El
remolino de la muerte/Jorge Wagensberg, Facultad de Física de la Universitat de Barcelona.
El
Periódico | 3 de abril de 2016…
La
escena no puede ser más tranquila, frecuente e hipnótica: una multitud de
hormigas desfilan disciplinadas en línea recta hacia un destino aparentemente
bien determinado. De repente, en algún punto de la procesión, algo perturba un
orden que se diría ancestral y eterno: unos pocos individuos se han
desorientado y cruzan sus caminos en todas direcciones. La procesión uniforme
se ha convertido en un bullicio caótico… hasta que, poco a poco, el caos es
vencido por un nuevo orden.
Pero
la expedición ya no se dirige a ninguna parte. Miles de individuos circulan
ahora sin darse cuenta de que acaban pasando siempre por el mismo punto. Ya no
hay objetivo, pasado ni futuro. Las obreras caminan y caminan en un círculo sin
fin y van cayendo exhaustas hasta que muere la última.
Las
hormigas tienen una enorme diversidad de comportamientos. Hay hormigas nómadas,
sedentarias, carnívoras, vegetarianas, agricultoras, carroñeras, oportunistas,
miméticas, crípticas… pero aprenden poco. Cuando una hormiga exhibe una
innovación radical es que ya es otra hormiga. Una hormiga no tiene plan b. Todo
lo que hace está programado en su genética. Su tiempo de vida es demasiado
corto para que pueda adaptarse a un capricho de la incertidumbre.