Karla Garduño Morán entrevista a Sergio Aguayo
Publicado en el suplemento Enfoque de Reforma, 16/12/2007;
Falla el PAN en derechos humanos
La transición de gobiernos del PRI a gobiernos del PAN no supuso una mejora en materia de derechos humanos. Fox y Calderón no han sido represores, señala el especialista, pero sí omisos. "El país adolece de una doctrina moderna de seguridad nacional, de una estrategia clara, coherente e integral para combatir el crimen organizado"
En un año marcado por el combate al narcotráfico y la presencia del Ejército en las calles, el tema de los derechos humanos ha sido desplazado. Sin ser un represor, el presidente Felipe Calderón ha solapado, con su desinterés, a los represores. Éste es el diagnóstico de Sergio Aguayo, investigador de El Colegio de México y autor de El almanaque mexicano 2008 (Aguilar).
"Los mismos errores que cometieron Díaz Ordaz y Echeverría, los cometen Vicente Fox y Felipe Calderón en ese terreno. No son represores, porque Fox ni Calderón lo son. Simplemente no le dan importancia y entonces alimentan a represores. Si no hay castigos, cualquiera puede hacer las barbaridades que cometió Marín", considera el especialista en seguridad nacional y derechos humanos.
El investigador señala que ambos temas, seguridad y derechos humanos, son las dos caras de la misma moneda, pero lamenta que en el segundo no exista un compromiso por parte del Estado.
"El reto de defender los derechos vuelve a caer en una sociedad que no tiene los recursos para hacerlo, que en algunos casos extremos alimenta visiones ultra-radicales de la sociedad y justifica y da sustento a organizaciones como el EPR", dice.
Después del fracaso de instituciones como la Fiscalía Especial para Movimientos Sociales y Políticos del Pasado (Femospp), creada por Fox en 2002 para investigar y enjuiciar los abusos cometidos por las fuerzas de seguridad del Estado contra disidentes y grupos de oposición, el gobierno no ha mostrado más interés por el tema, denuncia Aguayo.
"Pienso que estamos una vez más ante una farsa en ese tema. Estoy profundamente decepcionado por el historial de los gobiernos federales panistas en el tema de derechos humanos", advierte, "nos vamos a los estados y ahí hay peores que los panistas -Puebla, Oaxaca-, aquello es la barbarie en derechos humanos, pero ésos forman parte del México del Pleistoceno, uno supondría que con Fox y Calderón esos temas iban a tener la majestad que hace falta y no fue así".
-¿Cómo debe ser tratado el EPR, como terroristas, guerrilleros o un grupo en busca de la defensa de los derechos humanos?
-Deben ser tratados como una asignatura pendiente del Estado. El gobierno de Fox no entendió nunca que la verdad sobre la violación masiva de derechos humanos forma parte de un proceso de reconciliación; y la forma tan majadera como manejaron la exigencia para conocer la verdad sobre desaparecidos confirmó a los ojos de los sectores más radicales que es un Estado al que no le importan esos temas.
El Estado mexicano sigue teniendo un gran pendiente. Hay entidades en donde hay un convencimiento pleno de que no existe forma de satisfacer sus demandas por la vía pacífica, y muchos pensamos lo mismo después de ver el fallo de la Suprema Corte sobre Lydia Cacho. Las acciones del EPR son terroristas, pero el almácigo donde se nutren forma parte de un drama humanitario y de una tragedia en términos de justicia social, porque existe un México marginado, golpeado, maltratado, al que ni se le da para comer ni se le dan los instrumentos para que se haga justicia.
-¿Qué tanto deben considerarse para la agenda de seguridad amenazas como la del EPR?
-Forma parte de la seguridad nacional. En el 2007 dieron golpes muy espectaculares y muy impresionantes y forman parte de la agenda de riesgos. No tienen la dimensión del crimen organizado, operan en unos cuantos estados, son dos centenares probablemente de efectivos, no más, y sus recursos son limitados, pero aún así es una realidad. Una hipótesis que habría que estudiar es que su grado de efectividad creció después del 2006. La polarización empujó tal vez a un centenar de nuevos militantes que en el 2007 empezaron a operar sin ser conocidos por los aparatos de inteligencia. Si no, no se explica, porque son organizaciones bastante infiltradas y de repente tienen la capacidad de movilizar comandos al Bajío, donde no tenían bases sociales.
Narco: compromiso sin plan
En su Almanaque mexicano 2008, en el que pretende ofrecer instantáneas de la situación del país a partir de las cifras disponibles, Aguayo dedica un capítulo especial al narcotráfico, considerando que se trata de uno de los problemas más importantes que enfrenta México, así como la prioridad del gobierno en turno.
-En la agenda de seguridad, ¿le parece que las prioridades actualmente están bien definidas?Están bien definidas, lo que les falta es una estrategia para combatirlas.
-El país adolece de una doctrina moderna de seguridad nacional, de una estrategia clara, coherente e integral para combatir el crimen organizado. No que lo que estén haciendo esté mal, sino que no está integrado en una visión de largo plazo en la cual el Estado tiene claridad de a dónde quiere ir y cómo va a llegar.
-¿Cómo se debe entender una doctrina de seguridad nacional?
-Primero como un diagnóstico integral sobre las amenazas a la seguridad, lo cual supone un proceso de consulta con los sectores de poder real. Una vez consensuado, se debe armar una estrategia que fije con claridad a qué factor de esa agenda de riesgos se le va a dar más peso. Si hablamos de la principal amenaza a la seguridad que es el narcotráfico, las operaciones conjuntas fueron una decisión improvisada, tomada como una reacción lógica e inevitable ante la debilidad del Estado y a la fortaleza del crimen organizado. En el almanaque se compara el número de efectivos prometidos y el número de efectivos enviados, lo que muestra que no tenían preparadas las tropas para enviarlas.
Tampoco es una doctrina integral porque está disociado el combate al tráfico y a la producción de las actividades para prevenir el consumo. El consumo es el ausente, no de la retórica, sino de ese plan integral.
El gobierno de México está más preocupado por seguir una estrategia que conviene a Washington, a quien conviene que detengamos la producción y el tráfico. Nos estamos quedando sin atender la prevención, que es algo que debimos haber anticipado hace 15 años, porque seguridad nacional supone anticipación.
-Esa desatención a la prevención ¿sería entonces más una ineptitud para planear que el desinterés por esos asuntos?
-Hacen lo que pueden, pero han sido políticas muy reactivas y muy poco constantes. Desde hace 26 años he observado los picos de interés y desinterés, porque no ha habido una política de estado.
-¿O sea que se están tomando decisiones sin suficiente información previa?
-Digamos que no está la información para este plan integral; aunque sí para hacer operaciones. Por ejemplo, tienen claro cuántos cárteles son, cuáles son los principales líderes y hay algunas dependencias gubernamentales que al tener más permanencia tienen más información.
-Con la creación en el 2005 del Consejo de Seguridad Nacional, por ejemplo, ¿hubo mayores avances en las políticas de seguridad?
-Se aprobó la ley y se creó una estructura que es un poco más amplia en el papel, pero no quiere decir que haya coordinación. El sexenio de Fox fue una tragedia en temas de seguridad nacional. En el 2001 se intentó actualizar la doctrina, con Adolfo Aguilar Zinser como consejero de Seguridad Nacional, lo intentó, fracasó y luego ya se le olvidó a Fox; para él la única amenaza a la seguridad era Andrés Manuel López Obrador.
-¿Ahora las cosas están mejorando?
-Hay indicios, pero el daño ya fue demasiado y el crimen organizado creció a niveles impresionantes, y no tenemos la información suficiente para saber cosas como cuántos sicarios hay; es una pregunta elemental, si uno ve sus tropas se pregunta más o menos cuántos tiene el enemigo.
Un militar de alto rango me hizo una descripción muy clara sobre las deserciones. Saben que los cárteles de la droga envían a sus reclutadores a los bares que están cerca de los cuarteles, ahí seleccionan cuáles son los mejores y a ésos les ofrecen mil pesos diarios. Entonces, el Ejército en cierto sentido está capacitando, con una educación elemental, a futuros sicarios. Y sobre ese tema no existe la suficiente información.
-Según datos del almanaque, de 2000 a 2006 las deserciones aumentaron de 114 mil 323 a 123 mil 218. Ahora que los militares están en las calles, ¿el riesgo de la deserción es más grave?
-Es uno de los riesgos ahora, pero el gobierno federal ya no tenía otra alternativa, ya no quedaba nada más que sacar al Ejército, se fueron carcomiendo la Federal de Seguridad en 1985; la Judicial Federal ya no existe, ni los pueden correr porque se ampararon y ahí están, cobrando en la AFI, efectivos que no pueden emplear porque no confían en ellos. Espero que funcione mejor; es que Fox fue un desastre, en ese tema en particular y ahora hay un poco más de orden, un poco más de claridad de a dónde quieren llegar.
-Al inicio de su gobierno Felipe Calderón aumentó los ingresos de los militares en un intento por subir su nivel de vida, ¿le parece que esas acciones son las indicadas?
-Claro, en el sexenio pasado un soldado ganaba tres mil pesos al mes y como sicario ganaba 30 mil, por tanto las cifras son bien elocuentes.
-Pero un soldado que ganaba 3 mil 500 pesos ahora percibe 5 mil 200; los sueldos siguen siendo más bajos.
Pero no cualquiera se lanza a una carrera donde las esperanzas de vida son muy reducidas, es un submundo muy violento.
-El presupuesto dedicado al narco, que tampoco queda muy claro en los desgloses, ¿le parece suficiente?
-Va a hacer falta que empleen más recursos, que los empleen mejor, que mejoren muchísimo en el área de inteligencia. Es el sentido de la Iniciativa Mérida, fundamentalmente tiene que ver con adquirir en Washington la capacitación y el software para generar inteligencia de mayor calidad, que es lo que permite dar golpes más efectivos.
¿A usted qué le parece la Iniciativa Mérida?
-Incierta. Una vez más, el problema que tiene es que está disociada de un plan integral, no incorpora a una visión de conjunto que permita darle una mejor dimensión.
-Hay quienes dicen que es vista en Estados Unidos como una oportunidad para intervenir en las políticas de seguridad de México, ¿esto podría ser benéfico o dañino para el país?
-Como todo, depende qué se le ve. De que va a haber más intervención de Washington a temas de seguridad es indudable; que Washington busca sus beneficios, también. Basta ver el escudo del Comando del Norte, en donde está un águila calva, el símbolo de Estados Unidos, con las alas cubriendo nuestro territorio. Para ellos es una oportunidad de acceder a las Fuerzas Armadas, que ha sido su objetivo desde siempre. Eso sería negativo desde cierto punto, si no hay conciencia y si no hay claridad sobre los procesos.
-¿Para México sí es prioritario un programa conjunto con Estados Unidos en materia de seguridad?
-No es que sea prioritario, es que es inevitable. El Estado mexicano está anémico, Fox lo entregó casi comatoso, entonces la recuperación del paciente va a llevar tiempo. Lo ideal hubiera sido, si existiera una política de Estado, que desde hace años se hubiera planeado la creación del software que se requiere para procesar cierta información, pero no es el caso; entonces, México carece de la tecnología para enfrentarse con éxito a cárteles extraordinariamente sofisticados y con una capacidad de adquisición de lo último en tecnología. Es inevitable, por eso es necesario poner la información.
-¿Cómo nos afectará el resultado de las elecciones en Estados Unidos en 2008?
-A la seguridad del mundo le conviene que se vayan los neoconservadores, tienen casi 20 años influyendo y han incrementado la inseguridad en el mundo, por lo tanto, por la seguridad global, es saludable que pierdan los republicanos.
En busca de información
Los almanaques que desde el 2000 publica el investigador Sergio Aguayo (con excepción del 2001 y 2006) pretenden ser una expresión de una mayor transparencia; sin embargo, el autor ha encontrado que en algunos temas la información es desigual y que en otros ni siquiera está disponible, como en el caso del capítulo especial de la edición 2008, dedicado al narcotráfico.
"Ahí sí fue arduo conseguir información, y luego la certeza de encontrar que la principal amenaza a la seguridad nacional cuente con tan poca información confiable. Abundan las estimaciones o simplemente no hay información, lo cual sorprende bastante, porque uno esperaría que sobre ese problema hubiera algo más de información procesada", señala el autor de La charola.
Además de ofrecer un panorama general de la situación de México en materias como la economía, el empleo, la política o la seguridad, Aguayo pretende con sus almanaques hacer un ejercicio de análisis de las transformaciones más importantes del país, para lo cual es preciso no sólo contar con la información, sino también interpretar los indicadores.
"Lo que le hace falta para responder a los retos de interpretar y hacer instantáneas de un país es presentar más cifras procesadas que permitan ver los indicadores oficiales y lo que resulta de confrontarlos con otras variables. El segundo reto es incorporar lo estatal y lo local, para contrastar. Hace falta un ejercicio más metódico y sistemático para que estas dos variables sean una constante que recorra intelectualmente la obra", apunta el especialista de El Colegio de México.
En respuesta a los problemas emergentes del país e incluso del ambiente mundial, en las siguientes ediciones Aguayo dice que procurará incluir capítulos especiales dedicados al cambio climático y los esfuerzos que las tres ciudades principales de México -el Distrito Federal, Monterrey y Guadalajara- están haciendo por combatirlo, así como otro dedicado a las transformaciones en el carácter de los mexicanos y uno más para la Iniciativa Mérida.
Publicado en el suplemento Enfoque de Reforma, 16/12/2007;
Falla el PAN en derechos humanos
La transición de gobiernos del PRI a gobiernos del PAN no supuso una mejora en materia de derechos humanos. Fox y Calderón no han sido represores, señala el especialista, pero sí omisos. "El país adolece de una doctrina moderna de seguridad nacional, de una estrategia clara, coherente e integral para combatir el crimen organizado"
En un año marcado por el combate al narcotráfico y la presencia del Ejército en las calles, el tema de los derechos humanos ha sido desplazado. Sin ser un represor, el presidente Felipe Calderón ha solapado, con su desinterés, a los represores. Éste es el diagnóstico de Sergio Aguayo, investigador de El Colegio de México y autor de El almanaque mexicano 2008 (Aguilar).
"Los mismos errores que cometieron Díaz Ordaz y Echeverría, los cometen Vicente Fox y Felipe Calderón en ese terreno. No son represores, porque Fox ni Calderón lo son. Simplemente no le dan importancia y entonces alimentan a represores. Si no hay castigos, cualquiera puede hacer las barbaridades que cometió Marín", considera el especialista en seguridad nacional y derechos humanos.
El investigador señala que ambos temas, seguridad y derechos humanos, son las dos caras de la misma moneda, pero lamenta que en el segundo no exista un compromiso por parte del Estado.
"El reto de defender los derechos vuelve a caer en una sociedad que no tiene los recursos para hacerlo, que en algunos casos extremos alimenta visiones ultra-radicales de la sociedad y justifica y da sustento a organizaciones como el EPR", dice.
Después del fracaso de instituciones como la Fiscalía Especial para Movimientos Sociales y Políticos del Pasado (Femospp), creada por Fox en 2002 para investigar y enjuiciar los abusos cometidos por las fuerzas de seguridad del Estado contra disidentes y grupos de oposición, el gobierno no ha mostrado más interés por el tema, denuncia Aguayo.
"Pienso que estamos una vez más ante una farsa en ese tema. Estoy profundamente decepcionado por el historial de los gobiernos federales panistas en el tema de derechos humanos", advierte, "nos vamos a los estados y ahí hay peores que los panistas -Puebla, Oaxaca-, aquello es la barbarie en derechos humanos, pero ésos forman parte del México del Pleistoceno, uno supondría que con Fox y Calderón esos temas iban a tener la majestad que hace falta y no fue así".
-¿Cómo debe ser tratado el EPR, como terroristas, guerrilleros o un grupo en busca de la defensa de los derechos humanos?
-Deben ser tratados como una asignatura pendiente del Estado. El gobierno de Fox no entendió nunca que la verdad sobre la violación masiva de derechos humanos forma parte de un proceso de reconciliación; y la forma tan majadera como manejaron la exigencia para conocer la verdad sobre desaparecidos confirmó a los ojos de los sectores más radicales que es un Estado al que no le importan esos temas.
El Estado mexicano sigue teniendo un gran pendiente. Hay entidades en donde hay un convencimiento pleno de que no existe forma de satisfacer sus demandas por la vía pacífica, y muchos pensamos lo mismo después de ver el fallo de la Suprema Corte sobre Lydia Cacho. Las acciones del EPR son terroristas, pero el almácigo donde se nutren forma parte de un drama humanitario y de una tragedia en términos de justicia social, porque existe un México marginado, golpeado, maltratado, al que ni se le da para comer ni se le dan los instrumentos para que se haga justicia.
-¿Qué tanto deben considerarse para la agenda de seguridad amenazas como la del EPR?
-Forma parte de la seguridad nacional. En el 2007 dieron golpes muy espectaculares y muy impresionantes y forman parte de la agenda de riesgos. No tienen la dimensión del crimen organizado, operan en unos cuantos estados, son dos centenares probablemente de efectivos, no más, y sus recursos son limitados, pero aún así es una realidad. Una hipótesis que habría que estudiar es que su grado de efectividad creció después del 2006. La polarización empujó tal vez a un centenar de nuevos militantes que en el 2007 empezaron a operar sin ser conocidos por los aparatos de inteligencia. Si no, no se explica, porque son organizaciones bastante infiltradas y de repente tienen la capacidad de movilizar comandos al Bajío, donde no tenían bases sociales.
Narco: compromiso sin plan
En su Almanaque mexicano 2008, en el que pretende ofrecer instantáneas de la situación del país a partir de las cifras disponibles, Aguayo dedica un capítulo especial al narcotráfico, considerando que se trata de uno de los problemas más importantes que enfrenta México, así como la prioridad del gobierno en turno.
-En la agenda de seguridad, ¿le parece que las prioridades actualmente están bien definidas?Están bien definidas, lo que les falta es una estrategia para combatirlas.
-El país adolece de una doctrina moderna de seguridad nacional, de una estrategia clara, coherente e integral para combatir el crimen organizado. No que lo que estén haciendo esté mal, sino que no está integrado en una visión de largo plazo en la cual el Estado tiene claridad de a dónde quiere ir y cómo va a llegar.
-¿Cómo se debe entender una doctrina de seguridad nacional?
-Primero como un diagnóstico integral sobre las amenazas a la seguridad, lo cual supone un proceso de consulta con los sectores de poder real. Una vez consensuado, se debe armar una estrategia que fije con claridad a qué factor de esa agenda de riesgos se le va a dar más peso. Si hablamos de la principal amenaza a la seguridad que es el narcotráfico, las operaciones conjuntas fueron una decisión improvisada, tomada como una reacción lógica e inevitable ante la debilidad del Estado y a la fortaleza del crimen organizado. En el almanaque se compara el número de efectivos prometidos y el número de efectivos enviados, lo que muestra que no tenían preparadas las tropas para enviarlas.
Tampoco es una doctrina integral porque está disociado el combate al tráfico y a la producción de las actividades para prevenir el consumo. El consumo es el ausente, no de la retórica, sino de ese plan integral.
El gobierno de México está más preocupado por seguir una estrategia que conviene a Washington, a quien conviene que detengamos la producción y el tráfico. Nos estamos quedando sin atender la prevención, que es algo que debimos haber anticipado hace 15 años, porque seguridad nacional supone anticipación.
-Esa desatención a la prevención ¿sería entonces más una ineptitud para planear que el desinterés por esos asuntos?
-Hacen lo que pueden, pero han sido políticas muy reactivas y muy poco constantes. Desde hace 26 años he observado los picos de interés y desinterés, porque no ha habido una política de estado.
-¿O sea que se están tomando decisiones sin suficiente información previa?
-Digamos que no está la información para este plan integral; aunque sí para hacer operaciones. Por ejemplo, tienen claro cuántos cárteles son, cuáles son los principales líderes y hay algunas dependencias gubernamentales que al tener más permanencia tienen más información.
-Con la creación en el 2005 del Consejo de Seguridad Nacional, por ejemplo, ¿hubo mayores avances en las políticas de seguridad?
-Se aprobó la ley y se creó una estructura que es un poco más amplia en el papel, pero no quiere decir que haya coordinación. El sexenio de Fox fue una tragedia en temas de seguridad nacional. En el 2001 se intentó actualizar la doctrina, con Adolfo Aguilar Zinser como consejero de Seguridad Nacional, lo intentó, fracasó y luego ya se le olvidó a Fox; para él la única amenaza a la seguridad era Andrés Manuel López Obrador.
-¿Ahora las cosas están mejorando?
-Hay indicios, pero el daño ya fue demasiado y el crimen organizado creció a niveles impresionantes, y no tenemos la información suficiente para saber cosas como cuántos sicarios hay; es una pregunta elemental, si uno ve sus tropas se pregunta más o menos cuántos tiene el enemigo.
Un militar de alto rango me hizo una descripción muy clara sobre las deserciones. Saben que los cárteles de la droga envían a sus reclutadores a los bares que están cerca de los cuarteles, ahí seleccionan cuáles son los mejores y a ésos les ofrecen mil pesos diarios. Entonces, el Ejército en cierto sentido está capacitando, con una educación elemental, a futuros sicarios. Y sobre ese tema no existe la suficiente información.
-Según datos del almanaque, de 2000 a 2006 las deserciones aumentaron de 114 mil 323 a 123 mil 218. Ahora que los militares están en las calles, ¿el riesgo de la deserción es más grave?
-Es uno de los riesgos ahora, pero el gobierno federal ya no tenía otra alternativa, ya no quedaba nada más que sacar al Ejército, se fueron carcomiendo la Federal de Seguridad en 1985; la Judicial Federal ya no existe, ni los pueden correr porque se ampararon y ahí están, cobrando en la AFI, efectivos que no pueden emplear porque no confían en ellos. Espero que funcione mejor; es que Fox fue un desastre, en ese tema en particular y ahora hay un poco más de orden, un poco más de claridad de a dónde quieren llegar.
-Al inicio de su gobierno Felipe Calderón aumentó los ingresos de los militares en un intento por subir su nivel de vida, ¿le parece que esas acciones son las indicadas?
-Claro, en el sexenio pasado un soldado ganaba tres mil pesos al mes y como sicario ganaba 30 mil, por tanto las cifras son bien elocuentes.
-Pero un soldado que ganaba 3 mil 500 pesos ahora percibe 5 mil 200; los sueldos siguen siendo más bajos.
Pero no cualquiera se lanza a una carrera donde las esperanzas de vida son muy reducidas, es un submundo muy violento.
-El presupuesto dedicado al narco, que tampoco queda muy claro en los desgloses, ¿le parece suficiente?
-Va a hacer falta que empleen más recursos, que los empleen mejor, que mejoren muchísimo en el área de inteligencia. Es el sentido de la Iniciativa Mérida, fundamentalmente tiene que ver con adquirir en Washington la capacitación y el software para generar inteligencia de mayor calidad, que es lo que permite dar golpes más efectivos.
¿A usted qué le parece la Iniciativa Mérida?
-Incierta. Una vez más, el problema que tiene es que está disociada de un plan integral, no incorpora a una visión de conjunto que permita darle una mejor dimensión.
-Hay quienes dicen que es vista en Estados Unidos como una oportunidad para intervenir en las políticas de seguridad de México, ¿esto podría ser benéfico o dañino para el país?
-Como todo, depende qué se le ve. De que va a haber más intervención de Washington a temas de seguridad es indudable; que Washington busca sus beneficios, también. Basta ver el escudo del Comando del Norte, en donde está un águila calva, el símbolo de Estados Unidos, con las alas cubriendo nuestro territorio. Para ellos es una oportunidad de acceder a las Fuerzas Armadas, que ha sido su objetivo desde siempre. Eso sería negativo desde cierto punto, si no hay conciencia y si no hay claridad sobre los procesos.
-¿Para México sí es prioritario un programa conjunto con Estados Unidos en materia de seguridad?
-No es que sea prioritario, es que es inevitable. El Estado mexicano está anémico, Fox lo entregó casi comatoso, entonces la recuperación del paciente va a llevar tiempo. Lo ideal hubiera sido, si existiera una política de Estado, que desde hace años se hubiera planeado la creación del software que se requiere para procesar cierta información, pero no es el caso; entonces, México carece de la tecnología para enfrentarse con éxito a cárteles extraordinariamente sofisticados y con una capacidad de adquisición de lo último en tecnología. Es inevitable, por eso es necesario poner la información.
-¿Cómo nos afectará el resultado de las elecciones en Estados Unidos en 2008?
-A la seguridad del mundo le conviene que se vayan los neoconservadores, tienen casi 20 años influyendo y han incrementado la inseguridad en el mundo, por lo tanto, por la seguridad global, es saludable que pierdan los republicanos.
En busca de información
Los almanaques que desde el 2000 publica el investigador Sergio Aguayo (con excepción del 2001 y 2006) pretenden ser una expresión de una mayor transparencia; sin embargo, el autor ha encontrado que en algunos temas la información es desigual y que en otros ni siquiera está disponible, como en el caso del capítulo especial de la edición 2008, dedicado al narcotráfico.
"Ahí sí fue arduo conseguir información, y luego la certeza de encontrar que la principal amenaza a la seguridad nacional cuente con tan poca información confiable. Abundan las estimaciones o simplemente no hay información, lo cual sorprende bastante, porque uno esperaría que sobre ese problema hubiera algo más de información procesada", señala el autor de La charola.
Además de ofrecer un panorama general de la situación de México en materias como la economía, el empleo, la política o la seguridad, Aguayo pretende con sus almanaques hacer un ejercicio de análisis de las transformaciones más importantes del país, para lo cual es preciso no sólo contar con la información, sino también interpretar los indicadores.
"Lo que le hace falta para responder a los retos de interpretar y hacer instantáneas de un país es presentar más cifras procesadas que permitan ver los indicadores oficiales y lo que resulta de confrontarlos con otras variables. El segundo reto es incorporar lo estatal y lo local, para contrastar. Hace falta un ejercicio más metódico y sistemático para que estas dos variables sean una constante que recorra intelectualmente la obra", apunta el especialista de El Colegio de México.
En respuesta a los problemas emergentes del país e incluso del ambiente mundial, en las siguientes ediciones Aguayo dice que procurará incluir capítulos especiales dedicados al cambio climático y los esfuerzos que las tres ciudades principales de México -el Distrito Federal, Monterrey y Guadalajara- están haciendo por combatirlo, así como otro dedicado a las transformaciones en el carácter de los mexicanos y uno más para la Iniciativa Mérida.