26 feb 2007

EL EJERCITO Y LA CONSTITUCION


Héctor Aguilar Camin escribe en Milenio Diario, 26 de febrero de 2007:
Leí que según el artículo 129 de la Constitución el Ejército no puede combatir al narco, como lo está haciendo. Según el artículo 129, las órdenes que ha dado este gobierno al Ejército serían inconstitucionales.
El artículo 129 de la Constitución dice lo siguiente: “En tiempo de paz, ninguna autoridad militar puede ejercer más funciones que las que tengan exacta conexión con la disciplina militar”.
Hay que estirar mucho la liga para que combatir al narco sea una función de “exacta conexión con la disciplina militar”. Mucho más habría que estirarla para que fueran constitucionales las tareas del Ejército a la hora de desastres naturales. ¿Qué “exacta conexión con la disciplina militar” puede haber en el salvamento de damnificados?
El artículo 129 no deja espacio a la duda ni a la interpretación. Uno presiente en este artículo, redactado en 1917, que el constituyente estaba prohibiendo al Ejército hacer política, salirse de sus rutinas castrenses, es decir: rebelarse. Pero eso no está escrito en el artículo 129. Puede ser el espíritu de la ley, pero no es la ley.
Así pues, según el artículo 129, poner al Ejército a combatir al narco no es constitucional. Pero según el artículo 89 de la misma Constitución, sí. El artículo 89 de la Constitución dice:
“Las facultades y obligaciones del Presidente son las siguientes: [...]
VI. Disponer de la totalidad de la Fuerza Armada permanente, o sea del Ejército terrestre, de la Marina de Guerra y de la Fuerza Aérea, para la seguridad interior y defensa exterior de la Federación”.
En ninguna parte de la Constitución, creo, dice que el Presidente es el Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas. Pero dice que puede disponer “de la totalidad” de ella “para la seguridad interior”.
La “seguridad interior” puede no tener, como en el caso del narco o de los desastres naturales, “exacta conexión con la disciplina militar”. Lo cual pone en conflicto el artículo 129 con el 89.
¿No sería la hora que la Academia Mexicana de la Lengua revisara la Constitución, desde el punto de vista lógico y gramático, e hiciera a la Suprema Corte una sugerencia de cambios de redacción que empataran, sin dejar espacio a la duda, el espíritu y la letra del texto fundacional del país?
La Constitución tiene contradicciones de texto y sentido que un escritor promedio de estos días no dejaría coexistir en el peor de sus libros. Se puede escribir mejor y ser más claro que el constituyente de 17.(hasta ahí el texto)
Pero, ¿que dice la Jurisprudencia?
Registro No. 903754
Novena Época
Instancia: Pleno
Fuente: Apéndice 2000
I, Jur. acciones de Inconstitucionalidad y C.C.
Página: 121
Tesis: 143
Jurisprudencia
Materia(s): Constitucional

EJÉRCITO, ARMADA Y FUERZA AÉREA. SU PARTICIPACIÓN EN AUXILIO DE LAS AUTORIDADES CIVILES ES CONSTITUCIONAL (INTERPRETACIÓN DEL ARTÍCULO 129 DE LA CONSTITUCIÓN).-
La interpretación histórica, armónica y lógica del artículo 129 constitucional, autoriza considerar que las fuerzas armadas pueden actuar en auxilio de las autoridades civiles, cuando éstas soliciten el apoyo de la fuerza con la que disponen. Por esta razón, el instituto armado está constitucionalmente facultado para actuar en materias de seguridad pública en auxilio de las autoridades competentes y la participación en el Consejo Nacional de Seguridad Pública de los titulares de las Secretarías de la Defensa Nacional y de Marina, quienes por disposición de los artículos 29, fracción I, y 30, fracción I, de la Ley Orgánica de la Administración Pública Federal, tienen a su mando al Ejército, Armada y Fuerza Aérea, no atenta contra el numeral señalado del Código Supremo. Además, la fracción VI del artículo 89 constitucional faculta al presidente de la República a disponer de dichas fuerzas para la seguridad interior. Por estas razones, no es indispensable la declaratoria de suspensión de garantías individuales, prevista para situaciones extremas en el artículo 29 constitucional, para que el Ejército, Armada y Fuerza Aérea intervengan, ya que la realidad puede generar un sinnúmero de situaciones que no justifiquen el estado de emergencia, pero que ante el peligro de que se agudicen, sea necesario disponer de la fuerza con que cuenta el Estado mexicano sujetándose a las disposiciones constitucionales y legales aplicables.
Novena Época:

Acción de inconstitucionalidad 1/96.-Leonel Godoy Rangel y otros.-5 de marzo de 1996.-Once votos.-Ponente: Mariano Azuela Güitrón.-Secretaria: Mercedes Rodarte Magdaleno.

Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Tomo XI, abril de 2000, página 549, Pleno, tesis P./J. 38/2000. véase la ejecutoria en el Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Novena Época, Tomo III, marzo de 1996, página 351.

Registro No. 920178
Localización: Novena Época

Instancia: Pleno

Fuente: Apéndice (actualización 2001)

I, Jur. Acciones de Inconstitucionalidad y C.C.

Página: 85

Tesis: 83

Jurisprudencia

Materia(s): Constitucional
EJÉRCITO, ARMADA Y FUERZA AÉREA. SU PARTICIPACIÓN EN AUXILIO DE LAS AUTORIDADES CIVILES ES CONSTITUCIONAL (INTERPRETACIÓN DEL ARTÍCULO 129 DE LA CONSTITUCIÓN).-
La interpretación histórica, armónica y lógica del artículo 129 constitucional, autoriza considerar que las fuerzas armadas pueden actuar en auxilio de las autoridades civiles, cuando éstas soliciten el apoyo de la fuerza con la que disponen. Por esta razón, el instituto armado está constitucionalmente facultado para actuar en materias de seguridad pública en auxilio de las autoridades competentes y la participación en el Consejo Nacional de Seguridad Pública de los titulares de las Secretarías de la Defensa Nacional y de Marina, quienes por disposición de los artículos 29, fracción I, y 30, fracción I, de la Ley Orgánica de la Administración Pública Federal, tienen a su mando al Ejército, Armada y Fuerza Aérea, no atenta contra el numeral señalado del Código Supremo. Además, la fracción VI del artículo 89 constitucional faculta al presidente de la República a disponer de dichas fuerzas para la seguridad interior. Por estas razones, no es indispensable la declaratoria de suspensión de garantías individuales, prevista para situaciones extremas en el artículo 29 constitucional, para que el Ejército, Armada y Fuerza Aérea intervengan, ya que la realidad puede generar un sinnúmero de situaciones que no justifiquen el estado de emergencia, pero que ante el peligro de que se agudicen, sea necesario disponer de la fuerza con que cuenta el Estado mexicano sujetándose a las disposiciones constitucionales y legales aplicables.
Novena Época:

Acción de inconstitucionalidad 1/96.-Leonel Godoy Rangel y otros.-5 de marzo de 1996.-Once votos.-Ponente: Mariano Azuela Güitrón.-Secretaria: Mercedes Rodarte Magdaleno.

Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Tomo XI, abril de 2000, página 549, Pleno, tesis P./J. 38/2000; véase la ejecutoria en el Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Novena Época, Tomo III, marzo de 1996, página 351.

Por otro lado, Jorge Carrasco Araizaga escribe ara la agencia APRO: Ejército, el riesgo de “la normalidad”, señala que:

"Un 40 por ciento del territorio nacional está, oficialmente, bajo el despliegue dominado por los militares (...) "La Sedena no ha dado una cifra precisa sobre el número de efectivos desplazados en esos territorios (... empero,) En total, de acuerdo con lo dicho por Galván y las versiones de prensa, poco más de 25 mil efectivos están actualmente desplazados."
Lo único que se puede decir, de acuerdo con los datos expuestos por el investigador Sergio Aguayo en un reciente encuentro académico sobre seguridad fronteriza realizado en el Colegio de la Frontera Norte, en Tijuana, es que esos lugares representan el 22 por ciento de la población y el 39 por ciento del territorio.2

Armas para Venezuela

Un reportaje de Simón Romero para el periódico The New York Times: Venezuela Spending on Arms Soars to World’s Top Ranks* , publicado este domingo 25 de febrero señala que el gasto de Venezuela en armas ha crecido hasta llegar a $4,3000 millones de dólares a lo largo de los últimos dos años, con lo que se convierte en el mayor comprador de armas en América Latina y, lo que es más, se coloca delante de otros grandes compradores en mercados internacionales de armas, como Pakistán e Irán.
La fuente del reportaje es un informe de The Defense Intelligence Agency (DIA) área de inteligencia del Departamento de la Defensa emitido el mes de enero, quien estima que las compras de armas por parte de Venezuela, a lo largo de los últimos dos años, en $4,300 millones, lo cual equivale a más de los $3,000 millones que gastó Pakistán y los $1,700 millones de Irán en el mismo periodo.
El teniente general Michael D. Maples, director del DIA en una reciente reunión ante la Cámara de Representantes dirigió la atención hacia ''los planes de Chávez por neutralizar la influencia de Estados Unidos a lo largo de todo el hemisferio'', contrastando a Chávez con la ''izquierda reformista'', ejemplificada por la presidente de Chile, Michelle Bachelet, agrega el reportaje
Y como es de esperarse la escalada en el gasto en armas ha generado pues severas críticas por parte de la administración Bush, la cual dice que la acumulación es un problema con potencial desestabilizador en Sudamérica y que es mucho más de lo que haría falta tan sólo para la defensa interna.
Ahora, quizás tambien preocupe a Washington que el mayor vendedor de armas a Venezuela sea Rusia. En 2005, Venezuela firmó contratos millonarios con los rusos para la adquisición de aviones caza tipo Sukhoi, helicópteros de transporte y de combate, así como rifles de asalto. Aunado a lo anterior, están los planes para abrir la primera fábrica de rifles Kalashnikov en América Latina, enfocada a la producción de los rifles de diseño ruso en la ciudad de Maracay.
La información publicada en The New York Times, de alguna manera esta confirmada por la misma agencia de prensa rusa RIA Novosti. Un cable fechado en Moscú el 10 de febrero señala que las exportaciones de armas rusas en 2006 sumaron unos 6 mil millones de dólares, y uno de los compradores rusos además de Argelia, China, Republica Checa e Irak (con intermediación de Polonia), Bangladesh e Indonesia es Venezuela. ("pequeños lotes de helicópteros han sido adquiridos por Sudán, México y Burkina Faso", dice el comunicado).
Agrega la nota informativa que Rusia ha cerrado con Venezuela dos paquetes de acuerdos por 3 mil millones de dólares; compró 24 cazas multifuncionales SU-30MKV, 38 helicópteros de distintos tipos, 100 mil fusiles de asalto AK-103 y las plantas de producción de fusiles y de cartuchos."
Empero, más allá de Rusia, Venezuela también está considerando una empresa conjunta con Irán - concretamente con el presidente Mahmud Ahmadinejad- su aliado más cercano fuera de América Latina, para construir una aeronave patrulla que sería pilotada mediante un control remoto.
El general Raúl Isaías Baduel, ministro de la Defensa de Venezuela, declaró ante reporteros en fecha reciente que el proyecto enfocado a la construcción de la aeronave podría ser usado para apuntalar la vigilancia fronteriza y combatir la destrucción del ambiente en Venezuela. Aunado a lo anterior, Venezuela está fortaleciendo sus vínculos militares con Cuba, enviando oficiales y soldados allá para que reciban entrenamiento.
Oficiales de las Fuerzas Armadas y el gobierno de Venezuela afirman que las adquisiciones de armas, aviones caza y helicópteros de combate, se debe a que Venezuela debe fortalecer sus defensas para contrarrestar una potencial agresión militar de E UU:
''Estados Unidos ha intentado paralizar nuestro poderío aéreo'', dijo, en una entrevista, el General Alberto Muller Rojas, uno de los integrantes del gabinete general del presidente Hugo Chávez, citando un reciente esfuerzo por parte de la administración Bush enfocado a impedir que Venezuela adquiera refacciones para aviones F-16, comprados en los años 80. ''Nos estamos sintiendo amenazados y como cualquier nación soberana, estamos tomando medidas para reforzar nuestra defensa territorial''.
Ahora bien, la reorganización de la estrategia militar de Venezuela, incluye la creación de una enorme fuerza de reservistas civiles y ayuda militar a sus aliados regionales, como Bolivia, ha formado parte de una relación en constante deterioro con EE UU:
Empero, la administración Bush ha negado en repetidas ocasiones que tenga plan alguno para atacar Venezuela, que es una de las mayores fuentes de petróleo. Sin embargo, persiste cierta desconfianza hacia ese tipo de declaraciones luego que la Administración apoyara tácitamente un golpe militar que, en el 2002, removió brevemente a Chávez del poder.
Críticas internas:
La escalada en el gasto en armas no sólo le ha generado severas críticas en EE UU sino queya desató un debate dentro de Venezuela, además de que la inquietud ha crecido entre sus vecinos, y es que las compras de armas podrían poner de cabeza los balances regionales de poder o dar origen a un nuevo tráfico ilícito de armas a lo largo de las porosas fronteras de Venezuela.
Agrega el reportaje de Simón Romero, que José Sarney, el ex presidente de Brasil y uno de los senadores de mayor prominencia, provocó un revuelo esta semana cuando citaron sus palabras en el diario brasileño O Globo, al tiempo que describía la forma de gobierno de Venezuela como ''populismo militar'' y ''un regreso a los años 50'', cuando Venezuela estaba gobernada por el caudillo militar Marcos Pérez Jiménez. ''Venezuela está comprando armas que no constituyen una amenaza para EE UU, pero que desequilibran las fuerzas dentro del continente'', dijo Sarney, al tiempo que subrayo: "No podemos permitir que Venezuela se convierta en una potencia militar''.
Con todo, funcionarios del gobierno del presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, han dudado en criticar públicamente las adquisiciones de armas por parte de Venezuela. Ese tema aún es delicado luego que la empresa brasileña Embrear perdiera un trato para vender aeronaves militares a Venezuela, debido a que los aviones incluyen tecnología estadounidense.
Detractores de las compras de armas afirman que éstas se están llevando a cabo con escasa participación o discusión por parte de la Asamblea Nacional, que le permite gobernar por decreto.
El reportaje del Times, recoge la voz de Ricardo Sucre, politólogo por la Universidad Central de Venezuela, quien dijo que la falta de transparencia había acrecentado la inquietud de que Chávez pudiera estar armando a porciones del ejército, a la nueva reserva civil y a partidarios como el Frente Francisco Miranda (una organización civil compuesta por jóvenes formados en Cuba leales a Chávez), que serían leales a él en caso de producirse fracturas dentro de las fuerzas armadas.
El informe de International Crisis Group
Aunado a eso, un reciente estudio difundido el 22 de febrero por el International Crisis Group señala que las tendencias autocráticas del presidente Chávez, sitúan a su país en ''riesgo serio'' de caer en un conflicto interno, que se vería agravado si disminuyeran los ingresos del sector petrolero.
Crisis Group -ONG-, dedicada al análisis de conflictos en todo el mundo dice que Chávez continúa polarizando a la sociedad venezolana, al tiempo que desmonta los mecanismos de control del sistema democrático.
El informe explica (
http://www.crisisgroup.org) que, después de ocho años en el poder, el dirigente venezolano tiene que afrontar la creciente frustración social por la alta criminalidad que vive el país, la ineficacia del Gobierno y la corrupción, y el distanciamiento de las distintas facciones políticas.
Hace hincapié en que, con el disfraz de la democracia ''directa'' o ''participativa'', Chávez está debilitando progresivamente los mecanismos de control del sistema político.
''El régimen chavista no es todavía una dictadura, pero muestra fuertes tendencias autocráticas'', asegura el responsable del International Crisis Group para la región de Colombia y los Andes, Markus Schultze-Kraft. ''Todos los niveles del poder están en manos de Chávez, y sólo en sus manos'', recalca este analista.
El informe denuncia que instituciones clave, como la Fiscalía General, el Tribunal Supremo, el Consejo Electoral y también las Fuerzas Armadas han ido cayendo bajo el dominio exclusivo del presidente y sus más leales seguidores y que oficiales militares ocupan puestos tradicionalmente reservados a civiles.
Alude también a los programas sociales denominados ''misiones'', que están permitiendo a Chávez ganar apoyos entre los más pobres, así como al creciente control de la economía, no limitado al sector petrolero, y a la presión cada vez mayor sobre los medios de comunicación y las ONG críticas con su gestión.
El informe tambien muestra preocupación por la proliferación de grupos armados, como los colectivos chavistas de Caracas y el Frente Francisco Miranda, pero también la Guardia de Reserva Nacional y Territorial creada por Chávez, independiente del estamento militar.
Y lo más grave es que según el International Crisis Group, algunos de estos grupos pueden acabar convertidos en mafias criminales.
Todo ello coincide de alguna manera con el informe presentado en Washington DC por Christopher Langton, director de la publicación The Military Balance que anualmente publica el Instituto Internacional para Estudios Estratégicos.
El informe 2007
http://www.iiss.org/publications/the-military-balance señala que "hay informes de que (Venezuela también) estaba entregando fusiles AK-103 a las fuerzas armadas bolivianas"
En la rueda de prensa, Langton no señaló la fuente de esos informes (ahora sabemos que son del Pentágono), pero dijo que esa afirmación se basaba en las condiciones políticas de Venezuela y Bolivia, la aspiración de Chávez de consolidar su "revolución bolivariana" .
*The NYT; February 25, 2007
Venezuela Spending on Arms Soars to World’s Top Ranks
By SIMON ROMERO
CARACAS, VENEZUELA, Feb. 24 — Venezuela’s arms spending has climbed to more than $4 billion in the past two years, transforming the nation into Latin America’s largest weapons buyer and placing it ahead of other major purchasers in international arms markets like Pakistan and Iran.
Venezuelan military and government officials here say the arms acquisitions, which include dozens of fighter jets and attack helicopters and 100,000 Kalashnikov assault rifles, are needed to circumvent a ban by the United States on sales of American weapons to the country.
They also argue that Venezuela must strengthen its defenses to counter potential military aggression from the United States.
“The United States has tried to paralyze our air power,” Gen. Alberto Muller Rojas, a member of President Higo Chávez’s general staff, said in an interview, citing a recent effort by the Bush administration to prevent Venezuela from acquiring replacement parts for American F-16s bought in the 1980s. “We are feeling threatened and like any sovereign nation we are taking steps to strengthen our territorial defense,” he said.
This retooling of Venezuela’s military strategy, which includes creation of a large civilian reserve force and military assistance to regional allies like Bolivia, has been part of a steadily deteriorating political relationship with the United States.
The Bush administration has repeatedly denied that it has any plans to attack Venezuela, one of the largest sources of oil for the United States. But distrust of such statements persists here after the administration tacitly supported a coup that briefly removed Mr. Chávez from office in 2002.
Venezuela’s escalation of arms spending, up 12.5 percent in 2006, has brought harsh criticism from the Bush administration, which says the buildup is a potentially destabilizing problem in South America and is far more than what would be needed for domestic defense alone.
The spending has also touched off a fierce debate domestically about whether the country needs to be spending billions of dollars on imported weapons when poverty and a surging homicide rate remain glaring problems. Meanwhile, concern has increased among Venezuela’s neighbors that its arms purchases could upend regional power balances or lead to a new illicit trade in arms across Venezuela’s porous borders.
José Sarney, the former Brazilian president and a leading senator, caused a stir this week when he was quoted in the newspaper O Globo as describing Venezuela’s form of government as “military populism” and “a return to the 1950s,” when Venezuela was governed by the army strongman Marcos Pérez Jiménez.
“Venezuela is buying arms that are not a threat to the United States but which unbalance forces within the continent,” Mr. Sarney said. “We cannot let Venezuela become a military power.”
Still, officials in the administration of President Luis inácio Lula da Silva of Brazil have been hesitant to publicly criticize Venezuela’s arms purchases.
The issue remains delicate after the Brazilian company Embraer lost a deal to sell military aircraft to Venezuela because the planes included American technology.
After turning unsuccessfully to Brazil and Spain for military aircraft, Venezuela has become one of the largest customers of Russia’s arms industry.
Since 2005, Venezuela has signed contracts with Russia for 24 Sukhoi fighter jets, 50 transport and attack helicopters, and 100,000 assault rifles. Venezuela also has plans to open Latin America’s first Kalashnikov factory, to produce the Russian-designed rifles in the city of Maracay.
A report in January by the Pentagon’s Defense Intelligencia Agencia, pegged Venezuela’s arms purchases in the past two years at $4.3 billion, ahead of Pakistan’s $3 billion and Iran’s $1.7 billion in that period.
In a statement before the House Intelligence Committee, Lt. Gen. Michael D. Maples, the director of the Defense Intelligence Agency, called attention to Mr. Chávez’s “agenda to neutralize U.S. influence throughout the hemisphere,” contrasting Mr. Chávez with the “reformist left” exemplified by President Michelle Bachelet of Chile.
Beyond Russia, Venezuela is also considering a venture with Iran, its closest ally outside Latin America, to build a remotely piloted patrol aircraft. Gen. Raúl Isaías Baduel, the Venezuelan defense minister, recently told reporters that the project to build 20 of the aircraft could be used to bolster border surveillance and combat environmental destruction in Venezuela. Venezuela is also strengthening military ties with Cuba, sending officers and soldiers there for training.
Supporters of the arms buildup contend that under Mr. Chávez, who has been in power for eight years, Venezuela has spent proportionately less on its military in relation to the size of its economy than the United States or than other South American countries like Chile and Colombia.
In 2004, the last year for which comparative data were immediately available and before Venezuela’s arms buildup intensified, overall defense spending by Venezuela, including arms contracts, was about $1.3 billion and accounted for about 1.4 percent of gross domestic product, compared with 4 percent in the United States and 3.8 percent in Colombia, according to the Stockholm International Peace Research Institute, which tracks military spending.
Doubts persist as to how powerful Venezuela’s armed forces have become in a regional context, even as they acquire new weapons. Military experts here say pilots in the air force still need training to start flying their new Russian fighters. And in terms of troop strength, Venezuela’s 34,000-soldier active-duty army still lags behind the armies of Argentina and Brazil, with about 41,400 and 200,000 members respectively, according to GlobalSegurity.org , a Web site that compiles data on military topics.
Pro-Chávez analysts also say the president is less adventurous in relation to military policy outside Venezuela than predecessors like Luis Herrera Campíns, who supported Argentina in the Falklands War in 1982 to detract attention from a decline in oil revenue and climbing inflation.
But critics of the arms purchases say they are being made with little participation from or discussion with the National Assembly, which recently allowed Mr. Chávez to govern by decree for 18 months.
Ricardo Sucre, a political scientist at the Central University of Venezuela, said that the lack of transparency of the weapons contracts had heightened concern that Mr. Chávez could be arming parts of the army, the new civilian reserve and partisans like the Frente Francisco de Miranda, a pro-Chávez political group, that would be loyal to him in the event of fractures within the armed forces.
General Muller Rojas, the president’s military adviser, said concern about the arms purchases was overblown, pointing to reports that Venezuela was considering an acquisition of nine diesel-powered submarines from Russia for about $3 billion.
He said the navy had “aspirations” for more submarines, but that no “concrete plan” for such a large contract had been developed.
“We simply have an interest in maintaining peace and stability,” General Muller Rojas said, describing the Caribbean as a crucial to its military influence. “We have no intent of using the Venezuelan armed forces to repress human rights.”

El terrorista como director de cine

Excelente texto de Michael Ignatieff: El terrorista como director de cine/M.Ignatieff, es director del Centro Carr de Política de Derechos Humanos en la Universidad de Harvard;
Fue publicado en El Pais, 28/11/2004;
Traduccion de M.L. Rodriguez Tapia.
Ultimamente, cuando uno ve los informativos de televisión, se encuentra muchas veces con un nuevo tipo de vídeo casero: unos hombres encapuchados, con cuchillos y armas de fuego, y, delante de ellos, unas figuras arrodilladas, que suplican por su vida. Ruegan, lloran, inclinan la cabeza, y luego, en general, mueren. Así ha sido desde que obligaron a Daniel Pearl a repetir: "Mi padre es judío. Mi madre es judía. Yo soy judío", antes de morir decapitado.
Gracias a los responsables de los informativos de televisión, no solemos ver casi nunca las imágenes hasta su truculenta conclusión, pero la versión completa de estas películas, reproducida en CD, se vende estupendamente en el mercado de Bagdad. Los verdugos llevan guantes. No quieren mancharse las manos con la sangre de los infieles.
Grotescas parodias Por lo visto, fueron los rebeldes chechenos los primeros en filmar estas grotescas parodias de la justicia islámica. Ahora existe un mercado dedicado a estos espectáculos tan sanguinarios, en los que las bandas de criminales proporcionan el factor fundamental: el secuestro de extranjeros en Irak para venderlos a grupos terroristas como el que dirige Abu Musab al Zarqaui, Tawhid y Yihad.
Los terroristas han entendido enseguida que la cámara tiene el poder de captar un acto atroz y convertirlo en una imagen que provoque escalofríos a todo el planeta. Con ello, han descubierto un arma nueva y fundamental.
Antes de Irak habían existido muchas rebeliones llenas de violencia -en Argelia, contra los franceses; en Kenia, contra los británicos; en Vietnam, contra los estadounidenses-, pero ninguna utilizaba la cámara como instrumento de terror. El secuestro fue el arma preferida de los grupos armados en Líbano desde los años setenta. Pero no exhibían a sus rehenes en los informativos de la noche.
Ahora nos encontramos con el terrorista como director de cine. Un hombre secuestrado hace poco en Irak contaba, al ser liberado, con qué cuidado y entusiasmo habían preparado los terroristas su aparición en vídeo: hacia dónde debían apuntar las armas, cuál tenía que ser el fondo, dónde debía arrodillarse, qué palabras debía pronunciar.
El uso de las cámaras de vídeo como arma es nuevo, pero los terroristas contemporáneos siempre han intentado explotar el poder de las imágenes. La mejor película que se ha hecho sobre terrorismo -La batalla de Argel (1965), de Gillo Pontecorvo- se rodó a instancias de un terrorista.
Saadi Yacef, líder de la célula insurgente en la kasbah de Argel que aplastaron los franceses en 1957, sobrevivió a la captura y, después de la independencia de Argelia, sugirió a Pontecorvo que hiciera una película basada en la historia de su vida.
Yacef ayudó a producir el filme e incluso se interpretó a sí mismo en la pantalla. Si por él hubiera sido, el resultado habría sido pura propaganda. Pero Pontecorvo tenía una visión más profunda, y el resultado es una obra maestra que justifica los actos terroristas y, al mismo tiempo, muestra sin contemplaciones el coste de ese terrorismo, incluso para la causa que defiende.
Yacef no fue más que el primer empresario teatral del terror. Detrás de él vino Lutiff Afif, o Isa, según le llamaban, jefe de la banda que capturó a los atletas israelíes en los Juegos Olímpicos de Múnich de 1972. Presumido, con sus gafas de sol y su sombrero de ala ancha, utilizó las cámaras de la televisión mundial para organizar un espectáculo del horror que obligó a todo el mundo a prestar atención a la causa palestina. En el momento de su muerte, durante el desastroso tiroteo ocurrido en un aeropuerto alemán, el terror ya estaba superado. Había logrado una victoria propagandística.
Además del terrorista como empresario de espectáculos, recordemos que también tenemos al torturador como artista de vídeo. Las imágenes de la cárcel de Abu Ghraib nunca estuvieron destinadas al uso privado. Algunas pretendían animar a otros torturadores. Y algunas estaban dirigidas a otros prisioneros, para advertirles de lo que les aguardaba si no cooperaban. La imagen digital -fija o en movimiento- se ha convertido en un instrumento de coacción para los interrogatorios.
En Irak, la imagen ha sustituido al argumento; incluso se puede decir que la imagen de atrocidades se ha convertido en su propio argumento. Cuando se ve una imagen horrorosa detrás de otra, da la impresión de que no sólo la sigue, sino que la justifica. De Abu Ghraib a las decapitaciones, y a la inversa, los espectadores nos vemos atrapados en un bucle, un espanto que suscita otro, en un torbellino cada vez más oscuro y sin fin.
Las viejas preguntas sobre la guerra de Irak -¿era legal?, ¿era necesaria?, ¿era un último recurso?- ya no tienen sentido. Lo importante, ahora, es saber si existe alguna forma de salir del torbellino, de esa barbarie que se alimenta sin cesar a sí misma y que no se sabe dónde acaba.
Es difícil dar una respuesta. Sabemos que estamos atrapados en el torbellino, pero ni siquiera entendemos qué es lo que nos arrastra hacia el fondo. Lo único que podemos ver claramente es nuestra complicidad embrutecedora. Los responsables de los informativos de televisión siguen cortando los peores momentos, pero, a lo largo de los últimos 25 años, nos han ido ahorrando cada vez menos cosas: ahora vemos a verdaderos seres humanos rogando por su vida.
Terrorismo pornográfico Esto es terrorismo como pornografía, y actúa igual que la pornografía: al principio, hace que el público, a su pesar, se sienta curioso y excitado; después, avergonzado, tal vez degradado y, por último, quizá indiferente. Y el público de estas crueldades es universal. Un holandés que posee una página web con imágenes violentas y sexualmente explícitas, en la que difunde las decapitaciones, dice -con un estilo inimitable- que "durante periodos de trágicos acontecimientos como las decapitaciones", en vez de las 200,000 visitas diarias que son habituales, tiene hasta 720,000.
Seguramente, la capacidad de degradación de estas imágenes no es lo más importante. Es más significativa la reflexión política que merece este nuevo tipo de reality show. Desde el punto de vista comercial, estos vídeos son auténticos carteles de reclutamiento para la insurrección iraquí. Los vídeos anuncian que el grupo que los ha realizado es el más salvaje de todos, y eso sirve para atraer nuevos miembros y para fomentar la captura de víctimas.
Además, los vídeos anuncian que, en un país ocupado, no existen los extranjeros inocentes. Las víctimas francesas, tal vez, se creían inocentes porque creían que la política de su país lo había sido; las víctimas italianas, porque no eran más que unas personas humanitarias que siempre habían estado en contra de la guerra. Las víctimas musulmanas quizá creían que eran inocentes precisamente por ser musulmanas.
Una de las víctimas más recientes, Margaret Hassan, directora de CARE International en Irak, tenía sólidos motivos para considerarse inocente. Su marido es iraquí y ella llevaba 30 años viviendo en el país, donde había construido clínicas y había creado una unidad de lesiones de columna. Los pacientes de sus clínicas salieron en silla de ruedas a la calle, con pancartas en árabe en las que pedían su liberación. Si alguien tenía derecho a lo que el Convenio de Ginebra llama "inmunidad civil", era Margaret Hassan. Pero su inocencia era precisamente la razón para secuestrarla [luego fue asesinada]. Su vídeo fue una bomba arrojada contra nuestra esperanza de que los extranjeros puedan hacer el bien en Irak. Dado que Margaret Hassan estaba casada con un iraquí, el vídeo en el que apareció suplicando por su vida era, además, una advertencia a los iraquíes que sientan la tentación de trabajar con gente decente como ella: cualquiera que se relacione con un infiel deja de ser inocente.
Los rituales de humillación que representan estos vídeos -algunos rehenes están enjaulados, otros encadenados, otros con los mismos monos naranjas que llevan los presos de Guantánamo- pretenden dar satisfacción al sector del público árabe educado en la retórica de la humillación musulmana. Esta propaganda vuelve a situar un milenio de compleja relación entre el mundo musulmán y el no musulmán en el contexto de una larga letanía de vergüenza, primero a manos de los cruzados; luego, de los imperialistas franceses y británicos, y, por último, de los israelíes y sus amos estadounidenses. El snuff movie es la revancha. La única forma de acabar con la humillación, dicen estos vídeos, es infligirla a otra persona. Un mensaje que tiene gran éxito en los bazares de Bagdad.
Es dudoso que la humillación justifique la decapitación, pero mucha gente opina que sí la explica. En One day in september, un documental que seguía al último superviviente del grupo palestino que capturó a los atletas israelíes en los Juegos Olímpicos de Múnich, en 1972, el decrépito terrorista quería hacernos comprender que la acción era consecuencia de las humillaciones de su infancia en los campos de refugiados de Sabra y Chatila, en Líbano, y se veían las imágenes correspondientes de la triste vida del refugiado.
Humillación ¿Pero qué es lo que explica eso? Esas escenas pueden aclarar por qué se unió al grupo, pero ¿nos ayudan a comprender por qué fue capaz de observar, impávido, cómo un deportista israelí, herido en el tiroteo, se desangraba lentamente hasta morir en el suelo? ¿Explican por qué, con todos sus camaradas muertos y sin que la causa palestina haya avanzado un centímetro hacia la estatalidad, el viejo terrorista nos dice que volvería a actuar como en Múnich? Por lo visto, lo único que de verdad justifica la humillación es no tener que decir nunca lo siento.
Los nuevos vídeos de humillación retributiva y ejecuciones revanchistas y purificadoras llevan la justificación a un nivel sin precedentes. Consisten, sobre todo, en rebajar el umbral humano de repugnancia para hacer que los espectadores se sientan legitimados. Ved lo que hemos hecho, parecen decir los encapuchados: hemos decapitado a una persona en televisión. Y ahora, a ver qué podéis hacer vosotros. Los vídeos utilizan la humillación del infiel para crear una sensación de legitimidad. Después de verlos, un joven iraquí puede decirse: verdaderamente, todo está permitido.
Al llegar aquí, si es que todavía están leyendo, es posible que ya no aguanten más. ¿Por qué tenemos que comprender estas cosas?, pensarán. ¿Por qué no podemos llamar a las cosas por su nombre y comportarnos en consecuencia? Esto se llama Mal.
A muchos les molesta esta palabra, porque creen que impide comprender los agravios más profundos en los que se nutren el resentimiento y la violencia. Es verdad que sería muy útil que fuéramos capaces de comprender las raíces de la humillación musulmana, y que es difícil comprender nada si lo único que queremos es condenar. Pero conviene defender la frontera que separa la comprensión de la justificación y la explicación. Y eso es lo que hace la palabra "Mal". Defiende esa frontera.
En cualquier caso, la comprensión total es cosa de Dios. Es demasiado difícil -y, en cierto sentido, no lo suficientemente importante- comprender por qué un ser humano puede poner un cuchillo en la garganta de otro y cortarle la cabeza. Lo único que podemos decir es que los seres humanos hacen esas cosas, siempre las han hecho y siempre las harán. Como afirma un personaje de Shakespeare, el asesinato es cosa de hombres.
Decapitaciones La pregunta que sí podemos contestar es por qué la decapitación -o todos los demás instrumentos del arsenal del terrorista, como los coches bomba que se estrellan contra colas de iraquíes en busca de empleo como policías- tiene sentido desde el punta de vista político. Y lo tiene.
Un terrorista como es debido -y no hay duda de que Al Zarqaui lo es- nos conoce mejor que nosotros a él. Sabe que la única forma de forzar la retirada de Estados Unidos es influir en la voluntad política de un electorado que, ya dividido y a regañadientes, ha enviado allí a sus hijos.
Ahí es donde sus imágenes se convierten en arma de guerra, en una manera de poner a prueba -y, seguramente, destruir- la voluntad estadounidense. Cuenta con nuestra repugnancia moral y la sensación de inutilidad que sucede a la repugnancia. La repugnancia moral es el primer paso para quebrar la voluntad de continuar la lucha.
No vamos a ponernos sentimentales al hablar de la virtud o los escrúpulos de Estados Unidos. Las democracias pueden ser tan despiadadas como las sociedades autoritarias, y los estadounidenses no han sido precisamente ángeles en la guerra contra el terrorismo, como demuestran claramente las imágenes de Abu Ghraib. Ahora bien, la democracia estadounidense puede estar dispuesta a cometer atrocidades para defenderse, pero está sujeta a los límites de la repugnancia moral, que tiene sus raíces en dos siglos de instituciones libres. Esa capacidad de repugnancia fue la que sostuvo las protestas populares que acabaron obligándonos a salir de Vietnam.
Al Zarqaui se toma este aspecto con cinismo: las verdades que nosotros consideramos obvias son las que él confía en utilizar en nuestra contra. Cree que preferimos volver a casa que luchar contra el mal. ¿De verdad estamos dispuestos a descender al torbellino para derrotarle? Él apuesta a que no.
Además, calcula que, pase lo que pase, no puede perder. Si nos quedamos, también ha demostrado estar seguro -y Abu Ghraib confirma que es muy perceptivo- de que vamos a ayudarle a infligirnos una derrota ignominiosa al volvernos tan bárbaros como él. Los vídeos son una especie de suprema tentación moral, una trampa ética en la que espera que caigamos. Todo está permitido, nos dice. Si queréis vencerme, tendréis que uniros a mí.
Al final, cualquier terrorista espera que su adversario se convierta en hermano de infamia. Si sucumbimos a la tentación, habrá ganado. Pero se olvida de una cosa: la decisión no es suya, sino nuestra.

Comentario de Ahmed Rashid sobre Al Qaeda

La resurrección de Al Qaeda/Ahmed Rashid, periodista paquistaní y autor del libro Los taliban
Tomado de El País, 25/02/2007);
Todas las suposiciones displicentes que se hicieron sobre Al Qaeda antes del 11-S eran erróneas, al igual que casi todas las que se hacen hoy día sobre dicha organización terrorista, puesto que sigue constituyendo la amenaza más peligrosa contra la seguridad internacional, tanto para el mundo occidental como para el islámico. Algunas lumbreras querrían hacernos creer que Al Qaeda se ha convertido en una organización blanda a causa de la persecución sin tregua a la que la somete el espionaje occidental. Sin embargo, Osama Bin Laden no está bajo tierra, ni ha perdido contacto con su organización.
Al Qaeda no se ha echado a dormir, ni se ha transformado en una agrupación sensiblera que compita con YouTube para conseguir más visitas en sus páginas web. Tampoco se ha metamorfoseado en una especie de organización ideológica o inspiradora que se limite a animar a grupos copiones de jóvenes musulmanes para que emulen sus grandes éxitos. En 2004, Al Qaeda se adjudicó el falso mérito de derrocar al Gobierno español, y ahora se está adjudicando el de obligar a dimitir al primer ministro italiano, Romano Prodi.
El año pasado, el número dos de la organización, el médico egipcio Ayman al Zawahiri, emitió 15 discursos importantes en cinta de audio o de vídeo, probablemente más que el presidente de EE UU, George W. Bush. Zawahiri ha tratado con todo detalle cómo debería prepararse Al Qaeda para el Irak posterior a la ocupación estadounidense, cómo se debe luchar en la guerra de Somalia y cómo preparar nuevos atentados en Europa. Esto no es propio de alguien que ha perdido contacto con su base, sino de un hombre que sopesa sus palabras cuidadosamente, como un general que apresta a sus tropas para la batalla.
En 2007, Al Qaeda seguirá ampliando sus objetivos básicos de derrotar a Occidente, provocar el cambio de régimen en el mundo musulmán y extender sus ejércitos y seguidores a más países en todo el mundo para acelerar el advenimiento de su sueño de un califato mundial gobernado por Al Qaeda.
Antes del 11-S, Al Qaeda sólo estaba presente en Afganistán y Pakistán. Hoy se ha convertido una vez más en una amenaza para estos dos países, y además tiene una poderosa presencia en Irak, Somalia, Arabia Saudí, Argelia y Sudán, por no hablar de sus bases permanentes en el continente europeo.
Su principal cometido, al igual que antes del 11-S, es adiestrar, organizar y motivar a ejércitos de terroristas y combatientes para conquistar territorios y mantenerlos bajo control. En Irak empezó de cero tras la invasión estadounidense de 2003, y ahora es capaz de atraer a voluntarios de todo el mundo para convertirlos en terroristas suicidas. Irak se ha transformado en campo de entrenamiento y en cartel de reclutamiento.
O fijémonos en Afganistán, donde los talibanes y Al Qaeda, que eran los amos del país antes del 11-S, fueron derrotados sumariamente y huyeron en tropel a Pakistán. Ahora los talibanes han vuelto y son capaces de movilizar a 8,000 soldados en el campo de batalla, como hicieron el verano pasado. Los servicios de inteligencia estadounidenses y británicos calculan que hay menos de 100 militantes de Al Qaeda árabes y de línea dura en la región de Pakistán y Afganistán, que han ayudado a los talibanes a renovarse.
Entre estos árabes hay hombres de finanzas, recaudadores de fondos y traficantes que pueden conseguir el mejor precio en Dubai o Teherán para la heroína que producen los talibanes. Pero también hay entrenadores, expertos en explosivos, o genios de la tecnología que enseñan el último grito en comunicaciones indetectables y producen DVD de promoción de tecnología puntera que se fabrican a millones y que se distribuyen de manera casi gratuita.
Este puñado de árabes ha reconstruido una red global en los territorios fronterizos de Afganistán y Pakistán, capaz de atraer y adiestrar a musulmanes de origen británico o francés, o de enviar a aprendices talibanes a entrenar en los campos de batalla iraquíes. Estos árabes funcionan como un equipo estratégico organizado, pero son autosuficientes, tienen iniciativa como para desarrollar sus propias tácticas y cada uno de ellos está capacitado para actuar por su cuenta.
Los talibanes están reconquistando el territorio perdido, lo cual desconcierta a los Gobiernos de la OTAN y a EE UU, mientras que las provincias fronterizas de Pakistán se han convertido en centros logísticos y de entrenamiento importantes para Al Qaeda. Hace tiempo que el presidente del país, Pervez Musharraf, renunció a perseguir a Bin Laden, y sus servicios de espionaje permiten que los talibanes reúnan dinero, armas y reclutas. Pakistán se ha convertido en central del terrorismo. Los zares del espionaje de EE UU y del Reino Unido solían decir que Bin Laden y Zawahiri viven a lo largo “de la frontera afgano-paquistaní”, y ahora sólo señalan a Pakistán. Tanto los atentados perpetrados por terroristas suicidas británicos en el metro de Londres en 2005 como la conspiración del avión de Heathrow el año pasado tuvieron su origen en Pakistán. El director del MI5, el general Eliza Manningam-Buller, afirma que de los 1,600 militantes y 200 redes que está vigilando, un número “considerable” tiene conexiones con dicho país.
Pakistán se ha convertido en un Estado más blando desde el 11-S. El Gobierno militar no ha dado pasos decididos para implantar una democracia auténtica, ni tampoco ha actuado como un régimen militar duro. Se enfrenta a los militantes y a la vez se acuesta con ellos. Y el peligro de que Estados africanos fracasados como Somalia y Sudán caigan también en manos de los grupos locales de Al Qaeda no deja de crecer.
No obstante, las células de Al Qaeda que se cultivan con más cuidado son las que están en Europa. El grupo terrorista, curtido en la utilización de los medios de comunicación, sabe que una explosión en Madrid equivale a 10 en Riad o Nueva Delhi. Su objetivo son los jóvenes musulmanes enajenados, que son la consecuencia de tres décadas de política de integración fallida de los Gobiernos europeos.
Sin embargo, si hay que señalar a un solo individuo como responsable de la expansión continua de Al Qaeda, ése es el presidente Bush. El fracaso de la política estadounidense en Oriente Próximo y Afganistán, la incapacidad de reconstruir un país después de invadirlo, el apoyo a las acciones de Israel en Líbano y la creación de una situación de guerra civil en los territorios palestinos han engendrado una ira sin precedentes en el mundo islámico.
En 2001 no había choque de civilizaciones entre el islam y Occidente, sino una panda de terroristas locos que perpetraron un atentado espectacular en territorio estadounidense. Hoy día, cada vez está más cerca el peligro de una guerra de civilizaciones tanto dentro del mundo islámico, entre suníes y chiíes y entre extremistas y moderados, como entre Occidente y los países del islam.

Se puede impedir otro 11-S?

  • ¿Puede EE UU impedir otro 11-S?/John L. Esposito, profesor universitario y director fundador del Centro Príncipe Alwalid Bin Talal para el Entendimiento Cristiano-Musulmán.
La Vanguardia, 26/02/2007);
Traducción: Juan Gabriel López Guix.
Al cabo de más de cinco años, pese a algunos éxitos modestos, el mundo es un lugar más peligroso, no más seguro. Resulta difícil justificar el coste humano (el más importante) y los costes económicos. El Gobierno de Bush no ha logrado capturar a los principales dirigentes de los talibanes ni de Al Qaeda, los gobiernos de Iraq y Afganistán siguen siendo débiles, Iraq se encuentra al borde o sumido ya en una guerra civil, el Gobierno de Hamid Karzai en Afganistán carece de control más allá de Kabul, la violencia y el terror, el número de muertos y damnificados se ha incrementado de modo exponencial en Iraq, los pueblos iraquíes son menos seguros, menos prósperos, tienen menos acceso a necesidades cotidianas como la electricidad, alimentos y educación que antes de la invasión encabezada por EE UU. Aunque este país es visto como parte del problema y no de la solución, persiste el miedo a que, sin una fuerte presencia occidental, la situación empeore más.
El menosprecio del derecho internacional, Abu Ghraib, Guantánamo, la entrega y la tortura de presos, así como la erosión de las libertades civiles en el mismo EE UU han afectado también a la imagen y la credibilidad estadounidenses. El sentimiento antiestadounidense ha aumentado en el mundo musulmán y en todo el planeta.
La guerra contra el terrorismo global encabezada por Estados Unidos es vista como una guerra contra el islam y el mundo musulmán. De modo paradójico, las encuestas muestran que muchas personas perciben a EE UU como arrogante, despiadado y peligro para la paz.
A pesar de sus promesas, el Gobierno de Bush no ha logrado cumplir con su compromiso (y su excusa) en el momento de la invasión de Iraq: promover la democracia en Oriente Medio y resucitar la hoja de ruta en el conflicto israelo-palestino. Y, en todo caso, la credibilidad y la autoridad moral de EE UU se han visto socavadas por el fracaso a la hora de reaccionar con prontitud y la concesión de carta blanca a los militares israelíes durante las guerras en Líbano y Gaza, el envío a Israel de bombas de racimo en los últimos días de la guerra del Líbano y la suspensión de la ayuda con objeto de desestabilizar a un Gobierno de Hamas democráticamente elegido.
¿Qué posibilidades tiene EE UU de impedir otro 11-S? Cualquier posibilidad que pueda existir exigirá un nuevo Gobierno y un presidente, ya sea republicano o demócrata, dispuesto a tomar medidas de política exterior atrevidas, a corto y largo plazo. El nuevo presidente tendrá que hacer lo que, desde Dwight Eisenhower, ningún presidente, ya sea republicano o demócrata, ha estado dispuesto a hacer: seguir una política imparcial. Eso significa no sólo respaldar la existencia y la seguridad del Estado de Israel así como la existencia y creación de un Estado palestino, sino mostrarse imparcial también en su crítica de la violencia y el terrorismo, vengan de los palestinos o de los militares israelíes. El Gobierno y su partido tendrán que superar los miedos de la mayoría de los políticos y las presiones de muchos grupos que apoyan las políticas de la línea dura israelí. Siendo alto funcionario del Departamento de Estado en el primer gobierno de George W. Bush, el embajador Richard Haass habló de la política de “excepcionalidad democrática” por parte de EE UU, es decir, del fracaso de todos los gobiernos a la hora de promover la democracia en Oriente Medio; y, en los meses previos a la invasión de Iraq, señaló la voluntad del Gobierno de fomentar la democracia en Iraq y la región. El próximo gobierno no sólo tendrá que adoptar una política similar y seguirla en la práctica; también tendrá que mostrarse dispuesto a abandonar la política estadounidense de la “excepcionalidad israelí” y mantener con Israel los mismos parámetros que con los demás estados de la región, insistiendo en el cumplimiento de las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU. La política estadounidense tiene que ser más crítica y más imparcial; estar menos dirigida por lobbies e intereses políticos internos. El único criterio debe ser conseguir lo mejor para EE UU, tanto en el plano internacional como nacional.
Diplomacia pública. El nuevo Gobierno tendrá que seguir el ejemplo del Gobierno Bush y combatir el terrorismo mediante una estrategia militar, económica y de diplomacia pública. Sin embargo, a diferencia de él, tendrá que hacer caso a los expertos militares que señalan que los militares pueden matar, capturar y contener a los terroristas, pero no están equipados para librar una guerra contra el terrorismo mundial. El intento de limitar el crecimiento del terrorismo exige un poderoso programa de diplomacia pública destinado a conquistar corazones y mentes. Eso significa proyectos de asuntos públicos (programas de intercambio, educación, etcétera) para fomentar el entendimiento mutuo, pero también resulta necesario un componente de política exterior. La causa del sentimiento antiestadounidense no es lo que somos, sino lo que hacemos. El Gobierno tendrá que escuchar con más atención las voces de los 1,300 millones de musulmanes y no fiarse de ideólogos militantes (neocons, paladines de la derecha cristiana, comentaristas políticos y expertos islamófobos) ni de gobernantes o aliados musulmanes autócratas que utilizan la guerra como pantalla de humo para un mayor control y represión de cualquier forma de oposición.
En su respuesta al islam político mayoritario y extremista, los encargados de formular la política exterior estadounidense necesitan comprender mejor la visión que tienen las mayorías musulmanas globales del mundo y, en particular, de EE UU. La encuesta mundial Gallup, su profundo y pionero estudio de los musulmanes desde el norte de África hasta el Sudeste Asiático, y otras encuestas ofrecen un acceso a las voces de los musulmanes, a sus preocupaciones e intereses. Según una reciente encuesta mundial Gallup, un 7% piensa que los atentados del 11-S estaban completamente justificados y se muestran muy crítico con EE UU. En el 93% que piensa que el 11-S no estaba justificado -y que denominamos los moderados-,la mayoría percibe a EE UU de modo desfavorable. Podemos llamar a ese 7% extremistas antiestadounidenses, no porque todos o buena parte de ellos cometan actos violentos, sino porque quienes comparten tales puntos de vista extremos constituyen una fuente potencial para el reclutamiento o el respaldo de grupos terroristas. Es muy probable que este grupo de extremistas potenciales perciba como justificados otros atentados. Frente a un 95% de moderados que afirmó que “otros atentados dirigidos contra civiles están ´casi del todo´ o ´completamente´ injustificados”, un 70% de los radicales potenciales se mostró de acuerdo con esa afirmación.
¿Hay un odio ciego a EE UU? La pregunta “¿por qué nos odian?” suscitada justo después del 11-S sigue cerniéndose sobre nosotros como consecuencia de la continuación de los ataques terroristas y el espectacular auge del sentimiento antiestadounidense. Una respuesta común proporcionada por algunos políticos y expertos ha sido: “Odian nuestro modo de vida, nuestra libertad, nuestra democracia y nuestro éxito”. Dada la amplia base del antiestadounidense, no sólo entre los extremistas, sino también en una importante mayoría del mundo musulmán (y, de hecho, en muchas otras partes del planeta), esta respuesta no resulta satisfactoria. Aunque el mundo musulmán expresa muchas quejas comunes, ¿difieren los extremistas y los moderados en las actitudes acerca de Occidente?
Muchos creen que el sentimiento antiestadounidense está vinculado a un odio básico contra Occidente y a profundas diferencias culturales y religiosas entre Oriente y Occidente, pero los datos citados más arriba contradicen este punto de vista. Si nos centramos en las actitudes de quienes sostienen opiniones radicales y las comparamos con las de la mayoría moderada, encontramos resultados sorprendentes. A la pregunta de qué es mayor objeto de admiración en Occidente, tanto extremistas como moderados ofrecen tres principales respuestas espontáneas: 1) la tecnología; 2) el sistema de valores, la capacidad de trabajo, la responsabilidad individual, el imperio de la ley y la cooperación; 3) sus sistemas políticos justos, la democracia, el respeto por los derechos humanos, la libertad de expresión y la igualdad de sexos. Un porcentaje significativamente más elevado de extremistas potenciales que de moderados (el 50% frente al 35%) cree que “avanzar hacia una mayor democracia en el Gobierno” ayudará al progreso en el mundo árabe y musulmán. Los extremistas potenciales creen en mucha mayor medida que los moderados (el 58% frente al 45%) que los países árabes y musulmanes desean tener mejores relaciones con Occidente. Por último, no hay diferencias importantes entre el porcentaje de extremistas potenciales y moderados que dicen “unas mejores relaciones con Occidente es un tema que me preocupa mucho”.
Además, la valoración de los países occidentales individuales pone de manifiesto que la perspectiva musulmana no los coloca a todos en un mismo saco. Las opiniones desfavorables sobre EE UU o el Reino Unido no impiden actitudes favorables hacia otros países como Francia o Alemania. Los datos muestran que si bien los moderados tienen opiniones muy desfavorables de EE. UU. (42%) y el Reino Unido (34%), las opiniones desfavorables de Francia (15%) y Alemania (13%) son mucho menores y comparables, en realidad, a los porcentajes de opinión desfavorable en el caso de Pakistán y Turquía (12%).
Conclusión: EE. UU. tendrá que ser más creativo en sus políticas exteriores: promover una verdadera autodeterminación, no una democracia que no necesite el marchamo de la aprobación estadounidense; presionar a los gobernantes o aliados autócratas de Egipto, Túnez, Argelia y otros países para que abran sus sistemas y avancen con un mayor grado de efectividad por la senda de un poder más compartido; responder y asociarse con los aliados europeos y árabes musulmanes ricos con objeto de proporcionar una ayuda económica y educativa masiva para el desarrollo. Al mismo tiempo, EE. UU. y sus aliados europeos deben distinguir más claramente entre islamistas moderados y extremistas o activistas islámicos, y mostrarse dispuesto a tratar con los islamistas moderados. Por último, no puede seguir habiendo dobles raseros, ya sea en la promoción de la democracia, en la conformidad con el derecho internacional o en el uso de la diplomacia, ni tampoco amenazas de acción militar cuando se trata con Irán o Siria, como se ha hecho de forma sistemática con Corea de Norte.

Para salir de Irak

  • Una hoja de ruta para salir de Irak/Zbigniew Brzezinski, exasesor de Seguridad Nacional del gobierno de EE UU, desde 1977 a 1981, concretamente del presidente Jimmy Carter.

Tomado de EL PAIS; 26/02/2007);

Traducción de M.L.Rodríguez Tapia.

La guerra de Irak es una calamidad estratégica y moral de dimensiones históricas, comenzada a partir de hipótesis falsas. Está perjudicando la legitimidad de Estados Unidos en el mundo. Los daños civiles colaterales y ciertos abusos están ensuciando nuestro prestigio moral. Tuvo su origen en impulsos maniqueos y la soberbia imperial, y está intensificando la inestabilidad regional.
Aun así, en el Gobierno de Bush, las grandes decisiones estratégicas las sigue tomando un grupo muy reducido, cuyos miembros seguramente pueden contarse con los dedos de una mano. A excepción del nuevo secretario de Defensa, Robert M. Gates, son los mismos individuos que participaron desde el principio en esta aventura, que tomaron la decisión inicial de emprender una guerra en Irak y que utilizaron falsos pretextos para emprenderla. Es propio de la naturaleza humana que se muestren reacios a llevar a cabo unas acciones que supondrían un cambio total de política.
Desde el punto de vista de los intereses nacionales estadounidenses, éste es verdaderamente un mal presagio. Si Estados Unidos sigue enredado en una lucha sangrienta y prolongada en Irak, es muy probable que el destino final de esta pendiente sea un choque frontal con Irán y gran parte del mundo islámico.
He aquí, por ejemplo, una posible situación de enfrentamiento militar con Irán: Irak no cumple los requisitos establecidos por el Gobierno de Bush para avanzar hacia la estabilidad. Esto va seguido de las acusaciones de Estados Unidos sobre la responsabilidad de Irán en el fracaso y, a continuación, de alguna provocación en Irak o algún acto terrorista en Estados Unidos de los que se acusa a los iraníes, todo lo cual culmina en una acción militar estadounidense de carácter “defensivo” contra Irán. Como consecuencia, Estados Unidos acaba solo y sumido en un lodazal cada vez más amplio y profundo que se prolonga durante 20 años o más y que se extiende poco a poco a Irak, Irán, Afganistán y Pakistán.
De hecho, ya está formulándose una narración histórica mítica para justificar la necesidad de esa guerra prolongada y su posible extensión. Después de haber utilizado como pretexto, al principio, las falsas alegaciones sobre armas de destrucción masiva en Irak, ahora se ha pasado a redefinir la guerra como la lucha ideológica decisiva de nuestra época, similar a los enfrentamientos del pasado con el nazismo y el estalinismo. En ese contexto, el extremismo islamista y Al Qaeda equivalen a la amenaza que constituyeron la Alemania nazi y luego la Rusia soviética, y el 11-S equivale al ataque contra Pearl Harbor que precipitó la entrada de Estados Unidos en la II Guerra Mundial.
Ahora bien, esta narración simplista y demagógica se olvida de que la amenaza nazi se apoyaba en el poder militar del Estado industrial más avanzado de Europa y que el estalinismo no sólo fue capaz de movilizar los recursos de una Unión Soviética victoriosa y dotada de gran poder militar sino que tenía seguidores en todo el mundo gracias a la doctrina marxista.
La mayoría de los musulmanes, en cambio, no ha adoptado el fundamentalismo islámico. Al Qaeda es una aberración fundamentalista aislada. Los iraquíes, en general, no luchan en defensa de una ideología islamista, sino en contra de la ocupación estadounidense, que ha destruido el Estado iraquí. En cuanto a Irán, aunque tiene cada vez más influencia en la región, no es una amenaza mundial; es un país políticamente dividido y económica y militarmente débil. Decir que Estados Unidos tiene que dar respuesta militar a una gran amenaza islámica cuyo epicentro se encuentra en Irán es facilitar una profecía autocumplida.
Ningún otro país comparte las fantasías maniqueas que con tanta pasión expresa el Gobierno de Bush. Y las consecuencias son, aunque sea triste decirlo, un aislamiento político creciente y un antagonismo popular cada vez más extendido contra Estados Unidos.
Nuestros intereses internacionales exigen que emprendamos un cambio de rumbo significativo. Necesitamos una estrategia para terminar la ocupación de Irak y construir un diálogo regional de seguridad. Ambas cosas necesitan tiempo y un compromiso genuino de Estados Unidos. El proceso hasta lograr estos objetivos debe incluir cuatro pasos.
En primer lugar, Estados Unidos debe reafirmar de forma explícita y categórica su compromiso de salir de Irak en un plazo de tiempo razonablemente corto. En estos momentos, la ocupación estadounidense -pese a que la mayoría de los iraquíes la rechaza- sirve de paraguas para la intransigencia interna. Nadie, ni dentro ni fuera del Gobierno iraquí, siente que haya verdaderos incentivos para negociar mientras Estados Unidos mantenga la situación más o menos a flote.
Hace falta una declaración pública en la que Estados Unidos asegure que tiene intención de salir para acallar los temores de una nueva hegemonía imperial norteamericana en Oriente Próximo. Con razón o sin ella, muchos opinan que ése es el motivo fundamental de la intervención de Estados Unidos en una región que, hasta hace poco, estaba sujeta a la dominación colonial. Es preciso refutar esa idea. Si el presidente no quiere hacerlo, tal vezpodría encargarse el Congreso, mediante la aprobación de una resolución conjunta.
Segundo, Estados Unidos debe anunciar que ha entablado negociaciones con los dirigentes iraquíes para fijar un plazo en el que debería estar completada la retirada de sus tropas. Un buen objetivo sería el de más o menos un año, pero la fecha debe fijarse de acuerdo con los iraquíes y anunciarse como decisión conjunta. Mientras tanto, Estados Unidos debe evitar la escalada militar, incluido el “aumento” de tropas que, en el mejor de los casos, sólo puede tener una ventaja táctica pasajera.
La celebración de conversaciones serias con políticos iraquíes es la única forma de poder identificar a auténticos líderes seguros de sí mismos y con la capacidad necesaria para gobernar sin la protección militar estadounidense. La triste realidad es que el régimen iraquí actual, que, según Bush, es representativo de su pueblo, queda bien definido por su emplazamiento físico: la fortaleza de 10 kilómetros cuadrados que posee Estados Unidos en el interior de Bagdad, protegida por un muro de 4,5 metros de espesor en algunos puntos y vigilada por tropas estadounidenses, y popularmente conocida como Zona Verde. Sólo los líderes iraquíes capaces de ejercer el poder fuera de los límites de la Zona Verde podrán llegar a obtener un acuerdo auténticamente iraquí.
En tercer lugar, Estados Unidos debe animar a los dirigentes iraquíes a que inviten a todos sus vecinos -y tal vez a otros países musulmanes como Egipto, Marruecos, Argelia y Pakistán- a discutir la mejor manera de favorecer la estabilidad en Irak en conjunción con la retirada militar norteamericana, y a participar, llegado el momento, en una conferencia sobre la estabilidad de la región.
Es imposible entablar un debate serio sobre seguridad regional con Irak ni con sus vecinos mientras éstos vean a Estados Unidos como un ocupante de duración indefinida. Los vecinos de Irak no tienen miedo a ningún verdadero estallido en el país porque estamos nosotros allí, por lo que la volatilidad de la situación se desarrolla a nuestra costa y no les obliga a ellos a tomar ninguna decisión fundamental.
Por el contrario, un acuerdo sobre la fecha de salida obligaría a todos los gobiernos que rodean Irak a preguntarse: “¿Cómo afrontamos el problema de la estabilidad en Irak? ¿Queremos verdaderamente tener una guerra regional entre nosotros?”. Por ejemplo, ¿valdría la pena correr el riesgo de una guerra que tal vez podría enfrentar a los saudíes y los jordanos contra los iraníes, con los sirios en medio? Casi todos los regímenes de la región saben que una guerra así podría extenderse y acabar por destruirlos.
Por eso es deseable que se haga un esfuerzo para involucrar a los países vecinos; éstos podrían ayudar a evitar una escalada de la guerra civil en Irak que, entre otras cosas, también representa una amenaza cada vez mayor para su propia estabilidad. Pero eso sólo será posible cuando Estados Unidos esté en pleno proceso de irse del país. El anuncio de nuestra voluntad de marcharnos y de convocar una conferencia para debatir los pasos siguientes sería un factor muy poderoso a la hora de iniciar el cambio.
En cuarto lugar, Estados Unidos debe activar un esfuerzo creíble y enérgico para lograr, por fin, un acuerdo de paz entre israelíes y palestinos. La historia demuestra que ellos no van a conseguirlo nunca por sí solos. Sin dicho acuerdo, a largo plazo, las pasiones nacionalistas y fundamentalistas en la región condenarán al fracaso a cualquier régimen árabe al que se considere partidario de la hegemonía regional de EE UU.
Tras la II Guerra Mundial, Estados Unidos logró imponer la defensa de la democracia en Europa porque consiguió establecer una estrategia política de largo alcance, consistente en unir a sus amigos y dividir a sus enemigos. Previno con seriedad las agresiones sin iniciar hostilidades y sin dejar, en ningún momento, de explorar la posibilidad de negociar acuerdos.
En Oriente Próximo, hoy, está a prueba el liderazgo mundial de Estados Unidos. Necesitamos urgentemente ese mismo tipo de estrategia prudente, que incluya un compromiso político auténticamente constructivo.

Absuelve la CIJ de la ONU a Serbia

La Corte Internacional de Justicia, máxima instancia jurídica de la ONU, ha absuelto este lunes 26 de febrero a Serbia de cualquier responsabilidad legal y complicidad directa en el genocidio contra los musulmanes de Bosnia-Herzegovina durante la guerra de 1992-1995, y más concretamente en la muerte de más de 8,000 personas en la matanza de Srebrenica en julio de 1995.
En la declaración, leída por la presidente del Tribunal, la británica Rossalyn Higgins, considera que la desaparecida República Federativa de Yugoslavia (RFY) no fue capaz de impedir la matanza en Srebrenica -un enclave supuestamente protegido por las tropas holandesas de la ONU y que fue atacado en julio de 1995 por los paramilitares serbo-bosnios del general Ratko Mladic-, pero añade que no está probado que el Ejército yugoslavo hubiera participado directamente en la matanza o que los dirigentes yugoslavos la hubieran planificado. Aunque se había constatado la participación de Yugoslavia en el conflicto bosnio antes de la matanza de 1995, no se ha demostrado que sus dirigentes o militares lo hicieran concretamente en Srebrenica, según figura en el texto leído por Higgins. Bosnia alegaba en su demanda que el Gobierno de Slobodan Milosevic -por entonces presidente serbio y posteriormente presidente yugoslavo- armó, financió e impulsó una campaña de limpieza étnica con el objetivo de crear la Gran Serbia durante la guerra bosnia, 1992-1995. Serbia aseguraba, por su parte, que no fue responsable de las acciones de los grupos paramilitares serbo-bosnios, que se trataba de una guerra entre grupos étnicos y que no hubo ningún intento de destruir a la población musulmana de Bosnia ni en su totalidad ni en parte, un elemento clave para la Convención sobre el Genocidio de 1948. De haber acusado el Tribunal a Serbia, hubiera sido la primera vez que la ONU responsabiliza de genocidio a un Estado, y no a un individuo o grupo, como ha ocurrido en otras ocasiones; a pesar de que Bosnia presentó la demanda contra la desaparecida confederación de Serbia y Montenegro, la entidad sancionada habría sido únicamente Serbia, al ser este país el que asumió la “identidad legal” de la antigua Yugoslavia. La acusación habría implicado un desembolso para Belgrado de miles de millones de dólares.