estados Unidos, junto con Rafael Hernández Harrison, La Cuchara o El Harrison, uno de sus principales colaboradores. El servicio religioso era una misa que se ofrecía en esa iglesia de Apatzingán para celebrar los 15 años de una hija de La Troca. La protesta de la CEM abarca no sólo la incursión de los policías y las detenciones, sino también su indignación porque fueron decomisadas las limosnas.
¿Desde cuándo la Iglesia se ha convertido en refugio de narcotraficantes que están acusados, no sólo de venta de drogas, sino también de asesinatos y torturas?, ¿por qué la dureza respecto a la intervención policial y el silencio en relación con lo que hacían La Troca, El Cucharas y otros 30 “invitados”, incluidos custodios armados, de ellos, en esa celebración? ¿No han comprendido los hombres de la Iglesia en México que esas “limosnas” que les decomisaron son en realidad “narcolimosnas”, dinero producto del tráfico de drogas?, ¿no han aprendido aún la lección del padre Montaño al llevar a la Nunciatura Apostólica a los Arellano Félix con el nuncio Girolamo Prigione luego del asesinato, por los Arellano Félix, del cardenal Posadas Ocampo? ¿No comprenden que la construcción del lujoso Seminario del Río, en Tijuana, financiado también por los Arellano Félix, o la construcción o remodelación de distintos templos en prácticamente toda la geografía del país pagadas por los narcotraficantes locales, legitima a los delincuentes y deslegitima a la Iglesia? ¿Le parece mucho más grave que una madre soltera quiera bautizar a su hijo (y se lo impiden) que contratar sus servicios para realizar una misa encargada por un narcotraficante? En realidad es una vergüenza que la Iglesia no esté al frente de una lucha que debería ser también suya en vez de convertirse en un instrumento más de legitimación de los criminales.
El tema parece ser la fe. Los integrantes de La Familia Michoacana, aunque en una forma heterodoxa, suelen hacer gala de su fe religiosa, lo que no les impide vender drogas que matan a jóvenes, hombres y mujeres, o asesinar a policías y a soldados o, como contaban los detenidos el sábado en esa misma misa, amenazar con la tortura o la muerte a sus integrantes si quieren dejar la organización. Lo mismo sucedía con la Iglesia en Baja California en la época de auge de los Arellano Félix, otros narcotraficantes provenientes de una familia muy religiosa. Tanto se coludieron los líderes eclesiásticos en la entidad con ese cártel, que se llegó al límite, en el caso de la muerte del cardenal Posadas Ocampo, de que se falsificara una fe de bautizo para intentar demostrar que los hermanos Arellano Félix, al momento del asesinato del purpurado, estaban en esa ceremonia como padrinos, en lugar de en Guadalajara matando a un príncipe de la Iglesia. Y no pasó nada: el padre Montaño, el mismo que ordenó la falsificación de ese documento, el que llevó a los Arellano con Prigione, sólo tuvo que sufrir un pequeño exilio, en California, amparado por la Iglesia, y hace ya varios años que ha regresado a Baja California donde continúa normalmente con sus labores.
Mientras la Iglesia se quejaba, también lo hacía, por el operativo, la Comisión de Derechos Humanos de Michoacán. Resulta que, en una terrible violación a los derechos de los detenidos, se les tuvo unas horas retenidos en la iglesia, mientras se investigaba su identidad (como se hace en todo operativo de estas características) y esas pobres personas sufrían, así lo han denunciado sus familiares y la Comisión, de hambre y sed. Para colmo, resulta que alguno de los detenidos, como ocurrió con Rafael Cedeño, apodado El Cede e ideólogo de La Familia, detenido en abril pasado, luego, también, de un bautizo de su nieta, portaba una credencial como observador de la Comisión de Derechos Humanos local. La institución, según ocurrió con El Cede , dijo que investigará si la credencial era auténtica o apócrifa. Todavía no ha dado respuesta en el caso de El Cede, quien manejaba, como lo hemos explicado aquí, toda una red de albergues supuestamente para el tratamiento de adicciones, amparado en una presunta convicción religiosa, donde se captaba a jóvenes adictos para ser formados como sicarios y prestar servicios a esa organización criminal.
La verdad es que no debería sorprendernos: si ese cártel ha logrado permear presidencias municipales, partidos, la estructura del gobierno local, las empresas, ¿por qué no podría introducirse en instituciones como la Comisión de Derechos Humanos local o en la Iglesia? Lo desconcertante es que, en vez de investigar qué sucedió para que esos hombres armados y sus respectivos custodios estuvieran en ese templo celebrando un servicio religioso ofrecido por la iglesia local, la CEM eleve una enérgica protesta contra las autoridades… quizá por el gravísimo pecado de exhibirlos. Y, para colmo, la policía decomisó, dicen, sus limosnas.

Comunicado del obispo de Apatzingan

Jueves, 06 de Agosto de 2009
Mensaje de Mons. Miguel Patiño Velázquez con ocasión de los acontecimientos ocurridos en el templo del Perpetuo Socorro el pasado primero de Agosto
Mi saludo a los Sacerdotes, Religiosas (os) y Fieles del Pueblo de Dios:
Como Obispo de la diócesis de Apatzingán, y en unión con mi Presbiterio, me dirijo a todos
los fieles de esta Diócesis para expresar mi más enérgica protesta por los abusos cometidos por la Policía Federal, el pasado día primero, en el templo del Perpetuo Socorro de ésta ciudad, cuando sin ninguna orden de cateo, irrumpieron en el recinto sagrado, en el momento preciso de la celebración de la Santa Misa.
Entendemos que en la persecución de los delincuentes suele comprometerse también la tranquilidad de las personas de bien, por lo que, con todo respeto pero con firmeza, exigimos a las fuerzas de seguridad pública, que sus operativos se realicen de tal modo que eviten a la ciudadanía sufrimientos innecesarios e injustos. Deseamos una policía eficiente, pero la capacidad de ésta para cumplir bien su función implica la necesidad de respetar y salvaguardar el trato justo y los derechos de todos.
En su lucha contra la delincuencia el Gobierno necesita contar con el respaldo del pueblo al que pretende y debe servir. Tiene ya la fuerza de la Ley y de las armas, pero si no tiene la autoridad moral que la aprobación del pueblo le otorga, sus acciones parecerán arbitrarias y prepotentes. No debemos llegar a sentir que “es peor el remedio que la enfermedad”.
No queremos que la imagen de nuestras autoridades gubernamentales se deteriore, ni mucho menos que su credibilidad se debilite, pues es precisamente en el descrédito del Gobierno civil en el que algunos grupos del crimen organizado pretenden legitimar sus actividades delictivas.
Expresamos nuestro reconocimiento y apoyo al esfuerzo que el Gobierno y las fuerzas del orden público realizan para llevar al pueblo tranquilidad y la seguridad perdidas; aceptamos sus disculpas, pero exigimos como ciudadanos y como pastores, que en la planeación y realización de sus operativos, las fuerzas policiacas respeten la dignidad, los derechos y la libertad de las personas, y que tengan cuidado de no agraviar más la sensibilidad religiosa de este pueblo que en su fe, en su culto y sobre todo en la celebración de la Santa Misa, en sus templos, encuentran un tiempo y un espacio de seguridad, esperanza y paz.
Con la oración de la Iglesia imploramos:
“Señor, tú que guías al universo con sabiduría y amor, escucha las oraciones que te dirigimos por nuestra patria, a fin de que la prudencia de sus gobernantes y la honestidad de los ciudadanos, mantengan la concordia, la justicia y se alcancen el verdadero progreso y la paz.”
Servidor en Jesucristo:
+ Miguel Patiño Velázquez
Obispo de Apatzingán
Nota: A los ocho días de este acontecimiento tendremos en el templo del Perpetuo Socorro, adoración al Santísimo Sacramento, de 7:00 p.m. a 2:00 a.m. para pedir al Señor por la paz.
***
S.E. Mons. Miguel Patiño Velázquez
Obispo de la Diócesis de Apatzingán
Nació en la Piedad, Mich., Arquidiócesis de Morelia, el 30 de noviembre de 1938.
Realizó sus estudios de Humanidades, la Filosofía y Teología en el Seminario de la Congregación de Misioneros de la Sagrada Familia.
En enero de 1960 hizo la profesión religiosa en esta misma Congregación.
Fue ordenado Sacerdote el 16 de junio de 1963 en el Iglesia parroquial de la Santa Familia de Zamora, Michoacán.
Ha desempeñado los siguientes cargos:
Maestro de Novicios, enero de 1964;
Párroco de la Concordia, Chiapas, Diócesis de Tuxtla Gutiérrez, enero 1966;
Maestro de Novicios, septiembre de 1966;
Párroco de Sagrada Familia en Uruapan, Mich., enero de 1969;
Vicario Cooperador de la Mira, Mich, Diócesis de Apatzingán, septiembre de 1974;
Maestro de Novicios, septiembre de 1975;
Prefecto de Filósofos, septiembre de 1977;
Párroco de La Mira, Mich, desde septiembre de 1978 al 1981;
Miembro del consejo General de la Congregación de Misioneros de la Sagrada Familia desde 1967;
Ha sido Secretario General de su Congregación durante 7 años.
Su Santidad el Papa Juan Pablo II, lo nombrado Obispo de Apatzingán, el 14 de Abril de 1981 y es Consagrado el 21 de mayo del mismo año.
En la CEM ha sido Suplente del Representante de la Región Pastoral Don Vasco y Vocal de la Comisión Episcopal para los Institutos de Vida Consagrada, en el trienio 1983-1985; en los trienio 1985-1988 y 1988-1990 es elegido Representante de a Región Pastoral Don Vasco; para el trienio 1992-1994 es elegido Suplente del Representante de la Región Don Vasco y Vocal de la Comisión Episcopal para los Institutos de Vida Consagrada; repitiendo los cargos para el trienio 1994-1997; para el trienio 1997-2000 sólo repite como Suplente de la Región Pastoral Don Vasco.
Fue Vocal del Departamento de Previsión Social del Clero de la CEM para el Trienio 2004 - 2006.

CEM acepta disculpas

Episcopado mexicano acepta disculpas por irrupción policial en templo
MÉXICO D.F., 06 Ago. 09 / 10:01 pm (
ACI)
El Secretario General de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), Mons. José Leopoldo González, señaló que la
Iglesia en el país aceptó las disculpas de la Secretaría de Seguridad Pública (SSP), tras la irrupción policial en la iglesia del Perpetuo Socorro en Apatzingán, en plena celebración Eucarística.
El 1 de agosto, fuerzas policiales ingresaron a este templo cuando se oficiaba un servicio rligioso; según la SSP, con el objetivo de priorizar la captura de delincuentes, entre ellos Miguel Ángel Beraza Villa, alias La Troca, integrante del cártel de La Familia
Michoacana. Tras la protesta de los obispos mexicanos, las autoridades ofrecieron sus disculpas al Obispo de Apatzingán, Mons. Miguel Patiño.
En el texto firmado por Mons. González, la CEM señaló que la irrupción en la iglesia ha sido una "falta de respeto a la fe católica y sus sacramentos
". Sin embargo, hizo un reconocimiento a la SSP por las disculpas ofrecidas y renovó su compromiso por colaborar en la lucha para erradicar la criminalidad.
El Prelado señaló que "la Iglesia sus Obispos jamás contribuirán a la obstrucción de la justicia, como lo han querido señalar algunas voces que por desconocimiento o mala fe se han pronunciado al respecto".
"Reiteramos que ningún templo católico es ni será, lugar donde se pueda ocultar, bajo ningún pretexto, cualquier tipo de delincuencia", indicó el texto.
***
Comunicado completo con motivo de los acontecimientos acaecidos en la Diócesis de Apatzingán
Con motivo de la irrupción de la fuerza pública, el día 1º de agosto en el Templo del Perpetuo Socorro en Apatzingán mientras se oficiaba la Santa Misa, buscando algunos presuntos delincuentes, el Episcopado Mexicano alzó la voz ante este hecho, por considerarlo como falta de respeto a la fe católica y sus sacramentos.
La Iglesia y sus Obispos jamás contribuirán a la obstrucción de la justicia, como lo han querido señalar algunas voces que por desconocimiento o mala fe se han pronunciado al respecto, por el contrario, su posición es la de colaborar con las autoridades para que ellas restablezcan el orden y el Estado de Derecho, donde han sido alterados por el crimen organizado y, en particular, por el narcotráfico. Reiteramos que ningún templo católico es ni será, lugar donde se pueda ocultar, bajo ningún pretexto, cualquier tipo de delincuencia.
Hacemos un reconocimiento a la Secretaría de Seguridad Pública por ofrecer sus disculpas, refrendamos nuestro compromiso de colaborar con los Poderes de la Unión y, en particular, con las fuerzas del orden público en su lucha por erradicar la criminalidad. Reafirmamos nuestro deber de participación en la tarea de construir una sociedad comprometida con los valores fundamentales del ser humano que posibiliten una sana convivencia con respeto a la vida y a los Derechos Humanos.
Invocamos al Espíritu Santo y a Santa María de Guadalupe para que nos guíen y fortalezcan para construir el México de paz y armonía, que todos anhelamos.
+ José Leopoldo González González
Obispo Auxiliar de Guadalajara
Secretario General de la CEM

Punto no presentado

Es un caso curioso e inédito del periódico Reforma, publican una nota de un Punto de Acuerdo que NO fue presentado al pleno: (todavía), de la autoría del Dip. Del PRI César Duarte.
El día de hoy una nota firmado por los reporteros Armando Estrop y Claudia Guerrero dan cuenta de un texto publicado en formato pdf. (en mi experiencia en la Cámara llegó de última hora: a las 18:35 horas del martes 4 de agosto, según el sello).
Anexo:
http://www.senado.gob.mx/sgsp/gaceta/60/3/2009-08-05-1/assets/documentos/Juicios_Orales.pdf
“Urgen diputados
Nota completa
Urgen diputados a aplicar oralidad
Exigen celeridad ante clima de inseguridad. Exhortan a los poderes Ejecutivo y Judicial acelerar
implementación de la infraestructura
Armando Estrop y Claudia Guerrero
(6 agosto 2009).- La Comisión Permanente pidió al Gobierno federal que apure la instalación y aplicación de los juicios orales en los estados del País en los que se hicieron las modificaciones legales en esta materia.
"Se exhorta a los Poderes Ejecutivo y Judicial de la Federación a llevar a cabo en la medida de lo posible, la inmediata instrumentación de las reformas en materia de justicia penal.
"Particularmente las disposiciones sobre juicios orales, considerando la situación particular de las entidades federativas donde ya vienen funcionando en materia común", dice el punto de acuerdo presentado por el priista César Duarte.
El presidente de la Mesa Directiva de la Cámara baja, explicó que si bien existen avances en materia de impartición de justicia, la situación de la inseguridad en todo el País es cada vez más grave y por eso lo ideal sería adelantar el proceso de implementación de los juicios orales.
Destacó que en estados como Chihuahua, en donde la violencia es ya generalizada, es importante que se empleen herramientas legales novedosas a fin de abatir los índices criminalísticos.
"Por eso consideramos conveniente que se analice la posibilidad de adelantar, en la medida de lo posible, la instauración de los juicios orales en materia federal", explicó.
La reforma penal aprobada por el Congreso de la Unión , insistió, va a renovar el sistema penal mexicano pero la actual administración debe imponerle mayor rapidez a la instalación de la infraestructura para los juicios orales así como leyes secundarias en materia de secuestro.
Con nuevas figuras, dijo, como son la extinción de dominio, la presunción de inocencia y los mecanismos alternativos de solución de controversias, el estado mexicano podrá ser más eficaz.
"El Ministerio Público será más competitivo, se autoriza el arraigo con control judicial y se crea la extinción de dominio a favor del Estado. Todo lo anterior con la finalidad de fortalecer al Estado en la lucha contra la inseguridad", destacó.
Sin embargo no se han puesto en acción en su totalidad y no todos los estados han hecho las reformas que se requieren para estar en concordancia con estos cambios realizados por la actual Legislatura.
"El avance es bastante pero aún quedan reformas pendientes para la adecuada instrumentación de esta importante transformación del sistema de justicia penal", agregó César Duarte.
Por eso se pide al propio Congreso de la Unión que agilice también la aprobación de las leyes secundarias en materia penal, derivadas de la reforma judicial.
"La Comisión Permanente del Congreso de la Unión exhorta al Congreso General de los Estados Unidos Mexicanos, a agilizar el proceso de aprobación de la legislación secundaria pendiente a la reforma constitucional en materia de justicia penal", exigió en el proyecto publicado ayer en la Gaceta Parlamentaria del Senado.
Así lo dijo
"El Ministerio Público será más competitivo, se autoriza el arraigo con control judicial y se crea la extinción de dominio a favor del Estado. Todo lo anterior con la finalidad de fortalecer al Estado en la lucha contra la inseguridad".
César Duarte
Pdte. Mesa Directiva de la Cámara

Los moriscos

El drama olvidado de los moriscos/Manuel Cebrián, jurista. Ha publicado la novela histórica El llanto de azar (Ed. Akrón) sobre la expulsión de los moriscos de España
Publicado en EL MUNDO, 06/08/09;
Se cumple este año el cuarto centenario de uno de los episodios más oscuros y, a la vez, más desconocidos, de nuestra historia: la expulsión de los moriscos, decretada el 9 de abril de 1609 por el Rey Felipe III de Austria. Se trataba de un importante grupo humano que, tras la reconquista de los territorios peninsulares por reyes cristianos, permanecieron en ellos.
Su conversión forzosa al cristianismo no produjo la asimilación religiosa esperada. Y, de hecho, la mayoría de los moriscos mantuvo, a pesar de la persecución a la que se vieron sometidos por las autoridades, su credo y prácticas religiosas. Los procesos inquisitoriales abiertos por tal causa, antes que solucionar el problema, consiguieron enconar la enemistad entre las dos comunidades.
La expulsión ya había sido pretendida por el rey Felipe II, por razones religiosas y de seguridad nacional, pero bajo su reinado la decisión fue de imposible ejecución por los importantes conflictos que ataban al monarca en Europa y en el Mediterráneo. Así que fue a su hijo Felipe III a quien le correspondió abordar el problema heredado.
El levantamiento morisco de las Alpujarras, guardado por ambos monarcas en la memoria como hierro ardiente, tanto por las terribles brutalidades cometidas por ambos bandos como por las fuerzas empleadas para sofocarlo, fue el más remoto antecedente que vino a justificar la expulsión, a lo que se añadió, claro, la siempre presente intransigencia religiosa de la época.
La tregua alcanzada con Holanda, principal centro de conflicto entonces de la Monarquía española, y la ausencia de otros focos de conflicto exteriores, permitieron acometer la empresa. Las razones esgrimidas por Felipe II fueron ganando peso hasta conducir a su hijo, Felipe III, a tomar la terrible decisión de expulsar a los moriscos de todos los reinos de España. Afectó a unas 300.000 personas -el 5% de la población total existente en el país-, casi la mitad perteneciente al Reino de Valencia -principal foco morisco-, quedando el resto repartida por Aragón, ambas Castillas y Andalucía.
Saltaron así por los aires los acuerdos alcanzados por los Reyes Católicos con el último rey nazarí de Granada, Boabdil, de respeto a la religión y propiedades de la población musulmana que había quedado en España tras la Reconquista, así como al derecho de ésta a orientar su propia educación y la de sus hijos.
La expulsión representó un tremendo drama para los moriscos. Aunque ellos se consideraban españoles y contribuyeron, sobre todo en el reinado de Carlos V, con donaciones y hombres a la causa imperial, no fueron conscientes del peligro para sus vidas que representaba su único pecado: la conservación de sus costumbres y prácticas religiosas.
La expulsión supuso, además de la pérdida de todos sus bienes -que pasaron a propiedad de sus señores o de la Hacienda Real- el más absoluto de los desarraigos. Ni eran queridos en España ni tampoco en los lugares de acogida, Berbería o Francia, donde se les veía como extranjeros y posible foco de conflictos. Ni su lengua, ni tampoco su indumentaria, coincidían con la de las gentes de los nuevos lugares donde tuvieron que emigrar. Se vieron desahuciados por los españoles y vistos con recelo allí donde llegaron. Una inmensa pesadilla y un drama que hoy parecen haberse olvidado.
La muerte de 12.000 personas (según
las estimaciones más moderadas), el rapto o la esclavitud fue el final de muchos de los que se vieron obligados a marchar de su patria. Otros, la gran mayoría, tuvieron que buscar acomodo en el norte de África, donde, a base de esfuerzo y tesón, se fueron abriendo el hueco que aquí, en España, se les negó.
La economía peninsular también se vio muy afectada por el vacío dejado. Los campos, especialmente los de Valencia y Aragón, se vieron privados de la especializada mano de obra morisca, quebrando la riqueza de esas prósperas tierras. Los cultivos fueron abandonados, las industrias y talleres cerrados y los pueblos quedaron sin gentes. El descenso de la producción extendió las hambrunas por grandes zonas de España y llevó a la ruina a muchos de los señores y propietarios. Y, lo que fue todavía más importante para la Monarquía, y no fue previsto por la misma: se perdieron fuentes de ingresos para afrontar los importantes retos que le estaban reservados.
Puede ser ahora, en el cuarto centenario de aquella expulsión, un buen momento para rememorar este lamentable pasaje de nuestra historia; la mayor limpieza de sangre jamás realizada. Y, a poder ser, para reflexionar no sólo sobre la dureza de la situación, sino sobre las consecuencias que aún hoy padecemos por aquella ruptura de los lazos que unían a muchos de los expulsados con la población cristiana.

Los muros crecene

Las tecnologías avanzan, los muros crecen/Eduardo A. Prieto, filósofo y arquitecto
Publicado en El País, 6/08/09):
Las épocas, los siglos, pueden definirse a partir de sus propias manías u obsesiones. Si la peculiar manía del siglo XIX fue, como sabemos, la historia, al siglo XX le correspondió una particular obsesión por el espacio. La centuria que, desengañados, abandonamos hace poco, comenzó siendo la época dorada de las ciudades cosmopolitas y de las fronteras abiertas en la que, como todavía recordaba Stefan Zweig en su Mundo de Ayer, a ningún viajero se le pedía el pasaporte. Pronto siguió a este apacible tiempo el terrible periodo de la geopolítica. Las líneas virtuales de los mapas fueron blindadas, destruidas y recompuestas una y cien veces en una maniaca fruición espacial. El fatídico recuerdo de la guerra de trincheras trajo consigo las estructuras de las líneas geopolíticas de la posguerra que, como cremalleras acorazadas, se cosían sobre el efímero patrón de las fronteras de una Europa cuyos pueblos eran mudos testigos de la impotencia creciente frente a una tecnología capaz no sólo de destruir, como antaño, los baluartes y las murallas, sino de aniquilar por completo las ciudades y los territorios. En este contexto, el control político fue concebido como el ejercicio de un dominio literal del espacio desplegado a través de técnicas tan burdas pero a corto plazo efectivas como la construcción de alambradas y muros, de los que, sin duda, fue símbolo el ya mítico Muro de Berlín, barrera física que resguardaba el virtual telón de acero que separaba a los dos mundos en pugna.
A pesar de que, con la caída del Muro, pareció que una nueva época iba a iniciarse, las instancias de dominación espacial de la antigua política no fueron abandonadas. Pronto, la impotencia y el miedo aconsejaron la construcción de nuevos muros. Es conocido el caso israelí: una muralla de 721 kilómetros que sigue en un 20% el trazado de la antigua Línea Verde surgida del armisticio árabe-israelí de 1949 y que en el 80% restante se adentra en el territorio cisjordano. Casos semejantes siguen manteniendo con vida al modelo: la frontera electrificada entre las dos Coreas, las alambradas de Ceuta y Melilla o el nuevo muro que se ha erigido para segregar a las favelas de las zonas decentes de São Paulo. Sin embargo, entre todos estos ejemplos, el caso más singular, por la sofisticación y la coherencia ideológica con que se está levantando, es la frontera entre México y Estados Unidos, reforzada últimamente con 200 cámaras de vigilancia que, una vez conectadas a la red, permitirán que, al menos, 100.000 voluntarios, desde la privacidad de sus hogares, puedan colaborar cívicamente en el control de un segmento de 1.254 millas de frontera.
La noticia no es sorprendente en cuanto a su fondo pero es extraordinariamente reveladora con respecto a su forma. Nos hemos acostumbrado a la idea de que la emergencia, primero, y el espectacular desarrollo, después, de los sistemas de comunicación contemporáneos acabarían por alterar, necesariamente, el modelo de relaciones políticas, sociales y económicas establecido por la rígida tradición del dominio a través del espacio. Al espacial siglo XX seguiría, de este modo, un siglo XXI virtual definido por el potencial emancipador de las nuevas redes capaces de flexibilizar, deformar plásticamente e, incluso, romper de manera definitiva los caducos mecanismos de participación ciudadana, mediados tradicionalmente a través del juego de representación de los partidos políticos y las estructuras simbólicas de la ciudad.
Sin embargo, a pesar de sus promesas de virtualidad cívica, las teleutopías (Ciberia, Telépolis, etcétera) han producido hasta el momento resultados mediocres. A la creciente hipertrofia de la red no ha seguido el esperado reequilibrio de los territorios ni el desarrollo de nuevas maneras de hacer ciudad pensadas a partir del modelo potencialmente emancipador de la infidelidad espacial. Por el contrario, la explosión de la concentración demográfica de las ciudades y las bolsas de pobreza y desigualdad en ellas contenidas, apuntan más bien a una re-escritura de los problemas en términos espaciales. Según la ONU, en 2020 habrá nueve metaciudades con más de 20 millones de habitantes, muchas de ellas en los llamados “países emergentes”. Y la coyuntura también alcanza a las ciudades occidentales. Que para resolver los problemas sociales no basta con enchufar a los pobres a la red lo ponen en evidencia hechos como la revuelta de las barriadas de la periferia de París en 2005. La “chusma” que prendió fuego a las banlieues durante tres semanas, no protestaba por estar segregada digitalmente del resto de la sociedad, sino por estarlo espacialmente.
Victor Hugo escribió que la verdadera historia de la civilización está en las alcantarillas. Nuestras alcantarillas son hoy las fronteras. Es en este contexto donde la noticia sobre las alambradas virtualizadas de México adquiere un sentido más amplio. Al desmantelamiento de las estructuras que configuraban las ciudades según el modelo de la modernidad (en el que el espacio público era todavía un espacio cívico de intercambio ideológico) ha seguido la mercantilización del mismo, originando éste, a su vez, una inevitable privatización, aún en vías de desarrollo pero cuyas consecuencias pueden adivinarse ya en muchas ciudades de España. Con estas premisas, la tradicional política del espacio acaba siendo reemplazada por una verdadera industria, un spatial management orientado a construir dispositivos capaces de satisfacer las demandas específicas de algunas comunidades privilegiadas. Estos dispositivos adquieren la forma de guetos dorados diseminados periféricamente al antiguo espacio moderno de la ciudad -y, en ella, las reservas espaciales del centro histórico-, atenuando las desventajas de la falta de centralidad por la creciente potencia comunicativa de las nuevas redes virtuales. Mientras tanto, la brecha digital acrecienta la brecha espacial que separa a las comunidades más ricas de las más pobres. El desarrollo de los dispositivos espaciales acaba implicando, así, la construcción de barreras y murallas que impiden que el espacio residual pero deseado de los guetos privilegiados sea invadido por los otros.
La geometría de la desigualdad que antaño seguía un eje vertical se fragmenta hoy en una malla de relaciones horizontales. Las fronteras ya no son límites impuestos tras una guerra territorial, sino trazos calientes e inestables, zonas de fricción entre placas desiguales, entre mundos cualitativamente distintos e inconmensurables entre sí. Las fronteras son líneas potencialmente ilimitadas en su extensión pero carentes de espesor, en cuyo diseño la realidad despliega tozudamente su astucia. A estas alturas, podemos afirmar ya que el modelo consuetudinario de control político, ejercido a través del espacio, no va a ser sustituido sin más por ningún sistema virtual. Por el contrario, el destino de ambos es entremezclarse, contaminarse mutuamente. En el caso de la frontera mexicana, los recursos de control territorial se perfeccionan y complementan con las nuevas herramientas propias de una globalización cuyas redes virtuales socavan y, a la vez, refuerzan los tradicionales dispositivos físicos y espaciales, con el resultado paradójico de que la destrucción del espacio moderno debido al desarrollo de esas mismas redes cibernéticas acaba suponiendo una extraña vuelta a la geopolítica.
Recapitulemos: en la frontera entre México y Estados Unidos se han colocado, de momento, 200 cámaras para vigilar un segmento de 1.254 millas del total que corresponden a la frontera entre ambos mundos (iba a escribir países). Me gustaría terminar diciendo algo ahora acerca de los 200.000 ojos que, a día de hoy, colaboran desinteresadamente en el control de este nuevo limes. Desde luego, estas 100.000 personas, unas en Tejas, otras, incluso, en Australia, disfrutan de las ventajas de la globalización y parece que a ellos la red sí les está emancipando realmente. Su bienestar no es virtual. Asistimos, en este caso, al reverso digital de la revuelta de París que recordábamos más arriba: si la chusma banlieusard clamaba por salir del gueto, los vigilantes domésticos de Tejas luchan por no perder las ventajas del sistema, por no salirse de él, por no desespacializarse. Las herramientas virtuales, controladas por unos, se utilizan con el fin de que los privilegios no sean compartidos por los otros. El desalentador resultado es que el potencial emancipatorio de la red se ha perdido prematuramente, convirtiéndose ésta en un mero digital management, es decir, un nuevo y sofisticado instrumento de dominación. Sin alambradas no hay Telépolis.