9 nov 2008

Accidente o atentado

Accidente o atentado?
El secretario de Gobernación, Juan Camilo Mouriño, y José Luis Santiago Vasconcelos, uno de los líderes de la lucha contra el crimen organizado, perecieron en el accidente aéreo
MÉXICO.
La mafia podría estar detrás de las muertes de los dos funcionarios más altos de la lucha contra el narcotráfico. Si se comprueba, sería un duro golpe al gobierno de Felipe Calderón.
Portal de la revista Semana. com. sábado 8 Noviembre 2008;
El accidente del Learjet 45 ocurrió el martes en una zona residencial de Ciudad de México, cuando viajaba al aeropuerto internacional Benito Juárez. Aunque no se ha definido por qué cayó el avión, no se descarta que se trate de un atentado
México fue una excepción en el mundo. No tuvo tiempo para sorprenderse con la elección de Barack Obama como presidente de Estados Unidos, aunque ese país era uno de los más interesados en los comicios por su cercanía política y geográfica con Washington. Porque el mismo martes de las elecciones, terminó inmerso en una tragedia de grandes implicaciones
La razón fue, en apariencia, un hecho fortuito: la caída de un Lear Jet de nueve plazas en una
zona prestigiosa de Ciudad de México, cerca de donde empiezan las Lomas de Chapultepec, un área de lujosas mansiones. El caos causado por ese accidente, en el que murieron 14 personas, se agravó cuando se supo que entre los nueve ocupantes del jet estaban Juan Camilo Mouriño, secretario de Gobernación (ministro del Interior) y un político cercano a Felipe Calderón, y José Luis Santiago Vasconcelos, uno de los hombres fuertes de la lucha contra el crimen organizado y el narcotráfico.
La noticia no sólo obligó a Calderón a regresar de Guadalajara para ponerse al frente de la tragedia. También puso a pensar a México si verdaderamente se trataba de un accidente. De hecho, los dos discursos del Presidente desde el desplome de la aeronave parecieron referirse más a las víctimas de un plan macabro que a las de un hecho fortuito. No en vano ordenó en su discurso del 6 de noviembre, durante la ceremonia fúnebre, investigar por qué cayó el jet en plena Ciudad de México, razón por la cual envió las dos cajas negras a Estados Unidos. Y, como escribió Ricardo Alemán en su columna del diario El Universal,
"especula tanto el que señala que fue un atentado como el que se aferra a que fue un accidente", y "los narcotraficantes son capaces no sólo de matar policías, sino de tirar aviones".
"Desde cuando llegó el presidente Calderón hay un combate frontal contra el narcotráfico y por eso han aumentado los niveles de violencia", explicó a SEMANA Jorge Chabat, especialista en crimen organizado y seguridad nacional del Centro de Investigación y Docencia Económicas, con sede en Ciudad de México. En efecto, a raíz de esa lucha, para la que Calderón ha dispuesto unidades especiales de militares, algunas bandas se han fragmentado y otras están luchando entre ellas para redefinir las rutas y asegurar el control territorial en un país por el que pasa la mayoría de la droga producida en Suramérica hacia Estados Unidos. Esta situación ha causado los asesinatos de entre 3.000 y 4.000 personas en 2008.
Por este tipo de situaciones y por atentados como el ocurrido en Morelia durante las celebraciones de independencia, en septiembre pasado, el diario La Jornada habla de "un entorno de pavorosa inseguridad". Además, el gobierno ha logrado varios éxitos, como la reciente captura de Eduardo Arellano Félix, jefe del temido cartel de Tijuana, uno de los más poderosos del mundo.
Por eso, una retaliación por parte de las bandas no es una idea descabellada. Más aun si se tiene en cuenta que los ocupantes del avión eran de alto perfil y se caracterizaron por su oposición vehemente al narcotráfico. Mouriño, un político joven, de origen español y nacionalizado mexicano, coordinaba varios temas relacionados con la protección civil y la seguridad nacional. En ese sentido, además de su cercanía con el presidente Calderón, era una pieza clave. Vasconcelos, por su parte, fue durante el gobierno de Vicente Fox el principal responsable de combatir el crimen organizado y en el mandato de Calderón fue nombrado subprocurador de Asuntos Jurídicos y Relaciones Internacionales. Recientemente había pasado a trabajar de la mano de Mouriño en un conjunto de reformas de seguridad y justicia penal. Por sus labores fue amenazado y en enero de este año reconoció en una entrevista que el cartel de Sinaloa había intentado matarlo.
Más allá de estas hipótesis, lo cierto es que todavía no hay nada claro y los analistas coinciden en no aventurarse. Y es cierto: hasta que no se esclarezcan los hechos, la teoría más aceptada sigue siendo un accidente. "Todavía no podemos afirmar nada categóricamente, pero las condiciones en las que se da la caída del avión son extrañas", afirmó a SEMANA Gustavo López Montiel, director de ciencia política de la Universidad Tecnológica de Monterrey. De cualquier manera, que se piense siquiera en la posibilidad de un atentado ya es un hecho suficientemente delicado que debe encender las alarmas en México para reforzar la lucha contra el crimen organizado. Por eso Chabat añade: "todo depende de cuál sea el origen de la caída. Si es un atentado, el impacto sería evidentemente mucho mayor, pues obligaría a replantear la estrategia de combate al narcotráfico y sería una muestra del poder de las mafias".
En cualquier caso, lo evidente es que para México, la pérdida de sus hombres fuertes representa un trag o amargo en la lucha contra el narcotráfico, pues, como resaltó López Montiel, la tragedia rompe el proceso que se estaba llevando a cabo para combatir a las mafias y deja al país sumido en un vacío político. Eso lo dejó claro un editorial del diario La Jornada: "Por principio de cuentas, la pérdida del titular de Gobernación, a quien corresponde la coordinación del gabinete, obliga a una reconfiguración urgente del aparato del Ejecutivo federal e introduce factores inesperados de incertidumbre en el panorama político del país".
En el caso del presidente Calderón, la caída de la aeronave tiene otra implicación. A mediados del próximo año hay elecciones legislativas y una de las labores del secretario de Gobernación es articular lo que el Presidente busca en términos de políticas públicas, por lo que es un actor clave para que en el Congreso haya mayoría. En parte por eso, Calderón escogió para ese cargo a un hombre de su entera confianza y cercano políticamente, como Mouriño. Ahora, en un momento de incertidumbre política y económica, Calderón está en la obligación de reconfigurar su gabinete político y nombrar a quien será el tercer secretario de Gobernación en los últimos dos años.
Sin embargo, hoy el tema electoral es secundario. Las primeras planas de los periódicos mexicanos resaltan la misma inquietud que ronda entre los ciudadanos y hasta en redes sociales como Facebook: ¿Se trató de un atentado? Y aunque ese tema puede demorar en resolverse del todo, lo cierto es que el 4 de noviembre no será recordado en México sólo como el día en que ganó Barack Obama, quien ofreció el pésame a su futuro colega, sino por el accidente aéreo que conmocionó no tanto al D. F., como a todo el panorama político de ese país.

Norma Angélica Díaz

Muerte, duelo y memoria
MARTA LAMAS
Revista Proceso (www.proceso.com.mx) # 1671, 9/11/2008;
La muerte es un territorio ensombrecido. Nadie puede aquilatar en su justa dimensión el dolor que produce. Todos los días mueren seres humanos; sin embargo, sólo nos afectan cuando son muertes cercanas o simbólicas. El pasado martes la tragedia del avión desplomado nos cimbró.
Muchas personas compartimos la sensación esquizofrénica de celebrar el triunfo de Obama al mismo tiempo que nos dolían las escenas aterradoras de lo ocurrido en Reforma y Periférico. La vida mostró sus dos caras: la de la desgracia, inmensa e inesperada, y la de la alegría por una renovación política tan alentadora.
En México, la muerte es festejada con calaveritas y celebraciones mortuorias. Esta actitud festiva proviene de una tradición socialmente transmitida, pero a la hora de la hora nada nos prepara para la muerte de a deveras. Hay personas longevas, y sus familiares y amigos se pueden hacer a la idea de que se acerca el fin. Pero si bien una ineludible consecuencia de la vida es la muerte, no hay nada que descoloque más que una muerte a destiempo. Esas muertes nos duelen y nos conmueven más que la del nonagenario que expira en su cama.
El avionazo del 4 de noviembre ha costado muchas vidas, todas únicas, todas valiosas. No voy a hablar de la gravedad política que implica, no porque no me preocupe, sino porque todavía no hay elementos para saber si realmente fue un accidente o, como suponemos muchas personas, un atentado. Quiero recordar el caso de Norma Angélica Díaz. No es mi intención valorar más su muerte sobre las demás, pero no puedo dejar de pensar en su hijita, y en lo poco que, cuando crezca, se podrá acordar de su madre. Periodista egresada de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, Norma Angélica era, a sus 26 años, la directora de Información de la Secretaría de Gobernación, una joven viuda que tenía una criaturita de 12 meses de edad. Y el infausto destino de esa chiquita me ronda en la cabeza.
Aceptar la muerte forma parte de la retórica de la cultura mexicana. Octavio Paz dijo: "Nuestra muerte ilumina nuestra vida. Si nuestra muerte carece de sentido, tampoco lo tuvo nuestra vida. La muerte es intransferible como la vida. Si no morimos como vivimos es porque realmente no fue nuestra vida la que vivimos: no nos pertenecía como no nos pertenece la mala suerte que nos mata. Dime cómo mueres y te diré quién eres." Norma Angélica murió en el cumplimiento del deber, como los demás que iban en la fatídica nave. Pero respecto a los transeúntes y automovilistas que tuvieron la desgracia de estar en el lugar del siniestro se aplica lo que dijo Paz: "La mala suerte que mata".
Freud explica el desarrollo de la cultura como una de las principales defensas contra la aceptación de nuestra mortalidad. La cultura prescribe ritos y significaciones cuyo sentido es evitar la aceptación de la propia muerte. Por eso culturalmente alentamos una actitud negadora ante la muerte, y sólo en contadas ocasiones llegamos a sentir el fallecimiento de personas que no conocemos o de quienes sabemos poco.
Todas las vidas están abiertas a la perspectiva de su propia muerte. Pero el hecho de morir está marcado por una doble vertiente: la persona que muere ya no es lo que era y tampoco será lo que podría haber sido. Cuando la muerte llega, le roba la vida a la persona que sigue viva en nuestra memoria. Eso causa un desasosiego insoportable. Y lejos de pretender entender sus causas o razones, es preciso aceptar su ineluctable fatalidad. Para los creyentes, está el consuelo de que al morir se inicia una nueva vida. Para los que pensamos que con la muerte se acaba todo, ese consuelo no nos sirve, pero podemos asirnos a la memoria.
¿Cuánto de la dificultad del duelo consiste en que la persona muerta nos mantiene dolientes mientras ella ya no siente nada por nosotros? El duelo se vive con ira y desgarro hasta que logramos aceptar la muerte física y podemos dar un nuevo destino al recuerdo del ser querido. La hijita de Norma Angélica no vivirá un duelo como el de los hijos ya crecidos de otras víctimas de esta tragedia, pero tal vez éstos, al atravesar ese dolor y seguir viviendo, tendrán un recuerdo más intenso de su padre o de su madre. Las ausencias pueden acompañarnos toda la vida o quedar encerradas en el olvido. La otra orilla del dolor es la memoria, que es capaz de hacer presente al ausente y, al recordarlo, trazar una estela de reminiscencias para superar el dolor.

La noche del 4 de noviembre

Todos daban órdenes
GLORIA LETICIA DíAZ

Revista Proceso (www.proceso.com.mx) # 1671, 9/11/2008
Cerca de 3 mil personas, entre curiosos, testigos, paramédicos, bomberos, autoridades federales y locales, así como integrantes de las Fuerzas Armadas, llegaron a concentrarse en una zona de 500 metros, donde se diseminaron los escombros de la aeronave en la que viajaban el secretario de Gobernación, Juan Camilo Mouriño, el extitular de la SIEDO, José Luis Santiago Vasconcelos, y siete personas más.
No había transcurrido mucho tiempo desde que, alrededor de las 18:45 horas del martes 4, el Learjet 45, matrícula XC-VMC, propiedad de la Secretaría de Gobernación, se precipitó a tierra e impactó sobre el cruce de las calles Ferrocarril de Cuernavaca y Pedregal, en las Lomas de Chapultepec.
A las 18:55 horas, personal de una de las coordinaciones territoriales de la Fiscalía Desconcentrada de la delegación Miguel Hidalgo, llegó al lugar de la catástrofe.
"Casi de inmediato supimos quiénes viajaban en la aeronave, y algo insólito, el que un jet se desplomara en una zona urbana tan concurrida, se volvía doblemente relevante por las víctimas", sostiene el subprocurador de Averiguaciones Previas Desconcentradas de la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal, Luis Genaro Vázquez Rodríguez.
En entrevista con Proceso, el funcionario, quien recibió la orden del procurador capitalino, Miguel Mancera Espinosa, y del jefe de Gobierno, Marcelo Ebrard Casaubon, de encabezar las actuaciones relativas al siniestro, cuenta que más que la recolección y posterior identificación de las víctimas, "que quedaron irreconocibles por la devastación", el gran problema para realizar las primeras indagatorias fue la confusión que imperó.
Detrás de las autoridades locales acudieron "mandos federales y militares, y todos llegaron a dar órdenes: personal de la Armada de México, del Estado Mayor Presidencial, de la Fuerza Aérea Mexicana, de la I Zona Militar. Luego la Policía Federal Preventiva, la policía del DF, de la PGR, nosotros como Procuraduría, la policía judicial, los servicios de protección civil, paramédicos. Llegó un momento en que hubo tantas órdenes que el personal se confundió".
El sitio donde se estrelló la aeronave "estaba acordonado de manera improvisada, había gente que nada tenía que hacer en un lugar donde se tenía que preservar el indicio porque sus mandos no les estaban dando las indicaciones adecuadas".
Organización tortuosa
A las 20:00 horas, narra Luis Genaro Vázquez Rodríguez, una vez que la Presidencia de la República hizo oficial que Mouriño y Vasconcelos iban en el jet, "un megáfono que arrebaté a alguien que lo llevaba en el hombro fue crucial para poner orden y rescatar los restos de los nueve ocupantes del avión, así como de los cuatro transeúntes que pasaban por ahí".
Siguiendo instrucciones de Ebrard Casaubón, de "poner orden para preservar el lugar de los hechos", desde un puente de la ciclopista Vázquez Rodríguez, megáfono en mano, convocó a los responsables de las distintas instituciones a efectuar una reunión.
"Los primeros que tenemos que intervenir en este momento somos la PGJDF, porque acabamos de iniciar una averiguación previa (MH37T2/1066/O8-11) por tres delitos: homicidio culposo, lesiones y daño en propiedad ajena. Está interviniendo el Ministerio Público, ya llegaron los servicios periciales, y nos queda muy claro que por la naturaleza del hecho es materia federal, pero los primeros que llegamos aquí somos nosotros; tenemos que iniciar las actuaciones y posteriormente remitirlas a la PGR", aclaró a los presentes.
Fue así como, asegura el subprocurador, se pudo organizar el trabajo interinstitucional y dividir la zona del desastre para distribuir las competencias. "Trabajamos de la mano de la PGR; ellos aportaron peritos y ministerios públicos y asumieron la responsabilidad del levantamiento de indicios de fuselaje y del levantamiento de los restos humanos; nosotros asumimos la responsabilidad de rescatar la documentación del vuelo, que extrañamente no se calcinó, y la descripción de los daños causados a vehículos, a terceros y a los edificios del área".
En las actuaciones judiciales participaron alrededor de 40 agentes ministeriales y periciales, por cada una de las procuradurías, federal y local.
En la improvisada reunión convocada por Vázquez se organizó el trabajo de las autoridades que tenían personal armado, de manera que acordonaran y preservaran el sitio del desastre. En ello, afirma el funcionario de la procuraduría local, la labor que desempeñaron los elementos del Ejército Mexicano y de la Armada de México fue fundamental para evitar que "personal de distintas dependencias se metiera a contaminar aún más el lugar de los hechos, porque en la oscuridad todos estaban pisando indicios".
Fue hasta las 22:00 horas, con la iluminación de reflectores, cuando se pudieron recabar de manera más eficiente los restos de las víctimas.
"En un principio nos habían dicho que eran ocho pasajeros, pero en realidad eran nueve. Inicialmente no teníamos identificados a nadie. El grado de devastación era terrible, eran restos irreconocibles totalmente, calcinados, desintegrados", precisa Vázquez Rodríguez.
Afirma que la identificación de las víctimas se realizó gracias a datos aportados por familiares, funcionarios federales y amigos en las diligencias, así como a pertenencias personales que quedaron diseminadas y, sobre todo, al trabajo científico del personal del Servicio Médico Forense. De manera que a las 14:00 horas del miércoles 5 pudo concluirse la identificación de ocho de las nueve personas que viajaban en el jet, así como de dos de cuatro transeúntes cuyos restos fueron encontrados en el lugar.
Dos personas que se hallaban en tierra murieron en hospitales del ISSSTE y la Cruz Roja, en tanto que los restos del copiloto, Álvaro Sánchez y Jiménez, no han podido ser identificados plenamente, lo que hará necesario realizar pruebas de ADN.
"El primer cuerpo que fue identificado fue el del licenciado José Luis Santiago Vasconcelos, porque parte del mismo quedó proyectado en el interior del edificio dañado; en el saco había una receta médica con su nombre, y en lo que era el pantalón se encontró su credencial de elector.
"En el caso de Mouriño, se logró la identificación gracias a que en su mano llevaba una alianza de matrimonio, que tenía la fecha de su boda y un nombre: Marigeli", refiere Vázquez Rodríguez.
Entrevistado la noche del jueves 6, después de la entrega a la PGR de cinco tomos con las actuaciones realizadas por la PGJDF, explica que la documentación contiene la inspección de los hechos, el levantamiento de todos los restos, placas fotográficas, peritajes en criminalística, en valuación, en arquitectura y en incendios, así como averiguaciones previas de los lesionados, algunas de sus declaraciones, y dos videos: el de una cámara de seguridad de Bancomer y la del edificio dañado.
Después de solventar las fricciones iniciales entre distintas dependencias, servicios de emergencia y corporaciones, la experiencia que deja el desplome del avión en el que viajaban Mouriño, Santiago Vasconcelos y otras siete personas es que "puede dar lugar a establecer procedimientos sistematizados de operación, para que en una situación similar, en un futuro, todas las autoridades tengamos previsto qué hacer, en qué momento intervenir sin estorbarnos ni confundirnos". l

Pudo ser un atentado: Buscaglia

Lo tenían en la mira
Revista Proceso (www.proceso.com.mx) # 1671, 9/11/2008
Amigo y asesor de José Luis Santiago Vasconcelos, el investigador Edgardo Buscaglia considera que no debe descartarse que la muerte del extitular de la Subprocuraduría de Investigación Especializada en Delincuencia Organizada (SIEDO) se haya debido a un atentado del narco o incluso fraguado, dice, desde el mismo poder político.
Ricardo Ravelo, reportero.
El percance aéreo en el que murió José Luis Santiago Vasconcelos junto con el secretario de
Gobernación, Juan Camilo Mouriño, el martes 4, pudo ser producto de un atentado debido a los altos niveles de infiltración que enfrenta el gobierno de Felipe Calderón por parte del crimen organizado. Esa es la hipótesis de Edgardo Buscaglia, investigador del Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM).
Amigo de quien durante 15 años combatió desde la Procuraduría General de la República a los cárteles de la droga, Buscaglia asegura que el lunes 3 por la noche se reunió con él, y afirma que el funcionario estaba amenazado por varias organizaciones criminales y sólo contaba con una reducida escolta desde que dejó su cargo en la Subprocuraduría de Investigación Especializada en Delincuencia Organizada (SIEDO).
-¿De qué bases parte usted para sostener que la muerte de Santiago Vasconcelos y de Juan Camilo Mouriño puede ser consecuencia de un atentado? -se le pregunta a Buscaglia.
-En un ámbito institucional contaminado como el que existe en México, Afganistán, Guatemala o Paquistán, donde hay tanta infiltración del Estado por parte de los grupos criminales, nunca hay que descartar la hipótesis de un atentado; más todavía cuando a dos funcionarios del más alto nivel se les cae el avión sin explicación alguna.
Para Buscaglia, quien era asesor de Santiago Vasconcelos en los trabajos de la reforma judicial, la posición de Luis Téllez, secretario de Comunicaciones y Transportes, es "muy sospechosa e irresponsable". No puede afirmar, dice, que el percance aéreo fue un accidente cuando ni siquiera se han concluido las investigaciones ni están procesadas.
Explica: "Me llama poderosamente la atención que un secretario de Estado diga que se trató de un accidente y que se quiera sesgar la investigación para evitar que la gente no tenga la percepción de que se trató de un atentado.
"O es muy tonto el funcionario o está intentando sesgar la investigación. Hay un equipo de ocho expertos de la Administración de Aviación Federal de Estados Unidos que fue invitada a México para realizar una investigación adecuada, y hay que dejar que realicen su reporte técnico, que se concluyan todas las periciales y que se determine si esto fue un atentado o un accidente".
Insustituible
Amplio conocedor de la historia del narcotráfico en México y de muchos fundadores de los cárteles actuales -Pablo Acosta, Pedro Avilés, Alberto Sicilia Falcón, Miguel Ángel Félix Gallardo, Amado Carrillo y Rafael Aguilar Guajardo, entre otros-, Santiago Vasconcelos llegó a declarar que "los cárteles del narcotráfico se están transformando en empresas: se asocian unas con otras, han cambiado sus estructuras piramidales, operan horizontalmente y ahora son más violentas, pues han roto todos los códigos".
Buscaglia, quien platicaba con él a menudo sobre este asunto, traza el perfil del extitular de la SIEDO: "No hay en América Latina un fiscal con la capacidad y la experiencia de Santiago Vasconcelos. Y actualmente el gobierno no tiene un hombre que lo sustituya".
José Luis Santiago Vasconcelos nació en la Ciudad de México el 7 de enero de 1957; egresó de la Facultad de Derecho de la UNAM, trabajó en el Poder Judicial y en 1993 ingresó a la PGR, donde fungió como asesor, coordinador de investigaciones, fiscal de Control y Mandamientos Judiciales y director de Servicios Legales.
También desempeñó tareas como director jurídico de la Fiscalía Especializada para la Atención de Delitos Electorales (Fepade), fue coordinador de asesores en la Subprocuraduría de Control de Procesos y entre 1996 y 1997 encabezó la coordinación de Ministerios Públicos de la extinta Unidad Especializada contra la Delincuencia Organizada (UEDO), área que en 2003 fue elevada al rango de subprocuraduría y que él encabezó hasta finales del sexenio pasado.
Avalado por el Ejército Mexicano y con el visto bueno de la Drug Enforcement Administration (DEA), Santiago Vasconcelos convirtió a la SIEDO en el área más importante de la PGR. Intervino en investigaciones importantes, entre éstas el llamado "Maxiproceso" contra 60 miembros del cártel de Juárez, el escándalo del Pemexgate (derivado del traspaso de fondos de Petróleos Mexicanos para la campaña presidencial de Francisco Labastida en el 2000), la captura de los hermanos Amezcua Contreras, conocidos como Los reyes de las metanfetaminas...
Cuando fungía como coordinador de investigaciones de la desaparecida Fiscalía Especializada para la Atención de Delitos contra la Salud (FEADS), bajo las órdenes de Mariano Herrán Salvatti, acudió a Chetumal, Quintana Roo, para tomar las primeras declaraciones del entonces gobernador Mario Villanueva Madrid, a quien ya se le vinculaba con el cártel de Juárez.
Así mismo, fue una pieza clave en las investigaciones para detener a Héctor El Güero Palma y Joaquín Guzmán Loera, El Chapo. Siempre atrincherado en la SIEDO -"aquí paso más tiempo que en mi casa", solía decir-, investigó y detuvo a varios miembros de Los Zetas, brazo armado del cártel del Golfo, y aprehendió en marzo de 2003, en colaboración con el Ejército, al jefe de esa organización criminal, Osiel Cárdenas Guillén.
Y precisamente con el respaldo del Ejército, con cuya institución trabó estrechos lazos de colaboración, logró detener en la ciudad de Puebla a Benjamín Arellano Félix, jefe del cártel de Tijuana, así como a varios de los operadores de este grupo criminal, entre otros los hermanos Ismael y Gilberto Higuera Guerrero, conocidos como El Mayel y El Gilillo, respectivamente.
Santiago Vasconcelos se convirtió en un personaje incómodo desde el sexenio de Vicente Fox cuando, con información de la DEA, descubrió que Arturo Beltrán Leyva, El Barbas, tenía un contacto en la Presidencia de la República: Nahúm Acosta Lugo, coordinador de giras de Fox y quien fue arraigado e investigado.
En 2005 comenzó la confrontación entre Santiago Vasconcelos y Genaro García Luna, entonces director de la Agencia Federal de Investigación (AFI). La razón: que el titular de la SIEDO integró la causa penal 88/2005-IV contra agentes de esa corporación que estaban al servicio de los hermanos Beltrán Leyva en el estado de Guerrero, particularmente en Acapulco y Zihuatanejo.
Al arrancar el gobierno de Felipe Calderón, el entorno de Vasconcelos se plagó de claroscuros. Había dicho que no tenía ninguna seguridad de quedarse en la PGR, que había recibido ofertas de trabajo en el área antidrogas de la ONU y que la DEA le había ofrecido un puesto como asesor en materia de crimen organizado, el cual rechazó.
A pesar de sus logros, el procurador Eduardo Medina Mora lo removió de la SIEDO y lo designó subprocurador jurídico y de Asuntos Internacionales. Desde ese cargo, una de sus primeras acciones fue instrumentar los procesos de extradición de varios capos que, según informes de la PGR, operaban desde las prisiones donde purgaban sus condenas.
Un caso crítico era el de Osiel Cárdenas, quien desde el penal del Altiplano seguía manejando al cártel del Golfo. Sobre este personaje, Santiago Vasconcelos declaró que Los Zetas tenían preparado un plan de fuga, que incluso disponían de helicópteros y armamento para liberar a Cárdenas Guillén. Esto aceleró la extradición de éste y otros capos.
En agosto de 2003 se conoció la primera referencia documentada de que Armando Valencia, El Maradona, capo del cártel del Milenio, y una célula del cártel del Norte del Valle, de Colombia, organizaron un atentado contra Santiago Vasconcelos. Luego ofrecieron 2 millones de dólares por asesinar al entonces subprocurador.
Conforme se golpeaba a los cárteles de la droga, Santiago Vasconcelos recibía amenazas de muerte. En junio de 2004, por ejemplo, reveló que las recibió de los cárteles del Golfo -a través de Los Zetas-, del de Tijuana y de la organización de los hermanos Valencia, jefes del cártel del Milenio, organización cuya existencia y operación él descubrió tras detener al colombiano Gino Brunetti, proveedor de droga para los narcos michoacanos.
Pero los planes para ejecutarlo aumentaron a partir de que células del cártel de Sinaloa se infiltraron en la SIEDO y la SSP. En enero pasado, comandos de las fuerzas especiales de los hermanos Beltrán Leyva, integradas por sicarios, exmilitares, policías del Distrito Federal y agentes federales realizaron en un mes dos operaciones para asesinarlo.
Los planes fallaron, pues los sicarios fueron detenidos de manera fortuita antes de consumar la ejecución. Tres de los gatilleros de los Beltrán: José Guadalupe Lagunas Anguiano, José Luis Ochoa Buzo y Francisco Javier de la Cruz Mejía fueron arrestados el 17 de enero en un lote de la colonia Fuentes del Pedregal, el cual da hacia una calle que Santiago Vasconcelos utilizaba como camino para llegar a su casa, localizada a escasos cinco minutos de ese sitio.
Por las declaraciones de Lagunas Anguiano y Ochoa Buzo, exmilitares ambos, se conoció que el cártel del Golfo urdió un plan para matarlo. Pero las amenazas de los hermanos Beltrán Leyva no cesaron; al contrario, ofrecieron hasta 5 millones de dólares por su cabeza.
Desprotección
Investigador en temas de crimen organizado y experto en el comportamiento de las mafias en el ámbito internacional, Edgardo Buscaglia sostiene que tras la salida de José Luis Santiago Vasconcelos de la PGR prácticamente fue "abandonado".
Dice que de un día para otro le redujeron su escolta: "La noche que cené con él, que fue el lunes 3, un día antes de su muerte, Vasconcelos sólo traía tres escoltas y eran elementos de la Policía Federal Preventiva.
"Me llamó la atención que en octubre, cuando regresé de un viaje, me encontré que a José Luis sólo lo protegía la PFP y no estaba más el Ejército a su lado. Esto respondía a órdenes determinadas por la Secretaría de Gobernación, y se debe investigar por qué se emitieron esas órdenes y qué instrucciones se dieron."
-¿Le parece a usted sospechoso que la seguridad de Santiago Vasconcelos sólo dependiera de tres agentes de la PFP?
-La Policía Federal Preventiva ha mostrado indicios de infiltración muy fuertes. En los últimos días de su vida le habían reducido su seguridad y no sé cual fue la razón. Después de estar 15 años involucrado en la lucha contra el narcotráfico, da mucho qué decir que le hayan debilitado su protección.
Buscaglia, quien conocía el papel que jugaba Vasconcelos en su nueva encomienda de empujar una reforma judicial consensuada políticamente con todos los partidos, no descarta que detrás de su muerte y la del secretario de Gobernación, Juan Camilo Mouriño, pueda haber un atentado planeado por el narco o fraguado desde el mismo poder político.
Expone: "En un marco de infiltración de todas las instituciones del Estado, nunca hay que descartar la hipótesis de que pudo haber sido un atentado; se tienen que abrir todas las líneas de investigación, en las que no se puede excluir a los altos funcionarios de la PGR y de la Secretaría de Seguridad Pública.
"Se debe investigar, por ejemplo, si el fuselaje del avión tiene rastros de explosivos, cosa que se había dicho antes. Se tiene que indagar qué pasó en San Luis Potosí, cuando el avión estaba rodeado supuestamente por personal de la PFP. Se debe indagar si los pilotos se fueron juntos a almorzar, cuando por seguridad uno de ellos se debe quedar adentro mientras el otro sale a comer.
"Entonces, hay toda una serie de líneas de investigación en las que el pueblo mexicano tiene derecho a conocer qué sucedió con los funcionarios caídos. La Administración de Aviación Federal de Estados Unidos y el Departamento de Transporte van a elaborar un reporte técnico de todo esto y la información tiene que ser accesible. Si no lo es hoy, habrá presiones a través de la Ley de Transparencia de Estados Unidos. La verdad se tiene que conocer, ya sea a través del gobierno mexicano o de las agencias de inteligencia privadas."
Edgardo Buscaglia sostiene que alrededor de Santiago Vasconcelos había mucha turbulencia y constantes choques en el interior del gabinete de seguridad.
"Durante los años en que José Luis tuvo un rol como líder de la SIEDO, los estándares de seguridad eran muy estrictos. Había zonas de seguridad dentro de la subprocuraduría a las que los visitantes no podían acceder. En el período de transición, y en los meses posteriores a su salida de la SIEDO, hubo una serie de cambios, hubo una expansión de la subprocuraduría que abrió las puertas a la infiltración del narco.
"Cuando se expande una institución, se pierden los controles, y la SIEDO no poseía esos controles. A la salida de José Luis, la dependencia se convirtió en un instrumento desprovisto de esas herramientas, la filosofía de seguridad fue rota y eso explica las infiltraciones que ha sufrido."
-¿Por qué estaba confrontado Santiago Vasconcelos con García Luna?
-Por los cortos circuitos que existen entre el modelo de seguridad pública de la PGR que pretendía imponer el jefe de la policía federal, a quien llaman secretario de Seguridad Pública. Son modelos incompatibles. Eso generó las fricciones entre Vasconcelos y García Luna. Y esas fricciones han dado lugar a mucha ineficacia en el funcionamiento de la SIEDO.
De acuerdo con Buscaglia, Vasconcelos estaba preocupado por el alto nivel de penetración del narco en las instituciones, la ineficacia en el combate al lavado de dinero, la penetración del narcotráfico en las policías, en los municipios, y veía grave la potencial infiltración en la política.
-¿Les estorbaba José Luis Santiago a algunos hombres del poder?
-Sí, ese es un elemento muy claro. Tras su salida, la PGR se debilitó y es la primera vez que yo veo en un país avanzado que un jefe de policía (se refiere a García Luna) se transforme en el consejero principal del presidente de la República. Eso no es coherente. Sin José Luis ya no hay un zar antidrogas, que en este momento le urge tener al presidente.
-¿Cómo era la relación de Santiago Vasconcelos con el presidente Felipe Calderón?
-No tengo conocimiento. Pero José Luis daba la sensación de abandono y de arrinconamiento en el momento más crítico de México. Da mucho de qué hablar haber visto a José Luis separado del sistema de lucha contra los grupos criminales.
-El lunes 3 por la noche usted cenó con él. ¿De qué hablaron y cómo lo percibió?
-Hablamos de la reforma judicial que él tenía a su cargo. Me dijo que iba a viajar con el secretario de Gobernación a San Luis Potosí, que el viaje formaba parte de sus tareas en la implementación de la reforma judicial y que nos íbamos a ver el miércoles 5 por la tarde.
"Es una relación que voy a extrañar mucho", concluye Buscaglia con la voz entrecortada y los ojos húmedos.

Martes 4

Columna PLAZA PÚBLICA /
Miguel Ángel Granados Chapa

Publicado en Reforma (www.reforma.com), 9/11/2008;
Después del martes
Para referirse al acontecimiento que derivó en la muerte de Mouriño el gobierno ha utilizado un doble lenguaje. Mientras por un lado insiste en que se trató de un accidente, distintas acciones parecieran estar investigando un atentado
Dedicado a procesar su duelo personal por la muerte de su amigo Juan Camilo Mouriño, el presidente Calderón ha dejado para después la designación de quien sustituya al secretario de Gobernación muerto el martes pasado cuando el avión en que viajaba vino a tierra inesperadamente. Desde la primera oración fúnebre, la noche de la tragedia, ha puesto el acento en su pesar personal, y en expresar condolencias a las familias Mouriño Terrazo y Mouriño Escalante. Dejó para el último párrafo de su discurso la obligada referencia al futuro: "en su momento haré saber a los mexicanos las decisiones de gobierno correspondientes".
Si no lo ha hecho este fin de semana, tendrá que hacerlo cuanto antes. No es una designación urgente (y además, por disposición reglamentaria y decisión presidencial el subsecretario Abraham González Uyeda se encarga del despacho de los asuntos ordinarios), porque son más acuciantes que la política las crisis económica y de seguridad que afectan al país. Ciertamente hay graves problemas de gobernabilidad o gobernanza: la red de derechos humanos "Todos los Derechos para Todas y Todos" registra más de 600 conflictos locales dispersos en todo el país. Pero el gobierno federal no ha querido asumir el conjunto de esos problemas como un fenómeno político a ser enfrentado mediante una estrategia democrática sino que, cuando más, pretende sofocar los conflictos mediante la represión, cuya práctica corre a cargo de dependencias distintas de Gobernación (Defensa Nacional y Seguridad Pública). Por eso en la perspectiva gubernamental sería necesario sustituir de inmediato al secretario de Hacienda en caso de una falta súbita y no lo es al de Gobernación.
Aunque las circunstancias hayan cambiado abruptamente por la desaparición de Mouriño y el modo en que ocurrió, quizá perdure la decisión sobre quien lo reemplace si se había llegado a la de removerlo. Si se dan por ciertas informaciones difundidas a través de columnas periodísticas que se nutren de confidencias palaciegas, los días de Mouriño en Bucareli estaban contados. Según unas versiones, se le incluiría en un reajuste del gabinete al cumplirse dos años del gobierno, el próximo 1o. de diciembre, con el propósito de emprender una nueva etapa. Según otras sería únicamente el secretario de Gobernación quien abandonaría su cargo. Y hasta se habló de quiénes podrían ocupar su lugar: la secretaria de Educación, Josefina Vázquez Mota, a quien las conjeturas previas al inicio del gobierno en 2006 ubicaban en Bucareli; y Juan Molinar Horcasitas, director del Instituto Mexicano del Seguro Social. La mención de esos nombres provocó en Gobernación una desdeñosa referencia al "fuego amigo" y a simples buenos deseos. Pero no había allí certidumbre de que la fuente de esas filtraciones no fuera más alta, Los Pinos precisamente.
Tras el fallecimiento de Mouriño, varios panistas han propuesto para reemplazarlo a Diego Fernández de Cevallos, o lo han mencionado como posible secretario. Se citan sus habilidades para la concertación política. Las posee sin duda, y las mostró como consejero de Luis H. Álvarez en la coyuntura de la primera elección de Vicente Fox, en 1991, proceso que él se encargó de llevar adelante y culminó con la designación de un gobernador interino panista. Pero fue más amplio y trascendente su acuerdo con Carlos Salinas, cuya legitimidad había sido puesta en duda por su partido, que se tradujo en reformas constitucionales en materia agraria, educativa y eclesiástica practicadas durante el tiempo en que Fernández de Cevallos encabezó al grupo panista en la LV Legislatura, de 1991 a 1994, año este último en que fue candidato presidencial.
Es remota la posibilidad de que ingresara al gabinete. Calderón provocaría un conflicto en su propia familia si lo hiciera secretario de Gobernación. Su hermana Luisa María se avino de mal modo, cuando fue senadora entre 2000 y 2006, a que su grupo lo encabezara Diego, cuyas prácticas repudiaba. Llegó al punto de iniciar una ley que por la claridad de su destinatario fue llamada con el nombre del Jefe Diego, destinada a impedir o castigar la mezcla del oficio de legislador con el de litigante privado, en que el queretano es maestro. Sería muy grave para la salud de la República instalar en Bucareli un despacho de gestoría privada, calificado por su aptitud para ganar en tribunales o directamente ante Hacienda la devolución de grandes sumas de impuestos pagados. Sería igualmente grave consagrar de ese modo la práctica de maniobras alevosas como la que correspondió a Fernández de Cevallos en la urdimbre con que el gobierno de Fox, con la complicidad de los Carlos Ahumada y Salinas, pretendió atacar a Andrés Manuel López Obrador en la fase previa a su desafuero, etapa a la que se llegó tras el fracaso de la operación desprestigiante (la de los videos denunciatorios de corrupción en el entorno del jefe de Gobierno) en que Diego fue hombre clave.
Tras la tragedia del martes, amén de seguir la tradición necrofílica mexicana según la cual la muerte embellece a las personas, el gobierno ha empleado un doble lenguaje respecto de la naturaleza de aquel acontecimiento. Con palabras insiste en que se trató de un accidente, y a probarlo se encamina la estrategia de comunicación encabezada por el secretario de Comunicaciones Luis Téllez, a quien traicionan sus deslices verbales. Pero en los hechos actúa como si investigara un atentado, sin detenerse en la estricta legalidad de sus actos. Agentes de la mal llamada Policía Federal, que no tiene formalmente capacidades de investigación, pasaron la noche del jueves al viernes en la Dirección General de Aeronáutica Civil y salieron de ella con documentación probablemente relacionada con la caída del Learjet en que viajaban Mouriño, el ex subprocurador José Luis Santiago Vasconcelos y personal de Gobernación. Sin ambages el flamante comisionado interino de esa corporación (apenas el martes mismo entró en funciones) dijo que "la diligencia que realizaron los agentes federales forma parte de las investigaciones que se desarrollan sobre el desplome de la aeronave" (Reforma, 8 de noviembre). En circunstancias normales bastaría solicitar a Gilberto López Meyer, director de aeronáutica civil (y participante en el grupo de informantes encabezado por su jefe Luis Téllez), la documentación que se estime pertinente, en vez de sacarla de una oficina pública en ausencia y por lo tanto sin control de funcionarios responsables.
Igualmente refuerza la idea, no dicha, silenciada, de que pudo tratarse de un atentado, la inmediata reacción militar. Apenas se supo del desplome del avión, tropas acantonadas en San Luis Potosí cercaron el aeropuerto de esa ciudad, de donde había partido el vuelo menos de una hora antes. Se encargó también a militares reforzar el resguardo de domicilios de la familia Mouriño. Y el hecho de velar a Santiago Vasconcelos en un recinto castrense además de subrayar la identificación del ex subprocurador con el Ejército habría tenido la intención táctica de proteger el velatorio, algo que no hubiera podido hacer directamente el Ejército en una funeraria civil.
La muerte súbita de Mouriño terminó con el sueño de sus allegados, posible sin duda hasta enero pasado, de que en 2012 fuera candidato presidencial panista y acaso hiciera permanecer a su partido en Los Pinos. En la misma noche de su fallecimiento, en cambio, el mundo entero asistió a la consumación de otro sueño, la llegada de un norteamericano que no tiene la tez blanca a la casa presidencial de ese color. No se eligió al senador Barack Obama por ser negro, pero serlo no fue obstáculo para que millones de ciudadanos lo tuvieran como el protagonista de un momento histórico en la vida de Estados Unidos.
Apenas horas después de su victoria, Obama comenzó la ardua tarea de convertir sueños colectivos, y sus propias promesas, en realidades. Con la abrumadora legitimidad de un triunfo que no requiere declaración formal para tener vigencia, luego de integrar un mínimo grupo de trabajo, el futuro presidente de Estados Unidos estableció el primer contraste con la política de su predecesor. En vez de sólo apoyar a los grandes consorcios en apuros, Obama anunció un plan de rescate a la clase media "que está viendo cómo sus salarios se reducen y sus ahorros desaparecen".
Correo electrónico: miguelangel@granadoschapa.com

La tragedia

"Traía la aleta prendida..."
MARCELA TURATI, reportera.
Revista Proceso (www.proceso.com.mx) # 1671, 9/11/2008;
Testimonios de quienes vieron desplomarse el jet ejecutivo en el que viajaba el secretario de Gobernación coinciden: el aparato se precipitaba incendiándose de la "cola" o una "aleta". En la siguiente crónica, esos relatos de quienes estuvieron en la zona donde se estrelló la nave, junto con los de algunos sobrevivientes, revelan también la dimensión de los temores que se hallan enquistados en el ánimo de los capitalinos: "¡Fueron los narcos, fueron los narcos..."
Las descripciones populares:
Una bola de fuego cruza el aire. Tiene ruido de motor y forma de miniavión blanco. La nave vuela encendida. Lleva lumbre. En "la aleta", dicen unos; en "la cola", recuerdan otros. Se desploma casi en Periférico y en hora pico. Jala un cable de alta tensión. Provoca un apagón. Cimbra el suelo. Explota y se hace llamas. Contagia de fuego todo a la redonda. Enciende autos, los quema uno tras otro, con todo y tripulantes. Abrasa a personas que estaban en la calle. Ilumina el cielo de color naranja y lo deja encendido durante horas.
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Margarita Camilo Chico siente el estruendo en la espalda ("haga de cuenta que era una bomba"). Voltea y encuentra un incendio. Corre hacia las llamas. La impulsa el instinto: su hijo quinceañero acaba de irse del puesto de dulces con rumbo a donde ahora se ve el fuego. Varios flamazos la detienen: las explosiones simultáneas de carros la mueven hacia atrás.
El fuego se extiende como telón. Entre las llamas distingue algunas en forma de personas. Hombres y mujeres antorchas que corren angustiados. El corazón se le estruja: uno de ellos puede ser su chamaco.
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Los gritos se suceden como las explosiones: "¡Coooorraaaan, los coches se están prendieeendooo!". En segundos el inconsciente colectivo traiciona y modifica la tonada: "¡Coches-bomba, coches-bomba!". Son los síntomas del trauma post-Morelia, el impacto de nuestro 15-S.
Desde el segundo piso del número 5 de la calle de Pedregal, un curioso se asoma por la ventana momentos después de la explosión. Horrorizado, se aleja del cristal como movido por un resorte. No aguantó ver fuego en movimiento, fuego desesperado, fuego en forma de silueta humana que corre angustiada intentando huir de la propia piel.
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Los automovilistas varados miran cómo los carros de adelante se queman en cadena y tratan de echarse en reversa. El fuego ni siquiera les da tiempo de pensar en bajarse, ya lo tienen encima, manoseando el tanque de gasolina. No hay a dónde hacerse. Los de adelante se calcinan, los que vienen atrás presionan para que la fila avance, sin saber que más allá no hay conductores.
Son las 6:45 de la tarde, hora pico en la confluencia de Monte Pelvoux, Paseo de la Reforma, Pedregal y Ferrocarril de Cuernavaca, Periférico y Palmas, zona de edificios con helipuertos, de corporativos con nombres gringos, de niños y niñas bien y lugar elegido para la polémica Torre Bicentenario ("¿Se imagina tamaña tragedia si el avión se estrella contra la torre?", dice una vecina. "A esa hora pasa un carro por segundo", dice el ingeniero Adán Rabiela. "Es la hora de salida de los trabajadores, esto estaba lleno", alterna otra vecina, incrédula de que oficialmente sean cinco los muertos que no iban en el avión.)
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El auxiliar de computación Francisco Velázquez ve que del cielo cae un avión que "traía la aleta prendida". Hace trizas varios carros. Su lumbre agarra a otros.
Un Fiesta rojo está en la hilera de carros que intenta pasar a Reforma. Estefanía Rosette, la conductora, siente el impacto y las explosiones que le siguen. No sabe qué ocurre, de pronto su auto está rodeado de llamas y del cielo cae una especie de lodo que salpica los vidrios. Ve por el retrovisor que los carros de atrás se queman. Abandona el asiento pero un policía le ordena que regrese y avance. Es la última que escapa del fuego. Tras ella se corta la fila.
Avanza por Reforma, el olor a combustible es insoportable. Nerviosa, se detiene a unos metros del Auditorio Nacional y telefonea a su novio. Él le pide que deje el auto y llame al seguro. Después llegarán hombres y mujeres con batas blancas que examinarán la carrocería y señalizarán las salpicaduras de tejido humano.
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El avión cae justo frente al cajero automático de un HSBC. La persona que en ese momento sacaba dinero se tira al piso. La cabina de cristal blindado la salva. No tiene tanta suerte el joven que recién salió de la oficina a fumar un cigarro y que será imagen de la tragedia en varios noticiarios. Su novia trabaja a dos cuadras.
Los empleados del banco intentan domar las llamas con extintores a base de chisguetes. El chapoteadero inútil de espuma sólo refresca la lumbre. El fuego crece alimentado por el combustible.
José Andrés de la Cruz, del Grupo de Apoyo Técnico de Telmex, corre hacia la nube naranja, directo a un auto prendido y saca a una pareja de ancianos. La señora emite quejidos, casi inconsciente. Su esposo, a un lado, la consuela. Él sólo ardió de manos, cara y pelo.
Los valet parking y los viene-viene que controlan las calles de la zona son de los que más se la rifan en eso de disputarle al fuego las vidas humanas.
"Todos buscábamos una cobija para el señor que ya no traía ropa", dice el valet José Manuel Fonseca. "Traía puros jirones y lo empezamos a apagar con las manos", dice su colega Alfredo Ramírez.
El hombre desnudo les pide que le quiten los zapatos hechos chicle. Ellos dudan. No quieren que al jalarlo se despegue también la planta de los pies.
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De un carro huye un hombre. Es Pedro Sánchez. Está quemado.
La vecina Elizabeth Vázquez lo ayuda a salir del fuego y lo acompaña en el piso. No puede calcularle la edad. Las quemaduras le borraron los rasgos.
Él se queja, le duele el cuerpo. Ella le pide que se concentre en cosas positivas. Él le dice que iba a recoger a su hijo, que estaba por llegar a su trabajo. Comenta que teme que los policías le roben su cartera (no se da cuenta que quedó hecha cenizas). Siente dolor. Ella le pide que se bloquee, que piense en su familia y en todo lo que queda por hacer. Se acompañan. Juntos repiten: "Padre Nuestro, que estás en el Cielo...".
Se acercan unos policías. Le gritan a Elizabeth que no estorbe. La sacan del lugar, atrás del vallado. Ella contiene la rabia.
Al día siguiente se enterará de que Pedro Sánchez aguantó sólo medio día. Tenía 58 años.
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En el negocio HomeLab esperan a una diseñadora. Varios empleados están asomados a la ventana. Ella está perdida, le dan instrucciones por teléfono y se fijan en la calle por si la ven pasar. Ella alcanza a decirles que cayó "un misil". El suelo se cimbra.
En Corpofin, casa financiera, tiembla cuando los ejecutivos están en junta. "Algo cayó del cielo", grita alguien que justo está asomado a la ventana. Se va la luz. Explota afuera. El cielo se vuelve naranja. Todos se avientan debajo de la mesa.
El financiero Alberto Gómez piensa que es una bomba. El efecto del narcoterror lo traiciona.
"Parecía una película de guerra", dice Gómez al día siguiente en la cafetería gourmet donde almuerza y donde todos los comensales tienen una historia que contar. Hasta que llegó a su casa Gómez se enteró de que uno de los tripulantes era el secretario de Gobernación.
"Lo primero que pensé fue: 'Este es el narco, guerra frontal, van a sacar al Ejército a las calles'", admite al día siguiente, con una sonrisa nerviosa.
"Todo mundo trae el show del narco contra el gobierno", afirma en el mismo restaurante el publicista Jorge González, testigo de la tragedia.
No sólo en este café el discurso de guerra hizo nido. La percepción es generalizada.
"Pensé que había sido una bomba, con eso de que mucha gente mata por matar", dice el cuidacoches Jesús Villegas, que quedó en shock al ver que algo explotó donde segundos antes había unas 15 personas.
"Esto no es casual, es un sabotaje, una venganza, un atentado contra el gobierno. Es un choque de trenes narcos-gobierno. Se necesita mano dura, aplicarles pena de muerte", opina el ingeniero Adán Rabiela, vecino de la calle Pedregal 17, que asegura haber visto 20 personas quemadas, tiradas en la banqueta.
"Es muy grave todo lo de la violencia que se desató este año, y da miedo. Antes esto sólo se veía en países como Irak o Paquistán, no aquí, se me hace un poco feo y triste", lamenta el barman del café Beretta. Aunque dice que hasta esta semana no sabía quién era el secretario Mouriño, considera que el avionazo es efecto de la violencia desatada.
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El dictamen colectivo apunta a que los culpables fueron "los narcos", así de general, esa especie de coco moderno que, aunque nadie sabe qué cosa es, vendrá y te comerá.
Son los síntomas del trauma que ha dejado "la guerra contra el narcotráfico, que costará muchas vidas"; la aceptación como destino de la colombianización mexicana; del miedo instalado en el estómago.
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El Ejército toma el control de la zona. Los funcionarios de bata de laboratorio espulgan el terreno. Los empleados de la Compañía de Luz reparan el cableado. Los policías federales hacen valla antimirones. Los judiciales del DF se quejan detrás de la valla porque no los dejan entrar. Unos perros se cuelan al área siniestrada y no precisamente para oler explosivos. Los soldados los corretean: "¡Úchtale, úchtale!". Los judiciales federales van de negocio en negocio: "¿Usted vio algo?"
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De Washington las cámaras se trasladan a Paseo de la Reforma.
Interrupción del programa porque acaba de caer una avioneta en el cruce de Palmas y Periférico. Transmisión en vivo desde el accidente. El conductor, cara de compungido, anuncia que esos escombros que se alcanzan a observar son los restos de un avión y que, versión sin confirmar de por medio, uno de los pasajeros posiblemente era el secretario de Gobernación.
En minutos lo da por cierto. Sí, era Juan Camilo Mouriño acompañado de José Luis Santiago Vasconcelos, el azote de los narcos.
Las palomitas saben diferente, como amargas. El triunfo de Barack Obama también.
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Las ambulancias están paralizadas junto al tráfico. Los fans de El Potrillo Fernández, que dará un concierto en el Auditorio Nacional, y la salida unánime de las oficinas tienen las vías paralizadas. Los carros de bomberos y las pipas de agua están en el embotellamiento.
Los vecinos de la colonia Molino del Rey se improvisan como tránsitos. Desvían a la gente, abren rutas alternas, se comunican con las ambulancias. Trasladan heridos a la lateral del Periférico para que ahí los recojan las ambulancias.
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"Por favor, me urge. ¿Alguien me puede decir dónde consigo la lista de los heridos?": es la súplica angustiada de una lectora de El Universal on line. La lista se oficializará al día siguiente. Por el momento fueron 14 muertos y más de 40 heridos.
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Margarita Camilo Chico, la vendedora de dulces, llora abrazada a su hijo que le dobla la estatura y viste chamarra negra deportiva. Se abrazan. Su quinceañero no estaba entre la lumbre. Su nieta se les abraza a los dos y juntas lloran de la pura angustia.
Melitón Valentín, esposo de Margarita, está triste. Suplica infructuosamente a los militares que lo dejen ir al Jetta a buscar el dinero que tenía apartado para pagar la letra del carro y para ver si sobrevivió la póliza de seguro.
En las noticias se ve el carro convertido en un armatoste quemado sin vidrios ni pintura.
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Unos chamacos van peinando el parque a media noche. Buscan entre los matorrales restos humanos para fotografiarlos.
Al día siguiente los voceadores de los periódicos tabloides hacen su agosto en el perímetro de la tragedia. Con altavoces y frases macabras se disputan a los mirones: "¡Llévelo, llévelo: mueren calcinados...!" "¡Muertos, heridos y quemados... Así quedaron, vea las fotos...!" "¡Vea los muertos y quemados de aquí, de las Lomas...!".
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La cultura del sospechosismo está en su auge. De pronto todo mundo es experto en aviación y tiene una fundamentada teoría.
"Si hubiera explotado en el aire los pedazos estarían regados hasta Santa Fe... Nunca lo van a decir, no les conviene... Se desplomó, es obvio... Estaba a 30 segundos de campo Marte, podía haber apagado el motor y llegar del puro vuelo... Al avión lo tiraron."
"Hable y díganos cuál es su hipótesis: ¿atentado?, ¿accidente?", invita un locutor de radio.
El veredicto unánime, por más que el secretario de Comunicaciones y Transportes se empeñe en decir que todas las evidencias apuntan a que fue un accidente aéreo, es que "fueron los narcos".
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Una cruz blanca, una treintena de veladoras y un altar sencillo con una cartulina: "Los colonos de Molino del Rey sentimos las pérdidas humanas". Los vecinos que ayudaron a salvar vidas se reúnen por las tardes para volver a encender las veladoras.
"Me dan mucha tristeza todos los muertos, también el de Gobernación, en primera porque es un ser humano, en segunda porque la suya fue una muerte horrible, en tercera porque es miembro del gabinete del presidente y es feo que no dejen al gobierno trabajar y tomen venganza", dice con velas blancas en la mano la vecina Yolanda Ramírez, todavía aturdida. l

El sabotaje, posible: Proceso

El sabotaje, posible
Revista Proceso (www.proceso.com.mx) # 1671, 9/11/2008;
Demasiadas dudas siembran las versiones oficiales sobre la caída del Learjet 45 en el que murieron el secretario de Gobernación, Juan Camilo Mouriño, varios de sus colaboradores y el extitular de la SIEDO José Luis Santiago Vasconcelos, además de varias personas en tierra. Mientras que las autoridades federales sostienen que fue un accidente, especialistas en aeronáutica consultados por Proceso consideran "inconcebible" que una falla técnica hubiera provocado la tragedia. Por ello, opinan, una investigación a fondo debe considerar la hipótesis de un sabotaje.
Patricia Dávila y Rodrigo Vera, reporteros.
La posibilidad de que un sabotaje muy sofisticado provocara la caída de la aeronave en la que viajaba el secretario de Gobernación, Juan Camilo Mouriño, permea con fuerza en los círculos de la aeronáutica mexicana.
El hecho de que los pilotos del avión no hayan declarado una emergencia y que en sólo 30 segundos los controladores aéreos hayan perdido la señal del Learjet 45 y éste se haya estrellado súbitamente en el suelo, hace pensar a los especialistas que pudo existir tal sabotaje, pues consideran inconcebible que un accidente así fuera provocado por una falla técnica.
Sin embargo, las pesquisas iniciadas y difundidas con profusión por la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT) se encaminan principalmente a sostener que se trató de un accidente, aunque todavía está por analizarse la información contenida en las dos cajas negras de la aeronave, que según las autoridades, ya fueron enviadas a laboratorios especializados de Estados Unidos.
El piloto y controlador aéreo Ángel Iturbe, actual secretario del trabajo del Sindicato Nacional de Controladores Aéreos, afirma: "Existe la posibilidad de un sabotaje. Eso no lo puede negar nadie. Tenemos que sopesar todas las posibilidades, ¡todas! Aunque en estos momentos no podemos afirmar que hubo un sabotaje, tampoco lo podemos descartar".
-Pero se ha desechado esa posibilidad porque, se dice, el avión no estalló en el aire...
-Mire, para sabotear un avión no necesariamente se requiere de una bomba o de una bazuca que lo haga estallar. Eso no es cierto. La tecnología ha avanzado a pasos tan agigantados que ya nos dejó atrás. Es más, hasta los artefactos que parecen más inofensivos pueden servir para realizar un sabotaje.
-¿Cómo pudo haberse realizado? ¿Con qué medios?
-Le pongo un ejemplo muy común; los sistemas de seguridad de los aeropuertos le prohíben al pasajero llevar a bordo navajas, cortaúñas, cables o aerosoles porque pueden servir para sabotear un vuelo. No se necesita ser un experto para saberlo y son las propias autoridades aeroportuarias de todo el mundo las que hacen pública esta alerta.
-En este caso concreto, ¿el sabotaje sólo pudo haberse cometido cuando la nave estuvo en el aeropuerto de San Luis Potosí?
-Interviene tanta gente en la operación de un vuelo, que es difícil imaginar en dónde y quiénes intervinieron en un posible sabotaje. Aquí intervinieron mecánicos, despachadores, guardias de seguridad y varias personas más. Esto tienen que determinarlo las investigaciones. Si fue un accidente, deben decir en qué consistió. Y si fue un sabotaje, pues que Dios nos agarre confesados porque quién sabe qué otras cosas puedan suceder en este país.
Un renombrado especialista en seguridad aeronaval, consultado por Proceso -quien pidió omitir su nombre por temor a represalias-, asegura que "bastó con atrofiar un microchip del Learjet para impedir el despliegue adecuado de sus alas poco antes del aterrizaje. Esto pudo ocasionar su súbito desplome".
Para él, es "inconcebible" que un accidente haya provocado la caída de una aeronave tan segura y que, por ser la que transportaba nada menos que al secretario de Gobernación, seguramente debió estar sujeta a meticulosas inspecciones técnicas antes y después de cada vuelo.
"Nunca antes en la historia de la aviación se había dado el caso de que, por una falla técnica, una aeronave se haya desplomado así, como un ladrillo", ilustra.
Lo secunda otro especialista, que también pidió el anonimato: "Un sabotaje no necesariamente es provocado por un estallido. Con cortar las líneas de combustible se pueden parar los motores. En tierra se pudo provocar un debilitamiento de estas líneas".
-¿Este corte en el suministro de combustible no da tiempo a los pilotos para pedir ayuda?
-No, porque se paran las turbinas y se traban los controles del avión. Es una emergencia tan grave que ni siquiera da tiempo al piloto y al copiloto de notificar. En mi opinión, hay 70% de probabilidades de que se trató de un sabotaje, aunque las autoridades se inclinen por la hipótesis del accidente.
La falla increíble
El siniestro ocurrió poco antes de las 19:00 horas del martes 4, muy cerca del cruce entre Periférico y Paseo de la Reforma, en la Ciudad de México. Álvaro Sánchez y Martín de Jesús Oliva piloteaban el Learjet 45, matrícula XC-VMC.
Además de Juan Camilo Mouriño, en la nave viajaba José Luis Santiago Vasconcelos, exsubprocurador de la Procuraduría General de la República (PGR), quien estaba amenazado de muerte por los cárteles de la droga.
Los otros tripulantes eran la sobrecargo Giselle Carrillo y varios funcionarios de la secretaría de Gobernación: Julio César Ramírez, jefe de escoltas de Mouriño; Miguel Monterrubio, coordinador de Comunicación Social; Norma Díaz, directora de Información; y Arcadio Echeverría, coordinador de eventos y administración. Los nueve murieron.
El vuelo provenía de la ciudad de San Luis Potosí, donde Mouriño y Vasconcelos participaron en la firma de un acuerdo por la legalidad y la justicia.
La misma noche del martes 4, Luis Téllez, secretario de Comunicaciones y Transportes, adelantó que el Learjet realizaba un "vuelo normal", puesto que no reportó "ninguna anomalía" a los controladores del aeropuerto de la Ciudad de México.
El miércoles 5, en conferencia de prensa, Téllez trató de sustentar la versión de que la tragedia fue provocada por un accidente: "No se han detectado indicios que permitan formular hipótesis distintas a las de un accidente, hasta el momento".
El titular de la SCT mostró a los medios las imágenes captadas por el radar en las que se muestra la trayectoria de la aeronave. También difundió la grabación del diálogo entre los pilotos y los controladores aéreos, quienes les daban las especificaciones técnicas para realizar el aterrizaje. Las voces se escuchaban serenas. Pero de pronto la comunicación se cortó y la aeronave dejó de ser detectada en el radar, sin que los pilotos reportaran una emergencia.
Acompañaba a Téllez en la conferencia de prensa el ingeniero Agustín Arellano, director de Servicios a la Navegación en el Espacio Aéreo Mexicano (Seneam), quien explicó que el avión "cumplió con los reportes de posición autorizados" y que sus "altitudes y velocidades" se encontraban "dentro de las normas establecidas", por lo que, reiteró, en ningún momento la aeronave hizo "una llamada de auxilio que permitiera suponer que se encontraba en problemas".
Aún se maneja la versión de que el avión de alto tonelaje que precedía al minijet de Mouriño, la aeronave de Mexicana de Aviación 1692, que venía de Buenos Aires, pudo provocar una turbulencia -un vórtice- que lo desestabilizó y lo hizo caer. Sin embargo, las autoridades aéreas descartan esa posibilidad, argumentando que la distancia entre una y otra aeronave era la adecuada, de entre cuatro y cinco millas.
Lo cierto es que el Learjet perdió súbitamente altura y cayó en picada a 330 kilómetros por hora. Su fuselaje voló en pedazos, destruyó cables eléctricos, ocasionó un incendio y destruyó una veintena de automóviles.
Manuel Estrada Valdez, el anterior piloto de Mouriño y quien operó el Learjet de enero a junio de este año, dice sorprendido: "El avión estaba en perfectas condiciones durante el tiempo que lo operé. Su mantenimiento era el adecuado. Siempre teníamos mecánicos a disposición. Cuando yo llegaba al hangar, siempre se verificaba la nave antes de volar y le hacíamos toda clase de pruebas".
Agrega Estrada que el mantenimiento del Learjet 45 se hacía solamente en Houston, Texas, con técnicos muy especializados. Él tiene conocimiento de que todavía hace unos 15 días se le hizo allá el último servicio, siempre con el aval de la Secretaría de Gobernación.
-¿El piloto de la nave hizo lo correcto?
-Supongo que sí, porque en los entrenamientos nos preparan para todo: fuego en un motor, paro de una turbina, etcétera. En un simulador idéntico al Laerjet 45 nos adiestran para enfrentar cualquier falla que se nos pueda presentar en un vuelo real.
El entrevistado señala que el capitán Álvaro Sánchez, quien fue el último piloto del avión, desde los años ochenta volaba Learjets y "tenía alrededor de 10 mil horas de vuelo". Y Martín de Jesús Olivo, el copiloto, tenía registradas unas 4 mil 500 horas de vuelo.
-¿Entonces cómo explica lo que pasó?
-No lo sé, pues era un avión muy estable y de la más avanzada tecnología. Incluso podía volar con una sola turbina. Lo podíamos operar a un techo de hasta 51 mil pies, aunque nunca lo subimos a esa altura. Cuando íbamos a San Luis Potosí lo volábamos a unos 31 mil pies.
Estrada supone que cuando el avión caía en picada, segundos antes de estrellarse, los pilotos se concentraron sólo en "jalarlo" y no en pedir auxilio.
-¿Qué posibilidades ve de sabotaje?
-Ninguna, porque en el hangar siempre hay guardias de seguridad, gente de Gobernación y un mecánico permanente que daba servicio al avión. Cuando salíamos de gira, al aeropuerto al que llegáramos, a la aeronave siempre la custodiaban elementos del Ejército y se quedaba siempre cerrada. El suministro de gas y aceite tenía una llave especial que sólo llevábamos los pilotos.
Sin embargo, los cárteles ya han logrado vulnerar la seguridad de las terminales aéreas. Tal es el caso de los hermanos Beltrán Leyva, que corrompieron al excomandante policiaco José Luis Soladana Ortiz, funcionario de la Dirección General de Aeronáutica Civil, cuando se desempeñaba como administrador general del Aeropuerto Internacional de Cancún.
"En menos de un minuto"
Con la experiencia que le dan 30 años de piloto y 32 años de controlador aéreo, Ángel Iturbe comenta: "Si en realidad fue un accidente provocado por alguna falla, tuvo que ser algo muy catastrófico, muy grave, que ni siquiera les dio tiempo a los pilotos de reportar una emergencia. No tuvieron tiempo de nada".
-Se dice que fue cuestión de un minuto...
-¡Menos, menos! Entre la pérdida del control y la caída a tierra pasarían unos 30 segundos, no más. Todo fue rapidísimo.
-¿Son comunes esas caídas súbitas?
-Hasta donde tengo conocimiento, no hay accidentes así de drásticos, y mucho menos en ese tipo de aviones, que son muy seguros, con un bajo porcentaje de accidentes. ¿Que tuvo una falla en una turbina? ¡Hombre!, esos aviones pueden volar horas con un solo motor.
-¿Y si de plano le hubieran fallado sus dos turbinas?
-Aún en ese remoto caso, el avión hubiera podido sostenerse en el aire durante unos minutos y buscar una zona donde caer. Los pilotos hubieran podido reportar una emergencia. Es como si a un camión le fallan los frenos: el conductor sigue teniendo la dirección y puede llegar a una rampa de arena que lo detenga, o puede toparse con un barranco y caer en él.
"Con esto quiero decirle que un evento, por sí solo, es difícil que provoque un accidente. Tienen que conjugarse otros eventos adversos. Pero en el caso del Learjet, si realmente se cayó por accidente, tuvo que ser por algo muy grave que está fuera de mis conocimientos técnicos.
"Todos estaríamos más tranquilos si los pilotos hubieran reportado una emergencia, porque entonces sabríamos lo que pasó. Pero no sucedió así. No reportaron nada. Lo más intrigante es que, en la grabación que se hizo del último reporte de los pilotos, sus voces se escuchan muy calmadas y serenas, sin indicio de que atravesaran por una emergencia. Esto abre toda una gama de posibilidades, entre las que se puede incluir el sabotaje."
-Ya se habla de que los pilotos pudieron haber cometido un error.
-No, en esto quiero ser muy claro: los pilotos y los controladores se ajustaron a las velocidades, altitudes, rumbos y trayectorias señaladas. Lo constatan las imágenes de radar que presentó el secretario Luis Téllez. Además, los pilotos de Gobernación tienen mucha experiencia. En fin, mientras no tengamos una información concreta, no sabremos lo que realmente pasó.
En la Cámara de Senadores se está pidiendo aclarar si fue accidente o atentado. Los senadores priistas Pedro Joaquín Coldwell y Carlos Jiménez Macías señalaron que sólo así se evitarán las dudas y suspicacias. Gustavo Madero, panista y presidente del Senado, también pidió llevar las pesquisas a fondo.
A su vez, la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) publicó un desplegado en el que pide al gobierno federal "una rigurosa investigación técnica, profesional y completa que permita llegar a conclusiones lo más pronto posible; que explique lo ocurrido y desentrañe los pormenores de este lamentable acontecimiento". Agregó que el "pueblo mexicano" tiene el derecho de "conocer la verdad".
El jueves 6, Luis Téllez anunció que ya se habían encontrado las dos cajas negras del avión, con las cuales podrán conocerse las causas del percance. Una contiene los datos aeronáuticos, como la velocidad y la altitud precisa de la aeronave, y la otra tiene la grabación de los diálogos entre el piloto y el copiloto en la cabina.
El secretario dijo que dichas cajas negras inmediatamente se enviaron a "laboratorios especiales que existen en Washington", donde las analizan peritos del National Transportation Safety Board (Buró Nacional de Seguridad en el Transporte, NTSB), un organismo que ha investigado más de 2 mil accidentes aéreos.
Téllez agregó que en las investigaciones que se llevan a cabo en México participan expertos de la Dirección de Transporte Aéreo, del Reino Unido, así como peritos de la Administración Federal de Aviación, del Departamento de Transporte de los Estados Unidos.
La PGR, por su parte, está investigando a los controladores aéreos de la Ciudad de México y San Luis Potosí que tuvieron injerencia en el vuelo del Learjet. "Son unos cinco controladores los que están yendo a declarar", dice al respecto Ángel Iturbe.
Téllez calculó que esta semana ya podrá dar a conocer información contenida en las cajas negras, en un intento de disipar las dudas.

Iván el estratega de la victoria: FCH

Recojamos, con el ánimo indeclinable que Juan Camilo nos transmitía, el amor por el desafío de entregar nuestra labor cotidiana por el México que soñamos: Presidente Calderón
Domingo, 9 de Noviembre de 2008 Discurso
Ciudad de México
Amigos y compañeros de Acción Nacional.
Muy querida Mari Geli.
Muy queridos papás y hermanos de Juan Camilo.
Estimada Daisy, Ana Mariana, Aranza.
Señor licenciado Germán Martínez Cázares, Presidente del Comité Ejecutivo Nacional.
Licenciado Rogelio Carbajal Tejeda, Secretario General del Partido.
María Asunción Caballero May, Presidenta del Partido en Campeche.
Querida Nelly.
Muy estimados Gobernadores y estimados legisladores.
Servidores públicos federales, estatales y municipales de Acción Nacional.
Muy estimados don Luis, Juan Manuel.
Amigos y familiares de nuestro entrañable Juan Camilo y de Arcadio.
Amigas y amigos:
Estamos aquí para honrar, para honrar la memoria de un amigo, de un servidor público y de un gran panista, Juan Camilo Mouriño.
Y celebro que se haya decidido hacerlo aquí, en la sede del partido, la casa que lo vio nacer a la política, la casa en la que se formó, su casa.
Juan Camilo fue un mexicano y un panista ejemplar, que marcó una época, quizá sin tener conciencia clara del enorme legado que dejaría entre nosotros.
Hoy lo recordamos con cariño, con afecto, con tristeza. Un hombre entregado por completo a nuestros ideales y a las causas más elevadas de México, que son, precisamente, nuestros ideales.
Su paso por la escena política fue breve, como su vida; pero, sin duda, dejará una huella firme en la historia de nuestro partido y de nuestro país.
Desde 1939, los principios de Acción Nacional convocaron a los ciudadanos a la creación y administración de un orden dinámico que jerarquice, justamente, las diversas funciones y los distintos intereses que existen dentro de la vida social.
Cumplir este deber, dicen nuestros principios del 39, es necesidad imperiosa y urgente, cuya omisión acarrea el envilecimiento de la vida social.
Así lo entendió Iván desde el día en que nos conocimos y que hablamos de política. Recuerdo que gracias a la generosidad de sus papás, me tocó visitar Campeche como dirigente del partido, incluso, todavía como Secretario General.
Y, bueno, Campeche era, en términos políticos, una tierra inhóspita y terriblemente autoritaria. Y don Carlos y su señora esposa me abrieron las puertas de su casa, e invitaron a un grupo de campechanos, pequeño, que se atrevió a ir a esa reunión, para que habláramos de política y del PAN.
Y, entonces, como solíamos hacer en aquellos tiempos de prédica y de siembra, comenzábamos a romper el hielo y sugerí que nos fuéramos presentando. Y alguien dijo, bueno, yo soy comerciante, me dedico a esto, tengo interés, se me invitó hoy.
Y otro más, bueno, yo soy arquitecto, y soy amigo de la familia Mouriño y estamos aquí. En fin, hasta que, bueno, sin saber que fuera él, dijo: yo soy Iván, acabo de regresar de la universidad, y la verdad no tenía muchas opciones, o me quedaba en mi casa y me tomaba un sándwich o me venía aquí con mis papás y comía muy rico.
Y, entonces, dice que, bueno, dice que ese fue el primer regaño que yo le di, bueno, lo lamento.
Le dije: pues que pena que tú teniendo todo, todas las oportunidades, de estudiar, de salir adelante, y teniendo México tantas necesidades, la gente que tiene en sus manos los mayores talentos, no los ponga a este servicio. Y algo me contestó ahí Juan Camilo.
Y desde entonces nos hicimos muy buenos amigos. Y lo que me quedó claro es que desde entonces se comprometió y concurrió con su clara inteligencia y su indomable voluntad, a las causas de México.
Tenía dentro de sus muchas cualidades, una que cuánta falta le hace a la política y al partido; no sólo tener ideas, sino llevarlas a la práctica; y no a ese terreno etéreo y abstracto de las afirmaciones dogmáticas, de las peticiones de principios, de los discursos farragosos, cargados de la palabra dignidad humana; sino al terreno duro y concreto, áspero, ingrato de la política.
Fue un hombre capaz no sólo de tener convicciones, sino de llevarlas a la práctica hasta sus últimas consecuencias en el terreno más incomprendido, en el más difícil, en el más necesario del servicio a los demás, que es la política llevada con rectitud.
Como integrante del PAN, Juan Camilo fue un hombre que combinaba en su persona las convicciones y principios con la acción en la realidad, la praxis, la práctica, el verdadero pragmatismo; no entendido como una carencia de principios o de escrúpulos, sino al contrario, como la capacidad, el talento y el valor de aplicar esos principios en cosas prácticas, en la praxis, en la acción; esa es nuestra acción nacional, se olvida frecuentemente.
En él las ideas y la praxis, lejos de ser una contradicción, doctrina y pragmatismo, esta combinación de atributos lo convirtió en estratega y operador excepcional, al cual nuestro partido le debe importantes triunfos, desde aquel distrito electoral en Campeche, que sacudió a la vida pública de ese estado, hasta la Presidencia de la República.
No sólo soñó en grande, sino que como en él convergían la solidez de los principios y valores, y la visión estratégica y la efectividad política, la eficacia; supo siempre encontrar el camino, aún en los escenarios diversos, el camino hacia la victoria.
Juan Camilo no sólo soñó en grande, sino que trabajó siempre con estrategias claras, por hacer de sus sueños una realidad.
Comentaba poco de la ocasión en que estuvo secuestrado, pero si algo me quedó claro de él es que cuando recuperó la libertad, amaba más que nunca la vida.
Y sabía bien en claro qué era lo que en la vida debía de vivir. Comentaba alguna vez a sus amigos que una de las cosas que más coraje le daban él estando en cautiverio es que se iba a ir y no iba a dejar nada suyo. Se refería, precisamente, a un hijo suyo.
Y se refería, yo estoy seguro también, porque lo vi muy de cerca de él, vivir tan intensamente.
Se refería a dejar algo en la vida. Dejar la vida misma en ese algo.
Y Juan Camilo tuvo la bendición de tres maravillosos hijos: de María, Juan Camilo, y para no errarle al otro hombre también le puso Iván. Y nos dejó ese legado.
Pero a nosotros como mexicanos y como panistas, nos dejó un legado muy grande, y yo creo que hay que honrar también con convertirlo en una realidad nacional.
Poco después de que lo conocí, que fue, bueno, ya tiempo después, cuando fue candidato a diputado local, seguramente ocurrió uno de esos extraños fenómenos, de que a los recién llegados y entusiastas siempre les ponemos el distrito más difícil, porque nadie acepta ser candidato.
Y aún ante la burla y el desprecio de sus adversarios, que nunca lo tomaron en serio como candidato, empezó a hacer una campaña vertiginosa, carismática. A sus 25 años Juan Camilo, como hasta sus 37, Juan Camilo irradiaba luz, era carismático, era alegre, era jovial, era un hombre capaz de transformar y de convencer a quienes lo rodeaban.
Las posibilidades, obviamente, eran mínimas, el partido nunca había llegado a los dos dígitos de porcentaje en Campeche y entonces se armó de su carisma, de su inteligencia, de su valor se fue a una campaña de diputado local en el V Distrito. Y simple y sencillamente ganó.
Fueron muchos y muy importantes los logros que alcanzó. Ya Nelly Márquez los ha descrito: fue coordinador y tuvo un rol importante en la campaña presidencial del año 2000, contribuyó al triunfo tan importante del partido.
Y luego fuimos diputados los dos en el año 2000, precisamente. Yo buscaba, precisamente, a alguien, en algo que a mí me gusta, además, que es la economía; buscar a alguien que estuviera formado en términos económicos y que además conociera un sector tan complejo y tan delicado como era el de energía.
Y revisando los curriculum de los diputados, me encontré con el de Juan Camilo que, efectivamente, nos habíamos dejado de ver, yo había estado fuera de México algún tiempo. Y le pedí que se encargara de la Comisión de Energía, y fue un extraordinario y siempre leal Presidente de la Comisión.
Él tuvo la habilidad, por ejemplo, política y técnica, como bien ha dicho Germán, de resolver para México el terrible conflicto que se había hecho entonces por un manejo desaseado y muy poco cuidadoso, el tema del Horario de Verano. Y supo entender argumentos, explicar razones, escuchar voces y, finalmente, sacó adelante aquella normatividad.
Después que corrió el tiempo; yo en BANOBRAS, él se fue a Campeche. Y ya estando yo en la Secretaría le pedí que me ayudara. Y vino. Y tiempo después, cuando en las circunstancias en que yo renuncié al cargo, él fue el primero de los primeros en estar ahí, y decir qué se te ofrece, vamos a hacerlo, en ayudarme, me prestó un vehículo, me ayudó a organizar una oficina.
Incluso, yo le tenía que decir: mira, no, espérate, quédate en la Secretaría, porque tú eres el Secretario en turno, eres el encargado del Despacho, hazle una buena relación de asuntos al nuevo Secretario, quien quiera que vaya a ser, y encárgate de que salga adelante la Secretaría, porque lo que no podemos hacer es que eso salga mal y luego nos echen la culpa.
Y se quedó, y cuando pudo, finalmente, renunció inmediatamente y se puso a coordinar la oficina, la Fundación de Desarrollo Humano Sustentable y, finalmente, llegaba, por más que yo trataba de atemperar, él era entusiasta y, finalmente, un día llegó con toda una estrategia, con un plan y con una absoluta seguridad de que no sólo tendríamos que presentar la precandidatura a la Presidencia, sino que íbamos a ganar contundentemente la Presidencia de la República.
Y transmitía su entusiasmo. Claro que con las encuestas que se publicaban en aquel entonces en los periódicos, eso parecía una locura, y en cierta medida lo era.
Dice Efraín González Morfín, ex Presidente del partido, que para ser panista no es requisito indispensable estar loco, pero sí ayuda muchísimo.
Entonces, él hizo el proyecto, fue, como ya se dijo, el arquitecto, organizó el equipo y se dedicó a hacer lo imposible en aquel momento tan adverso. Por cierto, siempre nos tocaron momentos adversos, por alguna razón siempre nos ha tocado enfrentar la adversidad y superarla.
Y pienso que estas circunstancias tan complejas nos hicieron madurar, a él y a mí, a pasos agigantados.
Juan Camilo siempre supo articular una estrategia clara, con plazos, con objetivos, con interlocutores, con tiempos definidos, con recursos.
Contra todo pronóstico, no sólo logró integrar un equipo, superar la adversidad, delinear la estrategia; sino conducirnos, me incluyo, nos condujo hacia la victoria.
Con el mismo liderazgo fue coordinador operativo en la campaña presidencial en el 2006, donde siempre demostró inteligencia y talento.
En esos días de intensa contienda política siempre, siempre supo encontrar, como fuera, siempre supo encontrar el aliento para los compañeros, siempre supo reunir al equipo y volverlo a lanzar a la lucha. Siempre supo, precisamente, encontrar la estrategia, el punto fuerte nuestro, el punto vulnerable de otros, que nos permitiera salir adelante.
Y articulando esfuerzos, sumando liderazgos, inyectando optimismo, tomando decisiones claves, difíciles, verdaderamente estratégicas, siempre fiel a sus ideales y a sus principios, supo conducir al panismo a la victoria.
Ese idealismo pragmático, esa forma de pensar y de traducir las ideas en hechos, que caracterizó a Juan Camilo, es un legado que debemos continuar y fortalecer en Acción Nacional.
Al igual que don Efraín González Luna, Juan Camilo sabía que lo importante no es el poder, sino aquello para lo cual debe servir el poder.
Y, por eso, puso siempre toda su capacidad al servicio de los demás, en la muchas veces incomprendida, seguramente en su caso, búsqueda del bien común a través del servicio público.
Luego vino la Coordinación en la Transición, y siempre enfrentando la adversidad, largas horas nos sentábamos a planear aquel histórico 1° de diciembre.
Tenía articulada la estrategia y tenía un equipo dando seguimiento a la parte legal en el Tribunal, y tenía un equipo impulsando siempre el vigor y el ánimo de la sociedad; tenía otro equipo al mismo tiempo preparando las tareas de Gobierno.
Siempre le admiré su capacidad de organización y su capacidad de atender problemas diversos de gran complejidad al mismo tiempo.
Desde la Oficina de la Presidencia potenció las capacidades del Gabinete; fue un líder natural.
Le daba cohesión al equipo, actuaba como promotor de esfuerzos colectivos, orquestador de tareas en conjunto; siempre un hombre de palabra y de acción.
Él fue capaz de abrir vías para construir un México a la altura de sus ideales, que eran los ideales de Acción Nacional.
Ahí supo, por ejemplo, coordinar un arranque sólido, contundente del Gobierno, contra todos los pronósticos y los augurios que se nos hacían, coordinó una brillante campaña, la campaña de los cien primeros días de Gobierno.
Le dio seguimiento y una coordinación afable, además, al resto del Gabinete, a las Secretarías, y atendía los asuntos más delicados de la oficina.
Fue un factor clave en el diseño e implementación de estrategias para impulsar reformas inéditas del país, que sin demérito de los muy buenos oficios de todos los servidores públicos del Gobierno que participaron y, la verdad, es un buen equipo, ha sido y es un buen equipo.
Él supo ahí, desde la Coordinación de la Presidencia impulsar, juntar esfuerzos, coordinar, y finalmente salieron reformas vitales para México, que no había sido posible sacarlas en más de una década: la Reforma de Pensiones del ISSSTE, primero; la Reforma Fiscal y, al mismo tiempo, analizar los temas de coyuntura y darles salida.
Siempre como Secretario de Gobernación mantuvo en todo momento respeto, diálogo, comunicación y conciliación con otras autoridades, con otros partidos, con otros interlocutores. Siempre fue capaz de hacer a un lado diferencias políticas, ideológicas o partidistas, siempre buscó impulsar un federalismo moderno, que nos permitiese atender y solucionar problemas de los ciudadanos concretos, de carne y hueso, en cada rincón de México.
Y a su paso por la Secretaría de Gobernación, supo articular estrategias, conciliar intereses, vencer obstáculos. Trabajó incansablemente por el bien del país, promovió la interlocución con los poderes y con los Gobernadores, y eso nos permitió seguir avanzando rápidamente en otras cosas importantes para México.
Uno. La histórica Reforma Constitucional en Materia de Seguridad y Justicia, con la que México está ahora en la ruta correcta para fortalecer las instituciones encargadas de investigar y sancionar los delitos.
Es vital que el proceso que cuidadosamente seguía Juan Camilo con Santiago Vasconcelos, madure y se concrete en reformas legales y operativas que hagan, verdaderamente, realidad lo que él impulsó en esta área, que era un México de justicia, de justicia pronta y expedita.
Segundo. La suscripción del Acuerdo Nacional por la Seguridad, la Justicia y la Legalidad.
Juan Camilo tomó las riendas del Gabinete de Seguridad, se dice fácil; se dice fácil, pero articular, precisamente, la complejidad del problema que recibimos en materia de seguridad en México, articular los esfuerzos de policías, y de Ejército, y de Marina, y de política misma, y de gobernadores, y ser capaz de leer los mapas, y ser capaz de enfrentar y de asumir los retos, y de seguir avanzando adelante.
Porque si algo puedo decirles, amigas y amigos panistas, es que Juan Camilo nunca titubeó, nunca dudó; nunca se permitió siquiera ser presa de temores o de flaquezas.
Amaba entrañablemente la vida y sabía lo importante que era, precisamente, trascender, entregar, legar.
Tercero. La aprobación reciente de la Reforma para fortalecer a Petróleos Mexicanos. Él sabía, una razón fundamental, también por la que estaba ahí, es que él sabía perfectamente el tema. Lo conocía técnicamente, políticamente.
Fue capaz de hablar con todos: con unos, con otros, con partidos, con gobernadores, con el sindicato. Fue capaz de articular y entender los argumentos de otros, de tomar la sensibilidad de la opinión pública.
Llevábamos un seguimiento muy puntual de qué opinaba la gente, precisamente, sobre este tema, porque sabíamos que una victoria en la opinión pública facilitaría la victoria política legislativa, y así fue.
Tenía un contacto con legisladores, con los nuestros, en su rol heroico, diría yo, vital para la transformación del país.
Fue también un operador dedicado, atento, pero siempre confiable para todos los que intervenían en el Acuerdo por la Calidad Educativa.
Un hombre que pudo, precisamente, sumar con las áreas respectivas algo que parecía imposible. Como yo decía en el Campo Marte, todavía el tema de Morelos, ese paro de maestros que muchos auguraban terminaría peor y con peor desenlace que el de Oaxaca, supo articularlo cuidadosamente.
Y supo dialogar cuando hubo que dialogar y supo ser firme cuando había que ser firme, y supo ser, precisamente, un negociador articulado cuando había que serlo. Finalmente, el problema se resolvió justo, precisamente, el día de su muerte.
Los logros para mí al frente de la Secretaría están a la vista: un clima de negociación, una relación de respeto con las fuerzas políticas, la generación de acuerdos en beneficio de México. La solución de problemas, todo ello gracias a la sensibilidad política, a la inteligencia y a la amplitud de miras de Juan Camilo.
Y ahora nos toca a todos nosotros, amigas y amigos, ahora nos toca a los miembros de Acción Nacional hacer que la labor de este mexicano excepcional sirva de ejemplo a todos los que integramos este partido, muy especialmente a los jóvenes panistas; porque Juan Camilo es la expresión de una nueva generación de políticos, una nueva generación mucho más audaz, mucho más férrea, mucho más sólida, mucho más alegre.
Una nueva generación de mexicanas y mexicanos que tomó la decisión de transformar al país y dejar atrás los complejos y los mitos y los miedos y los prejuicios y los intereses. La expresión de una nueva generación, que debe hacer sentir su paso en la historia nacional, como ya lo ha hecho él.
Honrar y recordar a Juan Camilo como el hombre también que condujo al PAN a triunfos vitales, importantes y que parecían imposibles, como lo ha dicho el presidente nacional.
Honrémoslo y recordémoslo como un panista ejemplar que, siguiendo la enseñanza de don Adolfo Christlieb, se decidió en la vida diaria a poner sus actividades al servicio del bien.
Y yo les pido y les propongo, amigas y amigos, que a Juan Camilo lo recordemos como lo que es, como un hombre alegre, un hombre decidido.
Hay que recordarlo con alegría porque él era un hombre alegre, aún en las circunstancias más difíciles, y tenía una paz y tranquilidad, que la daba cada vez que externaba su punto de vista.
Honrémoslo y recordémoslo como un ser humano cálido, alegre, que siempre proveía ánimo, comentarios serenos aún en los problemas y los temas más difíciles; alguien que infundía fuerza en todo momento, aún en los de desánimo y pesimismo; como una persona infinitamente generosa que no dudó en ayudar a los demás. Como un hombre que sabía integrar equipos y que era leal entre los leales, amigo entre los amigos; como un hombre profundamente enamorado de sus hijos y de su esposa; como un hombre profundamente enamorado de México.
Recordemos a Juan Camilo como alguien alegre y decidido a trascender, a dejar algo suyo, como nos decía recordando aquel episodio funesto de su vida, que fue el secuestro.
Ese es el Juan Camilo que yo voy a recordar, ese es el Juan Camilo que debemos recordar y que llevaremos siempre en el corazón. El amigo, el compañero de lucha, el estratega, el hombre alegre, joven, el que hizo de su biografía pública y privada un orgullo y un ejemplo para todos nosotros, para el Partido Acción Nacional y para México.
Amigas y amigos:
Decía don Manuel Gómez Morín que en la capacidad de insistir estriba la lucha misma, porque en ella está el secreto final del éxito.
Don Manuel Gómez Morín insistió y él quizá no vio el éxito final, pero sabía que la lucha era, precisamente, el insistir.
Juan Camilo era un hombre perseverante, invencible, inderrotable. No lo podían detener en vida y tampoco lo detendrán en muerte, porque sus ideas y sus valores, y su ejemplo y su recuerdo, como el Cid Campeador, seguirán ganando batallas después de muerto. Él creía firmemente en esto, en la idea de tener la victoria en la mente y el de luchar sin detenerse hasta alcanzarla.
Como miembro del PAN, como servidor público, siempre orientó su ímpetu y energía a la lucha por un futuro que estuviera a la altura de los anhelos de las generaciones del presente y del mañana.
Un hombre íntegro y honesto, para quien la búsqueda de una Patria libre, ordenada y generosa, fue el motor de cada uno de sus pasos.
La honestidad, el amor a México, la lealtad y la justicia eran para él valores inquebrantables y sí también podemos decir cómo vivía su vida, digamos que era un hombre intenso, vivía su vida intensamente, cada hora, cada día, cada segundo; no escatimaba un mínimo de intensidad, vivía a plenitud. Y estoy seguro que, precisamente, esa plenitud nos inundará ahora con su ejemplo.
Por su parte, otros de nuestros Manueles, Manuel Clouthier, dijo que el México de nuestros ideales es posible y está a la mano.
Tenía mucha razón y Juan Camilo también creía en eso. El México de nuestros ideales, de los ideales panistas, es posible y sé que ese México vendrá, amigas y amigos; lo sé yo y lo sabía él, porque depende de todos y cada uno de nosotros que ese México en el que hemos soñado, ese México por el cual hemos trabajado todos, ese México por el cual Juan Camilo luchó, se consolide y sea realidad, que hemos de heredar a las siguientes generaciones.
Yo creo que el partido debe recordar hoy sus razones de ser. Yo quiero agradecerle hoy a don Carlos Mouriño la carta que nos ha escrito en la prensa. Que nos alienta y, yo diría, nos exige a seguir, a seguir más fuerte y no detenernos hasta la victoria que es, precisamente, la materialización de nuestros ideales en un México mejor.
Es inevitable, amigas y amigos, que al encontrarnos con la muerte, nos preguntemos el sentido de la vida.
Y a mí esto me ha permitido refrescar y recordar el sentido de nuestra vida y el sentido de nuestra lucha.
Yo creo que el partido hoy debe recordar su razón de ser, todos debemos recordar su razón de ser. Preguntarnos por qué estamos aquí; no sólo digo en esta sede del PAN, sino por qué estamos en este mundo, por qué estamos en este México, por qué estamos en este tiempo, por qué estamos en este partido.
Y estamos aquí, precisamente, para darle razón a nuestra existencia, como dice nuestra herencia aristotélico-tomista brillante, estamos aquí en este mundo para ser felices.
Estamos aquí en la felicidad plena que se da, precisamente, cuando se hace el bien, el bien individual, que es el perfeccionamiento mismo de la persona; pero el bien colectivo, el bien de los demás, que no es otra cosa, amigas y amigos, que el bien común, el bien que nos planteamos en Acción Nacional.
Y para nosotros el sentido de nuestra vida tiene que ver totalmente con la política, y tuvo que ver para Juan Camilo, tuvo que ver con la política porque él se realizaba plenamente haciendo el bien. Se hace el bien sí, para uno, se hace el bien personal, hay otros más que hacen el bien para algunos prójimos que están muy próximos, hacer el bien por filantropía y por generosidad, y por caridad y, por supuesto, que también realizan el sentido humano.
Pero hay otros más, amigas y amigos, que hacen el bien no sólo para el prójimo más inmediato, sino para el prójimo como colectivo entendido para todas y todos, cada una y cada uno de los demás.
Y la única manera de hacer ese bien para todas y para todos, amigas y amigos, lo sabemos aquí, que es la política, es la política entendida con rectitud, porque política en Acción Nacional, amigas y amigos, es muy parecido al principio ético medular del ser humano, que es hacer el bien.
Para nosotros política es hacer el bien común, sí hacer el bien común en su sentido amplio, pero también el que hacía Juan Camilo ahí en la Secretaría de Gobernación, en su sentido estricto, política es la acción humana encaminada a acceder, ejercer y vigilar el poder para hacer el bien común.
Y él estaba ahí, él vigiló el poder desde que éramos oposición y él accedió al poder, tanto que fue el estratega de la victoria, y ejerció el poder con todas sus consecuencias, con todas sus amenazas, con todas sus flaquezas, con todas sus fortalezas, con todas sus ingratitudes; porque es muy fácil pontificar sentados, como dije alguna vez, desde la columna de mármol, desde el pedestal que se convierte, precisamente, por la inacción, en pedestal de imbéciles.
Pero estar ahí, precisamente, dialogando y negociando, no con ángeles, no con demonios, sino con mexicanas y mexicanos de carne y hueso, con intereses, y ambiciones, y capacidades, y decisiones concretas, de cuya articulación depende el bien o el mal de la Nación, eso, amigas y amigos, eso es precisamente servir a los demás.
Responder y resistir a la ingratitud, a la incomprensión, al insulto y hacerlo con la dignidad, y no sólo eso; con la alegría y con la sonrisa con la que Juan Camilo actuaba, eso es precisamente trascender; eso es precisamente legar, eso es precisamente marcar la diferencia en el mundo en que vivimos, al que llegamos, en el país en el que estamos; eso precisamente transforma y trasciende, eso precisamente inspira y motiva hoy más que nunca.
Hoy el PAN debe recordar estas tareas, las de Juan Camilo, pero las nuestras. Por qué estamos aquí y por qué estamos en esta organización; por qué luchó él y por qué luchamos nosotros.
Estamos aquí para hacer el bien. Y en su memoria, pienso, que se debieran tocar otra vez todas las puertas de México, tocar con los nudillos y decirle a los ciudadanos las ideas que tenemos; tocar las puertas y reconquistar a la gente, acercarse a ella; hacerle ver que aquí, en esta casa hay y ha habido gente y habrá, capaz de ofrendar todo lo que cree, de vivir intensamente su vida y entregarla por ella, por transformar a México, por transformar a la gente.
Ser capaces de llevar las ideas, y no sólo llevarlas al discurso, sino llevarlas a la práctica; ser capaz de luchar por los ideales, como él luchó.
Así que, amigas y amigos:
También homenajearlo significa dejar atrás y de una vez las mezquindades, las ruindades que nos impiden servir, que nos impiden hacer el bien y que nos atrapan en pleitos, en envidias; ruindades sin fin, que paralizan la acción del partido, nos alejan de los ciudadanos y además nos hacen perder elecciones.
Que hoy decidamos en memoria de él, motivados por el dolor que nos hace reflexionar otra vez el sentido de la vida, decidamos cumplir con el deber ético de ponernos a trabajar; el dejar atrás la mohína, el dejar atrás la pereza, de dejar atrás la ambición, de dejar atrás la envidia, que tanto sufrió él, y seguir luchando contra los enemigos de México con la convicción y determinación con la que él lo hizo, con más fuerza aún y de presentar siempre, siempre, siempre, invariablemente, las mejores opciones a los ciudadanos. Esto implica también las mejores y los mejores candidatos.
Porqué el deber ético es precisamente ese, es de ese tamaño y esa magnitud. En la historia de los pueblos que luchan por alcanzar su destino, que conciben un destino común de libertad y de paz en la democracia, siempre hay quienes encarnan la aspiración colectiva de un mañana de grandeza con una misión indeclinable; hay quienes con la llama viva de sus convicciones, de su amada encomienda, de su trabajo incansable, transforman la moral profunda de un grupo de mujeres y hombres entregados a una visión de futuro.
Hay vidas, como la de Juan Camilo, que se siembran y que florecen. Hay quienes proyectan liderazgos genuinos dirigidos a los demás y que hacen ver que el futuro en el que creen es un futuro posible. Hacen ver que el sueño con el que sueñan puede ser una realidad si se hace lo que el deber impone que se deba hacer.
Hoy, amigas y amigos, estamos en presencia, y así lo digo, en presencia de un gran hombre, de un gran amigo, de un gran hermano.
Y, precisamente, por lo que él ha hecho, por sus fieles amigos y colaboradores, como Arcadio, que lo siguieron en este ideal, hoy México, precisamente, es diferente y fue gracias a él que en muchas de las cosas más trascendentes de lo que ahora México está viviendo de cambio, se pudo concretar.
Juan Camilo era un hombre así y por eso siempre será recordado como un joven excepcional, talentoso, alegre. Líderes como él necesita el país, porque construyen la esperanza y son capaces, precisamente, de hacer que esa esperanza se realice; líderes que tienen no sólo la fuerza, sino la congruencia vital, escasa en nuestro tiempo, de ser coherentes entre lo que piensan y lo que dicen.
Juan Camilo, con su amable sonrisa, con sus manos abiertas, infatigables, fue capaz, precisamente, de llamar a otros, a muchos, a crecer, a trabajar limpia y solidariamente por el país, por el bien común, por la seguridad de los mexicanos, por el diálogo y el entendimiento, por las reformas que México necesita.
Fue capaz de lanzarse a la odisea de construir un México donde imperara la ley y se respetara los derechos de todos, sin distingo, no importa el tiempo que nos tomara alcanzar ese ideal.
Fue capaz de creer que México podía ser más justo y que dejara atrás la sombra del atraso y la pobreza, él que fue capaz de dejar lo mucho que tenía, para transformar el rostro y hacer un rostro de justicia en México.
Fue capaz de creer que México sería un país más democrático y que prospera, precisamente, a través del diálogo y del acuerdo.
Y fue capaz de dialogar y fue capaz de acordar.
Recojamos, con el ánimo indeclinable que Juan Camilo nos transmitía, el amor por el desafío de entregar nuestra labor cotidiana por el México que soñamos.
Hagámoslo hoy para honrar su memoria y seguir adelante con la humildad, que es generosidad; seguir adelante con la generosidad, que no puede ser sino infatigable grandeza por nosotros mismos, por los demás mexicanos y por los mexicanos que mañana vendrán.
A todos nos ha podido enormemente esta semana, este evento trágico, pero vamos a seguir adelante; seguiremos con la alegría de su recuerdo y con el testimonio de su ejemplo.
Luis Felipe, mi hijo, que trataba de ver en los periódicos qué había pasado, veía las esquelas y me imagino que intentó, no intentó, hizo la propia; y se las comparto, simplemente porque reúne también sentimientos nuestros.
Dice: Lamento la muerte del licenciado Juan Camilo Mouriño Terrazo, Secretario de Gobernación. Que Dios te ponga entre sus brazos, que te abrace muy fuerte. Nunca te olvidaré.
Juan Camilo, te quiero mucho. Yo y todos tus familiares y amigos.
Adiós, que Dios te cuide y te proteja muy bien.
Nos vemos arriba.
Descansa en paz.
Luis Felipe Calderón Zavala. Una cruz, un símbolo del PAN y un moño negro.
Adiós y hasta siempre, querido Juan Camilo.
Muchas gracias.