Mientras el primer ministro Tony Blair retomaba este fin de semana la sintonía del "choque entre las fuerzas del bien y del mal", un grupo de diputados del ala izquierda de su propio partido (El Laborista) estableció un vínculo directo entre las bombas de Londres y la guerra de Irak, coincidiendo con la muerte de tres soldados británicos en ese país.
Es inevitable que la historia se politice. Legisladores con la insignia de la vieja guardia laborista solicitaron la retirada de las tropas de Irak: "no me cabe duda -señaló la ex ministra Clare Short- de que el 7-J está conectado con el conflicto iraquí. Afirmar lo contrario es intelectualmente insostenible". "Mientras sigamos siendo una potencia ocupante -dijo el diputado John McDonell-, los terroristas tendrán más razones para lavar el cerebro a los jóvenes y reclutar adeptos. Tenemos que retirarnos inmediatamente" (de Irak), concluyó.
Y aunque, los tres principales partidos políticos británicos -laborista, conservador y liberal demócrata- permanecen unidos en su respuesta a los sucesos del 7-J, y a las nuevas medidas antiterroristas, el consenso, sin embargo, se ha roto dentro de los Laboristas, donde un importante sector nunca ha podido digerir la guerra de Irak.
Y la verdad es que el gobierno británico desearía acelerar lo más posible la salida de su ejército, por razones tanto políticas como económicas -les cuesta la enorme suma de 750 millones de euros anuales-, y este fin de semana circuló un nuevo borrador del Ministerio de Defensa con planes para reducir a 3,000 soldados (hoy son 8,500) la presencia militar británica antes de la primavera del 2006, dejando que las propias fuerzas de seguridad iraquíes se hagan cargo de catorce de las dieciocho provincias.
Pero, la sensibilidad post-7-J ha obligado a desmentir esas intenciones.
Es inevitable que la historia se politice. Legisladores con la insignia de la vieja guardia laborista solicitaron la retirada de las tropas de Irak: "no me cabe duda -señaló la ex ministra Clare Short- de que el 7-J está conectado con el conflicto iraquí. Afirmar lo contrario es intelectualmente insostenible". "Mientras sigamos siendo una potencia ocupante -dijo el diputado John McDonell-, los terroristas tendrán más razones para lavar el cerebro a los jóvenes y reclutar adeptos. Tenemos que retirarnos inmediatamente" (de Irak), concluyó.
Y aunque, los tres principales partidos políticos británicos -laborista, conservador y liberal demócrata- permanecen unidos en su respuesta a los sucesos del 7-J, y a las nuevas medidas antiterroristas, el consenso, sin embargo, se ha roto dentro de los Laboristas, donde un importante sector nunca ha podido digerir la guerra de Irak.
Y la verdad es que el gobierno británico desearía acelerar lo más posible la salida de su ejército, por razones tanto políticas como económicas -les cuesta la enorme suma de 750 millones de euros anuales-, y este fin de semana circuló un nuevo borrador del Ministerio de Defensa con planes para reducir a 3,000 soldados (hoy son 8,500) la presencia militar británica antes de la primavera del 2006, dejando que las propias fuerzas de seguridad iraquíes se hagan cargo de catorce de las dieciocho provincias.
Pero, la sensibilidad post-7-J ha obligado a desmentir esas intenciones.
Por otro lado, el día de hoy, dos importantes institutos de investigaciones dan a conocer un estudio que confirma que la alianza con EE UU genera para Gran Bretaña el riesgo de sufrir atentados terroristas, lo que le da la razón a los disidentes laboristas.
El Instituto Real de Asuntos Internacionales y el Consejo de Investigaciones Económicas y Sociales dijeron que la situación en Irak había "favorecido la propaganda, el reclutamiento y la recolección de fondos de la red Al-Qaeda" y creado un terreno ideal para el entrenamiento de terroristas.
Por lo pronto, El Gobierno puso ayer sobre la mesa los detalles de las nuevas medidas antiterroristas que ya estaban previstas para el otoño.
Entre los nuevos delitos que plantea Tony Blair, se incluye convertir en delito las referencias indirectas al terrorismo, sean hechas en público o privado; la incitación al terrorismo y la preparación personal o entrenamiento para cometer actos terroristas.
Además de la "apología"del terror, el hecho de calificar de "mártires" a quienes ponen bombas, e incluso bajar de internet las instrucciones para fabricar explosivos. El gobierno pretende asimismo prohibir la entrada en el país a los Imanes que sean calificados como "no deseables" por los EE UU o los socios de la Unión Europea.
Por lo pronto, El Gobierno puso ayer sobre la mesa los detalles de las nuevas medidas antiterroristas que ya estaban previstas para el otoño.
Entre los nuevos delitos que plantea Tony Blair, se incluye convertir en delito las referencias indirectas al terrorismo, sean hechas en público o privado; la incitación al terrorismo y la preparación personal o entrenamiento para cometer actos terroristas.
Además de la "apología"del terror, el hecho de calificar de "mártires" a quienes ponen bombas, e incluso bajar de internet las instrucciones para fabricar explosivos. El gobierno pretende asimismo prohibir la entrada en el país a los Imanes que sean calificados como "no deseables" por los EE UU o los socios de la Unión Europea.
Pese al consenso en torno a estas iniciativas, David Davies, vocero del Partido Conservador, ha explicado que su partido debe aún decidir si apoya que puedan presentarse como pruebas judiciales las conversaciones telefónicas grabadas. Para Mark Oaten, portavoz de los Liberal Demócratas, las dudas surgen en la definición de "incitación" al terrorismo, ya que se puede incurrir en la violación de las libertades civiles.
Y además las críticas a los servicios de inteligencia no se han hecho esperar, tras revelarse que el posible cerebro de los atentados -un individuo vinculado a Al Qaeda- entró por vía marítima en Inglaterra un par de semanas antes procedente de Bélgica u Holanda, pero el MI5 decidió que no constituía "peligro suficiente" para someterlo a vigilancia permanente.
El MI5, es el servicio de espionaje interior del Reino Unido.
Ochenta agentes de la Rama G permanecen en contacto permanente vía satélite con la CIA, El Mossad y espías repartidos por todo Oriente Medio, para seguir la pista aAl Qaeda. El sistema, sin embargo, falló el 7-J.
La excusa de los orgullosos servicios de inteligencia británicos, que se consideran los mejores del mundo, es que carecen de recursos suficientes para vigilar a todos los posibles terroristas. Pero su reputación no ha resultado favorecida por la noticia de que el nombre de Mohamed Sidique Khan, uno de los suicidas de Leeds, saltó entre exclamaciones en sus pantallas en conexión con un frustrado proyecto de atentado en Londres en el 2004.
Una investigación preliminar del MI5 determinó el año pasado que la peligrosidad de Khan, un maestro de treinta años que ayudaba a integrar en la sociedad inglesa a niños emigrantes recién llegados, era de bajo voltaje a pesar de sus viajes a Pakistán y contactos con grupos radicales, y no justificaba que sus movimientos o amistades fuesen objeto de observación. El pasado 7 de julio puso una bomba en un metro de Londres cerca de la estación de Edgware Road, matándose a sí mismo y otros seis pasajeros.
Ttal vez sea excesivo hablar de un cúmulo de errores y lleno de pistas falsas, pero diversas revelaciones han empezado a crear en Gran Bretaña la impresión de que se podían haber tomado medidas preventivas más eficaces, y que la CIA, el Mossad, el MI5 y el ISI pakistaní no se coordinaron correctamente.
El MI5 de defiende y alega que carece de recursos humanos suficientes para patrullar puertos, aeropuertos e instalaciones de máxima seguridad, así como para vigilar a un mayor número de terroristas potenciales que aparecen marginalmente en sus radares pero no son objetos de atención prioritaria.
Por lo pronto, el balance de víctimas mortales por los atentados suicidas perpetrados el 7 de julio (7-J) en tres vagones de metro y en un autobús de Londres ha aumentado hasta 56, según ha informado hoy la Policía británica.
El MI5, es el servicio de espionaje interior del Reino Unido.
Ochenta agentes de la Rama G permanecen en contacto permanente vía satélite con la CIA, El Mossad y espías repartidos por todo Oriente Medio, para seguir la pista aAl Qaeda. El sistema, sin embargo, falló el 7-J.
La excusa de los orgullosos servicios de inteligencia británicos, que se consideran los mejores del mundo, es que carecen de recursos suficientes para vigilar a todos los posibles terroristas. Pero su reputación no ha resultado favorecida por la noticia de que el nombre de Mohamed Sidique Khan, uno de los suicidas de Leeds, saltó entre exclamaciones en sus pantallas en conexión con un frustrado proyecto de atentado en Londres en el 2004.
Una investigación preliminar del MI5 determinó el año pasado que la peligrosidad de Khan, un maestro de treinta años que ayudaba a integrar en la sociedad inglesa a niños emigrantes recién llegados, era de bajo voltaje a pesar de sus viajes a Pakistán y contactos con grupos radicales, y no justificaba que sus movimientos o amistades fuesen objeto de observación. El pasado 7 de julio puso una bomba en un metro de Londres cerca de la estación de Edgware Road, matándose a sí mismo y otros seis pasajeros.
Ttal vez sea excesivo hablar de un cúmulo de errores y lleno de pistas falsas, pero diversas revelaciones han empezado a crear en Gran Bretaña la impresión de que se podían haber tomado medidas preventivas más eficaces, y que la CIA, el Mossad, el MI5 y el ISI pakistaní no se coordinaron correctamente.
El MI5 de defiende y alega que carece de recursos humanos suficientes para patrullar puertos, aeropuertos e instalaciones de máxima seguridad, así como para vigilar a un mayor número de terroristas potenciales que aparecen marginalmente en sus radares pero no son objetos de atención prioritaria.
Por lo pronto, el balance de víctimas mortales por los atentados suicidas perpetrados el 7 de julio (7-J) en tres vagones de metro y en un autobús de Londres ha aumentado hasta 56, según ha informado hoy la Policía británica.