8 ago 2010

Purga en el PAN

En el PAN, purga sta... calderonista
Álvaro Delgado
Revista Proceso, # 1762, 8 de agosto de 2010;
A dos años de dejar la Presidencia, Felipe Calderón quiere guiar él solo a su partido a fin de controlar la candidatura presidencial y enquistarse en sus órganos directivos. Sin embargo, él mismo se ha alejado de los suyos y se convirtió en factor de división por su intolerancia y sus imposiciones. En este contexto, la inminente expulsión del expresidente nacional panista Manuel Espino se lee entre viejos militantes como una purga autoritaria.
Con una estela de derrotas electorales en todos los niveles durante casi cuatro años de gestión, que no compensan las tres gubernaturas recién ganadas con candidatos ajenos, con su fuerza política en declive y un partido dividido, Felipe Calderón se atrinchera en el Partido Acción Nacional (PAN) para controlar la candidatura presidencial y, desde ahora, eliminar a uno de los aspirantes: Manuel Espino.
El inminente juicio para expulsar al expresidente del PAN, quien ya concluyó su cargo en la Organización Demócrata Cristiana de América (ODCA) y en breve anunciará una “exploración” entre la militancia para buscar la candidatura presidencial, se prevé que profundice el encono, sobre todo porque nunca se ha procedido contra un exjefe nacional y porque se empalmará con el proceso de sucesión de César Nava en la presidencia.
Pero a diferencia de lo que ocurrió con Germán Martínez, en 2007, y con Nava, el año pasado, Calderón no goza de una mayoría cómoda en el Consejo Nacional del partido que convalide su designación, como lo advirtió el diputado Javier Corral en la integración, en mayo, de ese órgano directivo:
“Tiene que ver con el propio desgaste del presidente, que está a dos años de su retiro del poder y se empiezan a aflojar algunos resortes. No todos los resortes están tan intactos o tan resistentes y ha habido muchas bajas en el equipo colderonista, quizá propiciadas por el propio presidente, que ha tomado distancia de muchos de sus principales aliados.”
Así, pese a que el senador Gustavo Madero, el diputado José González Morfín, el consejero nuevoleonés José Luis Coindreau y el propio Corral se promueven para presidir el PAN, se prevé que Nava será sustituido, en diciembre, por el exgobernador de Jalisco y exsecretario de Gobernación Francisco Ramírez Acuña, identificado también como incondicional de Calderón.
Los reacomodos en el PAN, derivados de los cambios en el gabinete de Calderón –como el envío de su vocero Maximiliano Cortázar al CEN, quien “llegó pateando la puerta”–, se producen en un contexto de las sucesivas derrotas como las de este año, que comenzaron en Mérida, Yucatán, y concluyeron en Baja California, sus bastiones desde hace dos décadas, que obedecen a conflictos internos.
“Cuando no hay unidad, derrota segura”, dice Eugenio Elorduy, exgobernador de Baja California, donde el PAN padeció una debacle inédita desde hace 21 años y donde el principal operador electoral del gobierno estatal, Francisco Blake, es ahora secretario de Gobernación. Lo mismo ocurrió al otro extremo del país, en Mérida.
“La derrota se debe al divisionismo producto de las imposiciones”, juzga Sara Mena, viuda de Víctor Manuel Correa Rachó, el primer alcalde panista de Mérida, y pone como ejemplo a Beatriz Zavala, la candidata perdedora, como lo fue el exaspirante a la gubernatura, Xavier Abreu, ambos del grupo de Calderón.
Rafael Castilla Peniche, expresidente estatal yucateco, considera que es preciso eliminar en el PAN el “ya común y horrendo espectáculo” de votar en asambleas por “la línea y la consigna” para conseguir o no perder el trabajo en el gobierno.
Secretario particular de Correa Rachó como alcalde de Mérida, en 1968, y amigo de Carlos Castillo Peraza desde la niñez, Castilla Peniche plantea la disyuntiva para el PAN: ser “el partido de Aristóteles o el partido de Maquiavelo”.
El PAN padece, además, un “desdibujamiento” y una pérdida de identidad por su alianza con los partidos de la Revolución Democrática (PRD) y Convergencia, cuyas tres únicas victorias fueron con los expriistas Gabino Cué en Oaxaca, Rafael Moreno Valle en Puebla y Mario López Valdez en Sinaloa, que le evitaron una catástrofe mayor.
“Es más una derrota del PRI que una victoria del PAN”, interpreta el exdiputado Juan José Rodríguez Prats, quien es escéptico sobre cómo van a gobernar los tres nuevos gobernadores, expriistas como él. “Si Cué va a gobernar como Ulises Ruiz, Moreno Valle como Mario Marín o Mario López Valdez como Jesús Aguilar, entonces de qué se trata”.
Crítico específicamente de la alianza con el PRD en Chiapas, tramada por el gobernador Juan Sabines debido al “estado de necesidad” del PAN en ese estado, como lo reconoce Nava, pregunta: “¿Qué somos en Chiapas? ¿Partido de oposición o partido en el gobierno?”.
Y advierte del riesgo de estas alianzas: “¿Para ganar tenemos que ser como los otros (los priistas)? Si continuamos siendo nosotros, los del PAN de siempre, ¿no tenemos posibilidades de triunfar? ¿Si conservamos nuestra identidad vamos al fracaso?”
“El mínimo deber del PAN es ser distinto en el poder. El PAN durante 70 años fue profundamente crítico. Si no nos distinguimos llegando al poder vamos a causar una situación semejante a la de Francisco I. Madero cuando se viene la Decena Trágica. ¿Qué no somos un pueblo apto para la democracia?”
Por eso se pronuncia por la salida de Nava de la presidencia del PAN –“le recomiendo un retiro decoroso”– y que sea relevado por Ramírez Acuña para enfrentar la elección presidencial de 2012, que considera “el reto más serio en la historia” de su partido.
“Violaciones graves” de Espino
Después de que Calderón asumió la Presidencia de la República, el 1 de diciembre de 2006, se han sucedido derrotas contundentes para el PAN, que comenzaron con la pérdida de la gubernatura de Yucatán, en mayo de 2007, y una debacle en elecciones estatales de ese año.
En 2008 fue vapuleado en Baja California Sur, Nayarit, Quintana Roo, Coahuila, Hidalgo y Guerrero. En estos dos últimos estados retrocedió hasta el cuarto lugar. Y al año siguiente, 2009, que marcó la salida de Martínez de la presidencia del partido, la debacle fue histórica.
La pérdida cuantitativa fue de 4.2 millones de votos respecto de la elección de diputados federales de 2006 y, aunque obtuvo 1 millón de votos más que en la última elección intermedia (2003), en términos relativos cayó de 30.7% de ese año a 27.9% de los votos emitidos en 2009, según datos del diario Reforma. Sólo ganó el gobierno de Sonora, en el contexto de la tragedia de la guardería ABC.
Para este año se anticipaba que el PAN sería aplastado en las elecciones para gobernador en Chihuahua, Durango, Zacatecas, Aguascalientes, Oaxaca, Veracruz, Chiapas, Sinaloa, Michoacán, Puebla y Tamaulipas, como ocurrió en las elecciones municipales de 2007, pero las alianzas con el PRD atenuaron el desplome, a costa de perder identidad.
En Baja California la debacle fue casi total: el PAN perdió los cinco ayuntamientos y 15 de 16 diputaciones, algo no visto desde que, en 1989, ganó la gubernatura Ernesto Ruffo.
En este contexto, se activó el juicio de expulsión al que se someterá a Espino en la Comisión de Orden, debido a que incurrió en violaciones estatutarias graves, a juicio del presidente del PAN en el Estado de México, Octavio Germán Olivares.
Integran la Comisión de Orden su presidente, Tarcisio Rodríguez, director general de Caminos y Puentes Federales de Ingresos; Abelardo Escobar, secretario de la Reforma Agraria; y Luis Mejía, subsecretario de la Sedesol, los tres viejos amigos de Calderón, así como Nancy Arellanes Cervantes, delegada de la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol) en Nuevo León, y el diputado federal Jesús Ramírez, ambos amigos íntimos de Nava.
Al respecto, el exgobernador Elorduy Walter se pronuncia contra el proceso de expulsión de Espino: “Tenemos que ser muy cuidadosos y respetuosos de la libertad que tiene cada uno de los panistas de poder expresar sus opiniones. Se tiene que ser respetuoso de la institución y de los compañeros, pero no por eso se debe juzgar y ameritar una expulsión”.
–¿Ve inminente la expulsión de Espino?
–Yo confío en la prudencia y en el respeto a la dignidad de las personas y a su libertad. Hay que ser prudentes y no juzgar anticipadamente.
Amigo de Espino, aunque distanciado desde que dejó la presidencia del PAN, Rodríguez Prats cree que sí existen elementos para sancionarlo:
“Siento que Espino sí incurrió en graves violaciones. Tengo una relación amistosa con él, inclusive de gratitud, y se le ha dado un trato, desde hace años, para humillarlo. Yo he sufrido eso y uno se convierte en un animal de la selva. Al PAN le faltó solidaridad con él por su desempeño como presidente del PAN.”
El juicio a Espino generará convulsión interna porque jamás se ha juzgado a un expresidente del PAN, “que sin lugar a dudas tiene partidarios”, si bien, aclara, “ha dilapidado su capital político”.
Rodríguez Prats celebra no formar parte de la Comisión de Orden que, dice, enfrenta el “dilema terriblemente peligroso” de enjuiciar a un expresidente del partido. “Confío en que su decisión será sensata y prudente”.
–¿Lo expulsarán, siendo amigos y empleados de Calderón?
–Conozco a Tarcisio Rodríguez y a Luis Mejía. Son panistas de una enorme calidad. Meto las manos al fuego por ellos, son gente de primera. Descarto totalmente que vayan a actuar por consigna.
Pero aclara que la decisión que tomen repercutirá en la unidad del PAN: “Esto la comisión lo debe tomar en cuenta, sobre todo hacia el 2012, que es el reto más serio en la historia del PAN. El partido que gane en 2012 es el que llegue menos dividido”.
Intolerancia
Es justamente la división interna uno de los principales problemas del PAN, tal como lo documentó la Comisión de Reflexión integrada después de la debacle de las elecciones de julio de 2009, que encabeza José Luis Coindreau, a quien supuestamente Margarita Zavala, mujer de Calderón, impulsa para relevar a Nava, si bien el que tiene mayores posibilidades es Ramírez Acuña.
Y es que, como lo han expresado panistas como Javier Corral, Calderón y su facción no toleran las criticas: “El calderonismo quiere incondicionales, quiere uniformidad, no quiere que se le cuestione adentro ni afuera”.
Existe, además, el afán de, ante una eventual derrota en 2012, seguir controlando el PAN: “El calderonismo, absolutamente consciente del riesgo en el que estamos de perder el poder en 2012, quisiera por lo menos quedarse con el partido para las definiciones posteriores, pero hay un sector que no nos resignamos a creer que ese riesgo es definitivo y que vamos a hacer todo lo que esté a nuestro alcance para evitar el regreso del PRI a Los Pinos”.
En Baja California, cuyo actual gobernador, José Guadalupe Osuna, es parte del grupo de Calderón, Elorduy explica que la contundente derrota se explica no sólo por los candidatos y por la capacidad del PAN, sino también por sus gobiernos en los tres niveles.
“La acción de gobierno debe precisamente transmitir lo que es el PAN y el panismo, no puede haber gobiernos convertidos en actuaciones personales”, dice, y menos pretender engañar a los ciudadanos: “Cuando se le subestima, cuando se cree como partido, gobierno o candidato dorarle la píldora al ciudadano, grave y craso error. Si se le subestima, derrota segura”.
Lo mismo ocurrió en Yucatán, dice Sara Mena, la principal voz crítica de las imposiciones del grupo de Calderón, que sólo han generado derrotas y que aún así, subraya, sigue repartiendo cargos en el gobierno federal.
“Está como en deuda porque aquí ganó la candidatura”, dice en referencia a la victoria en la elección interna de 2005, cuando se impuso a Santiago Creel y Alberto Cárdenas bajo acusaciones de fraude desde el gobierno de Patricio Patrón Laviada, actual procurador ambiental.
De hecho, después de la derrota del PAN ante el PRI, Mena le reclamó personalmente a Patrón la crisis del PAN: “¿Qué hiciste, que en seis años ya no hay credibilidad en Acción Nacional?”.
Por eso, dice, en vez de expulsar a Espino se debería proceder contra los panistas de Yucatán que han generado división por las imposiciones, como la de Zavala Peniche y el coordinador de su campaña, Luis Montoya, quienes “sólo obedecen órdenes de Patricio”.
–Si se expulsa a Espino, ¿se verá como venganza de Calderón?
–Exactamente.
Castilla Peniche identifica las fracturas internas como el principal problema del PAN a nivel nacional, originado por la manipulación del padrón electoral.
“Tenemos que terminar con el ya común y horrendo espectáculo de supuestos panistas, creyentes de la dignidad de la persona humana y del bien común, que votan en nuestras convenciones no por el más capaz ni por el más idóneo, sino por aquél a quien el dedo invisible de la línea y de la consigna señalan como el elegido, por aquél que los hará conservar la chamba, el puesto o los favores políticos”, plantea.
Panista rebelde y romántico, quien como diputado votó contra el Fobaproa cuando Calderón era presidente del PAN –“y he pagado el costo”–, cree indispensable discutir a nivel nacional la disyuntiva de ser “el partido de Aristóteles o el partido de Maquiavelo”:
“¿Queremos el de Aristóteles, el de la dignidad de la persona humana, el de la búsqueda y el logro del bien común, el de la felicidad colectiva, el de la política como la actividad más excelsa? ¿El partido de la ética del derecho y el respeto del orden jurídico? ¿O queremos el de Maquiavelo, cuyas frases son célebres: el fin justifica los medios, los enemigos de mis enemigos son mis amigos, el sentimiento del miedo es más fuerte que el sentimiento del amor, no hay que atentar contra la propiedad privada a menos que se mate al propietario?”
Se responde: “Tenemos que poner un hasta aquí a nuestra ya escandalosa ambición política que nos hace manipular y hacer selectivos padrones internos de militantes, o pisar y calumniar al compañero panista con el fin de conseguir una candidatura”.
Sin atribuir responsabilidad directa ni a Calderón ni a Nava ni a Espino por la situación del PAN, Castilla Peniche urge a la rectificación y cita una frase de Julio Cortázar: “Nada está perdido si se tiene el valor de declarar que todo está perdido y comenzar de nuevo”.

Ultimos días de Nacho Coronel


Ultimos días de Nacho Coronel
Patricia Dávila, reportera
Revista Proceso, # 1762, 8 de agosto de 2010;
El sepelio de Ignacio Coronel Villarreal en Culiacán, Sinaloa, se realizó en medio de un despliegue militar parecido al del 29 de julio, cuando fue ejecutado en su residencia de Colinas de San Javier, en Zapopan, Jalisco. Quienes conocían al capo lo recuerdan como una persona de trato afable. Uno de ellos asegura incluso que sus últimas semanas las vivió recluido en su domicilio, pues temía que el Ejército lo detuviera. Lejos estaba Nacho Coronel de saber que la instrucción era liquidarlo.
CULIACÁN, SIN.- El ataúd era de metal con chapa de oro. Valuado en 65 mil dólares, esa tarde resplandecía tanto como el sol abrasador en esta región donde la temperatura rayaba los 48 grados centrígrados. En su interior yacía el cuerpo del narcotraficante Ignacio Coronel Villarreal. A su lado, el féretro de su sobrino Mario Carrasco Coronel, El Gallo, también de metal, aunque más sobrio, lo acompañó durante las exequias. Ambos murieron con horas de diferencia entre el 29 y el 30 de julio a manos del Ejército.
Identificado por la agencia antidrogas de Estados Unidos (DEA, por sus siglas en inglés) como el tercero en el mando del cártel de Sinaloa, el cadáver de Nacho Coronel fue vestido de forma elegante: traje beige y camisa blanca; enmarcado su rostro por una barba oscura y abundante bigote. No hubo honras fúnebres.