6 abr 2010

Sherer- El Mayo, opinión de Granados Chapa

Columna PLAZA PÚBLICA
El narco y la prensa
Miguel Ángel Granados Chapa
Reforma, 6 de abril de 2010;
Ismael Zambada, El Mayo, propuso esta fantasía a Julio Scherer: "Un día decido entregarme al gobierno para que me fusile. Mi caso debe ser ejemplar, un escarmiento para todos. Me fusilan y estalla la euforia. Pero al cabo de unos días vamos sabiendo que nada cambió... El problema del narco envuelve a millones. ¿Cómo dominarlos? En cuanto a los capos, encerrados, muertos o extraditados, sus reemplazos ya andan por ahí".
Es, ciertamente, un alegato en causa propia, que miles de personas han expuesto, sin interés mezquino, pues saben o suponen que no es sólo mediante la guerra a balazos destinada a aprehender o matar a los jefes de las mafias del narcotráfico como se puede controlar ese fenómeno global que en nuestro país ha provocado más de 16 mil muertos en los tres años recientes, más que en ningún otro país por igual motivo. Pero es también una opinión, un punto de vista que emitido por un partícipe central de ese ruin mercado en México debe ser conocido públicamente para una comprensión cabal de ese flagelo, tan costoso en tantos términos sin que difundirlo signifique en modo alguno hacerlo propio.
¿Es válido, ética y periodísticamente, dar voz a los jefes del narcotráfico, como lo han hecho la revista semanal Proceso y su fundador Julio Scherer García, que aceptó ser trasladado hasta un lugar secreto en cualquier punto del país, donde el periodista lo entrevistó? Notoriamente, esa publicación y quien la dirigió durante 20 años contestan afirmativamente a esa pregunta. No lo hacen sólo ahora. En sus páginas el propio Scherer ha publicado entrevistas (que después se convirtieron en libros exitosos) con Zulema Hernández, mujer de El Chapo Guzmán durante su estancia en el penal de alta seguridad de Occidente; y con Sandra Ávila, la Reina del Pacífico, prisioneras ambas por delitos "contra la salud" como todavía, pudibunda y ambiguamente, se llama a los relacionados con la producción, distribución y venta de drogas ilegales.
Al aceptar encontrarse con Zambada, cuyo hijo Vicente (uno de sus primogénitos, condición que no es rigurosamente errónea y en cambio adquiere sentido porque tiene seis familias), Scherer no titubeó. Ni consideró que pudiera tratarse de una trampa, tendida para causarle daño al mismo periodista ("me sé vulnerable y así he vivido"). Parece que tampoco resolvió para el efecto otros dilemas que atosigan a la prensa, sobre todo en el norte de México, algunos de cuyos miembros, por épocas, han optado por el silencio generado por el temor, y otras han resuelto publicar sólo la información oficial, que no siempre coincide con la realidad, tal como lo mostró de modo paradigmático pero no único la ofrecida sobre los dos ingenieros que cursaban posgrado en el Tec de Monterrey y presentados como sicarios, es decir como combatientes contra el Ejército.
El viaje de Scherer y la publicación de sus resultados se inserta en un contexto cuyos componentes han sido enfrentados con valor por el reportero que no ha dejado ser desde que se inició en ese oficio hace 60 años. Aunque no lo pensara, pudo haber sido una celada que le tendiera algún beneficiario de intereses creados exhibidos por su trabajo (el personal o el que ha prohijado). Pudo haberse convertido también en el localizador de su convocante, su delator involuntario, si los servicios de inteligencia gubernamentales, que se dicen tan eficaces, hubieran descubierto la causa y el destino de su viaje, extremo a que también podrían llegar si en su texto ofreciera indicaciones útiles a tales servicios y a sus brazos armados.
"Inevitablemente debería contar las circunstancias y pormenores del viaje -reflexionó antes de emprenderlo- pero no podría dejar indicios que llevaran a los persecutores del capo hasta su guarida. Recrearía tanto como me fuera posible la atmósfera del suceso y su verdad esencial, pero evitaría los datos que pudieran convertirme en un delator".
Habrá quien quiera actualizar esas posibles consecuencias. Al publicar en la portada (que los lectores de Reforma conocieron ayer) una foto de Zambada con el periodista, podría ocurrir que la Procuraduría General de la República citara a Scherer para demandarle información que las policías federales ni el Ejército han conseguido. De ese intento el periodista puede resguardarse por el secreto profesional. Pero dado que la PGR ejerce funciones políticas sectarias (además de las del Ministerio Público, definidas como de buena fe), alguna conciencia torcida podría ordenar una averiguación previa por apología del delito como no faltó quién sugiriera hacer respecto de la revista Forbes cuando, más conocedora de los circuitos del dinero que las autoridades mexicanas, incluyó a El Chapo entre los hombres más ricos del mundo.
No es extravagante suponerlo. Proceso es poco grata al gobierno. Eso no importaría pues el periodismo no se ejerce para ganar simpatías. El hecho es significante porque el gobierno federal ha retirado al semanario toda publicidad oficial a diferencia de su trato a otras revistas. Su dimensión se abulta por un ánimo ostensible de vincular a Proceso con el narcotráfico. Lo mostró inequívocamente el burdo montaje con que en julio pasado, con el despliegue propagandístico que es la marca de Genaro García Luna, se exhibió a los medios de información a miembros de La Familia Michoacana. Se les hizo posar frente a paquetes de cartuchos, armas cortas y largas y ejemplares de Proceso, hallados en su guarida, como si fueran parte de su arsenal.
Cajón de Sastre
El gobierno hidalguense es firme partidario de José Guadarrama en su contienda interna con Xóchitl Gálvez, a quien teme como al demonio. El domingo 28 de marzo le ofreció amplio espacio en la televisión gubernamental, y se lo negó a la otra precandidata. Con la compañía de un notario, ella se apersonó ayer lunes por la mañana a hacer valer un derecho propio de la aspirante a la candidatura de partidos registrados, que cursa por un proceso interno reconocido por la ley electoral. Vencida por las circunstancias la conductora no tuvo más remedio que abrirle cámaras y micrófonos pero al hacerlo le avisó con sequedad que no la entrevistaría, y de súbito la colocó en la necesidad de improvisar durante media hora. La conductora cerró la emisión pretendiendo que se había usurpado su espacio, que no es suyo sino de un medio público.

El expediente Paulette; una verguenza

Columna Historias de un reportero/Carlos Loret de Mola
El Universal, 6 de abril de 2010;
El expediente Paulette
El procurador entró a la habitación de Paulette. Alberto Bazbaz se acercó a la cama de la niña fallecida y justo cuando sus pisadas se aproximaron al sitio donde fue encontrado el cadáver de la menor, la mamá de ella, Lisette Farah, se interpuso en el camino y empezó a conversarle captando su atención.
Este elemento anecdótico radiografía el rumbo que han tomado las investigaciones de la Procuraduría General de Justicia del Estado de México y cuál es la hipótesis que favorece como conclusión inicial una vez que su personal dio por terminados los interrogatorios a las personas involucradas y oficialmente está a la espera de lo que arrojen los análisis científicos al cuerpo de Paulette y el sitio donde fue hallada nueve días después de que la reportaron desaparecida.
Según las indagatorias del expediente oficial, en los exámenes psicológicos que le fueron practicados, la madre apareció como una mujer muy inteligente, fría, astuta, que no acepta culpa ni exhibe remordimiento, totalmente dominadora del entorno de su familia, que no manifiesta flaqueza o muestra de afecto ante la tragedia y que ejerce sobre su marido un control en el que no luce enganchada sentimentalmente a él ni preocupada por sus actos.

Legalizar la exportación de canabis

Columna Juegos de Poder/Leo Zuckermann
Excélsior, 6 de abril de 2010;
Legalizar la exportación de mariguana
En 14 estados de la Unión Americana ya es legal el consumo de la mariguana para fines médicos, entre ellos California, entidad que comparte cientos de kilómetros de frontera con México. Ahí se legalizó el uso de cannabis en 1996, siempre y cuando el consumidor tenga una recomendación escrita u oral de un médico. El paciente puede usar hasta 227 gramos para tratar enfermedades como cáncer, sida, epilepsia o esclerosis múltiple. Pero también se admite para padecimientos tan generales como dolor crónico, artritis o migrañas.
En la práctica, esta disposición ya legalizó el uso y el comercio de esta droga. Cualquier doctor puede recomendar su consumo. De acuerdo con estadísticas de la DEA, la agencia antinarcóticos del gobierno estadunidense, 40% de los usos médicos de la mariguana en California son para dolores crónicos y 15% tiene que ver con trastornos anímicos. Así de general.
La ley californiana le deja a las jurisdicciones locales que decidan cómo los pacientes adquieren la mariguana para su supuesto uso médico. De acuerdo con la DEA, hay una gran variedad de regulaciones: “Por ejemplo, el condado de Marin permite la posesión de seis plantas maduras y/o media libra de mariguana seca. El vecino condado de Sonoma autoriza la posesión de tres libras de mariguana y el cultivo de hasta 99 plantas, y los médicos pueden recomendar aún más para pacientes excepcionales”. La DEA admite que ninguna autoridad puede distinguir entre el cultivo de cannabis para consumo legal o ilegal: “Algunos cultivadores que se autodenominan para uso medicinal son, de hecho, cultivos para el uso recreativo ilegal”.
La legalización de la mariguana en California es un hecho. No por nada, en noviembre se podría dar ya el paso definitivo para terminar con la simulación “médica” actual. La idea ya fue respaldada por casi 700 mil firmas de californianos para incluir una iniciativa popular en las próximas elecciones de noviembre. Los votantes tendrán que sufragar a favor o en contra del Acto para Regular, Controlar y Recaudar el Cannabis que consiste en que todo adulto mayor de 21 años pueda poseer hasta 28 gramos de mariguana para consumo personal. Para tal efecto, se podría “sembrar poco más de dos metros cuadrados por residencia o parcela”. Las ciudades cobrarían “impuestos por los cultivos, transporte y venta de la droga”. El congresista local Tom Ammiano, quien apoya la iniciativa, propone tasar la mariguana con 50 dólares en impuestos por cada kilo y medio. Esto le generaría al erario californiano unos mil millones de dólares anuales que le vendrían como anillo al dedo a un estado que tiene una deuda pública superior a los 40 mil millones de dólares. El gobernador Arnold Schwarzenegger ha dicho que, en lo personal, no apoya la idea, pero que “se debería estudiar la posibilidad de legalizar la mariguana como fuente para obtener nuevos ingresos públicos”.
Según las encuestas, entre 55 y 60% de los votantes está a favor de la iniciativa. Sin embargo, el apoyo puede ir a la baja en la medida en que comience la campaña de grupos que están en contra de la legalización, como California Mothers Against Drunk Driving que argumenta que la legalización “incrementaría los accidentes de tráfico y que los costes en la sanidad superarían los beneficios derivados de los tributos”.
Yo propongo que, al día siguiente de que se legalice en definitiva el comercio y el consumo de la mariguana en California, México legalice el cultivo y la exportación de cannabis a ese estado. Y que también se les cobren impuestos a todos los empresarios involucrados en esta actividad que seguramente será muy lucrativa. No es que yo esté intoxicado al escribir esto. Es que, por fin, los californianos están admitiendo que la prohibición de la mariguana es una política pública errada que, simple y sencillamente, no funciona. Que ya llegó el tiempo de tratarla como a las otras dos drogas, el alcohol y el tabaco, que son un problema de salud pública, no de policías y narcotraficantes.

Los errores de Bazbaz

Columna Archivos del poder/Martín Moreno
Excélsior, 6 de abril de 2010;
Paulette: asesino identificado; los errores de Bazbaz
En cuestión de horas, será presentado el presunto autor material de la muerte de Paulette Gebara Farah. Aunque no pertenece a la familia de la niña, sí está íntimamente ligado con ésta.
Información proporcionada a esta columna revela también que, desde ayer, se tiene la identificación y el nombre del posible responsable del crimen.
Hoy, se busca a Roberto Ayala, instructor de gimnasio de Lizette Farah.
Sin embargo, cualquiera que sea el veredicto sobre la muerte de Paulette, las investigaciones de la Procuraduría General de Justicia del Estado de México (PGJEM) y, en particular, la actuación de su titular, Alberto Bazbaz, quedarán marcadas en la historia criminalística como erráticas, irresponsables y hasta cómplices.
¿Por qué? Debido a una serie de yerros que un titubeante y confuso Bazbaz permitió en torno a este doloroso caso y que evidenció el poco profesionalismo y la atolondrada actuación de los agentes de la PGJEM.
1) La habitación de Paulette debió considerarse, desde el inicio, como escena del crimen. Empero, quedó resguardada… ¡cinco días después!, denunció el ex director de Servicios Periciales del Edomex, Nicolás Martínez. “De ese lugar pudieron tomarse huellas dactilares, cabello, sangre y otros indicios, pero a la recámara entraron familiares y hasta medios de comunicación para entrevistar a la mamá (Lizette)”.
2) Guillermo Gutiérrez, presidente de la Fundación de Investigaciones de Niños Robados y Desaparecidos, estuvo en el condominio de los Gebara Farah y se percató de dos graves irregularidades: había huellas de zapatos de agentes, mezcladas en la habitación de Paulette, con lo cual se impedía identificar a las originales, y se permitió también la entrada de judiciales al baño para que realizaran sus necesidades fisiológicas. Sí, era el baño de Paulette.
3) “Se descuidaron otros aspectos, y habla de la precariedad que hubo para preservar la escena del delito”, denunció Rodrigo Zenteno, analista en seguridad pública de la UNAM. Y más: “No es posible que los perros no la detectaran (al cuerpo de la menor); lo que pasa es que no han de haber metido a los perros”.
4) La PGJEM permitió que Amanda de la Rosa Moreno, La China, amiga de Lizette —la cual habría sido detenida en Xalapa—, durmiera… ¡cuatro días en la cama de la niña asesinada, a pesar de que aún se realizaban diligencias! Fue una complicidad irresponsable.
La errática actuación de Bazbaz y sus agentes ha sido manifiesta. Ayer, en entrevista televisiva, dijo que el caso lo resolverán los científicos. “Hay que darles tiempo”, señaló, nervioso. ¿Y las pesquisas previas?
Hasta un novato sabe que las primeras 48 horas son cruciales para resolver un caso… si se quiere hacerlo. Ya pasaron… ¡15 días!, y Bazbaz sólo ha vendido humo.
La PGJEM indujo la presunta culpabilidad de Lizette, tachándola de “fría y calculadora”. ¿Eso la convierte en asesina de su hija? Y más: la arraigó en calidad de indiciada, bajo investigación por homicidio, para liberarla tres días después.
Sobre el arraigo, el procurador mexiquense aseguró que se dio, “no porque los papás fueran presuntos responsables”. ¿Y por qué se dictó esa medida precautoria? Hoy queda claro que la orden fue precipitada.
“No es tan útil el polígrafo”, señaló Bazbaz. Entonces, ¿por qué se le practicó a los padres de Paulette y a las nanas?
¿Qué pasó con el análisis sicológico del papá de Paulette?, se le preguntó a Bazbaz. “No nos han llegado los resultados”, respondió. Vaya ineficacia.
“No importa cómo sea la mamá ni cómo haya sido la relación con su esposo. Lo importante es el núcleo científico”, señaló Bazbaz. Si ya se comenzaron a desechar elementos clave en el entorno en el que vivía Paulette, ello resulta más que preocupante.
Sea cual sea el resultado, la investigación quedó manchada.
ARCHIVO CONFIDENCIAL…Impactante, y valioso como testimonio periodístico, el encuentro-entrevista entre IsmaelEl MayoZambada y Julio Scherer García, por mucho, el periodista mexicano más importante, respetado y reconocido de los últimos 40 años. “Si me fusilan, nada cambia… El narco está en la sociedad, arraigado como la corrupción… Inventaron que yo planeaba matar al Presidente”, dice Zambada. Por cierto: Héctor Aguilar Camín crucificó a don Julio por su trabajo eminentemente periodístico. Obvio: fue Scherer quien ventiló, en su estupendo libro La terca memoria, cómo Aguilar Camín se benefició financieramente por su relación con Carlos Salinas de Gortari. La herida no cierra.

Vergonzoso papel del procurador Bazbaz

Columna Razones/Jorge Fernández Menéndez
Excélsior, 6 de abril de 2010;
Una investigación vergonzosa
¿Alguien en la Procuraduría General de Justicia del Estado de México tiene idea del olor que despide un cuerpo a nueve días de su muerte? Una simple búsqueda en Google nos aproxima a ello: “Las células en descomposición por la acción ya sea de las enzimas, ya sea de las bacterias, desprenden, como hemos dicho, sustancias que actúan también en el proceso, como por ejemplo, metano y sulfuro de hidrógeno. Algunas de estas sustancias y gases son verdoso-azuladas, de modo que confieren este color al cadáver, además de hincharle. El proceso empieza en el abdomen, cerca del intestino. La lengua puede salir de la boca, y fluido de los pulmones es expulsado también por la boca y los orificios nasales. Esta imagen poco agradable se agrava con el olor debido a los gases liberados en la descomposición: el sulfuro de hidrógeno antes mencionado, con un olor característico al de un huevo en mal estado, el metano. Se llega a este estadio de la descomposición tras los cuatro a seis días después de la muerte, en países con temperaturas moderadas-altas, alcanzándose mucho más rápidamente en los trópicos y ocurriendo más lentamente en países con clima frío o seco… Un cuerpo se descompone casi dos veces más rápido en el aire que cuando el cuerpo está en el agua, y la descomposición en contacto con el aire es a su vez unas cuatro veces más rápida que cuando el cuerpo está bajo tierra.”
¿Cómo puede decirnos la Procuraduría del Estado de México que la niña Paulette Gebara Farah llevaba por lo menos seis días muerta cuando fue encontrada el pasado miércoles en su recámara, supuestamente envuelta en unas cobijas y ubicada entre el colchón, la base de la cama y una pared?, ¿cómo pueden decirnos que en ese mismo lugar donde se revisó el cuarto hasta con perros, donde se ofrecieron entrevistas para la televisión con la madre de la pequeña, donde durmió gente durante varios de esos días, todo el tiempo hubo allí un cadáver sin que hubiera sido encontrado durante la revisión del cuarto, sin que nadie percibiera los olores característicos de un cuerpo en descomposición, sin que nadie notara que allí, entre la cama y la pared, estaban los restos de Paulette?
La investigación sobre el caso Paulette que ha hecho la Procuraduría del Estado de México es sencillamente lamentable, basada en filtraciones que, recordando la tristemente célebre historia de Pablo Chapa Bezanilla, son la mejor forma de impactar en la opinión pública con una serie de información no verificable, para distraerla y desviar la investigación. Y si no es así habría que preocuparse aún más: ¿cómo pueden estar durante días unos investigadores y peritos en un cuarto donde hay un cadáver, sin poder encontrarlo? Si no fue así, y el departamento como se ha dicho estaba bajo resguardo de las fuerzas de la Procuraduría, ¿cómo pudo haber entrado alguien a sembrar el cadáver de la niña en su recámara sin que nadie lo viera?, ¿se trata de simple ineficiencia o existe algún otro tipo de complicidad?
Porque no puede haber tantos errores en un caso que tendría que ser hasta sencillo de resolver: una niña desaparece en su cuarto; existe constancia de que no salió del edificio porque así lo atestiguan las cámaras de seguridad y existe, por el contrario, la convicción de que allí siempre estuvo, testimonio aportado por las mismas cámaras. Durante días se hace un extraordinario despliegue policial, dentro y fuera de su departamento, así como publicitario, para encontrar a Paulette pero, pocos días después nos dicen que, en realidad, los investigadores siempre supieron que era una desaparición interna, que no había sido ni sustraída ni secuestrada. Todo el mundo, desde peritos hasta medios, visitan la recámara de la pequeña y entrevistan a sus familiares. Y repentinamente la Procuraduría arraiga como sospechosos a los padres y a las nanas.
Más repentinamente aún, divulgan, y ponen a declarar a una sicóloga, que la madre de la niña tiene serios desequilibrios sicológicos, pero no lo deducen después de un estudio siquiátrico sino por “como actuó en una entrevista de televisión” (nunca se ponga en manos de esa sicóloga).
Y así como los arraigaron, los liberan a todos y de la misma forma en que el viernes dijeron que Paulette había sido asfixiada, ahora comenzaron a filtrar que en realidad se podría tratar de un accidente.
¿Si no pudieron oler un cuerpo en descomposición durante nueve días en una recámara de unos pocos metros cuadrados, por qué habría que creerles que todo se debió a la mala suerte?

Comentario de Marco Levario

Revista Etcétera, 4 de abril, 2010
Julio Scherer, periodista/Marco Levario T.
Hace poco más de nueve años escribí sobre varios de los mitos que, según creo, envuelven a don Julio Scherer García; aún pienso que éstos integran algo similar a un celofán fino, resistente y transparente que cubre sin embargo su esencia, en particular, la de periodista.
Desde siempre he comprendido que el elogio o la diatriba como leit motiv del discurso que sea son propios de fanáticos cuando no de cofradías engendradas en la oscuridad de intereses que se niegan a presentar en público. Nada de esto le es propio a seres racionales que encuentran en los reductos de la inteligencia y la ética los motivos para respetar y admirar a alguien, no obstante los matices que a ellos y a todos nos envuelven. En definitiva: no creo en los santos ni en el fervor de sus feligreses, no creo ni en los que les otorga la religión ese carácter ni en los que aparecen como estandarte o proclama de camarillas laicas.
Lo anterior es un preámbulo indispensable para escribir lo siguiente: para mí, la edición de Proceso del 4 de abril de este año es ejemplo de buen periodismo. Me refiero en particular al encuentro de Julio Scherer García con Ismael Zambada, a la foto de portada y a la forma en que el periodista narra aquella situación inédita.
Es muy probable que, por estos días, no falte quien diga que Proceso fue usado para un acto de propaganda e incluso opine que la revista le da eco al parecer del Mayo que considera que el gobierno federal perdió la guerra contra el narcotráfico. En la esfera del poder oficial esto, con toda seguridad, se toma como una afrenta más de la revista contra el gobierno del presidente Felipe Calderón cuya reacción durante estos años ha sido tan primitiva que suspendió el flujo de publicidad a Proceso.
El diablo y los infiernos
En la entrada de “La crónica de un encuentro insólito”, los editores de la revista recuerdan la frase de Scherer: “Si el diablo me ofrece una entrevista, voy a los infiernos”. Más allá del aroma a epopeya que desprende ese dicho --y de que por eso incluso tengamos el derecho a emocionarnos como sucede con quien esto escribe—vale la pena reconocer que, en efecto, entrevistar al diablo sería la gran exclusiva para cualquier profesional de la comunicación, en este caso, hablamos del Mayo Zambada. Incluso, y aunque parezca sólo un matiz, podríamos decir que no debemos esperar a que tal o cual personaje de relevancia indiscutible pida la entrevista, hay que gestionarla.
El asunto es que director de Proceso no sólo tiene el reconocimiento nuestro sino también el de un narcotraficante y por eso lo buscó. Es natural: el Mayo busca la credibilidad que tiene esa revista para difundir su mensaje al mismo tiempo que la publicación incrementa su credibilidad al publicar la charla. Hay que asumirlo, el periodismo tampoco es una profesión para santos, es la actividad que documenta hechos y registra dichos al mismo tiempo que intenta explicarlos y proyectar sus consecuencias. Para ello, no hay ni puede ni debe haber, zonas vedadas.
Sobre el mensaje que pretendió dejar Ismael Zambada también habrá múltiples interpretaciones y entre ellas esta que sostengo: creo que el narcotraficante abre la puerta a la negociación con el gobierno, y lo hace desde una posición de fuerza. La imagen de la portada de Proceso impacta justo por eso, no tanto porque es el registro de la verosimilitud de un encuentro: impacta porque es una instantánea que muestra qué tan cerca está de nosotros el narcotráfico.
Propaganda o periodismo
Sin duda, Julio Scherer hace lo que le corresponde, “he de preguntarle, soy lo que soy”, le dice al capo, y éste hace lo propio. Es la tensión natural entre el periodista y el interlocutor. El resultado nos adentra en el perfil de uno de los principales narcotraficantes de México que es, además, una persona atenta al contenido de los medios de comunicación. Retrata a una persona que vive con miedo todo el tiempo, le da pánico que lo encierren y que pues así “Nomás” se inició en el narco. Esa semblanza en un espacio tan breve como el que tuvo Julio Scherer también lo muestra a él como el gran periodista que es.
Nadie que busque a los medios de comunicación lo hace con fines diametralmente distintos a los de promover ideas, acciones o imágenes. Entonces no hay sorpresa en que eso sea lo que intente el capo al buscar al ex director de Proceso, en serio: lo inaudito es que no pretendiera eso el Mayo. También sería asombroso que Julio Scherer o cualesquier otro periodista se negara a hablar con uno de los capos más relevantes del narco en el país. Escribí periodista.
Es previsible un alud de críticas a Proceso y a Julio Scherer. Habrá polémica, pública o soterrada pero la habrá. Por mi parte estoy convencido de que la revista y el periodista, como decían los clásicos, hicieron lo que tenían que hacer.